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Los talleres: una herramienta metodológica en la promoción de la

interculturalidad y en el rescate de alimentos con identidad


territorial

Trabajo presentado como Comunicación/Ensayo/Experiencia

Eje temático: Aportes de la comunicación a los procesos de extensión e


innovación

SCHMIDT Virginia, Lic. en Comunicación Social. Argentina. vsscata@yahoo.com.ar


OUSTRY Liliana, INTA Bordenave, Argentina.
CHAMPREDONDE Marcelo, INTA Bordenave, Argentino
de la FUENTE Laura I., Dpto. Agronomía UNS, Argentina.
Los talleres: una herramienta metodológica en la promoción de la
interculturalidad y en el rescate de alimentos con identidad territorial

Palabras claves: Taller, imaginario social, subjetividad, interculturalidad, Investigación – Acción -


Participativa

Resumen

Desde el año 2006 se desarrolla, en la localidad de Goyena (en el sudoeste bonaerense), un proyecto
interinstitucional, liderado por del INTA Bordenave, en coordinación con la UNS. La finalidad de este
proyecto de Investigación-intervención es el rescate y la valorización de recursos territoriales,
especialmente alimentos con identidad territorial.

En el marco de ese trabajo surge en el año 2009 la necesidad de plantear nuevas estrategias para
abordar la complejidad social de la comunidad y comprender las significaciones imaginarias que
definen su acontecer. Necesitábamos, además establecer un diálogo mas profundo con la comunidad
a través de sus Instituciones.

Para intervenir en el imaginario social Goyena, nos articulamos con las escuelas de nivel EGB y
Polimodal a través de la co-producción de talleres de reflexión sobre diversidad cultural y practicas
productivas y sociales en el medio rural. Nos proponemos reflexionar sobre esos talleres,
considerándolos, no sólo como un dispositivo pedagógico, sino como una herramienta metodológica
para la Investigación–Acción Participativa (IAP).

El taller propone una manera específica de intervenir, recolectar datos y construir o producir
conocimiento; a partir de las diversas dinámicas que pueden incorporarse en él. Se interpela a todos
los sujetos que participan. En este sentido, genera un espacio de acción, reflexión y producción
colectiva de significaciones en el que van emergiendo los sentidos que los habitantes de la
comunidad le asignan a sus prácticas sociales.

La experiencia de los talleres “Somos herederos de muchas culturas” en la EGB Nº 7 e


“Identificación y rescate de prácticas productivas y sociales en el medio rural” en la Escuela
Media, han cambiado la dirección de nuestra investigación. Quienes antes eran comprendidos como
el objeto a observar se transformaron en actores que participan de la observación y la reflexión sobre
su propia realidad, para pensar en una posible transformación de la misma.

Antecedentes y el cambio de perspectiva en el proceso de valorización de recursos


locales en Goyena

El objetivo y la finalidad del proyecto en Goyena es contribuir a identificar y valorizar recursos locales.
Nuestros trabajos en el 2006, fueron entrevistas grupales e individuales con los más adultos y
ancianos de la comunidad para reconstruir primero la llegada de los mallorquines, en una primera
etapa. Al encontrarnos con estas primeras respuestas, nos dimos cuenta que si poníamos demasiado
acento en valorizar solo los productos de origen mallorquín, quizá estábamos promoviendo el
discurso Goyena es solo un pueblo mallorquín.

Estos primeros encuentros con la gente nos llevaron a preguntarnos por los múltiples conflictos
latentes y tensiones emergentes, entre pobladores e instituciones locales; y por el protagonismo de
una colectividad que referencia al lugar pero que a su vez convive con colectivos de orígenes
diversos que producen el matiz de hibridación.
En realidad las reflexiones posteriores nos llevaron a tratar de proponer vías de valorización de
recursos con los cuales toda la comunidad se sintiera identificada. El recurso símbolo es la sobresada
pero en los siguientes pasos intentamos no solo contribuir a la valorización de la sobresada, sino
también indagar en esa complejidad social para identificar otros recursos locales. Para esta segunda
etapa de proyecto nos propusimos promover y estimular una valoración positiva de las diferencias
culturales que caracteriza a esta comunidad.

