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equivalentes en el homhre, y el hombre tiene todos los suyos en la mente, la mente tiene
todos sus equivalentes en la ciencia de las anticipaciones, y esa ciencia tiene los suyos en
las razones matemáticas.
TERCERA PARTE
LECCION VII
Cual ocurre con los movimientos astrales —en los que el astro obra por los
equivalentes mentales existentes en nosotros—, en este segundo grupo de métodos las
medidas y los números sólo son elementos de relación, quiere decir, principios potenciales,
que despertando las nociones vinculadas a esos elementos, abren nuestra inteligencia a la
comprensión, y no sólo facilitan el acto de entender por la asociación que establecen entre
la cosa y la idea que la interpreta, sino por el automatismo con que unas ideas afloran otras y
el mundo exterior hace surgir en el interior los equivalentes mentales que nos permiten
percibirlo, reconocerlo y actuar de conformidad con las influencias que nos transmite, esto
último no por la influencia en sí misma, sino por los estados interiores que evoca. Aunque
como tales elementos en relación, tanto los números como las medidas son empleados en
múltiples formas para develar una gran variedad de incógnitas, en nuestro deseo de
simplificar el trabajo, únicamente vamos a ofrecer ejemplos de tres clases, que son:
LA PERSUASION
2º El de las Razones seminales, de San Agustín, según el cual "todo ha sido creado
en potencia y como envuelto en sus causas", alcanzando su plenitud de manifestación
cuando la razón seminal de que procede completa su ciclo evolutivo, existiendo desde el
principio razones semi nales para cuanto es posible que viva y ocurra en el mundo, pero sin
manifestarse hasta que la progresión de su causa hace posible lo uno o lo otro, no
únicamente en lo que respecta al ser o la cosa en sí mismos, sino en lo que concierne a
todo lo que está vinculado a la causa original, dando así motivo a que al manifestarse
cierta cosa, lo hagan también muchas otras, por cualquiera de las cuales pueden
conocerse las demás.
Separados esos principios, constituyeron las dos grandes escuelas que explican la
formación del mundo; unidos en un solo cuerpo de doctrina que tiene la matemática pura
como fundamento y la Geometría y Arit mética como exponentes, pueden explicar
racionalmente todo lo que es posible en ese mundo después de formado, siendo los
ejemplos prácticos que vamos a ofrecer meras aplicaciones de dicha doctrina en su
forma más sencilla.
La vía del recreo: Se denomina "Juego del triángulo", y está consi derado como uno de
los más divertidos de los de canicas, pues combina admirablemente la suerte y la destreza,
pudiendo ser jugado individual mente o por pares. AI jugarlo, se hace un triángulo
pequeño en lugar plano, los jugadores colocan dentro del mismo las bolillas que los
representan, y el objetivo consiste en hacer salir del triángulo la mayor cantidad posible de
bolillas al tirar, desde cierta distancia y rodando, una propia. Rodeado el triángulo de
casas, y teniendo cada casa cierto valor para el logro del objetivo final, este sencillísimo
juego no sólo reproduce fielmente el ordenamiento del sistema solar y las influencias que
irnparten los planetas según el lugar que ocupan, sino que en su planteamiento están
cifrados los más profundos misterios de la metafísica.
La vía de las labores útiles: Llámase triangulación a un procedi miento empleado en
Agrimensura y Geodesia para determinar las dimen siones de un terreno con sólo tomar
algunos datos del mismo. El procedimiento consiste en levantar un croquis del área en
estudio, señalando la altura relativa de los relieves y haciendo sobre el croquis tantos
triángulos como sea posible. Sumadas, después, las áreas de cada triángulo se tienen
las dimensiones exactas del terreno en cuestión. En Astronomía se miden las
distancias de los cuerpos por el mismo procedimiento, y una de las contribuciones
con que Pitágoras favoreció el progreso de la huma nidad fue la de su famoso
teorema del triángulo rectángulo, que además de facilitar el conocimienta del área
que circunscribe, proporciona la del cuadrado de la hipotenusa y de los catetos, los
cuatro valores por la sola consideración de dos de sus elementos, principio que al
ser aplicado a casi todas las artes y ciencias, resolvió y sigue resolviendo
incontables incógnitas de positiva utilidad.
