Recuerdos

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Portada realizada por:
Henry Padilla Londoño
Revisión 2011-04
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Autor
Henry Padilla Londoño
Estocolmo, Suecia, 2011
© 2011 por Henry Padilla Londoño
Todos los derechos reservados.
Escribo para no enloquecer,
sé que nadie nunca leerá esto, pero
este silencio, esta soledad, me
envuelve, me enloquece. Ya no sé
qué es real, que es sueño. Escribir
me ayuda a volver sobre las líneas
de mi propio pensamiento, es
como guardar parte de mi alma en
estas letras.
¿Mi alma?
No sé si estoy muerto, o si
sueño. Hace 40 días no veo a nadie,
y ya llevo cinco años en esta
situación. He jugado con la idea de
la muerte, pero su recuerdo no me
deja, mi amada… mi amada está
esperándome en el cielo, y yo
tengo que ir a ella un día.
¿Dónde estás aire de mi vida,
adonde te fuiste sangre de mis
venas?
La vida me tiene secuestrado,

y no me suelta, me atormenta con
tus recuerdos... recuerdos. Es todo
lo que tengo, recuerdos que me
acercan a ti, es todo lo que me
queda amada mía, de nuestro
hermoso tiempo, de nuestra vida
juntos.
Y si enloqueciera, que será de
mí, que será de lo nuestro, donde
habrá quedado el amor, donde los
momentos cuando nos amábamos
y fabricamos nuestro mundo,
pintándolo a nuestro antojo,
jadeante, sublime, solos los dos. Si
te olvidara en mi locura, que habrá
pasado con nuestra dulzura, y que
de nuestros juramentos del amor
eterno.
Tiene que ser más que solo
recuerdos, tiene que haber más que
un pensamiento. El amor es más
que una descarga eléctrica de una
neurona, más que el correcto
funcionamiento de un cerebro.
Creo que si mi cerebro te
olvidara, yo aún te amaría, con todo
mi ser, porque todo mi cuerpo te
recuerda, cada músculo de mi
cuerpo sabe de ti.
Mi cuerpo recuerda esas
caricias casuales, furtivas y fugases,
recuerda tus miradas, era como si
golpearan mi corazón, esas
miradas. Y recuerda tu sonrisa, era
como una marca, como un sello
grabado con fuego, grabado en mi
corazón. Mi cuerpo recuerda tu
andar, cuando pensaba que todo
bailaba a tu andar, que los árboles
aplaudían, que el viento te silbaba, y
yo, celoso te abrazaba.
Pero si mi cuerpo me faltara,
mi alma te recordaría. Mi alma sabe
de ti, te mentiste tan dentro de mí,
habitas en mí ser, y eres parte de
mí, el amor todo lo ha llenado, aún
en mis angustias tu amor me era
precioso, tu recuerdo era como aire
bajo mis alas, que me levantaba, me
ayudaba.
Te recuerdo, mi amada y por
eso escribo, para no olvidar, mi
cuerpo se debilita, mi mente ve
fantasmas, y él ya no me habla
como ayer, pero yo aún lo espero,
sé que un día vendrá por mí, me
recogerá y me llevara donde tu
estas.
Creo que el cielo escucha mi
grito, creo que por toda la creación
saben ahora que te amo, y a él, a
nuestro Salvador, al que nos unió, a
él también lo amo.
Como hubiera querido llevar
mi causa ante él, dejar oír mí
lamentó ante el Señor, pero la tierra
ha sido dejada sola, y nosotros
clamamos por tu benevolencia, deja
ver otra vez un rayo de ti,
atrápanos en tu luz y sácanos de la
oscuridad.
Sé que él es fiel, y no me
dejará, aunque aquí muera, me
recogerá, me llevara a mi morada,
junto a ti, junto a él.
Camino a diario, intento no
alejarme mucho, es muy riesgoso.
He visto tres personas en los
últimos tres años, nos vimos de
lejos, nos saludamos a la distancia,
pero ninguno se atrevió a acercarse,
era mejor así.
