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NOTAS Y DISCUSIONES

Heidegger y el Humanismo
JOSÉ LUIS MOLINUEVO
Universidad de Salamanca

La Carta sobre el Humanismo ha sido, Hay otra razón, la más importante, de


desde su publicación, uno de los «mo- la perplejidad de los historiadores ante
jones» ineludibles para los estudiosos, el escrito: contra lo que el título sugie-
peregrinos. o simplemente curiosos del re, en él se habla poco del Humanísmo.
«camino del pensar» de Martin Heideg- No es grave, y ya estamos acostumbra-
ger. Hace falta estar en alguna de esas dos a ello en otras publicaciones, pero
situaciones para explicar una lectura sí lo es lo mucho que en lo poco se dice
detenida, y en ocasiones repetida, de aquí. Además, la postura de Heidegger
una obra que, por lo demás, no ha go- revela un «exceso de conciencia histó-
zado de especial interés para los histo- rica», que, paradójicamente, en su in-
riadores interesados en la temática a la terpretación metafísica o epocal del
que parece aludirse en el título. Esta Ser, amenaza, lejos de posibilitarla, a
afirmación puede parecer excesiva, y la historia misma. Es signo, o destino,
requiere algunas precisiones: si nos de la orfandad filosófica posthcgc1iana
acogemos a la autointerpretación que el recurrir sistemáticamente a la histo-
ahí propone Heidegger, a esa lectura in- ria para tratar los problemas del pre-
terna dirigida a salvar la continuidad, sente, pero sin pasar por ella y sin mi-
se nos aparece un pensamiento intem- rar tampoco alrededor. En esto hay una
poral del que sólo cumple reflejar sus curiosa coincidencia entre los heideg-
variaciones topológicas en (sobre) lo gerianos actuales y los seguidores de
mismo; la «Kehre», el giro, cabría sólo la última fase de la Teoría Crítica, tal
entenderlo en el ámbito poético de la como la expusieron sus fundadores.
danza del Ser, algo tampoco desdeña- A algunos de estos temas, demasiados,
ble en su continuación postmoderna. quisiera referirme en esta breve nota.
Pero si alguien quiere, sin dejar de te-
ner en cuenta la autointerpretacíón, * * *
aunque en contra de los principios me-
todológicos de Heidegger, hacer tam- Heidegger señala agudamente que en
bién una historia externa, entonces se la pregunta de Beaufret, ¿ cómo dar un
encuentra ante la penosa tarea de no nuevo sentido a la palabra Humanis-
sólo revisar la continuidad de un pen- mo], subyacen dos supuestos: que el
samiento, sino, y sobre todo, de proble- Humanismo ha perdido su sentido y
matizar la mayor parte de las claves del que merece la pena volver a dárselo.
mismo que hasta ahora se nos han ofre- Afirmará decididamente lo primero,
cido. No es, por otra parte, una labor pero no verá la necesidad de lo segun-
de deconstrucción radical, sino el en- do. Piensa que la explicación de la pér-
sayo de un difícil camino intermedio, en dida de vigencia del Humanismo está
el que, por ejemplo, el tema de las rela- ya en su propia naturaleza, que lleva
ciones entre filosofía y política podía aparejada la decadencia y la. publici-
dar algo más de sí que una reyerta te- dad: todo «ísmo» surge por debilita-
rapéutica generacional. miento del pensar originario que ha

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perdido fuerza por alejarse de su ele- tiempo, la llegada de su final. En su par-


