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Juan Facundo Quiroga, (n.

San Antonio, provincia de La Rioja, Argentina, 1788 –


† Barranca Yaco, Córdoba, Argentina, 16 de febrero de 1835) fue un caudillo argentino de la
primera mitad delsiglo XIX, partidario de un gobierno federal durante las guerras intestinas en
su país, posteriores a la declaración de la independencia.

Hijo de José Quiroga, un hacendado sanjuanino que migró a la norteña provincia de La Rioja
(Argentina), estableciendo su estancia en el sureste de La Rioja, en la zona llamada Los
Llanos,1 y que varias veces ejerció como comandante de las milicias de la zona. Su educación
fue relativamente buena, para las oportunidades que ofrecía la provincia.2

Hacia 1815 viajó a Buenos Aires, donde recibió alguna formación militar por un breve período.
En1817 fue nombrado jefe de las milicias de la comarca, con el grado de capitán,3 y participó en
las luchas por la independencia organizando milicias, persiguiendo desertores y enviando
ganados alEjército del Norte y al Ejército de los Andes. En particular, colaboró con el
comandante Nicolás Dávila, segundo jefe de la columnna del Ejército de los Andes que
liberaría Copiapó.

Según su enemigo – y lejano pariente – Domingo Faustino Sarmiento,4 Facundo Quiroga


comenzó a ser famoso por dos hechos: encontrándose a campo traviesa fue perseguido por un
"tigre" (yaguareté) que le obligó a tomar refugio en la copa de un algarrobo, auxiliado por
unos gauchos, Quiroga mató al "tigre" y recibió el célebre apodo. La mayoría de los
historiadores desdeñan el hecho, considerándolo una invención de novelista.

El otro hecho, históricamente comprobado, ocurrió el año 1819, en la ciudad de San Luis, donde
permanecía prisionero por una causa menor —acaso una riña— junto a más de una veintena de
altos oficiales realistas.5 Cuando los jefes realistas se amotinaron, Quiroga los enfrentó y mató a
varios de ellos, usando como maza los mismos grillos que llevaba puestos. Aquel terrible suceso
se conoció, desde ese entonces, como la Matanza de San Luis, localidad en donde fue muerta
gran parte de la alta oficialidad realista de Chile.6

Hasta entonces el poder en el territorio de la provincia de La Rioja se encontraba disputado por


dos antiguas familias terratenientes, los Ocampo y los Dávila. En esa contienda, Quiroga apoyó
al gobernador Francisco Ortiz de Ocampo. Cuando la provincia fue invadida por los "Auxiliares
de los Andes" venidos desde la provincia de San Juan, participó en el combate de la Posta de los
Colorados, en que las fuerzas riojanas fueron vencidas. Quiroga se retiró a los Llanos, mientras
la capital de la provincia era ocupada por los invasores, y regresó al frente de 80 hombres, con
los que derrotó al coronel Francisco Aldao el 16 de octubre de 1820, en el combate de La Rioja.
A continuación desconoció la autoridad de Ocampo e hizo que la legislatura eligiera gobernador
a Nicolás Dávila. Reforzó su poder militar incorporando a los "Auxiliares de los Andes" a sus
fuerzas.

Sin embargo, luego de acceder al gobierno provincial, los Dávila desconfiaron de Quiroga por
el prestigio que éste había obtenido entre la población. Tras eliminar en un duelo a Miguel
Dávila en labatalla de El Puesto, Facundo Quiroga accedió al gobierno provincial. Si bien
renunció a éste unos meses después, desde entonces se mantuvo como el caudillo indiscutido de
los riojanos.

El caudillo federal
Establecido el gobierno federal, aumentó su fortuna mediante la concesión obtenida del
gobierno local, en conjunto con los grupos riojanos y porteños, para explotar las minas de cobre
y plata de la región, y de esta manera poder acuñar moneda propia en 1821 hasta 1823, de
estilo macuquina y de diferentes denominaciones — 1/2R; 1R; 2R y de 4R — en 1824 empezó a
copiar el formato de las del año XIII, y debido a su gran éxito y aceptación riojana, trascendió
las fronteras provinciales, extendiéndose a todas las Provincias del Río de la Plata (1824
- 1837), también de diferentes denominaciones — reales y soles de plata: 1R; 2S; 4S; 8R, y
escudos de oro: 2E; 8E —.

