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“Año del Centenario de Machu

Picchu para el mundo”

SEGURIDAD Y
DEFENSA NACIONAL

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El presente trabajo de
investigación se encuentra dedicado
a ….

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“La sociedad es un hecho natural. EL


hombre es un ser político por
naturaleza.”
Aristóteles

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ÍNDICE

Pág.

ÍNDICE.........................................................................................................................................................5
INTRODUCCIÓN.......................................................................................................................................6
SEGURIDAD NACIONAL.........................................................................................................................8
I.DEFINICIONES.....................................................................................................................................8
II.SEGURIDAD NACIONAL Y EL ESTADO PERUANO..................................................................10
III.BASES Y FUNDAMENTOS DE LA SEGURIDAD NACIONAL..................................................11
IV.LA POLÍTICA DE SEGURIDAD NACIONAL EN EL ACUERDA NACIONAL........................11
4.1. OBJETIVOS ...............................................................................................................................13
DEFENSA NACIONAL............................................................................................................................14
I.DEFINICION........................................................................................................................................14
I.CONSTITUCIÓN DEL PERÚ DE 1979..............................................................................................16
II.CONSTITUCIÓN DEL PERÚ DE 1993............................................................................................17
BIBLIOGRAFIA........................................................................................................................................46

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INTRODUCCIÓN

El Perú mantiene como Política de Estado, el estricto respeto al


Derecho Internacional, a la igualdad jurídica y soberana de los
Estados; al principio de la no-ingerencia y la no-intervención en los
asuntos internos de otros países; a la libre determinación de los
pueblos, al fiel cumplimiento de los tratados, a la solución pacífica de
conflictos y prohibición del uso o amenaza de uso de la fuerza; al
derecho soberano de cada Nación de construir y mantener libremente
su sistema socio-económico y sistema político que ellos mismos
elijan.

Al mismo tiempo, el Perú reafirma el ejercicio de su soberanía e


independencia nacional, su existencia y la integridad de su territorio y
de su patrimonio, así como la protección y consecución de sus
intereses, aspiraciones y objetivos, actuando con plena autonomía y
libre de toda subordinación frente a cualquier amenaza, riesgo o
desafío. En este sentido, el Estado Peruano en su proceso de
desarrollo y consolidación como tal ha hecho y viene haciendo frente
a una serie de amenazas tanto tradicionales como a las ahora
denominadas nuevas amenazas que le exigen mantenerse alerta y
preparado para hacerles frente, a fin de garantizar su seguridad que
le permita marchar hacia el desarrollo y alcanzar sus objetivos en un

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ambiente de paz y tranquilidad, mediante el Sistema de Seguridad y


Defensa Nacional.

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SEGURIDAD NACIONAL

El concepto Seguridad Nacional es utilizado prácticamente por todos


los países del mundo. Este concepto define lo que cada país entiende
por Seguridad Nacional, determinado por sus intereses nacionales y
en el que refleja la defensa de los criterios que rigen la vida interna
del país, su política internacional, la defensa del mismo y las normas
de convivencia que observará ante la comunidad internacional.1

No puede negarse que el concepto tiene un contenido clasista,


como muchos autores lo han señalado, pues el mismo refleja la
defensa de los objetivos de la clase que se encuentra en el poder. Ese
propio contenido clasista puede ser fuente de conflicto cuando la
Seguridad Nacional de un país incluye la defensa de objetivos
hegemónicos, expansionistas y extraterritoriales que al sobrepasar
sus fronteras naturales afectan la Seguridad Nacional de otros países.
Esto determina que el concepto tenga varias acepciones.

I. DEFINICIONES

Comencemos por definir Seguridad, es una finalidad de la


comunidad política, pues sin ella, no es posible garantizar su
existencia y, la del Estado, lo mismo que la tranquilidad pública y

1
GARCIA ITURBE, Néstor. La seguridad Nacional de Estados Unidos de América. Extraído de:
http://www.cubasocialista.cu/Revistas/Revista46/07CubaSocialista46.pdf

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la convivencia pacífica de todas las personas que viven en


sociedad, así como la vida, la integridad y los demás derechos de
los individuos que lo componen. Unos y otros, particulares y
autoridades deben procurar y mantener la convivencia para que
todos actúen tanto para el cumplimiento de sus deberes como en
el ejercicio legítimo de sus derechos. La convivencia es un derecho
de todos y por lo mismo es también una finalidad de la comunidad
política que debe cristalizarse no solo en beneficio de los
ciudadanos, titulares de derechos y deberes políticos, sino de la
comunidad íntegra, titular de toda clase de derechos.

Es así, que del concepto genérico de Seguridad surge la


Seguridad Pública que comprende la Seguridad Nacional, que a su
vez incluye la Seguridad del Estado y la Seguridad Ciudadana, y su
prestación está a cargo exclusivamente de las autoridades
estatales, en particular, de manera principal, de los órganos que
integran la Fuerza Pública, esto es, las Fuerzas Militares y de
Policía, y de los demás órganos de seguridad del Estado. Además,
también como parte del género Seguridad, está la Seguridad
Privada, cuya prestación también es un servicio público pero a
cargo de los particulares, en este último caso, previa autorización
administrativa, la cual se otorga o confiere conforme a la ley. 2

Durante muchos años se le dio énfasis a la Seguridad Nacional y


a la Seguridad del Estado, lo mismo que a la Seguridad Ciudadana,
todas a cargo exclusivo de las autoridades por ser inherentes tanto
a la defensa nacional como a la actividad de policía administrativa
y, por eso, con el apoyo y el auxilio de la Fuerzas Militares para
garantizar la seguridad exterior, la defensa nacional, la
independencia, la soberanía, la integridad del territorio, la
estabilidad institucional y el orden constitucional, y del cuerpo de

2
Universidad Sergio Arboleda., Seguridad Nacional, Seguridad del Estado y Seguridad
Ciudadana. Extraído de: http://www.usergioarboleda.edu.co/civilizar/seguridad_ciudadana.htm

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policía para garantizar la seguridad ciudadana, la efectividad de


los derechos y la convivencia pacífica. Pero a partir de la década
de los años 70, se empezó a construir el concepto de Seguridad
Privada, que paulatinamente se ha ido extendiendo de manera
significativa, lo que ha generado igualmente la producción de un
acervo normativo que, inclusive desde los años 90, se ha venido
construyendo de una manera sistemática y ordenada.
Entonces, se define a la Seguridad Nacional se define como la
condición en que un país o nación está seguro o a salvo, es decir,
que no esté amenazado por ataques del exterior ni del interior.
Esta condición puede derivar de varias situaciones, que incluyen la
ausencia de peligro (lo cual es raro), o una capacidad adecuada de
disuasión y deferencia.3

Sin embargo, es de resaltar que los conceptos son relativos, ya


que tienden a variar respecto a las circunstancias que enmarcan
las situaciones temporales y el contexto histórico.

II. SEGURIDAD NACIONAL Y EL ESTADO PERUANO

La seguridad, para el Estado, es la situación en la cual tiene


garantizado su independencia y la población los derechos
fundamentales que rigen en la constitución, contribuyendo así a la
consolidación de la paz, al desarrollo integral y a la justicia social.

Las nuevas amenazas a la seguridad requieren respuestas


multisectoriales, siendo esta la base de la integración entre el
Estado y la sociedad en todos los campos de la actividad nacional.

3
Definiciones de términos usados en la lucha no violenta. Extraído de:
http://www.hermanos.org/nonviolence/glosario3.html

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III.BASES Y FUNDAMENTOS DE LA SEGURIDAD NACIONAL

 La participación de la sociedad peruana en la solución de


los conflictos internos y externos, a través de la presentación
de la situación en forma oportuna para sumar el esfuerzo de la
sociedad civil. La población debe comprender que la
Seguridad y Defensa son bienes y servicios públicos comunes
destinados a resguardar la existencia de la Nación.

 La acción diplomática activa de carácter preventivo y de


permanente coordinación con el Consejo de Seguridad
Nacional. Las controversias o divergencias entre los Estados,
deben solucionarse en el marco de la fraternidad.

 Acción combinada para enfrentar amenazas y riesgos que


comprometen al Perú y a uno o más Estados vecinos.

 La estrategia de seguridad del Perú es defensiva-


disuasiva. La acción militar a través de las Fuerzas Armadas,
es el último recurso que empleará el Estado Peruano para
actuar exclusivamente en su defensa.

IV. LA POLÍTICA DE SEGURIDAD NACIONAL EN EL ACUERDA


NACIONAL4

El esfuerzo por interpretar los intereses y aspiraciones de la Nación


ha sido materializado en el Acuerdo Nacional del año 2002, el cual
plasma los siguientes objetivos:
4
ESTADO PERUANO. Libro Blanco para la Defensa Nacional. Capítulo III, Política de Estado para la
Seguridad y la Defensa Nacional.

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 Democracia y estado de derecho, es vital para el imperio


de la justicia para lograr la paz.

 Equidad y Justicia social, para garantizar la superación a


la pobreza y desarrollo integral debe ser la base de la acción
del Estado.

 Competitividad del país, para garantizar el desarrollo


personal, el Estado debe garantizar una apertura viable al
mercado.
 Estado eficiente, transparente y descentralizado.

