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GOBERNABILIDAD*
Por Isabel
Navarrete
socius@speedy.com.ar
(0223) 472-6366 Mar del
Plata
1
* Monografía presentada en el Seminario “Sociedad y Estado: el debate actual”; Maestría en Ciencia y Filosofía
Política, Facultad de Derecho UNMdP, 2000.
Utopía, Altaya, Barcelona, 1997, p. 130.
contemporáneo del neopositivismo en todas las ciencias, pero particularmente en las sociales y
humanísticas. Coincide esta posición también con la proliferación de las "ingenierías y/o
reingenierías" que parecen ser y se venden como "aplicables a todo" [o al menos es lo que se
intenta]2, y que incluso merecen premios de algunas instituciones científicas, como la Agencia
Nacional de Promoción Científica. Estas "ingenierías" abarcan la medicina, las ciencias de la
administración, las ciencias sociales "duras"3 [entre las que contamos a la ciencia política] y
muchas otras. El resultado es siempre el mismo: eliminar las "perturbaciones particulares" y
elaborar rigurosamente patrones estándar a seguir. Así, ya no hay más enigmáticos pacientes
sino drogas apropiadas para ser prescritas ante una equis patología, sin considerar la edad, la
situación social y afectiva, la historia familiar, etc. Ya no hay consideración de la situación
personal y laboral de los trabajadores sino pautas de eficiencia a cumplir, sin preguntar ni
tomar en cuenta las implicancias y consecuencias. Y en la ciencia política [objetiva y por ende
neutra], todo parece reducirse a estudiar, describir y clasificar los sistemas de partidos, los
sistemas de gobierno, y los tipos de representación existentes, aunque obviamente todos ellos
con sus múltiples combinaciones. Por ejemplo, no sólo no se cuestiona la existencia de las
clases sociales, es decir la injusticia básica del sistema en el que vivimos, sino que además de
abocarse a perfeccionar la metodología para lograr la conservación de la estabilidad y del statu
quo, hasta se ha elaborado una teorización que, de alguna manera, la justifica [dándole crédito
en tanto que fenómeno regular y uniforme] a través de la "clase política", que encuentra
sustento en la afirmación de que "en todo régimen, sin importar su "formula política", siempre
es una minoría organizada, o un número restringido de estas minorías que luchan entre sí, las
que gobiernan."4 Lo que sí queda bastante claro es que esta "clase política", que no es sino
expresión y reconocimiento de que las clases dominantes–gobernantes se constituyen
claramente como clase en sí y para sí, en tanto que las clases dominadas–gobernadas quedan
relegadas por el poder de aquellas a ser clase en sí, y por ende a participar del juego político
propuesto por el sistema imperante5.
2
Rifkin, Jeremy; El fin del trabajo, Paidós, Buenos Aires, 1996, capítulo 3, pp. 67–81
3
Grüner, Eduardo; "La Parte y los Todos. Universalismo vs. particularismo: las aporías ideológicas de la
globalización (post)moderna." En Ciclos, Año VII, Vol. VII, Nº 12, 1er. semestre de 1997. Buenos Aires.
4
Moore, Stanley; Crítica de la Democracia Capitalista, México, Siglo XXI, 8ª edición en español, 1989, pp. 16-23.
Bobbio, Norberto; "Ciencia Política", en Bobbio, N.; Matteucci, N. y Pasquino, G.; Diccionario de Política;
México, Siglo XXI, 1997, 10ª ed. en español, Tomo I, pp. 218-224.
5
Cavalli, Alessandro; "Clase", en Bobbio, N.; Matteucci, N. y Pasquino, G.; Diccionario de Política; México, Siglo
XXI, 1997, 10ª ed. en español, Tomo I, pp. 225-232, "La identidad de los intereses no es suficiente para cimentar la
existencia de una clase a menos que, sobre la base de esta identidad, surja una comunidad, una asociación u
organización política y a menos que se forme una conciencia de clase. Una clase con conciencia de clase es una
clase para sí (für sich) pero, en cambio, cuando no se consolida esta conciencia de clase, la clase sigue siendo una
mera clase en sí (an sich), incapaz de manifestar reivindicaciones colectivas." (Los destacados son del original).
