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En 1909 se trasladó a Granada y allí empezó una fructífera formación intelectual donde
participó en las tertulias del café Alameda, en las que se daban cita grandes
personalidades del mundo cultural tanto español como foráneo. Ya Lorca era conocido
por su incipiente homosexualidad y no pocas veces sufrió el rechazo y la marginación
de una sociedad a la que el joven escritor le rompía los esquemas. Fruto de esta etapa
de su vida fue la publicación en 1918 de Impresiones y paisajes, su primer libro en
prosa.
En verano de 1929, con José Antonio Primo de Rivera en el poder, siente la necesidad,
tan urgente como imprevista, de viajar a Nueva York. Allí trabaja como becario
durante un año. .El choque cultural que sufre en esta ciudad supondrá una experiencia
que lo marcará profundamente, tanto a nivel personal como profesional. Con dos
palabras definió Lorca aquel mundo tentacular: geometría y angustia. Conecta en ese
momento el surrealismo aprendido con Dalí y Buñuel. Su poesía se convierte en un
desgarrador grito de dolor y protesta como demuestra en Poeta en Nueva Cork.
Después de nueve meses, cuando regresa a España, se encuentra con la caída del
dictador y la proclamación de la Segunda República, momento que aprovecha para
crear la compañía teatral La Barraca, con la que recorrió la geografía española
ofreciendo al público una versión cercana y asequible de nuestros clásicos.
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victoria del bando franquista, se implantó un arte al servicio del poder y la censura
impuso su mano férrea a toda manifestación artística llegada de otros países.
La casa de Bernarda Alba es la última obra dramática que escribió Lorca antes de su
muerte. En junio del 1936 estaba acabada y dos meses después el poeta moría fusilado.
La obra demuestra que el autor fue fiel en sus ideales y sentimientos, por eso no parece
que el tema pudiera ser elegido al azar.
La situación política de nuestro país, después del llamado “desastre del 98” (Cuba,
Puerto Rico y Filipinas, únicas colonias que le quedaban a España en el extranjero,
piden su independencia. Estados Unidos se alían en su defensa y España pierde la
guerra que le habían declarado) y los acontecimientos que le sucedieron estaba bastante
revuelta. Pero, a pesar de lo que se ha querido hacer creer, Lorca jamás participó en los
acontecimientos políticos de la época, simplemente se vio envuelto y fue víctima de
ellos. Esto no quiere decir que Lorca dé la espalda a los problemas de su tiempo. Toma
partido en cuanto a ideología (liberal, izquierdista, anarquista…), pero nunca dirigió su
vida ni su obra hacia una dirección política.
Por el contrario, sí fue un escritor comprometido, convencido de que había que cambiar
la sociedad. Nadie como él conocía la vida del pueblo y del campesino porque era su
sector favorito, conoce también la sociedad burguesa. Nadie como Lorca ha sabido
reflejar en su obra el espíritu de unas gentes, un pueblo, una nación, y se ha hecho eco
de sus dolores, sus miserias, sus alegrías. Ahora bien, La casa de Bernarda Alba está
lejos de reflejar, como algunos han querido ver, la premonición de una guerra civil.
Lo que si parece cierto es que es que el poeta se nutre en primera instancia de un hecho
con base real. En una aldea, Valderrubio, vecinos de la casa de veraneo de la familia
Lorca viven una situación semejante a la descrita en La casa de Bernarda Alba:
Frasquita Alba dominaba férreamente a sus hijas, que evitaban todo contacto con el
pueblo y sus vecinos. Este episodio, perteneciente a la infancia del poeta, permaneció en
su memoria hasta el fin y, en unos pocos días, fue escrito.
En 1936 la guerra civil española está a punto de estallar y en los ambientes rurales la
censura de las familias y la tiranía de sus padres llegan a puntos insospechables para
proteger a sus hijos y salvaguardar los asuntos de casa sólo en casa, por temor al qué
dirán.
