Vous êtes sur la page 1sur 18

La palabra de Dios al encuentro de la palabra del hombre.

Lectio Inaugural de la Facultad de Teología del Uruguay: “Mons. Mariano Soler”.


Año académico, 2004.

Montevideo, 10 de marzo, 2004.


Pbro. Dr. Daniel Kerber 1

LA PALABRA DE DIOS AL ENCUENTRO DE LA PALABRA DEL HOMBRE.


INTRODUCCIÓN.

En 1874, celebrándose la festividad de la Anunciación, el metropolita de Moscú,


Filaret, pronunció un sermón en el que manifiesta una intuición muy profunda acerca de la
Palabra y dice así:
“En los días de la creación del mundo, cuando Dios pronunció su vivificante y
poderoso “Hágase”, la palabra del Creador introdujo criaturas en el mundo. Pero el
día , sin precedentes en la historia del mundo, en que María pronunció su breve y
obediente : “Hágase”, apenas me atrevo a decir lo que sucedió, porque la palabra de
la criatura introdujo al Creador en el mundo”. 2

La reflexión que sigue toma como punto de inspiración estas palabras del patriarca
de Moscú, y quiere trazar una línea de pensamiento partiendo de la Palabra creadora de
Dios, que sale al encuentro de la palabra del propio Hombre. En este sentido, se
considerarán particularmente los dos textos: de la creación, en el Génesis y en la
Anunciación en Lucas y se trazarán algunas líneas de relación entre ambos y luego se
proyectarán algunas perspectivas más hacia delante.

1. LA CREACIÓN.
1.1. La Palabra creadora de Dios en Génesis 1. “Hágase”

El primer capítulo del Génesis narra en un esquema bastante estructurado la


creación del mundo por parte de Dios. En esta creación, la palabra tiene un lugar
preponderante. Toda la obra de Dios comienza con su palabra:

1
Licenciado en Teología Bíblica, en la Pont. Universidad Gregoriana, (1993), Doctor en Teología, en
la Facultad de Teología del Uruguay, (2003), profesor de Sagrada Escritura en dicha facultad desde
1996.
2
Citado por JIM FOREST, Orar con los Iconos, Ed. Sal Terrae, Santander. 2002, p.84
La palabra de Dios al encuentro de la palabra del hombre. 2

“Y Dios dijo: “haya luz”, y hubo luz” (1,3).


Antes del “haya luz”, el narrador indica el sujeto: Dios, y la acción de ese sujeto: dijo:
~yhil{a/ rm,aYOw: .
Cada uno de los seis primeros días de la creación va a comenzar con la potente
palabra creadora: “Y dijo Dios” (v.3.6. 9.14.20.24). Pero no son sólo estas las
comparecencias del “y dijo Dios”, por otras cuatro veces va a agregar el mismo sintagma:
v.11.26, luego, con una pequeña variante aparece en el v.28 ~yhil{a/ ~h,l' rm,aYOw:, (y Dios
les dijo) y finalmente en el v. 29. De esta manera, el primer capítulo de Génesis narra la
creación del mundo a través de diez intervenciones de la palabra del Señor. Ya los
antiguos judíos habían percibido la dimensión simbólica de estas ‘diez palabras’, ‘deca-
logoi’, ‘’aseret hadebarim’ y en el ‘Pirqé Abot’ de la Mishná dice: “por diez palabras fue
creado el mundo”. “La naturaleza, el mundo están organizados por diez palabras, lo mismo
que toda la vida de la humanidad creyente está bajo la ley del Sinaí, ¡una ley en diez
3
palabras!”.
La voz potente que con cadencia rítmica de diez palabras hizo la creación, más
tarde, también con diez palabras va a establecer la Alianza entre Dios y su pueblo. A través
de esta analogía, se da a entender de manera simbólica que la alianza es una nueva
creación, re-crea, da un inicio nuevo, da forma a algo que antes no existía. Por otro lado, en
esta relación se puede interpretar retroactivamente también a la creación en categoría de
Alianza: si en el Sinaí Dios hizo alianza con su pueblo con diez palabras, con las primeras
diez palabras, Dios estableció la alianza primordial que es la propia creación.
El esquema en el que se encuadra el primer relato de la creación está marcado por
4
tres frases que se repiten en cada día:
“Y dijo Dios”, “y vio Dios”, “pasó una tarde pasó una mañana...”
1° día 2° día 3° día 4° día 5° día 6° día 7° día
Y dijo Dios v.3 v.6 v.9.11 v.14 v.20 v.24.26.(28).
29
Y vio Dios v.4 v.10b.12b v.18b v.21b v.26b.v.31
Pasó una v.5b v.8b v.13 v.19 v.23 v.31b
tarde...
La palabra poderosa de Dios inaugura toda su obra creadora, y abre cada día con un
nuevo resonar de su voz: “y dijo Dios”. Luego, el autor, siguiendo con una ulterior
antropomorfización de Dios, le hace ver cada una de sus obras y las considera buenas,
hermosas `bAj-yKi ~yhil{a/ ar>Y:w: ; “y vio Dios que era bueno-bello”; finalmente, cada uno

de los días cierra con su marca temporal: “Pasó una tarde, pasó una mañana, día...”.

3
Cfr. FRANCOIS CASTEL, Comienzos, Los once primeros capítulos del Génesis, Verbo Divino, Estella,
1987.p. 9.
4
Solamente falta la referencia a la segunda frase de la secuencia: “Y vio Dios...” en el segundo día.
Por otra parte, como se verá, el día séptimo escapa de la estructura del esquema.
La palabra de Dios al encuentro de la palabra del hombre. 3

“La totalidad está compuesta por la acción simultánea de dos principios numéricos:
el número diez, de las veces que Dios ‘dice’, y que se reparte en dos piezas de cinco; el
número siete de los días, con puestos clave para el primer día, la luz, para el cuarto o
central, día de sol y luna que miden el tiempo, para el séptimo, santificado por el descanso
de Dios.
Así resulta decisivo el principio temporal. El esquema es artificial, su significado es
sugestivo. Al dominar el tiempo, se supera el estatismo de otras concepciones; además el
tiempo es sucesión, historia; finalmente en el tiempo penetra la acción de Dios y establece
5
una sacralizad del reposo”.
Este ritmo diario marcado por las tres locuciones se enmarca a su vez en una
estructura que tiene su origen en la cosmogonía hebrea de la época. El orden de la
creación no es fortuito y la correspondencia entre cada día de la obra creadora parece
seguir un plan elaborado. La creación comienza por una sucesiva separación que tiene
lugar los primeros tres días. Este inicio de la creación por separación podría tener alguna
relación con la dimensión sacra de esta obra. El verbo utilizado para separar, badal, ldb
es el mismo verbo utilizado para la separación-consagración de los sacerdotes (Nm 16,21;
1Cro 23,13; Esd 8,24), como también para expresar la idea de elección, de fuerte carga
teológica en el AT. 6 En este caso de la creación por separación, si esta conlleva su
dimensión sacra, no se refiere exclusivamente al elemento separado. Toda la creación es
sagrada, porque todo es obra de las manos de Dios, y “todo estaba muy bien”, Gn 1,31.
“El [redactor sacerdotal] P hace comenzar la serie de actos creadores por la penetración
de la luz en el caos; lo que supone un depurado saber cosmológico. La luz es la primogénita
de las criaturas porque es el ‘más sublime de los elementos’, ‘la más fina de las potencias
elementales’. Sin luz no hay creación, sólo ella hace surgir los contornos de las criaturas,
7
difuminados por la tiniebla”. Esta Luz es separada de las tinieblas (1,4), siguen luego la
separación de las aguas superiores de las aguas inferiores por medio del ‘firmamento’,
siguiendo la cosmogonía de la época. El tercer día se da la última separación, las aguas
(inferiores) de la tierra. Luego, la creación sigue con el ‘ornato’; a los espacios creados por
la obra de separación, se los llena con los elementos propios de cada uno de estos
espacios.
Esquemáticamente se lo podría representar de la siguiente manera:

5
LUIS ALONSO SCHÖKEL, Pentateuco, I, Génesis, Éxodo, (Los libros sagrados), Cristiandad, Madrid,
1970, p.21-22
6
cfr. B. OTZEN, bdl, en J. BOTTERWECK, H. RINGGREN, Theological Dictionary of the Old Testament,
Vol.II, Eerdmans, Grand Rapids, rep.1988, p.1ss. “El verbo bdl es usado predominantemente en la
literatura Sacerdotal (P) y usualmente se refiere a cosas sagradas. Si un autor desea describir una
separación en un contexto puramente secular, normalmente usa el sinónimo paradh”. p.1.
7
G. VON RAD, El libro del Génesis, Sígueme, Salamanca, 1977, p.61
La palabra de Dios al encuentro de la palabra del hombre. 4

Día Separación Día Ornato


1 Luz (Día) 4 Sol
Tiniebla (Noche) Luna y estrellas
2 Firmamento (Cielo) 5 Aves
Aguas (de abajo) Peces
3 Tierra 6 Animales y hombre-mujer
Agua

Si bien el relato se desarrolla estructuralmente en siete días, lo creado en cada uno


de esos días no cumple un mismo rol ni ocupa un lugar similar. Toda la creación se ordena
8
a la humanidad y a su vida. La creación se va narrando gradualmente, y “en la cúspide de
esta serie gradual tenemos al hombre en absoluta inmediatez respecto a Dios. Por tanto, El
mundo por entero gira en torno al hombre y en él tiene su proximidad más pura para con
Dios. La consecuencia más elemental de esta afirmación es que por tanto el hombre no
9
puede buscar su inmediatez respecto a Dios en el mundo, en el ámbito de lo natural”.
A fin de recalcar su importancia mayor respecto a todas las obras acontecidas hasta
entonces, la creación del hombre va precedida por la mención de una decisión del propio
Dios: “Hagamos al hombre”. Dios participó pues en esta creación de modo mucho más
intimista e intensivo que en las anteriores. En el v.27 el empleo del verbo bará en este
divino acto creador sin parangón, alcanza la plenitud de su significado. Aparece tres veces
en este versículo a fin de que quede claro que aquí se ha llegado a la cúspide, a la meta
10
que se propuso toda la labor creadora de Dios desde el versículo 1.

De este modo vemos que toda la obra creadora de Dios tiende a la creación del
único ser al cual Él le dirige la palabra. Dios ya ha hablado, pero hasta el sexto día no hay
quien le oiga. Parece que el repetido, martillante “Y dijo Dios” estuviera pidiendo un oído
que pudiera distinguir la resonancia de la voz divina. Finalmente cuando ya lo ha preparado
todo, la palabra poderosa de Dios crea al hombre y la mujer, y esta palabra es dirigida en
11
segunda persona sólo a ellos (1,28-29). Aquí es donde cambia el “Y dijo Dios”; después
de tanto decir sin ser escuchado se espera la receptividad, y ésta llega: Dios ya no dice sino
que les dice (v.28 ~yhil{a/ ~h,l' rm,aYOw:). “Es la palabra de Dios que constituye al ser

8
NICOLÓ M. LOSS, Historia de los orígenes: Gn 1-11, en R. FABRIS (ED.), Problemas y perspectivas de
las ciencias bíblicas, Sígueme, Salamanca, 1983, p.180
9
G. VON RAD, El libro del Génesis, Sígueme, Salamanca, 1977, p.79.
10
G. VON RAD, El libro del Génesis, Sígueme, Salamanca, 1977, p.69.
11
Cfr. H. W. WOLF, Antropología del Antiguo Testamento, Sígueme, Salamanca, 1975, “Es
sintomático que al asignárseles a hombres y animales la alimentación respectiva, a aquellos se les
habla (v.29) mientras que a los animales se refiere en tercera persona (v.30)”. p.132.
La palabra de Dios al encuentro de la palabra del hombre. 5

humano creado a su imagen y semejanza como su delegado entre los seres vivientes del
cielo, de la tierra y del mar para cuidarlos. Al fin una vez más es la palabra eficaz de Dios
que en forma de bendición confirma este papel del ser humano al que es comunicado el
12
poder de dar la vida con el mandato de llenar la tierra”.

Quedan por hacer algunas consideraciones que surgen de la misma cadencia


estructural de los ¿seis o siete días de la creación? Tanto en el primer esquema de las tres
locuciones que marcan la cadencia estructural de la creación (“y dijo Dios”, “y vio Dios”,
“pasó una tarde...”), como en el segundo esquema de la obra por ‘separación’ y ‘ornato’, el
séptimo día queda de alguna manera fuera.
En el día séptimo falta la palabra de Dios, tampoco se hacer la referencia al ‘vio
13
Dios’ , y finalmente, concluye la labor de Dios y Dios descansa (2,2) pero del mismo día
séptimo no se presenta su conclusión, como había sido presentada de los seis precedentes.
No hay un “pasó una tarde, pasó una mañana, día séptimo”.
Estas ausencias del séptimo día permiten hacer algunas consideraciones, si no como
afirmaciones apodícticas, al menos como planteos o cuestionamientos.