Los cuatro ejemplos anteriores son muestras sencillas de las cuatro ramas de
actividad a que pueden ser dedicadas las razones matemáticas en la vida ordinaria,
como asimismo del sentido oculto y trascendente en que se basan muchos de los
quehaceres que llenan esta vida. Tomando por norma esas cuatro vias de aplicación,
aunque sirviéndonos únicamente de tres clases de procedimientos, vamos a ofrecer
enseñanzas que, favoreciendo el recreo, lo útil, la educación intelectual y disciplina moral,
ayu den a resolver incógnitas, muchas de ellas relacionadas con lo que hemos llamado
ciencia de las anticipaciones, no sólo en el sentido de conocer lo que somos al presente,
sino en el de anticipar parte de lo que seremos en lo porvenir, comenzando ahora por el
recreo, que por ser lo más sencillo, abre camino para llegar a lo más laborioso.
Razonar es discurrir con lógica, dando razones para probar lo que se expone o
considera. El razonamiento consta, por lo tanto, de una serie de conceptos encaminados a
demostrar la verdad de lo que se pretende, unidos entre sí mediante juicios que concuerdan
con lo pretendido y evidencian su certeza, tanto por lo que la apoyan como por lo que
anulan lo que se opone a evidenciarla, haciendo no sólo posible dar razón de cuanto hay o
sucede, sino develar cualquier incógnita por la simple consideración de los factores
conocidos que entran en ella. Llámase raciocinio a la facultad que convierte en claros los
términos confusos, compara los juicios que afirman con los que niegan y establece una nueva
relación como consecuencia de lo comparado, permitiendo de ese modo pasar de lo conocido
a lo des conocido y develar las incógnitas por series de razonamientos coincidentes y
afloramiento de las nociones que identifican su verdad. Al proceso que se signe en ese
afloramiento, lo denominamos razonamiento matemático.
Es, pues, el razonamiento matemático una computación de premisas por las que el
entendimiento infiere sus conclusiones, parte por lo que ya conoce, y parte por lo que aflora
el subconsciente, lo primero representado por el factor que facilita la inducción, y lo
segundo obrando a base del que proporciona la deducción, en ambos casos, sin embargo,
surgiendo las soluciones con independencia de la voluntad y como siendo el fruto de una
coordinación interior en la que los juicios son números y la razón el mecanismo que los
combina y hace la suma. La develación de una incógnita se logra cuando esa suma está
bien hecha.
Para hacerla con la debida propiedad, Leibnitz propuso "inventar una especie de
alfabeto del pensamiento humano, y mediante la unión de sus letras y el análisis de las
palabras, juzgar y descubrir todo lo de más", esto es: juzgar y descubrir el sentido de cada
palabra por el valor matemático de las letras que la componen, y dar a cada acto el de la
palabra con que el pensamiento la relaciona, pudiendo, así encontrarse la solución de
cada problema por el sentido de las palabras que lo plantean, y la verdad de un juicio por
los términos que lo enuncian. No existiendo, empero, ese alfabeto, y aunque los cabalistas
emplearon, hace mas de mil años, un procedimiento similar para descifrar el sentido oculto
de las Sagradas Escrituras, la combinación y suma de valores sigue encomendada al
mecanismo interior y parece ser el resultado del siguiente juego de factores:
1º La propiedad con que el consciente se identifica con la idea gene ral del problema a
resolver.
2º La asociación de ideas secundarias y nociones primarias que tal identificación
determina.
3º La coordinación momentánea que existe entre el consciente que plantea el
problema y el automa tismo subconsciente que suminis tra la solución.
1º La solución verdadera, que se obtiene cuando la deducción con cuerda con las
razones y éstas con la premisa.
2º La solución condicionada, que se logra cuando en la premisa o las razones se
mezclan lo verdadero y lo falso.
3º' La solución engañosa, que es el producto de premisas o razones aparentes y
deducciones falaces.