Toda la crítica coincide en este punto y reconoce el deseo del autor de humanizar a sus
personajes y adaptarlos a la situación de su época.
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A comienzos de su carrera escribió dos dramas modernistas: El maleficio de la
mariposa (1920) y Mariana Pineda (1927). Entre sus farsas, escritas entre 1921 y
1928, destacan Tragicomedia de don Cristóbal, El Retablillo de don Cristóbal y La
zapatera prodigiosa. De 1930 a 1931, época en la que fue marcado por su estancia
en Nueva York, son sus dramas irrepresentables, El público y Así pasen cinco años,
que ponen en escena la revolución y la homosexualidad. Dos tragedias rurales son
Bodas de sangre (1933) y Yerma (1934). En Doña Rosita la soltera aborda el tema
de la solterona española, tema que también aparece en La casa de Bernarda Alba
(1936), considerada la obra más importante de Lorca.
Las tragedias rurales de Lorca suponen una conexión con el teatro del Siglo de Oro,
con el que poseen algunos aspectos en común: los triángulos amorosos (Pepe el
Romano, Angustias y Adela), las canciones populares (la canción de los segadores,
a mediados del 2º acto), que sugieren presagios de los personajes y la importancia
del honor (“Ella, la hija menor de Bernarda Alba, ha muerto virgen”, final de la
obra).
Para Lorca, el teatro tiene un objetivo didáctico porque muestra los sentimientos de
los hombres y evidencia los aciertos y los errores.
La temática del teatro lorquiano es la lucha de unos personajes contra el orden social
para conseguir su libertad. Es un enfrentamiento entre la autoridad y la libertad. En
La casa de Bernarda Alba, por ejemplo, una madre lucha por conservar la castidad
de sus hijas frente a la libertad exigida por ellas. Para lograr este efecto, Lorca
utiliza un lenguaje coloquial, característico del teatro popular que pretendía
conseguir. Imprime, pues, su sello personal y lo llena de simbología, rasgo muy
propio de su estilo. Así, el anillo de prometida de Angustias es de perlas, símbolo de
lágrimas y dolor, lo que nos sugiere el destino trágico de su noviazgo.
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LA CASA DE BERNARDA ALBA
La casa de Bernarda Alba describe el ambiente que se vive en una casa que está
gobernada por una mujer fría y dominante, Bernarda. La trama argumental comienza
con el duelo por la muerte del marido de Bernarda. Ya en esta situación de dolor
advertimos el carácter frío e intransigente de nuestra protagonista, que vive con su
madre, cinco hijas y dos criadas. Toda la familia vive bajo el yugo de Bernarda.
Angustias es la mayor de las hijas y a ella le está permitido casarse con Pepe el
Romano. Esto crea un ambiente discrepante en la casa ya que las demás hermanas
también desean a este hombre, tal vez porque él y el matrimonio son la única válvula de
escape de la férrea educación que les ha proporcionado su madre, quien, abusando de su
autoridad, las obliga a permanecer de riguroso luto y encerradas en casa por la muerte
de su padre. Adela, la más joven, acaba viéndose a escondidas con Pepe el Romano y la
situación llega a tal extremo que, después de rebelarse a la mismísima Bernarda, acaba
suicidándose. La obra termina con la preocupación de Bernarda, siempre en tono
dictatorial, de tapar todos los problemas para evitar la deshonra familiar.
El tema fundamental que se trata en la obra es la pugna entre Bernarda y sus hijas, el
enfrentamiento entre la tradición y los nuevos valores que quieren introducir las hijas,
hartas de tanta represión. Este viene a ser un conflicto entre lo personal y lo social
planteado como una lucha a muerte, lo natural y lo impuesto, lo auténtico y lo aparente.
