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ORIENTACIONES SOBRE LA ÉTICA EN LA INVESTIGACIÓN EN EDUCACIÓN

Por: Maggioris Galvan Cabrera


Deivis Galvan Cabrera
Ramiro José Mendoza

Est. Especialización en Investigación Aplicada a la Educación


Promoción Corte 21
CECAR – Sincelejo

“La comunidad científica a comienzos del 2006 fue sacudida por dos nuevos
grandes escándalos que confirman que en la investigación médica han pasado ya
los tiempos en que el afán de conocimiento y la lucha contra la enfermedad eran
los únicos horizontes de investigadores y médicos. Los fraudes provocados por el
investigador surcoreano Hwang Woo Suk y el investigador noruego Jon Sudbo
junto a otros escándalos no hacen sino acrecentar las dudas sobre la veracidad y
fiabilidad de los estudios y ensayos publicados en las principales revistas
científicas” (Martin, 2006)

En el caso del investigador surcoreano, él y su equipo de trabajo habían


manipulado intencionadamente los datos que ofrecían sobre la clonación de
células madres, haciendo daño tanto a la actividad científica, como a millones de
enfermos que ponían sus esperanzas en los resultados de esta investigación; El
fraude del noruego Jon Sudbo se basaba en una gran mentira bien construida,
pues contaba con 16 artículos publicados en prestigiosas revistas británicas, como
el artículo publicado en la revista Lancet, donde propugnaba el uso de
antiinflamatorios para tratar tumores en la boca; tras investigaciones realizadas
por la revista Discovery Dsalud en su número 73 en el 2005 (www.dsalud.com)1,
se demostró que Sudbo inventó todos los datos, las historias médicas, las fechas
de defunción de algunos supuestos pacientes y también algunas fechas de
nacimiento.

Por casos como los mencionados anteriormente se hace necesario abordar de


manera directa y explicita las cuestiones relativas a la ética de la investigación, en
la cual algunos proponen una normatividad a seguir, donde a partir de una lista
para chequear se garantice el cumplimiento o no de los requerimientos de un
estudio científico, pero esto llevaría a pensar que la actividad investigadora estaría
controlada por tales reglas, y aunque los códigos de ética profesional y los códigos
de investigación son necesarios como marco de trabajo, plantear la solución así es
optar por una visión reducida y tradicional, que sitúa la ética investigadora en un
terreno exclusivamente técnico, en el que el problema se centraría en cumplir o no
con el código o lista de estándares, y mantener inamovibles los mismos.2

Con frecuencia los estudiantes de pregrado y postgrado como nosotros que


apenas estamos accediendo a nuestras primeras practicas investigativas nos
enfrentamos de un modo muy distinto a las cuestiones éticas de la investigación,
por lo general accedemos a ella de manera informal, es decir, a través de
comentarios o diálogos con nuestros asesores, profesores, tutores o directores de
investigación, dentro de un ambiente de aprendizaje – enseñanza, donde se hace
énfasis en que hacer, que no hacer, como hacerlo, hasta donde llegar; y en
ultimas es la cultura del grupo de investigación al cual estamos vinculado, que
asesora nuestro trabajo de grado, la que se ve reflejada como la ética investigativa
de nuestras prácticas investigadoras. De esta forma se ha hecho y se ha

1
Revista electrónica Discovery DSalud, publicación impresa de Ediciones MK3. Es una realización de
licenciados en Ciencias de la Información especializados en diferentes disciplinas de la salud.
2
Howe y Mosses, (1998) hacen una revisión muy interesante de los códigos éticos de la investigación desde
una perspectiva tradicional, comparándola con respectivas más actuales.
aprendido, pero limitar la formación ética a la simple “inmersión”, la mayoría de las
veces diacrítica, y no formal, en una cultura determinada, no es suficiente.

En este sentido con el presente artículo pretendemos dar nuestras apreciaciones y


reflexiones acerca de la cultura ética en la investigación, centrándonos en cuatro
cuestiones que a nuestro modo de ver deben ser retomas y revisadas en el actuar
como investigadores en formación que somos:

1. ¿A quién beneficia nuestro estudio? Al iniciar toda investigación es de gran


preocupación el tema de esta, ya de entrada, está por delante una cuestión
ética, la decisión de qué investigar; tradicionalmente se han identificado dos
líneas de producción en investigación, una que se centra en la construcción de
un nuevo conocimiento y otra que se centra en la práctica, entendidas estas
como investigación básica e investigación aplicada, esto nos lleva a pensar
que no es lo mismo investigar con la intencionalidad de incrementar nuestro
conocimiento, que aquella que, tiene como intención encontrar la relación entre
dos fenómenos – la teoría y la práctica de esas teorías. De ello que la
información, el aprendizaje, las exigencias, y la utilidad que proporciona cada
uno de los estudios será distinta. Por eso la determinación del propósito del
estudio es pues una primera cuestión relevante en la ética investigativa, que se
toma desde un determinado marco de valores y concepciones del investigador.

