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DISCURSO DE APERTURA
DE LA COORDINADORA DE LA COMISIÓN DE
EDUCACIÓN DEL CERMI COMUNIDAD DE
MADRID
(Mª Dolores Enrique)
1º Seminario

LOS DERECHOS DE LOS ALUMNOS CON DISCAPACIDAD Y


CON NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES EN LA
COMUNIDAD DE MADRID
“El futuro de la educación a partir de la Convención de las Naciones
Unidas sobre los derechos de las personas con discapacidad”
(18-10-2010)

Buenos días a todos, quisiera en primer lugar darles la bienvenida a este


primer seminario que celebramos hoy. Quiero agradecer especialmente la
presencia de los responsables de las instituciones públicas en materia de
educación de la Comunidad de Madrid y de la Asamblea de Madrid que hoy
nos acompañan en este acto, especialmente a: Dña. Carmen Pérez Llorca,
directora general de educación infantil y primaria, D. Colomán Trabado,
Presidente de la Comisión Permanente sobre Políticas Integrales de
Discapacidad, (D.ª Fátima Peinado, portavoz del PSM en educación Diputadas
de la Asamblea de Madrid), y Dª Carmen Pérez Anchuela, directora general de
servicios sociales de la Comunidad de Madrid,

E igualmente quisiera agradecer su presencia a todas las personas,


profesionales y técnicos de las administraciones públicas y entidades del
sector, así como a representantes del mundo asociativo, que han venido hoy a
escucharnos y a compartir con nosotros este tiempo que vamos a dedicar a
debatir y reflexionar sobre las necesidades de los alumnos con necesidades
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educativas especiales por discapacidad en la Comunidad de Madrid y sobre


cómo debe ser su atención a partir de la incorporación en nuestro marco
normativo de la Convención de las Naciones Unidas sobre los derechos de las
personas con discapacidad, en la que se reconocen derechos, se establecen
principios y se obliga a los estados a garantizarlos y dales cumplimiento.

La Convención fue ratificada por España entrando en vigor en mayo de 2008.


En el mes de junio del mismo año, la Asamblea de Madrid manifestó el apoyo
expreso de la Comunidad de Madrid con una declaración institucional.

Esta Convención, no cabe duda que supone un punto de inflexión en la historia


del tratamiento de la discapacidad, la cual, a partir de ahora, deberá ser
examinada desde un enfoque de derechos humanos. La principal consecuencia
de este enfoque es considerar que las personas con discapacidad son titulares
de derechos al igual que el resto de personas y no únicamente objeto de
políticas sociales o asistenciales. Pero, además, implica entender que las
desventajas sociales que sufren deben eliminarse por constituir genuinos
ejemplos de discriminación y de vulneración de derechos humanos.

El artículo 24 de esta Convención establece que los Estados Parte reconocen


el derecho de las personas con discapacidad a la educación y que, con miras a
hacer efectivo este derecho, sin discriminación, y sobre la base de la igualdad
de oportunidades, asegurarán un sistema de educación inclusivo a todos los
niveles, así como la enseñanza a lo largo de la vida.

Para poder hablar verdaderamente de realización de este derecho conforme


con las exigencias de la Convención queda aún un largo camino por recorrer.

En el periodo que ha mediado entre la publicación del informe Warnock en


1981, a partir del cual empezó a hablarse de necesidades educativas
especiales haciendo énfasis no tanto en los límites sino en las potencialidades
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y en una concepción interactiva de las discapacidad, hasta la actualidad, se ha


producido a nivel internacional una autentica revolución en la concepción de la
diversidad y en los principios que se consideran deben regir su atención
educativa.

En España, no es sino a partir de 1970 cuando la ley general de educación


establece por primera vez que los niños con discapacidad reciban una atención
educativa dentro del sistema educativo, aunque en una vía diferente y paralela
a la ordinaria. En este modelo educativo la escuela establece categorías, y
aquellos alumnos que no se ajustan a sus parámetros, salen del sistema
general y son atendidos en centros especiales, o en aulas especiales dentro de
los centros ordinarios. La segregación de los alumnos con discapacidad es la
respuesta del sistema educativo, lo que con frecuencia estigmatiza a sus
usuarios.

La década de los ochenta marca el inicio de una orientación hacia prácticas


más integradoras. Se promulga la LISMI que establece tres principios básicos
en la atención a personas con discapacidad: la normalización de las
condiciones de vida de estas personas, la sectorización de los apoyos que han
de recibir y, por último, la integración en contextos ordinarios.