Esta estrategia fue diseñada para promover una mayor interculturalidad. Nos proponemos contribuir a
una mayor convergencia (o a reducir la divergencia) en el proceso de la reconstrucción de las
identidades territoriales individuales de los distintos grupos de habitantes que conforman la sociedad
de Goyena. En ese sentido, el concepto de hibridación nos permite comprender los mecanismos por
los cuales se concreta la reconstrucción de las identidades étnicas y territoriales. (Champredonde, M,
y Otros, 2010, p.12)

Aparece entonces en el equipo, la necesidad de una aproximación más profunda al imaginario de la


comunidad de Goyena en relación a los alimentos vinculados a su identidad colectiva. Esta necesidad
plantea una revisión de la metodología de investigación con la que se venia trabajando desde el año
2006 y con esto surge un cambio de rumbo para alcanzar nuestros objetivos.

Pensar la complejidad social de la localidad permitió replantear las características del objeto de
estudio, permitió pensarlo ya no como algo estanco, invariable definido, sino como un territorio
dinámico. Al pensar a la comunidad como un sujeto a interpelar se abrió nuestra perspectiva como
equipo y esto generó un replanteo de estrategias de intervención, de competencia de cada uno de los
integrantes de equipo y de las herramientas metodológicas a implementar.

Desde este cambio de perspectiva nos propusimos abordar el terreno desde la investigación – acción-
participativa. Para Schuter, una investigación con estas características propone la interacción teoría
práctica integrando el conocimiento popular con el conocimiento científico. Fomenta la producción de
conocimiento ínter -subjetivo a través de una relación sujeto- sujeto.

Cuando se redefine a la comunidad como un sujeto a interpelar se piensa en la metodología de taller


con dos finalidades: para investigar y obtener más datos, de este entramado de relaciones, sobre
posibles recursos a valorizar. Y en este sentido, al mismo tiempo, es establecer otro tipo de relación
con la comunidad en donde esta misma como sujeto desarrolle el proceso de auto-explorarse en una
búsqueda de sus propios tesoros.

El taller surge como una herramienta metodológica pertinente al abordaje de esta complejidad social
porque favorece la intervención y estimula el desarrollo de relaciones horizontales en el campo entre
los sujetos que participan de este proceso dialéctico.

EL TALLER

El hombre se configura en una praxis, en una


actividad transformadora, en una relación dialéctica
mutuamente modificante con el mundo

Pichón Riviere

En este momento de replanteo de estrategias por las que va conduciéndonos la investigación acción,
en donde ya no aparece un objeto de observación sino un sujeto a interpelar, surge la necesidad de
nuevas técnicas que permitan al equipo no solo optimizar la metodología de observación ante la
complejidad social que implica la comunidad, sino también desarrollar nuevas instancias de relación
con las instituciones de esta comunidad.

La propuesta de trabajar en el campo a través del Taller es un resultado de este proceso de reflexión
en el que como equipo comenzamos a entender que absolutamente todo lo que habla sobre los
recursos a valorizar en la localidad de Goyena se encuentra sujetado a un sistema de relaciones,
costumbres y creencias hilvanadas en el tejido social; que a su vez delinean el conjunto de
presupuestos, sentidos y practicas produciendo disputas y consensos hacia el interior de la misma y
definiendo su identidad.

Aproximación a lo imaginario

La trama de significaciones imaginarias sociales conforma lo que podemos denominar imaginario


social. La comunidad es instituida porque un conjunto de significaciones imaginarias sociales que van
pactándose implícitamente por los miembros de la misma; le dan cuerpo, forma, cohesión, e identidad
a ese colectivo.

El imaginario social requiere del símbolo para poder expresarse y mas aun, podríamos decir, para
existir…el simbolismo supone la capacidad de poner entre dos términos un vínculo permanente de
manera que represente al otro. (Cornelius Castoriadis 2005 p 67). El hombre significa a través de
símbolos que ya no son lo real, sino representaciones de lo real que definen a todas las cosas que
podemos percibir.