Hace años se sabía que había
grupos, pandillas, que asediaban
por los caminos, que robaban y
mataban, y aun llegaban a comerse
a sus víctimas. Todos huimos a los
bosques, lejos de todo, evitando ser
vistos, evitando el contacto.
Por la mañana, mientras
caminaba, encontré tres hojas de
papel, eran de la Biblia. Todo este
tiempo han estado ahí, gracias Dios
por llevarme a ellas.
¿Por qué no me has hablado?

¿Por qué te fuiste y me dejaste?
Mírame ahora, perdido en mis
imaginaciones, ya no sé qué es real
o que es sueño.
Si tú me enviaste esas tres
hojas, te doy gracias... Me han
hecho recordar, por momentos
vuelvo a sentirme vivo, y otra vez
he empezado a hablar contigo.
Pero desde que te llevaste a los
tuyos, no he vuelto a escuchar tu
voz.
¿Señor, qué tengo que hacer para
verte?
No me apartes de ti y de mi amada.
Ironías de la vida, ahora tengo la
tierra entera para mí, y ya no la
quiero. Ahora podría poseer
cualquier terreno que quisiera, pero
ya nada tiene sentido. La alegría se
mudó de la tierra, los hombres y las
mujeres han desaparecido, los
animales son muy escasos. Y la
alegría se ha ido del corazón, solo
hay una inmensa soledad. La tierra
se enlutó, porque tú te fuiste, tú
eras la luz, y te mudaste del mundo
y contigo se fue la alegría.
Tu recuerdo me produce
alegría y tristeza, esperanza y
profunda soledad.
¿Señor, dónde estás?
Acude a mi ayuda, escucha el
lamento, el grito de mi corazón.
Que es el tiempo, para que se
oponga al amor, o que es el espacio
para distanciar lo que es más
grande que el universo, no hay
medida para mi amor por ti. Ven,
ven Señor Jesús, recógeme a ti, aún
la muerte será mi aliada, porque me
subiré en sus alas, y no podrá
alejarme de ti. El amor fue antes de
todo, antes que existiera el tiempo,
ya era el amor, y tú me has llenado
de ese amor
.
Mis ojos son ríos impetuosos,
cuando recuerdo esos tiempos, los
hombres no quisieron reconocer
tu bondad, tu amor, y te llevaste a
los tuyos, te los llevaste como en
un torbellino, en un instante, en un
abrir y cerrar de ojos.
En un instante cambio la tierra, ese

instante nadie lo puede olvidar.
Pero yo estoy aquí.
¿Por qué estoy aquí?
¿Acaso querías escuchar mi grito, o
estás hablando algo demasiado alto,
para yo poder entender?
Los hombres han enfermado
desde que te fuiste, y las sombras se
han apoderado de sus sentidos.
Aún los animales y la naturaleza
gimen por ti. El hombre sin ti es
como un demonio herido y
hambriento, nada lo sacia, el
abismo ha hecho cuna en él y toda
ave oscura ha venido a habitar en
él.
La esperanza se fue de las
plazas, el niño dejo su inocencia en
la cuna, el anciano se ha ido al
bosque a morir, las manos se
empuñaron. Lo que el Señor quiso
formar en nosotros, el hombre lo
ha desechado como inútil. La
familia es solo un recuerdo,
destruyeron todo concepto de
padre, madre, hermanos, todo
tomo la forma de lo que más le
conviene al niño, con ese pretexto
destruyeron toda la familia y
crearon el nuevo individuo, sin
padre, sin madre, independiente
pero según ellos entre muchos que
lo querían. Así crecía la generación
de jóvenes, cuando el Señor se
llevó a los suyos.
Recuerdo esos hermosos
momentos con nuestro hijos. No sé
de ellos mi amor, quizás tu sepas de
ellos. El Señor los tendrá con bien,
estén con él, o estén en algún
desolado paraje de este planeta, sé
que él los guardara. Nuestros hijos,
hermosos recuerdos.