También: Borón, Atilio; Estado, Capitalismo y Democracia en América Latina, Buenos Aires, Oficina de
Página 2
Como nosotros tenemos un posicionamiento crítico respecto a estas orientaciones de las
ciencias en general y de la ciencia política en particular, queríamos dejarlo señalado antes de
presentar la exposición específica del tema que nos ocupa, pues en varios de sus párrafos
surgirán cuestionamientos relacionados con estos postulados. Además queremos dejar
planteada
II – PRESIDENCIALISMO Y GOBERNABILIDAD
"Pero quien se apoya en el pueblo es un príncipe capaz de
mandar y valeroso, que no se arredra ante las adversidades, ni omite
las otras formas convenientes de defensa, que con su ánimo y sus
instituciones mantiene a toda la población ansiosa de actuar, tal
príncipe jamás se encontrará engañado por él y comprobará que ha
construido sólidos fundamentos para su mantenimiento."
Nicolás Maquiavelo6
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b) como una cuestión de naturaleza política, ligada a la autonomía, cohesión y
legitimidad de las instituciones;
c) como producto de una crisis de gestión administrativa del sistema y del apoyo que
los ciudadanos otorgan a las autoridades gobernantes.
Hasta 1994, el sistema de gobierno que regía en nuestro país era de tipo
presidencialista, digamos "puro" combinado con sistema de votación [teóricamente] a través de
la conformación del colegio electoral, comportando una fuerte concentración del poder en el
Estado nacional, en detrimento de la normativa federalista. Así, el modelo se revelaba
marcadamente centralista con unificación del control nacional y planteaba muchas dificultades
para lograr la cooperación de la oposición. Paralelamente, el congreso [con sus dos cámaras]
conforma el Poder Legislativo, que funciona independientemente, aunque en muchos casos
ratifica o rectifica decisiones del Ejecutivo, dependiendo esto también de la composición
numérico–partidaria de las bancas de las cámaras.
9
Molinelli, N. Guillermo; "Sistemas Electorales", p. 350.
10
Gil Lavedra, Ricardo; "El presidencialismo atenuado: El Jefe de Gabinete", en AA.VV.; La Constitución
Argentina de Nuestro Tiempo, Buenos Aires, Ediciones Ciudad Argentina, 1996.
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parlamentaria ante la posibilidad del bloqueo del plan de gobierno. Esto tendrá sus
particularidades de acuerdo al escenario político que se plantee y de acuerdo a la
implementación práctica de la nueva función.
Ahora bien dichas elecciones dieron una conformación particular al mapa político
nacional, puesto que habiendo ganado a nivel nacional la Alianza, en las provincias –incluida
la de Buenos Aires, mayoritariamente triunfó el Justicialismo. Esta situación plantea un desafío
tanto en el nivel de la gobernabilidad como en el del [posible] bloqueo del plan de gobierno.
De todos modos, no es esta la única dificultad a considerar, pues pensamos que nuestro país
constituye un ejemplo bastante aproximado a lo expresado por Nohlen12 al decir que
En tales casos se trataría entonces, según el mismo autor, de encontrar un método para
debatir, diseñar y consensuar reformas viables políticamente y que, sobre todo, no pongan en
peligro lo ya logrado13, que no es sino la fragilidad de la democracia en América Latina.
Cabría aquí realizar un análisis pormenorizado de la noción de democracia que considera
Nohlen, pero excede ampliamente las posibilidades de este trabajo abocado a una temática
cuasi puntual, como es la relación entre presidencialismo y gobernabilidad.
11
Thibaut, Bernhard; "El gobierno de la democracia presidencial: Argentina, Brasil, Chile y Uruguay". En: Nohlen,
D. y Fernández B. M.; (editores) El presidencialismo renovado, Buenos Aires, Nueva Sociedad, s/f, p. 135.
12
Nohlen, Dieter; "Presidencialismo versus parlamentarismo: dos enfoques contrapuestos", en Nohlen, D. y
Fernández B. M.; (editores) El presidencialismo renovado, Buenos Aires, Nueva Sociedad, s/f, p. 25
13
El destacado es nuestro.
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de las Cámaras durante la primera presidencia de Menem, que adquirió un consenso14 total
durante su segunda presidencia. Durante el primer período, si bien en muchas ocasiones [sobre
todo ante el Plan de Reformas Estructurales] se produjeron situaciones de "tensión" pero no
llegaron a generar "bloqueos del plan de gobierno", es decir que ello no impidió ni puso en
cuestión la gobernabilidad, sino que por el contrario, Menem utilizó plenamente sus poderes
discrecionales de intervención acompañándose de los grupos de presión [poder] a él ligados y
de sus asesores "técnicos".