En su relación con el colectivo el hombre va acordando a partir de sus diferentes prácticas,


significaciones imaginarias sociales que tejen esta inmensa urdimbre, lo social, entendido en su
sentido más amplio. Y a su vez instituido por unidades más pequeñas colectivos, instituciones
comunidades con la misma lógica de funcionamiento interno. Estas significaciones imaginarias
sociales son las capacidades de significar que tienen los colectivos anónimos a todo lo que los
instituye como colectivos.

Las significaciones imaginarias resultan ante los ojos de la sociedad invariables y estancas, pero
pese a que existe esta fantasía social sobre las mismas, el imaginario social va nutriéndose de
representaciones que mutan a lo largo de la historia, siendo este de carácter socio-histórico.

Para lograr un mayor acercamiento al saber hacer, el saber degustar, y el ser de Goyena fue
necesario pensarnos en el proceso de producción y reproducción de las prácticas sociales que
definen a esa comunidad. El taller surge como una herramienta que permite ingresar en la trama de
significaciones imaginarias a través de la interacción; y hace posible una aproximación dinámica al
tejido social.

Como espacio

Un taller constituye un espacio de acción, reflexión y producción colectiva de significaciones, dado


que todas las dinámicas que se proponen en este marco interpelan a todos los sujetos que participan
de él. Permite que entre todos nos interrelacionemos. La instancia del taller necesariamente implica
una producción colectiva de significaciones, es decir, todos ponemos (en el espacio de taller) en
juego nuestras subjetividades y empiezan a surgir los significados que les damos a las cosas, y que
luego iremos acordando.
Según Garcia Canclini, quien ha definido los procesos de hibridación sobre las que se fundaron las
sociedades latinoamericanas “las identidades nacionales y locales pueden persistir en la medida en
las que las resituemos en una comunicación multicontextual. La identidad, dinamizada por este
proceso, no solo será narración ritualizada… al ser un relato que reconstruimos incesantemente, que
reconstruimos con los otros, la identidad es también una coproducción”.

El taller propone otra manera de intervenir, recolectar datos y construir o producir conocimiento.
Como equipo interdisciplinario podemos verter en cada encuentro nuestras miradas desde las
distintas competencias desarrollando una propuesta enriquecida y heterogénea. Es fundamental el rol
que desempeña cada uno de los integrantes del equipo como facilitador del proceso de construcción
colectiva que implica el taller. Dichos roles van rotando en cada encuentro.

Previamente acordamos quién será el coordinador, que deberá dar la consigna de trabajo, escuchar y
permite que se vehiculice el discurso a través de la palabra, se corre del lugar del saber legitimado;
no dirige, no prescribe. Interroga al conocimiento de sentido común, favoreciendo la aparición de
cadenas asociativas y las múltiples significaciones que sustentan.

El coordinador trabaja con un co-coordinador con quien alterna la coordinación y actúa al mismo
tiempo como observador participante. Mantiene cierta distancia con la tarea grupal que le permite
intervenir para favorecer su dinámica, en caso que se presente algún inconveniente en el logro de los
objetivos propuestos.

Para Ageno, R (1993) el taller funciona como un dispositivo que permite acotar un espacio
protagónico en el que la coordinación y observación externa, crean las condiciones para que
aparezcan las palabras, dejando al descubierto tanto la trama subjetiva como la social, que son
determinantes del quehacer de los actores sociales implicados.

Los momentos de taller son filmados por otro integrante del equipo. El registro audiovisual nos
permite captar todos los mensajes que circulan en el espacio de taller, y quizás no detectamos por
nuestra propia interacción. Luego al momento de analizar y reflexionar sobre el proceso podemos
visionar el material para obtener nuevos datos y desarrollar nuevas propuestas.

Si bien es entendido como un dispositivo pedagógico, a partir de un método en el que se aprende


mientras se realiza una actividad, logra generar un ambiente de armonía, libertad y confianza en sí
mismo y en los demás. Esto último genera las condiciones apropiadas para desarrollar una
experiencia de intervención dinámica en el imaginario social de la localidad a través de una
interrelación colectiva en el que se pueden trabajar desde la propuesta científica distintas temáticas.
Pero que resulta pertinente para indagar en cuestiones de sentido común, cotidianas, que van
modelando al cuerpo social.

