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Cuando decimos «arte popular» - ¿a qué nos estamos refiriendo

exactamente? ¿Tal vez al arte de producción y consumo masivos? Y,


cuando decimos el «arte de pueblo», ¿pensamos en el arte que crea
la gente de los estratos inferiores de la sociedad? Al parecer, así de
sencillo es definirlos. El primer término, «arte popular», se opone a
«no-popular» y es el «arte de élite», también llamado «arte culto»;
el segundo, «arte de pueblo», encontraría su oposición en el «arte 23
oficial», es decir, arte ligado a las estructuras del poder. Como
podemos apreciar, las definiciones ya no parecen tan sencillas.

Por otra parte, lo popular, la creación del pueblo, recibe el nombre


de artesanía, oponiéndolo definitivamente al Arte, con mayúscula.
Aquí también se plantea un problema. Por lo pronto diré que la
dicotomía «arte - artesanía» obedece a criterios modernos y tiene su
raíz en el período renacentista italiano. Esta oposición concibe a la
artesanía como una mera habilidad o destreza manual, y al arte como
creación o capacidad intelectual de expresarse a través de una materia
dada. Deseo anotar que de hecho se trata de la misma oposición
que mencionamos al principio: lo popular, del pueblo, es artesanía y
la expresión de élite, culta y oficial, es el arte.

A partir del Renacimiento se habló de las Bellas Artes - la


arquitectura, la escultura y la pintura- para distinguirlas del resto de
la producción artística, considerada como artesanal; pero, por lo
menos desde los inicios del siglo XX, se ha tratado de «transgredir»
y ampliar este esquema, utilizando el nombre de Arte - con mayúscula
- para la cerámica, el trabajo de vidrio, la orfebrería, la tapicería, el
cartel, etcétera. Es decir, los artistas de hoy dedicados a estas
UN PRÉSTAMO INCÓMODO: creaciones siguen aceptando la dicotomía y tratan de penetrar a las
LA OPOSICIÓN DEL ARTE «altas esferas» del Arte, y con ello obtener el acceso a los museos y
a las galerías; luchan por ser considerados por los críticos en las
POPULAR Y ARTE CULTO revistas especializadas y, por qué no decirlo, de cotizar en el
mercado de arte. Ni dudar, que entre estos trabajos esforzados
Dúrdica Ségota abunda también lo «elegantemente fallido», o sea, el kitsch.

Por otra parte, como lo había ya observado Jorge Alberto


Manrique, la sociedad actual usa las producciones artísticas del
pueblo en una forma inusitada, mientras que los tradicionales
consumidores tienden a abandonarlas por los productos de la
sociedad urbana; a la vez que la comercialización de estos objetos
cambia inevitablemente su sentido.
Ahora bien, esta movilidad y estos reacomodos de las artes en distintos
niveles (tanto por parte de sus creadores como de sus consumidores),
hacen patente que la separación de las distintas facetas de la
creatividad evidentemente ya no es operante en nuestra época. Pero,
es realmente inoperante en el estudio de las épocas distantes de
Europa y lejanas en el tiempo, como lo es el período prehispánico
del Arte Antiguo de México.

Son realidades distintas, y, ante los estudiosos que ven en estos


conceptos la utilidad de una herramienta metodológica podemos
argumentar que el arte es un fenómeno histórico y sólo lo podemos
analizar en el contexto social y político que le otorgaron su
legitimidad, su razón de ser. Igualmente, desde esta perspectiva tal
vez podamos llegar a algunas (otras) dicotomías y taxonomías.
Ninguna definición apriorística nos facilitará la comprensión de la
producción artística prehispánica. De esta manera, podemos
libremente decidir si llamaremos arte a toda
la creación de los mexicas, mayas, olmecas y
mixtecos; o, si preferimos, podemos nombrarla
artesanía; se trata de una cuestión nominal y la
elección del término no nos dará facilidad alguna
para la explicación del significado de las piezas
arqueológicas -artísticas del México Antiguo.
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Argumentaré mi rechazo en varios puntos, todos
ellos referidos a la creación de un objeto artístico:
el material, el contenido, la calidad de la factura,
el uso o destino, el estilo y el conocimiento
vinculado con su elaboración. Unas veces se trata
de objetos que fueron hechos para durar y se
colocaban en un templo, entierro, o en una ofrenda.
Una vasija o plato de barro podían ser ofrendados
en un pueblo y por la gente de pueblo, o en el
Templo Mayor de México Tenochtitlan por el huey
tlatoani y el gran sacerdote.

La alfarería destinada al uso doméstico se


fabricaba con esmero y seguramente, unas piezas
eran más vistosas que otras. Pero este «más» y
«menos» - definitivamente, no pueden ser criterios para distinguir si
uno es «más arte» que el otro, que es «simple artesanía».
Recordemos, una forma desnuda, desprovista de dibujo, pintura o
esgrafiado, puede ser una verdadera joya, bella y expresiva cual la
más adornada.

Como dijimos, la factura de los objetos de uso cotidiano era


cuidadosa, a sabiendas de que en una fecha determinada serían
desechados y destruidos. El más conocido caso de esta limpieza de
hogares era el final del ciclo de 52 años, pues en vísperas de la fiesta
del Fuego Nuevo, todos los objetos se rompían intencionalmente y se
arrojaban a las barrancas y basureros del pueblo. Con el Año Nuevo
todo lo que debería de haber en una casa era renovado, se modelaban
nuevos platos y vasijas, con esmero y cuidando el estilo, a «la usanza»
de su propia comunidad.