A partir de estos objetivos se diseñaron 31 políticas de Estado,


la novena corresponde a la de Seguridad Nacional y establece:

“Nos comprometemos a mantener una política de seguridad nacional


que garantice la independencia, soberanía, integridad territorial y la
salvaguarda de los intereses nacionales. Consideramos que esta es
una tarea que involucra a la sociedad en su conjunto, a los
organismos de conducción del Estado, en especial a las Fuerzas
Armadas, en el marco de la Constitución y las leyes. En tal sentido,
nos comprometemos a prevenir y afrontar cualquier amenaza externa
o interna que ponga en peligro la paz social, la seguridad integral y el
bienestar general”.5

Otras políticas que tienen relación con la Seguridad Nacional, son:

 Primera: Fortalecimiento del régimen democrático y del


Estado de derecho.
 Tercera: Afirmación de la identidad nacional.
 Sexta: Política exterior para la paz, la democracia, el
desarrollo y la integración.

5
ACUERDO NACIONAL. Novena Política De Estado Del Acuerdo Nacional

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 Sétima: Erradicación de la violencia, y fortalecimiento del


civismos y de la seguridad ciudadana.
 Vigésima quinta: Cautelar la institucionalidad de las
fuerzas armadas y su servicio a la democracia.
 Vigésima sétima: Erradicación de la producción, el
tráfico y el consumo ilegal de drogas.
 Vigésima octava: Plena vigencia de la constitución y de
los derechos humanos. Accesos a la justicia, e independencia
judicial.
 Trigésima: Eliminación del terrorismo y afirmación de la
reconciliación nacional.

4.1. OBJETIVOS

La permanencia y continuidad de la Nación, del Estado en el que


se organiza y del territorio en el que se asienta, en un marco de
paz y seguridad, tiene como base dos políticas:

 Preservar la independencia, soberanía, integridad del


territorio y los intereses nacionales.

 Maximizar el poder nacional y proyectarlo, para mantener


al país libre de amenazas o en condiciones de enfrentarlas
exitosamente.

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DEFENSA NACIONAL

I. DEFINICION

La Defensa Nacional es el conjunto de medidas, previsiones y


acciones que el Estado genera, adopta y ejecuta en forma integral
y permanente. Toda persona natural o jurídica está obligada a
participar en la Defensa Nacional. El estado garantiza la Seguridad
de la Nación mediante el Sistema de Seguridad y Defensa Nacional
que es responsable de la Defensa Nacional.6

6
ESTADO PERUANO. Loc. Cit.

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LA SEGURIDAD Y LA DEFENSA
NACIONAL EN LA
CONSTITUCIÓN POLITICA DEL
PERU DE 1979 Y 1993

A lo largo de los años, el Derecho como la Economía han venido


realizando importantes aportes para la solución de los problemas de
seguridad que todo país tiene, buscando de esta forma reducir
tensiones y fricciones, causadas por las inequidades y abusos de
dominio que tiene todo poder. Igualmente, la Sociología se preocupa
por el diagnóstico, causas y funciones de los conflictos desde ángulos
multidisciplinarios. Sin embargo, el proceso de toma de decisión al
más alto nivel, sigue siendo el eje de toda la cuestión respecto a los
problemas de seguridad de un país.

Lo mencionado es Política, en especial Política de Estado. La


Política tiene el privilegio y la gran responsabilidad de ser integradora
de todas las disciplinas que se preocupan por la seguridad de un país.
La Política debe armonizar los fines del Estado con los medios que
dispone para alcanzarlos, relacionando poder y potencial en una
continuidad gubernamental que aspire al logro del Bien Común. En
pocas palabras, que la mayoría de los habitantes de un país, perciban
que están mejorando su calidad de vida (en todo orden de cosas) y
con sensación de seguridad (libre de riesgos y amenazas, o
protegidos contra ellas).

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Sin embargo, para que se establezcan Políticas de Estado


coherentes y con cierta permanencia en el tiempo, es necesario crear
e institucionalizar sistemas. Es decir, darles formas objetivas, con
bases legales, administrativas y económicas, entre otros
fundamentos. La idea de sistemas, implica procesos continuos y
dinámicos propios, pero a la vez interrelacionados entre sí. En el caso
de un Estado, hablamos de los sistemas estatales. Así, hay sistemas
educativo, de salud, económico, judicial, etc.

I. CONSTITUCIÓN DEL PERÚ DE 1979

Los antecedentes del Sistema de Seguridad Nacional están en el


Decreto Ley N° 22653: Ley del Sistema de Defensa Nacional,
(27/08/1979), que crea por primera vez este sistema, concordante
con la Constitución de 1979 (Arts. 269, 270, 271, 272, 273 y 280).
El cual establecía normas y orientaciones básicas para el
funcionamiento del sistema, tales como: obligación que tienen
todos los peruanos de participar, activa y permanentemente en la
Defensa Nacional; obligatoriedad de la educación para la Defensa
Nacional, en todos los niveles y modalidades del sistema
educativo, orientado a afirmar la conciencia nacional; y la
movilización como proceso inherente de la Defensa Nacional.

Además se creó el Consejo de Defensa Nacional (CDN), como el


más alto organismo de decisión del sistema, presidido por el
Presidente de la República; la Secretaría de Defensa Nacional,
como el organismo de asesoramiento, planeamiento y
coordinación del CDN; los Comités Interministeriales, como
organismos responsables del planeamiento, coordinación y
evaluación de las acciones de Defensa Nacional en los campos
político, sicosocial y económico; además integrarían el sistema: el
Servicio de Inteligencia Nacional, (SIN), el Comando Conjunto de

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las Fuerzas Armadas y los Ministerios (sectores) y Organismos


Públicos.

Asimismo, el 8 de Noviembre de 1991, por Decreto Legislativo


N°743 “Ley Del Sistema de Defensa Nacional”, se dejó sin efecto el
Decreto Ley 22653, el Decreto Legislativo 435 y el Titulo III del
Decreto Legislativo 434. Entre los cambios más importantes
estuvieron, la creación de un Comando Unificado de Pacificación y
la desactivación de los Comités Interministeriales, del Comando
Conjunto de las FFAA y del SIN como partes del sistema. En su
reemplazo se establece, además del Comando Unificado, el
Sistema de Inteligencia Nacional (SINA) que lo presidiría el Jefe del
SIN. Esta Ley que si bien sirvió para un propósito fundamental,
acabar con la subversión y el terrorismo, fue sin embargo
empleada también para justificar muchos excesos y abusos de
poder y control de las vidas de los ciudadanos comunes.

II. CONSTITUCIÓN DEL PERÚ DE 1993

La Constitución de 1993 en el Cap. XII “De la Seguridad y de la


Defensa Nacional”, con los Arts. 163° y 164° ratificaba la vigencia
y existencia constitucional de un Sistema de Defensa Nacional,
instituido en Constitución de 1979. Sin embargo en el Proyecto de
Reforma Constitucional del 2002, se ignora por completo toda
alusión a algún Sistema de Seguridad Nacional o de Defensa
Nacional. El D/Legislativo 743 (2005) quedó casi sin efecto
(Excepto los Arts. 25-27 y 29-45) con la promulgación de la Ley
28478 “Ley del Sistema de Seguridad y Defensa Nacional”
(27/03/2005).

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Esta nueva Ley del Sistema de Seguridad y Defensa Nacional,


ha introducido un elemento, que también se repite en el Libro
Blanco de la Defensa del 2005, y es la unión de los términos
Seguridad y Defensa, como si fueran un solo sistema (Art. 3°).
Igualmente, crea el Consejo de Seguridad Nacional (en reemplazo
del Consejo de Defensa Nacional) y dispone que el Director
General de Política y Estrategia del Ministerio de Defensa sea el
Secretario de ese Consejo de Seguridad Nacional (Art. 12°).

La Constitución vigente sólo dispone la existencia del Sistema


de Defensa Nacional, pero al darse la Ley que crea un Sistema de
Seguridad y Defensa Nacional, se estaría cambiando el sentido de
lo instituido, aunque también es cierto que el título del Capítulo
Constitucional podría ser el amparo que requeriría. En todo caso, el
desarrollo doctrinario de los conceptos de Seguridad Nacional y
Defensa Nacional; en las Constituciones de 1979 y 1993, en la Ley
del Sistema de Defensa Nacional (incluida la del 2005), en el Libro
Blanco de la Defensa y las escasas Directivas actualizadas para el
funcionamiento del Sistema; no nos permiten concluir que este
ordenamiento será suficiente para desarrollar un sistema
apropiado a nuestra realidad. Esperemos que en los Planes de
Gobierno de los candidatos presidenciales se incluyan aspectos
más explícitos sobre estos sistemas.