Según palabras de Raúl Ageno; Por su dinámica de funcionamiento, el taller: “Requiere un ámbito de
cercanía afectiva, un telé positivo que permita/posibilite una comunicación fluida" para que la palabra
circule con libertad. Esta situación, sumada a la práctica en la cual son entrenados los alumnos
trabajando su propio saber en conjunto con los transmitidos por los docentes, favorece la
construcción de conocimientos en forma grupal, reflexiva e inteligente y posibilita el tránsito del saber
del sentido común al saber científico”.

En principio se piensa en las instituciones de la comunidad para desarrollar este trabajo. Y otra de las
intenciones del equipo era trabajar con los niños y jóvenes de la comunidad. En Goyena se pensó en
un primer taller para trabajar con los niños de la EGB. En este sentido se produjo un primer
acercamiento a la institución en el que fueron compartidas las ideas del equipo en el trabajo con la
comunidad, con las docentes. A partir de este encuentro surgió el primer taller sobre
interculturalidad a llevar a cabo en la localidad.
La necesidad de trabajar con las instituciones en su propio ámbito y no convocarlos a un espacio de
reproducción social no conocido tiene que ver con estimular el desarrollo de actividades dentro y
desde las mismas instituciones de esa comunidad e investigar interactuando desde sus propios
contextos.

Resulta interesante destacar que el espacio que propone la dinámica de taller permite obtener datos
variados distintos y que a su vez se complementan. Aquí son importantes los significados de: la
palabra, y los actos no verbales; lo paralinguistico, la estructuración y uso del espacio (conductas
proxemicas), el lenguaje de los cuerpos (lo kinesico), los silencios. Todo cobra valor simbólico, todos
estos aspectos son los que nos comunican sobre y con esa comunidad. Y a su vez estos mismos
elementos son los que finalmente consolidan y refuerzan el imaginario. A estos fines es que resulta
interesante también el registro audiovisual como técnica de recolección ya que facilita interpretar todo
ese caudal simbólico que resulta de cada encuentro.

El taller hace posible desarrollar un postulado de la Investigación acción que comprende a la misma
como un proceso educativo, que se define como, la liberación del potencial creador y la movilización
de los recursos humanos para la solución de los problemas sociales y con ésta la transformación de
la realidad social. ( Schutter, A, 1983).

La experiencia de taller en el proceso de valorización de recurso con identidad


territorial

El primer proyecto de taller surgió de las inquietudes del equipo en relación a la variedad y el valor
simbólico asignado a los alimentos en la comunidad de Goyena. En las escuelas nos propusimos
trabajar con los alimentos ligados al concepto de cultura.

Taller en la ESB N°7

El primer taller que produjo el equipo para la ESB N°7, de la localidad de Goyena fue “Somos
herederos de muchas culturas”. Nuestra intención era: contribuir a un mayor conocimiento y
respeto por las distintas culturas presentes en la comunidad. Encontrar La diversidad a partir de las
comidas.

Fue para nosotros un desafío la construcción de estos talleres para los alumnos, teniendo en cuenta
que eran 52 niños, de 6 a 11 años de edad. Pensar en las dinámicas, técnicas y disparadores
acordes a nuestros interlocutores y nuestras competencias nos llevó a un trabajo profundo para cada
uno de ellos.

En principio, a través de las distintas instancias del taller nos propusimos disparar sentidos sobre los
alimentos; para concluir en la etapa de construcción colectiva y de reflexiones; ligando estos sentidos
a la cuestión de la identidad de Goyena para preguntarnos finalmente por la diversidad cultural.

En el primer encuentro se produjeron actividades a través de las cuales los niños pudieran exteriorizar
y calificar toda la información que ellos tienen sobre las comidas que se consumen en Goyena. Este
se desarrolló en el salón comedor, no en el aula; grupos mixtos constituidos por alumnos de distintos
años, con el objetivo de desestructurar el clásico trabajo áulico.