mento, el pensar del Ser. Se convierte ticular concepción de la «Reiteración»
entonces en filosofía, en una ocupación, (Wiederholung), de las preguntas que
en una profesión, que necesita del len- subyacen a la modernidad, no cabe ni
guaje sólo como instrumento de inter- la repetición ni la recuperación de sus
cambio e información de los saberes momentos en cuanto tales, sino como
académicos ya tecnificados. presencia que reclama una ausencia,
El alejamiento del pensar originario antes la de la ontología fundamental, y
se produce al tener como centro de su ahora la del pensamiento del Ser. La
interés la esencia del hombre, por lo «humanitass puede ser re interpretada
que éste se convierte en lo esencial del como «Sorge» o «Existenz» (o Ek-sis-
pensamiento. El Humanismo está así tenz), pero ello traería nuevamente los
radicado, para Heidegger, en la meta- problemas que plantea el lenguaje me-
física de la subjetividad, propia de la tafísico de la subjetividad, y que lastra-
época moderna, y todavía presente en ron la comprensión y la continuidad de
nuestros días. Lo distintivo de ella es el Ser y Tiempo. Porque, en definitiva, el
olvido del Ser por el predominio del su- nudo gordiano no está en las discusio-
jeto desde cuya razón se proyecta el Ser nes o distinciones acerca de la esencia
del ente. Por eso, el Humanismo se re- o existencia del hombre, sino, como se
mite en sus sucesivos renacimientos a 10 plantea a Sartre, de si es primero el
esa tradición romana, y en último tér- Ser o el hombre. Ahí está la verdadera
mino griega, para la que el ser del hom- objeción al Humanismo, y en último
bre es algo evidente, concibiéndolo término a su versión cxistencíalista: la
como «animal racional». Pero Heideg- razón de que Heidegger no vea la nece-
ger subraya que interpretarle como sidad de su recuperación y, todavía
«animal», además de atentar contra su más, le horrorice ser confundido y lla-
«dignidad», significa sumirle en una in- mado existencialista. Pero, antes de pa-
diferenciación ontológica respecto a los sar más adelante, convendría hacer
otros entes, caer en un biologisrno que unas precisiones a lo ya expuesto de
desconoce cómo los animales pueden Heidegger sobre el Humanismo.
estar en un entorno, pero no tener mun-
do ni lenguaje, ya que no son «eksis- * * *
tencias», es decir, no están abiertos ni
permanecen en la verdad del Ser. El dis- La visión que Heidegger tiene del Hu-
tintivo de «racional" no elevaría, sino manismo hay que situarla en un doble
que limitaría todavía más al hombre en contexto: el propiamente histórico y en
el privilegio de una de sus facultades. el ámbito de la historia del Ser. Fácil-
La «humanitas» es el substrato metafí- mente se puede subsumir el primero en
sico de la modernidad, entendida como el segundo, pero si esto ayuda a com-
imperio del principio de razón que se prender mejor a Heidegger, no ocurre
consuma en la técnica, el auténtico ni- lo mismo con el tema de que se trata.
hilismo. Las referencias históricas que hace del
Desde esta perspectiva, el Humanis- Humanismo, lo sitúan dentro de la his-
mo histórico no es, para Heidegger, toria de la modernidad. La lectura que
sino el pretexto de recurrencia a una. hace de esta época tiene un carácter
historia más originaria, la del Ser, en unitario y lineal, deudor de un esque-
la que se ve su necesidad, y, al mismo ma idealista que es, precisamente, el

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que quiere combatir en otros aspectos Un especialista en el Humanismo, y


dentro de su obra. Más en concreto: si- no sospechoso precisamente de ser an-
gue la imagen ilustrada, reapropiada tiheideggeriano, Ernesto Grassi, ha su-
por la historiografía alemana en este brayado, en su trabajo «La tesis heideg-
punto, de que el Renacimiento (en par- geriana del fin de la filosofía y la
ticular el italiano) no tiene un valor fi- tradición humanística», lo inexacto de
losófico sustantivo, limitándose a una esta interpretación de la modernidad.
recuperación en los campos de la his- Al menos en este trabajo, junto a ello,
toria y las letras de la Antigüedad clá- se esfuerza en mostrar el paralelismo
sica. El origen de la modernidad filo- que hay entre el humanismo no neopla-
sófica habría que situarla en la obra de tónico y las tesis de Heidegger sobre el
genios aislados, por ejemplo Descartes, Ser y el lenguaje. En otros, por ejem-
a los que ha dedicado particular aten- plo «Humanismo y marxismo», el pa-
ción. Él condensaría esta época de la ralelismo ya no se ve tan claro, y me
imagen del mundo, es decir, del mun- atrevería a decir que pueden sacarse
do como imagen. consecuencias bien distintas de la ano
Desde el punto de vista historiográ- teriormente mencionada. La tesis de
fico, esta lectura se sitúa también en la Grassi es sugerente por lo que contri-
reivindicación que hicieron ya los ale- buye a presentar una nueva imagen del
manes de sus propios antecedentes, y Humanismo, y obtiene una confirma-
que les lleva a oponer su Reforma, la ción en la lectura detenida de los tex-
filosofía de la naturaleza y, sobre todo, tos. Según ella, en los humanistas no
la mística, frente al Renacimiento. Esta habría sólo una crítica cerrada del me-
reacción es comprensible, como tam- dievo y una recuperación acrítica y ser-
bién la polémica que se ha desarrolla- vil de lo clásico. La auténtica aporta-
do desde comienzos del siglo xx. Pero ción de los humanistas a la filosofía
lo que resulta más problemático es el consistiría en su propuesta de concebir
empobrecimiento histórico y filosófico la filología como una nueva visión del
que sufre la imagen de la modernidad hombre. La frase de Aristóteles que le
en su conjunto leída en clave idealista. caracteriza como «zoon logon ejon», no
Esto nos lleva a una paradoja, no extra- tendría así la traducción de « animal ra-
ña cuando se pierden los referentes his- cional", sino todo 10 contrario, como el
tóricos más elementales: a una inter- ser que tiene la palabra, y yendo más
pretación metafísica de la modernidad, lejos, como «el ser que es tenido por la
para así mejor poder rechazarla, que palabra», La filología es amor al lagos,
lleva también anejo un repudio del his- pero entendido éste como la esencia del
toricismo, denostado hoy por tirios y hombre, ya que le abre a su mundo y
troyanos, cayendo en los mismos erro- a su historia. La pluralidad significati-
res que se le imputan. No resulta esto va de la palabra, junto con la evolución
extraño, si se considera que también se semántica, le revelan al hombre su pro-
hace una lectura metafísica del histo- pia historicidad y la complejidad de lo
ricismo, olvidando que, al igual que real. Si prefieren llamarse grarnáti-
otros «isrnos» y la propia modernidad, cos o retóricos, por contraposición a la
se declina en plural. La comprensión de filosofía del medievo, no es porque abo-
la complejidad de lo contemporáneo no minen de la filosofía, sino de esa filo-
pasa, ciertamente. por la simplificación sofía que no tiene en cuenta lo indivi-
en la interpretación de lo moderno.. dual y sólo desarrolla la razón, como