Elegí al barro como ejemplo, material frágil, «semi-efímero» (si


bien pude haberlo hecho con muchos otros materiales, como figuras
de masa de bledos o la pintura corporal, para decir que la usaban y
estimaban tanto los nobles como la gente de pueblo y en ambos
casos su destino podía ser la cotidianidad de la mesa, la ofrenda
ritual o el entierro. Acabo de explicar que el material no hace la
diferencia y expondré ahora que los temas tampoco.

Algunos argumentan - pensando tal vez en la monumental figura


de la Coatlicue o de la Coyolxauqui - que el arte oficial tiene una
mayor riqueza de significados. Es indudable la complejidad
iconográfica de estas dos esculturas pero, en el Templo Mayor, sitio
«oficial» por excelencia, también se habían depositado un sinnúmero
de cuentas, tamborcillos de piedra, flautas de barro, figuras
de ranas, de venados y otras piezas cuya sencillez formar no
remite al imbricado sistema simbólico de monumentos refe-
ridos. De nuevo, estamos ante un criterio que no apoya a la
supuesta dicotomía de la creatividad del hombre mexica.
El estilo, como la existencia de una relación coherente y
constante de formas, de composición y de otros elementos
que conforman el lenguaje plástico, es un criterio muy im-
portante en el estudio del arte prehispánico. La continuidad
del desarrollo cultural que se dio en el mundo prehispánico
permitió su formación. A veces hay un acentuado estilo cul-
tural y hasta local que nos permite estudiar la expansión y la
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duración de una cultura e inclusive sus intercambios comer-
ciales. Otras veces revela a la fusión de culturas y el surgi-
miento de un nuevo estilo, v.g. el contacto de los mayas y los
toltecas y la construcción del Chichén Itzá Nuevo.

En el interior de una cultura también se ha tratado de descubrir


variedad de estilos y (sobre todo en los años setentas), con el criterio
de las clases sociales. Se habló de una arte oficial maya que era
hierático y estático y se expresaba de una manera simbólica; por el
contrario, se planteaba que el arte popular tenía características
estilísticas de un mayor dinamismo y realismo, patente en
representaciones predominantemente figurativas. Esto se reveló como
no-cierto.

La presencia de elementos simbólicos y figurativo - hieráticos y


estáticos (en el período Tzacol de la cerámica maya)- se suponía
exclusivamente del culto religioso, es decir, ligado a la clase
sacerdotal; pero, sus vestigios fueron descu-
biertos en montículos con habitaciones. La
cerámica pintada figurativa, (fase maya llama-
da Tepeu) - que parecería por su dinamismo y
«realismo» del pueblo, fue encontrada en gru-
pos ceremoniales y habitaciones de la clase
superior. al parecer, la diferenciación es otra:
más que un arte oficial, es arte religioso; más
que el arte popular es arte civil o secular.

Es decir, el arte es propio de una época y


obedece a fases socioculturales y al desarrollo de
lo que llamamos el estilo. De esta manera, el estilo
es tan sólo uno de los elementos -importante, pero
no suficiente- para el estudio y la comprensión del
fenómeno artístico en la larga historia
mesoamericana.

No siendo la creatividad individual un valor


(como en nuestros días), la mayoría de las obras eran ejecuta-
das en grupos, en equipos. intervenían inclusive varias artes
(v.g) la talla de piedra y la pintura, o la plumaria y la orfebrería.

Los artistas conocían el oficio,. el «deber ser» de las formas y de


los contenidos; conocían los criterios y las normas del «buen gusto».
La normatividad regía la moralidad de su quehacer y otro tanto valía
para el que apreciaba sus creaciones y las dotaba de un uso social.

En Mesoamérica predominaba la autoridad de una religión


institucional y la expresión popular quedaba subordinada a la
estructura de instituciones religiosas, al extremo de no permitir que
las representaciones mundanas o profanas tuvieran una existencia
autónoma. Todo significado secular quedaba envuelto en la red de
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Edmundo O´Gorman
«¿Qué se requiere para que la producción artesanal
llegue a concebirse como arte, pero, a la vez, algo
esta iconografía.

Escasean las escenas de la vida diaria. Esta se relaciona


con la simbología teocrática y dinástica. Si bien sabemos que
en su momento tuvo usos de tipo político y social (coercitivo,
por ejemplo) esto no quiere decir que la base misma de esta
religiosidad no haya sido la creencia genuina y profunda de
todos sus miembros: nobles y la gente común.

De ahí que todos los grupos se reconocían en el mismo sistema


de representaciones. Y en cuanto a las soluciones formales, al estilo,
ninguna modalidad de arte de las figurillas que conocemos es
realmente diferente del estilo tradicional elitista.

Quisiera terminar este análisis con un comentario de Edmundo


O´Gorman. Se pregunta «¿Qué se requiere para que la producción
artesanal llegue a concebirse como arte, pero, a la vez, algo distinto
al arte?» Es decir, que no sea propiamente arte. Cuál es la
razón de ser del binomio bellas artes-artes populares y cuál es el
sentido histórico de éste binomio...»... estimo inaceptable su-
poner que la mera presencia de una abundante producción
artesanal provoque, por sí sola, una operación mental tan
distinto al arte?»

sofisticada como es llegar a concebir una realidad sub especie


de arte, y sin embargo, diferenciarla del arte... es un concepto
de muy paradójica estructura». Regresa a ENP o a Difusión

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