La primer dinámica consistía en responder a la consigna: “Cuál es tu comida favorita?”, a través del
dibujo. El dibujo permite crear y esta es otra manera de pensarse a sí mismo, de descubrir como
significamos y también de comunicarnos. En este sentido, encontramos apropiado el dibujo a modo
de introducir a los niños en el tema, despejar el camino de sus primeras concepciones sobre las
comidas, y a su vez una ayuda para integra a los más pequeños.
Cada dibujo fue comentado con los niños y luego colocado por uno de los talleristas en la pared. Así;
ñoquis, milanesas, papas fritas, helados, lasañas, pizzas, hamburguesas; fueron viajando desde ese
pequeño imaginario de Goyena hacia las paredes de la sala de trabajo, ambientando el taller.

De esta manera, los niños fueron despojándose de sus primeras impresiones en torno a la comida,
para dejar espacio a la aparición y la reflexión sobre otros alimentos que están en sus imaginarios
pero que quizás no aparecerían en una primera instancia por ser parte de su cotidiano. “Lo casero”, el
ritual, lo vinculado a la familia, los mayores, lo íntimo, resulta irrelevante para los lugareños,
justamente por formar parte de su acontecer, es así como muchos hábitos o comidas, no sólo no son
dignos de ser rescatados por ellos sino que además no parecen significarles demasiado.

Para profundizar en el tema y obtener datos sobre la variedad de comidas que se preparaban y
preparan en Goyena, se planteó una segunda actividad, que convocaba a los niños a participar de
una especie de tuti-fruti en equipos en el que debían apuntar por grupo la mayor cantidad de comidas
que encontraran en su comunidad. En esta competencia pondríamos el valor sobre aquellos
alimentos que no eran comunes a todos los equipos. La consigna planteaba que aquellos alimentos
que aparecieran en los afiches de todos recibirían cinco puntos, aquellos que apuntaran solo algunos
equipos, recibirían diez, y los que fueran rescatados solo por un grupo recibirían veinte.

Esta dinámica fue planteada, no sólo para que los niños registraran e hicieran consciente la variedad
de platos que se les presenta en el cotidiano, sino que además, serviría para construir entre todos los
participantes nuevos relatos a cerca de las comidas de Goyena, orientados -por el fin de la
investigación- a detectar el origen y diversidad de las mismas.

La instancia de puntuación se planteó como un momento para el diálogo y el intercambio, es en este


momento donde emergen las significaciones individuales y colectivas asignadas a cada plato. Así
mismo, en este momento de la actividad aparece aquello que es común a todos los goyenenses
(milanesas, papas fritas, hamburguesas, etc.) y aquello que distingue a unos de otros. Surge lo
diverso y la puntuación funciona como un dispositivo que: distingue lo que es particular y original, de
lo que es común a todos; y a través del cual se disparan sentidos acerca de las comidas que van
apareciendo: uruguaya, chilena, mallorquina, alemana.

Finalmente, cuando toda la información aportada por los chicos acerca de la variedad de los platos
preparados en la localidad y distinguiendo sus cualidades y diferencias, concluimos el encuentro
interrogándonos por el origen de la diversidad y por los viajes que realizaron estos platos hasta llegar
a Goyena.

La consigna para el próximo encuentro seria completar una planilla con los platos que se conocían en
las familias de cada niño y describir sus características, lugar de origen, ingredientes, ocasiones en
que se consume.

Para despertar interés en esta búsqueda y referenciar el trayecto que realiza cada cultura con sus
alimentos y sus hábitos y las formas que van adoptando estos al atravesar loas fronteras produjimos
un pequeño relato audiovisual que reconstruye el camino que recorre la empanada desde su
aparición en la historia de la humanidad. Este relato fue denominado “el viaje de la empanada” y
describe toda su historia y sus diversificaciones hasta llegar a Goyena tal y como se la conoce en la
actualidad.

