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“...Nadie en el resto del planeta toma en serio a este inmenso pueblo lleno de
tristeza, se sonríen cuando ven que tiene veintitantas banderitas cada cual más
orgullosa de su soberanía, que tontería, dividir es debilitar...”
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transculturación, en donde múltiples culturas convivieron y se retro-
alimentaron. Al abrirse las fronteras de los países latinoamericanos el choque
de culturas se va dando de a poco en las principales ciudades del continente,
pero por sobre todo del Conosur. En este fenómeno social y cultural la validez
de la palabra se hace conflictiva y el lenguaje escrito y hablado sólo puede
convivir con otras culturas en las esferas más altas, por lo cual los signos,
señas y gestos tienen mayor validez al momento de comunicarse y es
inevitable establecer que en dicho proceso la imagen cobra sentido y
proporción. Latinoamérica, sucursal forzada del “primer mundo” ha vivido una
rápida secuencia de sucesos dispuestos para poder situarla en el diálogo con
las culturas llamadas “primer - mundistas”, dentro de estos sucesos se
encuentran las formas y reformas educativas, la concepción heredada del
saber reificado del antiguo mundo como cultura principal y deseable, y un
modelo económico impuesto por un sistema comercial que gravita en los
intereses de los grandes capitales. La educación latinoamericana ha debido
dialogar con tales problemáticas, se le han impuesto modelos curriculares
ajenos, sin atender a la cultura de cada uno de sus países, obteniendo como
resultado tangible un crecimiento en el desinterés tanto por la cultura propia
como por las influencias extranjeras.
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tanto así como para que su estudio determine su identificación, Geertz hace
referencia también a que frente a la ignorancia de dichos simbolismos y
construcciones sociales, es muy difícil lograr una correcta interpretación
cultural, sin embargo, con el conocimiento del planeta como escenario, se
han desarrollado ciertos convencionalismos textuales, palabras como TAXI u
HOTEL, independiente de su etimología, se han desligado de su
conformación textual para convertirse en imágenes de lectura universal, los
símbolos de la paz o la Comunidad Europea, por otro lado, cobran identidad
propia y son fácilmente legibles tanto para oriente como para occidente y es
así como la composición de la imagen cobra un discurso.
“Una mirada más reciente nos revela que los estados más modernos
latinoamericanos, es decir los poscoloniales, tuvieron elementos de
continuidad con la administración cultural europea; la tendencia centralista
predominó en nuestros países, incluso en aquellos que se declararon
federales. Además los grupos sociales predominantes desde el siglo XIX,
mantuvieron la segregación social y racial en los ámbitos de la política del
desarrollo de las instituciones “republicanas” y en la distribución de los bienes
no materiales de las sociedades nacionales. Por su parte, las clases
populares siguieron transitando por los márgenes del discurso modernizador
invocado por las elites. Incluso cuando surgen las primeras organizaciones
populares, teóricamente portadoras de propuestas alternativas, ellas han
tendido finalmente a repetir el discurso modernizador, sin hacerse cargo de
las especificidades de la cultura híbrida que las constituía como realidad
social” (R. Pinto, 2008, p 34).
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trabajo. Las capacidades individuales del humano han sido históricamente
delimitadas por el poder adquisitivo; herederos de una concepción
progresista europea, y consecuencia de aquella influencia, nuestras
costumbres relegadas a un contexto, más que otra cosa, pintoresco, han
visto todo su bagaje ser desechado por la imposición de un modelo evolutivo
que no obedece a la realidad histórica latinoamericana, lo vertiginoso de los
fenómenos político – económico – sociales han transgredido la sensibilidad
de los pueblos latinoamericanos, subyugándolos y reprimiendo sus posturas
culturales naturales. La herencia estructural colonizadora ha provocado el
choque de las reformas frente al organismo estatal, y más allá, cuando se
han pretendido mayores logros, la cicatriz de ésta misma herencia ha logrado
socavar sus intenciones, así sucedió con Córdoba, Argentina 1918, así
sucedió, finalmente, con la “Revolución Pingüina” en Chile 2006.
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inconexión que existe entre los habitantes del Conosur y su realidad
inmediata modificando los intereses de la población, suprimiendo inquietudes
auténticas por necesidades creadas en pro de la actividad comercial.
“La teoría de la posmodernidad podría verse, pues, como una forma más de
imperialismo cultural dada la confusión que establece en el sistema cultural
latinoamericano” (Francisco Villena, 2005, p3). Se trata de una teoría cuya
perspectiva es angloamericana y europea, de ahí que el uso de este término
pueda ser visto como la extrapolación de un fenómeno ajeno a la realidad
histórica y social del mundo latinoamericano. Nelson Osorio, en referencia a
la problemática de la existencia o no, de un período posmoderno en
Latinoamérica y observando la posibilidad de que el proceso llamado
modernidad no haya concluido aún en nuestro continente, establece el hecho
de “que el modelo de la modernidad haya evidenciado su incapacidad para
hacer efectivas las propuestas de igualdad, felicidad y libertad que están en
su origen no significa que estas aspiraciones deban ser desechadas con el
modelo”. Por otra parte Villena se cuestiona acerca de la existencia de la
posmodernidad y encuentra voces que sí establecen su condición.
