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Efecto del pecado

Verdad Central: La caída del hombre es la razón de todo el sufrimiento humano.


Texto Áureo: Así que, como por la trasgresión de uno vino la condenación a todos
los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la
justificación de vida. (Romanos 5: 18)
Trasfondo Bíblico (Génesis 3:1 -4:26; Romanos 5:12,18)
Bosquejo
I. El pecado separa de Dios
A. Anatomía del pecado
B. Resultado del pecado
II. El pecado destruye las relaciones
A. Diseminación del pecado
B. Separación de Dios
III. Dios salva del pecado
A. Esperanza en la desesperación
B. Triunfo de Cristo
Objetivo
Reconocer que la caída del hombre es la razón de todo el sufrimiento humano, y
recibir por fe la misericordia y la gracia de Dios.
Introducción
Aunque algunas plantas parezcan inocuas, pueden ser venenosas. El tocar plantas
que parecen inocuas como la hiedra venenosa puede dar por resultado irritación de la
piel. Las personas y los animales pueden morir por ingestión de algunas plantas
venenosas.
En el medioevo, las plantas venenosas fueron armas que se emplearon para
destronar reyes o contaminar los suministros de agua para acelerar la derrota de un
enemigo.
Aunque el veneno en esas plantas puede ser invisible, no obstante tienen un
poderoso, y a veces mortífero, efecto para quienes las ingieren.
Esta lección analiza el origen del pecado, un veneno que entró sutilmente en la raza
humana por medio de Adán y Eva. El efecto de su pecado trascendió su época y afecto
a toda la humanidad.
Comentario Bíblico
I. El pecado separa de Dios (Génesis 3:1)
A. Anatomía del pecado
A menudo la gente trata de justificar su pecado culpando a su herencia genética o a
sus circunstancias. Pero el primer pecado lo cometieron en el paraíso las dos personas
creadas por Dios.
En el huerto. Adán y Eva vivían en un estado de inocencia y de ininterrumpida
comunión con Dios. No había pecado alguno. Pero Satanás tentó a esa primera pareja,
y ellos desobedecieron a Dios trayendo sobre todos sus descendientes la maldición del
pecado. Su trasgresión fue el modelo para todo pecado.
Pregunta: ¿Cómo sedujo Satanás a Eva para que desobedeciera a Dios?
Observe la sutil tentación de Satanás (Génesis 3:1). Al adoptar la forma de serpiente,
el diablo enmascaró su maldad sembrando la duda acerca de la orden de Dios y su
motivo.
Pregunta: ¿En qué se parece la respuesta de Eva a la orden de Dios en Génesis
2:16,17?
La respuesta de Eva parece mostrar que el plan de Satanás estaba dando resultado.
Eva añadió "ni le tocaréis" a la orden, algo que Dios no había dicho (véase Génesis
3:2,3).
Después que Satanás abrió la puerta de la duda, le resultó fácil mentir abiertamente.
Le dijo a Eva que no moriría como había dicho Dios (v. 4). Según Satanás, Dios estaba
privando a Adán y a Eva de algo bueno (v. 5). Las dos sencillas afirmaciones de
Satanás crearon en Eva un anhelo de tener algo más que el paraíso que Dios les había
dado a ella y a Adán.
Eva permitió que la tentación le hiciera olvidar que estaba desobedeciendo a Dios. No
vio el peligro en tomar del fruto. Ella sólo vio la satisfacción física, la belleza seductora
y la posible sabiduría. El deseo se volvió rápidamente acción, y Adán y Eva
transgredieron el mandato de Dios (v. 6).
El pecado sigue funcionando conforme a ese plan. Concebido en concupiscencia
(Santiago 1:14,15), a menudo el pecado comienza con pensamientos como los que
desviaron a Eva: la oferta de satisfacción y el deseo por tener algo más de lo que
tenemos. Pero oculto en esas seducciones está el pecado con todas sus ramificaciones.