La LOGSE en 1990, siguiendo esta línea, propone ya un curriculum flexible


centrado no tanto en los déficit como en las capacidades del alumnado. Su
repercusión fue enorme en toda la ordenación del sistema educativo, de
manera especial en la atención al alumnado con dificultades.

Es a mediados de la década de los noventa cuando se comienza hablar de


inclusión en el ámbito educativo. La conferencia de la Unesco de 1994
celebrada en España concluye con la declaración de Salamanca, y el principio
de inclusión se propone como la nueva meta.
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Desde esta nueva perspectiva la escuela considera la diversidad como un


concepto interactivo: es diverso a todo el alumnado y todo el profesorado es
responsable de atender sus necesidades.

Este cambio de perspectiva se introduce paulatinamente en España al tiempo


que se asiste a un fenómeno sociológico con extraordinarias implicaciones en
el sistema educativo: la inmigración.

Con ello, el concepto de diversidad se amplía enormemente, ya no hace


referencia a unos colectivos concretos sino que se manifiesta en todo el
alumnado, sea cual sea su procedencia y sus características.

En este contexto, el principio de inclusión propugna la necesidad de introducir


cambios en el sistema educativo para recoger lo que cada persona puede
aportar al mismo.

El principio de inclusión se recoge por vez primera en la ley orgánica de calidad


de educación del 2002 (LOCE) y en la ley orgánica de educación de 2006
(LOE). La escuela inclusiva presupone:

La calidad de la educación para todo el alumnado,


independientemente de sus condiciones y circunstancias.

La equidad, que va a exigir que se garantice la igualdad de


oportunidades y la no discriminación y que se compensen las
desigualdades personales, culturales, económicas y sociales, con
especial atención a las que deriven de discapacidad.

La flexibilidad para adecuar la educación a la diversidad de aptitudes,


intereses, expectativas y necesidades del alumnado, así como a los
cambios que experimentan el alumnado y la sociedad.
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La concepción de la educación como un aprendizaje permanente,


que se desarrolla a lo largo de toda la vida.

Las modalidades de escolarización en las que se encuentran las Unidades o


los Centros de Educación Especial se situarían dentro del Sistema Educativo
Ordinario, no constituyendo, en ningún momento, un sistema educativo
paralelo, sino una pieza más del sistema educativo. El criterio de escolarización
de un alumno en ellos es el de conseguir el mayor aprovechamiento y que sus
necesidades y derechos no puedan ser atendidos adecuadamente en el marco
de las medidas de atención a la diversidad en los centros ordinarios.

Hoy se considera un objetivo primordial lograr una educación de calidad para la


totalidad de las personas con discapacidad, a lo largo de todo su ciclo vital,
para que puedan desarrollar todas sus potencialidades, sin discriminación y
gozando de las mismas oportunidades que el resto del alumnado, con recursos
suficientes que contrarresten las desventajas sociales que derivan de la
discapacidad.

En diversos foros se ha puesto de manifiesto la necesidad de reactivar el


marco educativo, sobre todo en la atención a los alumnos con necesidades
educativas especiales por discapacidad. Bien por falta de recursos o por su
asignación inadecuada, se detecta un importante estancamiento en su
desarrollo. En este proceso de reactivación las administraciones públicas
tienen que tomar las riendas y evitar que la educación de estos alumnos
dependa únicamente de la voluntad o del interés vocacional de individuos o
instituciones aisladas.
Un primer paso necesario y que tiene previsto incluir la Comunidad de Madrid
en su III Plan de Acción para personas con discapacidad, que presentará
próximamente, será la revisión y actualización de la normativa vigente en la
Comunidad de Madrid para adecuarla a la Convención.
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En esta tarea, el CERMI Comunidad de Madrid ha venido desempeñando un


papel de apoyo y liderazgo a través de una comisión específica, para identificar
claramente los principales problemas y proponer las soluciones más
apropiadas. Y seguirá desempeñando este liderazgo hasta donde sea
necesario para impulsar la inclusión educativa en nuestro sistema educativo.
Como se ha señalado (y ya termino) en el estudio realizado por la UAM, INICO
y CIDE, la unión entre todos, la colaboración leal y bien encauzada entre el
movimiento asociativo, los grupos de investigación consolidados y las
administraciones, puede ser una garantía importante para que puedan acortar
las distancias entre las buenas intenciones y la realidad escolar cotidiana.

Muchas gracias a todos y doy paso a D. Colomán Trabado, presidente de la


Comisión Permanente sobre Políticas Integrales de Discapacidad de la
Asamblea de Madrid.

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