EDITORIAL

De marzo de 2004 a la fecha, el Instituto ha publicado con el de
hoy, 10 números de la revista VIOLETA. Es importante iniciar
proyectos, pero lo es más cuando se sostienen en el tiempo:
uno de esos casos es la revista VIOLETA.
Tres Consejos ciudadanos han legitimado su publicación; un
Consejo editorial se reúne trimestralmente para evaluar y proponer
contenidos de las siguientes publicaciones y una Junta de
Gobierno que opina y sugiere las políticas públicas que son
convenientes compartir en este espacio de comunicación; han
hecho posible incluir los principios de transversalidad,
coordinación y colaboración y vinculación de la ley que crea el
Instituto Estatal de las Mujeres. Nuestro agradecimiento a las
tres instancias.
Es una revista plural e incluyente. Cada número es un esfuerzo
y un reto. Queremos que la equidad y la igualdad se reflejen en
ella, del mismo modo que la agenda de género en todas sus
prioridades. Incluimos la violencia, la pobreza, educación, salud,
etcétera.
En un año electoral, estimamos que el tema de la participación
política de las mujeres resulta interesante. Abordarlo por
segmentos permite leer diversos puntos de vista que invitan a
la reflexión. A los periodistas que aportan su talento en la
construcción de este espacio, muchas gracias, a las
colaboraciones por igual les extendemos nuestra gratitud.
Seguiremos dedicando nuestra tarea a compartir hechos para
lograr la equidad de género.
Lic. María Elena Chapa H.
Presidenta Ejecutiva
del Instituto Estatal de las Mujeres

ÍNDICE
2 URNAS NOSOTRAS CONTAMOS 14 TODAS Y TODOS SOCIEDAD
Las mujeres en el padrón: La participación ciudadana Rosaura Barahona
¿factor decisivo? Ana Hierro Barba
16 ENTRE DOS OPINIÓN
4 A CAPELA TESTIMONIO Jóvenes y la necesidad de politizarse
La vida en breve, de una activista social Alejandra González Sánchez
Liliana Flores Benavides
17 TODAS Y TODOS SOCIEDAD
6 GRANO DE ARENA DEBATE Mujeres jóvenes: mujeres del presente
Participación de las mujeres en Kena Yañez Martínez
América Latina Cynthia Cristina Leal Garza
18 CIUDADANÍA ASUNTO COMÚN
8 VOZ EN CUELLO POLÍTICA La ciudadanía: forjadora de instituciones
Las mujeres y la participación ciudadana Carlos Alberto Piña Loredo
Javier Alberto Reyes G
20 EL SITIO DE SOFÍA CULTURA
10 LA CURUL AGENDA LEGISLATIVA La muerte y el doctor Berenice Gutiérrez
¿Es posible vivir en poder desde lo
femenino? Ximena Peredo 22 TU PUNTO DE VISTA CUESTIONARIO
Equidad de género en el hogar:
12 CENTRAL VIOLETA PARTICIPACIÓN CIUDADANA cuestionario de autoanálisis
Ciudadanía: participando en femenino
Jesús Cantú Escalante 24 DESDE LA REDACCIÓN NOTAS
El Instituto informa

DIRECTORIO
CONSEJO DE PARTICIPACIÓN CIUDADANA JUNTA DE GOBIERNO INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES

Elizabeth Aguilar Lic. José Natividad González Parás María Elena Chapa H.
Presidenta Gobernador Constitucional del Estado Presidenta Ejecutiva
Anaeli S. de A. de Márquez Sra. Cristina Maiz de González Parás María del Refugio Ávila Carmona
Vicepresidenta Invitada especial Secretaria Ejecutiva
Graciela Jaime
Jorge Estrella Lic. Rogelio Cerda Pérez
Secretario General de Gobierno José Humberto Alanís Alanís
Juan Gómez Jayme Coordinador de Difusión e Imagen
Luis Manuel Garza Comisario Jefe Antonio Garza García
Manuel Pérez Ramos Secretario de Seguridad Pública Claudinne Jiménez
María de la Luz Molina Lic. Luis Carlos Treviño Berchelmann Dirección general
Teresa Almaguer Procurador General de Justicia
Úrsula W. de Bolaños Margarita Flores
Lic. Rubén Martínez Dondé Coordinación de diseño
CONSEJO EDITORIAL Secretario de Finanzas y Tesorero General Patricia Carrington· Claudinne Jiménez
Alejandra Rangel Mtra. María Yolanda Blanco García Fotografía
Felipe de Jesús Rodríguez Vértiz Secretaria de Educación
Patricia Carrington
Francisco Gómez Dr. Gilberto Montiel Amoroso Portada
Graciela Ríos Secretario de Salud
Jorge Villegas Dr. Gustavo Alarcón Martínez Violeta es una revista trimestral del Instituto Estatal de las Mujeres de Nuevo
Rosaura Barahona Secretario de Desarrollo Económico León. Es un espacio de libre expresión. Las opiniones aquí vertidas no reflejan
necesariamente la postura de la institución.
Lic. Alejandra Rangel Hinojosa Certificado de Reserva de derechos al uso Exclusivo Número 04-2004-
Presidenta del Consejo de Desarrollo Social 072014370400-102.
La correspondencia se recibe en Morelos 877 Ote.entre Dr. Coss y Diego de
Profra. Gabriela del Carmen Calles González Montemayor, Barrio Antiguo, Centro, Monterrey, N.L. C.P.64000. Tels: 83-45-
Directora General del Sistema DIF 77-71, 20-20-97-73 al 76. Lada 01800-00-EQUIDAD ( 01800-00-3784323)
E-mail: instituto.mujeres@mail.nl.gob.mx
Violeta se reserva los derechos de los artículos que publica. Pueden reproducirse
siempre y cuando se cite el nombre de esta revista. Se aceptan colaboraciones.
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URNAS NOSOTRAS CONTAMOS
Las mujeres
en el padrón:
- POR ANA HIERRO BARBA
Un dato poco conocido en la actualidad es el hecho de que la
mujer consiguió el derecho a votar en México en el año de 1953.
Hoy, el que las mujeres asistan a las casillas parece inclusive
común, sin embargo, vale la pena cuestionarnos si el voto tiene o
no género. Esto es, considerar si el factor femenino tiene alguna
influencia en el padrón, o bien, explorar el valor potencial del voto
de las mujeres. Pongámoslo de esta manera: ¿qué sucedería si
todas las mujeres registradas en el padrón electoral y en la lista
nominal decidieran votar por el mismo partido o candidato?
Tenemos que comenzar por las cifras: ¿cuántas mujeres hay en el
padrón electoral y en la lista nominal? Actualmente existen 71
millones 758 mil 545 mexicanos registrados en el padrón, de los
cuales 37 millones 166 mil 508 son mujeres, lo que equivale a un
51.79 por ciento del total. En la lista nominal las condiciones de
mayoría femenina se mantienen: existen 71 millones 378 mil 663
mexicanos registrados, de los cuales 36 millones 999 mil 344 son
mujeres, es decir, representan un 51.84 por ciento. Por lo tanto,
de haber un acuerdo generalizado entre las mujeres al votar en las
elecciones federales del 2 de julio, serían ellas quienes decidirían
la elección. La tendencia no es nueva, tanto en el 2000 como en
1994 se mostró una mayoría de mujeres en ambos registros.
A la luz de estos hechos, ¿no parece adecuado centrar una campaña
presidencial en intereses femeninos?, ¿son estos intereses distintos
a los de las personas del género masculino? Antes de abordar este
hecho, merece la pena que consideremos si la proporción de
mujeres que efectivamente asisten a la casilla equivale al porcentaje
del padrón que representan. Si revisamos los datos de las elecciones
del 2000, de acuerdo a una estimación del periódico Reforma, la
participación ciudadana fue del 63.9 por ciento, del cual, el 48 por
ciento de los electores fueron mujeres mientras que el 52 por ciento
hombres. Así, nos encontramos con que aún cuando las mujeres
tienen la potencial mayoría en las elecciones, su participación
efectiva no lo es. Entonces, debemos entrar obligatoriamente en
dos aspectos, el interés de las mujeres hacia la política y su
participación en el proceso electoral.
Al abordar el tema del interés de las mujeres en la política, es
imprescindible indagar sobre qué tan cotidiana o relevante considera
la política. De acuerdo a la Encuesta Nacional sobre Cultura Política
y Prácticas Ciudadanas del año 2003, ante la pregunta “cuando
usted está conversando con algunas personas y éstas empiezan
a hablar de política, ¿qué hace usted?”, un 51.10 por ciento de
la población respondió que escucharía, pero no participaría; siendo,
en el caso de los hombres, 48.57 por ciento quienes optaron por
dicha respuesta, mientras que en el caso de las mujeres lo hizo
poco más de la mitad. Lo que estas cifras indican es un nivel de
interés menor de las mujeres en la política con respecto al género
masculino.
Ahora bien, si se comparan estos resultados con los obtenidos
ante el cuestionamiento de los medios más usados para informarse,
se observa que tan sólo un 3 por ciento de la población en ambos
géneros optó por la alternativa de no tener interés en informarse.
Sin embargo, al preguntar “¿qué tan seguido acostumbra leer
noticias de política en el periódico?” se encuentra que un 48.09
por ciento de la población femenina contestó que nunca lo hacía
en contraste con un 34.54 por ciento de los hombres; a su vez, un
15.11 por ciento de la población masculina contestó leer noticias
periodísticas diariamente, mientras que en el caso de las mujeres
ese porcentaje disminuía al 8.79 por ciento. En el caso de ver o
escuchar programas políticos encontramos que aumenta
considerablemente la frecuencia con que se les consulta, sin
embargo, nuevamente se encuentra un mayor número de hombres
dado que 49.05 por ciento de ellos los ven diariamente, en contraste
con el 43.71 por ciento de las mujeres.
Ante la pregunta “¿qué tan interesado está usted en la política?”,
un 50.66 por ciento contestó poco, un 36.32 por ciento nada y
únicamente un 9.69 por ciento mucho. En el caso de los hombres,
estas cifras se modifican relativamente ya que un 55.78 por ciento
de la población contestó poco, un 28.07 por ciento nada y tan sólo
un 13.39 por ciento mucho. En el caso de las mujeres, 46.12 por
ciento se interesan poco, pero un 43.64 por ciento nada y tan sólo
un 6.41 por ciento mucho. Esto quiere decir que más del 90 por
ciento de las mujeres tienen poco o ningún interés por la política
y, por lo tanto, hace vulnerable el hecho de que el padrón electoral
sea mayoritariamente femenino.
En este punto podemos decir que, efectivamente, las mujeres
parecerían tener un interés menor que los hombres en el proceso
político nacional. Sin embargo, vemos que el porcentaje no es
significativamente mayor, y en cambio, aún más relevante (o
preocupante), es que estamos ante un fenómeno generalizado de
la población mexicana.
 3
URNAS NOSOTRAS CONTAMOS

¿factor decisivo?
Lejos de querer salir del tema
ahondando en el abstencionismo
y la falta de identificación de la
política con el ciudadano, nos
proponemos plantear que quizá
parte de esa lejanía de las mujeres
hacia la política responde a un
círculo vicioso en el que la
participación ciudadana de las
mujeres es aún mucho mayor en
proporción a los cargos de representación
pública que tiene. Si nuevamente revisamos
las cifras de las elecciones del año 2000,
encontramos que el género femenino respondió
en mayor medida que el masculino en la
convocatoria a participar como funcionarios de
casilla, esto es, de las 452 mil 125 personas que
ejercieron dicha labor, 53.3 por ciento fueron
personas del sexo femenino. Por otro lado, hubo
28 mil 433 ciudadanos mexicanos que participaron
como observadores del proceso electoral, de los
cuales 43.78 por ciento fueron mujeres.
en la manera en que esto se refleja en los cargos y, por lo tanto,
en la capacidad de toma de decisión y presencia que tienen los
temas que son relevantes para las mujeres dentro de la política
nacional. Esto es, ¿cuál es la presencia en las campañas de
elementos que pongan como prioridad a las mujeres de acuerdo
al perfil demográfico en México? Especialmente si consideramos
que en este país el nivel social bajo, la residencia rural o el bajo
grado de educación nuevamente son variables que predominan
entre la población femenina.
En efecto, el avance en términos de oportunidades institucionales
para su participación es notable, aunque no suficiente. Lo que
este análisis ha mostrado es que la cantidad no necesariamente
equivale al peso. Por lo tanto, es indispensable que dichas
normativas institucionales vayan acompañadas no sólo por
la representación, sino por la canalización de demandas
concretas y la inclusión de las mujeres como sujetos activos
y con intereses específicos a ser resueltos.
La autora es Licenciada en ciencia política por el ITESM y
colabora en el Centro de Estudios sobre Norteamérica en
el Tecnológico de Monterrey.

