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AUTOR: PR.

RICARDO PEÑALOZA

UNA MANERA DE ADORAR: TRAE TUS DIEZMOS AL ALFOLÍ


Cuando la mujer samaritana preguntó a nuestro Amado Señor Jesús si se debía adorar en el
Monte Gerizim donde decían los samaritanos o en el Monte Moriah en Jerusalén como
afirmaban los judíos, Él respondió:

Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni
en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no sabéis;
nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los
judíos. Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores
adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales
adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en
espíritu y en verdad es necesario que adoren. (Juan 4: 21-24)

¡Sí! La hora ha llegado. Hoy es el momento propicio para ti..., si es que quieres ser un
verdadero adorador. Es necesario adorar a Dios de muchas maneras, pero con la condición
de hacerlo en espíritu y en verdad.
Los que están atados a las cosas del mundo piensan en las cosas del mundo, en las cosas
de la carne y no en las del Espíritu. Por eso la Palabra dice: Porque los que son de la
carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del
Espíritu. (Romanos 8: 5)
Pero... ¿Cuáles son las cosas del Espíritu? Encontramos la respuesta en Gálatas 5:22-23:
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
Sí, efectivamente el primer fruto del Espíritu es el Amor. Pero no es el amor de naturaleza
caída, egoísta, imperfecto y finito, que heredamos de Adán por el pecado. Este Amor es
mucho más profundo. ¡Este Amor que recibimos como fruto de la espiritualidad en Cristo
Jesús, nos permite amar a Dios por sobre todas las cosas y amar a todo ser humano como a
nosotros mismos de tal modo que deseamos que todos conozcan a Jesucristo como
nosotros lo hemos conocido y se salven recibiendo perdón de pecados.

Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con
toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y
el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro
mandamiento mayor que éstos. (Marcos 12: 30,31)

¿Cómo se manifiesta el Amor de Dios? La Palabra viviente, es decir, nuestro Señor


Jesucristo explicó acerca del Amor de Dios:

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Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
(Juan 3: 16)

Definitivamente, el Amor de Dios se manifiesta en el Amor por los pecadores, para que
ninguno se pierda. Si el Amor de Dios se ha perfeccionado en nosotros desearemos de todo
corazón, con toda nuestra mente y con todas nuestras fuerzas, que muchas vidas conozcan
al unigénito Hijo de Dios para que tengan vida eterna. Y todo esto ¿A través de qué? A
través de la predicación en el nombre de Jesucristo, del evangelio del arrepentimiento, el
perdón de pecados y el testimonio de Jesucristo a todas las naciones (Mateo 24:14; Apoc.
19:10). Por algo, la Palabra dice en Romanos 10:14-15;

¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán


en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les
predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito:
¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que
anuncian buenas nuevas!

Para toda esta preciosa labor se necesitan medios económicos. Por eso en su Palabra
enseña en forma tan sabia acerca del Diezmo. No como un acto obligado y a la fuerza, sino
como un acto voluntario del creyente que quiere manifestar su Amor de Dios contribuyendo
con el diez por ciento de todos sus ingresos para que éstos sean utilizados en el
sostenimiento de la obra de Predicación del Evangelio del Reino y del testimonio de
Jesucristo, que el Señor ha encomendado. Por eso decimos que el diezmo es una manera
de adorar a Dios, aportando para llevar la verdad del testimonio de Jesucristo, a los que Él
más ama: los pecadores y todo su pueblo que todavía está durmiendo y necesitamos
despertarlo. ¡Esta sí es verdadera adoración en espíritu y en verdad! Cuando ya no nos
interesan las cosas materiales sino el deseo profundo espiritual y verdadero de que su
pueblo se mantenga trabajando arduamente en la obra del Señor, es cuando
verdaderamente adoramos al Señor. Si seguimos pensando en las cosas de la carne, es
decir amando al dinero, para gastar en nuestros deleites, la Palabra nos advierte: porque
raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron
de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. (1 Timoteo 6: 10).