Hasta ese momento, Facundo era un militar destacado con cierta inclinación a imponer su
voluntad sin consideraciones, pero de ninguna manera un caudillo violento o sanguinario.
Tampoco se inclinaba decididamente hacia el federalismo ni hacia el unitarismo. Más tarde
declararía que era unitario por convicción, pero que se hizo federal porque ésa era la voluntad
de los pueblos. Corresponde notar que pese a su importante liderazgo solo fue gobernador
oficial de su provincia de La Rioja (Argentina) unos cuatro meses.

Cuando el ministro de gobierno de la provincia de Buenos Aires, Bernardino Rivadavia,


concedió a inversores británicos esas minas, sobre las cuales ese gobierno no tenía derechos,
Quiroga se alineó con los enemigos de los porteños. También consideró que la autonomía de su
provincia se veía perjudicada por la leva forzada realizada por el coronel Gregorio Aráoz de La
Madrid en Tucumán y Catamarca para la Guerra del Brasil. Por último, consideró lesivo a la
Iglesia Católica el tratado realizado por el gobierno de Buenos Aires (como Encargado de las
Relaciones Exteriores del conjunto de las Provincias Unidas) conGran Bretaña, por el cual se
establecía la libertad religiosa. Por esas tres razones decidió tomar partido en la lucha
entre unitarios (partidarios de un gobierno liberal fuerte establecido en Buenos Aires) y
federales. En más de una oportunidad llevó al frente de sus tropas una bandera negra con la
inscripción "Religión o Muerte", como manifestación de oposición a la política religiosa liberal
de Rivadavia. De Facundo ha llegado la historia oral según la cual era un devoto cristiano
católico que todos los días leía alguna parte de La Biblia, lo que es indiscutible es que estaba
asesorado por el fray Pedro Ignacio de Castro Barrosquien había sido diputado por el cabildo de
La Rioja durante el Congreso de Tucumán en el año 1816.

Por su parte, Rivadavia fue electo presidente por el Congreso General de 1824, aunque sin una
constitución que lo avalara. Su política fue decididamente centralista, y pretendió imponer su
voluntad por la fuerza a los gobiernos provinciales opositores despreciando a los caudillos como
Quiroga; esto y las actividades punitivas contra los federales del general tucumano
unitario Gregorio Aráoz de La Madrid hizo que, durante plena guerra contra el imperio invasor
brasileño, cuando Argentina requería el máximo de cohesión, Quiroga se encontrara forzado a
liderar la rebelión de las provincias del Interior ante un centralismo porteño de políticas
exteriores ambiguas y absolutamente antifederales.7

En la provincia de Catamarca estuvo por iniciarse un enfrentamiento interno en 1825, que se


pudo evitar por la mediación de Quiroga, el cual figuró como garante entre el
gobernador Manuel Antonio Gutiérrez y sus opositores. Pero Gutiérrez violó el acuerdo,
reiniciando la guerra civil y provocando la intervención del caudillo riojano en su contra. Éste
invadió Catamarca y — tras breve resistencia — lo derrocó.

El gobernador depuesto llamó en su ayuda a Lamadrid, que se había apoderado del gobierno de
la provincia de Tucumán. Éste invadió Catamarca y repuso a Gutiérrez en el gobierno
catamarqueño.

Quiroga marchó nuevamente sobre Catamarca, expulsó a Gutiérrez y siguió camino hacia
Tucumán. Casi en el límite entre ambas provincias, Quiroga derrotó a Lamadrid en la batalla de
El Tala, el 27 de octubre de 1826; creyendo que Lamadrid había muerto, Quiroga dio por
terminada la campaña.

