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Dios ha dicho: “Yo restituiré”

Por Luis Mercedes Martínez, 1991

La Reforma, con su redescubrimiento de la fe, no introdujo ninguna restauración completa de las


cosas primeras de la Iglesia.
¡Lee Apocalipsis 3:2-3 y 2:4-5, lee Isaías 58:2 -12 y entiende!
Con estos conceptos claros en nuestra mente, pasemos a echar un vistazo a lo que he llamado:
Herencia del oscurantismo.
El siguiente es un pequeño resumen histórico, del legado perjudicial, que la edad del oscurantismo
o apostasía religiosa, anunciada por Pablo, antes de partir a Efeso, cuando dijo por el Espíritu.
Sé bien que después que yo parta se presentarán ante ustedes falsos maestros que, cual lobos rapaces, no
perdonarán la manada. Y algunos de ustedes mismos falsearán la verdad para arrastrar seguidores
(Hechos 20:29).
Palabras proféticas que fueron luego rectificadas por el Apóstol Pedro, antes de su muerte, cuando
escribe:
Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que
introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aún negarán al Señor que lo rescató, atrayendo
sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el
camino de la verdad será blasfemado.
(2 Pedro 2: 1-2)
Ya muy cerca de vislumbrarse el principio de la apostasía Judas, hermano del Señor,
posteriormente escribió su epístola, cuando las líneas entre la ortodoxia (verdadera fe) y la herejía
comenzaban a definirse esta breve explicación fue tomada de una introducción a la Epístola de
Judas, de la Biblia de Estudio Mundo Hispano; por tal razón, dicho apóstol habla en un tiempo
presente para sus lectores:
Amados por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido
necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido dada una vez a los
santos porque algunos han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para la
condenación, hombres impíos que convierten el libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el
único Soberano y a nuestro Señor Jesucristo. (Judas 3-4)
Sobre las advertencias de Judas acerca de las herejías doctrinales ya introducidas a partir del año
64 (?), hay que hacer una clara distensión entre la apostasía y los principios del misterio de la
iniquidad, que Pablo menciona en 2 Tesalonicenses 2: 1 a 7; hechos que sólo serían preludio de
las supresiones ( acción y efecto de suprimir = hacer cesar, quitar, extirpar, eliminar, restar
importancia, substraer, sinónimo de anular, borrar, omitir, pasar por alto), que luego con el tiempo
introduciría a la iglesia primitiva, la apostasía, o lo que es lo mismo, el sistema eclesiástico que
luego poco a poco fue preparando el terreno al papismo, a partir del año 312.

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Es necesario prestar suma atención a los hechos, con base a los documentos históricos de
varias fuentes que vamos a estar analizando, sobre los resultados perjudiciales, que para el buen
orden y crecimiento orgánico del cuerpo, dejo de percibir la iglesia, al dar paso a la apostasía
romano papista. Daño que a pesar del surgimiento de la Reforma, repito, no fue restituido como
en estos tiempos postreros del fin, Dios quiere restaurar de acuerdo con la promesa profética dada
Joel 1:1 al 20, Joel 2:1al 29 ¡Léelo! ¡Solo leyendo, usted mismo podrá recibir iluminación en el
entendimiento!
Dios está restaurando, devolviendo a la Iglesia su posición de organismo, más que de organización
entonces debemos estar anuentes, abiertos al camino divino. Por tanto, hagamos una breve
reseña de las costumbres de la iglesia que, durante dos siglos después de la ascensión de
Jesucristo, siguió practicando en la completa seguridad de estar obedeciendo al patrón divino
enseñado por él .Observemos detenidamente.
Durante los primeros dos siglos, las congregaciones cristianas primeras se reunían en las casas
familiares, puesto que no tenían edificios eclesiásticos, nunca (que se sepa) concibieron la idea de
reuniones en grandes templos, hasta el siglo segundo.
En el Nuevo Testamento, se hace mención de varias casas de reunión de la iglesia primitiva: En
Filipos (Hechos 16:13-15, verso 40).En Corinto (Hechos 18:7).En Roma (Rom. 16:5-14-15).En
Laodicea (COL.4:15).Estas iglesias caseras, fueron características del período
neotestamentario, hasta el siglo segundo.
En esas reuniones familiares, en medio de la comunidad, iba creciendo el número de los
creyentes en un ambiente de adoración participativa y la manifestación del poder divino en
pequeños y grandes núcleos de crecimiento, hasta que el sistema fue sustituido por la primera de
las introducciones humanas.