• En primer lugar el séptimo día es distinto a los demás, sale del esquema propio de la
creación. Dios concluye su obra y reposa. “El relato se eleva por así decirlo a la
esfera de lo divino y atestigua que existe un reposo del Dios vivo. Pero esta
palabra, “reposo”, no tiene corte especulativo; habla de una actitud de Dios respecto
al mundo. En primer lugar atestigua negativamente –pero con bastante importancia-
que el mundo no se halla ya en vías de creación. Ni estaba ni está inacabado, sino
“ultimado” por Dios. Más aún, Dios ha “bendecido” este reposo, lo ha “santificado” –
santificar quiere decir que una cosa ha sido puesta aparte para que sirva a Dios-, y
ello supone que P no considera dicho reposo como algo intradivino sino como un
asunto que concierne al mundo, como un tercer término existente entre Dios y el
mundo. Trátase pues de la preparación de un elevado bien salvífico. Aún no sabe
claramente el hombre nada sobre él. ¡Cómo iba a serle familiar tal misterio! Pero
cuando llegue el día en que haya una comunidad y una tienda fundacional, entonces
14
serán obligados a guardar este reposo divino”.

12
R.FABRIS, “Lo ‘Spirito’ e la ‘Parola’”, en http://www.suffragio.it/suffragio/sanguesale/san3.htm
(consultada el 15/I/04).
13
De hecho, en el día sexto, cuando se hace esa referencia, cambia con respecto a los días
anteriores; ya no es la locución habitual “y vio Dios que era bueno”, sino que se le agregan dos
características que dan cierta dimensión de culminación. Ya no dice “y vio Dios” sino que agrega
“todo lo que había hecho”, y luego al juicio que hasta entonces había proferido agrega me’od,
traducido por ‘muy’, y que conlleva el matiz de excedentemente, abundante, grande...
14
G. VON RAD, El libro del Génesis, Sígueme, Salamanca, 1977, p.74.
La palabra de Dios al encuentro de la palabra del hombre. 6

• Después del ocho veces repetido “y dijo Dios”, las últimas dos veces cambian y ya
no es un ‘y dijo’ sin un interlocutor. La novena y décima vez que aparece la fórmula
(modificada en el v.28 por ‘les dijo’) el contenido está formulado en discurso directo
en segunda persona 15 y no en impersonal: “Hágase la luz” (v.3), “Haya un
firmamento” (v.6), etc. El séptimo día Dios calla, ya no dice. Después de haberse
dirigido al ser humano, capaz de escucharlo, el silencio reposado de Dios ¿está
esperando la respuesta de su criatura, hecha a su imagen y semejanza? 16
• En este día Dios concluye su tarea creadora y descansa, pero este mismo día no
tiene conclusión; esta ausencia ¿está abriendo al hombre a la espera, al deseo de
entrar en el descanso que presentará más tardíamente la tradición de la epístolaa
los Hebreos, capítulo 4?

1.2. El Espíritu creador.


Si el primer relato destaca la creación por ‘la palabra’, insistiendo por diez veces “Y
dijo Dios”, el segundo relato va a agregar, -al crear al hombre- otra dimensión
complementaria a la palabra. En Gn 2,7 se lee: “El Señor Dios formó al hombre con polvo
del suelo e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente”. En
este relato, el aliento de vida ~yYIx; tm;v.nI tiene un lugar fundamental en la creación del

Hombre.
De esta manera se ve en los dos relatos cómo confluyen para la creación del
hombre la palabra y el aliento, el Espíritu de Dios.

Esta conjunción de “palabra y espíritu” en la obra de la creación va a ser una


constante que se va a repetir en otros lugares de la tradición bíblica. Incluso en algunos
lugares ocupa puestos paralelos en los que se atribuyen actividades semejantes a ambos. 17

15
La primera vez que Dios habla con el ser humano, destacan sobremanera la cantidad de verbos en
imperativo: “Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra, sométanla, manden sobre los peces...”
Después de tanto decir sin alguien que lo reciba, parece que ahora se desahoga en su necesidad de
dirigirse a ‘alguien’.
16
Hay que considerar que una de las características que destacan de Dios en este relato es
justamente su palabra, su función hablante. Al hablar del ser humano creado a imagen y semejanza,
¿se puede dejar de considerar esta dimensión?
17
La relación existente entre espíritu y palabra no es exclusiva de la tradición bíblica, “en el origen de
la relación entre ‘espíritu’ y ‘palabra’ está la experiencia fonética. De la emisión del soplo a través de
la cavidad bucal con la articulación de la laringe, de la lengua, los dientes y los labios, derivan los
varios y múltiples sonidos que están en la base del lenguaje entre los seres humanos. Por eso el
espíritu no es sólo signo de vida- aliento o soplo viviente- sino que evoca el mundo de la
comunicación simbólica propia del género humano”, R.FABRIS, “Lo ‘Spirito’ e la ‘Parola’”, en
http://www.suffragio.it/suffragio/sanguesale/san3.htm (consultada el 15/I/04).
La palabra de Dios al encuentro de la palabra del hombre. 7

“La palabra del Señor hizo el cielo,


el aliento de su boca sus ejércitos”. Sal 33,6
“Que te sirva toda tu creación,
pronunciaste tu palabra y todo fue hecho;
enviaste tu espíritu y todo fue creado” Jud 16,1
El “cosmos ha surgido del caos por la fuerza creadora del Espíritu de Dios, que
como un aliento divino que informa y da vida, se cernía a lo largo y a lo ancho del océano
primitivo. Las palabras de Dios están repletas de esta fuerza. Por medio de la Palabra
divina, el impulso creador del Espíritu de Dios es, por así decirlo, especificado y dirigido a la
producción de seres netamente diferenciados. De igual modo, nuestra palabra humana
viene traída por nuestro aliento, y éste, a su vez, recibe forma por nuestra palabra. Así,
Dios, desde la insondable calma de la eternidad, interviene en lo terreno. Así obra Él ad
18
extra.”
En el primer relato, la palabra de Dios es dirigida en exclusividad al hombre en clave
de mandato y de bendición (1,28), en el segundo relato, el contacto de Dios con el hombre
se da a través de la comunicación, no ya de la palabra, sino de su aliento: “insufló en sus
narices aliento de vida” (2,7). De este modo, en la creación, el hombre es distinguido de
todas las otras creaturas por la palabra que es dirigida a él y el espíritu que le es
comunicado.