He llegado a entender que los
recuerdos tienen la eternidad
plasmada en ellos, son momentos
en el tiempo, que en el alma del
poseedor llegan a ser instantes, no
en el tiempo, sino instantes de
amor, preciosos recuerdos del amor
vivido. Los recuerdos son como el
fuego en el invierno, como una luz
en la oscuridad, te llevan y te
sostienen, te dan fuerzas para
esperar el nuevo día que sabes
llegara. Y cuando el alba llega,
sonríen una última vez, y
desaparecen como la niebla ante el
calor del sol.
Pero también pueden llegar a
ser como un fuego en medio del
alma, que consumen y arden sin
compasión. Si los recuerdos no
tienen amor, se harán insufribles,
pesados, y te acercaran a la muerte
cada vez más.
Esto fue lo que esa última
generación olvidó, esa generación,
antes de que tú te fueras de mí,
olvidaron amar.
Compararon el amor a algo
que se podía comprar, se
engañaron en su corazón y
acumularon recuerdos de odio y
maldad, de dureza y frialdad. Y
cuando llego la noche, los
recuerdos los inundaron, dictaron
sus caminos, y los llevaron a un
gran y profundo vacío, cayendo sin
tener nada ni nadie que los
detuviera. Y llegaron a ser peor que
animales, siendo habitación de todo
espíritu inmundo, llevados por sus
pasiones y por sus pecados.
Los recuerdos no se pueden
dejar como una maleta vieja, van
unidos a ti como la piel al cuerpo, y
se hacen visibles con cada palabra
de tu corazón. Todos llevábamos
esos terribles recuerdos, de cada
uno de nuestros pecados. Pecados
a solas, cuando creímos que nadie
lo sabría, pecados en nuestro
pensamiento, cuando lo
disculpábamos con poca sabiduría.
Pecados, cuando llevamos a otros a
hacer lo que nos convenía,
sabiendo que ellos recibirían daño,
pecados cuando engañamos y nos
mezclamos en juegos de
infidelidad, engañándonos y siendo
engañados. Pecados, cuando
buscamos nuestro interés,
cubriendo nuestros pecados con
actos de bondad, aun llegando a
intentar engañar a Dios, doblando
nuestras rodillas, y disculpando
nuestros actos con oraciones
cargadas de autosuficiencia e
independencia. Pecados, que se
iban marcando en el alma de cada
ser humano, llevándolos cada vez
más, en una caída libre al profundo
abismo.
Mucho se predicó de la
Salvación, pero muchos no oyeron,
decían “Religión”, y no entendían
que era la única forma de librarse
de sus pecados, de esos pecados
que habían marcado el alma, era la
única cuerda a la que se podían
agarrar, para evitar la caída.
Ufanándose de la ciencia, se
mofaban de la Salvación, sin
entender, ciegos, iban corriendo en
la oscuridad, y tropezaron en sus
pecados, cayendo en un abismo sin
fondo.
La Salvación, mi preciosa
salvación, que me ha librado de mis
pecados, y ha borrado esos terribles
recuerdos. Con la Salvación llego la
vida, el amor. Antes creía amar,
hasta que fui salvo, entonces ame
de verdad. El amor necesita un
corazón sin pecado, un corazón
salvo.
El Señor me dio el amor, y la
ame, el amor es eterno, sin tiempo,
sin espacio. El amor habita con
Dios, y es más fuerte que la muerte.
Nunca deja de ser, para siempre
habita en el corazón salvo y
renacido.
Es la salvación la que aún me
sostiene, aun después que él se ha
ido, sé que él vendrá otra vez por
mí, porque me ha hecho parte de
él, saco la oscuridad de mí y me
trajo la luz, saco mi naturaleza
humana y me ha dado una
naturaleza divina.