Como quiera que en toda develación de incógnitas pueden entrar las tres clases de
asociaciones, y teniendo en cuenta que los resultados a que conducen muchos
procedimientos empleados en la predicción están supeditados a la accion concordante de las
condiciones apuntadas, vamos a ofrecer ejemplos de las tres clases de soluciones a fin de
que el estudiante aprenda a diferenciarlas, y, poniendo empeño en discurrir con lógica y
unir sus juicios de manera que concuerden entre sí, halle en la asociacion de sus ideas
conscientes y nociones subconscientes la fuente de inspiración que lo guie a las soluciones
acertadas, cualquiera que sea el problema que trate de resolver.
En esta primera serie de ejemplos —-todos ellos clásicos en el mundo de las matemáticas
— procuraremos incluir los que por su sencillez se prestan a más rápida comprensión del
razonamiento y menos laboriosa comprobación exigen por parte del estudiante. Una vez
familiarizados con la solución verdadera, propondremos series de las otras dos clases.
Trátase de un barquero que, debiendo cruzar un río para llevar a la orilla opuesta
un lobo, una cabra y una berza, su barca sólo tiene capacidad para uno de los tres en cada
viaje, y queriendo evitar que el lobo quede a solas con la cabra o la cabra con la
berza en ninguna de las orillas, aguza el ingenio para conseguirlo. El razonamiento es el
siguiente:
El lobo se come la cabra, pero no la berza, pudiendo por consiguiente, berza y lobo
estar juntos en cualquier orilla. El barquero pasa, pues, la cabra, la deja al otro lado del
rio y regresa al punto de partida. Si ahora lleva la berza y la deja con la cabra, la cabra
come la berza; si lleva el lobo, el lobo come la cabra. El problema parece no tener solución,
pero el barquero se la encuentra llevando la berza y trayendo la cabra en el viaje de
regreso, para después llevar al lobo, dejarlo con la berza, regresar en busca de la cabra y
concluír hasta reunir los tres en la otra orilla, sin que en ningún momento hubiesen
quedado solos ni la cabra con la berza ni el lobo con la cabra. Este problema es de
razonamiento por permuta. El siguiente está basado en el mismo principio, pero es más
laborioso, pues se trata de tres, y nada menos que tres maridos celosos.
Tres maridos celosos necesitan cruzar un río con sus respectivas esposas, pero no
habiendo barquero y teniendo la barca capacidad únicamente para dos, no saben cómo
hacerlo, pues ninguno de ellos quiere que su mujer quede a solas con cualquier otro
hombre sin estar él presente. ¿C6mo será posible realizar la travesía y que se cumpla esta
condición? El razonamiento en el primer viaje es el siguiente:
No pueden pasar dos hombres, pues sus mujeres quedarían con uno que no es su
marido. Por consiguiente será necesario que pasen dos mu jeres o un matrimonio. Si
pasa el matrimonio y el marido regresa con la barca, en el próximo viaje no puede llevar
una mujer, pues le falta el marido, y si lleva un hombre, su mujer quedará acompañada
de un hombre que no es el suyo, que es contrario a la condición impuesta. Será pues,
necesario que el cruce lo comiencen dos mujeres, se quede una en la opuesta orilla y
regrese la otra por la tercera mujer. Reunidas las tres mujeres en una orilla del río y Ios
tres hombres en la otra, regresá una mujer con la barca, se queda con su marido y
cruzan dos hombres, que se reúnen con sus respectivas esposas. Ahora regresa un
matrimonio, queda la mujer en la primera orilla y Ios dos hombres cruzan a la segunda.
Desembarcados Ios tres hombres, la esposa que cruzó primero va en busca de una mujer, la
desembarca y vuelve por Ia última, complándose así la travesía de los tres maridos
celosos sin que en ningún caso deje de cumplirse la condición impuesta, pero
necesitándose para ello efectuar seis vjajes, o sea:
El problema de Ios tres maridos se ha querido extender a cuatro, pero sólo ha podido
lograrse a condición de que la barca tenga capacidad para tres personas.