De allí pasó a San Juan, donde aseguró el poder para el partido federal, colocando en el
gobierno a un pariente suyo. Ese mismo año de 1826, el Congreso sancionó una constitución
unitaria, que fue rechazada por la que la mayor parte de las provincias. Sólo Salta y Tucumán
aprobaron esa constitución. Se dijo que el enviado por el Congreso para presentar la
constitución a Quiroga encontró a éste en San Juan, recostado sobre su recado en un campo de
alfalfa, bajo un toldo de cuero. Sin levantarse, garabateó en la primera hoja "Despachado", y
envió al diputado porteño de regreso a Buenos Aires.

Cuando supo que Lamadrid había sobrevivido y que nuevamente ocupaba el gobierno de
Tucumán, además de reponer a Gutiérrez en el de Catamarca y de invadir Santiago del Estero,
volvió a salir a campaña: pasando por Santiago del Estero y reuniendo a las suyas las fueras de
su gobernador, Juan Felipe Ibarra, se dirigió sobre Tucumán. Allí derrotó por completo a
Lamadrid en la batalla de Rincón de Valladares, el 6 de julio de 1827. Impuso una fuerte
contribución a la provincia para resarcirse de los gastos que le habían obligado a hacer. Como la
legislatura quiso negarse al pago de esa indemnización, le escribió:

"... si no se me satisface antes de las dos horas de este día, me haré pagar, no la suma de 24.000
pesos, sino todos los gastos que he hecho, y todas las pérdidas que he sufrido en mis negocios.
Cuidado, pues, no haya equivocación. Las generosidades tienen sus límites... pasada la hora
mencionada, sin haber recibido la pequeña suma que pido, empezaré a hacer sentir
inmediatamente los estragos de la guerra."

Cobró lo exigido sin problemas, y colocó un gobierno federal en Tucumán. La batalla de Rincón
aceleró la renuncia del unitario Rivadavia al gobierno nacional, y desde entonces controló la
política de las provincias de Cuyo, La Rioja y Catamarca, y tuvo una fuerte influencia sobre
Santiago del Estero y Córdoba.

La victoria federal
El general Lamadrid, que no había podido enfrentar a Quiroga en la batalla, fue nombrado
gobernador de La Rioja, mientras Villafañe se exiliaba en Chile. Lamadrid se dedicó a perseguir
a los federales y fusilara decenas de ellos. También a saquear los bienes de Quiroga, entre ellos,
los "tapados" de dinero (bolsas enterradas en medio del campo, en lugares conocidos sólo por el
dueño), a los que accedió por medio del soborno y la tortura. Una de las personas que Lamadrid
torturó fue la madre del general Facundo Quiroga, que fue obligada a barrer la plaza de La Rioja
cargada de cadenas…

Eso fue demasiado: Quiroga pidió a Rosas fuerzas con que regresar a la lucha. Como el
gobernador porteño (junto al santafesino Estanislao López estaban invadiendo Córdoba, sólo le
pudo dar unos 450 delincuentes y vagos de la cárcel. Facundo los entrenó con cuidado, y pronto
los convirtió en soldados.

A principios de 1831, Quiroga avanzó por el sur de Córdoba hacia Cuyo. En el camino se le
unieron varios soldados desertados del ejército de Paz en labatalla de Fraile Muerto.9 Ocupó la
villa de Río Cuarto después de una violenta batalla, y poco después derrotó sobre el río
Quinto al coronel Juan Pascual Pringles, que fue muerto por un oficial ante quien no se quiso
rendir. El coronel Pringles, héroe de la campaña de San Martín al Perú, era muy respetado por
Quiroga, que gritó al oficial que lo había matado:

"¡Por no manchar con tu sangre el cadáver del valiente coronel Pringles, no te hago pegar cuatro
tiros ya mismo! ¡Cuidado, otra vez, miserable, que un vencido invoque mi nombre!"

Pocos días después enfrentaba en Mendoza al gobernador José Videla Castillo en la batalla de
Rodeo de Chacón, del 22 de marzo de 1831. Quiroga dirigió la batalla desde el pescante de una
diligencia, señalando lo que quería mostrar con una cañita: el reuma no le permitía montar. Con
esta victoria consiguió el control de San Luis y Mendoza, mientras sus partidarios recuperaban
San Juan y La Rioja.