Proyectar este video resultó no solo la herramienta ideal para introducir a la próxima tarea de
completar la ficha sobre que comían sus abuelos y que comen ellos, sino que además, en este viaje
de la empanada aparecen aquellos significados sobre los que deseábamos echar luz con el taller:
aquello que comemos tiene aportes de distintas culturas y nos identifica y además define nuestro
origen y nuestra identidad, y así, aunque no nos demos cuenta somos herederos de muchas culturas,
que se fueron sumando a lo largo del viaje.

Para el segundo encuentro fueron convocados los abuelos o papas que quisieran participar. Lo
planificado para este momento del taller era entrevistar por grupo, a cada mayor que se acercara
sobre un plato en particular. La entrevista debía tener en cuenta todo aquello que pudiera ser
relevante en relación al plato, lugar de origen, forma de preparación, ocasión en que se comía, clima
del lugar donde se preparaba, lugar donde se hacia, quienes lo preparaban, anécdotas en relación
del mismo.

Luego montamos una pequeña escenografía y con una cámara grabamos un segmento en el que
aparecían los chicos volcando aquellos contenidos que habían recolectado en la entrevista con el
mayor. La idea fue generar un espacio que simule un segmento de TV denominado “Sabores de
Goyena”, en él los niños comentaron junto al mayor invitado todo lo aprendido acerca de la
preparación del plato elegido y los mayores contextualizaron respondiendo preguntas que realizaba el
resto de los grupos docentes y talleristas detrás de escena.

Los chicos conocían las comidas mallorquinas, algunos las habían comido en la misma escuela,
como la pizza mallorquina (por eso había salido en el juego). Asocian en el discurso, de la comida de
los abuelos con lo mallorquín, aceptando desde la representación del imaginario. La escuela hizo de
nexo entre el imaginario de los mallorquines, a través de la cocina de la escuela, con una receta
básica como es la pizza mallorquina.

Taller en la Escuela Agropecuaria Nº1 “Ezequiel Martínez Estrada”

La otra experiencia de taller fue la “Identificación y rescate de prácticas productivas y sociales


en el medio rural” en la Escuela Media Agropecuaria Ezequiel Martínez Estrada. Estos talleres se
centraron en trabajar el concepto de cultura y en su movilización para analizar un evento social
importante en el medio rural como es la carneada. Se abordó el tema de la carneada como un hecho
social en el que sus productos están fuertemente cargados de un valor simbólico, asociado en gran
parte a las diversas culturas migrantes.

Se abordó también la temática de las tradiciones, de lo artesanal y de lo industrial. Por medio de


trabajos en grupos, a partir de elementos como un par de alpargatas, un par de botas de goma se
estimuló a los alumnos a imaginar sistemas de producción asociados a esos objetos. Se imaginaron
herramientas de trabajo, tipo de relación entre quienes elaboraban chacinados en cada sistema, el
tipo de instalaciones, y la calidad (intrínseca y simbólica) de sus productos.

Las alpargatas simbolizaron la carneada o elaboraciones caseras de chacinados. Los alumnos


subrayaron la pérdida progresiva de los hábitos de hacer carneadas, asociado a la escasa población
que vive en los campos. Se revaloró así la presencia de pobladores de Goyena que se especializan
en hacer carneadas para terceros. Son estos vecinos, quienes actúan como transmisores de los
saberes asociados a esta actividad. Al relacionar las botas blancas con la producción más industrial o
comercial, se destacó la necesaria articulación entre las tradiciones y las innovaciones tecnológicas.

Otras conclusiones de los alumnos del polimodal, es el reconocimiento de la sobresada como


producto típico de Goyena. Se concluyó que la misma constituye un símbolo identitario para la
mayoría de la población local, independientemente del origen étnico y geográfico de cada poblador
Surgió entonces la idea de fabricar sobresada en la escuela, dado que eran muy pocos los alumnos
locales que habían participado en una carneada. La mayoría de ellos no sabía cómo se elaboraba la
sobresada.
Las producciones de ambos talleres fueron integrados y socializados en un espacio común y
convocante a toda la comunidad: la Fiesta de la Tradición. Dando como resultado la expresión de
“interculturalidad”, que según la autora Ranaboldo la define como “presencia e interacción equitativa
de diversas culturas y la posibilidad de generar expresiones culturales compartidas, adquiridas por
medio del diálogo y una actitud de respeto mutuo.”(2006, p )