A pesar de esto, no podemos decir que esa misma

proporción de cargos sean ocupados, dado que
únicamente un estado de la federación, Nayarit, ha
acordado tener un 50 por ciento de su gabinete compuesto
por mujeres. Aún y cuando hoy debemos de reconocer
que no existe cargo electoral sin presencia femenina, no
podemos olvidar, por ejemplo, que de los 2 mil 437 municipios
-FOTOGRAFÍA: PATRICIA CARRINGTON

del país, sólo 82 son gobernados por mujeres. Más aún, a

nivel federal sólo 1 Secretaría es comandada por una mujer
y únicamente el 18 por ciento del Senado y el 17.8 por ciento
de la Cámara de Diputados están compuestos por féminas.
Inclusive las cuotas partidistas se muestran engañosas al
acercarse a ellas, ya que el 30 por ciento demandado por la
ley es cubierto en su mayoría no para propietarios de
candidaturas, sino para suplentes.

El tema del peso de las mujeres en el padrón se descubre

entonces como un fenómeno que no puede ser analizado de
manera unidimensional. Si bien es cierto que una primera
revisión revela una predominancia femenina, hemos de ahondar
 4
A CAPELA TESTIMONIO
- POR LILIANA FLORES BENAVIDES
Fui educada para no estar en donde estoy, ni para hacer lo que
hago. Mi educación académica la realicé en colegios particulares,
privados, exclusivos, laicos y mixtos. Rodeada de compañeros y
compañeras que nunca supieron de carencias materiales, por lo
tanto mi entorno no tenía que ver con ninguna preocupación o
problema en la sociedad. Todo era fácil y cómodo.
Las aspiraciones de mi familia eran que yo fuera una persona
buena, que me encontrara con un marido que me proveyera de
todo y que construyera una familia. Esta idea no era diferente a la
que otras familias deseaban para sus hijas.
Claro que había una diferencia con otras familias, en la mía siempre
se nos inculcó que nunca debíamos de aceptar ninguna injusticia
viniera de donde viniera. Y esto es lo que marcó un punto de
inflexión en mi vida, justo en mi adolescencia.
La vida en breve,
de una
activista
social
Mi adolescencia la viví en un contexto de grandes revueltas en el
mundo, justamente dirigidas por los jóvenes, donde se rebelaban
contra todo lo establecido. Los hombres con el pelo largo, las
mujeres con minifalda. Las drogas como una forma de retar y evadir
el mundo, las protestas contra las guerras, el amor y paz como
bandera y todos a derrumbar el establishment.
Igualmente que la juventud, yo también me rebelé, pero mi rebelión
fue contra las injusticias, y ese ha sido el camino de mi vida. Así
que a los 15 años me empecé a involucrar con pequeños casos
de injusticias en colonias pobres, ancianos golpeados por sus
familias, etcétera con una ingenuidad que asusta, pero con mucha
voluntad, lograba resolver estos problemas, metiéndome aquí y
allá.
De una manera natural, sin buscarlo, se me atravesaban los
problemas ajenos y cómo no, si el mundo está lleno de injusticias.

Muy chica, de 18 años, me casé con un empresario e hice una
familia con él. El sueño de mi familia se había hecho realidad.
Durante 12 años vivimos juntos, mientras tanto nunca dejé de
atender los casos de injusticias que se me presentaban. Al final
el agua y el aceite no se mezclan y me quedé con un hijo y una
hija a quienes educar. Con 30 años, dos hijos, economista, sin
dinero y muy triste, empecé a vivir.
Por congruencia, oponerse a las injusticias te lleva a la participación
política, ya que el ente que más las practica es el gobierno. Así,
sin proponérmelo, sin padrinos, sin ayudas, me convertí en diputada
federal. Durante el período como legisladora me avoqué a la
actividad en materia económica y a atender un trabajo que muchos
despreciaban: los mexicanos que migran al exterior, sobre todo a
Estados Unidos. Tuve unas experiencias increíbles.
Al finalizar mi período como legisladora, me contactaron tres
amigos, Alfonso Ramírez Cuéllar, Juan José Quirino Salas y Manuel
Ortega González, el primero antropólogo social y los otros dos
economistas, para plantearme que se estaba presentando un
problema muy grave en el campo de cartera vencida, y que el
gobierno no lo quería reconocer, pero que ellos pensaban que iba
a haber una revuelta.
Entonces me puse a hacer un estudio de la cartera vencida en
México y descubrí que sólo el 14 por ciento estaba en el campo,
que el restante 86 por ciento estaba en las zonas urbanas.
Decidimos crear El Barzón, un movimiento social, con registro de
asociación civil de acuerdo a las leyes mexicanas, compuesto
fundamentalmente por personas de la clase media, inicialmente.
Con el paso del tiempo se incorporaron segmentos económicos
más deprimidos.
Este movimiento se opone radicalmente a la política de despojo
implementada por el segmento privilegiado del régimen: el capital
financiero y especulativo. En El Barzón todos sus miembros son
iguales, no importa su edad, género, preparación académica,
ideología, religión o preferencia sexual, por lo tanto, no hay privilegios
ni discriminación para nadie.
El movimiento rompió paradigmas por su forma tan sui géneris de
luchar. A pesar de la adversidad, siempre se ha caracterizado por
5
A CAPELA TESTIMONIO
su alegría y la gran creatividad de sus acciones. Por eso, para el
gobierno es impredecible perfilar qué es lo que El Barzón va a
realizar.
La independencia económica es fundamental, por ello cada miembro
paga los diversos servicios que se prestan. Eso le da a este
movimiento libertad, cuestión que el gobierno nunca nos ha
perdonado.
Podemos caracterizar a El Barzón como un movimiento legal,
pacífico, propositivo, alegre a pesar de la adversidad,
democrático, plural, radicalmente independiente e impredecible.
Ha ganado todas sus luchas y es el único caso en el mundo de
éxito concreto en contra del neoliberalismo, nada es discurso o
teoría, la gente tiene su casa, su empresa o su rancho, y describo
todo lo anterior, porque este movimiento social es otro hijo mío.
Con esta experiencia social he aprendido mucho, y entre lo aprendido
está el conocimiento concreto del potencial de las mujeres. He
visto su transformación de muertas en vida, a dirigentes sociales
respetadas; de mujeres sin autoestima, a conciliadoras y
negociadoras con autoridades y empresas; de estar derrumbadas
ante la posibilidad de pérdida de su patrimonio, a mujeres que
saben que valen por el sólo derecho de haber nacido y además,
con su patrimonio bien afianzado.
Las mujeres son un factor definitorio en el éxito de El Barzón y
todas las luchas sociales que yo he emprendido. Y en esos espacios
que hemos compartido, por coincidencias de la vida, no me canso
de hacer todo lo posible por educarlas para su “empoderamiento”
e igualmente no me canso de aprender de ellas.
Participar en la sociedad con un alto espíritu civil y social es muy
gratificante y para mí lo ha sido. Incluso he recibido una recompensa,
soy una mujer feliz, me siento plena al saber que mi esfuerzo genera
felicidad a mis semejantes. Aún falta mucho por alcanzar, pero si
no te sumas, nos faltará más.
La autora es Licenciada en economía, activista social y diputada
local independiente.
 6
GRANO DE ARENA DEBATE

Participación de
las mujeres en
América Latina - POR CYNTHIA CRISTINA LEAL GARZA

Ser ciudadan@s implica, en un contexto democrático, no solamente el ejercicio de los

derechos políticos, practicados una vez cada determinado número de años para efectuar el
derecho al voto activo y pasivo. Tal como lo indica nuestro artículo 3º Constitucional, la
democracia es un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social
y cultural del pueblo.

De acuerdo al Informe de Seguimiento del Plan desde la perspectiva de

de Acción Regional Latinoamericano y del Caribe
sobre Población y Desarrollo, realizado por la
Comisión Económica para América Latina (CEPAL),
las sociedades de la región se distinguen por
marcadas inequidades sociales. Las mujeres,
aunadas a las personas adultas mayores, la niñez,
juventud y poblaciones aborígenes presentan una
alta exposición a los riesgos de la pobreza y la
desprotección social, que se ven acentuadas por
una escasa participación ciudadana, lo cual a su
vez restringe las expectativas de consolidar
sociedades cuyo desarrollo se base en el
potencial de los recursos humanos.
género, y entre éstas, según
el Panorama Social de América
Latina 2002-2003 realizado por
l a C E PA L , d e s t a c a n l a s
desigualdades en cuanto a
ingresos, ocupación y acceso al trabajo.
Por citar un ejemplo, el porcentaje de mujeres
mayores de 15 años sin ingresos propios, supera
ampliamente al de hombres en América Latina.
Únicamente en las zonas urbanas, 45 por ciento de las mujeres
no obtienen ingresos propios mientras que sólo el 21 por ciento
de los hombres se encuentran en la misma situación.