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COMENTARIOS SOBRE
ARTÍCULOS RELACIONADOS A
LA DEFENSA Y SEGURIDAD
NACIONAL
Artículo 163.- El Estado garantiza la seguridad de la Nación
mediante el Sistema de Defensa Nacional.
La Defensa Nacional es integral y permanente. Se desarrolla en los
ámbitos interno y externo. Toda persona natural o jurídica, está
obligada a participar en la Defensa Nacional, de conformidad con la
ley.
El concepto de Defensa Nacional que emplea esta Constitución surge
de los años cincuenta cuando se crea el Centro de Altos Estudios
Militares (CAEM)732. La doctrina militar sobre Defensa Nacional
desarrollada en el Perú con el CAEM, considera que el fin supremo del
Estado es el Bien Común, al cual deben añadirse dos finalidades
complementarias e interdependientes entre sí: la seguridad integral y
el bienestar.
El bienestar pertenece al ámbito de la política y de la economía,
mientras que la seguridad integral es definida como aquella situación
en la que el Estado garantiza su existencia y la integridad de su
patrimonio, así como su facultad de actuar con plena autonomía en el
campo interno y libre de toda subordinación en el campo externo.
El objetivo de la Defensa Nacional es la Seguridad Nacional que, como
anota Edgardo MERCADO JARRIN, « va más allá de los límites de los
que se conoce corrientemente como Defensa Nacional porque no sólo
aplica acciones militares, sino que se sustenta y expresa en medidas
políticas, económicas y psicosociales».
Con respecto a esto último se puede notar el descuido por parte del
gobierno en las fronteras, en donde medidas psicosociales parecen
olvidadas y conllevan a que un poblador peruano dude de su
identidad nacional al notar sus condiciones de precariedad, al ver que
vive en un país donde las oportunidades son escasas y que metros
más allá, cruzando la frontera se vive la modernidad, como lo que
sucede actualmente en la frontera Perú – Ecuador, en donde la
diferencia de las condiciones de vida entre las ciudades de Suyo y
Macara son notorias.
La Defensa Nacional es en esencia una política que conduce a la
seguridad integral. Es una concepción predominantemente militar,
aunque con contenidos políticos económicos y sociales que involucran
a toda la sociedad civil. Por otro lado, la seguridad, tal como ha sido
definida en el ámbito castrense, tiene un alto componente de
previsión del conflicto armado. No podía ser de otro modo, desde que

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la guerra y su prevención a través del poderío propio, es el objetivo


de todas las Fuerzas Armadas del mundo moderno. En el pasado el
objetivo pudo ser distinto, porque no se perseguía la paz mundial
como una política sostenida y deseable y, probablemente, también
porque la guerra no podía causar tanto daño como el que causa en la
actualidad.
La guerra integral es un fenómeno que aparece en la Segunda Guerra
Mundial. Hasta la Primera Guerra, la lucha era fundamentalmente
llevada a cabo entre dos ejércitos a lo largo de una línea de
confrontación que podía ser trazada en un mapa de la superficie
terrestre. Ya la Segunda Guerra Mundial demostró que no bastaban
ejércitos valerosos, numerosos y con un armamento razonable. La
solidez económica de un Estado; sus recursos de capital para producir
material bélico a gran escala reconvirtiendo buena parte de su
industria para la guerra, la capacitación de su pueblo y el desarrollo
tecnológico, fueron factores esenciales para luchar -y ganar-la última
gran guerra. En este contexto, las Fuerzas Armadas no son sino la
punta del iceberg para el caso de conflicto. Además, el desarrollo de
los armamentos modernos hace que prácticamente ningún país del
mundo, salvo tal vez los Estados Unidos de Norteamérica, cuenten en
todo momento, y por sí mismos, con todos los recursos bélicos
necesarios para afrontar una guerra de mediana extensión. Si un
pueblo debe luchar y no tiene una infraestructura productiva y
económica sólida, no tendrá la posibilidad de continuar la guerra por
mucho tiempo.
Por ello la Defensa Nacional tiene que ser también integral y
permanente: compromete y moviliza a todas las personas, todos los
bienes, todas las actividades y toda la capacitación y tecnología
disponibles en un pueblo a lo largo del tiempo: nunca se ha
garantizado plenamente la seguridad como para dejar de ejercitar
una política de Defensa.
La Defensa Nacional se organiza tanto en el ámbito externo como en
el interno, previendo amenazas en cualquiera de ellos. Sin embargo,
muchas veces el Gobierno ha descuidado la protección de lo que se
denomina “recursos estratégicos”, permitiendo así que intereses
extranjeros se apropien de estos, por lo cual ante un posible quiebre
de la seguridad nacional, no han de solidarizarse con el sistema de
defensa nacional, ya que no representan sus intereses y no se sienten
identificados con un fin común, dejando al país vulnerable ante un
posible conflicto.
Por otra parte se ve un descuido en el resguardo de zonas
estratégicas de comunicación y de comercio del Perú con el mundo,
dejando a nuestro país convertido en un país de enclaves
exportadores que saquen los recursos nacionales. Como el caso del
concesión del Puerto de Paita.
Ahora, retrocedamos algunos años en la historia, y recordemos las
amenazas que el Perú ha sufrido de los últimos años ha sufrido las
amenazas a su seguridad de ambos espacios: en el externo ha tenido

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provocados por el Ecuador y, en el interno, un agudo conflicto armado


iniciado por grupos subversivos. Este problema empezó a ceder
recién en 1992, luego de doce años de lucha.
Para garantizar que esta política se diseñe, apruebe y ejecute, existe
en el Perú como en buena parte de los demás países, un Sistema de
Defensa
Nacional que es un conjunto de órganos, procedimientos, normas y
políticas destinadas a lograr que todas las personas y recursos del
país puedan estar disponibles para garantizar la seguridad, en las
distintas fases de amenaza que puede sufrir: desde las más pacíficas
hasta la guerra de largo aliento. Es importante precisar la idea que
deriva del concepto: la Defensa Nacional es un sistema integral que
requerirá una política de Estado que involucre a todos. No se reduce
por tanto a una técnica, aunque tiene aspectos de ella.
No es la función exclusiva de un cuerpo especializado, aunque las
instituciones armadas tienen un rol importante en su implementación.

Artículo 164.- La dirección, la preparación y el ejercicio de la


Defensa Nacional se realizan a través de un sistema cuya
organización y cuyas funciones determina la ley. El Presidente
de la República dirige el Sistema de Defensa Nacional.
La ley determina los alcances y procedimientos de la movilización
para los efectos de la defensa nacional.
La Defensa Nacional es esencialmente una política del Estado. Pero,
además, tiene que ver con todos sus recursos humanos y materiales.
Requiere de leyes que le den un marco institucional y de
procedimientos, y
- Preparar la Defensa Nacional, es decir, tomar las decisiones que
conduzcan a que el país esté debidamente organizado, en posesión
de los instrumentos y técnicas requeridos, así como apercibido de
sus deberes y derechos, y de las acciones que se prevé tendrá que
tomar, en las diversas fases y circunstancias que enfrente la
Defensa para lograr la seguridad. En realidad, como la Defensa
Nacional es un proceso permanente, su preparación también lo es.
Sin embargo podemos notar que

- Ejercitar la Defensa Nacional, es decir, ejecutar las decisiones que


se tomen según se ha visto en los párrafos anteriores.
La movilización a la que alude el segundo párrafo del arto 164 es una
situación declarada como tal por el poder político, en la cual todos los
recursos humanos y materiales pueden ser dispuestos para la
Defensa Nacional. En el ámbito humano, por ejemplo, se puede hacer
una leva que permita al Estado contar con los servicios de los
ciudadanos, y en el ámbito de los recursos materiales, se pueden
hacer incautaciones que reconocidas por el Estado con una
compensación, servirán para destinar dichos bienes a la defensa; una
y otra cosa no son habituales, pero son situaciones que pueden darse

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en casos calificados en que la Defensa Nacional debe operar


extremando su eficiencia.
La movilización se hace de acuerdo con los mandatos de la Ley de
Movilización Nacional, porque al afectar la libertad y propiedad de las
personas, tienen que quedar claramente establecidos los márgenes
dentro de los cuales puede actuar la autoridad pública.
Coincidimos por ello con Marcial RUBIO, en que la movilización «es el
esfuerzo máximo de defensa nacional que hace un pueblo en
circunstancias de grave amenaza. Por ello, todos los recursos
necesarios se disponen para la defensa».
La ley determina los alcances y procedimientos de la movilización
para los efectos de la defensa nacional.
La Defensa Nacional es esencialmente una política del Estado.
Volvemos a reiterar esta tesis que nos parece central. Pero, además,
tiene que ver con todos sus recursos humanos y materiales. Por
consiguiente, es un tema de decisión política del más alto nivep36.
Requiere de leyes que le den un marco institucional y de
procedimientos, y

- Preparar la Defensa Nacional, es decir, tomar las decisiones que


conduzcan a que el país esté debidamente organizado, en posesión
de los instrumentos y técnicas requeridos, así como apercibido de sus
deberes y derechos, y de las acciones que se prevé tendrá que tomar,
en las diversas fases y circunstancias que enfrente la Defensa para
lograr la seguridad. En realidad, como la Defensa Nacional es un
proceso permanente, su preparación también lo es.

- Ejercitar la Defensa Nacional, es decir, ejecutar las decisiones que


se tomen según se ha visto en los párrafos anteriores.
La movilización a la que alude el segundo párrafo del arto 164 es una
situación declarada como tal por el poder político, en la cual todos los
recursos humanos y materiales pueden ser dispuestos para la
Defensa Nacional. En el ámbito humano, por ejemplo, se puede hacer
una leva que permita al Estado contar con los servicios de los
ciudadanos, y en el ámbito de los recursos materiales, se pueden
hacer incautaciones que reconocidas por el Estado con una
compensación, servirán para destinar dichos bienes a la defensa; una
y otra cosa no son habituales, pero son situaciones que pueden darse
en casos calificados en que la Defensa Nacional debe operar
extremando su eficiencia.
La movilización se hace de acuerdo con los mandatos de la Ley de
Movilización Nacional, porque al afectar la libertad y propiedad de las
personas, tienen que quedar claramente establecidos los márgenes
dentro de los cuales puede actuar la autoridad pública.
Coincidimos por ello con Marcial RUBIO, quien escribe que la
movilización «es el esfuerzo máximo de defensa nacional que hace un
pueblo en circunstancias de grave amenaza. Por ello, todos los
recursos necesarios se disponen para la defensa».

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El mismo autor recuerda que, pese a la importancia de la movilización


para la defensa nacional, «es absurdo que no exista una ley de
movilización vigente en el país»739.