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también lo harán en fases más tardías da alcanzar la «humanitas- la verdade-


los filósofos modernos. ra dignidad. Frente a estas salvedades,
Éste no es, pues, un humanismo que sería también interesante señalar que
tenga su continuidad en la tópica ilus- otros humanistas no han tenido repa-
trada, pero que sí está presente a lo lar- ros en tratar el tema de la «indigni-
go de toda la modernidad. No deja de dad "como perteneciente también a la
tener su pensamiento un carácter ori- «esencia» del hombre. Se puede acudir
ginal, porque se haya preocupado des- a Pérez de Oliva, que, en su eclectícis-
de el comienzo en tender un puente en- mo, contrapunto de Pico, subraya la
tre lo abstracto y lo concreto. No deja desventaja del hombre respecto al ani-
el problema de la ética y de la sociedad mal, de un entendimiento que nos ha
'para un después que nunca llega o lo sido dado más para comprender nues-
hace en las brumas difusas de la ideo- tras miserias que para remediarlas; a
logía. La retórica presupone en ellos la un Erasmo que en la comedia de la vida
unión entre el arte del bien decir y ha- preconiza su goce desde el amor pro-
cer, va dirigida a la totalidad del hom- pio; a Francisco Sánchez o el escepti-
bre, que no es sólo razón sino también cismo cartesiano de la ignorancia no
sentimiento. La primacía de las «litte- socrática; y a Montaigne, en quien en-
rae» tiene su sentido cuando parte de contramos los rasgos modernos del
un pensamiento que surge y va dirigi- «anarca»,
do a las cosas, del mismo modo que la
ética es entendida como jurispruden- * * *
cia, es decir, de una ayuda para el hom-
bre que sólo se entiende como ser so- En el ámbito de la historia del Ser,
cial. Pero esta dimensión individual, observa Heidegger, si se decide a man-
histórica y social sólo se le abre al hom- tener la palabra Humanismo, ésta ad-
bre a través del lenguaje. Ellogos, como quiere un sentido «extraño ». Porque re-
englobante de la totalidad del hombre, cuperarlo, admitiendo su terminología,
aparece también opuesto a lo que se en- diciendo que la esencia del hombre con-
tiende como racionalidad instrumental siste en su «ek-sístencia», significa cier-
y limitativa de las ciencias. Nuevamen- tamente dotarla de una «dignitass ex-
te, no por un espíritu anticientífíco, sino traña, la de que la esencia del hombre
por lo que puede tener de cultivo, en al- es esencial para el Ser, pero entonces
gunos casos, unilateral de lo humano. ya no es lo más importante, ya no es el
La sugerencia de Grassi consiste, «sólo hay hombre» (Sartre), sino que
pues, en no leer sólo el Humanismo en tampoco importa sólo a los hombres en
clave neoplatónica. Pero quizá sea tam- cuanto tales, ya que «sólo hay Ser». La
bién interesante subrayar otro aspecto plasticidad ilimitada del Humanismo
descuidado al tratar el tema del Huma- neoplatónico, esa libertad para el infi-
nismo. Heidegger parece centrar la con- nito, se trasmuta aquí en libertad para
sideración humanista del hombre en el Ser, pero bajo otra categoría «extra-
torno a su «dignidad", lo que le per- ña», la de «destino», quizá el concepto
mitiría seguir una continuidad en la fundamental de la «Carta». El hombre
Ilustración y el Romanticismo. Y repi- ha sido «arrojado» por el Ser en la ver-
te que su rechazo del Humanismo no dad del Ser, para que, ek-sistiendo así,
quiere significar que vaya contra ella, «cuide» la verdad del Ser, en un pensar
o que en su propio pensamiento no pue- del Ser que es acontecimiento y res-