Así, muchas de las inequidades observadas en De la misma manera, las brechas de ingreso por género son también
los países de América Latina asumen formas pronunciadas. Como promedio en América Latina, la remuneración
particularmente vergonzosas cuando se les examina por hora de las mujeres con 13 o más años de educación es

alrededor de 30 por ciento más baja que la de los hombres, lo que
significa que el mismo tiempo invertido en educación para hombres
y mujeres, no se traduce en igualdad de ingresos.
Tomando en cuenta que las mujeres tienen que preocuparse y
ocuparse en superar los obstáculos anteriormente planteados, y
muchos otros como violencia familiar, su participación política en
la toma de decisiones se convierte en un horizonte difícilmente
alcanzable. Es por esto que la segmentación ocupacional entre
ambos sexos prácticamente no se modificó durante la década
pasada en América Latina, lo que implica que entre el 80 y 90 por
ciento de quienes realizan labores domésticas en la región, son
mujeres.
De esta manera, en América Latina la evolución de la participación
de las mujeres tanto en puestos de elección como en aquellos de
decisión política es muy lenta y volátil, ya que sólo los países donde
rige una cuota obligatoria (Argentina, Bolivia, Brasil, Costa Rica,
México, Paraguay y República Dominicana) han mostrado progresos
importantes.
Es así como se hace necesario enfatizar la participación de las
mujeres no sólo política, sino social y económicamente a nivel
regional, debido a su trascendental aportación al total de ingresos
de los hogares de la región, particularmente de aquellos de escasos
recursos. Si bien es cierto que en general no se encuentran en los
órganos políticos de toma de decisiones, sus ingresos laborales
son cruciales para la reducción de la pobreza en nuestra sociedad.
Al respecto, una situación aparentemente paradójica que vale la
pena mencionar es la que señaló María Nieves Rico en la Reunión
de Grupo de Expertos sobre Pobreza Urbana en América Latina
y el Caribe, de la Unidad Mujer y Desarrollo de la CEPAL, al
demostrar que el trabajo no remunerado contribuye al desarrollo
y reemplaza la falta de políticas públicas hacia la pobreza, ya que
las mujeres en el hogar realizan actividades que suplen la ausencia
de un mayor gasto social en materias que son primordiales para
el avance de la región.
Entonces ¿el que las mujeres se dediquen a labores domésticas
beneficia o perjudica al desarrollo? Por una parte, quienes solamente
se dedican a las labores del hogar no participan en la generación
7
GRANO DE ARENA DEBATE
de ingresos familiares, los cuales son indispensables, más su
ocupación doméstica no remunerada, contribuye al desarrollo y la
reducción de la pobreza.
En una región en donde más del 40 por ciento de la población, en
cifras oficiales, vive en condiciones de pobreza y alrededor de una
quinta parte no alcanza siquiera a obtener los ingresos necesarios
para acceder a una canasta mínima de alimentos, el trabajo de las
mujeres latinoamericanas, a pesar de cumplir el trascendental papel
de suplir en gran medida la falta de acciones gubernamentales
hacia la pobreza, no es suficiente para alcanzar condiciones sociales
plenas de bienestar poblacional. Lo anterior manifiesta sensiblemente
la necesidad de políticas públicas, organizaciones no
gubernamentales, campañas desde las escuelas, iglesias, medios
de comunicación y demás puntos de reuniones de la sociedad,
que potencien y revaloren el trabajo femenino remunerado y no
remunerado.
En relación al trabajo femenino remunerado, sus implicaciones son
de trascendental importancia para los ingresos de la región, si
tomamos en cuenta que las familias en situación de pobreza
representan casi la mitad del porcentaje total del sub continente.
Respecto al no remunerado, si éste reemplaza la ausencia de gasto
social hacia la pobreza, entonces, es preciso fortalecer aquellos
grupos de mujeres que resuelven participar en lo público,
contribuyendo al desarrollo de nuestra sociedad, no únicamente
en el hogar, sino en centros de atención comunitaria como guarderías
infantiles, centros de atención para adultos mayores, cocinas
comunitarias, entre otros, ya que éstos no sólo ayudan a reducirla,
sino que coadyuvan a disminuir las inequidades culturales de
género al hacer más patente el quehacer económico y socialmente
útil de las mujeres de la región.
Si esperamos que la ciudadanía de las mujeres en América Latina
se de no solamente en términos de aportación electoral y elegibilidad
política a través de cuotas, sino de la participación en el desarrollo
de la democracia (entendida ésta como una forma de vida), es
necesario avanzar en el reconocimiento y ejercicio de los derechos
económicos, sociales y culturales de la región.
La autora es Licenciada en ciencia política por el ITESM y asesora
política en el Centro de Estudios Legislativos del H. Congreso del
Estado de Nuevo León.
 8
VOZ EN CUELLO POLÍTICA

Las mujeres y
la participación
ciudadana
- POR JAVIER ALBERTO REYES G

El pasado 7 de junio, durante el posdebate rumbo a la campaña
presidencial, hubo más que Claudia Sheinbaum (PRD) y Josefina
Vázquez Mota (PAN) disputando puntos de vista, ante el
contrapunteo de Rosario Green (PRI). Sí, a la par de esto, en el
posdebate se dio un suceso en el que quizá no se ha reparado lo
suficiente: la materia gris detrás de cada uno de los tres candidatos
más importantes a la presidencia de México está conformada por
mujeres. Esto representa una magnífica oportunidad para el análisis
y, sobre todo, un aliciente para que las mujeres jueguen, de una
vez y en lo consecutivo, el papel al que están llamadas dentro de
la urgente organización ciudadana de base.
Participación ciudadana
Luego, sin crear un “líder” ni dejarse cooptar por uno existente,
sino a lo sumo nombrando un simple vocero, dichos vecinos de
la colonia deciden presionar por escrito o presencialmente para
que se le asigne más seguridad al área o solicitan información
acerca del presupuesto existente para campañas de prevención,
y posteriormente exigen que se les asignen trabajadoras sociales,
por ejemplo.
Sencillamente una comunidad que se organizó y echó manos a la
obra para intentar revertir algo que no les parecía. Eso es participar
con iniciativa y productivamente como ciudadanos, en cuestiones
de interés común y teniendo en mente que si el mundo quizá no
se puede cambiar, sí se puede cambiar el entorno inmediato.

Los medios de comunicación habituales cuestionan las políticas Lo anterior es vida comunitaria, dinámica y benéfica, y puede darse
públicas, aunque casi exclusivamente dentro del marco determinado para muchos fines, todos ellos de tremendo impacto en el bienestar
por los intereses esencialmente compartidos de los factores reales del ciudadano común y corriente: talleres de lectura, reparación
de poder, es decir, las llamadas élites. En un escenario tan sombrío de baches, creación de parques y áreas verdes, donación de libros,
como el dibujado, resulta aventurado albergar la esperanza que el pequeños conciertos para interesar a los niños en la música, clases
ciudadano común –quien por definición no determina agenda de manualidades y primeros auxilios, embellecimiento de áreas
política alguna- pueda por sí mismo generar instituciones que a comunes, recaudación de fondos para todos estos fines, etc.
mediano y largo plazo determinen su comportamiento, y el de otras
generaciones en sociedad. Ni los medios (y mucho menos el poder
público), son fuentes idóneas para generar participación social. Y
no nos referimos al voto, el cual, por cierto, es poco relevante si
de crear ciudadanos con conciencia cívica se trata. La creación
de canales de participación ciudadana es generada por los mismos
ciudadanos, quienes si se organizan desde la base pueden hacer
oír su voz y modificar, por lo menos, su entorno inmediato.

Lo anterior no es una idea complicada. Se trata de no confiar en

que las soluciones provengan desde “arriba”, ni en que el
comportamiento sea modelado por los medios. Y esto no se refiere
de ninguna forma a partidos políticos ni a elecciones. Se trata de
ciudadanos comunes y corrientes quienes, por citar sólo un ejemplo,
consideran que la venta y uso de drogas en su colonia se está
incrementando; preocupados por ello, los vecinos se reúnen y
deciden intercambiar puntos de vista, información y juntos tomar
aquellas medidas que están en sus manos para combatir el problema
y otras, las cuales le corresponden a la autoridad, deciden exigirlas.

En algunas de estas iniciativas habrá que ir a la autoridad, en otras
no. Sin embargo, lo más importante, inclusive por encima del
resultado, es que personas pertenecientes a una comunidad
(colonia, fraccionamiento, calle, privada, etc.) estarán trabajando
en conjunto, conociéndose y canalizando sus inquietudes comunes
en actividades concretas. Familias e individuos organizándose son
personas que están invirtiendo su tiempo en conocer a sus
semejantes más próximos y en mejorar su entorno.
Por supuesto que hay mecanismos mucho más sofisticados y
visibles de participación ciudadana, sobre todo aquellos originados
por la misma autoridad para fomentar la corresponsabilidad entre
gobernantes y gobernados en la transparencia de la gestión pública.
Sin embargo, esos mecanismos son estructuras que presentan
dos problemas: a) Son estructuras cuyos beneficios no son a corto
plazo y, por ende, no generan entusiasmo en sociedades mal
informadas o poco educadas, y b) son más eficientes cuando son
usadas como apoyo por núcleos comunitarios preexistentes.
En México hay más de 50 millones de mujeres, sobrepasando
considerablemente al número de hombres, y casi 6 millones de
hogares tienen como jefa de familia a mujeres, de las cuales, a su
vez, han crecido como población económicamente activa casi un
90 por ciento de 1950 a la fecha. Las mujeres en México no son
ya sólo la piedra angular sobre la cual se construyen las familias,
sino también un elemento a tomarse en cuenta en el sustento
económico de las mismas. Esto le da una nueva dinámica social
al papel de las mujeres, amén de involucrarlas en procesos sociales
no restringídos al hogar: no solamente ve cómo el mundo impacta
a su hogar, sino que está más informada y en contacto directo con
el mundo que le rodea. No es aventurado, por lo tanto, decir que
9
VOZ EN CUELLO POLÍTICA
en gran parte de las mujeres recae la enorme responsabilidad de
sembrar la semilla de la participación ciudadana, tal y como lo
ejemplificamos más arriba.
Por ello el posdebate a que nos referimos anteriormente fue
importante. No significa un llamado a las mujeres a sólo involucrarse
en política partidista ni a competir por un lugar en el sector público,
sino a involucrarse en asuntos del bien común. Es muy factible
que las mujeres que vimos en televisión aquel día, iniciaran su
trayecto hasta donde se encuentran ahora por reunirse con vecinos
o conocidos a discutir temas de interés general y, posiblemente,
hayan decidido echar a andar proyectos específicos para resolverlos.
Independientemente de su filiación política, esas tres mujeres hoy
ven el fruto de sus esfuerzos: están contribuyendo a cambiar, según
su punto de vista y a su modo, lo que no les gusta de su entorno.
De eso se trata la participación ciudadana. No de ser parte de
consejos ciudadanos o consultas públicas convocados ambos por
la autoridad, sino de detectar algo que esté mal o que pueda ser
mejorado en nuestro entorno inmediato, y de organizarse
comunitariamente para exigir cambios o para generarlos. Los
grandes resultados en el ámbito estatal o nacional vendrán después,
con nuevas generaciones que vieron a sus padres organizándose
con espíritu cívico para hacer de su hogar, su calle y su colonia un
mejor lugar. Las mujeres en México tienen aún muchos obstáculos
contra los cuales luchar, pero esta es una nueva tarea, que por
cierto es indispensable.
El autor es Licenciado en derecho y maestro en derecho internacional
por el ITESM, editorialista del periódico El Norte y colabora para
la Agencia Mexicana de Información.
10
LA CURUL AGENDA LEGISLATIVA
¿Es posible
vivir en poder
desde
lo femenino?
- POR XIMENA PEREDO
Por una cuestión de género, que no por
genética, los hombres tienen más despierto
la libido dominandi, es decir, persiguen con
más afecto la gloria y el reconocimiento
público. Este rasgo arbitrariamente
masculino y alimentado por la tradición
judeocristiana y el sistema patriarcal
imperante, ha arraigado a los hombres en
la esfera política / pública y a la mujer en la
doméstica / privada. Sin embargo, vale la
pena preguntar qué tanto peso siguen
teniendo estos roles en las decisiones de
las mujeres a participar en política toda vez
que los sistemas democráticos protegen la
igualdad de oportunidades.
Hoy en día, muchos de los paradigmas de
género han caído por su propio peso, y de
forma literal. Hombres y mujeres en todo el
mundo, la mayoría sin ningún sustento
teórico, han arrancado de sus hombros el
enorme peso que representa comportarse
como “hombre” y como “mujer”. Por eso
creo que vale la pena reflexionar cada
determinado tiempo sobre las razones que
ahora impiden u obstaculizan la equidad de
género, dado que no son iguales que en los
setenta y no serán las mismas en diez años.
Esta colaboración, justamente, pretende
aportar algunas reflexiones que respondan
al por qué las mujeres seguimos ausentes
en la política formal –que no en los
movimientos sociales o en el trabajo desde
organizaciones no gubernamentales- y por
qué tan sólo una minoría de nosotras se
encuentra en puestos de elección. La
situación es preocupante porque se han
abatido muchos de los bloqueos para la
participación de las mujeres. Incluso se han
aprobado recursos legales para impedir el
monopolio masculino del poder y sin
embargo, seguimos detrás del escenario.
Las mujeres somos más –52 por ciento de
la población mexicana- pero nos sentimos
menos.
Muchas personas siguen creyendo que si
las mujeres son minoría en los puestos de
elección popular es porque México sigue
siendo un país machista o porque en las
dirigencias de los partidos se prefiere perder
un distrito antes que candidatear a una
mujer. Yo no estoy convencida de ninguna
de estas dos hipótesis. Creo que en México
nunca había existido un clima más propicio
para que una mujer llegue a una curul y
tampoco creo que el machismo de los
partidos políticos sea mayor que su
ambición por el poder. No digo que la
sociedad mexicana se haya convertido al
feminismo ni que en las dirigencias de
partidos no exista discriminación, sino que
conviene ir un poco más a fondo en la
reflexión para no quedarnos con las
tradicionales respuestas al por qué de la
invisibilidad femenina en la política.
Con la aprobación del sistema de cuotas
en el Código Federal de Instituciones y
Procedimientos Electorales (COFIPE), en
el 2002, en el que se estipula que no puede
haber más de 70 por ciento de
candidaturas del mismo género, muchas
imaginamos que las mujeres al fin harían
presencia en los cuerpos legislativos y de
administración gubernamental. Sin
embargo, la situación no ha cambiado
gran cosa desde las elecciones del 2000
con 80 diputadas, sin el sistema de cuotas,
a los porcentajes actuales, con cuotas,
en los que existen 114 diputadas federales.
Aunque los porcentajes han crecido en los
últimos años, lo cierto es que las
circunstancias están dadas para un flujo
mayor de participación femenina y sin
embargo, no se ha visto mayor crecimiento.
Es verdad que algunos partidos políticos
encontraron la forma de burlarse de esta
acción afirmativa, al candidatear a su
obligatorio 30 por ciento de mujeres en
distritos perdidos históricamente por el
partido (ver por ejemplo, El Norte 08-03-
06, sección Estados). De este modo, la
cuota de género fue cubierta en lo legal
pero no cumplió el objetivo de diversificar
la representación en las legislaturas. Sin
embargo, esta maniobra tramposa y
machista no responde del todo al
cuestionamiento del por qué es tan baja
la participación de las mujeres en la política,
pues bien recuerdo que hace unos meses
los partidos políticos, presionados por el
COFIPE, buscaban por debajo de las
piedras a mujeres interesadas en participar
en elecciones.
¿Miedo al poder? Algunas personas
piensan que las mujeres no participamos
en contiendas porque le tememos al poder.
Creo que el tema es vasto y requiere un
análisis por separado y a profundidad,
pero pecando de concisa, creo que las
mujeres hemos demostrado en los últimos
años que ser jefas de familia, únicas
proveedoras y micro empresarias, por
ejemplo, no nos aterra, así lo evidencian
los 6 millones de hogares sostenidos por
sólo una mujer en México, los cuales