2. Las Fuerzas Armadas


Artículo 165.- Las Fuerzas Armadas están constituidas por el
Ejército, la Marina de Guerra y la Fuerza Aérea. Tienen como
finalidad primordial garantizar la independencia, la soberanía
y la integridad territorial de la República. Asumen el control
del orden interno de conformidad con el artículo 137 de la
Constitución.
Las Fuerzas Armadas del Perú tienen tres institutos: el Ejército, la
Marina de Guerra y la Fuerza Aérea. Todos ellos tienen autonomía
orgánica y funcional entre sí, lo que corresponde a sus
particularidades de organización y acción bélica. Sin embargo, están
sometidos a un sólo comando que es el Comando Conjunto de las
Fuerzas Armadas, órgano que planifica la parte militar de la Defensa
Nacional y que, llegado el -- caso, asume el mando militar de las
instituciones para caso de conflicto armado, tanto externo como
intern0740.

Cada institución de las Fuerzas Armadas tiene su propia Ley Orgánica


y también tiene la suya el Comando Conjunto de las Fuerzas
Armadas.

La finalidad principal de las Fuerzas Armadas es garantizar la


independencia, la soberanía y la integridad territorial de la
República741. Marcial RUBIO amplía este concepto: «La
independencia debe ser entendida como la protección contra todo
intento exterior de imponer su voluntad sobre el Pero. La soberanía
como la garantía de que las decisiones del Estado peruano rijan
internamente con supremacía y la integridad territorial de la
República es la intangibilidad del territorio, que no puede ser ocupado
por potencias extranjeras o liberado por fuerzas de ninguna
naturaleza»742.

Como puede verse, son todas finalidades volcadas a prevenir y


resolver los conflictos externos del país, esto es, las amenazas y
confrontaciones que existan con otros Estados o con otras
organizaciones del exterior que pudieran entrar en conflicto con el
Perú. Marcial RUBIO agrega con acierto que otra de las funciones
primordiales de las Fuerzas Armadas es su participación en el
desarrollo económico y social del país743.
Ello está expresamente descrito por el art. 171 del texto
constitucional, y la doctrina moderna sobre el tema asume este
postulado.

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El artículo que comentamos establece, además, que las Fuerzas


Armadas asumen el control del orden interno en estado de
emergencia, cuando el Presidente de la República así lo dispone; y lo
asumen plenamente en caso de decretarse el estado de sitio.
De hecho, durante los años de violencia terrorista, las Fuerzas
Armadas a través del Comando Conjunto y de sus Jefes Político-
Militares, ejercitaron el control del orden interno en todas las zonas
declaradas en emergencia (y lo siguen ejercitando al elaborar este
trabajo).

En la práctica, la frecuencia con que las Fuerzas Armadas han tomado


el control del orden interno, las ha convertido en una especie de
institución policial al interior del país. Consideramos que ello es un
error que afecta las finalidades principales que les asigna la
Constitución. El control del orden interno, salvo circunstancias
demasiado graves e inusuales, debe mantenerse en manos de las
autoridades políticas; debe ser la Policía la fuerza pública que auxilie
en las labores coercitivas y coactivas. Para ello, desde luego, la
Policía deberá estar adecuadamente organizada y contar con los
recursos humanos, materiales y económicos que le permitan cumplir
dicha función.

Cuando las Fuerzas Armadas toman el control del orden interno, se


empieza a vivir una situación en la que los objetivos militares
empiezan a tener mayor importancia ponderada que los no militares
en las decisiones de la autoridad política. No puede ser de otra
manera, puesto que las tareas militares no contemplan la
administración política de poblaciones civiles. Esta situación puede
tornarse negativa, particularmente cuando se pretende la existencia
de un Estado de Derecho con organización democrática y
participación del pueblo.
Las reglas que comprenden a la emergencia temporal tienen que ser
adecuadas a la realidad del país, y debe buscarse que sólo las
circunstancias verdaderamente excepcionales hagan que el
Presidente de la República,

3. La Policía Nacional

Artículo 166.- La Policía Nacional tiene por finalidad


fundamental garantizar, mantener y restablecer el orden
interno. Presta protección y ayuda a las personas y a la
comunidad. Garantiza el cumplimiento de las leyes y la
seguridad del patrimonio público y del privado. Previene,
investiga y combate la delincuencia. Vigila y controla las
fronteras.

La Policía Nacional es diseñada como un cuerpo unitario en la


Constitución de 1993, decisión ya anunciada en modificaciones de la

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Constitución anterior que unificaron los cuerpos policiales que


existían anteriormente. Se establece que su finalidad fundamental es
garantizar, mantener y restablecer el orden interno, concepto éste en
tomo al cual ha girado la definición de la Policía en el Perú durante los
últimos años.

No hay acuerdo sobre la definición precisa del orden interno y el


debate ha florecido en el Perú a medida que diversos especialistas se
han ocupado del tema. La Constitución emplea el concepto en el inc.
4 del art. 118, al señalar que es atribución del Presidente de la
República «velar por el orden interno y la seguridad exterior de la
República». La mención significa que dentro del Estado el orden
interno es una función del Poder Ejecutivo. La siguiente referencia
constitucional se da en el inc. 1 del art. 137: «En estado de
emergencia las Fuerzas Armadas asumen el control del orden interno
si así lo dispone el Presidente de la República». Por su parte, el arto
165 ratifica la situación singular y de excepción en que las Fuerzas
Armadas asumen el control del orden interno. Finalmente, es recién
en el arto 166 que el concepto es ampliado y precisado en sus
contenidos, al tiempo que se encarga a la Policía Nacional el
garantizarlo, mantenerlo y restablecerlo.

El orden interno puede ser definido como aquella situación interna de


paz y posibilidad de progreso para el conjunto y para los individuos,
en la cual se cumplen el orden jurídico y la organización democrática
con un espíritu de justicia y equidad. Pero esta idea general debe
precisarse, señalando que el orden interno se estructura como un
sistema de reglas destinadas a mantener el buen funcionamiento de
los servicios públicos, la seguridad y la normatividad ético-jurídica de
las relaciones entre particulares y entre éstos y el Estado. En el
sentido expuesto, el orden interno tiene que ver con el cabal
funcionamiento de la legalidad vigente. Esto interesa a todos, porque
su conservación expresa la paz social, mientras que su
resquebrajamiento puede afectar a la estructura del Estado y a toda
la Nación 744.

El orden interno es así un fenómeno de naturaleza político-social que


tiene relación directa desde luego con el Derecho, en la medida que
un margen más o menos amplio del orden de la sociedad está
regulado por normas jurídicas. Pero no se agota en él porque otro
margen del orden de la sociedad tiene que ver con consideraciones
no jurídicas: estados de ánimo colectivos, fenómenos económicos,
opiniones generalizadas, etc. La casuística nacional e internacional es
abundante en situaciones no jurídicas que afectaron el orden interno
de la sociedad745.

Hay que tener en cuenta que velar por el orden interno es una
función esencialmente política, encomendada al Poder Ejecutivo en el

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inc. 3 del art. 118. No se trata por consiguiente de un asunto de


naturaleza técnico-jurídica, pues en tal caso, correspondería tal
función al Ministerio Público que se encarga de defender la legalidad
y los intereses públicos tutelados por el Derecho, según el arto 159
de la Constitución.

Es en el contexto de la concepción político-social del orden interno,


que se toman una serie de medidas y que actúan diversos
organismos del Estado. Uno de ellos, de importancia privilegiada
porque se le encarga especialmente el orden interno, es la Policía
Nacional, conducida también por el Poder Ejecutivo y,
particularmente, por el Presidente de la República que es su Jefe
Supremo (art. 167 de la Constitución). La Policía Nacional encuentra
su ubicación dentro del Estado a órdenes del Poder Ejecutivo y más
específicamente del Presidente de la República, colaborando como
una institución fundamental al mantenimiento del orden interno. En
consecuencia, sus finalidades son:
- Garantizar el orden interno, es decir, constituirse en la institución
que da seguridad y se organiza para ello con una cobertura nacional.
Esto, como es obvio, con una calidad de servicios especializados y
una permanente interacción y relación de confianza con la sociedad.
Como puede verse, hay entremezclados aquí elementos
institucionales, funcionales y de conciencia social, todos muy
importantes para garantizar el orden interno.

- Mantener el orden interno, es decir, producir un servicio público que


otorgue la situación de tranquilidad necesaria. El orden interno, como
toda situación, es mutable y procede en ondas con picos y valles:
estará a veces reforzado y otras será más precario. La mantención
del orden interno supone una actividad constante que asegure un
promedio adecuado en su calidad.

- Restablecer el orden interno, es decir, neutralizar situaciones de


desorden para regresar a los cauces del orden interno. Aquí
intervienen, nuevamente, varios ingredientes de la actividad policial,
de los cuales las labores de inteligencia y coacción destacan por su
importancia en la situación concreta.

Como hemos sostenido anteriormente, la Policía Nacional es la


institución central del orden interno en el país. Pero hay otros
organismos que coadyuvan a tal fin, porque, en realidad, la función
de policía es una categoría conocida y de antigua data en el Estado,
para la cual trabajan muchos organismos y, aún, muchas
dependencias dentro de todos los organismos públicos.

La función de policía consiste en aquella actividad permanente del


Estado de supervigilar el buen orden, para garantizarlo y
restablecerlo donde sea necesario. Para ello existen organismos

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especializados. Pueden mencionarse, en adición a la Policía Nacional,


el Ministerio Público, la Defensoría del Pueblo, el Poder Judicial, la
Contraloría General de la República y, porqué no, también varios
organismos no gubernamentales (la Cruz Roja, por ejemplo). Al
mismo tiempo, dentro de cada organismo del Estado suele haber
algunos que hacen función de policía, como por ejemplo las
inspectorías en la parte presupuestal. Nada de esto quita, sin
embargo, que el rol protagónico y esencial para el orden interno
dentro de la vida cotidiana de la sociedad en su conjunto, lo tiene -y
debe tener-la Policía Nacional.

