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Los cinco sentidos

del empresario del siglo XXI

Por SERGIO RAIMOND-KEDILHAC NAVARRO

Resumen: Se comentan los “sentidos” Palabras clave: persona humana,


que debe cultivar el director de responsabilidad, valores, desarrollo de
empresa al hacer negocios: sentido los sentidos, hacer negocios, visión
común, responsabilidad, sentido de social, desempleo, compromiso, valor
urgencia, sentido trascendente de la agregado, creación de riqueza, sentido
vida, sentido del humor. del humor, servicio.

TIEMPO DE LECTURA: 4 min.

Contenido

► Sentido común
► Sentido de responsabilidad
► Sentido social
► Sentido de urgencia
► Sentido trascendente de la vida
► El misterioso sexto sentido...
► En resumen

C
uando alguien desempeña intensamente una actividad, llevada al
límite de su capacidad, por ejemplo un atleta olímpico, concentra al
máximo sus cinco sentidos para que el resultado llegue a la
excelencia.

De modo similar, el director de empresa actual requiere entrenarse, para


desarrollar los sentidos. Pero más que los cinco sentidos físicos, requiere de
otros más profundos que le ayuden a percibir el mundo que le rodea,
llegar a la verdad de las cosas y de la persona humana. Debe encontrar
mejores modos para que el avance de la ciencia y la técnica estén en mayor
medida al servicio del ser humano.

A los hombres-vértice que trabajan en la empresa y en la política les


corresponde, en lo material, la enorme responsabilidad de dirigir la
actividad que crea riqueza económica. Además de que, cada día, esa
riqueza alcance a más personas de modo que todos tengan acceso a ella; y
que sea tanto para las generaciones presentes, como para las futuras.

Por el lado de los valores no materiales –libertad, justicia, solidaridad...- les


corresponde crear las condiciones propicias para conservar y practicar los

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valores humanos que apoyan la dignidad de la persona, principalmente en
el ámbito del trabajo y los negocios.

Repasemos brevemente los cinco sentidos del director del siglo XXI.

Sentido común

Cada día son más los empresarios que, afortunadamente, aplican el sentido
común a los negocios. Por ejemplo, en las últimas tres décadas han
proliferado las franquicias como modo de hacer negocio. Las que crecen en
número más rápidamente que otras, y se extienden por todo el mundo, son
aquellas que están estructuradas para dejar satisfechos, tanto al
empresario que se une a la franquicia, como al cliente final. Buscan
claramente establecer un juego “ganar-ganar”. Si quien adquiere la
franquicia está satisfecho, la recomendará a amigos y conocidos, para que
también la adopten. Ahí está la clave de su rápida difusión.

En los negocios hay pocos hombres con visión –los llamados visionarios-
que son capaces de ver oportunidades de negocio donde otros sólo
encuentran problemas, ésos son los verdaderos entrepeneurs, que se
anticipan a los demás, están abiertos al conocimiento –es ahí donde
tenemos mucho que aportar las escuelas de negocios-. Otros más aprenden
por Shock, enfrentando las crisis, tan comunes en la última década, y son
capaces de adaptarse. Otros más, ni por shock aprenden.

Las escuelas de negocios estamos llamadas a agudizar el sentido común de


los directores de empresa, que consiste en ayudarles a entender su propia
realidad sobre las cosas y sobre el espíritu humano, y realizar negocios
buscando la armonía. A veces, al comunicar lo hecho por otros, otras
provocándoles pedagógicamente el shock. Deben aprender a ganar
sirviendo y servir ganando.

Sentido de responsabilidad

Al emprender un negocio se busca, cada vez más como primer requisito, a


personas confiables. La confianza se gana poco a poco, a base de mucha
responsabilidad: servicio, puntualidad, calidad, atención, interés por los
demás, cumplir la palabra empeñada y ser justos. En los negocios
mundiales, que se realizan a distancia, es preciso buscar personas de
confianza y uno mismo ser confiable. Eso se logra con alto sentido de
responsabilidad, siendo justo, coherente y tenaz en el transcurso del
tiempo.

Además, la mujer y el hombre de empresa no sólo son responsables por el


impacto directo de sus decisiones y su actuación hacia los objetivos
buscando, sino también por el impacto secundario derivado de las mismas;
las “externalidades”, negativas y positivas de la empresa, como la
contaminación y el modo ético al proceder –ellos y todo los de su
organización- en los negocios.