En este espacio convivieron todas las expresiones culturales presentes en la localidad, danzas,
comidas chilenas, mallorquinas, criollas, alemanas y prácticas sociales plasmadas en dibujos,
fotografías, videos. En esta ocasión, fueron degustadas las sobresadas fabricadas entre los alumnos
y nuestro equipo. Acompañando la degustación de la sobresada (y de las comidas antes
mencionadas) los alumnos del polimodal comercializaron parte de la producción acompañada de una
marca que ellos mismos diseñaron para ese producto y que simbolizaba a la ciudad de Goyena.

Conclusiones

El objeto concreto sobre el cual se trabajó en un primer momento, fue un embutido de origen
mallorquín denominado sobresada. Sin embargo, no se lo hizo desde un enfoque de tipo Sistema
Agroalimentario Localizado (SIAL) más clásico. Es decir, en vez de comenzar a trabajar con los
elaboradores o actores directamente implicados en el sistema agroalimentario, se trabajó inicialmente
con la comunidad en la cual está inserta el producto. Esto se debe a la voluntad de comenzar la
investigación y la intervención trabajando sobre los aspectos indentitarios y simbólicos sobre los
cuales se basa la elaboración y consumo del producto.

La transformación del objeto de estudio en sujeto de comunicación, fue posible gracias al empleo de
técnicas de comunicación, especialmente de tipo audiovisual. Estas herramientas nos permitieron no
sólo co-construir mensajes relacionados a la valorización positiva de las diferencias culturales.
También se obtuvieron productos tales como tres videos en los que se muestran: a) las actividades
realizadas en el taller, b) el proceso de elaboración de la sobresada llevado a cabo por alumnos,
docentes e investigadores y c) un video que muestra la historia (el viaje) de un alimento, que se hizo
muy diverso y popular en nuestro país, como lo es la empanada.

La elección de investigar actuando desde la institución educativa permitió trabajar la interculturalidad,


de modo constructivista, y con el estrato de la sociedad que consideramos más receptivo. En ese
sentido, destacamos también que el hecho de trabajar conjuntamente con niños y jóvenes dinamiza
los procesos de construcción.

Como dijimos, el taller propone otra manera de intervenir, recolectar datos y construir o producir
conocimiento. En este sentido, el equipo planifica en función de los objetivos planteados en la
investigación. Como en el caso de cualquier otra técnica se diseña la intervención incorporando las
inquietudes y necesidades del espacio en el que será llevado a cabo. Pero, en el trabajo de
producción de los diferentes encuentros de taller nuestras propuestas se modifican, nutriéndose, de
lo que va surgiendo en el proceso de construcción colectiva.

Esta técnica, en el marco de una investigación participativa, nos sitúa como investigadores co-
constructores del proceso con la comunidad y nos modifica esta relación dialéctica. “Partimos de las
constataciones que nos brindan la experiencia: situados en la etapa inicial de un proyecto, no es
posible prever con exactitud la trayectoria del proceso, los logros y las consecuencias del mismo.
Sostenemos así la hipótesis que la trayectoria y resultado de un proyecto de investigación e
intervención se construye a medida que el mismo se desarrolla.
Es cierto que en una etapa inicial se establecen objetivos y se conforman grupos de trabajos que se
proponen alcanzarlos. Sin embargo, sostenemos que tanto los objetivos como las particularidades del
proyecto, evolucionan a lo largo del tiempo.(Champredonde, Oustry, De la Fuente, Schmidt, 2010 p 2)

Este tipo de investigación supone para quienes las desarrollamos un gran desafío: trabajar con una
finalidad y determinados objetivos pero abiertos a la incertidumbre. Este desafío tiene que ver
directamente con escuchar al otro. Se planifica una actividad, hay un plan. Pero al proponerlo, genera
una reacción y un efecto. Como investigadores debemos estar preparados para escuchar y percibir
esas reacciones del colectivo; hay que abrirse, despojado de prejuicios, expectativas concretas e
intencionalidades. Transformamos una investigación en la que nos ubicamos como facilitadores de
un proceso y ya no como conductores del mismo, para entregarnos a la incertidumbre que implica
necesariamente la construcción colectiva.