Norte 1 2 □ 3 4 Sur
En una isla lejana habitan dos familias, ambas descendientes del mismo abuelo, pero
una por parte masculina y orgullosa de decir siempre la verdad, y otra por parte femenina
y haciendo punto de honor decir siempre la mentira. Sabedores de esta particularidad,
dos exploradores que desembarcan en la isla, a fin de conocer la familia que miente
y la que no lo hace, preguntan a uno de los miembros de una de ellas:
—¿A qué rama pertenece tu familia?
—A la masculina —es la respuesta.
¿Habra dicho la verdad? Para averiguarlo, preguntan a un miembro de la otra:
—¿Qué ha dicho tu compañero?
—Dijo que pertenece a la rama masculina —responde.
¿C6mo se puede saber por las respuestas la rama a que en realidad pertenece cada uno?
Sencillamente, porque uno de ellos ha dicho verdad, esto es: dijo con fidelidad lo que había
expresado su compañero, quedando probado así que el que habló primero pertenece a la
rama de los que mienten.
Tres sabios toman la siesta en las inmediaciones de la escuela en que son maestros,
y mientras duermen un travieso discípulo les pinta la cara de negro a fin de observar
cómo cada uno de ellos reaccionará al despertarse. Cuando los sabios despiertan y cada
uno ve la cara tiznada de los otros dos, los tres se echan a reír, pero de repente uno de
ellos se pone serio y dirigiéndose a los otros les dice que no hay motivo, para reírse,
pues los tres tienen la cara tiznada, ¿Cómo ha podido saber que también la suya lo está?
Por el siguiente razonamiento:
"Mis compañeros tienen la cara tiznada -—se dice el sabio—, pero cada uno cree que
sólo la tenemos los demás. Si la mía no lo estuviera, la risa sería únicamente del uno
para el otro. Ya que ambos se ríen, es porque cada uno cree que la suya está limpia y
tiznada la de los otros dos, prueba de que la mía también lo está".
"Escoge la parte que quieras" -—dice el arriero que acaba de hacer la repartición". Y
puestos de acuerdo respecto a la división que parecía imposible, también se ponen en lo
concerniente a la disputa, pues así como unas ofuscaciones traen otras, la evidencia de
un error abre la mente a la comprensión de muchos más, y el corazón que se conturba
en la querella, se apacigua rápidamente al ser bañado por la serena luz de cualquier
verdad.
Problema de la repartición satisfactoria entre herederos
Un padre, conocedor de la enredada trastienda de sus hijos Isaac y Jacob, les lega al
morir una rica heredad, con la condición de que la división de la misma sea hecha a
entera satisfacción de ambos. Malogránse las tentativas que hacen los dos herederos por
dar cumplimiento a la condición paterna, pues la división que le agrada a Isaac, no la
admite Jacob, y la que es del gusto de éste, no lo es del de su hermano. No pudiendo
llegar a un acuerdo, deciden someter el problema al rey Salomón.
—Señor, las particiones que hace Jacob, no están bien —alega Isaac.
—Señor, lo que quiere escoger mi hermano, no es justo —arguye Jacob.
Después de escuchar los alegatos, el rey sentencia:
—Ya que Jacob no sabe partir en justicia, ni Isaac escoger con equidad, que Isaac
haga las particiones a su gusto, y que Jacob escoja la parte que más le agrade. ¿Estáis
satisfechos?
—Si —contestan ambos hermanos a la vez. Y es fama que al salir jubilosos del
palacio del rey sabio, Isaac decía a su hermano, a modo de advertencia:
—¡Ya sabes que puedo hacer las partes a mi gusto!
—¡Y no olvides que puedo escoger la que más me convenga! —le advierte Jacob en el
mismo tono.