Latinoamérica ya participa en el nuevo juego, según señala Emil Volek, que
se llama posmodernidad. En el proceso de cambio se rompen viejos
estereotipos: “Algunas tribus indígenas de México prefieren el rock a las
rancheras; algunos nómadas de la Amazonía comparan en video las
tradiciones comunes con sus hermanos; los otavaleños crean, de hecho, la
primera corporación internacional tribal”.
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Sí se puede apreciar que el continente ha entrado en diálogo con la
posmodernidad de los países más “desarrollados” y por lo tanto, sí se puede
hablar de una Latinoamérica posmoderna, pero sin olvidar la diferenciación
que define su realidad política, histórica y social, y que la separan del resto
de los países que está dentro de este juego económico. Los rasgos de esta
posmodernidad se basan en su relación de dependencia económica con
respecto a los núcleos de poder. Al margen de haberse concluido o no el ciclo
de la modernidad en Latinoamérica, el continente ya dialoga con la
posmodernidad y es parte de ella.
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ideologías extranjeras añadidas a los modelos de mercado imperantes en el
Conosur, contrapuesta a la mano oscura de los gobiernos de facto. La gran
mayoría de los anteriores movimientos citados, y muchos otros obviados en
virtud de avanzar en el tema se han conformado en las universidades, en
donde largamente se ha discutido acerca de los modelos educativos
reinantes en Latinoamérica, lugares en los cuales, a veces sin saberlo, el
debate gravita en el cuestionamiento de las realidades curriculares de los
países de la región.
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Cristian Cox, en su ensayo “Valores y educación en Latinoamérica al iniciarse
el siglo XXI”, dice, “la educación es esencialmente formación moral y ésta se
funda en unos valores que derivan de los sentidos, convicciones y modelos
de excelencia que una sociedad o comunidad histórica quiere legar a la
nueva generación”.
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desde su niñez han sido alimentados con relaciones de poder verticales, han
sido educados en Harvard, Yale, Oxford u otras universidades de excelencia
patronal, los jóvenes de las manifestaciones, los niños de la educación
secundaria, han tenido sus espíritus, pechos y cabezas llenos de ideas y
esperanzas, sin embargo cuando hay que hablar de dinero, es poco lo que
pueden hacer, no manejan estadísticas, datos duros y todas las cifras con
que las que se encontrarán al momento de negociar, al momento de
enfrentarse directamente al sistema económico - educativo. “Los logros de la
expansión, diversificación y mejoramiento de los sistemas educativos -lo que
nos gustaría denominar, retóricamente, las grandezas de la educación- son
obscurecidos por las miserias perversas de la educación latinoamericana. La
educación elemental y secundaria de la región continúa siendo segregada
por clases sociales: los pobres estudian en la escuela pública, y los sectores
medios y altos florecen educativamente en instituciones privadas”. (Carlos
Alberto Torres)
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“Una comparación de los currículos de Argentina, Brasil y Chile en la segunda
mitad de los Noventa (Cox 2002), revela que ninguno incluye habilidades
específicamente ‘políticas’. Silencio tal vez sintomático de culturas
ciudadanas –las de nuestra región- que conectan débilmente o en forma muy
abstracta, el cultivo de hábitos democráticos en la vida cotidiana, con el
funcionamiento y desarrollo de las instituciones y procesos políticos a nivel
macro; que tienden sistemáticamente a privilegiar la participación en términos
de demandas y reivindicaciones al, o contra, el estado, en desmedro de la
actividad propia de los ciudadanos en la búsqueda e implementación de
respuestas a asuntos y problemas” (Cox, 2006)
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desnaturalizar esta situación represiva que viene repitiéndose en casi todos
los colegios de la región.
En los años 80, con Chile bajo el mando militar, se suscitaron variados
movimientos artístico culturales, en una especie de clandestinidad, Juan
Castillo junto a Lotty Rosenfeld, Diamela Eltit y Raúl Zurita crean el grupo de
Intervención C.A.D.A. generando propuestas callejeras de expresión de artes
visuales y performance, Alfredo Jaar Intervenía también los letreros
camineros con la frase “¿Es usted feliz?”, Pedro Lemebel y las Yeguas del
Apocalipsis irrumpían en universidades con performance poética, el
movimiento literario desarrollado principalmente por Enrique Lihn y Raúl
Zurita otra vez, metaforizaban acerca de la realidad chilena contingente
desde la ironía de Lihn o el pesimismo en las cebollas para la gente pobre de
Rodrigo Lira, y el grupo fotográfico AFI (Asociación de Fotógrafos
Independientes) discurseaba con fotografías denunciantes y censuradas en
las calles de Santiago. Todos estos movimientos, con la vuelta a la
democracia se fueron diluyendo, hoy existen desde una perspectiva histórica,
lo cual no necesariamente toma un tenor negativo, pero desde ese punto tan
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importante en la historia socio - política chilena, las calles se han ausentado
de proclamas de interés social, exceptuando ciertas efemérides como el día
del joven combatiente, el primero de mayo, once de septiembre o la
necesidad de mayores recursos para los estudios universitarios.