1.3 PALABRA Y ESPÍRITU EN EL HOMBRE.

Esta ‘palabra’ y ‘espíritu’ que el ser humano recibe de parte de Dios como don
exclusivo no son ‘materia muerta’. Ambos están íntimamente relacionados con el dar la
19
vida. Siendo así, es natural que no queden inertes en el hombre, sino que inician todo un
movimiento, una dinámica que tiene en sí misma una orientación y un sentido.
La marcada dimensión concreta de la manera de pensar de los hebreos pide que a
la inspiración (el soplo en las narices del ser humano) siga la exhalación. El espíritu que el
ser humano recibió al ser creado: ‘sopló en sus narices’, también debe exhalarse,
entregarse, y esa es la dinámica que le es propia.
Luis Alonso Schökel desarrolla en una apretada síntesis esta dinámica del espíritu
que en el hombre busca salir para entregarse: “La antropología hebrea nos habla de la

18
H. RENCKENS, Creación, paraíso y pecado original, Guadarrama, Madrid, 1969, 62-63.
19
Para la relación palabra-vida, cfr. Sal 119,107, dame vida con tu palabra; Sal 119,25; Jn 6,63; Hb
4,12. Las referencias del Espíritu en relación a la vida son muy numerosas, ver entre otras: Job 33,4
“El Espíritu de Dios me hizo; el aliento del Todopoderoso me da vida”, y sobre todo el cap. 37 de
Ezequiel (v.5.6.9.10.14)
La palabra de Dios al encuentro de la palabra del hombre. 8

presión interna del aliento = espíritu, que busca salida en forma de palabra para
comunicarse. Cito y comento tres textos del libro de Job:
• 7,11 : «Por eso no frenaré la lengua, hablará mi Espíritu angustiado (rc;B = .
apretado, comprimido), se quejará mi alma entristecida (o: mi garganta amarga)». El
hebreo dice angostura o estrechez de viento: un viento encajonado, comprimido, que
busca impetuosamente salida.
• 8,2: «¿Hasta cuándo hablarás de esa manera? Las palabras de tu boca son un
huracán». Huracán es en hebreo «viento Impetuoso». Su fuerza interior lo hace salir
tumultuosamente, en forma de palabra, en discursos que azotan como un vendaval.
• 32,18s: «Porque me siento henchido de palabras y su ímpetu me oprime las
entrañas. Mis entrañas están como odres nuevos que el vino encerrado revienta».
Ímpetu es en hebreo viento, paralelo de palabra.” 20
En estas citas de Job se juntan nuevamente palabra-espíritu; éstos entrando en el
seno del hombre piden expresarse, salir, entregarse. En 32,20 Elihú continúa con una
expresión que manifiesta plásticamente sus sentimientos: “Hablaré para desahogarme,
abriré mis labios y responderé”.
El hombre siente que el espíritu que lo colma puede ahogarlo si no lo exhala, si no lo
entrega, y esta entrega se hace por la palabra 21 .
Si el ‘soplo de vida’ dado al ser humano busca ser exhalado, comunicado, de modo
análogo, la palabra pronunciada por Dios, dirigida por primera vez al hombre quiere entablar
con éste un diálogo, y por eso la palabra de Dios sale al encuentro de la palabra del
hombre. Y si ‘la Palabra’ (el Verbo) es la revelación plena de Dios, al salir hacia el ser
22
humano quiere encontrarlo en su palabra, es decir en su pleno auto-decir-se.
“Lo que se oye espera a su vez una respuesta. Israel prueba que es pueblo de
Dios, declarándose dispuesto a escuchar (Ex 19,7s; 24,3.7; etc.). ... Para el yavista el
20
LUIS ALONSO SCHÖKEL, La palabra inspirada, en http://www.mercaba.org/Fichas/biblia/131-1.htm
(consultada el 15/1/04).
21
Esta secuencia de ser colmado por el Espíritu y entregar la palabra se ve manifiesta claramente en
el texto de Pentecostés: “quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar...” (Hch
2,4).
22
Los estructurlistas van a definir al hombre por su capacidad de lenguaje; cfr. M. BIERWISCH,
Strukturalismus en J. IHWE (ED.) Literaturwissenschaft und Linguistik I (1971)71: “Por claros indicios
se puede confirmar que el aprendizaje de la lengua está condicionado por disposiciones biológicas
no limitadas en modo alguno a los órganos externos, sino que llega a estructuras profundas
neurofisiológicas. En primer lugar la aptitud de aprender lenguaje es una propiedad de la especie de
los homínidas. Ningún otro ser vivo está en disposición de aprender siquiera partes de una lengua
natural. La capacidad ligüística está, pues, ligada con las características especiales de la naturaleza
humana”. Cfr. A.S.GIMATE-WELSH, Introducción a la lingüística, Modelos y reflexiones actuales,
Fondo de Cultura Económica, México, 1994, al hablar sobre la obra de E.Sapir (1884-1939) va a
decir que “el hombre está en cierto sentido predestinado para hablar”, p.71, o cuando cita a Von
Humboldt: “La producción del lenguaje es una necesidad interna del hombre, no sólo un vehículo
externo para la conservación de la comunicación, sino una necesidad indispensable que subyace en
la naturaleza del hombre”, p. 96-97.
La palabra de Dios al encuentro de la palabra del hombre. 9

privilegio del hombre consiste en definitiva en que puede responder (Gn 2,18-23), y ello es
posible gracias a la providente palabra de Dios: “No es bueno que el hombre esté solo”, y
conforme a esa palabra se le regalan los dones del creador. [...] Con la palabra, que es
respuesta al regalo perfecto, es como el hombre se hace totalmente hombre. Más
tarde se describe al hombre, cuya vida se colma, como quien se alegra en la Torá de
YHWH y se la apropia meditándola (Sal 1,2). Sal 71,24 ve la plenitud de la vida en que “mi
23
lengua pregona tu justicia durante todo el día””. El ser humano pleno es el que, recibiendo
el Espíritu y la Palabra, los devuelve y responde, alabando y glorificando a Dios.
Por la Palabra y el Espíritu Dios crea al ser humano; pero siguiendo su propia
dinámica, no se quedan pasivamente en él, sino que generan un movimiento interno que
pide expresarse, comunicarse, darse.
Esta dinámica de don recibido y tarea a realizar se va plasmando de diversa manera
a lo largo de la historia salvífica. Un paradigma en el que queda manifiesto esta dimensión
son los profetas. Por ejemplo, “Ezequiel, en su experiencia profética vive en primera
persona y hace explícita la íntima conexión entre espíritu y palabra. Después de su primer
experiencia de encuentro con Dios en el escenario de su gloria en las orillas del río Kebar –
Dios le aparece en un huracán, en una gran nube y en un torbellino de fuego sobe un carro
de fuego llevado por cuatro seres vivientes- él cae con el rostro en tierra mientras oye la voz
de uno que dice: “Hijo de hombre, levántate, quiero hablarte”. Después de esto, narra
Ezequiel, “un espíritu entró en mí y me hizo ponerme en pie y yo escuché al que me
hablaba” (Ez 2,1-2). Esta experiencia del espíritu –identificado con la “mano” o la acción del
Señor- se repite todas las veces que le es renovada al profeta la misión de hablar en el
nombre de Dios. El espíritu lo levanta y lo lleva entre los exiliados (Ez 3,12.14.22; cfr. 8,1-3:
“un espíritu me levantó entre cielo y tierra...”; 11,1: “un espíritu me levantó y me transportó a
la puerta oriental del templo...”, en Jerusalén; 11,5: “el espíritu del Señor vino sobre mí y me
dijo...”).
La experiencia del “espíritu” en Ezequiel es colocada en paralelismo con la “palabra
24
del Señor” que le es dirigida, o con la “mano del Señor” que se posa sobre él”.
Esta palabra que el Señor dirige al profeta es experimentada en Jeremías como algo
que no se puede contener, necesita decirse:

“La palabra del Señor ha sido para mí oprobio y befa cotidiana.


