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La mayoría predominante en la estadística de Femicidios son las armas de fuego, seguida por
los golpes, el apuñalamiento y el estrangulamiento, en ese orden. De 260 femicidios
registrados en el año 2010, once fueron por fuego, representando el 4% de los casos.
No es algo nuevo tampoco. En 1964 Raúl Barón Biza, escritor y político argentino en medio del
trámite de separación de su mujer Clotilde Sabattini, sirve unos vasos de whisky a los
abogados, luego sirve otro vaso se acerca a su mujer y se lo arroja a la cara. Este vaso
contenía acido, que le provoca graves quemaduras en el rostro. Barón Biza se suicida el día
siguiente. Ella se suicidaría años después arrojándose por la ventana del departamento en que
ocurrió la tragedia. Posteriormente sus hijos también se suicidarían.
La finalidad del agresor es dejar una marca en el cuerpo de la víctima para que lo recuerde
permanentemente. La victima queda marcada “a fuego” de la misma manera que el ganado o
las víctimas de los campos de concentración nazis, imprimiendo un sello de sumisión, dominio
y posesión de un modo imborrable, que esté presente en todo momento.
En una sociedad que exige a las mujeres estereotipos basados en juventud, éxito y belleza, las
quemaduras en el rostro y la piel lesionan el narcicismo de la mujer y origina un efecto patógeno
sobre el psiquismo que estará en directa relación con el valor significativo de la zona afectada.
Las características de personalidad de un “quemador” son las del hombre violento. El perfil del
hombre violento no puede ser categorizado por variables tales como: edad, clase social, nivel
educacional, ocupación, religión, lugar de residencia, etc., debido a que puede configurarse con
cualquiera de las variables mencionadas, lo cual no implica dejar de reconocer que, la
asociación entre algunas de ellas, puede potenciar el riesgo de conductas violentas.
Es un sujeto controlador, celoso que manifiesta agresividad verbal y/o física. Presenta una
doble fachada: por lo general, en público es seductor, simpático, amable, pero en la intimidad
de su hogar puede llegar a ser muy agresivo y violento. Tiene un discurso seductor, incluso
para jueces, policías, profesionales, amigos y parientes. Impone el aislamiento social de su
entorno familiar, una vez que se ha cerrado el cerco se acrecienta el dominio sobre su víctima,
y no es casual que la mujer exprese que su casa se convierte en una verdadera "cárcel", se
asegura que ella no se irá reduciendo y controlando el manejo del dinero. Tiene cambios
súbitos e impredecibles de humor: en un momento está bien y rápidamente explota. Arroja y
rompe objetos: principalmente aquellos significativos para la mujer y los chicos (Por. ej. romper
los títulos profesionales y juguetes a los hijos/as).
Emplea tácticas de espionaje revisando los mensajes y llamadas del celular, la computadora y
el correo electrónico de la pareja. Usa el sexo como señal de poder.
Algunas características de personalidad del hombre violento incluyen:
• Baja autoestima: se sienten inseguros, tanto en el papel de hijos como en el de padre,
amante y/o esposo.
• Pensamiento mágico: proyectos irreales, faraónicos, muchos de los cuales terminan en
frustraciones.
• Expectativas irreales: esperan que sus esposas e hijos cumplan con sus deseos no
explicitados, tienen dificultades para verbalizar sus sentimientos, y luego están, como
ellos mismos, dicen "decepcionados".
• Dificultad para expresar sus sentimientos.
• Omnipotencia: "Lo digo yo y basta".
• Narcisismo.
• Obsesivo y controlador.
• Emocionalmente empobrecido y vulnerable.
• Gran capacidad de persuasión.
• Fondo depresivo: es frecuente que sufran estados depresivos enmascarados.
(*) mirandacarlos@psi.uba.ar
www.carlosmiranda.com.ar
ESTUDIOS CURSADOS:
Licenciado en Psicología Universidad de Buenos Aires 1980. -