Un padre tiene seis hijos, y deseando hacer a todos el mismo regalo un día de fiesta,
les propone lo siguiente:
"Tengo cierta cantidad de monedas de oro, que al ser repartidas equitativamente entre
vosotros, el mayor recibirá una moneda más una séptima parte de lo que queda; el segundo
en edad recibirá dos monedas más la séptima parte de lo que siga quedando; al tercero le
tocarán 3 monedas más la séptima parte de lo que reste, y sucesivamente, hasta que el
menor de vosotros, aunque sin derecho a retirar nada por edad ni proporción, recibirá
tanto como cualquiera de los demás hermanos. El que de vosotros quiera recibir su parte
tiene que decirme el total de monedas que hay que repartir y la cantidad que le toca a él
individual mente, bien entendido que cada uno de vosotros debe resolver el problema sin
consultar a los demás. y la parte del que no acierte a resolverlo será distribuída entre los que
lo hagan".
Solución: Había 36 monedas, que distribuídas de acuerdo con las condiciones impuestas,
cada hijo recibió 6.
Demostración: Primer hijo: Saca 1 moneda y quedan 35; el séptimo de 35 es 5. Recibe 6
monedas y quedan 30.
Segundo hijo: Saca 2 monedas que le corresponden por edad y que dan 28; el séptimo de
28 es 4. Recibe 6 monedas y quedan 24.
Tercer hijo: Saca 3 monedas y quedan 21; el septimo de 21 es 3. Recibe 6 monedas y
quedan 18.
Cuarto hijo: Saca 4 monedas y quedan 14; el séptimo de 14 es 2. Recibe 6 monedas y
quedan 12.
Quinto hijo: Saca 5 monedas y quedan 7; la séptima parte de 7 es 1. Recibe 6 monedas y
quedan otras 6 para el hermano menor.
Dice el matemático que propuso y resolvió este problema que es posible que exista
algún otro número que no sea el 36 y que permita hacer una distribución proporcional
tan exacta como la obtenida por los seis hijos, pero afirma que tal número sería
excesivamente alto y no respondería a la probabilidad racional de un modesto regalo de
día de fiesta, por lo cual el problema es tanto de álgebra como de lógica.
Los problemas que hemos expuesto en páginas anteriores tienen su solución verdadera
en el procedimiento que se ha seguido para hallár sela, sin que esa solución esté
condicionada por ninguna circunstancia inherente al procedimiento en sí mismo, pudiendo
decirse que, en igual dad de factores, todos los problemas similares pueden resolverse en
la misma forma. Los ejemplos que vamos a ofrecer ahora son de solución condicionada,
quiere decir que los resultados que se obtienen, si bien exactos en lo que al problema
en sí mismo se refiere, pueden variar al modificarse las cantidades o haber una variante
en el curso del proce dimiento que se emplea. Para mayor facilidad del estudiante,
indicare mos en cada caso la condición asociada al planteo y solución de los ejem plos que
expongamos.
J10 2B
I9 3C
H8 4D
G7 5E
6F
2º Hecho lo anterior, que toque con la mano, o que señale de viva voz, cualquiera de
los números o personas que hay en el círculo.
4º Pedimos que el oponente cuente desde el número o persona que tocó pero
asignándole el valor del pensado, hasta completar la suma a que se refiere la regla 3". El
lugar en que concluya de contar estará ocupado por el número o persona en que pensó
al comienzo.
Compuesta una Tabla de 18 columnas con los números y letras que contiene la que
insertamos a continuación, se puede averiguar por su media una larga serie de
incógnitas, entre ellas el número en que se piensa, la edad que tiene una persona, el
nombre místico o palabra creadora que corresponde .según los años cumplidos y, en fin, ser,
incluso, motivo de inspiración para combinar una palabra o un nombre que resuelva el
problema que nos preocupa, todo ello a base de las siguien tes reglas:
A B C D E F G H I J L M N O P Q R S
1 3 5 2 3 6 4 5 6 8 0 13 32 33 34
9 10 16 17
7 9 11 7 10 11 7 12 13 11 12 13 19 20 21 35 36 37
13 15 17 14 15 18 14 15 20 14 15 24 22 23 24 36 39 40
19 21 23 19 22 23 21 22 23 25 26 27 25 26 27 41 42 43
25 27 29 26 27 30 28 29 30 23 29 30 28 29 30 44 45 46
3! 33 35 31 34 35 31 36 37 31 40 41 31 48 49 47 48 49
37 39 41 38 39 42 38 39 44 42 43 44 50 51 52 50 51 52
43 45 47 43 46 47 45 46 47 45 46 47 53 54 55 53 54 55
49 51 53 50 51 54 52 53 54 56 57 58 56 57 58 56 57 58
55 57 59 55 98 59 55 60 61 59 60 61 59 60 61 59 60 61
61 63 64 62 63 64 62 63 64 62 63 64 62 63 64 62 63 64
Demostración: Supongamos que el oponente pensó el número 25, que se halla en las
columnas A J N. De acuerdo con la Tabla anterior, la A vale 1, la J 8 y la N 16. Sumados
esos valores dan un total de 25, o sea el número pensado.