Unos días más tarde, recibió la noticia de que su mejor amigo, el general Villafañe, había
intentado regresar desde Chile. Pero en el camino se había cruzado con un oficial unitario que lo
había asesinado.10 Perdió los estribos, y cometió el acto más monstruoso de su carrera: mandó
fusilar a todos los prisioneros deRío Cuarto y de Rodeo de Chacón que estaban en el cuartel: en
total, veintiséis muertos. Fue el único asesinato en masa que ordenó Quiroga, a pesar del mito
establecido por Sarmiento, de que mataba gente cada vez que le venía en gana.

Por su parte, Paz fue capturado por las fuerzas de Estanislao López, y el mando pasó a
Lamadrid. Éste se retiró a Tucumán, para hacerse fuerte en su propia provincia. Hasta allí lo fue
a buscar Quiroga, que lo venció (por tercera vez) en la batalla de La Ciudadela, el 4 de
noviembre de 1831. Esta batalla terminó con la Liga Unitaria.11

Estando en Tucumán, envió a la esposa del general Lamadrid (refugiado en Bolivia) a su


encuentro, sin molestarla y con escolta oficial; también le envió una carta, recordándole el trato
que él había dado a su madre. La terminaba con una despedida digna de su autor:

"¡Adiós, general, hasta que nos podamos juntar para que uno de los dos desaparezca!, porque esta es
la resolución inalterable de su enemigoFacundo Quiroga."

Barranca Yaco
A fines de 1834 estalló una guerra civil entre las provincias de Salta y Tucumán, cuyos
gobernadores, Pablo Latorre y Alejandro Heredia, se habían enemistado por la autonomía de
la provincia de Jujuy. El gobernador Manuel Vicente Maza envió a mediar al general Quiroga,
con instrucciones especialmente escritas para él por Rosas, que lo acompañó un tramo del
viaje.15

En el viaje de ida, varios amigos le avisaron que los Reinafé querían matarlo; pero desoyó los
avisos y siguió camino sin problemas. Al llegar a Santiago del Estero se enteró de que la guerra
civil en el norte había finalizado y que Latorre había sido asesinado. Se dedicó a mediar para
lograr una serie de tratados entre las provincias del norte, entre cuyas cláusulas figuraba la
autonomía jujeña.

Iniciado su camino de regreso a principios del año siguiente, tuvo nuevos avisos sobre que había
planes para asesinarlo. Pero tal vez tenía más miedo a pasar por cobarde que a la muerte. El 16
de febrero de 1835, una partida al mando del capitán de milicias cordobés Santos
Pérez emboscó su carruaje en los breñales de un lugar solitario llamado Barranca Yaco, en el
norte de la provincia de Córdoba. Quiroga se asomó con tono envalentonado (algo que le había
dado buen resultado en las batallas) por la ventana de la galera exclamando

«¿Quién manda a esta partida!»

, siendo -como toda respuesta- muerto de un tiro en un ojo por Santos Pérez. Su cuerpo fue
luego tajeado y lanceado, y todos los demás miembros de la comitiva fueron asesinados
también. Entre ellos se contaba su secretario, el ex gobernador de la provincia de San Luis, José
Santos Ortiz y un niño.

El cuerpo de Quiroga fue inhumado en la Catedral de Córdoba, aunque luego a petición de su


viuda -Dolores Fernández- y del mismo Rosas fue enterrado en un panteón aún existente en
el cementerio de la Recoleta de la ciudad de Buenos Aires.
Al saberse quién había sido el asesino, el cargo sobre el asesinato de Quiroga recayó sobre los
hermanos Reinafé. Éstos fueron derrocados y ajusticiados unos años más tarde junto a Santos
Pérez. Los opositores a Rosas lo acusaron de estar tras el homicidio.16 Tal vez fue asesinado por
venganza, pero también para favorecer a Estanislao López; si fue así, el plan fracasó por
completo: López perdió el control de Córdoba y Entre Ríos, y también mucho de su prestigio.
Todo el poder en la Argentina pasó rápidamente a Rosas.