El acto sencillo descrito en Génesis 3:6 tuvo un resultado trascendental. La vida no
seguiría siendo igual para Adán y Eva después de esa trasgresión.
Siempre el pecado nos desvía de la senda que Dios planeó para nosotros y nos lleva a
destinos con los que nunca contamos. Ofrece placer, pero sólo da dolor y muerte.
B. Resultado del pecado
Las circunstancias de Adán y Eva en el huerto cambiaron inmediatamente después
que desobedecieron a Dios. El huerto era un paraíso, y Adán y Eva habían vivido en
un perfecto estado de inocencia. Pero al participar del fruto produjeron lo que
implicaba el nombre del árbol: el conocimiento "del bien y del mal" (Génesis 2:9,17).
Pregunta: ¿Cómo afectó a Adán y a Eva el conocimiento del bien y del mal?
La mentira de Satanás se hizo patente inmediatamente después que Adán y Eva
comieron el fruto prohibido. Habían sido semejantes a Dios antes que hubieran pecado
porque habían sido creados a su imagen. Pero después de su pecado no eran
semejantes a Dios. Conocían el mal porque habían desobedecido el mandato de Dios.
Después de perder su inocencia, el recién hallado conocimiento de Adán y Eva les
mostró que estaban desnudos. Sintieron una profunda vergüenza y recogieron hojas
para cubrir su desnudez (v. 7). Aunque pudieron ocultarse mutuamente su desnudez,
no pudieron esconderse de Dios.
El huerto, que una vez fue un lugar delicioso para vivir, se convirtió en el escondite
de Adán y Eva para huir de su Creador, cuya presencia temían. No podía evitarse su
encuentro con Dios; y cuando ocurrió, el resultado del pecado apareció con toda
claridad.
Pregunta: ¿Por qué trata la gente de esconderse de Dios?
El comentario que sigue esboza tres razones:
Temor (v. 10). Adán y Eva no tuvieron miedo delante de Dios hasta que pecaron. Una
vez que pecamos, le tememos al Dios que antes amábamos. Los que pecan hacen
esfuerzos desesperados por ocultar sus maldades. La razón es sencilla: el pecado
condena. Hace que el pecador tema encontrarse con un Dios puro y santo.
Culpa (vv. 12.13). Adán y Eva intentaron echar la culpa de su pecado a otro: Adán
culpó a Eva, y Eva culpó a la serpiente.
Pregunta: ¿Por qué la gente trata de echarles la culpa, de su pecado a los demás?
Es difícil aceptar la responsabilidad por el pecado. Es mucho más fácil presentarnos
como victimas una fuerza exterior en vez de aceptar que somos pecadores. La gente
puede echarles la culpa del pecado a muchísimas cosas, como su educación o sus
circunstancias, pero no aceptar la culpa de sus propios pecados.
Muerte (vv. 22-24). Excluidos del árbol de la vida, Adán y Eva sufrirían algo que Dios
no se propuso originalmente: la muerte. A menudo en la Biblia la muerte significa
separación. De modo que el primer efecto fue muerte espiritual; el pecado apartó de
Dios a Adán y a Eva. Pero su pecado también, trajo muerte física al mundo.
Pregunta: ¿Por qué resulta en muerte, el pecado?
La muerte no es sencillamente el castigo por el pecado, sino la consecuencia lógica
del pecado. El apóstol Pablo afirmó que la muerte era "la paga del pecado" (Romanos
6:23). El pecado es un acto malvado que nos separa de un Dios santo y del dador de la
vida. La separación de la fuente de la vida sólo puede dar por resultado muerte.
A fin de impedir que Adán y Eva siguieran viviendo en su estado pecaminoso, Dios
los expulsó del huerto. Sabía que una vez que le hubieran desobedecido, había la
posibilidad de que comieran del árbol de la vida, y vivieran para siempre en un estado
pecaminoso. En su misericordia, Dios se aseguró de que eso no pudiera ocurrir.
II. El pecado destruye las relaciones (Génesis 4:1-8)
A. Diseminación del pecado
Pregunta: ¿De qué manera afecta el pecado nuestra vida?