Yo decía: “no volveré a recordarlo, ni hablaré más en su Nombre”.
Pero había en mi corazón algo así como fuego ardiente prendido en mis huesos,

23
H.W. WOLF, Antropología del Antiguo Testamento, Sígueme, Salamanca, 1975, 110-111.
24
R.FABRIS, “Lo ‘Spirito’ e la ‘Parola’”, en http://www.suffragio.it/suffragio/sanguesale/san3.htm
(consultada el 15/I/04).
La palabra de Dios al encuentro de la palabra del hombre. 10

y aunque yo trabajaba por ahogarlo, no podía”. Jer 20,8-9

El Espíritu que ha consagrado a los profetas y que los habita forma en ellos la
palabra que éstos deben proferir, esa es su misión y su alivio 25 . “El Espíritu es el suspiro de
Dios, más penetrante que su Palabra; el Espíritu actúa para que las bocas prediquen la
Palabra y los corazones se abran a ella y la entiendan y acojan. En una bella coincidencia
los profetas Jeremías y Ezequiel intuyeron la importancia del corazón humano como ámbito
de actuación de la Palabra y del Espíritu de Dios. En él Dios escribe su Palabra, su Ley,
decía Jeremías (Jer 31,33); en él Dios derrama su Espíritu, decía Ezequiel (Ez 26,27). Se
encuentra en él, co-inciden y se revelan, quienes en mutua perijóresis son la Sabiduría del
Abbá: la Palabra y el Espíritu.” 26

La misma experiencia del Salmista lo hace plasmar en el Salterio su doctrina: es


dichoso el que sigue el camino del Señor, y “repite su ley día y noche” (Sal 1). La
bienaventuranza del hombre comienza con el conocimiento de la ‘ley-palabra del Señor’ y
su puesta en práctica en la vida. Siendo instruido en esa vía, a lo largo del camino de 150
salmos, va a culminar su aprendizaje con el canto del ¡Aleluya! (Sal 146-150). La
bienaventuranza del hombre que ha recorrido el camino de la sabiduría manifestada a lo
27
largo de todo el libro es el gozo de cantar la alabanza del Señor.

El autor de la epístola a los Hebreos va a considerar esta sucesiva entrega de la


palabra en la misma apertura de su escrito. En estos versículos también se manifiesta la
doble dimensión de la palabra, como revelación y como palabra potente creadora:
“Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por
medio de los profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo a quien
instituyó heredero de todo, por quien también hizo los mundos; el cual, siendo resplandor de
su gloria e impronta de su sustancia, y el que sostiene todo con su palabra poderosa,
después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la diestra de la Majestad
en las alturas...” Hb 1,1-3

25
Esta es la misma experiencia de Pablo. Al ser alcanzado por la Palabra del Señor, su tarea como
portador del mensaje no es sólo algo accesorio: “Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo
de gloria; es más bien un deber que me incumbe. Y ¡ay de mí si no predicara el Evangelio!” (1Co
9,16)
26
JESÚS PAREDES, “Vocación y espíritu”, http://ciudadredonda.org/caminos/religiosos/confer/
ponenciaXto.htm (Consultada el 15/01/04)
27
Si bien los Salmos ‘aleluyáticos’ comienzan en el 104; al final del salterio se da una verdadera
concentración de ‘aleluyas’. Los cinco salmos finales están enmarcados por el grito de ¡Aleluya! Que
los abre y cierra en una inclusión reforzada por la repetición.
La palabra de Dios al encuentro de la palabra del hombre. 11

La Palabra poderosa de Dios se va a hacer palabra encarnada (Jn 1,14) pero para
que esto suceda, era necesario la delicada palabra de una mujer que hizo suya la primera
28
palabra de Dios y dijo: “hágase”.

2. LA PALABRA DE MARÍA EN LA ANUNCIACIÓN: “¡HÁGASE!”. LC 1,26-38


2.1 El inicio del anuncio del ángel: ¡Alégrate!”

El pasaje de la Anunciación, se desarrolla literariamente como un diálogo entre


María y el Ángel. Éste abre el discurso con Cai/re, ‘alégrate’. Si bien podría ser
interpretado simplemente como el saludo corriente en el griego convencional (cfr. Mt 26,49;
28,9; Jds1,1; Flp 3,1; 4,4) el evangelio de Lucas nunca lo utiliza en este sentido 29 ; para el
saludo semítico, Lucas prefiere usar Eivrh,nh: “la paz” (cfr 10,5; 24,36). Por eso, muchos
autores recientes piensan justamente que, con el término ‘Cai/re’ usado en Lc 1,28, el ángel
dirige a María una verdadera invitación a alegrarse por la venida de Dios en medio de su
30
pueblo. En este sentido, la interpretación del verbo está en consonancia con la teología
de Lucas que le de a la alegría una relevancia particular, ya que es un don que el mundo no
puede dar, es dádiva de Dios y va inseparablemente unido al don de la salvación mesiánica
por eso es signo de la presencia de Dios. 31

Si se hace un relevamiento del verbo ‘Cai/rw’ en el AT griego, se verá que la


conjugación en 2° persona singular del presente imperativo activo: ‘Cai/re’, se encuentra

28
En Gn 1,3, Dios dice “Hágase la luz” genhqh,tw fw/j (imper aor pas 3° pers sing de gi,gnomai)
(LXX); María cuando le responda al ángel le dirá: “Hágase en mí según tu palabra”, ge,noito, moi
kata. to. r`h/ma, souÅ (optativo, aor medio, 3° pers sing, de gi,gnomai).
29
En los Hechos el verbo aparece dos veces utilizado como saludo (15,23; 23,26), sin embargo, en
estos pasajes, Lucas estaría citando cartas escritas en griego y adaptó su estilo al contexto griego.
En toda la obra de Lucas, de 18 veces que se utiliza el verbo, sólo estas dos se reconocen como un
mero saludo; en las restantes, el sentido es claramente alegrarse; solamente en Lc 1,38 es posible
encontrar superpuestos los dos sentidos.
30
DE LA POTTERIE, “L’annuncio a Maria, (Lc 1,26-38)”, ParSpV 6(1982)60, el autor hace referencia a
S. LYONNET, “Chaire kecharitomene”, Bib 20(1939)131-141, y más recientemente S.ZEDDA, “Il ‘chaire’
di Lc 1,28 alla luce di un triplice contesto anticotestamentario”, in Parola e Spirito. Studi in onore id
Settimio Cipriani, Brescia, 1982. Cfr. también R. BROWN, que si bien no es de la opinión de que jarie
deba ser interpretado como ‘alégrate’, concede en The Birth of the Messiah, Doubleday, New York,
1993, 319 “Mc Hugh ciertamente lleva la razón al ver la respuesta de María como gozosa y
entusiasta. La “palabra” a la que responde afirmativamente es una palabra de salvación, como dice
en el Magnificat: “Mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador”.
31
Cfr. AGUIRRE MONASTERIO Y RODRÍGUEZ CARMONA, Evangelios sinópticos y Hechos de los
Apóstoles, Verbo Divino, Estella (Navarra), 1998, p. 339. De hecho, en el relevamiento estadístico, el
verbo jairoo aparece 6 veces en Mt, 2 en Mc y 10 veces en Lc.
La palabra de Dios al encuentro de la palabra del hombre. 12

