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PLEURITIS
Etiología
Anatomía patológica
Síntomas y signos
Diagnóstico
La pleuritis se diagnostica con facilidad en presencia del típico dolor pleurítico. El roce
pleural se considera patognomónico. La pleuritis que produce un dolor abdominal
referido se distingue de los procesos inflamatorios agudos abdominales mediante
estudios radiológicos y datos clínicos que sugieren un proceso respiratorio; por la
ausencia de náuseas, vómitos y alteraciones de la función intestinal; el notable
agravamiento del dolor con la respiración profunda y la tos; la respiración superficial y
rápida, y la tendencia a que el dolor se alivie presionando sobre la pared torácica o el
abdomen. La neuritis intercostal se puede confundir con una pleuritis, aunque el dolor
no se relaciona habitualmente con la respiración y no se produce roce pleural. En la
neuritis herpética la erupción cutánea típica se considera diagnóstica. El IM, el
neumotórax espontáneo, la pericarditis y las lesiones de la pared torácica pueden
parecerse a la pleuritis. El roce pleural se puede confundir con el roce pericárdico de
una pericarditis, que se ausculta mejor sobre el margen izquierdo del esternón, en el
tercer y cuarto espacio intercostal, y que corresponde a un sonido de vaivén sincrónico
con el latido cardíaco y que no se modifica de forma significativa con la respiración.
Tratamiento
Se debe realizar un drenaje pulmonar adecuado para evitar las neumonías. Se debe
pedir al paciente que toma narcóticos que respire profundamente y tosa cuando el alivio
del dolor proporcionado por el fármaco sea máximo. Se debe valorar la administración
de antibióticos y broncodilatadores para el tratamiento de la bronquitis asociada.
DERRAME PLEURAL
Después del parto se pueden presentar en las primeras 24 h pequeños derrames, que
desaparecen con rapidez.
Los tumores metastásicos son la causa más frecuente de exudados en pacientes >60
años. El origen primario más frecuente es el pulmón, seguido de la mama, aunque
cualquier carcinoma puede metastatizar en pleura. La obstrucción linfática por
implantes pleurales del tumor es el principal mecanismo de formación del líquido. Los
derrames suelen ser grandes y producen disnea de esfuerzo; lo habitual es que sean
sanguinolentos o francamente hemáticos. Es posible diagnosticar la mayoría de los
derrames pleurales carcinomatosos mediante el análisis citológico del líquido, pero se
pueden necesitar hasta 3 muestras del mismo. La biopsia pleural es menos sensible
que la citología, aunque en ocasiones puede ser positiva en caso de citología negativa;
en los casos difíciles se deben realizar ambas técnicas.
El mesotelioma fibroso benigno es un tumor sólido poco frecuente que produce dolor
torácico, disnea, fiebre y osteoartropatía hipertrófica en el 50% de los pacientes. El
líquido es un exudado viscoso por la presencia de hialuronato. El diagnóstico y la
curación se consiguen mediante toracotomía y resección de la masa.
Los síntomas más frecuentes son dolor pleurítico y disnea, aunque muchos derrames
pleurales son asintomáticos y se descubren en el curso de una exploración física o en
una placa de tórax. La exploración física puede demostrar matidez a la percusión,
reducción de la movilidad del hemitórax, ausencia de frémito táctil y ausencia o
disminución de los sonidos respiratorios. A pesar de una extensa valoración
diagnóstica, la etiología del derrame no se puede establecer en un 20% de los casos.
La TC resulta útil para valorar la patología pulmonar asociada en los pacientes con
enfermedad pleural extensa. Debajo de un derrame pleural tabicado se puede
reconocer un absceso pulmonar, una neumonía o la sombra de un carcinoma
broncogénico. Se puede distinguir un absceso pulmonar de un empiema con fístula
broncopulmonar y con un nivel hidroaéreo. Las placas pleurales se diferencian
fácilmente de las lesiones parenquimatosas y las densidades pleurales del mesotelioma
se identifican con facilidad. Los derrames pleurales tabicados se observan con facilidad
en la TC. La RM no está indicada.
Siempre que no esté claro el diagnóstico de derrame pleural de tipo exudativo, se debe
realizar una biopsia con aguja de la pleura parietal con una aguja con gancho de Cope
o Abrams .Se pueden remitir varios fragmentos de tejido para estudio histológico y
microbiológico. La combinación de estudios microscópicos y cultivo del tejido pleural
consigue el diagnóstico en el 90% de los pacientes con derrame pleural por TBC. Sin
embargo, la citología repetida del derrame pleural resulta preferible a la biopsia en
casos de carcinomatosis pleural. En los casos dudosos se pueden obtener mayores
cantidades de tejido pleural a través de una pequeña incisión de toracotomía (biopsia
pleural abierta). Por ejemplo, suele resultar imposible realizar el diagnóstico de
mesotelioma pleural en el material de la biopsia por aguja y se necesita más tejido,
como el obtenido con una biopsia pleural abierta. Sustituir el líquido por aire y realizar
una biopsia asistida por vídeo se considera un procedimiento comparable. Sin embargo,
incluso con estos procedimientos más cruentos, la etiología del derrame pleural puede
seguir siendo desconocida.