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Un tercer campo de responsabilidad donde las escuelas de negocios
podemos y debemos formar a los directores del futuro (además de
animarles a ser individuos dignos de confianza y medir los efectos
secundarios de sus acciones), es hacerlos más conscientes de las
consecuencias de sus omisiones. Por ejemplo, jugar golf no es malo, el
hombre de negocios debe descansar, cuidar la salud y ser sociable. Pero
tiene la obligación de ponderar en cada momento, en conciencia, si está
dedicando ese tiempo a lo que debe, considerando todo en armonía:
trabajo, familia, relaciones.

Debemos enseñar a nuestros alumnos y participantes a ser más


responsables de sus acciones directas y deliberadas, sus efectos
secundarios y sus omisiones. El empresario se va haciendo verdaderamente
profesional y competente sólo en la medida que estudia y se prepara
seriamente en sus responsabilidades. Podemos ayudarles a hacer realidad la
máxima: haz lo que debes, y está en lo que haces.

Sentido social

Body Shop es una empresa dedicada a productos de belleza y tocador,


desarrollada los últimos años, que cuenta con tiendas en todo el mundo. Se
caracteriza por producir, distribuir y vender productos que, en su proceso
total, sean ecológicos, sus desechos biodegadables y, en la medida de lo
posible, manufacturados por mujeres extremadamente pobres sin importar
dónde viven, desde Bangladesh hasta el Mezquital, en Hidalgo, México.

Al cuestionársele a Anita, su fundadora, que una producción con esas


características sería ineficiente por sus costos más altos que lo común en el
ramo, ella contestó algo impactante: “Efectivamente mis productos son más
caros que la mayoría de artículos similares en el mercado, pero la gente que
los compra sabe por qué y le aseguro que lo paga con gusto. No todo en la
vida es tratar de pagar precios bajos, cada día hay más gente que busca
mejor calidad de vida no sólo para sí, sino para los demás: ésos son mis
clientes”.

La última década se ha caracterizado por una crisis laboral generalizada


en casi todas las regiones del mundo, inclusive en los países desarrollados.
Éste es, en la actualidad, uno de los problemas sociales más graves.
Naciones como Alemania, Gran Bretaña, Francia, Italia y España, por
mencionar algunas, han sufrido una grave situación de desocupación.

Independientemente de cuál sea la causa para deprimir las nóminas, se


están experimentando una serie de medidas orientadas a reducir el impacto
social del desempleo abierto. El ejemplo al que quiero referirme, fue la
medida adoptada por la Volkswagen mundial quien anunció en Ginebra, el
28 de marzo de 1994, un proyecto de cuatro días laborales a la semana,
concebido para evitar los despidos masivos de obreros; ellos aceptaron una
reducción proporcional en su ingreso. Reducir temporalmente el ingreso de
todos los trabajadores –en mayor proporción en los niveles altos- en vez de
reducir el número de empleados de amplios sectores de población, causa
menor daño social.

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Ésta fue una medida creativa de solidaridad social, que sirvió de ejemplo
y permitió que en México, al mes siguiente, se adoptara una medida similar
en la Planta Nissan de Cuernavaca, México que pasaba por una crisis
parecida. En vez de despedir gente masivamente, bajaron la jornada
laboral. Si una empresa líder mundial no hubiera tomado esa medida, otras
empresas hubieran afirmado que era imposible adoptar una medida así,
simplemente porque nadie lo había hecho.

Las escuelas de negocios debemos agudizar el sentido social de nuestros


alumnos. Tener más en cuenta a los desempleados y marginados con
medidas creativas y mucho esfuerzo. Sobre todo en países como los
latinoamericanos donde el 25% de la población viven en la miseria.

Sentido de urgencia

¿Qué prisa hay por hacer negocios y desarrollarlos con sentido social?
Sabemos que las mujeres y los hombres de empresa son como el rey
Midas, ese personaje con capacidad para convertir todo en oro. Un joven
talentoso sin experiencia previa encontrará mayor dificultad para desarrollar
un nuevo proyecto, que un empresario con cinco o diez negocios en
marcha. Una viuda con dinero es capaz de hacer un buen negocio: no por
viuda, aunque tal vez sí por empresaria, y es aun mejor que cualquier
hombre por intuición.

El hombre de empresa cuenta con un talento que otros no poseen y por


eso tiene mayor obligación moral de hacer más. Y es que un negocio jala
otros negocios. Quien tiene varias empresas está en mejor posición de abrir
nuevas empresas que cualquier persona con otra actividad, por muchas
razones. Quien es propietario de un restaurante puede abrir fácilmente
otro; quien tiene cien, puede abrir rápidamente otros cincuenta y así
sucesivamente. Ésos son los talentos del director de empresa: saber crear
organizaciones que generen valor agregado.