Primera Herencia:
Construcción de templos.

En Jerusalén en el año 326, Helena, la madre de Constantino, construyó la Iglesia de la


Natividad y la Monte de los Olivos. Siguiendo su ejemplo se construyeron otros templos en las
principales ciudades del Imperio. Esta política persistió bajo el gobierno de los emperadores
sucesores de Constantino. Construyeron fastuosos templos, algunos tenían el altar en el centro y
estaban edificados sobre una planta poligonal o casi redonda; pero la forma típica de los templos,
luego fue la basílica, término empleado para referirse, desde tiempos atrás, a los edificios públicos
o privados, que consistían principalmente en un gran salón, con dos o más filas de columnas. El
modelo que se tomó, para los templos que se construyeron en los siglos cuartos y siguientes,
constaba de tres partes: atrio cuadrangular, área rodeada de muros donde la nave principal,
separada de las naves laterales; hacia el fondo de la nave, cerca del santuario, se encontraba un
espacio reservado para el coro. A cada lado había dos púlpitos: uno para cada lectura; otro para el

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cantor principal, cuando se cantaban los salmos. No estoy queriendo dar a entender que debemos
abandonar los templos, ¡no!, sino que tenemos que recuperar las sanas y fructíferas reuniones en
los hogares pues en el pórtico del “templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a
Jesucristo” (Hechos 5:42)

Segunda Herencia:
Pérdida del gozo en la comunión o Santa Cena.

Desde los inicios, la iglesia cristiana acostumbraba el primer día de la semana” para partir el
pan”. La razón era que en ese día se conmemoraba la resurrección del Señor. Además de los
indicios que nos ofrece el Nuevo Testamento-y que son todos conocidos-sabemos acerca del
modo en que los antiguos cristianos celebraban la comunión, gracias a una serie de documentos
que han perdurado hasta nuestros días.
Los cristianos se reunían para celebrarla resurrección y hacerse partícipes de ella. En fecha
relativamente reciente, algunas iglesias protestantes han establecido la práctica de reunirse
para adorar los domingos, sin celebrar la comunión. La comunión era una celebración. El
tono característico del culto era el gozo y la gratitud más que el dolor o la comunión. Al
principio, la Comunión se celebraba en medio de una comida.
Cada cual traía lo que podía y, tras la comida común, se celebraban oraciones sobre el pan y
el vino.
A principios del Siglo segundo, sin embargo, y posiblemente debido a las persecuciones y a las
calumnias, que circulaban acerca de las fiestas de amor de los cristianos, se comenzó a celebrar
la Comunión de los santos sin la comida común. Pero siempre se mantuvo el espíritu de
celebración, de los primeros años. Necesitamos volver a regocijarnos por le hecho de celebrar no
la muerte sino la gloriosa resurrección de Jesucristo de entre los muertos, para mantener vigente
todo lo adquirido por su muerte de cruz. ¡Aleluya!

Tercera Herencia:
Descentralización de los miembros.