Algunos resultados y finalidades no previstos, que se transforman en indicadores de cómo funciona el


proceso, tienen que ver con la movilización que produce en la gente de la comunidad el solo hecho
de que nosotros nos acerquemos a ella con nuestra propuesta.

Ciertas actividades, que tenían su objetivo, provocaron reacciones indirectas e inesperadas por
nosotros en la localidad. En el caso de los primeros encuentros con la gente, al indagar sobre sus
orígenes y sus costumbres, con el fin de contextualizar el trabajo obtuvimos datos concretos sobre
ellos. Pero mas tarde percibimos que estos relatos en donde nuestra interacción les hacia hablar
sobre sí mismos, lograba que pudieran mirarse. Y finalmente funcionaron como un dispositivo de auto
referencia, que motivo la valoración de su cotidiano. Luego de estas primeras intervenciones se
impulso nuevamente y luego de casi cincuenta años una nueva edición de la Fiesta de las comidas
mallorquinas.

Otra de las situaciones significativas que se produjo después de estos primeros acercamientos, fue la
colaboración de la comunidad en un evento científico en el que se presentaba nuestro trabajo.
Nuestra intención era presentar el proyecto formalmente y que allí estuvieran presentes algunos de
los platos que ellos preparan usualmente. La propuesta fue que ellos cocinaran sus ensaimadas, sus
cocas y sus panadas. Esto genero mucha movilidad y se configuro una red para producir para el
evento y sobretodo para conseguir en la zona ingredientes como el perejil que necesitan en grandes
cantidades sus cocas o pizzas mallorquinas.

Hasta este momento, solo se conocía la coca en algunas familias, e incluso algunos mallorquines de
segunda generación no la habían probado. Fue sorprendente, al llegar más tarde con el taller a la
escuela primaria, ver que se había incorporado al menú del comedor de la misma y que ya todos los
niños estaban familiarizados con su existencia.

Aunque en este proceso vaya emergiendo lo mallorquín como un componente identitario de la


comunidad, también observamos a partir de los talleres en las escuelas que en ciertas oportunidades
los habitantes de Goyena salen a la búsqueda de lo mallorquín para auto referenciarse, aunque lo
mallorquín no sea lo que los identifica. Por ejemplo, a partir de la tarea sugerida desde el taller en la
ESB, los niños tenían que llenar una grilla con la colaboración de sus familiares, respondiendo sobre
los platos que se conocían en las familias de cada niño y describir sus características, lugar de origen,
ingredientes, ocasiones en que se consume. Lo interesante es como fue interpretada esta consigna
por los niños y sus mayores. Muchas familias de distintos orígenes que cohabitan, alemanes, rusos,
chilenos, vascos, salamanquinos, criollos; también completaron sus grillas con platos mallorquines sin
haber consumido siquiera estos platos. Esta situación, nos muestra que lo mallorquín aparece como
la referencia más próxima que tienen presente los habitantes en el imaginario.
Respecto al trabajo con la Escuela Agropecuaria, se abren nuevas oportunidades. Por ejemplo, la
incorporación en la currícula de algunas materias de la escuela Agraria, permitiría profundizar el
trabajo iniciado sobre la interculturalidad y el rescate de recursos pasibles de ser valorizados.
Podemos pensar no sólo en efectuar investigaciones más profundas, junto a los alumnos de la
escuela, sino también en continuar la elaboración de sobresada y otros embutidos típicos como el
butifarrón u otros, con fines pedagógicos. Elementos como el logo elaborado por los alumnos podrían
colaborar para establecer una continuidad de esta actividad.

Reafirmamos, entonces, la importancia que tiene investigar desde la acción para poder actuar en pos
de modificar algunos aspectos de las relaciones sociales locales, que subyacen a los procesos de
valorización de los productos. La metodología de trabajo que implementamos nos permite percibir
como se configura el tejido social y de esta manera accedemos a los modos de significar y sentir de la
sociedad, para motivar la transformación de su realidad.

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