Partiendo del hecho anterior, esto es; partiendo de que la suma de las letras que
encabezan cada columna dé el valor de cualquier número que se repita en todas ellas,
"La Escala Mágica" puede prestar muy variados servicios, para lo cual se procede en las
siguientes fcrmas:
Averiguar la edad que tiene una persona: Se procede en igual forma que para el número
pensado, pero hay que tener en cuenta que la Escala sólo puede indicar edades inferiores a
64 años.
Averiguar las letras del nombre místico: Se pide que la persona vea el número que
representa su edad actual en las 18 columnas y que indi que las letras que encabezan esas
columnas. En el ejemplo anterior, que era 25, el nombre místico puede ser Naj, Jan,
Janaj, Anajaj, etc., en todos los casos buscando las diversas combinaciones que pueden
hacerse con las letras que encabezan las columnas en que se halle el número de
referencia.
A excepción hecha de las incognitas que dependen del automatismo del operador, las
propiedades de la Escala son consecuencia del ordena miento que preside la repetición del
mismo número en determinadas co lumnas y la diferencia que hay entre los números
repetidos y el valor asignado a las letras que encabezan las columnas en que se
hallan, motivo por el cual, aunque siendo posible combinar escalas con números y letras
diferentes, el procedimiento a seguir al hacerlo tiene que ser forzosamente el mismo,
quedando así condicionados al orden de los des criptos los servicios que todas ellas pueden
prestar.
Cuéntase que el Rey Alfonso el Sabio era admirador de la mate mática, y en cierta
ocasión que un noble solicitó un puesto de importancia en el gobierno del reino, el
soberano le dijo que para ocupar ese puesto era necesario que previamente resolviese el
siguiente problema:
—Tengo —dijo el rey— tres pajes de ojos azules que siempre dicen mentira, y dos de
ojos negros que siempre dicen verdad. Para saber si eres meritorio del puesto que
pretendes, es necesario que, con los ojos vendados y valiéndote unicamente de un
razonamiento a base de tres preguntas, averigues el color de los ojos de cada uno, para lo
cual podrás interrogar a tres de ellos.
Colocado el noble con los ojos vendados frente a los cinco pajes, preguntó al primero:
—¿De qué color son tus ojos?
—Mis ojos son negros —contestó el paje.
Negros o azules —paje que dice la verdad o la mentira—, el noble pareció no poner
atención a la respuesta, y haciendo uso del derecho que se le había concedido,
preguntó al segundo:
—¿Qué acaba de decir tu compañero?
—Mi compañero ha dicho: "Mis ojos son azules".
Tampoco pareció prestar gran aten ción a la respuesta, y dirigiéndose al ter cer paje,
hizo la última pregunta a que tenía derecho:
—¿De que color son los ojos de los pajes que acabo de interrogar?
-—Señor —dijo el noble dirigiéndose al monarca—, el problema está resuelto. Los pajes
de ojos negros son el primero y el tercero; los de azules, el segundo, cuarto y quinto.
—¿Cómo lo averiguaste? —inquirió el rey.
—Por lógica, el primero a quien pre gunté tenía que decir que sus ojos eran negros, pues
a ello le obliga el decir la verdad si los tiene, o decir la mentira si !os suyos son azules. Eso
me dio a cono cer una de las incógnitas. La respuesta del segundo afirmando que el
anterior había dicho que tenía los ojos azules, me demostró que quien los tenía era é1; y la del
tercero, confirmando la verdad del primero y la mentira del segundo, develó la segunda
incógnita, o sea que dio a conocer los dos pajes de ojos negros, y por exclusión, los tres de
ojos azules.