Hasta la época de Constantino el culto cristiano había sido relativamente sencillo. Al principio, los
cristianos se habían reunido para adorar en casas particulares; tras la conversión de Constantino,
el culto cristiano comenzó a sentir el influjo del protocolo imperial. Además se inicio la costumbre
de empezar el servicio, con una procesión. Para darle cuerpo a esta procesión, se desarrollaron los
coros; con resultado neto de que, a la larga, la congregación tuvo menos participación activa en

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el culto. Es muy importante observar a la luz de (1 Corintios 14: 26-31) la tónica divina en las
primeras reuniones antes de centralizar en el sacerdote (hoy los pastores) las reuniones.
¡Qué vibrantes de poder serían esos cultos!
En el año 1966 comencé a experimentar una nueva dimensión espiritual, mientras ejercía el
pastorado en la República Dominicana. Me encontraba una tarde haciendo la siesta a la 1:30 p.m.
cuando fui despertado por una llama insistente en la puerta. Con los ojos cargados de sueño me
levanté a abrir, mientras todavía me lo restregaba. En la puerta me encontré con el supervisor de
las Asambleas Iglesias Cristianas, organización con la que colaboré durante algún tiemp, que venía
acompañado de un pastor que contaba con 35 años de ministerio. Cuando vio mis ojos entornados,
sin siquiera conocerme, me dijo las siguientes palabras, que cambiaron el rumbo de mi vida en
Dios:

- El pastor que quiera experimentar éxito en su labor ministerial, debe privarse de siestas. En
lugar de dormir, ¡póngase a orar! Si tiene sueño, póngase de rodillas… póngase a orar,
duerma sobre las rodillas, si quiere.

Por demás está decir que me asusté. No tuve ánimo para justificar mi estado de cansancio. Los
invité a entrar y, desde esa hora hasta las 6 p.m., estuvo aquel anciano con rostro abrillantado por
una luz que nunca le había visto a nadie antes, dándome consejos sobre la oración.
De todo lo que me compartió, nunca olvidé el siguiente consejo:
- Usted es un hombre joven, necesita mucha experiencia, ser pastor es difícil sino pastorea
con Dios; nunca comience un servicio sin antes preguntarle a Dios lo que él desearía hacer
en su pueblo.

A partir de aquella tarde, me hice el hábito de estar en la casa de oración a las 6:45 p.m. para orar
por dirección divina:
“Señor, ¿qué quieres que hagamos esta noche en tu servicio?- le decía. Dirígeme, muéstrame,
indícame tú lo que más te agradaría hacer”. Al cabo de tres meses de establecerlo como un hábito
saludable, Dios conoció mi constancia, mi perseverancia en buscar su rostro.

Una inolvidable noche, eran las 7:10 p.m. del mes de agosto de 196, percibí su voz cuando me
decía muy suave y dulcemente: “Esta noche quiero alabanza, quiero que mi pueblo me alabe”.
Entonces le pregunté: “¿Quién debe dirigir la alabanza, Señor. Debo hacerlo yo o pongo a otra
persona?. Le oí decirme de nuevo: “Quiero que pongas a mi hija Virginia” – se trataba de una
hermana muy sencilla, pero una mujer de oración y muy servicial. Cuando la Hermana Virginia
llegó a ala congragación, estábamos orando de rodillas (hábito bien arraigado entre nosotros). Me
puse de pie fui a su encuentro y le dije:

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—Hermana Virginia, diríjanos en la alabanza, esta noche. Al oír estas palabras, se sujetó los
brazos y me dijo:
—Ay, hermano pastor, mire como me pongo, —y añadió— ya el Señor me lo había dicho esta
tarde cuando estaba limpiando la cocina, después del almuerzo, oí una voz que me dijo: "Vas a
dirigir a mi pueblo en la alabanza".
Comenzamos a alabar a Dios en una dimensión diferente y, desde esa noche, nuestros servicios
de culto jamás volvieron a ser los mismos. Cada noche fui dirigido hacia una nueva, excitante e
inspiradora ministración en el Espíritu, dentro de los parámetros del Dueño de la Iglesia.
Una noche me decía: "Esta noche quiero testimonios". Iniciábamos el servicio en oración, lo cual
hacíamos durante una hora u hora y media, a veces dos horas; luego ponía a los hermanos a
compartir testimonios frescos. Otras noches me decía: ''Quiero oración, tu vas a dirigirla".
Orábamos durante tres horas, sin cesar; recogíamos la ofrenda y luego, a casa, todos con alegría;
cada uno iba renovado en su vida interior, lo cual se manifestaba en una vida de gozo y fraternidad
en la comunión. ¡Oh, gloria a Dios! ¡Cómo satisface pastorear en Dios!
Nunca olvidaré la noche en que el Señor me habló, tonificándome: "Esta noche te voy a dar un
culto primitivo". ¿Me creería si le dijera que me dejó en el aire? ¿Culto primitivo? ¿Qué me querrá
decir el Señor con esto? De algo estaba seguro, por primera vez en mi vida ministerial llegué al
templo físico con una expectativa que no había experimentado antes. ¡Culto primitivo! ¿Cómo
debía realizarse? ¿Cuál era nuestra participación en el asunto? ¿Cuál era la parte de Dios?
¡Expectación! Di al pueblo el anuncio de Dios desde el pulpito. Vamos a orar, hermanos —les dije.
Dios me ha dicho que esta noche nos va a dar un culto primitivo. Comenzamos todos a orar, como
de costumbre, con ardor, con energía divina, pero a la vez con un sentimiento de asombro ante lo
desconocido. Hasta que llegó un momento en que nos sobrecogió a todos un silencio santo,
profundo, reverente, inusual, fuera de lo normal. De pronto, se levantó de la última banca un
hermano muy callado, poco comunicativo por su timidez. Pasó al frente con la Biblia abierta —no
me sentí en ánimo de preguntarle nada. Se paró frente a la congregación y... ¡comenzó a hablar en
lenguas! Al principio lo encontré casi normal, porque pensé en mi interior: "Está muy ungido Rafael
hoy". Pero, pasados unos segundos, casi eternos, él seguía hablando en lenguas sin emitir una
sola palabra en castellano. Fue entonces cuando comenzó mi hombre carnal a razonar: "¡Ah, no!
Esto está fuera de orden". Pero el hermano Rafael continuaba hablando en lenguas y no sentía li-
bertad para impedírselo. ¡De pronto, cesó de hablar en lenguas! Tal como había comenzado a
hablar, de improviso terminó. De inmediato se oyó la voz de una varona:
—Ciertamente, como dice Mi palabra Yo Soy el Señor vuestro pastor y nada os faltará; en lugares
de delicados pastos os haré descansar; junto a aguas de reposo os pastorearé. Confortaré
vuestras almas; os guiaré por sendas de justicia por amor del nombre de mi Padre. Aunque andéis
en valle de sombra de muerte no debéis temer mal alguno, porque Yo estaré con vosotros;
prepararé mesa delante de vosotros en presencia de los que os angustian; ungidas están vuestras
cabezas con aceite, vuestros espíritus como copa están rebosando.

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Ciertamente el bien y la misericordia os seguirán todos los días de vuestra vida en Mi Presencia y
en la casa de Mi Padre morarán por largos días.
Cuando la hermana terminó de interpretar las lenguas, sentí decirle al hermano Rafael:
— ¿Tiene algo que decirnos hermano Rafael?
Rápidamente, nos dijo:
—Ese fue el salmo que me dijeron que leyera. Mientras oraba, oí la voz del Señor que me dijo:
"Levántate, lee el salmo 23" —Solo eso nos dijo y se sentó.
¡Él se paró a leer en obediencia, y todo lo leyó en lenguas celestiales, dirigido por el Espíritu Santo!
La hermana mencionada anteriormente, ¡recibió interpretación del Salmo 23 leído en lenguas! El
ambiente de reverencia sobrenatural continuaba. De pronto, en medio del silencio santo, una
anciana muy calladita, pero de constante oración, comenzó a cantar en lenguas. Nadie se movía,
nadie abría los ojos, cuando ella guardó silencio. En el otro extremo se oyó otra voz femenina, pero
más joven, que cantaba en castellano, pero con la misma música del cántico de la anciana.
¡Mensaje cantado con interpretación! Alabanza espontánea se derramó sobre la congregación. Yo
seguía de pie tras el pulpito... ¡sin poder hablar! Sólo escuchaba y observaba todo lo que sucedía.