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puesta, para que pueda en la verdad del sar para el hombre», y que para que los
Ser aparecer el ente en cuanto tal. El contemporáneos podamos estar en la
hombre ya no es «el Señor del ente», dimensión de la verdad del Ser, es neo
sino «el pastor del Ser». El quehacer cesario poner antes en claro en qué me-
del pensar consiste, pues, en traer a len- dida al hombre le importa el Ser y en
guaje el Ser, y de este modo el lengua- qué medida éste le reclama.
je es «la casa del Sen. Vattimo ha señalado a la Carta sobre
El «es gibt Sein» de Heidegger no el Humanismo corno «el escrito que
quiere expresar una facticidad, sino la inaugura la conciencia contemporánea
identidad de lo mismo en la donación de la crisis del Humanismo». Esa cri-
que crea el lugar de lo abierto, de su sis es la misma que la de la metafísica,
verdad, y de su ocultación en el olvido ya que consiste tanto en la caída del su-
de la metafísica. El darse del Ser abre jeto como «autoconciencia» como la de
una historia como destino, en la que su fundamento, el ser-presencia. Hei-
acontece el pensar del Ser, es decir, la degger habría intentado pensar el Ser
ek-sistencia humana. El hombre no crea más allá de las relaciones entre .sujeto
la historia, ni decide sobre ella, sólo le y objeto, de fundamento que no se di-
compete preguntarse si su esencia está ferencia de lo fundado, en una nueva di-
adecuada a su destino. El pensar esen- mensión del tiempo. Y en ese intento,
cial es el intento de corresponder a esa después de la inflexión que significa
donación. No tiene un carácter activo la «Kehre», es capital, para él. y toda-
en el sentido de efectividad y sus resul- vía más para Vattimo, la influencia de
tados son inciertos. Nietzsche. Porque, en un primer mo-
Se ha subrayado el componente teo- mento, Vattimo interpreta a Nietzsche
lógico del pensamiento de Heidegger. a través de Heidegger y posteriormen-
a pesar de que él confina a la teología te a Heidegger a través de Nietzsche.
dentro de las ciencias, por tratar de un Esto significa algo más que una cues-
ente, Dios; también se ha detectado una tión de hermenéutica tradicional. por-
difusa religiosidad que va desde el de- que va a propiciar las dos salidas que
sencanto epocal, la ética protestante, al propone a su crítica de la modernidad.
tono enfático y la tradición predicado- Así, Nietzsche habría conectado la cri-
ra de los grandes idealistas alemanes sis del Humanismo con la muerte de
(Fichte); y, más recientemente, entre no- Dios, el fundamento al que se sujeta el
sotros, se estima una cierta devoción sujeto, por lo que «es también el primer
«mariana» en la «piedad del pensa- pensador radical no humanista de
miento», propia de las gentes sencillas nuestra época». Aunque es cierto que
e ignorantes, los «pastores» por ejem- esto queda matizado en Vattimo cuan-
plo, no los torturados y retorcidos me- do la voluntad de poder ve también la
tafísicos; de este modo, el tiempo ek- presencia del Humanismo, en forma de
stático se convertiría en un eterno mayo metafísica consumada.
en el que el pensador ofrece los juegos Pero si Vattimo está de acuerdo en el
florales del lenguaje al Ser. análisis de la modernidad como época
del sujeto en sentido «fuerte», yen la
'" '" '" que lo moderno se convierte en valor (lo
nuevo como valor, el valor de lo nue-
Afirma Heidegger que «todavía espe- vo), las diferencias empiezan anotarse
ra el Ser que él mismo sea digno de pen- cuando se plantea la pregunta de qué