Dicho de otra manera, el eje temático es la oposición entre el principio de autoridad,
la tradición, lo social, lo opresivo, representado en la figura de Bernarda, y el principio
de lo individual, la libertad, lo natural, representado por Adela. Entre ambos polos se
hallan el resto de los personajes.
- La frustración. Este no es un tema que alcance sólo a Adela, sino a todos los
personajes. Las hijas de Bernarda están frustradas por tener que obedecer órdenes
que les privan de tan ansiada libertad, las criadas por tener que soportar un
ambiente tan severo y esclavizado y hasta la propia Bernarda se siente frustrada por
no poder sobreponerse a la situación.
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Las fuentes de estos temas está, sobre todo, en las propias experiencias del poeta en el
plano humano. Lorca no resintió integrado en su sociedad, ni en su propio mundo, ni
como artista, ni como hombre. Tuvo que sufrir en su propia carne la lucha entre lo que
él tenía que ofrecer y lo que se le permitía mostrar, eso sin ahondar en el problema de
rechazo que le acarreó durante toda su vida su tendencia homosexual. Nadie como él
sabía de luchas, de pasiones y de frustraciones.
B) ESTRUCTURA
El segundo acto coincide con el nudo: el conflicto Bernarda-Adela toma cuerpo. Las
alusiones al estado crítico de Adela y el horario de visitas, tan sospechoso, de Pepe el
Romano, apunta claramente al punto álgido de la obra. El ambiente está enrarecido y
todas las hermanas actúan de forma malintencionada y tensa. Pero este punto álgido no
llega hasta el final del acto, cuando Adela le confiesa a Martirio su relación ilícita con
Pepe el Romano.
El tercer acto camina ya hacia el desenlace. La actitud de Angustias delata que algo
sucede, algo a lo que Bernarda es la única que permanece ciega. El acto concluye con
la tensión final de la muerte de Adela y la toma de conciencia, por parte de Bernarda de
la ruptura del hermético sistema en el que tanto creía.
La estructura interna tiene carácter circular: la obra se abre con una muerte (la del
marido de Bernarda) y la imposición severa de luto y silencio y se cierra con otra (la
de Adela) y de nuevo la obligación de callar. La obra termina como empezó pero con
un terrible castigo ejemplar de por medio: la simbólica ejecución de la hija de Librada
se convierte en una premonición del destino de Adela.
C) EL TIEMPO Y EL ESPACIO
El tiempo dramático viene establecido por las acotaciones iniciales de la obra, pero
también por los diálogos de los personajes.
Así, la historia se inicia por la mañana, con el entierro y el duelo del marido de
Bernarda. El segundo acto representa el inicio de la tarde con las hijas de Bernarda
bordando hasta que sucede el linchamiento de la hija de Librada. El tercero representa el
anochecer, es decir, el fin del día y sus problemas: desenlace de Angustias. Esta relación
tiene un carácter simbólico con la historia, pues la obra no sigue la norma aristotélica
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del tiempo porque los ocho años de duelo parecen comprimirse en un solo día. Es como
si todo ocurriera un mismo día de verano, negándose al discurrir temporal.
Sin embargo, el tiempo transcurrido no puede ser un solo día. Es necesario pensar que
entre los actos I y II es posible que haya un espacio de tiempo aunque la continuidad es
mayor que en los actos II y III. Pero entre el acto II y el III ya ha pasado algún espacio
temporal importante: Pepe lleva ya visitando a Angustias una temporada indefinida.
En el primer acto, una habitación semejante a una salita que aparece perfectamente
detallada en la acotación del principio de escena: paredes blancas, puertas de arco con
cortinas y unas sillas de mimbre que revelan un escenario poco confortable e incómodo.
En el segundo acto, otra pieza de la casa algo más íntima. El decorado es diferente y las
acotaciones no son tan detalladas. Se trata de una habitación blanca con puertas que
conducen a los dormitorios.