Un hermano se puso de pie y me dijo:


—Oremos por la hermana Margot, estoy viendo un problema de desgaste en su columna. Puedo
ver claramente el interior de su cuerpo.
La hermana se levantó, llorando, y comenzó a doblarse sin que se lo pidieran. ¡Milagro creativo de
calcio, en los discos de su columna, en ciencia revelada! En ese momento, ya todo me resultaba
claro, podía entender 1 Corintios 14:26. Se paró un hombre sencillo, abrió su Biblia en Colosenses
3 y comenzó a hablarnos, sin pedírselo, de lo que había entendido mientras adoraba al Señor, en
su asiento. ¡Doctrina del Espíritu que se acomodaba al entendimiento de los espirituales! ¡Culto
primitivo, según Dios lo prometió!
¿Cómo podrían\os pedir restauración de lo que no hemos experimentado antes? Dios ha dicho que
va a restituir todo lo que desapareció de la Iglesia, y su Palabra es verdadera. Volvámonos
receptivos a su Espíritu de restauración, dejémonos envolver por sus vientos refrescantes de
renovación divina para que en El hagamos proezas. ¡Aleluya!

Es necesario entender que en cada una de nuestras reuniones debemos contar con un programa
previamente establecido, para no caer en el extremo de ''dejárselo todo al Espíritu". Sin embargo,
siempre debemos mantener en nuestro espíritu la sensibilidad que nos permita distinguir la
dirección divina.

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Cuarta herencia:
Anulación de los ministros sencillos de la Palabra

El enorme crecimiento numérico de la iglesia durante los primeros siglos, nos lleva a preguntarnos
¿qué métodos misioneros empleó la Iglesia en su expansión? La respuesta puede sorprendernos
ya que la iglesia de los primeros siglos no conocía los cultos evangelísticos, que se han hecho tan
comunes en los últimos dos siglos. Por tanto, el evangelismo no tenía lugar en las iglesias, sino,
como indica Celso en las cocinas, los talleres y los mercados. En la mayoría de los casos,
fueron los cristianos anónimos quienes, mediante su testimonio, abrieron el camino a la conversión
de otras personas. También puede sorprendernos el hecho de que, aparte del Nuevo Testamento,
son escasísimos los datos que tenemos, acerca de misioneros al estilo de Pablo o Bernabé. Al
parecer, la enorme difusión geográfica del cristianismo no se debió tanto a la labor de misioneros
profesionales, ya que eran muchos los cristianos que viajaban por diversas zonas y que iban
llevando su fe de un lugar a otro.
También sabemos de muchísimos casos en los que la firmeza y el gozo, que los cristianos
manifestaban en medio del martirio, sirvió para atraer a otros a la nueva fe. Y al menos en e caso
de Gregorio Taumaturgo, buena parte de las conversiones, se debió a los milagros de los
cristianos. Se dice que cuan do Gregorio asumió el obispado, de la iglesia de Neocesarea, había
17 cristianos en la ciudad, y a su muerte sólo quedaban 1 paganos.
En los párrafos anteriores a la mención de Gregorio, heme citado las palabras del pagano Celso,
que acusaba a los cristianos de ser gentes ignorantes, cuya propaganda tenía lugar, r en las
escuelas ni en los foros, sino en las cocinas, talleres y le talabarterías. Desde el punto de vista de
los paganos cuite tales como Tácito, Cornelio Frontón y Marco Aurelio, los cristianos eran una
gentuza despreciable, sin educación ni cultura.
Lo mismo es cierto a través de los primeros siglos de la vida de la iglesia. Hoy se ha centralizado,
profesionalizado, intelectualizado tanto el llamamiento ministerial que, reuniendo a todos los
ministros, se podría establecer una universidad del saber filosófico, psicológico y pedagógico...
¡pero vacío de poder! Hoy se gira alrededor de la labor pastoral. Introduzco aquí un comentario
del hermano pastor Amoldo Canclini:

"La labor pastoral" al margen de la predicación, la administración, etc. eso implica la atención de
los problema personales, la visitación, el ministerio del consuelo y la orientación, etc. jamás se nos
ocurriría decir que un obrero cristiano no tiene que ocuparse de eso porque el Nuevo Testamento
lo manda a todo cristiano! Naturalmente el pastor debe dar ejemplo, pero ha sido una muy mala
práctica heredada del falso concepto sacerdotal católico, lo que hemos dejado que perdure en
nuestro pueblo, que ha perdido así el placer de la comunión y el servicio fraternal.

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Si estamos viviendo épocas de restauración, tenemos que aceptar el hecho que Dios está
devolviendo la manifestación ungida a través de todo el resto de los creyentes, sin restar im-
portancia a los ministerios que han brillado por años.
Estuve de visita en Puntarenas, Costa Rica, en el lugar llamado Costa de Pájaro, donde pastorea
el siervo de Dios Carlos Navarro, de la Iglesia de Dios del Evangelio Completo. Mientras
platicábamos, él me comunicó la inquietud que le provocaban varias experiencias que — según me
dijo, no se había atrevido a comentar a nadie— no entendía. Una de ellas me llamó
poderosamente la atención y, con el permiso de él, la comparto a continuación; El hermano
Navarro me decía:
—Hermano Luis, he sentido compartirle esto a usted: Yo veía un barco, tipo crucero, bien
resplandeciente. En la cubierta del mismo estaban varios hombres de Dios; entre ellos pude ver a
Yiye Avila, T. L. Osborn, Oral Roberts, Billy Graham, etc. De pronto, el barco empezó a hundirse y
yo le comencé a decir al Señor: "Señor, pero ¿por qué se hunde, si son tus siervos? ¿Por qué? No
entiendo". Entonces oí la voz del Señor que me decía: "Es necesario que suceda así. Ellos deben
menguar en su proyección y están menguando porque yo voy a levantar una generación nueva,
que será utilizada con más poder que ellos". ¡Aleluya!
Indudablemente, estamos a las puertas de un poderoso despertamiento espiritual que provocará
que el pueblo que conoce a su Dios se esfuerce y actúe en el poder de su Espíritu.
En el año 1969 me fue compartida una visión que no he podido olvidar... Le fue dada a una sierva
de Dios con vasta experiencia ministerial; en la misma, narra ella que mientras oraba, veía a un
joven parado en una acera en actitud de espera...
En su visión, este joven comenzó a cantar el himno ¡Cuán grande es El! En un determinado
momento, ella vio que descendió una unción muy especial sobre él, quien cerró los ojos. Al abrirlos
de nuevo, se sorprendió al observar a su alrededor una gran multitud de personas arrodilladas,
quebrantadas por el poder de Dios. En ese instante, escuchó la voz del Señor que le decía: "Esto
es lo que voy a hacer pronto, voy a levantar a mis pimpollos, no habrá montaña, ni lugar, que no
sea testigo de mi visitación y una vez más estremeceré la tierra con mi poder".
Ciertamente esta es la hora de Dios, es la hora de la manifestación de "toda carne" redimida y en
disposición de servicio.
Alabamos a Dios por haberse servido de hombres tan santos, aguerridos, esforzados y humildes,
que fueron levantados para una época determinada. Pero estamos conscientes de que la presente
generación/necesita ser alcanzada por hombres y mujeres de esta generación y para esta
generación, más conscientes de la hora actual que va a ser saturada de una manifestación de
ciencia, actualizada en el conocimiento de la gloria de Cristo por el Espíritu de Revelación.
Revelación que provocará el mover del Cuerpo de Cristo de una región a otra. Revelación que
cada vez hará que la iglesia actúe como ejército de redención, ejército de restauración, ejército de
manifestación de la gloria postrera. Porque esta es la hora de todos los "sin nombre". Esta es la