Pero lo dicho también implica que en el estudio de las condiciones de una política
gubernamental deben considerarse otros factores que la condicionan, aún dentro de la ciencia
política, además del sistema de partidos y el sistema de gobierno, como ya hemos señalado al
comienzo de nuestro trabajo.
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menos represivos según el caso) que a una cualidad invariable del sistema presidencialista en sí
mismo. Todo esto gracias a la consecución de eficaces políticas que apuntaron y lograron el
disciplinamiento de las mayorías populares. Y creemos que queda claro que la eficacia no va
necesariamente de la mano de la democracia ni de la justicia. No podemos olvidar que en los
últimos 25 años, los principales "disciplinadores" fueron las híperinflaciones de los años 75, 89
y 91, el terrorismo de Estado ya vigente con anterioridad al golpe de Estado de 1976 y que
alcanzó niveles brutales durante la dictadura, y las Reformas Estructurales realizadas durante
la primera presidencia de Menem, "avaladas" por la crisis imperante y ya sustentada en el
imperio excluyente de la tecnocracia economicista, con sus planteos "desideologizados,
objetivos y científicos"17.
17
Torre, Juan Carlos; El proceso político de las reformas económicas en América latina, Buenos Aires, Paidós,
1998, Cap. 4, pp. 87-113.
18
Teoría del Estado, México, Fondo de Cultura Económica, 1997, 16ª impresión, pp. 192-193.
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La opinión pública19 surge junto con el advenimiento del Estado moderno, es decir con
el modo de producción capitalista y su división en clases sociales. Por tanto se corresponde con
la separación del Estado y la sociedad civil, del burgués y el ciudadano, de lo público y lo
privado. Muchos autores coinciden en que la opinión pública está fuertemente relacionada con
la difusión del saber leer y escribir, el desarrollo de la imprenta y particularmente de la prensa.
Porque la instalación en lo social [y por ende en el campo científico y filosófico] de los temas
que deben ser considerados, de los enfoques "modernos" para abordar las problemáticas, de lo
que es importante y de lo que no lo es, no podría realizarse sin el híperdesarrollo [cuasi
deforme] de los medios de información y comunicación masiva. Es decir que la educación, los
medios de información y la opinión pública, han sido históricamente las vías para
homogeneizar al cuerpo social, a los cuales obviamente debemos agregar durante este siglo la
incorporación masiva de la radio y la televisión, y en los últimos 30 años la gran explosión de
los mass media y la informática que se han erigido en verdaderas herramientas de masivización
de la información, como también de su manipulación y, por ende, de control social y de la
transformación del escenario político en un espectáculo20.
Pero debemos tener en claro que la opinión pública no sólo no es sinónimo de verdad
sino que no coincide con ella. ¿Entonces por qué su importancia?
Entonces tenemos que la opinión pública es una producción minoritaria que aparece
como mayoritaria y que tiene por objetivo "encauzar o apagar las diversas opiniones
existentes"22 legitimando el poder del Estado. Y esta legitimación favorece la gobernabilidad
porque apunta a la aceptación "consensuada" de la estabilidad del plan de gobierno, más allá de
su justicia o condenabilidad, de su racionalidad o apelación a la "necesidad" para enfrentar
situaciones de crisis. En este sentido en las últimas décadas y particularmente en los últimos
19
Mateucci, Nicola; "Opinión pública", en Bobbio, N.; Matteucci, N. y Pasquino, G.; Diccionario de Política;
México, Siglo XXI, 1997, 10ª ed. en español, Tomo II, pp. 1075-1079. También: Heller, Hermann; op. cit., pp. 190-
199; y Marx, Karl; La cuestión judía, material mimeografiado.
20
Edelman, Murray; La construcción del espectáculo político, Buenos Aires, Manantial, 1991. También Muraro,
Heriberto; Poder y comunicación. La irrupción del marketing y de la publicidad en la política, s/r.
21
Heller, Hermann; op. cit.., p. 195.
22
Op. cit., ibidem.