En el tercer acto, el patio interior de la casa. Cada vez vamos adentrándonos más en la
casa, aunque la visión de enclaustramiento es palpable en toda la obra.
El único contacto con el exterior lo vemos a través del patio, las ventanas y los
encuentros entre Angustias y Pepe o bien entre Adela y Pepe.
Existe, sin embargo, un espacio exterior del que se tienen referencias, pero que nunca se
alcanza a ver: el campo donde trabajan los segadores, el pueblo maldiciente, e incluso el
mundo de lo desconocido, simbolizado por las estrellas. Estos espacios ayudan a
engrosar el conflicto por la imposibilidad de acceder a ellos. Pese a todo ello, no
debemos olvidar que el escenario en el que se desenvuelve la acción es único: la casa
de Bernarda.
D) PERSONAJES
La caracterización de los personajes viene dada tanto por el lenguaje que utilizan como
por la información que recibimos en las acotaciones y en los diálogos referentes a sus
características físicas y psíquicas.
Pero la protagonista indiscutible es Bernarda, quien de modo viril asume e impone por
la fuerza todo un código de conducta represivo a unas hijas que, con excepción de la
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menor, asumen esas reglas heredadas de la tradición. Bernarda representa el poder
absoluto y ella misma está bajo los cánones que impone, atemorizada por el qué dirán.
Poncia es una antigua amiga de Bernarda, que recibió su ayuda en el pasado y que pasó
a ser su criada como compensación. Por esta razón se puede permitir el lujo de tutear a
Bernarda y de hablar de ciertos temas con sus hijas. Se encarga de la limpieza, el
cuidado de la casa y el servicio de quienes viven en ella. Es quien avisa a bernarda de la
posibilidad de asuntos turbios en su casa respecto a pepe el Romano. En la obra
representa el alter ego de Bernarda, la voz que le golpea incesantemente la conciencia.
Amelia, tercera hija de Bernarda, es un personaje que se mantiene más al margen de los
problemas que ocurren en la casa. Teme a su madre y, como Magdalena, acepta con
resignación su destino de solterona. Se caracteriza por su ingenuidad y su simpleza.
Adela, que es la menor (20 años) y que representa los nuevos valores que poco a poco
se van abriendo paso en la sociedad. Es joven, hermosa, apasionada, valiente y
representa sobre todo la rebeldía, el polo opuesto al personaje de Bernarda. No quiere
ser dominada por nadie y, en el tercer acto, lleva la obra a su punto álgido al rebelarse a
su propia madre. A través de sus encuentros con Pepe el Romano pretende liberarse de
sus ataduras. Al final, cuando su amor es descubierto, prefiere suicidarse a resignarse a
la idea de perderlo. Es, pues, la fuerza de la sangre, el instinto desatado sólo detenido
por la muerte.
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Los personajes secundarios son la criada, que se encarga de la limpieza de la casa y de
la vigilancia de Maria Josefa, una mendiga con su hija a las que la criada desprecia sin
ofrecerle sustento, Prudencia, una vieja amiga de Bernarda que la visita en el tercer
acto (de las pocas personas que tienen acceso a su casa), las mujeres de luto,
conocidas de Bernarda, que asisten al duelo en el primer acto para cotillear y comentar
los hechos a la gente del pueblo y una muchacha que informa a Angustias de la
presencia de Pepe en el duelo de los hombres. Es la única que reprocha el no haber dado
comida a los personajes pobres pero una dura intervención de Bernarda hace que no
vuelva a hablar más del tema.
Todos ellos son personajes trágicos, víctimas inevitables de una rígida sociedad
patriarcal que, paradójicamente, contribuyen a sostener. Por lo que se refiere a la
simbología, todos los personajes se van definiendo por sus propias acciones y en sus
propios diálogos.
E) ESTILO
Son precisamente estas intervenciones breves y simples junto a otras bastante más
extensas y simbólicas lo que le confiere un ritmo dramático muy preciso.
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