En adición al orden interno, el artículo que comentamos dice que la


Policía Nacional «presta protección y ayuda a las personas y a la
Comunidad. Garantiza el cumplimiento de las leyes y la seguridad del
patrimonio público y del privado. Previene, investiga y combate la
delincuencia. Vigila y controla las fronteras». Se trata en realidad de
desagregaciones sin mayor orden ni concierto del conjunto de
actividades que supone el garantizar, mantener y restablecer el orden
interno. Inclusive, es una enumeración incompleta porque, por
ejemplo, no toma en cuenta un aspecto esencial de la participación
de la Policía en el orden interno que es la función de patrullaje,
esencialmente coercitiva y por lo tanto no violenta, pero que es a
veces mucho más eficiente previniendo el desorden, que la
intervención violenta y coactiva para restablecerlo. Tampoco se
expresa adecuadamente el concepto aparecido en los últimos
tiempos y que, en nuestro criterio, tiene una importancia muy grande
para la vida social: el de seguridad ciudadana. La seguridad es y será
un factor cada vez más importante en la vida moderna. En todo caso,
pudo incluirse como finalidad fundamental de la Policía Nacional el
mantenimiento de la seguridad ciudadana.

Sobre esta segunda parte del artículo consideramos que debería


retrabajarse el tema, tanto desde el punto de vista técnico como
desde el político, y hacerse una reestructuración que exprese el
trascendental aporte que a la paz y al progreso -es decir, al orden
interno-, realiza la Policía Nacional.

Finalmente, cabe hacer mención a dos normas importantes referidas


a la Policía Nacional. La primera de ellas es el Decreto Legislativo N°
37Ldel4 de febrero de 1986, Ley de Bases de las Fuerzas Policiales,
cuyo arto lO, que establece las funciones básicas de lo que
antiguamente eran las Fuerzas Policial es y que hoy es la Policía
Nacional, se encuentra todavía vigente. La segunda norma es el
Decreto Legislativo W 744 del 8 de noviembre de 1991 que, como se
sabe, modificó la estructura orgánica prevista por el Decreto
Legislativo N° 371 Y la concordó con la nueva organización unitaria de
la Policía Nacional que posteriormente se implantó.

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4. Organización de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional

Artículo 167.- El Presidente de la República es el Jefe Supremo


de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional.

El rango de Jefe Supremo que tiene el Presidente de la República es


de naturaleza esencialmente política y corresponde al principio de
que el gobierno debe conducir a las Fuerzas Armadas y a la Policía
Nacional, como a toda otra institución del Estado ubicada en el Poder
Ejecutivo.

Si bien el Presidente de la República como Jefe de Gobierno dirige a


toda la administración pública, a través de los ministros y jefes de
organismos del Estado, en el caso de las instituciones castrenses y
policiales esta conducción global no basta, porque están
estructuradas jerárquicamente, bajo el principio de la disciplina y del
acatamiento de la orden superior. Para ellas no es suficiente la
conducción política global. Tiene que haber mando supremo para que
dichas decisiones sean acatadas. Por eso el Presidente de la
República no sólo las conduce sino que es su Jefe Supremo; en
consecuencia, en la línea de mando y bajo el principio de disciplina,
nadie desobedecerá las órdenes del Presidente dentro de las Fuerzas
Armadas y de la Policía Nacional.

Al propio tiempo, sin embargo, las instituciones castrenses y


policiales tienen una organización institucional, sus canales de mando
y de toma de decisiones. Una manera de entender la jefatura
suprema consiste en que el Presidente de la República no tiene
porqué respetar esa institucionalidad. Basta con que dé una orden en
cualquier nivel para que ella sea cumplida, lo sepa o no el superior de
quien debe cumplirla.

La otra es que por la naturaleza esencialmente política de la Jefatura


Suprema, ésta debe ser ejercitada con todo el poder que da el mando
supremo, pero autolimitándose en ciertos aspectos y ámbitos para no
generar desinstitucionalización. El Presidente de la República debe
tomar todas las decisiones que estime pertinentes y todas deberán
ser cumplidas disciplinadamente. pero deberá tener asimismo una
auto-restricción en el uso de tal poder. Sería inclusive deseable que
existiera normatividad dentro del Estado (por ejemplo del rango de la
ley y dentro del texto y espíritu que anuncia el artículo siguiente), que
estableciera los principios generales según los cuales se ejercita la
Jefatura Suprema.

Artículo 168.- Las leyes y los reglamentos respectivos


determinan la organización, las funciones, las especialidades,
la preparación y el empleo; y norman la disciplina de las
Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional.

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Las Fuerzas Armadas organizan sus reservas y disponen de ellas


según las necesidades de la Defensa Nacional, de acuerdo a ley.

Este artículo está dedicado a asuntos institucionales y funcionales de


las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional, que tienen una
desagregación técnica. Sin embargo, es muy importante destacar que
el principio constitucional consiste en que todas estas materias tienen
que estar contenidas en normas legislativas y aplicarse según ellas.
No quedan al arbitrio de los mandos castrenses y policiales, ni
siquiera al del Jefe Supremo. El sentido de legalidad que se da a la
vida de las Fuerzas Armadas y de la Policía es muy importante para
evitar abusos y arbitrariedades, sobre todo en instituciones en las que
la disciplina es asunto capital y consustancial. Inclusive las órdenes
que se dicten tendrán que ser dadas de acuerdo a las leyes y los
reglamentos bajo responsabilidad de quien las imparte.

Desde luego, formalizar las normas relativas a estas instituciones


también es importante desde el punto de vista del Estado de
Derecho, porque de esa manera todos, fuera y dentro de ellas, sabrán
con claridad cuales son sus funciones, atribuciones y límites. Por
detentar el poderío material de la sociedad, las sanciones al
incumplimiento de estas normas deben ser ejemplares.

El segundo párrafo del art. 168 se refiere a las reservas de las


Fuerzas Armadas.
La organización de las reservas implica a aquellas personas que se
hallan en la vida civil pero que, en circunstancias de movilización,
pueden ser llamadas a servir obligatoriamente en la institución
castrense en que les toque ingresar. La reserva también se organiza
de acuerdo a ley, porque supone la limitación de la libertad de la
persona en múltiples manifestaciones y no puede ser manejada al
arbitrio de quienes comandan.

Resulta correcta también la vinculación entre la organización y


disposición de las reservas y las necesidades de la Defensa Nacional,
porque es en virtud de ésta que existen aquéllas. La política de
Defensa Nacional que diseñen los organismos centrales del Sistema
respectivo deberá tener en cuenta las disposiciones relativas a este
tema.

Artículo 169.- Las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional no


son deliberantes. Están subordinadas al poder constitucional.

Se delibera para tomar acuerdos. La Constitución peruana utiliza el


concepto en su sentido político. Las Fuerzas Armadas y la Policía
Nacional son entidades en las que no se discute y no se vota. En ellas
prima el orden jerárquico, la subordinación y la disciplina.

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De esta precisión se desprende también que la prohibición de ser


deliberante incluye que las instituciones castrenses y policiales no
pueden tomar acuerdos que sean obligatorios para la sociedad o sus
partes. Ellas aplicarán sus decisiones al interior de sí mismas y, hacia
la sociedad, ejecutarán la política y los encargos que les dé el
gobierno.

En el Perú se ha entendido usualmente que el carácter no deliberante


de estas instituciones equivale a su total proscripción aún de la
opinión sobre asuntos de interés nacional. No obstante, debe
admitirse que, como instituciones de importancia trascendente para
el país, deben ejercer la posibilidad de opinar sobre ciertas materias
e, inclusive, de ilustrar las grandes decisiones nacionales.

Sin embargo, porque detentan el poderío material del país, no deben


tener iniciativa en ello, ni deben dirigirse directamente al pueblo o,
menos aún, tomar vías de hecho -inclusive manifestaciones públicas-
para expresar sus posiciones. Lo deben hacer en las circunstancias
que establezcan las leyes y de acuerdo a procedimientos
preestablecidos. Hay que tener presente que las personas con
responsabilidad funcionaria no se dirigen directamente al pueblo, sino
a los gobernantes y altos magistrados de la República, quienes sí
tienen vinculación con el pueblo. Sería peligroso que la opinión de las
Fuerzas Armadas o de la Policía Nacional, eventualmente contraria al
gobierno sobre un determinado asunto, pudiera ser libremente
ventilada en la discusión pública, convirtiéndolas necesariamente en
parte interesada de un conflicto político. Es preciso que en estos
asuntos se dé la participación a las instituciones, pero se garantice
que su opinión sea calificada, es decir técnica, y sea utilizada
responsablemente por todos los involucrados, bajo responsabilidades
concretas.

En este tema, conviene evitar el peligro opuesto: que no teniendo la


menor posibilidad de expresar su opinión, las instituciones castrenses
y policiales puedan generar en su interior sentimientos de rebeldía
que perjudiquen en el largo plazo la estabilidad del sistema
constitucional, no sólo a través de golpes de Estado, sino de multitud
de otros efectos y maneras de actuar.

El sometimiento al Poder Constitucional no es solamente al Poder


Ejecutivo y, menos aún, solamente al Jefe Supremo. Es al sistema
político tal como está diseñado en la Constitución. Esta distinción es
útil para apreciar, por ejemplo, la actitud de los mandos militares en
el golpe de Estado del 5 de abril de 1992. En aquella oportunidad, el
Comando Conjunto emitió un comunicado público de respaldo a las
medidas golpistas tomadas por el Presidente de la República como
Jefe Supremo.