El pecado en una esfera de nuestra vida puede afectar rápidamente otros aspectos de
nuestra vida, incluso nuestras relaciones con los demás. Los resultados del pecado de
Adán y Eva pronto alcanzaron a sus hijos.
Después que Adán y Eva fueron expulsados del huerto, tuvieron dos hijos, Caín y
Abel (Génesis 4:1,2). "Abel fue pastor de ovejas" y "Caín fue labrador de la tierra".
Un día Caín presentó algunos de sus productos como una ofrenda a Dios. La Biblia
no nos dice que llevara lo mejor. Tal vez estuviera simplemente procurando que Dios lo
recompensara y no adorándolo con sinceridad.
Abel, por otra parte, presentó lo mejor de su ganado, en verdadera adoración de Dios.
A Dios le agradó la ofrenda de Abel, pero "no miró con agrado" a Caín y a su ofrenda
(vv. 4,5).
Pregunta: ¿Por qué no aceptó Dios la ofrenda de Caín?
Es evidente que Caín no se presentó delante de Dios con fe. Además, la reacción de
Caín ante Dios muestra el pecado que había en su corazón. Si Caín hubiera deseado
agradar a Dios, se habría humillado delante de Dios y le hubiera preguntado qué tenía
que hacer para hallar misericordia. Pero el enojo consumió a Caín, que dirigió su
amargura contra Dios.
El origen de las dificultades cada vez mayores de Caín —el pecado— aparece en la
advertencia de Dios en los versículos 6 y 7. Dios estaba interesado en ayudar a Caín;
pero Caín rechazó la ayuda de Dios.
Se describe el pecado como un animal agazapado que espera la oportunidad de
devorar a su víctima. Al igual que su madre que escuchó a Satanás, Caín permitió que
entraran en su vida la ira y el resentimiento. Al igual que su padre que no pudo
rechazar el fruto a pesar de la prohibición de Dios, Caín no calmó su ira.
El pecado, que separó a Adán y a Eva el uno del otro y que los apartó de Dios, ahora
llevó a un final sangriento la relación entre Caín y Abel (v. 8). Caín se convirtió en el
primer homicida del mundo.
B. Separación de Dios
La historia de Caín y Abel no termina con el asesinato de Abel a manos de Caín. Más
bien continúa contando de la relación deteriorada entre Caín y Dios. El pecado de Caín
tuvo dos resultados.
En primer lugar, Caín volvió a pecar al mentirle a Dios respecto a su hermano
(Génesis 4:9). En segundo lugar, Caín incurrió en castigo por su acto malvado (w. 10-
12). Una vez más lo mismo que ocurrió en el huerto del Edén aparece en la vida de
Caín: el evitar las preguntas directas de Dios, el castigo por transgredir la orden de
Dios y, por último, la separación de Dios.
Hoy los hombres y las mujeres siguen el mismo patrón de conducta. EL pecado los
aleja cada vez más de Dios. Los culpables a menudo mienten y buscan formas de
ocultar su pecado. A la larga, a menos que se arrepientan, afrontan el castigo por el
pecado: la eterna separación de Dios.
Trágicamente, como en la época de Adán y Eva, Dios nunca tuvo el propósito de que
ocurriera esa separación. La lección enseñada por Adán, Eva y sus hijos nos habla hoy
con toda claridad: el pecado destruye las relaciones entre las personas y entre las
personas y Dios.
III. Dios salva del pecado (Génesis 3:14, 15, 21)
A. Esperanza en la desesperación
La caída del hombre y sus resultados serían un cuadro sombrío de no ser por la
intervención de Dios. En pleno fracaso del hombre, el amor y el perdón de Dios brillan
como un faro en la noche.
Dios les habló a todos los que participaron en la caída, comenzando con la serpiente.