representan un 25 por ciento de los hogares
mexicanos.
Y sin embargo, es verdad que todavía existe
el miedo a la toma del poder. Muchas
mujeres asumieron la jefatura de la familia
orilladas por una situación económica difícil,
por la migración del padre o por la
separación o abandono de su pareja.
Sabemos tomar las riendas, aunque justo
es reconocer que nos sigue costando
transgredir las reglas del juego, en las que
los hombres son los activos dominantes y
nosotras las pasivas, sus ayudantes.
Algunas razones que puedo aportar en esta
reflexión para entender la ausencia de
mujeres en la política son básicamente dos.
Por un lado, de acuerdo con Lipovetsky, en
su obra titulada La Tercera Mujer, la
concepción de que el poder "es un territorio
impuro, marcado por el sello del dominio y
la opresión patriarcal”, resulta poco atractivo
para muchas. Dada la forma en que fuimos
educadas en lo sensible, lo suave y lo
coqueto, nos cuesta un enorme esfuerzo
hacernos de una trinchera y comenzar a
disparar. Por otro lado, dada la nueva
conciencia de lucha contra la dominación
y la opresión, nos cuesta trabajo entrar en
la arena política, que funciona bajo el
esquema patriarcal, en donde el poderoso
es dueño de las voluntades de sus súbditos.
¿No sería traición entrar a ese ring?
La crisis recurrente de la política,
desprestigiada e inmoral, es otra importante
razón para quedarnos en la puerta. Una
jungla que exige sacar colmillos y garras
para sobrevivir, en donde es común faltarle
el respeto al pueblo, abusar de su confianza,
sacar provecho al máximo del momento de
Nuevo Léon
Candidatas a puestos de elección popular 2006
Alianza por México
PRI-PVEM
Propietarias
Diputadas locales
Diputadas federales
Alcaldesas
LA CURUL AGENDA LEGISLATIVA
poder y llenarse los bolsillos de
desvergüenza. En resumen, luego de años
de lucha para que las mujeres tuvieramos
libertad para elegir participar, nos echamos
para atrás. Las razones pueden ser válidas
y legítimas, pero el hecho es que no estamos
participando en la política formal.
Propondría que la reflexión sobre inequidad
de género en la política se llevara al estudio
del sistema político, más que a la cultura o
la psicología mexicana. Una purificación del
sistema haría que naturalmente muchas
mujeres mostraran interés en participar.
Creo en su vocación política y considero
que hoy por hoy lo que obstaculiza de
manera importante su acceso es la crisis
imperante en la forma de utilizar el poder.
Las mujeres debemos reinventar esta
relación con el poder y no replicarla a la
manera tradicional, a la forma masculina.
Porque también es justo reconocer que muy
pocas mujeres en puestos de decisión están
realmente asumiendo el compromiso con
sus congéneres. Muchas de las compañeras
que consiguen ganar una elección, por
ejemplo, olvidan las alianzas ciudadanas,
las promesas y los planes de trabajo con
agenda de género para afianzar su coto de
poder con su grupo parlamentario o su
partido político.
La desilusión es enorme. Luego,
sorprendidas, comenzamos a ser testigos
de cómo algunas mujeres en el poder
replican los mismos mecanismos opresores
y denigrantes que algunos hombres
prepotentes utilizan. Antes, hablábamos de
la importancia de darnos reconocimiento
unas a otras, luego, en el poder, la
competencia femenina destruye nuestras
PAN
Propietarias
7 2
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4 5
11
alianzas. Las mujeres que se enferman en
el poder son incapaces de ver a las aliadas
y amigas del pasado; juegan a la hipocresía
y a la descalificación y se transforman en
paranoides. Los pendientes en la agenda
de género continúan colgados en el mismo
tendedero que cuando sólo hombres
manejaban el poder.
Una posibilidad de evitarnos el trago amargo
de la frustración es convencernos de que
llegando al poder, se desdibujan las
diferencias entre hombres y mujeres puesto
que se entra en una dinámica primaria, casi
salvaje, anterior a la civilización. Entenderlo
así, creo, es desalentador pero congruente
porque confirma que hombres y mujeres
somos iguales en conductas básicas y que
las diferencias son productos de tradiciones
educativas.
La otra posibilidad es hacer un fuerte
cuestionamiento a las mujeres en el poder
por estar replicando esquemas que nada
tienen que ver con lo que planeábamos
juntas, cuando soñábamos con el día en
que una de nosotras nos representara en
la política. Pocas y honrosas excepciones
abren camino en la política para la incursión
de más mujeres. La posibilidad de vivir
formas alternativas de uso del poder:
consensado, sin protagonismos, sin miedo,
con inteligencia; marca un precedente y es
una invitación constante a vivir el poder
desde lo femenino.
La autora es politóloga, profesora de la
Escuela Libre de Derecho, consejera
electoral del IFE y editorialista del periódico
El Norte.
Alianza por el bien de todos
PRD-PT
Propietarias
4
3
3
12
CENTRAL VIOLETA PARTICIPACIÓN CIUDADANA
Ciudadanía:
participando en femenino
- POR JESÚS CANTÚ ESCALANTE
En las elecciones federales del año 2003,
las mujeres representaron el 54 por ciento
de los votos y ocuparon casi el 56 por ciento
de los puestos en las mesas directivas de
casilla, sin embargo, apenas lograron el 30
por ciento de las candidaturas a puestos
de elección popular (porcentaje mínimo que
señala la legislación electoral) y, por ende,
son minoría en la integración de congresos,
ayuntamientos, gubernaturas y alcaldías.
Actualmente hay 114 diputadas federales,
que representan el 23 por ciento del total y
27 senadoras, que a su vez representan el
21 por ciento. Sin embargo, en el gabinete
presidencial sólo ocupan un lugar, la
Secretaría de Desarrollo Social, pese a que
al inicio del sexenio ocupaban tres
secretarías.
Sólo hay una mujer gobernadora, Amalia
García en Zacatecas y aproximadamente
un centenar de alcaldesas, lo que significa
que las mujeres gobiernan el 3 por ciento
d e l a s e n t i d a d e s f e d e r a t i v a s y,
aproximadamente, el 4 por ciento de los
municipios, aunque el porcentaje crece con
su participación en las legislaturas estatales
hasta el 14 por ciento y en los
Ayuntamientos hasta casi el 15 por ciento.
Sin embargo, son las mujeres las que
dominan la participación ciudadana en el
ámbito electoral, como se manifiesta desde
la revisión de las cifras de la lista nominal
de electores. De los 71 millones 350 mil 976
registros (de acuerdo a los listados para la
elección del próximo 2 de julio) el 51.8 por
ciento corresponde a mujeres y el 48.2 por
ciento a hombres, lo cual implica que es
mayor la cobertura del instrumento en el
género femenino.
Sin embargo, las diferencias a favor de la
participación femenina se incrementan si
se toma en cuenta el “Estudio de la
Participación Ciudadana en las Elecciones
Federales de 2003” del Instituto Federal
Electoral. En dicho proceso sufragaron 54
por ciento de mujeres y 46 por ciento de
hombres y todavía es mayor al revisar la
distribución de género en la integración de
las mesas directivas de casilla, donde casi
el 56 por ciento fueron mujeres.
Lamentablemente esta mayor participación
femenina en el proceso electoral no llega
hasta la integración de las listas de
candidatos a los diferentes puestos de
elección popular. Para muestra basta señalar
que sólo hay una candidata a la Presidencia
d e l a R e p ú b l i c a e n t re l o s c i n c o
contendientes. El resto de los puestos de
elección popular a nivel federal
prácticamente se limitan a cumplir con la
disposición legal que obliga a nominar al
menos un 30 por ciento de candidatas.
Esta situación no es muy diferente a lo que
sucede en el resto del mundo. En la
actualidad sólo hay 11 jefas de estado, entre
las cuales destacan la primera presidenta
chilena, Michelle Bachelet; la primera mujer
que encabeza un gobierno alemán, Angela
Merkel; y la primera mujer presidenta en
África, Elen Jonson Sirleaf, en Liberia. De
acuerdo con los datos de la Organización
de las Naciones Unidas sólo Chile, España
y Suecia tienen gabinetes paritarios y sólo
Dinamarca, Finlandia, Noruega y Suecia
traspasan el 30% de representación
femenina parlamentaria.
La lucha de las mujeres por el voto tiene su
primer antecedente en 1700, con la inglesa
Mary Wollstonecraft; en América en 1848,
durante la Convención de los Derechos de
la Mujer en Séneca Falls, New York; y en
México, en 1884 en la revista femenina
Violetas de Anáhuac, fundada y dirigida por
Laureana Wright González. En México,
Yucatán en 1922 y San Luis Potosí en 1923,
fueron las primeras entidades que
permitieron el sufragio femenino, así como
la posibilidad de aspirar a puestos de