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tiempos, podemos mencionar lamentables ejemplos. Por citar uno, la cuestión de la
"inseguridad" que se pretende resolver a través de la "mano dura" [y sus vertientes: "el gatillo
fácil" y la tortura], como a través del aparato judicial [procesando, y/o encarcelando a
manifestantes y líderes de organizaciones populares]. Un segundo ejemplo está constituido por
la reforma laboral, que implementada durante el gobierno de Menem, hoy arriba a su punto
culminante a través de su "perfeccionamiento" ["indudablemente para beneficiar a los
trabajadores"] sin importar el cambio de partido político y Presidente, lo cual una vez más nos
habla de los variados ingredientes que hacen a la relación entre la gobernabilidad y la función
de la opinión pública, sea cual fuere el sistema de gobierno.
La primera cuestión que nos surge es ¿por qué las formas deben ser diferentes de los
contenidos? La segunda es ¿ de dónde ha surgido esta manera de pensar y conceptualizar la
realidad?
Nos encontramos con que, al parecer, la ciencia política no se halla muy lejos de la
definición "la política es el arte de lo posible"; aunque, a pesar de los esfuerzos, aún no hemos
encontrado el arte de esta definición. Si, nos referimos a que al parecer el debate contemporáneo
sobre la sociedad y el Estado parece no ser tal. Más bien se trata de transmitir y reproducir una
serie de definiciones, reglas y "procedimientos" que son asociados a las ideas de democracia,
sistemas de gobierno, modos de representación, sistemas electorales, etc.
23
Bobbio, Norberto; "¿Podrá sobrevivir la democracia?", en: AA.VV.; Los límites de la democracia, Buenos Aires,
CLACSO, 1ª ed. en español 1985, pp. 59-67.
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tanto que práctica cotidiana de la vida y no sólo como una ocupación reservada a profesionales.
A decir verdad creemos que no hay ningún debate pues se parte de lo dado tal cual lo
encontramos en las ofertas partidarias electoralistas [cada vez más mentirosamente] diferentes. Y
si a esto quiere sumarse un ejemplo, podríamos considerar las elecciones presidenciales de
1999 con el triunfo de la Alianza, a partir de cuya asunción al poder es dable observar [y ya lo
era antes de las elecciones] más de lo mismo con una cara y un nombre renovados24.
Pero la mentira está mucho más atrás aún. Está en el surgimiento del capitalismo, está en
el supuesto contrato que los individuos libres han realizado con el soberano. En ese acto la
sociedad civil quedó separada del Estado capitalista naciente, que sería el encargado de perpetuar
el modo de producción, reproduciendo sus condiciones. Una extraordinaria expresión fundadora
del conocido lema "Uds. me votaron para que haga lo que hago, no sé de qué se quejan".
Es verdad que nunca antes del capitalismo había existido la posibilidad de que los
ciudadanos participaran masivamente en las cuestiones relativas a la elección de los gobernantes.
Pero no se puede olvidar que esa participación es de tipo formal, ya que los representantes lo
son de ciertos intereses [de la clase dominante] y no de los intereses de la Nación o del conjunto,
como muchos autores pretenden hacernos creer.
Sin embargo pensamos que casi todo está por discutirse y, es más, debemos hacerlo si
queremos y creemos necesario que una sociedad diferente se haga realidad. Porque nosotros no
estamos en absoluto convencidos de que las elecciones lo sean [aunque los ciudadanos pongan el
papelito en la urna]. Porque elegir no es un mero mecanismo [procedimental] que se practica
cada dos años25. Esa es una política que nada tiene que ver con una práctica social. Esa es una
política desvirtuada [por no decir degradada], aunque exactamente ajustada a la concepción
neoliberal conservadora, y estupendamente implementada por la socialdemocracia, cuyo espíritu
aboga por mantener a los ciudadanos en sus casas muy preocupados por sobrevivir y totalmente
desentendidos de lo político, sin permitir la conscientización de que las posibles salidas
requieren exactamente la actitud contraria de parte de las mayorías.
24
Navarrete, Isabel y Palacios, Leonardo; Elecciones 1999: una lectura, Centro de Estudios Sociales y de la Energía
del Sindicato Luz y fuerza Mar del Plata, diciembre de 1999.
25
Navarrete, Isabel. y Palacios, Leonardo; "Votar todos los días", Centro de Estudios Sociales y de la Energía del
Sindicato Luz y Fuerza Mar del Plata, octubre 1999.