Tratamiento
El empiema se trata con dosis altas de antibióticos parenterales y drenaje. Una o dos
aspiraciones con aguja diarias pueden ser suficientes en las colecciones pequeñas con
escaso pus, aunque generalmente son preferibles los sistemas de toracostomía con
tubo sellado con agua. Cuando la cavidad del empiema se reviste de una corteza o un
exudado gruesos y organizados, puede resultar necesario un drenaje abierto en
semanas o meses a través de una resección costal o de un tubo intercostal. Si el
pulmón se colapsa parcialmente por una corteza gruesa o si el empiema aparece
tabicado, la descorticación quirúrgica mediante toracotomía o VATS resulta la mejor
forma de expandir el pulmón y obliterar el espacio. La descorticación de un empiema
tabicado se debe realizar en las primeras 3 a 6 sem de la enfermedad. La cirugía puede
resultar necesaria en los casos de fístula broncopulmonar como complicación de un
empiema.
El tratamiento del derrame pleural debido a implantes pleurales malignos suele resultar
difícil. Generalmente el líquido se acumula de nuevo una vez drenado el tórax, sobre
todo si el tratamiento antineoplásico sistémico no ha resultado adecuado. Cuando se
reacumula el líquido, el tratamiento de elección es la pleurodesis: el pulmón se
reexpande mediante una toracostomía con tubo, seguida de la instilación de un agente
esclerosante, como talco libre de asbesto o doxiciclina, un derivado de la tetraciclina. El
resultado de este tratamiento es una intensa pleuritis que oblitera el espacio pleural e
impide la reacumulación del líquido.
En caso de hemotórax suele bastar con un drenaje con tubo sellado con agua, siempre
que se haya interrumpido la hemorragia. Se pueden instilar enzimas fibrinolíticas
(estreptocinasa-estreptodornasa o urocinasa) a través del tubo de drenaje intercostal
para lisar las adherencias fibrosas si el derrame se tabica, pero puede ser necesaria la
toracotomía con decorticación para volver a expandir el pulmón y obliterar el espacio
pleural.
NEUMOTÓRAX
Etiología y fisiopatología
Neumotórax inducido. Se puede emplear aire para sustituir al líquido antes de una
toracoscopia o, en menos casos, para visualizar mejor radiológicamente las masas o
estructuras intratorácicas.
Los síntomas van desde una alteración mínima a disnea grave, shock e insuficiencia
respiratoria con colapso circulatorio que comprometen la vida. En un principio se
produce dolor torácico agudo, con disnea y, en ocasiones, tos seca. El dolor se puede
referir al hombro correspondiente, atravesar el tórax o dirigirse hacia el abdomen y
puede recordar a un IM agudo o un abdomen agudo. Los síntomas suelen ser menos
intensos en los neumotórax de desarrollo lento y desaparecen generalmente cuando se
produce la adaptación a las alteraciones fisiológicas.
Una colección de aire pequeña puede no causar signos físicos detectables o sólo una
ligera disminución de los sonidos vocales o respiratorios. Un neumotórax de gran
tamaño o a tensión determina una reducción en la movilidad de la caja torácica del lado
afectado, timpanismo a la percusión y una disminución o ausencia de los frémitos
táctiles. Se puede detectar el desplazamiento del mediastino por el desplazamiento de
la matidez cardíaca y del latido apical hacia el lado contrario al afectado. Los sonidos
respiratorios están muy disminuidos o ausentes. La hipoxemia es mínima o falta en el
neumotórax espontáneo simple, pero puede ser grave y asociarse con hipercapnia en el
neumotórax complicado.
Pronóstico y tratamiento
En el neumotórax a tensión, la extracción rápida del aire puede salvar la vida del
paciente. Se puede extraer el aire sencillamente insertando una aguja de 19G o mayor
en el tórax unida a través de una llave de tres pasos con una jeringa grande. La aguja
se puede insertar por la parte anterior o lateral sobre una zona sin ruidos respiratorios y
con aumento del tono a la percusión. Si hay tiempo de realizar una radiografía, se
deben evitar los lugares en los que el pulmón esté unido a la pared torácica mediante
adherencias. El aire es extraído del espacio pleural a una jeringa y, de forma
alternativa, expulsado hacia la atmósfera. Esta maniobra se repite hasta que se pueda
colocar un tubo de toracostomía con el sistema de drenaje hermético adecuado.
También se puede emplear una válvula unidireccional unida a una sonda para extraer el
aire pleural.
Suele estar indicada la cirugía en los pacientes que han tenido dos neumotórax
espontáneos del mismo lado, siendo los procedimientos preferidos la toracotomía (en la
que se cosen o extirpan las bullas y se forman adherencias pleurales frotándola con
una gasa) o, en caso de enfermedad bullosa amplia, una pleurectomía parietal. Estos
procedimientos se pueden realizar mediante un toracoscopio asistido con vídeo.
Bibliografía
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Rivero S.O y Ponce de Leon H.M Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica Gaceta
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