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A JESÚS POR MEDIO DE MARÍA MSIONERA

Félix Antonio Salcedo Ferrer


fsalcedoferrer@yahoo.com

Cada vez que escuchamos el nombre de María la Madre de Dios nos viene a la mente ese
rostro dulce y tierno que desde niños hemos visto en alguna capilla, gruta, altar o procesión, y
al mismo tiempo recordamos oraciones, cantos, poesías que hemos repetido constantemente.
Hoy les invito a dar una mirada a presencia de esta mujer madre que cambió el rumbo de su
vida para encaminarse en una experiencia nueva y llena de amor.

EL CAMINO DE MARÍA

María la mujer
María fue una persona común, con proyectos, sueños, problemas, logros (Lc 1, 27). Dueña de
un espíritu profundamente abnegado, hizo de su vida un testimonio elocuente de fidelidad al
plan de Dios, todo esto realizado en la vida cotidiana, es decir, su entrega se forjó en el
esfuerzo diario, y ordinario de la vida hogareña.

María es llamada
Llamado.- María es llamada desde su ser mujer y es bendecida por ello (Lc 1, 42). Las
palabras del ángel comienzan con la confirmación de la elección y de la presencia de Dios (Lc
1, 28). Estas palabras son directas y sin rodeos, ella es llamada a ser la Madre de Dios, la
invitación es abierta y clara (Lc 1, 30-33). María desde su humanidad pregunta de la manera
como sucederá esto, el ángel le recuerda el poder de Dios y le responde directamente dándole
como prueba del poder divino el embarazo de su prima Isabel (Lc 34-37).

Respuesta.- En el momento del “sí” a Dios se pone de manifiesto su aceptación de la


voluntad de Dios. El Señor quiere redimir al ser humano pero no lo quiere hacer sin el
consentimiento de la libertad que Él mismo le dio.
La Virgen creyó. La respuesta de fe de María no se centra en aceptar como verdadero el
anuncio del ángel, sino que ofrece una disponibilidad absoluta al plan de Dios. Como esclava
se somete a la voluntad divida y se ofrece para unir su destino al de su hijo (Lc 1, 38).

María camina con Jesús


El “sí” de María es el punto de partida del extenso peregrinar que ella experimentará en
adelante. Su fidelidad será la base de todo este caminar, a pesar de las incomprensiones y
persecuciones que encontrará (Mt 1, 13).
Pero toda fidelidad tiene que pasar por la prueba más exigente, la constancia. Es fácil ser
coherente en la hora de la exaltación, difícil serlo en la hora de la tribulación. Sólo se puede
llamar fidelidad a una coherencia que dura a lo largo de la vida.
María acompaña a Jesús como madre, desde niño le invita a participar en obediencia a sus
padres (Lc 2, 51a), guarda en silencio la divinidad de su hijo(Lc 2, 51b). De adulto le
acompaña en las fiestas de su pueblo(Jn 2, 1ss). Esta junto a él en cada momento de su vida
(Mt 12, 46). Sufre en la cruz al ver a su hijo morir (Jn, 19, 25). Se regocija en la resurrección,
ora y celebra con fe (Hc 1, 14).

María Discípula
María es una persona real que influye suavemente en la intimidad de los discípulos
ayudándoles a ir al encuentro y conformación con el Señor (Hc 1, 14). Esta presente junto a
ellos cuando el Espíritu les abre los ojos a una nueva dimensión de la fe, a una nueva manera
de ver su encuentro con Dios a través de Jesús. Así pues, la función fundamental de María fue
la de ser el medio de unión del Salvador con el genero humano.

CAMINO DEL MISIONERO A LA LUZ DEL CAMINAR DE MARÍA

Podemos tomar el ejemplo de María para nuestro caminar misionero, por medio de su
testimonio y el llamado que ella misma nos hace a hacer lo que Él nos dice (Jn 2, 5) vamos a
asumir nuestro propia misión. De lo que hemos compartido anterior mente podemos sacar los
siguientes puntos:

María la mujer María es llamada María camina con María Discípula


Vida cotidiana Experiencia Jesús Mediadora entre
personal Fortaleza del Jesús JESUS
Con Dios llamado y la humanidad

TRABAJO GRUPALES

Leer los siguientes textos y reflexionar sobre la experiencia de la Virgen María.

- Mateo 1, 13-23
- Mateo 12, 46-50
- Lucas 1, 26-38
- Lucas 1, 39-56
- Lucas 2, 41-52
- Juan 2, 1-11
- Juan 25-27
- Hechos 1, 12-14

Conversa sobre tu propia vida como misionero a la luz de la vida de María, la Madre de Dios.

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