Las graves carencias de empleo en el mundo y los elevados índices de


pobreza se deben, sólo en una parte muy reducida, a la explotación del
hombre por el hombre; menos de lo que se piensa. Su causa primordial es
que en la mayoría de los países, los empresarios y los gobiernos no han
sido capaces de ponerse de acuerdo para llevar a cabo una labor conjunta y
abierta que propicie la creación de empresas al ritmo requerido. Esto tiene
que ver más con un espíritu de egoísmo y avaricia que con la capacidad
técnica y competencia profesional para hacerlo. He escuchado,
afortunadamente no muchas veces, frases como las siguientes: “Si no soy
yo quien mande y controle la nueva empresa, entonces mejor que nadie lo
haga”, “Puedo hacer un nuevo negocio pero no tengo tiempo para
desarrollarlo, así que prefiero esperar, no sea que otro lo haga por su
cuenta y me deje fuera”. Éstos son los dos pensamientos de muchos
hombres líderes que frenan, a nivel mundial, la creación de la riqueza
necesaria para todos.

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Necesitamos enseñar a los nuevos directores de empresa a ser generosos
y magnánimos para emprender nuevas aventuras y compartir, estar
dispuestos a admitir que exista gente que gane más dinero que ellos, y
permitir y propiciar que otros hagan. Eso desencadenará la creación de
nuevos negocios.

Sentido trascendente de la vida

¿No estaremos exigiendo mucho a los directores de empresa, cuando


recomendamos que vivan los cuatro sentidos señalados? Ciertamente es
una meta demasiado alta para algunos, porque exige gran esfuerzo y
desprendimiento para servir a los demás sin medida.

Pero hay algo que permite que esto sea posible: cuando cada director
descubre, como persona, que tiene una misión trascendente en esta
vida; cuando actúa con total libertad porque está llamado a la perfección
humana y profesional sirviendo a los demás; cuando admite que debe vivir
unos principios éticos que provienen de una ley moral objetiva que Dios ha
impreso en su conciencia –y tiene obligación de formar bien- para aplicar
esa ley a cada circunstancia particular de su vida.

Recordemos que quien no vive como piensa, termina pensando como vive.
El director de empresa debe ser una persona de profundas convicciones,
que practique e influya con ellas. Todo mundo tiene puestos los ojos en los
directores de empresa: son un ejemplo.

El misterioso sexto sentido...

Hay un sexto sentido que facilita el desarrollo armónico de todos los


demás. Caracteriza a las personas inteligentes (un director de empresa
suponemos que lo es). Este sentido vuelve sencillo lo arduo; lo difícil lo
hace fácil; lo tenso lo toma ligero; y permite que mejoren las relaciones
entre las personas, facilitando enormemente la convivencia. Me refiero al
sentido del humor. Los grandes hombres tienen muy desarrollado ese
sentido.

El mundo del siglo XXI presenta grandes retos para las mujeres y hombres
de empresa. Enfrentándolo de modo amable, se aprende mejor.

Al practicar estos seis sentidos, los negocios –y su gente- pueden mejorar


mucho en el futuro.

En resumen

Los seis indispensables sentidos internos

• Sentido común. Permite “ver” oportunidades donde otros sólo


encuentran problemas; se anticipa a los demás, está abierto al

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conocimiento; ayuda a entender la realidad sobre las cosas y sobre el
espíritu humano, y realizar negocios buscando la armonía.

• Sentido de responsabilidad. La confianza se gana poco a poco, a base


de mucha responsabilidad: servicio, puntualidad, calidad, atención,
interés por los demás, cumplir la palabra empeñada y ser justos.

• Sentido social. Tener más en cuenta a los desempleados y marginados


con medidas creativas y mucho esfuerzo. Sobre todo en países como los
latinoamericanos donde el 25% de la población vive en la miseria.

• Sentido de urgencia. El hombre de empresa cuenta con un talento que


otros no poseen y por eso tiene mayor obligación moral. Las graves
carencias de empleo en el mundo y los elevados índices de pobreza
tienen que ver más con un espíritu de egoísmo y avaricia que con la
capacidad técnica y competencia profesional para hacerlo.

• Sentido trascendente de la vida. Cuando se descubre, a nivel


personal, una misión trascendente en esta vida, se actúa con una
libertad llamada a la perfección humana y profesional; se admiten y
aplican principios éticos que provienen de una ley moral objetiva.

• El sentido del humor. Vuelve sencillo lo arduo; lo difícil lo hace fácil; lo


tenso lo torna ligero; y permite que mejoren las relaciones entre las
personas, facilitando enormemente la convivencia. Enfrentando los retos
de modo amable, se aprende mejor.

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