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Fue una posición inconstitucional y equivocada, porque tanta


responsabilidad tenían los mandos de obedecer las órdenes de su Jefe
Supremo, como de acatar la prohibición de estorbar el
funcionamiento del Congreso, o de entrar en su recinto sin
autorización de su Presidente.

El 5 de abril de 1992 los mandos superiores de las Fuerzas Armadas,


pretextando obediencia al Jefe Supremo, actuaron
inconstitucionalmente al respaldar a un golpe militar. Esta conducta
fue incorrecta, porque actuar contra la Constitución quita autoridad al
mismo argumento de obediencia. El Jefe Supremo es tal
exclusivamente porque la Constitución lo manda. Si la Constitución se
desobedece en el sometimiento al poder constitucional de todos los
órganos del Estado, entonces ya no hay fundamento para sostener
que hay una orden suprema que debe ser cumplida y que se basa,
precisamente, en la autoridad constitucional que tiene uno de dichos
órganos.

Otro ejemplo que puede ilustrar el desconocimiento por parte de


algunos mandos militares del artículo constitucional que
comentamos, está relacionado con el sonado caso del empresario
peruano Baruch Ivcher. Como se sabe, el gobierno peruano, en una
decisión que hemos criticado y analizado en otras partes del presente
libro, retiró el título de nacionalidad peruana al mencionado
empresario, propietario del Canal 2 de Televisión. Pero debe
recordarse que todo este problema se inició con un comunicado
público suscrito por el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas,
impertinente desde todo punto de vista, en el cual se lanzaron
gruesas acusaciones en contra del mencionado ciudadano. ¿Podía el
Comando emitir este comunicado? Entendemos que no, pues el art.
169 se lo prohibía expresamente.

La Constitución, al prohibir que las Fuerzas Armadas ingresen al


debate público, persigue evitar, como lo hemos visto en párrafos
anteriores, que éstas se aparten de su rol tuitivo en defensa de la
independencia, soberanía e integridad del territorio nacional al que se
refiere el arto 165, Y de la subordinación que le deben al poder
constitucional. Un comunicado público cargado de adjetivos y de
contenidos evidentemente políticos, está ingresando precisamente en
donde la Constitución prohíbe ingresar: la deliberación, el debate y la
confrontación de posiciones.

Es por ello que los principios de no deliberancia y de sometimiento al


poder constitucional tienen su último fundamento en que las Fuerzas
Armadas y la Policía Nacional tienen en conjunto el más grande
poderío material de que se dispone en un Estado, pero no por ellas
mismas, sino por encargo del pueblo constituyente; son aparatos del
poder del Estado. Por consiguiente, el poder armado sólo debe

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utilizarse en la forma y con las características que les imponga el


gobierno que representa a la Nación.

El carácter de no deliberantes de las Fuerzas Armadas tiene


vinculación con varias otras normas de la Constitución, además de las
existentes en este capítulo que venimos comentando:

- El inciso 20 del artículo 2, que permite que los miembros de las


Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional sólo puedan ejercer el
derecho de petición individualmente. Se les prohíbe el uso colectivo
del mismo.

- El artículo 34, que prohíbe los derechos de elegir y de ser elegidos a


los miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional en
servicio activo.

- El artículo 42, que prohíbe los derechos de sindicalización y huelga a


los miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional.

- El artículo 91 inciso 4 que, prohíbe postular a los miembros de las


Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional y ser elegidos congresistas
si no han dejado tal situación seis meses antes de la elección.

- El artículo 98, que establece la prohibición de ingreso en el recinto


del Congreso sin autorización de su propio Presidente, a las Fuerzas
Armadas y la Policía Nacional.
- El inciso 14 del artículo 188 que establece la atribución del
Presidente de la República de ser él quien presida el Sistema de
Defensa Nacional y organice, distribuya y disponga el empleo de las
Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional.

- El artículo 124, que permite a los miembros de las Fuerzas Armadas


y de la Policía Nacional ser ministros de Estado.

- El artículo 186, que establece que las Fuerzas Armadas y la Policía


Nacional cumplirán obligatoriamente las disposiciones que dicte la
Oficina Nacional de Procesos Electorales para el mantenimiento del
orden y la protección de la libertad personal durante los comicios.

Artículo 170.- La ley asigna los fondos destinados a satisfacer


los requerimientos logísticos de las Fuerzas Armadas y la
Policía Nacional. Tales fondos deben ser dedicados
exclusivamente a fines institucionales bajo el control de la
autoridad señalada por la ley.

Las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional requieren recursos para


avituallarse de todo lo necesario y cumplir adecuadamente sus
funciones. El monto de esos recursos y la manera de disponerlos

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muchas veces tiene carácter secreto, precisamente por razones de


seguridad nacional: si los potenciales enemigos del Estado supieran a
ciencia cierta sobre estas materias, podrían prepararse mejor para
enfrentarlo con éxito.

Sin embargo, el peligro de todo fondo secreto es la corrupción.


Desgraciadamente, ella suele ser frecuente en varios países,
particularmente en relación a estos recursos.
Por ello, la Constitución establece dos normas de seguridad: '

- Los recursos destinados a los requerimientos logísticos deben ser


dedicados exclusivamente a fines institucionales, no a otras
finalidades, y

- Habrá una autoridad expresamente señalada en la ley que se


encargará de controlar la disposición de estos recursos. Como la
Constitución es expresa en esta norma especial, podría bien suceder
que se haga excepción a la regla establecida en el arto 82 y que no
sea la Contraloría General de la República sino otro órgano el que se
encargue de la supervisión. Desde luego, en el espíritu de la
Constitución está que sea un órgano independiente y responsable el
que garantice el uso adecuado de recursos tan celosamente
guardados.

Artículo 171.- Las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional


participan en el desarrollo económico y social del país, y en la
defensa civil de acuerdo a ley.

Las finalidades fundamentales de las Fuerzas Armadas se hallan


establecidas en el arto 165 y las de la Policía Nacional en el 166 de la
Constitución. Sin embargo, como instituciones organizadas y
eficientes en el cumplimiento de sus tareas, se les suele encargar
estas dos tareas adicionales de colaboración con la sociedad. Ellas
son:

- Participación en el desarrollo económico y social del país,


colaborando desde la construcción de infraestructura (los ingenieros
militares que construyen carreteras por ejemplo), hasta la
organización de la población y su capacitación en lugares alejados
(zonas de frontera o zona de selva, por ejemplo). Las Fuerzas
Armadas y la Policía Nacional, por sus propias funciones, tienen
personal en zonas sumamente alejadas del territorio donde no llegan
otras reparticiones del Estado.
Allí, su concurso suele ser indispensable para las tareas más
elementales que el Estado debe cumplir.

- Participan en la Defensa Civil, que es un sistema destinado a


prevenir y responder ante las emergencias civiles que se presentan

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en la sociedad, desde accidentes ocasionales, hasta grandes


catástrofes producidas por fenómenos naturales. Si bien el principio
básico de «Todos somos Defensa Civil», desarrollado por Defensa
Civil en el Perú es correcto, la disciplina y la cobertura nacional de las
instituciones castrenses y policiales son instrumentos valiosísimos
para dar impulso y complementar el esfuerzo que hagan las personas
y sus organizaciones en pro de esta actividad. Sin embargo, debe
precisarse que Defensa Civil no debe ser entendida como una
estructura castrense. Ello es así porque no forma parte de las Fuerzas
Armadas; representa básicamente una organización de carácter civil.

Debe recordarse que respecto a la Defensa Civil existe el Decreto


Legislativo N° 743 del 5 de noviembre de 1991, Ley de Defensa
Nacional, en la que se encuentran las funciones del Sistema de
Defensa Civil. El arto 46 dice al respecto: «Corresponde al Sistema de
Defensa Civil proteger a la población, previendo daños,
proporcionando ayuda oportuna y adecuada; y, asegurando su
rehabilitación en caso de desastre o calamidad de toda índole,
cualquiera sea su origen, de acuerdo con la política y planes de
Defensa Nacional. El Jefe del Sistema de Defensa Civil depende del
Presidente del Consejo de Ministros».

Sobre el particular, coincidimos con el análisis que hace Marcial


RUBIO, al referirse a la ubicación precisa del Sistema de Defensa Civil:
«Nosotros somos de la opinión que debe ser un ente estatal
independiente de los elementos castrenses, que desarrolle políticas
propias de la sociedad civil y que, desde luego, esté en estrecho
contacto con las demás instituciones del país, particularmente con las
Fuerzas Armadas y la Policía Nacional. Pero lo cierto es que la
Defensa Civil no es ni puede ser un apéndice de la Defensa Nacional.
Tiene un alcance inmensamente mayor y cumple funciones en
ámbitos y tiempos en los que la Defensa Nacional no tiene
directamente nada que hacer. La incorporación de la Defensa Civil en
la Defensa Nacional es un evidente sesgo castrense que no
corresponde a la realidad desde el punto de vista institucional del
Estado. Debería corregirse».

Artículo 172.- El número de efectivos de las Fuerzas Armadas


y de la Policía Nacional se fija anualmente por el Poder
Ejecutivo. Los recursos correspondientes son aprobados en la
Ley de Presupuesto.

Los ascensos se confieren de conformidad con la ley. El Presidente de


la República otorga los ascensos de los generales y almirantes de las
Fuerzas Armadas y de los generales de la Policía Nacional, según
propuesta del instituto correspondiente.