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pensar y cómo después de la moder- ción»), no debe interpretarse desde los


nidad. habituales lamentos del neohumanis-
El tema sigue siendo el Ser, pero so- mo. La pretendida «deshumanización»
metido ahora a un proceso de hístorí- de la técnica tiene al mismo hombre
cización después de las tendencias di- como víctima y verdugo. El nihilismo
solutivas de la dialéctica. Es decir, que cobra así un nuevo sentido positivo.
el Ser ya no es lo originario, ni el fun- Porque la metafísica o la modernidad
damento, sino que «acontece». Pero en interpretada desde el «Ge-stellt» es un
Vattimo esta expresión quiere decir, destino del hombre que, al mismo tiem-
coincidiendo con Heidegger, que no es po que explica su olvido del Ser, mues-
la presencia constante, que no puede tra la propia impotencia del Ser para
ser interpretado desde el presente. Lue- ser presencia. Este destino es algo de 10
go el Ser es lo sido, aquello que se des- que sólo podemos «convalecer» y «tor-
vanece y deja su huella en los entes. El cer» (Venvindung). De este modo, en la
Ser se disuelve en la historia, que tam- meditación del Ge-stellt, «la metafísica
poco se configura ya desde un centro, es algo que permanece en nosotros
sino en unidades de tiempo. La perspec- como los rastros de una enfermedad,
tiva ya no es tanto la de la identidad o como un dolor al que uno se resigna».
sino la de la diferencia. Ser no es iden- Pero, ¿cómo pensar entonces la mo-
tidad vacía, sino situación, historicidad. dernidad?: como «un largo adiós», o,
Vattimo no quiere caer con ello en lo desde el punto de vista de la filosofía
que denomina como la tragedia neo- del mañana de Nietzsche, como un «re-
existencialista, que busca sentido don- correr los caminos del errar incier-
de desespera de hallarlo. Propone vivir tosen una experiencia no metafísica de
positivamente la pérdida de sentido, y la verdad que tome como modelo al arte
convertirlo en hilo conductor de la his- y la retórica, Pensamiento de la frui-
toria. Vivir el nihilismo como una ción, del simulacro, de la apariencia no
«chance», levantar un acta notarial de aparente. Vattimo refuerza, así, de la
la crisis de la modernidad, en el senti- mano de Nietzsche, la interpretación ni-
do de vivirla como hilo conductor que hilista de Heidegger. Esto es lo que se-
nos lleva a lo contemporáneo. De este para su ontología hermenéutica de la
modo, la historia sólo tendrá sentido de Gadamer. ya que piensa que ésta
cuando se haya disuelto en nosotros. corre el peligro de convertirse en una
Ahí se inserta el pensamiento de la di- filosofía de la historia de tipo sustan-
ferencia: porque el Ser no es, sino que cialmente humanista y, en definitiva,
sólo son los entes, y en tanto acaece, o neokantiana. La interpretación nihilis-
acontece en los entes. Una ontología dé- ta de Vattimo consistiría en ver, en la
bil mostraría CÓmo se ha ido disolvien- primera época de Heidegger, el «Da-
do (hístoria) ese ser presencia, estabi- sein» como «totalidad hermenéutica»,
lidad, del que sólo nos queda su ruina, y, en la segunda, la posibilidad de un
el ser como monumento, recuerdo, tra- pensamiento metafísico entendido
dición. corno «Andenken», recuerdo.
Esto significa para Vattimo que, si en Pero en la discusión con Gadamer
la lectura heideggeriana de la moder- aparece también otro elemento, cuyo
nidad, el humanismo y la metafísica . desarrollo lleva a Vattimo a una pro-
han acabado en la técnica, ésta, como puesta que puede considerarse comple-
«Ge-stellt» (prefiere traducir «imposi- mentaria, distinta o incluso contradic-