Hasta aquí, los ejemplos ofrecidos corresponden a las series de so luciones verdaderas y
condicionadas, y, con variantes en los procedimientos, es posible emplearlos para la
develación de otras incógnitas. Los que vamos a insertar ahora entran en la serie de los
que en matemática se llaman falacias, quiere decir problemas de base o desarrollo falso,
que proporcionan una solución aparente, y que desarrollados a base de pre misas
engañosas, conducen a conclusiones lógicas pero desprovistas de verdad. A fin de que el
estudiante tenga una idea de los procedimientos que se emplean en esta clase de
problemas, ofreceremos ejemplos de di versas clases, comenzando por la falacia del buen
empleado que no trabaja.
Un buen empleado de una casa comercial, considerando que la re tribución que recibe
no corresponde al esfuerzo que invierte, solicita que el dueño le mejore el sueldo.
—Mil quinientos dólares por año —dice el empleado— no es com pensación razonable
para el trabajo que tengo que realizar durante ese tiempo.
—Puede ser —arguye el dueño— que si echamos cuentas, las cosas no sean como a
usted le parecen. Veamos el tiempo que en realidad dedica a su trabajo durante un año, y
entonces veremos si la retribución es proporcional:
—Vista la distribución de su tiempo y el sueldo anual que recibe, ¿le parece a usted que
1,500 dólares no es compensación razonable por 15 días de trabajo?
Falacia de las habitaciones y de los huéspedes
Llegan siete viajeros a una hostería y piden habitación separada. El dueño, que sólo tiene
seis habitaciones disponibles, trata de dar a cada uno lo que desea, para lo cual procede de la
siguiente manera: lleva un huésped a la habitación Nº 1 y suplica a otro que espere en el
pasillo; después conduce al tercer huésped a la habitación Nº 2; seguidamente baja a
buscar el cuarto huésped y lo lleva a la Nº 3; alojado al cuarto, lleva el quinto a la habitación
Nº4; cuando éste tiene lo que desea, lleva al sexto huésped a la habitación Nº 5, completado
lo cual baja al pasillo donde está esperando el que falta para acomodar y lo lleva a la
habitación Nº 6, complaciendo así a los 7 huéspedes aunque sólo disponía de 6 habitaciones,
Trátase de una tortuga que huye de la huerta de Aquiles, y éste, que desea retenerla,
echa a correr tras ella. La tortuga le lleva un estadio de ventaja, pero como el hombre es
mucho más rápido que la tortuga, es de suponer que la alcanzará muy pronto. Zenón, sin
embargo, afirma lo contrario, y apoya su razonamiento en la siguiente lógica:
"Cierto es —dice Zenón— que Aquiles camina más ligero que la tortuga, pero
también lo es que ésta le lleva un estadio de ventaja. Acep temos que Aquiles corre 10 veces
más que la tortuga, y que cuando el hombre ha recorrido la distancia que ahora lo separa del
reptil, éste sólo habrá avanzado una décima parte más. Mientras Aquiles recorre esa dé cima
parte, la tortuga, sin embargo, que sigue caminando, habrá avanzado nuevamente una
centésima de estadio, y si bien ahora el hombre se halla mucho más cerca de ella, todavía no
la alcanza. Hay, pues, que seguir corriendo, pero si bien para Aquiles es cosa de poco
recorrer una centési ma de estadio, resulta que en ese tiempo la tortuga avanzó una
milésima más, y aunque una milésima de estadio carece de importancia para un hombre
que como Aquiles le llaman el de los pies ligeros, lo cierto es que por pronto que la
recorra, mientras él lo hace, la tortuga habrá avanzado una diezmilésima de estadio más, y
de esa manera la carrera podrá continuar hasta lo infinito".