elección popular, aunque en el segundo
estado, esto se limitaba a las elecciones
municipales. En 1922, Beatriz Peniche, Elvira
Carrillo Puerto y Raquel Dzib Cícero, fueron
electas diputadas al congreso yucateco, sin
embargo, tuvieron que renunciar un par de
años después tras la derogación del decreto
que les permitió participar en la contienda.
Fué hasta el 17 de octubre de 1953 cuando
se publicó en el Diario Oficial de la
Federación, el texto constitucional que
otorgaba el derecho al sufragio femenino y
en las elecciones legislativas del 3 de julio
de 1955 las mujeres mexicanas acudieron
por primera vez a las urnas para elegir a la
XLIII Legislatura.
Sin duda alguna, la participación electoral
es la forma más extendida y conocida de
participación en la vida pública, sin embargo,
afortunadamente no es la única opción de
participación ciudadana. Más allá del
involucramiento en actividades religiosas,
deportivas o culturales, también se puede
incidir en la vida pública a través de la
participación comunitaria, social o política,
en su sentido más amplio.
La participación comunitaria permite
involucrarse en la atención de los problemas
que se manifiestan en el entorno más
cercano, como son la escuela, colonia o
comunidad. La social incluye la presencia
en al menos cuatro tipo de organizaciones:
de beneficencia y asistencia social, de la
sociedad civil comprometidas con la
atención de diversos problemas sociales
como educativos, de salud, derechos
humanos y violencia familiar; obreras,
empresariales o de profesionistas y las
estudiantiles. En todas la presencia de las
CENTRAL VIOLETA PARTICIPACIÓN CIUDADANA
mujeres en los puestos directivos y de
mando crece notablemente en los últimos
años, así como el impacto de sus labores
en la vida pública de la comunidad.
Ya en el ámbito estrictamente político, al
menos hay seis vertientes de participación:
la conformación de la opinión pública, el
control democrático de la autoridad, la
formación de consejos ciudadanos o
comités técnicos en los distintos órganos
de gobierno; la participación en procesos
de democracia directa, la militancia en
organizaciones políticas y la participación
en los procesos electorales.
La participación en la conformación de la
opinión pública se ha incrementado
notablemente en Nuevo León en los últimos
años, en la medida en que los medios de
comunicación masiva abren espacios a la
ciudadanía. La sociedad, y en particular las
mujeres, participan cada día más en la
discusión de diversos temas de interés
público, con la expresión de sus ideas,
opiniones y posturas, lo cual enriquece la
vida pública.
La participación ciudadana en el control
democrático de la autoridad también se
fortalece a raíz de la promulgación de las
leyes de acceso a la información pública y
la conformación de algunas formas de
contraloría social. Estas formas de
participación son fundamentales en una
democracia, pues contribuyen de manera
decisiva en los equilibrios y contrapesos
del poder político. Lamentablemente su
implantación todavía es muy incipiente y la
ciudadanía no hace pleno uso de los
mismos.
13
Los consejos ciudadanos, en donde las
mujeres tienen una relevante participación,
se multiplicaron en el presente sexenio
estatal y en algunos municipios, incluso se
estableció la figura del presupuesto
participativo, que es una forma de involucrar
a los ciudadanos en la toma de decisiones.
En cuanto a la participación femenina en
órganos de dirección partidaria, estos corren
la misma suerte que los de elección popular,
ya que las mujeres ocupan
aproximadamente sólo el 15 por ciento de
los puestos directivos.
Las mujeres ocupan cada día más y mejores
espacios en la vida pública municipal, estatal
y nacional, por su activa y prominente
participación en todo tipo de organizaciones
e instancias. Particularmente en el ámbito
electoral, su presencia es indispensable y
su participación en las candidaturas a
puestos de elección popular creció de
manera relevante a partir de noviembre de
1996, cuando se introdujo en el Código
Federal de Instituciones y Procedimientos
Electorales la obligación de que ningún
partido excediera del 70 por ciento de las
candidaturas para un mismo género. A pesar
de ello todavía hay mucha resistencia que
vencer para que las mujeres enriquezcan la
vida pública con una mayor presencia en
los puestos de decisión.
El autor es titular de la cátedra de
investigación “Democracia y Estado de
Derecho” del EGAP del Tecnológico de
Monterrey.
-FOTOGRAFÍA: CLAUDINNE JIMÉNEZ
14
TODAS Y TODOS SOCIEDAD
La participación ciudadana
- POR ROSAURA BARAHONA
Una de las cosas que dificultan la
comunicación en la actualidad es el hecho
de que al usar un concepto, los hablantes
suponen que los demás lo entienden del
mismo modo como lo entienden ellos, lo
cual no siempre es verdad.
El término cultura puede ser discutido por
horas sin que necesariamente se llegue a
un acuerdo sobre su significado, dado que
hay más de 2500 definiciones para ese solo
concepto. Con participación ciudadana
sucede algo similar. Quizás no sea tan
grande el número de definiciones, pero
desde luego, el concepto ha variado de
época en época.
En Grecia, Aristóteles define al ciudadano
como “quien tiene el poder de tomar parte
en la administración judicial o en la actividad
deliberativa del Estado”.
En Roma, ser ciudadano era pertenecer a
una categoría superior a la del hombre libre.
A partir de Justiniano, todo súbdito del
Imperio es considerado ciudadano.
En 1789, los revolucionarios franceses con
su lema “Igualdad, libertad y fraternidad”
acabaron con el feudalismo y una nueva
igualdad (por lo menos teórica) dio a los
recién nacidos ciudadanos y ciudadanas
derechos y deberes jamás imaginados por
sus padres que fueron siervos sometidos
al poder y a la voluntad del señor feudal.
En la actualidad el concepto ciudadano
sigue discutiéndose no sólo en cuanto a
sus acepciones, sino en cuanto a su
ubicación teórica. Algunos teóricos insisten
en que pertenece al derecho privado,
mientras otros lo ubican en el derecho
público y otros más, lo limitan al
constitucional. Pero, incluso, entre los
contemporáneos hay mucha diferencia entre
lo que se percibe como ciudadano en China,
en Suecia o en México.
No se trata de mejores o peores definiciones.
Se trata de tan diversas formas de vida y
condiciones sociales y educativas que
ciertas actitudes y comportamientos
naturales para los suecos son difíciles de
imaginar para los mexicanos o los chinos
y viceversa.
Un ciudadano es un natural de una ciudad
o estado, sujeto de derechos políticos que
ejerce para así intervenir en el proceso
gubernamental de su país. Eso también
implica someterse a la autoridad y a la ley,
dado que se necesita la participación tanto
de autoridades y leyes como del ciudadano
para lograr la justicia a la que debe aspirar
toda vida cívica.
Aunque con frecuencia se usan como
sinónimos, la ciudadanía y la nacionalidad
no son lo mismo. Somos nacionales de un
país por haber nacido en él y asentar nuestro
nacimiento en sus archivos civiles. Sin
embargo, eso no nos vuelve ciudadanos.