La trágica muerte de Facundo Quiroga dio vida a composiciones folclóricas, literarias y


leyendas populares tanto entre los gauchos que lo amaron y temieron, como entre las personas
cultas. La leyenda de Facundo que nace en Barranca Yaco perduró, al punto de que en el siglo
XX Jorge Luis Borges -como otros autores- lo recordó con una memorable poesía considerada
entre los más alto de la literatura castellana17

El cadáver de Facundo Quiroga, por decisión de sus familiares, se encuentra en Buenos Aires,
en el Cementerio de la Recoleta. Allí se conservó el monumento funerario, pero su féretro fue
escondido en una pared tras la caída de Rosas en 1852, para evitar venganzas sobre su cadáver
de parte de los enemigos de ambos. Fue redescubierto el 9 de diciembre de 2004.18

Juan Facundo Quiroga (1788-1835)


Nació en La Rioja y murió en Barranca Yaco asesinado, el 16 de febrero de 1835.
Acusado de bárbaro por Sarmiento, conocido por el nombre de "Tigre de los Llanos", Quiroga
jugó un papel prominente en la vida política de la Argentina (1818-1835).
Combatió contra la constitución centralista de Rivadavia, pero fue derrotado por los efectivos de
éste, bajo el mando de Lamadrid. Sin embargo, por el año 1828, Quiroga controlaba las
provincias norteñas desde Catamarca hasta Mendoza.
Se unió con otros caudillos bajo la firme determinación de establecer el federalismo,
especialmente después de la ejecución de Manuel Dorrego (diciembre de 1828), de destruir las
fuerzas unitarias comandadas por Lavalle, ahora gobernador de Buenos Aires.
Quiroga sufrió la derrota de manos del general unitario Paz, en La Tablada, el 23 de junio de
1829, y en Oncativo, el 25 de febrero de 1830.
Impedido transitoriamente de regresar, Quiroga vio el modo de pasar furtivamente a Cuyo en
1831 dirigiéndose rápidamente a Tucumán para hacer frente a las fuerzas unitarias que se
hallaban bajo el mando de Lamadrid, desde que el general Paz inesperadamente había sido
hecho prisionero en El Tío.
La batalla librada en La Ciudadela (famosa fortaleza de Tucumán) el 4 de noviembre de 1831,
concluyó con la victoria de Quiroga y puso término a la guerra civil, pues Rosas había vencido
simultáneamente a Lavalle en Buenos Aires.
Al trasladarse a Buenos Aires, Quiroga dedicó el resto de su vida a intentos (solo o con otros
federales) de convocar un congreso constituyente para formar la estructura orgánica de una
república federal.
Rosas se opuso enérgicamente a tal designio, arguyendo que una organización formal de esa
naturaleza era prematura e insensata hasta tanto las provincias no hubieran creado sus
estructuras políticas individuales y una saludable vida institucional, citando el ejemplo de los
Estados Unidos, que no admitía que un territorio tomase plena participación en la vida política
nacional hasta haber formado su propio gobierno. Las discusiones se interrumpieron en 1834
mientras Quiroga era enviado en una misión pacificadora en la esperanza de que el poder y
prestigio de que gozaba en el norte le permitirían impedir la guerra civil que se cernía
amenazante entre los gobernadores de Tucumán (Felipe Heredia) y Salta (Pablo Latorre).
Cumplida su misión con éxito y regresando a Buenos Aires, desdeñó obstinadamente las
advertencias sobre conspiración en Córdoba, fue sorprendido y asesinado por efectivos al
mando de Santos Pérez en Barranca Yaco, el 16 de febrero de 1835.
La azorada opinión pública dividió las inculpaciones del crimen entre Rosas, López y los
hermanos Reinafé, pero José Vicente Reinafé, gobernador de Córdoba, su hermano, Santos
Pérez y otros fueron convictos de la conspiración y ejecutados (1836).
La muerte de Quiroga dejó a Rosas como única autoridad subsistente.

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