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El primer párrafo se refiere al número de efectivos de las instituciones


castrenses y policiales, cuya determinación es asunto no de carácter
técnico sino de política del Estado. Ello es así porque tal asignación
tiene relación directa tanto con la capacidad de operación -y
perspectivas de intervención- de estas instituciones en la vida
nacional, como con la forma en que las personas serán incorporadas
a ellas, bien por la vía laboral o la del servicio militar. Además, el
número de efectivos tiene una dimensión financiera que significa, a
su vez, decisión política sobre asignación de recursos.

Por ello, la Constitución establece dos normas complementarias sobre


este tema:

- El Poder Ejecutivo determina el número de efectivos, con lo que se


garantiza el control político de la decisión en manos del más alto
órgano de ejecución del Estado (y del Presidente de la República en
su carácter de Jefe Supremo), y

- La asignación de recursos presupuestales, lo que si bien otorga la


iniciativa al Ejecutivo, pone en el Legislativo también la
responsabilidad de la decisión, porque en principio, la Ley de
Presupuesto es dictaminada y aprobada por el Congreso, según
normas constitucionales.

Ambos aspectos dan suficientes elementos de juicio para que la


decisión política sea discutida y adoptada con seguridades y, al
mismo tiempo, con la discusión necesaria.
Las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional tienen un escalafón interno
que se organiza en base a grados y ni veles, según leyes específicas.
Se pasa de un grado a otro a través de los ascensos, que suponen un
procedimiento de selección de personal para elevar de rango a los
más capaces. La Constitución ha establecido que los ascensos de los
generales y almirantes de las Fuerzas Armadas y de la Policía sean
otorgados por el Presidente de la República a propuesta del instituto
correspondiente. Se ha cambiado, de esa manera, el sistema de la
Constitución anterior, que hacía intervenir al Senado en la ratificación
de los ascensos de los mandos superiores.
Esto quiere decir que la iniciativa en materia de ascensos proviene
del instituto respectivo, y que la decisión misma es ahora exclusiva
del Presidente de la República. En otras palabras, en principio el
sistema da la iniciativa al instituto y el veto al Presidente.
En la práctica no necesariamente sucede así, porque es el Presidente
el que puede ejercer sus atribuciones y mandos, incluido el de Jefe
Supremo de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional y presionar a las
instituciones para que le presenten los candidatos que él quiere
ascender. De esta manera, se da preponderancia al elemento político
sobre el institucional en la decisión final. Como es evidente, este

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procedimiento puede crear problemas internos graves que afecten la


organización misma y la disciplina.
El debate sobre quién decide los ascensos militares se presentó
desde la Constituyente de 1978. La Carta de 1979 se inclinó por
encargar al Senado de la República la ratificación de ascensos de los
más altos mandos de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional. La
Constitución de 1993 se ha ido al otro extremo, pues encarga esta
decisión en la persona del Presidente de la República. Creemos que
ambos extremos han tenido una fuerte carga política; sin embargo, el
régimen diseñado por la nueva Constitución es, definitivamente,
inconveniente para el profesionalismo de las instituciones militares.

En efecto, un caso que puede ejemplificar el manejo político que


realiza el Presidente de la República respecto de los ascensos está
personalizado en el General Nicolás Hermoza Ríos, Comandante
General del Ejército. Pasado a la situación de retiro en 1992, el
General Hermoza ha sido sucesivamente ratificado en el mando
superior del Ejército, relegando y desplazando en el cargo a muchos
generales que, con una limpia hoja de servicios, aspiraban
legítimamente a ocupar el cargo.

Como puede verse, el nuevo diseño constitucional no hace sino


acrecentar las atribuciones del Presidente de la República, afectando
la propia jerarquía de las Fuerzas Armadas y Policiales. En todo caso,
una opción más adecuada podría ser que los ascensos tomen un
carácter más institucionalista, pero dejando abierta la posibilidad de
un control regulado, que vigile la rigurosidad del proceso.

5. El Delito de Función

Artículo 173.- En caso de delito de función, los miembros de


las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional están sometidos
al fuero respectivo y al Código de Justicia Militar. Las
disposiciones de éste no son aplicables a los civiles, salvo en
el caso de los delitos de traición a la patria y de terrorismo
que la ley determina. La casación a que se refiere el artículo 141 sólo
es aplicable cuando se imponga la pena de muerte.
Quienes infringen las normas del Servicio Militar Obligatorio están
asimismo sometidos al Código de Justicia Militar.

Salvo cuando imponen la pena de muerte porque entonces puede


casar la Corte Suprema, en los demás procesos que llevan adelante,
los tribunales militares son un órgano jurisdiccional autónomo dentro
del Estado, pues tienen su propia estructura organizativa, sus propias
formas de proveer el personal que juzga, sus procedimientos y su
propio Código de tipos delictivos, que muchas veces trata de manera
diferente que el Código Penal la misma conducta del mismo individuo.
En las normas concretas, entonces, la unidad y exclusividad de la

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función jurisdiccional que el inciso 1 del artículo 139 reclama para el


Poder Judicial, no existe dentro de la Constitución, al menos en este
aspecto.

Los tribunales militares tienen competencia para lo siguiente:

- Juzgar los delitos de función de las Fuerzas Armadas y de la Policía


Nacional.

- Los delitos cometidos por civiles -y desde luego personal castrense y


de policía por traición a la patria.

- Los delitos cometidos por civiles y personal castrense y de policía


por terrorismo, según determine la ley.

- Las infracciones de civiles, personal castrense o policial, contra las


normas del Servicio Militar Obligatorio.

Por delitos de función debe entenderse aquellos que comete el


personal de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional en el
ejercicio de sus funciones y, normalmente, por incumplimiento o
exceso en las mismas. Una denominación más exacta sería la de
«delito militar». Así se evitaría caer en ambiguedades que permitan
sustraer de la justicia ordinaria a personal castrense que cometa
delitos comunes. En este sentido, una mejor opción constitucional
sería establecer que cuando la misma conducta pueda ser tipificada
en el Código Penal y en el de Justicia Militar, la norma aplicable será
la primera y el juicio se llevará ante el Poder Judicial. La norma
existente es distinta y se presta a presiones de todo tipo, pues
sostiene que cuando se forme una contienda de competencia entre
los tribunales militares y el Poder Judicial, resolverá la Corte Suprema
de Justicia.

La interpretación sobre lo que es delito de función debe ser restrictiva


y abarcar sólo aquellos casos que indiscutiblemente son asuntos
castrenses o policiales. De esta manera, se eliminaría el posible
beneficio que el personal castrense y policial pueda tener un
tratamiento más benigno en los tribunales militares que en los civiles,
por delitos por los que quien no es miembro de las Fuerzas Armadas o
de la Policía Nacional, normalmente sería sancionado con penas más
graves. Al propio tiempo, se crearía condiciones de moralización
mucho más efectivas.

Al respecto, César AZABACHE sostiene que «los llamados 'delitos


militares' o 'delitos de función' son, en realidad, casos de
incumplimiento de deberes castrenses, cuya especial sanción es
garantizada por el ordenamiento en aplicación del llamado 'principio
de auto tutela institucional'. Toda institución organizada

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jerárquicamente debe poder constreñir a sus subordinados a acatar


las disposiciones de sus superiores. Las instituciones armadas no son
una excepción a esta regla, así que la Constitución garantiza en su
favor, a través de la justicia militar, la existencia de un cuerpo de
normas que permiten castigar toda falta cometida en el ámbito de las
corporaciones armadas»

El análisis de la jurisdicción militar en relación al marco constitucional


vigente revela dos situaciones relacionadas entre sí. De un lado,
subsiste la tendencia histórica de las Fuerzas Armadas a considerarse
como un estatuto especial dentro del Estado que demanda autonomía
e independencia castrenses, aunque naturalmente la Constitución
diga y ordene lo contrario. Desde luego, esta tendencia se acentúa
cuando se producen rupturas del orden constitucional que directa o
indirectamente significan que los mandos superiores de las
instituciones castrenses adquieren poder político.

El fuero privativo militar tiene la finalidad de sancionar al personal


militar que comete actos que lesionan el servicio o la disciplina
militar, y en tal sentido su existencia se justifica plenamente. Pero
establecida la naturaleza y necesidad de esta justicia privativa, ella
tiene que ser también independiente y muy rigurosa en su campo de
acción.
Puede juzgar al personal militar en actividad o en situación de
disponibilidad y al personal civil sólo en los casos enumerados en el
artículo que comentamos. Se hace imperativo, por tanto, que se
precise el concepto mismo de delito de función para corregir
drásticamente la tendencia de aplicar el concepto a situaciones que
claramente caen en el campo de los delitos comunes. Estos,
cualquiera sea el agente, deben ser juzgados por los tribunales
ordinarios.

Sostienen al respecto Gerardo ETO, César LANDA y José PALOMINO


MANCHEGO, en un un bien cuidado libro-homenaje a Domingo
GARCIA BELAUNDE, que «el ámbito de la jurisdicción militar, en
estricto, no debe ser lo militar, sino lo castrense;
es decir, que se debe hacer una estricta referencia al cuartel,
campamento militar o a las relaciones de trabajo militares; de modo
que las vinculaciones extrañas a ellas no deben ser sometidas a la
justicia militar, salvo que comentan los delitos de traición a la patria y
de terrorismo, de conformidad con el arto 173 de la Constitución. En
tal sentido, las disposiciones legales con que se atribuyen asuntos o
materias a la jurisdicción castrense deben ser interpretadas
restrictivamente».