La ciudadanía implica una voluntad individual
por participar en las actividades del Estado,
es decir, convertirnos en miembros activos
para tomar parte en determinadas funciones
que fortalezcan ese mismo Estado. La
ciudadanía en México se puede alcanzar
por nacimiento o por naturalización y ambas
tienen los mismos derechos.
Por otro lado, participación viene del latín
participatio-onis que significa “acción de
tomar parte”. En el sentido social, participar
es tomar parte en una vivencia colectiva o,
bien, notificar algo a alguien. Así, la
participación ciudadana en nuestro país
significa que aquellas personas con carácter
de ciudadanas tomen parte activa de las
diversas acciones que perfilan, definen y
ayudan a consolidar la vida sociopolítica de
México.
Eso puede lograrse de muy diversas formas,
la primera de las cuales sería ejercer nuestro
derecho a votar y a ser votados.
Por años, en México, los ciudadanos no
votaban puesto que de antemano se sabía
quién ganaría todas las elecciones. Cambiar
esa mentalidad fue muy costoso. El proceso
de validar a los partidos políticos y el voto
ciudadano tomó años, mucha educación
cívica y mucho dinero. Ahora gozamos de
instituciones confiables que garantizan,
razonablemente al menos, el respeto al voto
ciudadano, lo cual ha hecho que los
mexicanos empecemos a entender que
nuestra decisión personal puede influir en
acelerar o detener el proceso democrático.
Por otro lado está el derecho a ser votados.
Por años, también, existió la idea de que
los políticos eran una especie distinta de
mexicanos y que no eran comunes y
corrientes. Pero, poco a poco, empezaron
a aspirar a puestos públicos los
profesionistas, amas de casa, jóvenes y
TODAS Y TODOS SOCIEDAD
mujeres, muchos de ellos ajenos a los
partidos políticos, pero interesados en
contribuir al mejoramiento del país. Entonces
entendimos que todo lo vinculado con la
vida de la polis es política y político quien
se involucra en ello.
Sin embargo, en la actualidad aún no se
aceptan las candidaturas independientes,
por lo que cualquier candidato a un puesto
público debe pertenecer a un partido
político. Eso y los nuevos tiempos han
modificado los partidos políticos hacia el
interior y algunos se han visto obligados a
revisar a fondo sus principios y sus actitudes
que ya no garantizan, necesariamente, el
éxito político.
Sin embargo, la participación ciudadana
tiene posibilidades de ser ejercida en
muchos otros ámbitos: en comités
ciudadanos, gubernamentales o
municipales; en instituciones o centros de
servicio en donde siempre se da la
bienvenida a manos, tiempo, interés,
recu rsos y en ergí a extras; com o
observadores o funcionarios de casilla
durante los diferentes tipos de elecciones;
como integrantes de ONGs que pueden
trabajar paralela o adicionalmente a las
diferentes instancias gubernamentales sobre
temas o asuntos concretos.
Pero también hay una participación
ciudadana indirecta, tan valiosa como
cualquiera de las anteriores: aquella en
donde los ciudadanos reúnen sus propios
recursos y empiezan a luchar contra un
problema concreto en su entorno inmediato.
Tenemos, por ejemplo, a la Asociación de
Padres de Adolescentes que empezó con
la reunión de unos cuantos papás
preocupados por el desorden en los
horarios, las salidas y los riesgos que corren
los jóvenes al buscar divertirse en una
ciudad como Monterrey.
15
No culparon a los jóvenes de todo; se
revisaron ellos y trataron de ver qué habían
hecho mal voluntaria o involuntariamente y
cómo podrían ayudar a otros padres a
educar a sus hijos para que fueran seres
más responsables.
Más padres interesados se fueron sumando
a este esfuerzo y de la colonia en donde
surgió la inquietud, pasó a la ciudad y de
la ciudad al estado y del estado a otros
estados y ahora tiene dimensiones
nacionales.
Estos padres de familia buscan ser
propositivos: se reúnen en seminarios de
análisis y discusión, traen especialistas de
diversos temas para aprender de ellos,
ofrecen talleres, intercambian ideas,
consiguen recursos, apoyan a otros grupos
y siguen con una tarea que no les gana
premios, que no coloca sus rostros en los
postes de luz durante las campañas políticas
y, sin embargo, contribuyen y ayudan, con
todo lo que está de su parte, a que los
padres de adolescentes aprendan de
quienes recorrieron antes que ellos un
camino nada sencillo.
Hay muchas formas de participación
ciudadana. Unas ya definidas y otras
esperando por la creatividad, la energía y
el interés de los jóvenes y de los no tan
jóvenes que viven o presencian problemas
que ellos podrían ayudar a redefinir o
resolver. Cualquier forma de participación
ciudadana se agradece porque incluso la
más sencilla influye en este enorme,
complejo e insólito país.
La autora es editorialista y consultora en
educación, comunicación y periodismo.
-FOTOGRAFÍA: PATRICIA CARRINGTON
16
ENTRE DOS OPINIÓN
Jóvenes y la necesidad de politizarse
- POR ALEJANDRA GONZÁLEZ SÁNCHEZ
Mucha es la esperanza que se tiene en los
jóvenes. Cuántas veces hemos escuchado
que son ellos quienes junto con sus ideas
innovadoras pueden transformar al mundo.
Tanta es la responsabilidad que tienen en
el presente para el devenir de tiempos
mejores. ¿Estaremos los jóvenes realmente
conscientes del papel que estamos jugando
para poder construir una forma de vida que
se acerque más a la utopía? ¿Por dónde
habría que empezar, si las personas tenemos
múltiples y diferentes necesidades? Para
unos su prioridad sería la sobrevivencia,
para otros la realización personal.
Cada quien tiene sus propios intereses y
muchas veces acostumbramos resolver
nuestras necesidades de manera individual.
Pero existen tipos de necesidades en las
que necesariamente se requiere la ayuda
de otras personas. Son aquéllas situaciones
en las que el hombre tiene que sacar su
naturaleza social para así poder solucionar
o establecer las problemáticas que
conciernen a la comunidad a la que
pertenece, situaciones que incluyen a un
número determinado de individuos pues no
son ajenas a una persona en particular.
Estás necesidades comunes se descubren
al estar en contacto con otras personas, ya
que los intereses propios dejan de ser
asuntos personales al darnos cuenta que
existen otros que comparten las mismas
ideas e inquietudes. Este proceso de
comunicación es indispensable, debido a
que como sociedad existen demandas que
no sólo deben ser exigidas a la autoridad o
al dominio público sino a la comunidad a la
que pertenecemos, pues ella a primera
instancia es la que se encuentra a nuestro
alcance. Esto es parte de la participación
ciudadana.
No se puede decir que la participación de
la juventud mexicana en su entorno y
sociedad tenga una tendencia que la
favorece, por el contrario, no es muy claro
para los jóvenes cómo es que pueden
involucrarse en proyectos o actividades
civiles que puedan permitir el desarrollo de
su comunidad. En general, todo lo que está
relacionado con los asuntos públicos no es
de su interés, y en gran medida es gracias
a la desconfianza que han generado los
distintos grupos de poder. “¿Para qué voto
si todos son iguales?” o “Yo por el que mi
papá vote”. Estas frases junto con otras
parecidas las he estado escuchado con
frecuencia de personas que aparentemente han tenido una educación por encima del
promedio del país. ¿Debemos de culpar al sistema educativo? No creo que sea el único
culpable. Culpables somos todos. El escepticismo por los asuntos públicos es generado
porque automáticamente se le relaciona con todas las malas experiencias políticas y
económicas que han sucedido. Es la historia que se ha presenciado por años, ¿por qué
habría de ser hoy diferente? Debe ser diferente porque la juventud no esta de acuerdo
con tener una economía inestable, porque quiere menos desigualdad, porque tiene derecho
a acceder a educación de calidad; porque no quiere desconfiar del gobierno y la autoridad
y porque están en busca de mejores opciones de trabajo.
Todos decimos que queremos un cambio, pero el cambio empieza por uno mismo, nosotros
somos responsables de lo que sucede en el país porque lo permitimos. El cambio no
vendrá con un líder político, ni con un gobierno de un color en particular, sino cuando la
ciudadanía participe en asuntos que nos conciernen a todos. La participación supone
interactuar con personas con determinados intereses en común. Es de suma importancia
establecer la participación como instrumento para influenciar no sólo las decisiones que
se toman en el país, sino también a la sociedad y al medio ambiente. La participación
ciudadana debe presentarse como la fuerza de voluntad por parte del pueblo para
transformar su entorno y hacerlo más armónico.
En cuestiones de género no se puede negar que las mujeres en el presente tienen un
papel totalmente distinto al que tenían hace unas décadas. Ahora son iguales de
competitivas que los hombres en el ámbito laboral, y si antes su única prioridad era la
formación de una familia, ahora también lo es el desarrollo de una carrera profesional.
Según estudios realizados por el Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas
en el 2003, las mujeres son las que más participan en las contiendas electorales. Por el
contrario, los jóvenes de edad universitaria constituyen el grupo con mayor abstencionismo.
Las razones de este último dato, según los estudios, se deben a pereza, descuido y a
porque no encuentran alternativas viables y confiables. La participación ciudadana se ve
desmotivada por la escasa credibilidad y por la crisis de los partidos políticos. El
abstencionismo presentado en las elecciones federales del 2003 fue del 59 por ciento,
mientras que en los países europeos el más alto es de 24.4 por ciento.
El Instituto Federal Electoral ha aumentado su gasto para incentivar a la ciudadanía a que
vote, pero los resultados no han sido del todo favorables. Esto indica que no hay un
impacto verdadero en la relación del gasto con la participación ciudadana. Más que ver
la promoción de la participación ciudadana como un gasto, debemos verlo como una
forma de vida, ya que es claro que no se puede construir una democracia eficiente sin
la participación de todos, o al menos de la mayoría.
Si las mujeres son las mayores participantes en las urnas, también deben ser las más
interesadas en involucrarse en los asuntos ciudadanos. Las mujeres en el presente tienen
otra figura, si esta nueva mujer más ambiciosa y deseosa por desempeñar distintos roles
se identifica con lo que promueve, la participación ciudadana tendrá un efecto dominó
en la sociedad. Las mujeres tienen un papel clave en la promoción de la participación
ciudadana en los jóvenes, en donde esta actividad no se limita a cuestiones meramente
electorales. Si las mujeres han demostrado ser capaces de llevar a cabo distintas actividades
al mismo tiempo, como ser madre de familia y jefa de hogar, y dado el caso que es la que
tiene mayor presencia en tiempos de elecciones, se posiciona como la posibilidad más
viable para iniciar la participación ciudadana como forma de vida.
Una vez que se haya establecido esta práctica en sociedad, la participación ciudadana
no será pensada como acción que sólo incumbe a las personas interesadas en los asuntos
públicos, sino como un derecho y obligación indispensable en el día a día. Lo único que
tenemos que hacer las mujeres es empezar con este cambio de conciencia, le demás se
dará por sí solo.
La autora es Licenciada en Ciencia Política por el ITESM y Coordinadora Juvenil de Alianza
Cívica Nuevo León.

Mujeres jóvenes:
mujeres del presente
"Elegir entre la mesura y la insolencia tiene que ver con estrategias políticas…Aceptar las buenas
maneras, limar las estridencias de la queja, de la protesta, es desde el dominado u oprimido, restar
autenticidad a su propia rebeldía. La exigencia desde la dominación de "buenas maneras" va más
allá de una exigencia de cortesía, es un modo muy frecuente, por el contrario, de imponerle autenticidad
al rebelde, de hacerlo renunciar a su contra-cultura, a su ilegalidad y a su contra-lenguaje".
En tiempos en que se carece de contenido, muchas de las luchas
de las mujeres, en que la experiencia como movimiento social,
político y filosófico instala a algunas en el hueco espacio de "lo
posible", a otras en la obligada necesidad de andar por el camino
de "pensar lo no pensado" caminando de la mano de una historia
y una genealogía de mujeres, y a muchas, a iniciar su recorrido de
construirse mujeres en la desmemoria y la permanente amnesia
histórica: esto nos obliga a comenzar eternamente de cero.
Instaladas así, unas y otras, jóvenes algunas, otras con mayor
experiencia, en una encrucijada, no de fin de siglo, si no de revisión
profunda de nuestras propias prácticas políticas y de nuestros
deseos de cambio y de futuro. Volver a aventurarse a mirar la
historia como un gran espejo que nos devuelva lo que hemos sido
y lo que somos, nos coloca en la posibilidad de aprehender nuestra
memoria y reubicarla en el centro de nuestra identidad y
preocupaciones actuales. Por eso es que me quedo con el análisis
del presente, lo que somos hoy y a dónde podemos ir. La historia
siempre será bueno tomarla como referencia, aprender de ella,
retomar ejemplos exitosos, evitar errores cometidos. Lo importante:
¡Qué venga el futuro, que el presente ya es de las mujeres jóvenes!
En la actualidad, existen organizaciones a nivel mundial que trazan
sus objetivos hacia el apoyo del desarrollo profesional de las
mujeres jóvenes mediante programas innovadores que tienen como
finalidad potenciar el liderazgo, mismo que se fundamenta apoyando
iniciativas, a través del conocimiento, herramientas y experiencia
incentivándolo de manera efectiva en la comunidad. El potencial
de las mujeres para contribuir al cambio algunas veces es
subestimado y su legitimidad como agentes de cambio no es
reconocida como idílicamente debería serlo, sin embargo, resulta
reconfortante enterarnos que cada vez más organismos tanto
locales, nacionales como internacionales se encargan de defender
la equidad de oportunidades y brindar herramientas generando
oportunidades que para algunas resultaban difíciles de alcanzar.
Un logro institucional que debe reconocerse en nuestro país es la
prioridad que se le ha dado a la búsqueda del bienestar de las
mujeres jóvenes en el sector público. Ejemplos de esto quedan
evidentes en la creación de organismos a nivel federal que han
sido concebidos con el objetivo fundamental de promover y fomentar
su valor, la creación y ejecución de políticas públicas que promueven
la no discriminación, la igualdad de oportunidades y de trato.
17
TODAS Y TODOS SOCIEDAD
Julieta Kikwoo
- POR KENA YÁÑEZ MARTÍNEZ
Ciertas instituciones, como el Instituto Mexicano de la Juventud
y el Instituto Nacional de las Mujeres, han logrado crear un impacto
trascendental en la comunidad a través de un sinfín de programas,
proyectos y campañas que abren espacios a una perspectiva
juvenil. Los objetivos de estos organismos han partido de una base
que otorga a las mujeres jóvenes la educación para explorar una
vocación relativa, la cual la motiva e invita a desempeñar roles en
la comunidad en los cuales demuestre responsabilidad e interés
social. Los resultados son evidentes: actualmente las mujeres
tienen una importante participación directa y activa en la toma de
decisiones tanto en la vida pública como en el sector empresarial
y el rol familiar.
Las relaciones interactivas de las mujeres jóvenes facilitan y
establecen nexos entre varias regiones a nivel mundial. Nos
encontramos en una era de nuevos comienzos, de nuevas
oportunidades y recursos que apoyen la equidad de las mujeres
en el marco de la diversidad cultural, política, económica y social.
El entrenamiento y el soporte que otorgan los diferentes sectores
sociales, tanto públicos como privados, la preparan para participar
de manera efectiva y con recursos que den lugar al avance de
convicciones, con sensibilidad y respeto para los otros con el fin
de alcanzar resultados.
La voz de las mujeres jóvenes es un aspecto que impacta a la
comunidad. En septiembre de 2005 las Naciones Unidas afirmaron
que un objetivo de las Metas del Milenio era promover la igualdad
ente los géneros y la autonomía de las mujeres. Esto confirma que
existe un compromiso real con los derechos de las mujeres y la
igualdad de género. Es importante resaltar que este objetivo es
central para la educación.
Como mujer joven es difícil trascender barreras étnicas, de religión,
estrato social y diferencias entre ciudadanos, pero no imposible.
La nueva generación de líderes debe ser educada a plenitud para
contar con recursos que generen convicciones, manteniendo la
sensibilidad y el respeto hacia sus semejantes. Siempre lo he
dicho y hoy lo mantengo: hace 10 años me decían que dedicarte
al sector público, cómo mujer, y como joven era imposible. Hoy se
ha vuelto una herramienta, que utilizada con inteligencia y cautela
es la mayor de las fortalezas.
La autora es Directora General del Instituto Estatal de la Juventud
18
CIUDADANÍA ASUNTO COMÚN
La ciudadanía:
forjadora de
instituciones
- POR CARLOS ALBERTO PIÑA LOREDO
La vitalidad de una democracia está íntimamente ligada al
funcionamiento de las instituciones y a la participación de la
ciudadanía en la arena pública. En México, el papel de la ciudadanía
es fundamental para entender y dimensionar el reciente proceso
de democratización; el rol protagónico que ha jugado y asumido
en los últimos años ha sido decisivo para el cambio político e
institucional que vivimos. El siguiente artículo tiene como premisa
la incorporación de la ciudadanía en la nueva realidad mexicana,
no como entidad pasiva, sino como entidad decisiva en la transición
democrática de nuestro país. Además, resalta la importancia de
la sociedad civil, específicamente la de las organizaciones no
gubernamentales, que han colocado tópicos en la agenda pública
de los tres niveles de gobierno. En estos procesos las mujeres han
jugado un papel central, muchas de ellas se han convertido en
activistas y líderes de organizaciones democráticas, otras más se
encuentran en posiciones de gobierno.
La participación ciudadana es un elemento consustancial a las
democracias modernas. Es un principio básico que permite hacer
dinámicas las relaciones entre Estado, instituciones y sociedad.
Es un arma prodigiosa, imprescindible para romper viejos esquemas
y crear nuevas opciones de vida. En México, todo el discurso
político cambió en los últimos años. Si anteriormente hablábamos
del pueblo y el nacionalismo revolucionario, hoy hablamos de
sociedad civil, ciudadanía, inclusión y pluralidad ideológica, donde
el elemento de participación ciudadana se convierte en un factor
esencial de la nueva realidad social.
Ahora bien, no se trata de que a la ciudadanía le endosen las tareas
de gobierno. No es así, se trata de que el Estado sepa encauzar,
de la mejor forma posible, las expectativas ciudadanas. Hoy, los
estudios sociopolíticos nos indican que existe una crisis de
representación de los partidos políticos, debido a vicios y corruptelas
de todos conocidas. Encuestas internacionales indican que, de
las instituciones estatales, los partidos políticos son de los que
menos confianza tiene la sociedad sobre ellos. Se habla que
debemos de pasar de una democracia representativa a una
democracia participativa. Abrir nuevos canales de interacción entre
Estado y sociedad, donde la ciudadanía tenga aún mayor
participación en las decisiones colectivas de las comunidades.
Sin embargo, cuando hablamos de ciudadanía, hablamos de un
concepto que prácticamente es nuevo, cargado de todas las
identidades posibles: ecologistas, mujeres, trabajadores,
homosexuales, entre otros. Anteriormente, el dominio público de
la ciudadanía moderna se basaba en la negación de la participación
de las mujeres. Esta exclusión era natural para manifestar la
generalidad y la universalidad de la esfera pública. Dice Chantal
Mouffe que “la distinción público/privado, fundamental en la
afirmación de la libertad individual, también condujo a la
identificación de lo privado con lo doméstico y desempeñó un
papel importante en la subordinación de las mujeres”.
El aporte de la sociedad civil es innegable en la construcción de
la democracia en México. Prácticamente en los últimos veinte
años, a partir del proceso de liberalización política que vivió el país,
se intensificó la participación de la ciudadanía y la creación de
organizaciones provenientes de la sociedad civil. A nivel nacional
se hablan de dos grandes momentos: el terremoto en la ciudad
de México de 1985 y el fraude electoral de 1988. Por un lado, la
sociedad se organiza y solidariza con propios y extraños, a expensas
del gobierno federal, rebasado materialmente por su incapacidad
para reaccionar frente al siniestro. Por otro lado, frente a un fraude
a todas luces visible, la sociedad recobra la confianza en sí misma
y reconoce el poder que tiene su voz para exigir limpieza y legalidad
en el espacio público.