Entonces la toma de decisiones en este momento, no es tarea fácil, (Howe &


Moses, 1998) identifican cuatro tipos de presiones que pueden afectar
directamente la selección del tema de investigación: La competitividad entre
investigadores; las posibilidades de financiación, que en muchas ocasiones
direccionan los temas de investigación a cuestiones “financieramente” relevantes
con independencia del valor social o educativo de las mismas; las precisiones para
publicar, que pueden direccionar las investigaciones a cuestiones mediáticas, es
decir, publicable o susceptibles de ser publicadas en medios de impacto
académico y que no llegan a revertir en un bien común para las personas
participantes de la investigación; y por ultimo tenemos la influencia cultural que
aparece en forma de imposición más o menos sutil en áreas o temas de
investigación.

Por tal razón la toma de decisión del tema de investigación debe ser una cuestión
éticamente comprometida, que nos demanda sobre el sentido y aportaciones de
los estudios, para este caso (Barton, 1998) nos invita a cuestionarnos sobre la
legitimidad y capacidad de los propios investigadores para desarrollar un estudio
dado, preguntándonos “¿Qué derecho tengo yo a iniciar este trabajo? ¿Qué me
capacita y legitima para hablar por estas personas, para representarlas?”, son
cuestiones que este autor nos anima a contestar antes de iniciar cualquier acción
investigadora.

2. ¿Es suficiente el consentimiento informado? La negociación entre el


investigador y los participantes del estudio para su desarrollo, alude una gran
preocupación ética, cuestión realmente significativa en la investigación en
general, y más cuando el estudio se centra en el trabajo con comunidades
vulnerables, pues la información obtenida puede afectar significativamente las
vidas de las personas, su imagen, aceptación social, laboral y familiar. Como
mecanismos de regulación y control ante los atropellos a los cuales se ven
expuestos los participantes de las investigaciones se tienen la Declaración de
los Derechos Humanos del Niño, El informe Belmont y la Declaración de
Helsinki3 (aunque esta haga referencia al ámbito de la salud) son

3
Declaración de 1965 de la World Medica Association que recoge los principios éticos que deben guiar a la
comunidad médica y otras personas que se dedican a la experimentación con seres humanos
declaraciones muy claras en el sentido de decir que “los intereses del sujeto
individual deben prevalecer sobre los intereses de la ciencia o de la sociedad”

En cuanto al conocimiento y consentimiento informado se ve que los


investigadores sesgan o manipulan la intencionalidad y el proceso a seguir en el
estudio, también se manipula la información que damos a los participantes o
usamos de forma incorrecta determinados medios (grabadoras, videos ocultos,
etc.) métodos de recolección de información que para algunos son habituales pero
que otros los tildan abusivos y son severamente cuestionados y criticados.

Históricamente el consentimiento informado ha sido poco debatido, y por tanto la


(British Educational Research Association, 2004) señala que en el caso de que los
participantes en la investigación pertenezcan a colectivos vulnerables por edad,
capacidad intelectual u otra condición que pueda limitar su comprensión sobre las
demandas del estudio, los investigadores debemos explorar y buscar vías
alternativas que permitan y faciliten alcanzar esa comprensión y participación de
forma libre y no manipulada en el mismo.

3. ¿Quién determina las reglas de juego en el proceso investigador? Como


se deben establecer las relaciones investigador – participante – información. El
modelo de investigación donde el investigador se veía como el profesional
alejado del contexto, de la población y el ámbito de la investigación ha
cambiado, en ese momento los investigadores eran los “expertos y únicos
capaces de tomar decisiones sobre las vidas y situaciones de los colectivos o
personas con las que se trabaja” (sujetos investigados) y que además los
investigadores eran los únicos beneficiados del estudio investigativo, en
términos de acumulación de conocimiento, prestigio y reconocimiento ante la
comunidad científica; en la actualidad este tipo de relaciones se está
redefiniendo en la medida que los participantes están dejando de ser sujetos
pasivos de los procesos de investigación, donde nosotros como investigadores
debemos diseñar métodos que permitan una participación activa de ellos, en la
que ellos mismo se representen y nos ayuden al diseño metodológico de la
investigación, de forma dialogada, concertada, en la que se dé una
reciprocidad e igualdad entre todos los participantes y el investigador, de esta
forma el investigador deja de ser una persona ajena al contexto y a las
personas participantes del estudio de investigación. En últimas como
investigadores debemos asumir una postura ética que permita dar legitimidad y
valide nuestro papel como expertos o profesionales en los trabajos y estudios a
desarrollar.