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hora de la manifestación del Cuerpo de Cristo en la que todos los que se dispongan serán
honrados en todo el mundo.

Quinta herencia:

Exclusión de las mujeres del ministerio de la predicación.

El lugar de las mujeres en la jerarquía eclesiástica, ha sido mal interpretado, puesto que en el siglo
segundo, todos los oficiales de esa jerarquía eran varones, se han pensado que lo mismo, fue
cierto, en la Iglesia Primitiva; pero el Nuevo Testamento, nos da a entender otra cosa. Felipe tenía
cuatro hijas doncellas que "profetizaban", Febe era diaconisa en Cencrea y Junias, se cuenta entre
los apóstoles. Lo que sucedió: durante el siglo segundo, en sus esfuerzos por evitar toda doctrina
falsa, la iglesia centralizó su autoridad, y las mujeres quedaron excluidas del ministerio de la
predicación, pero todavía a principios del siglo II, Plinío le dice a Trajano que ha hecho
torturar a dos "ministras" de la iglesia cristiana.
Al estudiar el lugar de las mujeres en la Iglesia Primitiva, no debemos dejar de mencionar el papel
importantísimo de las viudas; ya en el Libro de los Hechos encontramos que la iglesia primitiva se
ocupaba de sustentar a las viudas que había en su seno; de no hacerlo así, tales viudas quedarían
desamparadas, y sus únicos recursos serían, irse a vivir con alguno de sus hijos, o casarse de
nuevo. En cualquiera de estos casos, si el hijo o el nuevo esposo no eran cristianos, la viuda se
vería limitada en su vida religiosa. Pronto se le dieron a estas viudas responsabilidades dentro de
la Iglesia.
Ya hemos mencionado, a la viuda Felicidad, cuya labor despertó la animadversión cié los paganos
y la llevó al martirio. Otras se dedicaron a la instrucción de los catecúmenos (del griego
Katekhoumenos que significa "el que es instruido"), como resultado de todo esto, el título de viuda
llegó a referirse, no tanto al estado civil de la mujer en cuestión, como a su función, dentro de
la comunidad cristiana. Antes de terminar el siglo I, ya había mujeres solteras, que decidían
no casarse y dedicarse por entero a estas funciones. Es entonces, que empiezan a aparecer
en los textos frases como las viudas y vírgenes y, aun, las vírgenes que son llamadas viudas.
Con el tiempo, esto daría origen al monaquismo femenino, que fue anterior al masculino.
Conociendo todo esto, y tanto más que falta averiguar, debemos sacar la conclusión de que mucho
de lo que practicamos hoy, no lo practicamos bajo el mismo patrón ni con la misma fidelidad, con
que fue dado por el Señor a los apóstoles; por eso me atrevo a decir, con sobrada razón, que ni
siquiera la Reforma promovida trece siglos después, nos devolvió la doctrina pura, con su completa
ministración espiritual. La Reforma dio paso a la estructura de orden dogmático, sincero pero no
completo, sino progresivo; no orgánico, sino denominacional. No de corte humano sujeto a lo
divino, sino de orden humano tratando de establecer normas a raíz de la iluminación, nunca una
revelación (y si lo fue, perdió su esencia por los dogmas y métodos humanos) y podríamos