Algunos que no nacieron de nuevo afirman que el diezmo fue practicado bajo la Ley de
Moisés y que no es parte de esta Edad (Gracia) en que vivimos actualmente. Estos ignoran
voluntariamente que tales enseñanzas tuvieron su origen cientos de años antes de que la
Ley Mosaica fuere dada. Génesis 14:20 nos habla de que Abraham dio a Melquisedec,
sacerdote de Dios Altísimo: "los diezmos de todo". El autor del libro de Hebreos 7 nos
hace referencia a este episodio. Dios ha previsto el tiempo en el que nosotros los gentiles (no
judíos) habíamos de ser justificados por la fe, y para bendición de nosotros, que no
conocíamos la Ley de Moisés, iluminó a Abraham y le hizo conocer su voluntad al respecto
(Gálatas 3:8), la cual por supuesto incluyó el honrarle con los diezmos de todos sus
ingresos. Nosotros, los cristianos somos justificados por la fe y por lo tanto somos hijos de
Abraham (Gálatas 3:7), y Jesús dijo que estos harían las mismas obras: Respondieron y le
dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las
obras de Abraham haríais. (Juan 8: 39).

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Nosotros los creyentes, tenemos por Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec a
Jesús nuestro Señor (Heb. 7:15-17) porque "es hecho fiador de un mejor pacto" (Heb.
7:22); y si Abraham le entregó los diezmos de todo, nosotros también, como hijos de
Abraham debemos confiarle los diezmos de todo. Cristo es la cabeza de la Iglesia y ésta es
su cuerpo (Efesios 1: 23). ¡Al entregar "los diezmos de todo" la Iglesia de Cristo le
estamos entregando al propio Señor Jesucristo, porque ella es su cuerpo! Jacob, aceptando
que sus bendiciones vendrían de Dios, prometió diezmarle el diez por ciento de sus ingresos
en Betel: Y esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios; y de todo lo que me
dieres, el diezmo apartaré para ti. (Génesis 28: 22)

Hay individuos que predican que el dador del diezmo recibirá únicamente a cambio mayores
riquezas materiales. Este nunca debería ser el motivo de un creyente para diezmar. No
adoramos a Dios por los beneficios materiales que sí podemos recibir. Más bien, por el
contrario, le adoramos por lo que es. Sencillamente porque Él es Dios y sustenta a su Iglesia
y su obra; Y al mismo tiempo a nosotros.

Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme


ahora en esto, dice el Señor de los ejércitos, si no os abriré las ventanas
de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que
sobreabunde. (Malaquías 3: 10)

No debemos suponer que Dios está hablando solamente de bendiciones materiales, siendo
que sus bendiciones más ricas en gloria en Cristo Jesús no se pueden medir en términos
monetarios. Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente;
y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como
propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador
alegre. (2 Cor. 9: 6,7) El diezmo que Dios bendecirá es aquel que nace de un corazón
sincero y alegre.

No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y


donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la
polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque
donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
(Mateo 6: 19-21)

Algunos tipos de adoración son superficiales debido a que requieren muy poco de la gente.
Muchos se conforman con levantar las manos en tal adoración superficial, pero cuando se
llega al punto de ser fieles en los diezmos, consideran esto como algo que no es esencial
para su adoración. A fin, de que Dios acepte nuestra adoración, los diezmos deben salir de
nuestro corazón como una expresión de amor porque el verdadero amor cubre multitud de
pecados (1 Pedro 4:8). ¿Cómo cubriremos multitud de pecados? Ayudando a la obra del
Señor: Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno
le hace volver, sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará
de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados. (Santiago 5: 19,20), y de dar el
testimonio de Jesucristo a todas las naciones (Mateo 24: 14-28). ¡Adora a Dios diezmando!
Es necesario proveer medios para llevar la Palabra del testimonio de Jesucristo que es el
espíritu de la profecía, a través de folletos, periódicos, libros, programas de radio y TV, así

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como campañas proféticas en todo el mundo. Necesitamos de "tus cinco panes y dos peces"
para dar de comer a la multitud con la Palabra de Dios. Y es más, ahora necesitamos más
que nunca, debido a la implementación de la Obra Social Cristiana Comunitaria (OSCC)
también llamada VISIÓN KEREN HAPUC.

Jesús les dijo: No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer. Y


ellos dijeron: No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces. El les dijo:
Traédmelos acá. (Mateo 14: 16-18). (REVISIÓN 8-OCT-2010).

© Ricardo Claure P., 2010


© La Biblia en tu Vida, 2010
© Editorial “La Última Llamada” SRL, 2010

Depósito legal en proceso.


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