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-_. __. _ - - - - - - - -NOTAS Y DISCUSIONES
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toria con la anterior. Advierte que en timonio, Reconoce que en esa obra el
Gadamer se vuelve otra vez a la «enfer- sujeto podía ser auténtico porque la
medad histórica» que ya denunciara iniciativa radicaba en él mismo, depen-
Nietzsche, y que no es otra que el exce- día de él. Bastaba con apartarse del
so de conciencia histórica que lastra la «man» para que pudiera ser auténti-
vida, la separación entre saber y hacer, co. Pero Vattimo está interesado ahora
entre teoría y praxis. De este modo, y en acentuar el carácter de historicidad
junto con la propuesta ya apuntada an- de la decisión: sólo es posible vivir
tes de una experiencia estética y retó- auténticamente si el mundo es cam-
rica, Vattimo se siente insatisfecho con biado, no si uno se aparta del mundo.
los acentos fatalistas del último Heideg- Estas observaciones de Vattimo tie-
ger, de la impotencia del hombre fren- nen dos consecuencias importantes: so-
te al Ser y la acción. Parece reivindicar bre cómo valora el compromiso políti-
el que, tras la disolución de la historia co de Heidegger en relación con la
en la multiplicidad de los horizontes de «Kehre» y, más en general, qué sentido
sentido, haya la posibilidad de funda- tiene hoy hablar de compromiso, o
mentar a partir de ello también la «pre- cómo debe entenderse esa posibilidad
ferencia» y la « decisión" históricas, y, de cambiar el mundo.
en definitiva, de «cambiar las circuns- Vattimo une la interpretación «ínter-
tancias". no quedándose en un papel de na» de la «Kehre» (producida por las
vagabundeo esteticista, o en el lamen- propias necesidades ontológicas del
to impotente y nostálgico frente a lo que pensamiento, no habría entonces frac-
sucede alrededor. tura) y la «externa» (habría una ruptu-
El problema que se plantea en la ra con las líneas maestras de Ser y
propuesta de Vattimo es quién y cómo Tiempo, ligada a su compromiso polí-
llevará a cabo esa tarea de unión en- tico con el nazismo). Pretende así con-
tre teoría y praxis, una vez consuma- ciliar la autointerpretación de Heideg-
da la crisis de la modernidad. Vattimo ger con las críticas de Lukács, Loewith
no renuncia a la idea de sujeto, ha- y Adorno. Según ello, Heidegger habría
bla de construir un nuevo sujeto, des- continuado su crítica primera al tras-
pués de haber sometido a una «cura cendentalismo del sujeto (en sus versio-
de adelgazamiento» al que nos legaron nes fenomenológica y neokantiana) con
de la modernidad. Este sujeto «depo- el análisis de su fundamento, el ocaso
tenciado» es una de las consecuencias del individuo burgués-cristiano, indi-
primeras que saca de su lectura de la cando que, en la sociedad e historia ac-
Carta sobre el Humanismo de Heideg- tuales, el tema exige un nuevo ámbito
ger. Ahí encuentra expuesta la crisis de tratamiento, puesto de manifiesto en
definitiva del sujeto burgués-cristiano, una investigación más originaria del
el «ocaso del rol hegemónico de la lenguaje: es el ámbito del destino o del
conciencia» tanto respecto al sujeto, Ser, de unos poderes e instancias supra-
como a su acción en la historia y la personales frente a las cuales se en-
sociedad. Por eso, observa también, cuentra impotente el individuo.
que a partir de Ser y Tiempo van de- El haber reconocido esto significaría
sapareciendo en Heidegger nociones el verdadero sentido y mérito del «giro»
emparentadas con el exístencialismo, heideggeriano. Aunque todavía encuen-
tales como las de angustia y, sobre tra en él restos de pensamiento metafí-
todo, autenticidad, que asimila a tes- sico, que le impiden concebir que, des-

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pués de la muerte del sujeto, todavía neoconservadorcs), que reflejan su pro-