Pero el mundo olvido amar,
crearon su amor, un amor carnal,
sensaciones físicas, qué llamaban
hermosas, sensaciones con
hombres, con mujeres, con
animales, con… sensaciones con
precio, sensaciones obligadas,
sensaciones compradas. El amor se
hizo un artículo de consumo, que el
dinero compraba. El amor, según el
mundo, un artículo de la clase
consumidora, donde millones
estaban destinados a recibir las
sobras de los pudientes. Donde
países enteros, no podían sino
soñar con alguna vez amar. Amar
como los ricos de Europa, de
América, de Japón. No quiero
escribir más de esto, me disgusta
solo pensar en eso.
Y cuando él vino y se los
llevo, se alegraron por su
desaparición, “la tierra ha sido
liberada”, llegaron a decir y ellos
eran privilegiados al haber
quedado. Creo que ni aun viendo al
Señor cara a cara, creerían en él. Su
gran orgullo, y su corazón necio. Se
han alzado contra todo lo que es de
Dios, lo aborrecen, están
dispuestos a luchar hasta su última
gota de sangre en contra de él. Tan
absurdo como suena, el hombre
está dispuesto a luchar contra Dios,
y creo lo intentarán. Espero, me
haya sacado de aquí antes que todo
esto empiece a suceder. En algún
lugar, se están otra vez aumentando
los hombres, y están creando de
nuevo sus sociedades, basadas en
su maldad.
Y no es que el pecado sea solo
recuerdos, muy bien se yo que no
es así, pues yo era el mayor pecador
de todos y en ocasiones me engañe
a mí mismo, decía que todo estaba
bien, y no quería recordarlos, me
volví duro y fatuo. Dispuesto a
golpear con dureza a todo
acusador, dispuesto a matar por mi
seguridad. Pero mi engaño no saco
el pecado, era solo un engaño.
Algunos podemos engañarnos,
decirnos que nada ha pasado, así
hayamos destruido la vida del ser
amado. Pero hay otros, que no
pueden olvidar, y sus recuerdos los
persiguen, los atormentan, los
asedian, los llevan en ocasiones a la
muerte.
Los pecados y los recuerdos
los dirigen, ellos son sus amos, y
los llevaran a crear un ejército que
se levantara contra Dios.
Recuérdame Señor, sácame de aquí,
la tierra me es un infierno si tú no
estás aquí.
Al amanecer pude escuchar un
gorrión, en algún sitio, me deleitaba
con su canción. Me quede quieto,
inmóvil, para no intimidar al
cantor, y escuche con atención esa
maravilla, esa maravilla de
adoración.
Porque estoy seguro que te
adoraba, Señor, otro sobreviviente
que reconoce tu Señorío, tu
bondad y tu amor. La tierra tiene
esperanza, la tierra entera quedo en
silencio, a la espera de tu gran
misericordia, de tu bondad y amor.
Porque todos esperamos de tu
mano, de tu bondad. Todo el que
haya visto la luz algún día, aunque
sea por un momento, esperara
eternamente de ti.
Rey Santo, el silencio hace eco
de tus maravillas, y levanto mi voz,
sé que me estas escuchando. Me
has dejado en la tierra solo para
adorarte, para levantar mi voz y
contarle a los árboles, al gorrión, al
viento y al mar, de tus maravillas,
Dios Eterno.
Sé que un día me levantaras a
ti, sé que extenderás tu mano, aun
cuando el aliento haya ya dejado mi
cuerpo, tú me recogerás a ti. Me
darás alas y me llevaras contigo, me
llevaras a ella, y nos unirás en un
eterno beso de amor, beso de
unión. Y el cielo será testigo de
nuestro amor, y tú serás nuestro
Señor, eternamente y para siempre.
Escucha mar, contare de tu
creador, detente viento, hablare del
Único, tierra está atenta, hablare del
que te traerá esperanza.
Cuando no había tiempo, ya
era él, antes de todo, él era en
plenitud y perfección. Las aguas del
mar, vieron sus pisadas. Y el viento
obedeció su mandato. Y la tierra
espantada vio su cuerpo muerto,
por tres días lo tuvo en su seno.
Pero el mar, el aire y la tierra,
a una gritaron de alegría el día de
Su resurrección, cuando Pedro,
pálido e incrédulo, miraba los
lienzos, pero no podía ver al Señor.