A partir de estos años, un cúmulo de denuncias que ya no podían
ser calladas fácilmente, y simultáneamente, una serie de reformas
al Estado mexicano vendrían a reconfigurar la política en México.
Una transición lenta, muy lenta, ha posibilitado el rediseño del
sistema político “a la mexicana” (partido hegemónico y un poder
ejecutivo con poderes metaconstitucionales), pasando de un modelo
autoritario a uno con características democráticas (partidos políticos
competitivos y un poder ejecutivo acotado por los otros dos
poderes: legislativo y judicial). José Woldenberg, ex presidente del
Instituto Federal Electoral, sentencia –con justa razón– que la
variable electoral representó buena parte del cambio político en
México. 1989 y 1990 fueron años decisivos para la generación de
un sistema de partidos competitivo, la instauración de un sistema
electoral sólido, a través de instituciones que cobrarían su autonomía
hasta el año de 1996.
Uno de los elementos más criticados de nuestra “democracia” fue
la presencia de un partido hegemónico. Al no existir un sistema de
partidos políticos, la competencia era nula y la organización de las
elecciones ociosa. “Para que ir a votar, si siempre gana el mismo”
se solía decir. Posiblemente 1988 sea la punta del iceberg y el
acelerador de una transición que aún no concluye. Si bien ya
tenemos alternancia partidaria en los tres niveles de gobierno, aún
falta mucho por hacer en materia de justicia, derechos humanos
y género.
Los procesos electorales jugaron como válvula de escape para las
ciudadanas y ciudadanos comprometidos con la democracia. El
anhelo de contar con comicios organizados limpia y legalmente,
cuyos resultados garantizaran cértidumbre, no sólo a los
participantes sino a toda la comunidad en general, fué un factor
fundamental para intensificar el debate sobre la democratización
de nuestras instituciones.
El nacimiento del Instituto Federal Electoral en 1990, con sus
reformas sustantivas de la década de los noventa, generó
certidumbre en la tarea estatal de organizar elecciones, pues se
convirtió en un organismo autónomo e independiente del gobierno
y de los partidos políticos, colocando en las posiciones de poder
del Instituto a ciudadanas y ciudadanos sin militancia partidaria y
sin cargos en el gobierno. Sin embargo, todavía subsistían (subsisten)
los vicios y costumbres del fraude electoral, en muchos rincones
del país. Por ello, para inhibir todas esas prácticas y tratar de
erradicarlas, surgieron a finales de los ochenta y principio de los
noventa movimientos integrados por mujeres y hombres para
atestiguar los procesos electorales y dar seguimiento puntal de lo
que sucedía en las casillas.
Una de las experiencias exitosas en materia electoral, surgida
desde la sociedad civil, es la que representa Alianza Cívica. Esta
asociación civil es un claro ejemplo de imaginación y lucha
ciudadanas. Integrada en su mayoría por ciudadanas y ciudadanos
sin militancia partidaria, desde sus inicios se propuso incidir en la
agenda pública nacional. Esta organización plural, creada con la
firme intención de observar el proceso electoral federal de 1994,
19
CIUDADANÍA ASUNTO COMÚN
causó mucha expectativa a nivel nacional. Logró colocar en el país
a más de 20 mil personas como observadores en las casillas
durante la jornada electoral y a integrar a más de 300 grupos
ciudadanos. Solamente Nuevo León acreditó a más de 500
observadores electorales en ese año que observaron más de 200
casillas electorales.
En el 2006, Alianza Cívica trabaja en cinco líneas de acción: 1)
promover el voto libre y secreto; 2) monitorear programas sociales
de los tres niveles de gobierno; 3) observar el proceso electoral
del 2 de julio; 4) monitorear el discurso de los medios de
comunicación frente a la campaña electoral y 5) cooperar, con
otras organizaciones sociales, en el proyecto “Por un Congreso
con rostro”. Para todos estos proyectos se cuenta con el
financiamiento del Instituto Nacional de Desarrollo Social (Indesol)
y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Actualmente Alianza Cívica tiene presencia en aproximadamente
22 Estados de la República Mexicana. Ésta tiene en mayor o menor
medida, injerencia en la vida pública de su respectiva entidad.
Miguel Ángel Granados Chapa, reconocido periodista, comentó el
pasado 8 de junio lo siguiente: “Alianza Cívica abrió por primera
vez en nuestra historia, la posibilidad de contar con procedimientos
y técnicas de observación, que dieron un mayor rango de certeza
y transparencia a la elección presidencial… las aportaciones de
Alianza Cívica han sido consideradas en la legislación electoral,
abonando a la construcción de la democracia en el país”.
Por este espacio, felicito a las mujeres y hombres que han integrado
e integran Alianza Cívica, por 12 años de trabajo continuo y
compromiso social, que sin duda ha redundado en el fortalecimiento
de nuestras instituciones democráticas.
El autor es consejero electoral del IFE y profesor de la Facultad de
Derecho y Criminología de la UANL.
-FOTOGRAFÍA: PATRICIA CARRINGTON
-FOTOGRAFÍA: CLAUDINNE JIMÉNEZ
20
EL SITIO DE SOFÍA CULTURA
La
muerte
y
el doctor
- POR BERENICE GUTIERREZ
La muerte llego puntual a las tres. El viejo, ya cansado, la oyó tocar
la puerta. Gruñendo se levantó a abrirle. Al abrir la puerta se
encontró cara a cara con ella. Fría, pálida y hermosa le sonrió con
timidez.
-Siempre puntual, querida. Pasa, pasa, ¿gustas una taza de té?
La muerte entró con inseguridad. Las luces temblaron en cuanto
puso pie en la casa, pero el anciano sonrió y no dijo nada. Le
ofreció una silla y ella se sentó, mientras él se ponía a hervir agua
en una tetera vieja. Cuando estuvo listo el té sirvió dos tazas. Le
temblaban las manos ligeramente, pero le pasó la taza con
delicadeza.
-Bueno, bueno- dijo, mientras se acomodaba su bata- ¿Hace
cuánto ya...? Treinta y tres años. ¿Cómo te ha ido? ¿Esta bueno
el té?- No sabía de que hablar con su invitada.
-He venido hoy, tal como quedamos hace exactamente treinta y
tres años.- Dijo ella. Al contrario de lo que se esperara, su voz no
era fría, sino dulce y seductora, como la de una mujer joven. El
viejo suspiró. Dejó la taza en la mesa y se levantó hacia su cama.
Se recostó y la muerte se acercó. Se sentó junto a él.
-Sé que no me dolerá. No es por evitar lo inevitable, pero quisiera
saber: ¿Nunca sientes remordimientos?- Le preguntó inquieto.
- ¿No recuerda que hace treinta y tres años me preguntó lo mismo,
doctor?- Le respondió ella. El anciano sonrió y antes de cerrar los
ojos vio por última vez el cristo que colgaba en su cabecera y la
mano pálida y helada que le cerraba delicadamente los ojos y
detenía su palpitar para siempre.
El doctor Schuler terminaba su ronda de las doce cuando le trajeron
a un paciente desangrándose. Al parecer le habían dado cuatro
puñaladas, dos de ellas en el pecho. El doctor tenía cuarenta años
y ya estaba acostumbrado a curar todo tipo de heridas. Con la
ayuda de una enfermera le quitaron la camisa y vieron que una de
las cuchilladas estaba muy cerca del corazón y que sangraba
profundamente.
- Va a necesitar los instrumentos doctor, no tardo.- Se disculpó la
enfermera y salió corriendo dejando al médico con los dedos
metidos en la herida, oprimiendo la arteria. En ese instante se abrió
la puerta de la clínica y entró un hombre cojeando y agarrándose
un costado. Se acercó temblando, implorándole ayuda, entonces
el doctor vió que sangraba abundantemente. Sabía que la herida