Por lo demás, debe subrayarse que la justicia militar sólo es


competente para conocer las materias establecidas en el Código de
Justicia Militar. La referida norma, expedida el 24 de julio de 1980,

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regula exclusivamente los delitos y faltas militares, aplicándoles las


sanciones previstas en el Código para cada tipo penal. El sujeto activo
de este Código es el personal que ostenta la condición de militar. Los
civiles sólo son considerados para el tipo de traición a la Patria en
caso de guerra exterior y por infracción en la aplicación de la Ley de
Servicio Militar.

Sin embargo, la nueva Constitución -como ya lo consignamos- ha


eliminado el requisito de que la guerra sea exterior y ha añadido los
casos de terrorismo que la ley determine. La ley también especifica
que la jurisdicción militar conoce los delitos comunes cometidos en
acto de servicio, cuando el agraviado e inculpado son militares,
aplicándoseles las normas del Código Penal común. Igualmente, en
casos de vacío, el Código autoriza a que los jueces y tribunales
militares se remitan a las disposiciones de los códigos comunes.

En el contexto señalado, el delito de función tendrá que ser


reformulado en su concepción básica, para que sea entendido
exclusivamente como delito militar; es decir, que se refiere a
inconductas graves atentatorias de los reglamentos, la disciplina y la
actividad castrense. Se evitaría así el abuso en el que se ha caído. Por
otro lado, la delimitación de lo que se entendería por delito militar
evitaría que las leyes a aplicar por los tribunales militares eliminen las
disposiciones que facilitan aplicar por remisión tipos penales
provenientes del Derecho común. La competencia de la justicia
ordinaria no debe ser recortada, ni la militar debe crecer más allá de
lo que es su ámbito normal.

El criterio adoptado, por lo menos en las circunstancias en las que el


problema ha tenido significación, ha sido el opuesto al que
defendemos.

Los casos de delitos de traición a la patria y de terrorismo fueron


añadidos a partir del golpe de Estado del 5 de abril de 1992, con gran
aceptación de la ciudadanía, que veía debilidad, temor y falta de
medios de sanción en el Poder Judicial frente a los agentes del
terrorismo. .

El fenómeno fue cierto, pero la respuesta pudo ser establecer


tribunales especializados, con procedimientos de seguridad, que al
propio tiempo dieran garantías al procesado de que sus derechos
elementales podían ser cumplidos. La decisión, empero, fue entregar
estos juzgamientos a tribunales militares con procedimientos que no
garantizaban adecuadamente la defensa y que tuvieron que ser
posteriormente modificados por el mismo gobierno que los dictó.

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Si se observa atentamente, la Constitución no manda que los delitos


de traición a la Patria y terrorismo sean procesados por los tribunales
militares siempre, sino sólo «(...) cuando la ley determine».

El último párrafo del artículo bajo análisis se refiere a las infracciones


al Servicio Militar Obligatorio. Estas han pertenecido siempre al
ámbito castrense como todos los aspectos técnicos Y administrativos
de dicho servicio. Es razonable que estos casos sean resueltos en
dichos tribunales.

6. Derechos de los Militares y Policías

Artículo 174.- Los grados y honores, las remuneraciones y las


pensiones inherentes a la jerarquía de oficiales de las Fuerzas
Armadas y de la Policía Nacional son equivalentes. La ley
establece las equivalencias correspondientes al personal
militar o policial de carrera que no tiene grado o jerarquía de
oficial.
En ambos casos, los derechos indicados sólo pueden retirarse
a sus titulares por sentencia judicial.

El primer párrafo establece la equivalencia de grados análogos entre


las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, de manera que queden
totalmente homologados a pesar de ser instituciones bastante
diferentes entre sí. Existe algún personal que no tiene grado o
jerarquía de oficial en las instituciones castrenses o policiales. Se
ordena establecer las equivalencias.

El segundo párrafo es una garantía totalmente razonable en virtud del


carácter vertical y del espíritu de disciplina de estas instituciones: los
derechos sólo pueden ser retirados por sentencia judicial. De lo
contrario, sería relativamente fácil que un jefe cometa arbitrariedades
con sus subordinados, privándolos por órdenes propias de estos
derechos. Eso, que siempre sería inmoral, es ahora además
inconstitucional por el mandato de este artículo.

Artículo 175.- Sólo las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional


pueden poseer y usar armas de guerra. Todas las que existen,
así como las que se fabriquen o se introduzcan en el país
pasan a ser propiedad del Estado sin proceso ni
indemnización.

Se exceptúa la fabricación de armas de guerra por la industria


privada en los casos que la ley señale.

La ley reglamenta la fabricación, el comercio, la posesión y el uso, por


los particulares, de armas distintas de las de guerra.

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El primer párrafo establece el monopolio del Estado en la posesión y


uso de armas de guerra. No reconoce propiedad sobre ellas y las que
ingresen al país le pertenecen sin proceso expropiatorio ni derecho
alguno a indemnización. Es que la prohibición inicial de este artículo,
unida a la peligrosidad de dichos instrumentos, hace que aquÍ exista
una excepción al principio indicado en el arto 70, que establece la
inviolabilidad de la propiedad.

La Constitución se pone en el caso, sin embargo, que la industria


privada pueda fabricar armas dentro del país, fenómeno que es usual
en los países desarrollados y también en muchos del Tercer Mundo.
Por ello dispone que la ley pueda establecer excepciones para que
dichos productores sean reconocidos como propietarios de las armas
que fabrican. Obviamente, y también sucede en todos los países del
mundo, estos productores no están sujetos a las reglas del libre
mercado, sino que trabajan fundamentalmente en contratos de largo
plazo con las instituciones castrenses y policiales, y sujetos al veto
gubernativo en caso de transferencia de material de guerra a
terceros.
Por otro lado, la ley podrá reglamentar la fabricación, el comercio, la
posesión y el uso por particulares, de armas que no sean de guerra.
Se está refiriendo la Constitución a armamento menor que puede ser
utilizado, esencialmente, con fines de defensa personal. Para tal
efecto, existen unas licencias especiales para portar armas que
suponen demostrar la necesidad de protección por tal medio y un
examen que demuestre que la persona tiene las condiciones
necesarias para utilizar razonablemente el arma.

Pese a lo anotado, se debe incorporar al análisis dos situaciones de


hecho que sirven para la evaluación del artículo bajo comentario.
Como se sabe, durante los cruentos años de la lucha contra la
subversión armada se produjo una actitud de autodefensa por parte
de la población, que adquirió armas para defenderse contra los
ataques terroristas. Se calcula que habían no menos de 500 armas
poseídas ilegalmente. Si la cifra es próxima, debe llamarse la
atención sobre el peligro que puede ocasionar una población armada,
teniendo en cuenta el incremento de los índices de violencia común
registrados en los últimos años. Se imponen pues, medidas rápidas
para reducir el riesgo de violencia civil generalizada que tal situación
puede originar.

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VOCABULARIO BASICO:
ORDEN INTERNO

Es una institución jurídico-política de


nivel
constitucional, que se manifiesta
como una

situación de equilibrio y de orden en todos los


campos de la vida nacional (social, económico, político, etc.), que
garantizan el funcionamiento y la estabilidad del Estado.
El Orden Interno conduce a la Seguridad Interna del Estado.
Ejemplos de situaciones que alteran el Orden
Interno: el caso de Ilave–Puno el año 2004 y
Andahuaylas en el año 2005, alteraron el Orden
Interno, interviniendo en su restablecimiento la
PNP y las FFAA. dentro del marco constitucional.

ORDEN PÚBLICO

Es la institución jurídico-social de nivel


constitucional que garantiza el
equilibrio y la paz

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social dentro del Estado. Esta caracterizado por


4 elementos: la tranquilidad, la seguridad, la
salubridad y la moralidad pública, que cuando
son aplicadas a nivel local o vecinal se denominan Seguridad
Ciudadana.
Ejemplos de situaciones que alteran el Orden
Público:
- Huelgas, paros, bloqueo de carreteras, etc.

SEGURIDAD CIUDADANA

Es una expresión del Orden Público


aplicada al
ámbito local, manteniendo los aspectos
derivados
de la Constitución Política y prevista en los
Planes
Nacionales.

Ejemplos de situaciones que alteran la Seguridad


Ciudadana:

- Robos, asaltos, pandillaje, prostitución, etc.

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CONCLUSIONES:

Notamos que en la Constitución de 1993 trae una sugerente


modificación en el capitulo analizado, ya que la Carta de 1979 empleó
para este capítulo el concepto de orden interno, mientras que la Constitución
vigente le hace referencia con el nombre de seguridad que es un concepto mas
genérico.
Y ante la pregunta de que si existia alguna diferencia entre seguridad y orden
interno, vimos que no se precisaban las diferencias entre las funciones
asignadas a las instituciones encargadas de asuntos tan vitales para el Estado
y la Nación.

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BIBLIOGRAFIA

Definiciones de términos usados en la lucha no violenta.


Extraído de:
http://www.hermanos.org/nonviolence/glosario3.html

GARCIA ITURBE, Néstor.


La seguridad Nacional de Estados Unidos de
América.
Extraído de:
http://www.cubasocialista.cu/Revistas/Revista46/07CubaSociali
sta46.pdf

ESTADO PERUANO
Libro Blanco para la Defensa Nacional. Capítulo III,
Política de Estado para la Seguridad y la Defensa Nacional

UNIVERSIDAD SERGIO ARBOLEDA.


Seguridad Nacional, Seguridad del Estado y
Seguridad Ciudadana.
Extraído de:
http://www.usergioarboleda.edu.co/civilizar/seguridad_ciudadan
a.htm

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