4. ¿A quién pertenece la investigación? ¿Qué podemos decir del uso de la


información obtenida? Esta es otra cuestión que nos avoca a un debate ético,
pues la idea del uso de la información obtenida a través de la investigación, y
de la protección de la identidad de los participantes, de la confidencialidad y del
anonimato de los datos obtenidos; aunque estas cuestiones son muy variadas,
dependen del método de investigación, claro está, que hay autores como
(Punch, 1986) que defienden férreamente que los resultados de la
investigación son propiedad del investigador y que según sean las
circunstancias, este puede publicar los datos de los participantes, hacer pública
la información confidencial, con el fin de hacer confiable y dar veracidad de sus
hallazgos, esto sin ningún consentimiento de los participantes, aduce que “el
derecho de la audiencia de conocer todo sobre la investigación está por
encima del derecho individual de los participantes.

Otra problemática presente sobre el uso de los resultados de la investigación es la


postura que pueden asumir los participantes al final de esta, pues pueden vetar o
aprobar cualesquiera de los usos que le quiera dar el investigador a la
investigación, por tal razón, se debe pensar en un consentimiento informado que
posibilite el uso de la información obtenido en todos los momentos y pasos de la
investigación, claro está, que nosotros estamos muy a favor de que se debe
respetar la confidencialidad de los participantes, sin perjuicio alguno contra ellos,
pero que este permita el debido desarrollo de la investigación.

En conclusión podemos decir que la formación ética en el rol del investigador no


es una cuestión fácil, esta supone un proceso continuo de análisis, contra-análisis
donde tengamos siempre presente la justicia y la equidad de las acciones, el
respeto por el otro, y el compromiso ético, no como el cumplimiento de unos
estándares o criterios impuestos, sino una ética que permita dar cumplimiento de
nuestros propósitos como investigadores, sin necesidad de afectar de ninguna
forma la vida de los participantes de ella, y esto solo se logrará asumiendo una
actitud crítica y responsable, comprometiéndonos con el desarrollo del
conocimiento sin olvidar la justicia y equidad social.

Referencias Bibliográficas

Asociación Médica Mundial, D. (2002). Chile Bioetica. Recuperado el 21 de Marzo


de 2011, de www.bioetica.uchile.cl/doc/helsink.htm

Barton, L. (1998). Developing an emancipatory research agenda: possibilities and


dilemmas, In: P. Clough and L. Barton (eds) Articulating with Difficulty:
Research Voices in Inclusive Education. London: Paul Chapman.

British Educational Research Association. (2004). Code of conduct, ethical


principles and guidelines. Recuperado el 2011, de bps.org:
http://www.bps.org.uk/documents/Code.pdf

Campoy, J. (2010). Discovery DSalud. Recuperado el 21 de Marzo de 2011, de


www.dsalud.com
Comisión Nacional para la Prontección de los , S. y. (s.f.). Medicina del Perú.
Recuperado el marzo de 2011, de
www.medicina.unmsm.edu.pe/investigación/etica/documentos

Gonzalez Avila, M. (2002). Aspectos éticos de la investigación cualitativa. Revista


Ibero-Americana de Educación, 85-103.

House, & Howe. (2001). Valores en evaluación e investigación social. Madrid:


Morata.

Howe, K., & Moses, M. (1998). Ethics in educational research. Review of research
in education, 24, 21-59.

Martin, S. (Abril de 2006). Investigaciones médicas: Nuevos escandalos dejan en


entredicho a las revistas científicas. Discovery Dsalud(82), 32-34.

Parrilla, A. (2007). Cultura ética e investigación educativa. Apuntes para jovenes


investigadores. IV jornadas Universitarias "La reflexió ética en la
investigació educative".

Punch, M. (1986). The Politics and Ethics of Fieldwork. Massachusetts: John Van
Maanen.

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