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«La marca más evidente de la ira de Dios y el más terrible castigo que Él puede
infligir al mundo se manifiestan cuando Él permite a su pueblo caer en las manos de
clérigos que son sacerdotes más de nombre que de hecho, sacerdotes que practican la
crueldad de lobos rapaces más bien que la caridad y el afecto de los pastores
devotos...
Cuando Dios permite tales cosas, es una muy positiva prueba de que Él está
profundamente enojado con Su pueblo, y los visita con su más terrible ira. Por eso es
que Él grita incesantemente a los Cristianos, "volved hijos rebeldes... y os daré
pastores según Mi corazón" (Jer 3. 14-15). Así, las anomalías en las vidas de los
sacerdotes constituyen un azote sobre el pueblo como consecuencia del pecado»
S. Juan Eudes
El sacerdote: su dignidad y obligaciones,
(P. J. Kenedy & sons, N.Y, 1947)
“Habiendo peligro próximo para la Fe, los prelados deben ser argüidos incluso
públicamente por los súbditos”.
(Suma Teológica, II-II, 33, 4-2)
“Más vale causar escándalo que esconder la verdad” (San Gregorio Magno)
"No sigas a la muchedumbre para obrar el mal, ni el juicio acomodes al parecer del
mayor número, si con ello te desvías de la verdad."
(San Atanasio, De la Verdad y el numero)
«Es importante que Dios sea grande entre nosotros, en la vida pública y en la vida
privada. En la vida pública, es importante que Dios esté presente, por ejemplo,
mediante la cruz en los edificios públicos; que Dios esté presente en nuestra vida
común, porque sólo si Dios está presente tenemos una orientación, un camino común;
de lo contrario, los contrastes se hacen inconciliables, pues ya no se reconoce la
dignidad común. Engrandezcamos a Dios en la vida pública y en la vida privada».
BENEDICTO XVI, Homilía en la Santa Misa de la Solemnidad de la Asunción de la
Virgen María (15 de agosto de 2005).