Vous êtes sur la page 1sur 6

UNA BREVE REFLEXION

(inka.amaru)

“En mi mundo, las personas son comunidad. No


tienen comunidad, no pertenecen a ella. Son
comunidad. […] No tiene nada que ver con poseer
o ser propietario de…Nosotros tenemos
responsabilidad sobre este pedazo de universo que
heredamos de nuestros ancestros. Es nuestra
obligación cuidar este pedazo. Entonces ahí esta
noción [propiedad individual] no tiene sentido”
Gustavo Esteva

En el desarrollo de este escrito buscaré presentar un breve acercamiento al tema de


desarrollo comunitario e intervención social, desde mi labor profesional como
Trabajadora Social; teniendo en cuenta preguntas como: ¿cuál es y cuál ha sido la
intencionalidad y pertinencia de la intervención social y del desarrollo comunitario?;
¿cómo emergen y se definen unos lugares y unos sujetos para la intervención?, ¿es
posible/deseable pensar que lo social puede ser rentable?

El Trabajo Social desde la intervención se entiende como una profesión que


“promueve el cambio social, la solución de problemas en las relaciones humanas, el
fortalecimiento y la liberación de las personas para incrementar su bienestar, bajo los
principios de los de los derechos humanos y la justicia social como base para la
interacción de los individuos y su entorno". (Congreso Internacional de Trabajadores
Sociales, 2001)

En la acción profesional los contextos local, nacional y latinoamericano demandan al


Trabajo Social re-significar y reconstruir permanentemente su ejercicio profesional, a
través de la reflexión teórico-metodológica y ético-política de sus intervenciones, de
manera tal que conjuguen la reflexión, la acción y la transformación como relación
ineludible para incidir de manera sistemática en la complejidad de las manifestaciones
de la cuestión social actual.

La reflexión teórico-metodológica y ético-política de la intervención profesional debe


estar en búsqueda de la reconfiguración de una profesión que trascienda la mirada
conservadora y determinista de la acción por la acción; permitiendo desde el
desarrollo profesional conocer y pensar distintas formas para el trabajo con
comunidades, introduciendo una mirada del nosotros(as), de lo que implican procesos
de construcción en comunidad, cuando éstas superan imaginarios creados en la
teoría; donde se hace cada vez más evidente la necesidad de indagar más allá de lo
que se dice, lo que se ve y lo que no se dice, en esta medida se debe agudizar la
observación, permitir que la mirada sea reflexiva, critica, y reconstructiva, permitiendo
que el espacio tome sentido y significado para cualquier proceso.

Concibiendo el desarrollo comunitario como la búsqueda de estrategias y


herramientas que permitan transformar situaciones de desigualdad, lo cual, representa
unir esfuerzos en pro de generar procesos educativos 1, organizativos; procesos, que
buscan construir y reconstruir, relaciones, hechos e historia; que permitan conocer la
realidad desde sus propios actores y a la vez desde actores ajenos a ella, además de
generar transformaciones en las relaciones de los integrantes de una comunidad;
teniendo en cuenta el componente social -sus lazos identitarios, la concepción del
territorio, la base de recursos comunitarios y la distribución de los mismos-,
transformando a la llamada intervención en la construcción de procesos de
fortalecimiento organizativo y en la mayoría de los casos, con fundamentos
ideológico–políticos que hacen referencia al sentido de lo colectivo, en la búsqueda
de superar las condiciones y conductas utilitaristas y abrir el camino a la discusión de
problemas compartidos, además de la construcción de proyectos comunes,
concibiendo el entorno como un espacio de comprensión e interpretación de
relaciones, acciones, significados, valores etc.; definiendo al sujeto como portador de
potencialidades y derechos que puede y debe construir nuevos escenarios, los cuales
están mediados por la interacción con los otros.

1 En el marco de la pedagogía critica: La cual se fundamenta en movimientos educativos,


pedagógico, cultural, socio-político e histórico, una educación intercultural favorece la creación
de conciencia participativa y crítica, tanto en el ámbito individual como en el social; donde la
educación popular como base del trabajo desarrollado en mi ámbito profesional se podrá
concebir como una acción ¨intencionada con instrumentos dentro del mundo del saber y el
conocimiento que busca el empoderamiento de los sujetos y […] en el proceso se constituyen en
actores sociales que transforman su realidad en forma organizada¨ estableciendo una ¨dinámica
entre acción y reflexión a partir del dialogo y de la negociación de saberes […] pretendiendo
rescatar las voces de aquellos que los programas sociales reconocen como destinatarios
(Bermúdez: 2008. Pág. 31)
Se reconoce en este sentido en los sujetos, actores, agentes o individuos, un papel
activo para cuestionar los asuntos dominantes de la cultura, plantear cuestiones
fundamentales en relación con la vida social, descubriendo en él, el espacio social, “un
sistema de diferencias, de posiciones” (Moreno & Ramirez, 2003) integrado por
patrones culturales, procesos educativos propios – la cultura popular-; la memoria
colectiva e individual; lo cual establece la forma en que concebimos la realidad y
construimos el sentido que le damos a la vida.