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Los mandamientos del denominado "Pensamiento Único" [que en realidad es un dogma26,
y por lo tanto un no–pensamiento] han invadido hasta el hartazgo el discurso político, no importa
cuál sea el candidato que lo porte. ¿La finalidad? Generar consenso [en el sentido desarrollado
en torno de la opinión pública] acerca de que así son las cosas, de que no hay otra posibilidad
de vivir que la que conocemos y padecemos. ¿Y acaso esto no coadyuva al fortalecimiento de la
gobernabilidad, tal como la hemos considerado? [Al parecer] lo único que se puede hacer en una
democracia moderna, es votar. El sistema reproduce el sistema 27, a pesar de que cada día
aumenta la situación de tensión, iniquidad y miseria de las mayorías.
BIBLIOGRAFÍA
26
Marx, Karl; Elementos Fundamentales para la Crítica de la Economía Política (Grundrisse) 1857-1858, Tomo I,
México, Siglo XXI, 17ª edición, 1997, p.92: "Desde el punto de vista ideológico el error era tanto más fácil de
cometer por cuanto ese dominio de las relaciones [...] se presenta como dominio de ideas en la misma conciencia de
los individuos, y la fe en la eternidad de tales ideas, es decir de aquellas relaciones materiales de dependencia, es of
course, consolidada, nutrida, inculcada de todas las formas posibles por las clases dominantes."
27
Marx, Karl; El Capital. Resultados de proceso inmediato de producción, Libro I, Capítulo VI [inédito], México,
Siglo XXI, 14º edición, 1997, p. 107. "No sólo las condiciones objetivas del proceso de producción se presentan
como resultado de éste, sino igualmente el carácter específicamente social de las mismas; las relaciones sociales y
por ende la posición social de los agentes de la producción entre sí, las relaciones de producción mismas son
producidas, son el resultado, incesantemente renovado, del proceso."
Página 11
Bobbio, Norberto; "¿Podrá sobrevivir la democracia?", en: AA.VV.; Los límites de la
democracia, Buenos Aires, CLACSO, 1ª ed. en español 1985, pp. 59-67.
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Borón, Atilio; Estado, Capitalismo y Democracia en América Latina, Buenos Aires, Oficina de
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Cavalli, Alessandro; "Clase", en Bobbio, N.; Matteucci, N. y Pasquino, G.; Diccionario de
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[inédito], México, Siglo XXI, 14º edición, 1997.
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1857-1858, Tomo I, México, Siglo XXI, 17ª edición, 1997.
Marx, Karl; La cuestión judía, material mimeografiado.
Mateucci, Nicola; "Opinión pública", en Bobbio, N.; Matteucci, N. y Pasquino, G.; Diccionario
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Molinelli, N. Guillermo; "Sistemas Electorales".
Moore, Stanley; Crítica de la Democracia Capitalista, México, Siglo XXI, 8ª edición en
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Moro, Tomás; Utopía, Altaya, Barcelona, 1997.
Muraro, Heriberto; Poder y comunicación. La irrupción del marketing y de la publicidad en la
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Navarrete, Isabel y Palacios, Leonardo; Elecciones 1999: una lectura, Centro de Estudios
Sociales y de la Energía del Sindicato Luz y fuerza Mar del Plata, diciembre de 1999.
Navarrete, Isabel. y Palacios, Leonardo; "Votar todos los días", Centro de Estudios Sociales y de
la Energía del Sindicato Luz y Fuerza Mar del Plata, octubre 1999.
Nohlen, Dieter. y Fernández B., Mario; "El presidencialismo latinoamericano: evolución y
perspectivas", en El presidencialismo renovado, Buenos Aires, Nueva Sociedad, s/f.
Nohlen, Dieter; "Presidencialismo versus parlamentarismo: dos enfoques contrapuestos", en
Nohlen, D. y Fernández B. M.; (editores) El presidencialismo renovado, Buenos Aires,
Nueva Sociedad, s/f.
Página 12
Pasquino, Gianfranco; "Gobernabilidad", en Bobbio, N.; Matteucci, N. y Pasquino, G.;
Diccionario de Política; México, Siglo XXI, 1997, 10ª ed. en español, Tomo I, pp. 703-
710.
Rifkin, Jeremy; El fin del trabajo, Paidós, Buenos Aires, 1996.
Thibaut, Bernhard; "El gobierno de la democracia presidencial: Argentina, Brasil, Chile y
Uruguay". En: Nohlen, D. y Fernández B. M.; (editores) El presidencialismo renovado,
Buenos Aires, Nueva Sociedad, s/f.
Torre, Juan Carlos; El proceso político de las reformas económicas en América latina, Buenos
Aires, Paidós, 1998.
Página 13