Aunque Satanás había hecho que Adán y Eva pecaran, todavía tenía que responder
ante Dios. En Génesis 3:14, Dios pronunció una maldición contra la serpiente. Su
declaración a Satanás incluía tres puntos importantes:
Total humillación: La serpiente pasaría su vida "sobre su pecho" comiendo polvo (v.
14). Esto describe su humillación. Con su propia deshonra la serpiente pagaría por
tentar a Eva.
Hostilidad constante: Continuaría una lucha a lo largo de la historia entre los
descendientes de Eva y de la serpiente.
Derrota definitiva: El versículo 15 describe esa derrota de Satanás. La declaración
"Ésta [la simiente de la mujer] te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañal"
alude a esa derrota.
Pregunta: ¿Cuál fue la hostilidad entre los descendientes de Eva y los de la serpiente
en Génesis 3:15?
La declaración de Dios en el versículo 15 describe la lucha continua entre el bien y el
mal. Pero hay algo más que una lucha entre los descendientes de Eva y los de la
serpiente. El versículo 15 es una profecía respecto a la victoria definitiva que daría
Cristo. Jesucristo es la simiente de la mujer. Satanás heriría su calcañal, una victoria
efímera. Eso ocurrió en la cruz. Pero Cristo "heriría" la cabeza de Satanás, lo que alude
a la derrota definitiva de Satanás.
Después que Dios pronunció su juicio contra Adán, Eva y Satanás, Tomó pieles de
animales para cubrir la desnudez de Adán y Eva (v. 21). Ese acto de misericordia
anunciaba la venidera provisión de justicia mediante el sacrificio expiatorio de Cristo.
B. Triunfo de Cristo
La profecía de Génesis 3:15 halla su cumplimiento en Cristo y en la cruz. Pablo
describió gráficamente el efecto del pecado en Romanos 5:12. Como un veneno que
entra en el cuerpo mediante el sencillo acto de tragar, el pecado entró en la raza
humana mediante la trasgresión de Adán. Y como el veneno se disemina por todo el
cuerpo para matar, así el pecado impregnó la raza humana. El pecado y su resultado,
la muerte, afecta a toda la humanidad porque somos pecadores por naturaleza y por
decisión propia. El efecto del pecado es universal y funesto.
Pero el versículo 18 da esperanza. Así como el pecado y sus trágicas consecuencias
entraron en la raza humana por la trasgresión de un hombre, un Hombre dio la
solución para el pecado mediante "la justicia de uno". Esto se refiere a Cristo, cuyo
sacrificio pagó el precio de nuestro pecado.
El efecto del pecado es espantoso. El pecado destruye nuestra relación con Dios. Pero
el efecto del sacrificio de Cristo por nuestros pecados es aun más poderoso. Cuando
un pecador acepta a Cristo como Salvador y experimenta la misericordia y la gracia de
Dios, termina el efecto del pecado. En lugar de la muerte, el pecador experimenta la
vida en su sentido más pleno. Cristo ha destruido el poder del pecado.
El mundo da constante testimonio del efecto del pecado. Los titulares de los
periódicos que hablan de asesinato, robo y sufrimiento humano es un constante
recordatorio de que el pecado sigue dominando a la humanidad.
Su vida ha sido afectada por el pecado; usted no puede escapar a esa realidad. Sin
embargo, tal vez usted haya descubierto lo único que puede liberarlo a usted de la
esclavitud del pecado: la salvación por medio de Jesucristo. De ser así, puede
regocijarse porque Jesucristo ha aplastado la cabeza de Satanás y le ha dado
redención a usted.
Quizás usted todavía se encuentre en la garra mortífera del pecado. Su vida está
llena de dificultades y dolor, resultantes de su pecado porque nunca ha aceptado a
Cristo como su Salvador. No puede jamás por sus propios esfuerzos librarse del
pecado que lo esclaviza. Pero Jesucristo ha herido la cabeza de Satanás y ha dado la
victoria que usted necesita sobre el pecado. Sencillamente pídale a Jesucristo que le
perdone su pecado. Después permita que su poder transforme su vida.

Hno. Samuel Pérez.

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