Y por más de dos mil años, se
llevó el evangelio a todos, en todas
partes, las buenas noticias de un
Salvador. Todo parecía tan fácil, así
pensaba yo. La tierra entera se
volverá a ti, y te alabara, y se
acogerá a tu Salvación, pensaba yo.
Pero no todos quisieron oír, la
muerte había puesto su sello en
muchos, y los arrastro, los alejo. Y
la ciencia orgullosa, esgrimió sus
argumentos, que hicieron mella en
muchos, y se alejaron de la
Salvación. Pero otros tantos, y
muchos más, oyeron y recibieron al
Señor. Creyeron a sus palabras. Y
recibieron daño, por el nombre
Santo del Señor, fueron llevados a
cárceles bajo la tierra, oprobio de
todos. Fueron culpados de la
situación. “Si ellos no estuvieran,
habría paz, no habría guerra”, “Si
esos fanáticos no existieran, el
hombre podría dominar toda la
tierra, toda la creación, el universo
entero”. “Está comprobada su
ignorancia, pues la ciencia lo
comprueba, pero ellos orgullosos e
ignorantes, no hacen caso de la alta
ciencia”. Y muchas cosas como
estas se dijeron, fueron
perseguidos, muertos, torturados y
expulsados. Todo por el nombre
del Señor, a quien ellos creían con
todo su corazón. Y los hombres
blasfemaron del Señor, en su
templo blasfemaron, llevando la
abominación. Y se sentó en el
templo como Dios, decía ser Dios,
decía saber todas las cosas. Por un
tiempo, y dos tiempos estuvo él en
el templo.
Hasta que un día como
cualquier otro, recuerdo que era un
día soleado, hermoso, la alegría de
fiestas y placeres se palpaba por
doquier. Por un momento el cielo
se llenó de nubes, y todos vieron la
señal del hijo del hombre en las
nubes. Y como un rayo, se los
llevo. En un abrir y cerrar de ojos,
todo cambio.
Y el gran terremoto vino y se
sintió sobre toda la tierra, la tierra
se movía de un lado al otro, toda la
tierra sintió ese terremoto, millones
murieron, las aguas del mar se
desbordaron por completo sobre
países enteros, algunos países
fueron arrasados por completo,
esto es algo que hubiera querido
olvidar, pero ese recuerdo está
grabado en todo mi cuerpo, en mi
alma, en mi espíritu. Nunca en la
historia del hombre hubo un
terremoto así, y creo que nunca
volverá otro igual. Millones de
personas desaparecieron, murieron
ahogadas, murieron aplastadas por
los escombros, murieron de
enfermedades que se desataron a
los pocos días, murieron a causa de
la violencia hecha por otros
hombres y mujeres que
enloquecieron por completo y
sacaron sus instintos diabólicos y
transformaron la tierra en un
horror.
Pero también se fueron
millones con el Señor, él se los
llevo, y ninguno de los que no
creían lo entendió, porque creyeron
que habían muerto en el terremoto.
Solo los que creíamos y nos
quedamos, entendimos lo que
había pasado. Creo que nuestras
vidas no estaban listas, creo que
nos faltó fe y por eso nos
quedamos. No puedo decir que
vivía una vida de pecado, pero si no
vivía para Cristo, vivía para mí, y
esa es la característica de los que
nos quedamos.
Después que todo paso,
veíamos claro en las escrituras, el
Señor decía que uno seria tomado y
el otro dejado. La mitad fue tomada
y el resto nos quedamos a pasar por
el horror que hemos pasado.
La tierra fue vaciada de
hombres, la radio, la televisión,
terminaron de transmitir al mes del
terremoto. La sociedad como tal ya
no existía a los seis meses del
terremoto. El dinero dejo de servir,
aunque era difícil saber lo que
pasaba en otras partes del mundo,
creo que estaba pasando en todas
partes. Pero apareció él, y todos se
acogieron a él, parecía que tenía la
solución para todo, unió toda la
tierra en un solo gobierno, si lo
podemos llamar así.