cuatro veces 32 , siempre en el marco de una profecía mesiánica: la Jerusalén futura, la hija
de Sión es invitada a alegrarse, y se indica explícitamente el motivo de la alegría, Dios
estará presente en medio de ella:

“¡Alégrate grandemente, hija de Sión! ¡Lanza clamores hija de Jerusalén! Regocíjate


y exulta de todo corazón, hija de Jerusalén... ¡El Señor, el Rey de Israel está en
medio de ti!
Sof 3,14 (cfr. Zac 9,9)
“No temas, tierra, alégrate y regocíjate...; porque el Señor ha hecho grandes cosas...
y vosotros, hijos de Sión, alegraos y regocijaos en el Señor vuestro Dios. [...] y
sabréis que en medio de Israel estoy yo”.
Jl,2,21.23; (cfr. Is 66,10.14; Lam 4,21)

Esta interpretación de ‘Cai/re’ como una invitación a la alegría se compadece


también con el contexto del evangelio de la infancia. “Este tema constituye como un
estribillo en Lc 1-2, tanto en los pasajes sobre la infancia del precursor (cfr. el anuncio a
Zacarías, 1,14; y también 1,4.47.58), como en la narración del nacimiento de Jesús: “Les
traigo una alegre noticia que será de gran gozo para todo el pueblo euvaggeli,zomai u`mi/n
cara.n mega,lhn ”. Sería extraño si el mismo no estuviera en nuestro pasaje, dado que
justamente allí es descrito el anuncio de este nacimiento” 33 .

La relación de las palabras de invitación del ángel con los textos proféticos citados y
el motivo por el que se invita a la alegría: “el Señor está en medio de ti”, deja entender que
Lucas ve en María una personificación de Sión. Esta imagen se ver reforzada cuando se
considera la locución frecuente en los profetas refiriéndose al pueblo como “la virgen, hija
de Sión” (Is 37,22), “la virgen hija de mi pueblo” (Jer 14:17), o “la virgen de Israel” (Am 5,2);
tomando en cuenta que en Lc 1,37 María es llamada dos veces virgen 34 . Esta vinculación
de María con Sión, o con el pueblo prepara un tema que será un clásico de la tradición
patrística: María figura de la Iglesia. La esperanza de Israel se cumple en aquélla que está
a punto de ser transformada en madre del Salvador.
32
No se considera en este recuento la comparecencia en Os 9,1, donde justamente se utiliza pero
con negación: “No te alegres, oh Israel; no te regocijes como otros pueblos, porque te has prostituido
apartándote de tu Dios”, cfr. también Prov 24,19 donde también es utlilizado con negación.
33
DE LA POTTERIE, “L’annuncio a Maria, (Lc 1,26-38)”, ParSpV 6(1982)61. No se desconocen las
dificultades que presenta esta interpretación de jaire y la consiguiente relación de María con la Hija
de Sión, sostenidas originalmente por S. LYONNET, “Chaire kecharitomene”, Bib 20(1939)131-141(cfr.
R.E. Brown, et alii, María en el Nuevo Testamento, Sígueme, Salamanca, 1982, p.129ss), sin
embargo, como los mismos autores de las dificultades sostienen, la posibilidad de la tesis de Lyonnet
se mantiene, más allá de lo poco probable que pueda ser, cfr. p.133-134.
34
Cfr. R. BROWN, The Birth of the Messiah, Doubleday, New York, 1993, 320.
La palabra de Dios al encuentro de la palabra del hombre. 13

Sin embargo, es interesante notar que en la invitación a la alegría de Lc 1,38, hay


una novedad respecto al Cai/re dirigido a Sión en el AT. En los textos proféticos, Jerusalén
es invitada a alegrarse, pero no desarrolla ninguna parte activa en la venida del Señor. En
cambio, el texto de Lucas es una escena de vocación: María está llamada a colaborar en
esta venida; es más, su maternidad será una condición indispensable para que el Hijo de
35
Dios pueda venir en medio de nosotros; su consentimiento es indispensable.

2.2 El consentimiento de María: ¡Hágase!

Este consentimiento se da en el texto en la respuesta final de María en el v.38 que


se expresa en dos esticos:
“Aquí está la esclava del Señor,
hágase en mí según tu palabra”.
María comienza declarándose ‘esclava del Señor’. Esta categoría no indica
solamente sumisión, sino también pertenencia a Dios, y sentimiento de seguridad junto a
él. 36 A través de estas palabras, María se pone al servicio de Dios y expresa su perfecta
disponibilidad para cumplir la misión que le es confiada por Dios. Y “la respuesta humana
se coloca en la historia (“aquí está la esclava”) y no en una ontología abstracta (“yo soy la
37
esclava”).
Las últimas palabras de María presentan ciertas dificultades de intelección e
interpretación. “El influjo de la traducción latina, “fiat mihi secundum verbum tuum”, hace
recordar el “fiat voluntas tua” del Padrenuestro (Mt 6,10) o de Jesús en Getsemaní (Lc
22,42); se concluye entonces que María expresa aquí sólo su sumisión, casi con
resignación. Pero el griego orienta hacia otra dirección: no tenemos aquí un verbo en
imperativo, como en los dos casos citados, sino en optativo (ge,noito), que es una forma
rara: en sentido positivo se encuentra sólo aquí en todo el NT. Expresa el consentimiento
gozoso de María, su verdadero deseo de ver realizarse todo el designio de Dios. En este
sentido, el ge,noito de María al fin de la narración, es casi su respuesta a la invitación
formulada al inicio, en la primer palabra del ángel: “Cai/re, alégrate, llena de gracia”. La
última respuesta de María al anuncio del ángel está hecha entonces, de perfecta
38
disponibilidad, sí, pero también de un deseo gozoso de colaborar con la acción de Dios”.

