El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), publicado en el
Diario Oficial de la Federación el 20 de diciembre de 1993 y en vigor a partir del 1.° de enero de 1994, constituye un importante instrumento que vincula a nuestro país con uno de los centros de economía más importantes a nivel mundial.
El TLCAN tiene como propósito fundamental el establecimiento de un régimen
de libre comercio en forma gradual y progresiva, mediante reglas claras, destinadas a normar el intercambio comercial entre México, los Estados Unidos de América y Canadá.
En materia de energía y petroquímica básica, el TLCAN establece derechos y
obligaciones de los tres países en relación con el petróleo crudo, gas, productos refinados, petroquímicos básicos dentro de la región, a través de mecanismos que permiten su liberalización a corto y mediano plazo.
Con el propósito de eliminar diversas barreras al comercio de estos bienes, el
TLCAN establece, entre otras normas, las siguientes:
• Ningún país puede imponer precios mínimos o máximos de importación o
exportación.
• Cada país puede imponer precios mínimos o máximos de importación o
exportación.
• Cada país puede administrar sistemas de permisos de importación y
exportación, siempre y cuando se manejen de conformidad con las disposiciones del TLCAN.
• Ningún país puede imponer impuestos, derechos y otros gravámenes a la
exportación, a menos que esos impuestos, derechos o gravámenes se apliquen también al consumo interno de dichos bienes.
• Cualquier restricción a la importación o exportación se limitará a ciertas
circunstancias específicas, como la conservación de los recursos naturales agotables, el manejo de una situación de escasez o la aplicación de un plan de estabilización de precios.
• Las empresas estatales, los usuarios finales y los proveedores tienen el
derecho de negociar contratos de suministro, con el objeto de promover el comercio transfronterizo de gas y petroquímicos básicos.
Sin embargo, y en estricto apego a las disposiciones contenidas en los artículos
25, 27 y 28 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el Estado mexicano se reserva la exclusividad en la propiedad de los bienes, y en las actividades e inversión en los sectores del petróleo, gas, refinación, petroquímicos básicos, energía nuclear y electricidad, por lo cual dichas materias se excluyen del TLCAN. Por el contrario, la inversión en la petroquímica no básica se rige por las disposiciones gene -rales del tratado, en cuyos términos se permite, por ejemplo, la adquisición, establecimiento y operación de plantas en dicha actividad.
Por lo que se refiere al comercio de gasolina y como una norma de excepción, el
TLCAN establece en forma expresa que México puede restringir el otorgamiento de permisos de importación y exportación de gasolina para aviones, así como de gasolina y componentes para la elaboración de gasolinas para motores, entre otros, con el propósito de reservarse para sí el comercio exterior de dichos productos.
Por otra parte, en lo tocante a inversión, el TLCAN incorpora, como reserva de
trato nacional, las reestricciones establecidad por la legislación en materia de inversión extranjera, haciendo constar que sólo las personas físicas de nacionalidad mexicana y las sociedades mexicanas con claúsula de exclusión de extranjeros podrán adquirir, establecer u operar gasolineras para la venta o distribución al por menor, de gasolina Diesel, lubricantes, aditivos, o aceites. Esta reestricción se encuentra claramenteestablecida en el artículo 6°, fracción II de la Ley de Inversión Extranjera, y su cumplimiento no puede eludirse a través de mecanismos de inversión indirecta, como pudiera ser fideicomisos, convenios de accionistas, esquemas de piramidación u otros que otorguen a la inversión foránea control o participación.
De lo anterior, cabe concluir que el TLCAN se ajusta a las disposiciones
constitucionales en materia de energía y petroquímica básica, conservando intacto el derecho del Estado mexicano y manteniendo el dominio directo del petróleo y gas natural. De igual manera, se mantiene incólume el derecho del Estado para detener al monopolio del comercio de petróleo crudo, refinados y petroquímica básica, entre otros productos, así como su transporte, almacenamiento, distribución y las ventas de primera mano, no permitiendose la participación de la inversión extranjera, por limitada que sea, en el establecimiento y operación de gasolineras.