Es como una dictadura, a la
que todos se acogen con alegría,
cualquier ayuda es bien recibida, y
ellos prometen la respuesta a todo.
El culto libre ha sido
prohibido, ya nadie lo quiere,
cualquiera que es descubierto en
prácticas religiosas puede ser
muerto al momento.
Solo se cree en una cosa, en la
fuerza del hombre, en que nosotros
lo vamos a lograr, en que este
hombre nos va a ayudar a salir de
esta situación. Algunos han dicho
que es Cristo que ha vuelto a la
tierra a ayudar, otros que viene de
otro tiempo.
La Biblia, mi amada Biblia, fue
quemada, destruida, prohibida.
Borrada de toda base de datos,
quemada de toda librería, sacada de
cada cerebro que la contuviera. Y
todo el que la llevara en el alma, en
el espíritu, era muerto. Muchos
murieron en los sótanos de tortura,
de la única policía que existe ahora.
Otros, nunca se supo más de ellos,
y los que logramos escapar, nos
escondimos en lugares apartados,
donde nadie habita, donde nadie
puede verte, donde solo Dios sabe
de ti.
Si me vieran ahora con estas
tres páginas de la Biblia, me
matarían al momento. Vivimos de
lo que podemos encontrar en la
naturaleza, de la pesca, de la caza, y
seguramente algunos habrán
muerto de hambre en algún sitio
desolado, pero no estaban solos, yo
sé que no.
Ellos crearon un sistema de
comercio, basado en servicios y
trueque, pero solo los que llevaban
la marca de ese llamado salvador de
ellos, podían hacer trueque o
vender sus servicios. Para obtener
la marca, se debe negar por
completo a Dios, la fe, y confesar
corrientemente, que solo cree en su
propia fuerza y que se somete por
completo al sistema establecido.
Nadie se opuso nunca a esto,
fue la única ayuda que muchos
recibieron, así que cualquiera que se
opusiera era visto con mucha
desconfianza.
Escribo todo esto, para no
olvidar, porque esta soledad afecta
mi salud, y en muchas ocasiones he
querido morir, pero sé, que solo
cuando él lo quiera puedo yo irme
de aquí.
No creo que nadie nunca leerá
esto, seguramente se perderá y será
quemado, cuando la tierra toda
arda, y el Señor cree nuevos cielos y
nueva tierra. Pero mientras este
sano, quiero alabar a mi Dios,
quiero recordarte mi amada esposa,
quiero de alguna forma saber que
todo es cierto, que no lo he
imaginado, que el cielo existe, que
Dios es mi Padre.
Hoy es un día oscuro, nublado
y frío, cada vez duermo menos, los
sonidos de la noche hacen eco en
mis oídos. ¡Como te he anhelado
mi amada! Daría todo por un
momento de tu compañía.
Mientras oraba esta mañana,
pude sentir la presencia del Señor
ora vez, fue maravilloso, fue solo
un momento pero sentí esa paz que
hacía años no sentía. Por un
momento creí verte, a lo lejos,
como si volara en un inmenso cielo
blanco y tú estuvieras al otro lado.
Me parece que mi espíritu entendió
que ya se acerca la hora de partir, y
esto me ha hecho llorar de alegría.
A veces me encuentro hablando
solo y me da miedo perder del todo
mi cordura, y olvidarme del Señor y
de ti.
Acuérdate de mi Señor,
acuérdate del siervo que dejaste en
la tierra, y recógeme. La muerte me
es bendición para irme contigo.
Cada vez puedo escribir
menos, ya mis recuerdos van
desapareciendo, como perdiendo
todo sentido.
No sé qué sentido tiene seguir
escribiendo, nadie nunca leerá esto,
solo yo, y ya no tengo casi fuerzas.
Hay esperanza, hay esperanza
para el que cree.
Bendito sea el Señor Jesús,
Rey fiel y justo. Amen.

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