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entonces decir que lo humano ahogó lo divino, como dice el hermano Ray H. Hughes, 'La Reforma
es un redescubrimiento de lo fundamental. La Reforma no introduce nuevas creencias, solo
procura purificar creencias (en lo doctrinal en esa época de 1517), contemporáneas, a la luz de
los principios históricos y bíblicos". Necesitamos convocar a ayunos congregacionales, provocar
que en el espacio que separa la entrada y el altar los ministros del Señor lloremos pidiendo que la
iglesia recupere su esplendor divino. Porque es importante que reconozcamos que pese a su
importancia en el programa de Dios, la Reforma, no introdujo restauración de aspectos prácticos,
experimentados por la Iglesia Primitiva; tampoco restituyó principios de metodología apostólica,
como el discipulado, para el crecimiento y desarrollo de orden Cristológico. A raíz de eso, no
olvidemos que el evangelio se revela a través de la justicia de Dios, por fe y para fe (Rom. 1:7),
como no debíamos quedarnos en el luteranismo, tampoco en el calvinismo, mucho menos en el
wensleya-nismo, pero tampoco en el pentecostalismo tradicional, que depende de solo brincos y
ruidos; sino que debemos seguir adelante, a la madurez espiritual, hasta que Dios nos permita
adquirir la medida o edad adulta y la capacidad o estatura capaz (emocional y espiritualmente), de
administrar la plenitud de la vida de Cristo, en nosotros. Somos los obreros de la undécima hora
de mateo 20 ¡léalo! estamos llamados a devolver a la iglesia la unidad, poder, crecimiento y
desarrollo, que Cristo impartió, a través de los apóstoles, a la iglesia primitiva. Nosotros, los
obreros de la undécima hora, debemos tornar a los hijos (iglesia) al corazón de los padres
(apóstoles) (Malaquías 4:5,6; Lucas 1:17. Observe que Juan Bautista sólo volvió el corazón de los
padres hacia los hijos. Nosotros, como ministros, como llamas de fuego, debemos ser iguales a
Juan el Bautista, tornar a los hijos hacia los padres (tiempos apostólicos). Hoy en día oigo a
muchos que dicen: "Ya no somos más la iglesia primitiva... ¡Hemos crecido!" Pero yo pregunto:
¿Hemos madurado espiritual y emocionalmente para considerarnos unos a otros? Dios
espera de nosotros que en una hora de trabajo —espiritualmente hablando—, realicemos la
labor de complemento y restauración, de todas las cosas perdidas, debido a la apostasía y
oscurantismo del siglo tercero; que en once horas —de nuevo, en sentido espiritual — no se ha
podido recuperar.
Meditemos Mateo 20, Malaquías 4:5-6, Joel 1 y 2 ¡Léalos por favor!, mucho podemos aprender
de estos textos, no nos opongamos al Espíritu Santo; dejémosle que nos revele todo el poderoso
consejo de Dios y que el Señor nos dé entendimiento en todo, para que levantemos y llevemos'
adelante, por nuestra disposición de crecer en humildad, la obra de Dios. No olvide que aunque el
Espíritu Santo dio crecimiento a la Iglesia Primitiva, lo que se escribió fue el Libro de los Hechos de
los Apóstoles, como una evidencia de la sensibilidad espiritual que ellos demostraron ante el mover
del Espíritu Santo sobre sus vidas. Lea Hechos 8:45; 9:10-17; 10:9-20; 13:2-3-4; 16:6-10; v
15:22 (con especialidad el verso 28) y Hechos 18:9-10.
Lea estos textos sagrados y deje que Dios le permita ver su necesidad de guianza, revelación
y cambios en su estructura religiosa — excepto en lo doctrinal — (Jeremías 13:15). El que tiene

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ojos espirituales vea, por ciencia divina, mientras lee, y oiga con el oído espiritual lo que Cristo, por
su Espíritu, quiere decirle.

Bibliografía:

Mercedes Martínez, Luis, Dios ha dicho: “Yo restituiré”. Pág. 32-45. 1991.

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