Es desde esta afirmación donde el carácter pedagógico de la profesión cobra gran


importancia en las comunidades, puesto que, permite involucrar en la práctica la
noción de racionalidad comunicativa, es decir; da la posibilidad de someter a análisis
las propuestas que hacen las personas y estimula la participación haciendo uso de las
experiencias, la realidad y la vida cotidiana de estas, y su participación en los diversos
espacios en que actúa, “re-descubriendo los valores y saberes de los grupos con los
que opera, intercambiándolos con los saberes técnicos en una relación horizontal,
desde una cosmovisión de los cambios sociales, sacando ¨los saberes locales de la
clandestinidad marcada por las lógicas del lugar en el que operan¨ (Bermúdez: 2008.
Pág. 36) visibilizando aquellas experiencias sociales que pueden contribuir a la
reconstrucción de una realidad social que integre, convoque las distintas formas de
vivir ser y pensar, para el desarrollo de la cotidianidad.

Respecto al interrogante final, se tendrían que concebir los diversos campos de


acción, “como espacios específicos con características propias o intervención desde lo
social, refiriéndome con ello al ámbito institucional gubernamental, a las ONGs y el
comunitario.

Ámbitos en donde el papel del profesional del área social, es cambiante y pasa de ser
formador, a ser educador social; promotor a acompañante; otorgándole una función o
reconocimiento desde el ámbito económico mundial, como mediador del proyecto de
desarrollo económico, donde una de las funciones del profesional se configura en el
desarrollo de estrategias participativas para garantizar en algunos casos el alcance de
objetivos de proyectos y políticas a bajo costo; lo cual, de cierto modo podría catalogar
a lo social como rentable, puesto que en su mayoría los proyectos, programas y
políticas están dirigidos a los <<marginados, pobres, o excluidos del desarrollo>>,
poblaciones objeto de la gran mayoría de los procesos de intervención gubernamental
y privado, donde el objetivo principal de cada intervención es “la construcción de la
ciudadanía plena” (Cardarelli y Rosenfled, 2000. Pág. 24), y la herramienta más usada
es la participación, llave de entrada a toda comunidad, por medio de la cual se
conocen las problemáticas o necesidades más sentidas, para la construcción en
algunos casos de políticas y proyectos.

Pero el papel de la participación en el ámbito gubernamental no solo se concibe en


aras de la búsqueda de información para reducir costos y garantizar el cumplimiento
de objetivos en poblaciones determinadas; la participación también busca re-significar
el rol y la concepción colectiva que tiene de sí mismo cada integrante de una
comunidad, asignándoles títulos como beneficiarios en caso de que lo otorgado sea un
servicio, participantes o agentes sociales, donde se supone que sus opiniones son
tomadas en cuenta para el desarrollo de procesos en el marco de los llamados
espacios formativos que transformarán y reducirán los límites que tiene para el
progreso el entorno en el cual se encuentra inmerso.

En mi opinión los procesos desarrollados en la comunidad no deben ser concebidos


desde la percepción de la rentabilidad, puesto que en la mayoría de los casos dicha
rentabilidad se encuentra fundamentada en un modelo basado en “los valores
individualistas, utilitaristas y dominantes […] egoístas e inmediatistas de la propia
existencia” (SANCHEZ, 1999.12) valores que excluyen las diferentes formas
organizativas y de supervivencia que tienen algunas de las poblaciones que integran
América Latina, donde dichas formas organizativas se basan en lo colectivo y lo
necesario para la vida; no en procesos consumistas, de acumulación y redistribución
individual de una riqueza, que aunque grande no es infinita; los procesos de desarrollo
en la comunidad deben concebir al integrante de la comunidad como un sujeto activo,
capaz de definir sus condiciones, así éstas marquen un modelo de desarrollo alterno
al que predomina; es decir, los procesos en comunidades pueden ser acompañados,
apoyados, mas no moldeados y homogenizados, deben permitir un encuentro de
saberes cuyo objetivo sea el fortalecimiento de procesos al interior de dichas
comunidades.
Esta perspectiva puede percibirse como una visión romántica, pero la misma tiene
como propósito contribuir a la creación de sociedades más inclusivas y a la
construcción de saberes que propendan por la relación entre los espacios micro y
macro sociales, abarcando desde la complejidad el análisis de las problemáticas, las
relaciones y las diversas situaciones que se desarrollan en los espacios comunitarios,
donde la ética profesional en la búsqueda del sentido colectivo en el espacio
comunitario propenda por asumir al individuo como un ser social guiado por la
solidaridad, la empatía el intercambio y reconocimientos grupales de valores comunes,
historias que propicien la identidad y el arraigo, es decir “trascender los límites de lo
privado para afectar a grupos y comunidades”

BIBLIOGRAFÍA
SÁNCHEZ, Alipio (1999). Ética de la Intervención Social. Ediciones Paidós Ibérica.
Barcelona, España.

Moreno, Álvaro. Ramírez, José. (2003.) “Conceptos Fundamentales”. En Introducción


elemental a la obra de Pierre Bourdieu. Ed. Panamericano Formas e Impresos S.A,
Bogotá. Cap. III 13-64.

GÓMEZ. Esperanza (2008) Geopolítica del desarrollo comunitario: Reflexiones para


Trabajo Social. En Revista Ra Sinaí, Universidad Autónoma Indígena de México.
Mochica hui, El Fuerte, Sinaloa. septiembre-diciembre, año/Vol.4, Número 3. pp. 519-
542

BERMUDEZ. Claudia. (2008). ¨La dimensión pedagógica de la intervención en trabajo


social¨. En Revista. Prospectiva No 13

CARDELLI, Graciela & ROSENDFELD, Mónica. (2000) Con la mejores intenciones.


Acerca de la relación entre el Estado pedagógico y los agentes sociales. Ed. Paidós.
Buenos Aires.

Vous aimerez peut-être aussi