35
DE LA POTTERIE, “L’annuncio a Maria, (Lc 1,26-38)”, ParSpV 6(1982)61-62.
36
Cfr. el tratamiento que el salterio hace de la categoría doulos; ver Sal 18,12; 29,6; 30,17... 86,16:
“¡Vuélvete, Señor, ten compasión de mí! Da fuerza a tu siervo, salva al hijo de tu esclava”
37
F. BOVON, L’Evangile selon Saint Luc, 1-9, Labor et Fides, Genève, 1991, 79.
38
DE LA POTTERIE, “L’annuncio a Maria, (Lc 1,26-38)”, ParSpV 6(1982)72.
La palabra de Dios al encuentro de la palabra del hombre. 14

Si el ‘hágase’ de María es la respuesta perfecta a la invitación a la alegría


manifestada por el ángel, también se puede percibir otra dimensión en esta palabra de la
Virgen. Cuando le es anunciada la concepción en su vientre, María pregunta sobre el
modo: “¿Cómo será esto si yo no conozco varón?” (v.34) y entonces viene la respuesta del
ángel:
“El Espíritu Santo descenderá sobre ti,
y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra”. (v.35)

A través de una clásica construcción paralelística se manifiesta con dos imágenes la


misma realidad: el Espíritu Santo que es el Poder de Dios (el Altísimo) llegará hasta María y
la colmará 39 . Pero esta presencia no será sólo futura (como manifiestan los dos verbos,
evpeleu,setai y evpiskia,sei, en referencia a la maternidad divina) sino que ya es presente. Así
lo atestiguan las palabras anteriores del ángel: “llena de gracia” (kecaritwme,nh, participio
perfecto), v.28 y “has hallado gracia ante el Señor” (eu-rej, aoristo) 40 . María ya vive esa
presencia del Señor que se hace más densa y se renueva totalmente por el anuncio del
ángel. Es esta presencia del Espíritu en ella que también pide una respuesta; la dinámica
propia del Soplo de Dios que al llenar busca expandirse y salir, y se canaliza a través de la
palabra. La colmada por el Espíritu deja salir su palabra en el ‘hágase’ 41 .

La interpretación de este pasaje la expresó de modo eminente San Bernardo en su


famoso texto:

“Has oído, oh Virgen el hecho, y has oído también el modo: uno y otro son
admirables, uno y otro gozosos. “¡Alégrate, hija de Sión, llénate de gozo, hija de
Jerusalén! Y pues has sentido la invitación a la alegría y al gozo, queremos
escuchar también nosotros de tu boca la respuesta de tu alegría, que nosotros
deseamos...
El ángel está aguardando tu respuesta... También nosotros esperamos, oh
Señora... Mira que está en tus manos el precio de nuestra redención... Responde
pronto, oh Virgen. Pronuncia, Señora, la palabra que la tierra y hasta el cielo
esperan... Di una palabra y recibe al que es la Palabra, pronuncia tu palabra

39
La relación del Espíritu Santo con el ‘Poder’ es propio de Lc (cfr. Lc 1,17; 4,14; Hch 1,8; 6,5.8;
10,38). Este estico estaría en paralelo con el primer anuncio del ángel, en el v.28, cuando le dice: “el
Señor está contigo”. Cfr. la estructura que presenta DE LA POTTERIE, “L’annuncio a Maria, (Lc 1,26-
38)”, ParSpV 6(1982)58-59.
40
Lucas va a relacionar estrechamente la ‘gracia’ con el ‘Espíritu’ y con el ‘poder’ (cfr. Hch 6,8.10;
4,33).
41
Más tarde extenderá esa palabra como respuesta al don del Espíritu en el cántico del Magnificat,
1,46-55.
La palabra de Dios al encuentro de la palabra del hombre. 15

humana, y concibe al que es la Palabra divina, profiere una palabra transitoria y


recibe en tu seno al que es la Palabra eterna.
Abre, Virgen santa, tu corazón a la fe, tus labios al consentimiento, tu seno al
Creador. Mira que el deseado de todas las almas está junto a tu puerta y llama. ...
Levántate, corre, abre. Levántate por la fe, corre por el amor, abre por el
consentimiento. Aquí está –dice la virgen- la esclava del Señor, hágase en mí según
42
tu palabra”.

En esta respuesta de María que dice gozosamente “¡Hágase!”, resuena la primer


palabra de Dios, que fue justamente “Hágase”. María responde a la palabra de Dios con su
propia palabra. 43 Pero el segundo “Hágase”, no es como el primero; confluyen en él la
palabra de Dios que es la que tiene toda la iniciativa y que ha salido, -a través del anuncio
del ángel- al encuentro de María, y la palabra humana, que es justamente respuesta a la
Palabra divina. Nada fue necesario para el primer “Hágase”, pero para el segundo es
necesaria la iniciativa del primero y también el libre consentimiento de la voluntad humana.

Dios habla, y el hombre (María) escucha y escuchando aprende a hablar, y cuando


el hombre habla, Dios también escucha. Es la firme constatación de los Salmos; “si el
afligido invoca al Señor, él lo escucha”; Sal 34,7, “Él me invocará y yo lo escucharé”, Sal
91,15 (Cfr. Sal 69,34; 77,2...). Ante la escucha, Dios responde, y la respuesta de Dios es su
Palabra, y esta vez, respondiendo al “¡hágase!” de María, la Palabra se hace carne (Jn
1,14).
Esquemáticamente se podría expresar de la siguiente manera.

Dios habla Î hágase Î el hombre escucha

aprende Æ responde

Dios escucha Í hágase Í El hombre habla

Dios responde

Y el Verbo se
hizo carne 44

42
“Homilía 4,8-9”, Opera omnia, Edición cisterciense, 4(1966)53-54
43
Así como el niño aprende el lenguaje por repetición, así también María, la ‘pequeña’ (cfr. Lc 1,48)
aprende repitiendo la primera palabra de Dios, y por su palabra, la Palabra se hace carne.
44
Si la Palabra de Dios, el Verbo, ante la escucha de la palabra humana se hace carne, también la
palabra del hombre –en cuanto expresión del hombre- está llamada a encarnarse ante la escucha de
la palabra de Dios.
Cuando el escriba se acerca a preguntar cuál era el primer mandamiento, responde Jesús: “Escucha
Israel...” lo primero es escuchar, porque la palabra de Dios fue pronunciada, -Dios se manifestó- y
La palabra de Dios al encuentro de la palabra del hombre. 16

Se vio hasta ahora la tensión que existe entre la primer palabra de Dios, su poderoso
“hágase”, y la respuesta de María, que también profiere su humilde y gozoso “hágase”. Esta
reflexión recogía la intuición original del sermón de Filaret de Moscú, en la fiesta de la
Anunciación, en 1874. Pero se puede correr el riesgo de ir un poco más adelante, y si se
comenzó en los orígenes, con el Génesis, y se prestó particular atención al ‘centro de los
tiempos’, como le gustaba a Conzelmann llamar la obra de Lucas 45 , se proyectará ahora
una línea hasta el fin, el Apocalipsis.