no era tan apremiante como las del hombre en la cama, pero buscó
la manera de examinar su herida.
Jadeando el hombre volteó a mirar al herido en la cama. Pareció
reconocerlo. De repente gritó furioso: - Te creía muerto maldito-
Sonrió con maldad hacia el doctor- Suéltelo doctor, mire que a ese
canijo ya se lo llevó Dios.- Una enfermera pálida entró al cuarto
entonces. El doctor no sabía que hacer. La enfermera lo apartó
con suavidad y empezó a atender al hombre postrado. En ese
instante el hombre cayó sentado llorando de dolor. El médico corrió
a auxiliarlo, gritando por más enfermeras. Al instante llegaron una
enfermera y un médico y se llevaron al tipo en una camilla. Regresó
con la ayudante que atendía a su paciente. De repente ella hizo
algo muy extraño: soltó las vendas y pinzas y se quedó mirando
al paciente con una expresión concentrada.
-¿Qué esta haciendo?- Exclamó el médico espantado- Este hombre
necesita que le cerremos sus heridas.- La mujer volteó y le dijo
mirándole a los ojos: Ya fue elegido. Es su hora. No hay nada que
hacer.-
El doctor quiso acercarse, pero de repente ella lo tomó suavemente
del brazo. Schuler sintió un escalofrío fuerte recorrerle por todo el
cuerpo. De repente parecía que el tiempo se había detenido.
-¿Quién es usted?- Le preguntó aterrado. El propio eco de sus
palabras sonaba cavernoso y terrorífico. –
-La de siempre- contestó aquella extraña.
-Eres... ¡la muerte!- Él mismo se asustó ante aquella idea.
-Déjeme doctor. Este hombre es un buen hombre.- dijo señalando
al enfermo- pero es su hora.-
- ¡No!.. ¡No! ¿Por qué él? ¡Él merece vivir!
21
EL SITIO DE SOFÍA CULTURA
Ella parecía extrañada - ¿Quién eres tú para decir eso?- Él mismo
no sabía que decir. Entonces la miró fijamente y temblando ante
su fría mirada le rogó por la vida de aquel infeliz.
- Está en tu poder salvarlo, sin embargo, ¿dejas que mueran justos
y perdonas a los malvados? Entonces ella volteó y lo tomó de la
mano.- Querido- le dijo- no soy tu enemiga. Para mí no existen
justos ni malvados. Tan sólo existe lo que queda detrás y hasta
eso es pasajero. Todo tendrá su castigo y su recompensa. ¿Qué
acaso tú no ayudarías de igual manera a un moribundo injusto que
a uno virtuoso? Tú cumple con tu cometido, doctor, y dejemos
esos misterios para después.
De repente se le acercó y le susurró algo al oído: “Si me enfermo,
no dudes que acudiré a tí. Te visitaré dentro de treinta y tres años.
Pero no quiero que pienses en el tiempo. Piensa en el momento.”
De repente la oscuridad y el frío se evaporaron. La mujer ya no
estaba más ahí. Estaba él solo junto a la camilla, temblando. Volteó
a ver a su paciente. Parecía no respirar. Tomó su estetoscopio para
verificar que la muerte había hecho su trabajo. Silencio.
Repentinamente escuchó el corazón palpitar. La sangre dejó de
manar de sus heridas. Rápidamente el doctor empezó a limpiarlas
y a verificar su estado. Aún conmocionado por la experiencia,
murmuró para sus adentros: “Gracias”.
Repentinamente una enfermera entró corriendo- ¡Doctor, doctor,
el otro hombre.. está muerto!
La autora es estudiante de bachillerato.
-FOTOGRAFÍA: PATRICIA CARRINGTON
22
TU PUNTO DE VISTA CUESTIONARIO
En el Instituto Estatal de las Mujeres estamos aplicando encuestas sobre equidad de género a todos los sectores de la sociedad:
público, privado, académico y hogar, para proponer políticas públicas que favorezcan la igualdad de condiciones entre hombres y
mujeres frente a los diversos problemas de discriminación. Nuestra meta es lograr la equidad.

Le invitamos a contestar el cuestionario y autoevaluarse.

 23
TU PUNTO DE VISTA CUESTIONARIO

Resumen anual de las encuestas aplicadas

6177 Encuestas de equidad de género 6177 Encuestas de equidad de género

julio 2005 a junio 2006 julio 2005 a junio 2006
Universidad Sector Sector Hogar 2500
público privado
2000
Alta cultura de equidad 423 966 966 326
1500
Persona equitativa 605 2117 2117 592 1000
Prejuicios culturales 21 378 378 76
500
0
Persona inequitativa 4 12 12 18 Universidad Sector Público Sector Privado Hogar

Totales 1053 3473 3473 1012 Alta Cultura de Equidad Persona Equitativa Prejuicios Culturales Persona Inequitativa
24
DESDE LA REDACCIÓN NOTAS

El instituto informa
Entre los eventos mas destacados del trimestre comprendido
por los meses de abril, mayo y junio de 2006 figuran:

La presentación del libro Justicia con equidad de género que

se efectuó en el Museo de Historia Mexicana el 8 de mayo
ante una asistencia de 630 personas, con un tiraje de 2200
libros. Este acto fue presidido por el Gobernador del Estado
el Lic. José Natividad González Parás y presentado por el Lic.
Luis Carlos Treviño Berchelmann, Procurador General de
Justicia, y la Lic. Alicia Pérez Duarte fiscal especial de la
Procuraduría General de la Republica, fungiendo como
moderadora la Lic. Sandra Aurora Estrada, periodista y
comentarista de radio de la localidad. El libro fue realizado por
la Procuraduría General de Justicia en coordinación con nuestro
Instituto.

Nina Zambrano y María Elena Chapa llevaron a cabo el evento

Las Mujeres en las Campañas Políticas con la destacada
participación de Angélica de la Peña del Partido de la Revolución
Democrática (PRD), Rosario Green del Partido Revolucionario
Institucional (PRI) y Josefina Vázquez Mota del Partido Acción
Nacional (PAN). Fungió como moderadora Rossana Fuentes
Beráin. Este evento fué realizado en el 25 de mayo en las
instalaciones del Museo de Historia Mexicana.

El diplomado “Tejedoras de historia de vida”, que tuvo una

duración de 4 semestres, llegó a término el pasado 22 de junio.
14 mujeres recibieron una constancia de participación de
manos de la Lic. María Elena Chapa Presidenta Ejecutiva del
Instituto Estatal de las Mujeres de Nuevo León. La Dra. Patricia
Basave Benítez fungió como coordinadora y facilitadora de
este diplomado.

Se han entregado paquetes de tres CD´s que comprenden 10

libros editados por el Instituto a 625 bibliotecas de nuestra
entidad, incrementando el acervo cultural de estas instituciones.

El personal del Instituto atendió a 10, 957 personas a través

de cursos, talleres, diplomados, seminarios, eventos masivos
y círculos de lectura. Asimismo, dio atención jurídica a 189
personas y atención psicológica a 144 personas.

Se trasmitieron 13 emisiones de televisión y 13 de radio del

programa Mujeralía, así como también se publicaron 13 páginas
de Mujeralia prensa en el periódico El Porvenir.

Por octavo mes el Instituto obtuvo 100 por ciento de calificación

en transparencia evaluado por la Comisión de Acceso a la
Información Pública de Nuevo León.
JUSTICIA CON EQUIDAD DE GÉNERO
Centro de Justicia Familiar
- POR GUADALUPE ELÓSEGUI
La violencia familiar es un grave problema presente en todas las
sociedades. El gobierno del Estado de Nuevo León se ha
comprometido a erradicarla y a brindar la debida protección a las
víctimas de éste y otros delitos que afectan a la familia.

El Centro de Justicia Familiar fue creado en respuesta a ese

compromiso. En este organismo, el primero en su tipo en todo el
país, se ofrece un servicio gratuito, integral y multidisciplinario de
excelencia, que consolida la cultura de la legalidad y el acceso a
la justicia con equidad.

Por tal motivo, el Instituto Estatal de las Mujeres ha preparado una

edición especial, en colaboración con la Procuraduría General de
Justicia del Estado, que documenta y difunde los avances
institucionales de la presente administración como pionera nacional
en la implantación de un modelo de atención integral a la violencia
familiar con una visión de equidad de género.

El libro Justicia con equidad de género: Centro de Justicia Familiar

incluye los fundamentos legales y las reformas al marco jurídico
que han dado origen al planteamiento técnico y organizacional del
Centro de Justicia Familiar, el cual fue inaugurado el 16 de diciembre
de 2005, como un esfuerzo integral para atender la demanda social
en dicha materia.

El contenido de la publicación incluye en el primer capítulo un

recuento histórico de las reformas al marco legal que sustentan
las acciones institucionales en materia de violencia familiar. Es un
valioso aporte para todas aquellas personas interesadas en conocer
a fondo cómo han ido avanzando los esfuerzos en materia legislativa
relacionados con el tema, que podrán consultar de manera práctica
y secuencial la evolución de dichas reformas.
El segundo capítulo describe el modelo organizacional creado en
el Centro de Justicia Familiar, y explica las características de
operación que distinguen a esta institución, pues ahora es posible
encontrar en un solo espacio físico la atención jurídica, los servicios
del Ministerio Público, de salud física y psico-emocional con
protección y seguridad, así como asistencia social y educativa a
cargo de personal especializado que la brinda con calidad y calidez.
En esta obra se describen las actividades y las atribuciones de
cada área, el servicio que brindan y asimismo, incluye gráficas y
esquemas de la distribución de los espacios. En los anexos se
incluyen los modelos de formatos empleados en la atención a las
personas que solicitan el servicio, de tal forma que éstas pueden
tener una idea clara acerca de la información que deben proporcionar.
Finalmente, el Capítulo III integra las opiniones y reflexiones de los
y las titulares de otras instituciones involucradas en dicho modelo
de atención, quienes explican la transversalización, la vinculación
y el esfuerzo interinstitucional desde su particular ámbito de
competencia, así como los retos por alcanzar.

A través de estas páginas, es posible conocer con gran detalle
cómo fueron los inicios de la integración del CJF y las personas
e instituciones que estuvieron inmersas en dicho proceso ya que
en el Centro participan dependencias de la presente administración
estatal, así como del ámbito municipal y federal, quienes integran
el Consejo Estatal para la Prevención y Atención Integral de la
Violencia Familiar, que incluye asimismo la participación de
universidades y organizaciones no gubernamentales y de la sociedad
civil.
Es así como Nuevo León se coloca a la vanguardia en materia de
políticas públicas para erradicar la violencia familiar e impulsar una
justicia con equidad de género.
Esta publicación puede ser consultada también en su versión
electrónica en el sitio del Instituto Estatal de las Mujeres del portal
del gobier no del Estado de Nuevo León, en la liga
http://www.nl.gob.mx/?P=iem_publicaciones.