pueda quedar el hombre y tener una ca- pia agonía en categorías ontológicas.
pacidad de iniciativa, en vez de dejarla Donde sí hay evidencia de un punto de
toda al Ser, lo que conduciría a un pe- contacto es en la teoría del «excedente
simismo histórico. Por el contrario, Vat- cultural", que permite clarificar y rea-
timo subraya que no es posible una lizar la utopía concreta, encerrada en
existencia auténtica en un mundo inau- lo todavía no consciente o no llegado a
téntico, y que no debe incorporarse -a ser, de los sueños diurnos de la huma-
diferencia de Heidegger- la inautenti- nidad sufriente y expectante. No es di-
cidad y el olvido dentro de la esfe- fícil en su reapropiación neoidealista
ra del Ser. Hace falta una <muevaépoca encontrar un paralelismo con la des-
del Ser», pero el individuo puede hacer trucción y superación heideggerianas.
algo más que esperarla o prepararla en Pero el término no es el mismo, y la on-
silencio. Para ello es necesario un cam- tología decisionista y materialista his-
bio de perspectiva, o mejor, según Vat- tórica de Bloch, fundada en el «novum»
timo, un complemento. Reconocer que del «toturn» en avance hacia el presen-
el ocaso del sujeto no es sinónimo de te, poco tiene que ver con un pensa-
muerte del hombre, pero éste no debe miento preparatorio o débil, que ha roto
ser ya concebido meramente como in- con esas categorías presuntamente ex-
dividuo (con lo que se reproducirían clusivas de la modernidad. Y todavía
las paradojas del sujeto burgués), sino menos con el optimismo militante. no
como clase, individuo en sociedad. De ya del marxismo frío, sino del marxis-
este modo. Vattimo enlaza la reflexión mo cálido que aspira a un cambio de
sobre el círculo hermenéutico con la las circunstancias.
tercera de las tesis marxianas sobre Aunque es aquí donde precisamen-
Feuerbach: papel decisivo de las cir- te se sigue planteando el problema.
cunstancias, pero éstas también pue- Cuando Bloch se pregunta qué hace
den ser cambiadas. No hay más desa- un burgués como tú en un partido co-
rrollo, hasta el momento y que yo munista como éste, las expectativas
sepa, del cómo sería posible ese nue- de cambio de conciencia de clase se
vo y «más auténtico existir del hom- centran fundamentalmente en el in-
bre», en cuanto clase que protagoniza terés ético superior provocado por el
la historia, remitiéndose a modo de in- aumento de conocimiento. Y, ¿dónde
dicación al «Principio de esperanza» está y cuál es la clase que provocará
de Bloch. el cambio de las circunstancias, que
La propuesta de Vattimo no deja de posibilitará la aparición de otro pen-
ser sugerente y extraña a la vez, porque samiento? Es también el problema del
Bloch, como es sabido, ya desde el co- hueco que deja el sujeto del compromi-
mienzo erige el «principio de esperan- so o testimonio en Vattimo, rechazados
za» frente al de angustia, miedo y nihi- como anacrónicos o neoexistencialis-
lismo, que identifica con Heidegger, tas, la razón del injerto Heidegger-
y que lejos de ser una crítica al suje- B10ch, pero sin que sigan sin concre-
to burgués, se revelaría como su re- tarse los deseos de no dejarlo todo a
flejo actual. Bloch piensa que se trata la actuación escatológica de la histo-
de una vieja sociedad en decadencia ria del Ser.
y de una clase social en retirada (habría
que matizarlo con el análisis sobre los * * *

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Cuando Heidegger da la noticia de su van apareciendo. Las reflexiones de los


«Kehre» en el pensamiento, también ha años cincuenta se reafirman en lo an-
comenzado la de la Teoría Crítica. Hay tes expuesto. Hay una oposición al Hu-
afinidades y diferencias. En ambos ca- manismo neoplatónico en la medida
sos, tiene lugar de una manera paula- que su teoría de la dignidad del hom-
tina, más acentuada en el uno, quizá bre está desconectada con la historia,
por su mismo anuncio, y más desaper- o más bien, sirve a una determinada es-
cibida en la otra, hasta que las circuns- critura de la historia, la burguesa; tam-
tancias lo ponen de manifiesto. En la bién por la imposibilidad de expresar
Teoría Crítica, la evolución viene dada la esencia del hombre en esos térmi-
por su propia mediación social e histó- nos, en una sociedad de transición que
rica, no por el pensamiento y lo que debe muestra lo contrario, una existencia
ser pensado. Hay un hilo común, y es la inauténtica. No es extraño, pues, su in-
crítica de la razón instrumental, el aná- terés por el Humanismo escéptico, en
lisis negativo de la época actual, que se particular su talante crítico frente a lo
reconoce metafísicamente como necesa- existente. Pero ya entonces, como des-
ria. La raíz se descubre en una dialécti- pués, Horkheimer notará que conver-
ca de la modernidad y de la Ilustración tir en un absoluto teorético la indigni-
en la que los extremos de la reflexión crí- dad del hombre lleva, por la vía del
tica sobre la sociedad de masas, y la in- nihilismo, a las mismas consecuencias
dustria cultural como legados suyos, de- que el otro tipo de Humanismo, a la
jan al decir de Habermas, poco margen complicidad con lo existente.
de recuperación de la modernidad. Frente a ellos, destacará un «Huma-
La crítica de Horkheimer a Heidegger nismo activo», ya que «no hay Hu-
iba englobada en la más general a la me- manismo sin una clara toma de pos-
tafísica, mientras que en Adorno era a tura frente a los problemas históricos
ese tipo de metafísica; posteriormente, se de la época; el Humanismo no puede
centrará justamente en la acusación de existir como mera confesión de sí mis-
abandono de la metafísica y en la impo- mo». Y es que detecta el mismo sub-
sibilidad de toda forma de trascenden- jetivismo en el neoplatónico que en el
cia no categorizable. En la denuncia de escéptico. Lo que les lleva a la insen-
la inadecuación del pensar al Ser, su sibilidad social y a la desconexión con
quietismo bajo la forma de la correspon- el presente histórico, es decir, a con-
dencia, han visto siempre una adaptación vertir ideas como la libertad, justicia
a lo existente, una asimilación del Ser al o felicidad en ideales de imposible rea-
Poder. La palabra «destino», expresión de lización. El «Humanismo activo» era
fuerzas elementales y originarias, se en- entendido entonces por Horkheimer
carnaría históricamente en formas de po- como una filosofía política centrada
der, tanto más poderosas cuanto más cer- en la crítica de la economía política.
canas estuvieran a su origen zoológico y El liberalismo burgués iniciaba fórmu-
plutoniano. las de sistema capitalista que luego,
Una de las líneas que permanecen a en virtud de sus propias exigencias in-
Jo largo de la evolución de la Teoría Crí- ternas, desembocarían en el fascismo.
tica es la postura de Horkheimer res- El neohumanismo se le aparecía como
pecto al Humanismo. En 1938, analiza· una confusa amalgama de elementos
el Humanismo escéptico de Montaigne ideológicos, en la que toda la tradición
y las propuestas neohumanistas que cultural y política estaba representada