3 El Espíritu habla y la novia responde: “¡Ven!”

La voz de mujer, que se escuchó en la boca de María como respuesta al anuncio del
ángel, va a resonar nuevamente en los labios de otra ‘mujer’, la “Iglesia-novia” del Cordero
en el Apocalipsis.
A lo largo de toda la trama del libro, el Espíritu habla e invita a la escucha. En las
cartas de apertura del libro “siete veces recorre la frase “el tenga oído que escuche lo que
dice el Espíritu a las Iglesias”. Se toma conciencia del hecho que el Espíritu de Cristo dirige
continuamente su mensaje –habla le,gei presente continuo- a las Iglesias en general – tai/j
evkklhsi,aij - y no sólo a la iglesia a la que es dirigida la carta particular” 46 .
El Espíritu del Señor habla a la Iglesia, y ésta, amada por Cristo, en sus miembros
ha acogido el evangelio. Nace así, entre Cristo y la Iglesia una reciprocidad de amor que
se desarrolla in crescendo. Después de la liberación radical obtenida mediante el bautismo,
Cristo continúa purificando a su Iglesia mediante el camino penitencial que encontramos
expresado en cada una de las siete cartas. Purificándola, Cristo manda a la Iglesia ‘amar
ardientemente’, haciéndola así capaz de un amor que tenga y conserve la frescura óptima
del primer amor.
Se trata de un amor de noviazgo. En la reciprocidad entre Cristo y la Iglesia, se
realiza la reciprocidad entre Dios y su pueblo percibida por Oseas. En esta situación de
reciprocidad, la Iglesia es capaz tanto de descifrar el lenguaje del Espíritu como de ser
victoriosa con Cristo.

habiendo escuchado y aprendido, es capaz de atender a lo que sigue: “amarás...”. (Mc 12,28ss). El
hombre, recibiendo la palabra por la escucha, está llamado a responder con su palabra, con su
acción, con su amor. Aquí entra la doble dimensión de palabra, dabar, como palabra dicha y realidad,
cosa.
45
H. CONZELMANN, Die Mitte der Zeit, Studien zur Theologie des Lukas, Mohr Siebeck, 1954.
46
U.VANNI, L’Apocalisse, ermeneutica esesgesi, teologia, Dehoniane, Bologna, 1988, p.64.
La palabra de Dios al encuentro de la palabra del hombre. 17

Pero todavía estamos en camino. La Iglesia, propiamente, es la novia, todavía no es


la esposa. El nivel de nupcialidad perfecta es esencialmente escatológico: será alcanzado
solo en la fase final de la historia de la salvación. Entonces tendrán lugar las bodas del
Cordero. 47

Al final del libro del Apocalipsis, el epílogo (22,6-21) que tiene la estructura de un
diálogo litúrgico, “nos volvemos a encontrar en la asamblea litúrgica, que se siente de nuevo
en su situación de ‘novia’ que aspira a la plenitud de la esposa .
Es una tensión que compromete a la asamblea y cada uno de sus miembros bajo un
perfil de crecimiento del amor. ... Hay tantos vacíos de Cristo en la historia que la asamblea
ha aprendido a leer y a interpretar, practicando la escucha del Espíritu. Dondequiera que
hay violencia, injusticia, dolor, muerte, falta la presencia de Cristo. La asamblea litúrgica,
animada por el Espíritu que la guía en el discernimiento de los hechos y de los signos de los
tiempos, aspira a esta presencia total de Cristo también en la misma historia. Será
justamente esta presencia actuada –la asamblea lo sabe- que determinará los cielos nuevos
y la tierra nueva. La nostalgia de una reciprocidad total entre Cristo y ella, a estos dos
niveles, no le da tregua:

“El Espíritu y la novia dicen: “¡ven!” (22,17)


La experiencia compleja que ha visto el grupo de escucha, comprometido en el
aprendizaje personal del amor a Cristo en la primera parte del Apocalipsis es lanzado,
siempre en el contexto de un amor creciente, a colaborar en la venida de Cristo en la
historia, culmina así un eje de amor: el de la novia que quiere a cualquier costo
48
transformarse en esposa”.

Vemos que aquí, al final de toda la trama que teje el Apocalipsis, ya no es sólo el
anhelo de la Novia, también el Espíritu se asocia a la voz de la novia para clamar juntos, y
es tan atractivo ese “¡ven!” que todos los que escuchan están invitados a decirlo: “El que
oiga, diga: “¡ven!” (22,17). Esta unión de ambas voces alcanza una armonía tan perfecta en
el llamado del Esposo que éste ya no se puede retrasar.
Finalmente, al unirse las dos voces, el Espíritu y la Novia, manifestando juntas el
anhelo, el que da testimonio responde definitivamente: “Sí, vengo pronto. ¡Amén!”, y
confirma así la realización del deseo. Se da el desposorio, en el que –en categorías
bíblicas- los dos son una sola carne (Gn 2,24). Para esa plenitud de unión Pablo va a

47
U.VANNI, “Lo Spirito e la sposa (Ap 22,17)”, ParSpV 13(1986)197-198
48
U. VANNI, “Lo Spirito e la sposa (Ap 22,17)”, ParSpV 13(1986).p204
La palabra de Dios al encuentro de la palabra del hombre. 18

hablar de “Dios todo en todos” (1Co 15,28), Pedro, de “participar en la naturaleza divina”
(2Pe 1,4), en definitiva, diversas imágenes que intentan aproximarse a aquello que ‘ni el ojo
vio ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que Dios preparó para los que le aman”
(1Co 2,9), la definitiva y gozosa comunión de amor de Dios con su pueblo.
Siguiendo el esquema que se hizo sobre la relación entre el ‘Hágase’ de Dios en Gn
y el de María, se podría continuar con el Apocalipsis de la siguiente forma:

Creación
Gn Dios Î ¡Hágase! Ser humano Espíritu
Acción aliento de vida (Gn2,7)
del Espíritu Ap ¡Ven! ¡Sí, vengo pronto!
el ES sobre ti (Lc1,35) Dios todo en todos
Lc María Î ¡Hágase! Verbo Encarnado Novia

Si Bernardo, ante el misterio de la Anunciación invitaba premurosamente a la Virgen a


responder, a dar su sí al “deseado de todas las almas que está junto a tu puerta y llama”,
cuánto más la novia ante la palabra constante del Esposo que la llama: “¡Ven, hermosa
mía!” (Cant 2,10), debe apresurarse a armonizar su voz con el Espíritu y unirse en el
“¡Ven!”, para así reconocer la voz del que la ama y le dice: “Sí, vengo pronto ¡Amén!”

Daniel Kerber
dkerber@adinet.com.uy
Parroquia San Juan Bautista
Mons. D. Tamburini 1210
11300 Montevideo, URUGUAY

Vous aimerez peut-être aussi