Cuéntase que Protágoras, célebre filósofo sofista griego, a fin de demostrar la eficacia
de las enseñanzas que impartía en su escuela, tenía por norma que los discípulos abonasen
la mitad de los honorarios al inscribirse, y la otra mitad cuando, después de concluídos los
estudios, ganasen el primer pleito. Entre los muchos que estudiaron dialéctica bajo su
dirección, había un tal Euathlus, que una vez salido de la escuela ni se preocupó de buscar
pleitos que ganar ni de abonar la segunda mitad de los honorarios, lo primero en razón de
que era más grato convencer a las damas que a los jueces, y lo segundo porque no habiendo
ganado ningún pleito, era ilícito pagar a Protágoras.
—Te equivocas —le dijo un día el maestro cansado de esperar el pago—. O saldas
la deuda o te llevo a los tribunales, y entonces, ya sea porque los jueces fallen en mi favor,
o porque fallando en el tuyo ganas el primer pleito, tendrás que pagarme de todos modos.
—El que se equivoca eres tú —repuso el discípulo— pues si me lle vas a los tribuuales
y los jueces fallan en tu favor, no tienes derecho a cobrar, ya que pierdo el primer pleito;
y si fallan en el mío, tampoco te pago porque los jueces asi lo mandan. De modo y
manera que no cobras de ninguna forma.
Sobre un río que es frontera de dos señoríos, hay un puente, a uno de cuyos lados está
la guardia encargada de no dejar pasar a nadie al otro señorío a menos que diga la verdad
respecto a lo que va a hacer allí. Si la dice, la guardia tiene orden de no poner impedimento
al cruce. Si miente, la orden es que la persona que lo haga sea ahorcada en una horca
que para tal efecto hay al otro extremo del puente. Entre los muchos que pretenden cruzar,
está un buen hombre que, al ser preguntado, dice que su único objetivo es ir a morir en la
horca que hay al otro lado. Toda vez que para ser cierto lo que dice, el hombre tiene que
ahorcarse, y si no lo es, la ley lo condena a morir en la misma horca, ¿qué debe hacer el
jefe de la guardia para que la ley se cumpla? El razonamiento es el siguiente:
Si el hombre dice la verdad, tiene derecho a pasar, y hay que dejarlo libre. Si no la
dice, no puede pasar, y hay que ahorcarlo. Como quiera que si se le ahorca ha dicho la
verdad y la ley lo ampara, y si no se le ahorca ha dicho mentira y la ley lo condena, el
prohlema parece no tener solución, ya que hay igualdad de razones para ambas cosas.
Cervantes, con gran sentido humano, pronuncia el veredicto por boca de Sancho Panza,
quien aconseja que se deje en libertad al hombre, pues cuando la justicia está en duda, la
misericordia es lo obligado, principio que tam bién es efectivo para la solución engañosa que
la razón da a los muchos problemas que contra toda razón le toca resolver.
25 EL ARGONAUTA
Fig. 58 — Arcano 25, en el que la doctrina de los símbolos
cifró el misterio de “El Argonauta” —el espìritu animoso
El que afronta voluntariamente lo desconocido
terreno de la
verdad está en nos otros. Está en las organizaciones aními cas que son equivalentes de las
razones seminales y de las razones matemáticas. Está en el saber infuso, en el saber
abstruso y en el saber difuso que llenan nuestro ser. Es un terreno en el que las causas son
símbolos, los símbolos son sabiduría y la sabiduría puede ser cien cia de las anticipaciones. En
ese terreno, lo fundamental es el motivo que pone en marcha el razonamiento matemático. Si
el motivo responde a una necesidad hondamente sentida y en la necesidad ponernos toda
nuestra verdad, el razo namiento matemático la devela, La de vela incluso a pesar de nuestros
errores, pues es tal el fulgor de la propia verdad y tal la verdad del razonamiento matemático,
que la mente que busca el conocimiento de las cosas por ese razonamiento, si bien algunas
veces puede llegar al error por la verdad, en muchas otras llega a la verdad por el mismo
error. En los métodos que ofrecemos en las páginas que siguen, siendo indispensable ese
razonamiento, también lo es partir de motivos que sean una necesidad y de una necesidad
que sea toda nuestra verdad.