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NOTAS Y DISCUSIONES

para que todos tuvieran algo: religión, La última fase de la Teoría Crítica,
liberalismo, socialismo, ciencia y lite- tanto en la mística judía de Horkhei-
ratura, en un trasfondo ontológico exis- mer como en la estética de la trascen-
tencialista. A este tema era muy sensi- dencia de Adorno, tiene indudables, y
ble Horkheímer, pero particularmente para algunos indeseables, puntos en co-
a partir de los años cincuenta. Porque mún con Heidegger. La colaboración
ya no hace una lectura del liberalismo que no fue posible en vida, por la dis-
exclusivamente en términos económi- tancia y la crítica, se realiza ya a tra-
cos, y, por otra parte, no tiene inconve- vés de los mediadores. Por eso, la suge-
niente en declarar «ya no somos mar- rencia de Vattimo es aceptada por
xistas». La recuperación tiene lugar por aquéllos que ven una línea truncada a
el contraste crítico con los ideales cul- partir de la formulación de la Teoría
turales de la tradición liberal burgue- Crítica, y que pudo ser retomada en El
sa. El idealismo mantendría como ele- principio de esperanza de Bloch. No
mento válido la protesta que recorre obstante, me parece que más allá de la
sus creaciones frente a la injusticia de coincidencia en determinados análisis
lo existente. Pero habría también que filosóficos, fruto de un compartido
salvar al individuo, ya no desde una neoidealismo, hay una diferencia entre
perspectiva de clase, sino desde el mo- la Teoría Crítica y Heidegger. Diferen-
tor reformista de los ideales neoilustra- cia que, por utilizar la conocida expre-
dos. A la petición de que cuando se ha- sión de Aranguren, podríamos denomi-
ble de libertad, hay que precisar de qué nar de «talante». Heidegger ha insistido
libertad se está hablando, para no caer en ello a raíz de sus interpretaciones de
en una utopía estéril y, a la postre, con- Nietzsche, y constituye uno de los ele-
formista, se une la necesidad en Hork- mentos más significativos de la «Kehre»
heimer de darle una cierta fundamen- y de la polémica en torno al Humanis-
tación en la nostalgia y anhelo de una mo: se trata de colocarse ante la «deci-
religión, un Dios, encarnación de la so- sión» de por el hombre o por el Ser.
ciedad justa. El Humanismo permane- Cuando se intenta una reformulación
cería como análisis de lo inhumano en de la Teoría Crítica, que tenga en cuen-
una sociedad injusta, como «negación ta la mediación social e histórica de los
determinada», pero no como escepticis- años sesenta y comienzos de los seten-
mo o glorificación respecto a las posi- ta, ¿sigue siendo válida la convicción de
bilidades de lo humano, sino como de- Horkheimer en 1938: "o bien desen-
seo de algo mejor y distinto, como mascara la situación histórica o no con-
solidaridad en el sufrimiento y en la cierne sino a los epígonos amantes de
búsqueda de una sociedad más racio- la belleza»?
nal y menos planificada.

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