Nelly Richard ha escrito bastante acerca del tema de los 80 como fenómeno
artístico cultural, fue un momento que marca y evidencia espíritu libertario del
Conosur, para ella "marca el giro de una nueva sensibilidad cultural
fuertemente remecida por la violencia desestructuradora del aparataje
represivo y empeñada en reelaborar claves de pensamiento teórico - critico
que formulen una comprensión de los trastrocamientos de sentido que
pusieron la historia en crisis de inteligibilidad”.
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Ricardo Lagos Escobar en su campaña para la presidencia de Chile emuló
este formato, pero no funcionó como se esperaba, en términos de propuesta
artístico – crítica, si nos refiriéramos a Walter Benjamín estaríamos hablando
de una reproductibilidad técnica sin aura. Asunto que hasta hoy no ha
cambiado.
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“Pasar de lo prohibitivo y castigador a lo permisivo y tolerante, haber
recuperado circuitos de acción y participación pública (universidades, la
prensa, la televisión, etc.), ser nuevamente actor de un debate pluralista,
obligan a nuevas estrategias de intervención”. (Richard, 1990)
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de reforma e inducen, por un tubo a continuar consumiendo la variedad de
platos que el menú estatal y privado ofrecen.
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unilaterales, indirectas y públicas. Contrastan, pues, de manera triple con la
forma de comunicación humana más natural, la conversación. Por eso los
individuos se sienten tan desvalidos ante los medios de comunicación. En
todas las encuestas en que se pregunta a la gente quién tiene demasiado
poder en la sociedad actual, los medios de comunicación aparecen en los
primeros lugares” (Noelle-Neumann, 1995)
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logrado desarrollar un arquetipo social dispuesto para eternizar el silencio de
nuestra sociedad, poca reflexión, discursos dispares, el aplacamiento de
nuestra cultura social por la imposición del modo de vida estadounidense,
han forzado un desconocimiento de nuestras propias raíces y una negación
de la propia cultura latinoamericana.
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lo cual es ella la que debe encargarse de generar cambios positivos en las
actitudes de quienes las observan.
Según este mecanismo psicosocial “la espiral del silencio”, conviene ver a los
medios como creadores de la opinión pública, constituyen el entorno cuya
presión desencadena la combatividad, la sumisión o el silencio.
La gráfica del silencio, por otro lado es una propuesta que se refiere a
directamente graficar lo que se silencia, hablar de lo que se oculta tras la
cobertura mediática y estatal, la gráfica del silencio intenciona la búsqueda
reflexiva mediante el uso de la imagen y otras “grafías”.
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En las condiciones actuales, debido al desarrollo alcanzado por la ciencia y la
tecnología, un número considerable de imágenes se crean mediante potentes
graficadores y se intercambian mediante internet. De modo que la realidad
socio-histórica, con sus disímiles variables, determina en la imagen su
construcción, evolución, transformación y la manera de apropiación.
Por otro lado, toda esta herencia social, con relación a la imagen, es
aprehendida por el individuo, que al ser moldeado por la sociedad se
convierte en un portador individualmente particular de este contenido social
refractado en la imagen. La necesidad de establecer nuevos lenguajes es la
que hace que la imagen esté llamada a ser protagonista de los cambios
sociales, cambios que son generados por la insatisfacción colectiva.
Claramente en la realidad contingente a nuestros días, es necesaria una
nueva estrategia que pueda volver a conectar los discursos personales con
consignas generales capaces de presionar a los gobiernos para obtener lo
que la misma sociedad considera necesario. La labor de los intelectuales es
inmensa, los entes pensadores de la sociedad son capaces de potenciar este
cambio, y es labor de los jóvenes profesionales que se interesen en cambiar
la situación actual de negación problemática, armar las nuevas propuestas
gráficas destinadas a provocar el pensamiento, la reflexión y comunicación
de nuestra sociedad, situaciones como la educación en Chile y Latinoamérica
están siendo abordadas de manera comercial y empresarial, a sabiendas de
que la educación es el arma principal de defensa que tiene un ser humano.
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aludida gráfica es también portadora de un valor didáctico porque favorece el
movimiento del discente hacia la búsqueda del conocimiento y promueve el
desarrollo del pensamiento lógico, flexible, amplio, profundo y reflexivo que
facilita el poder formular generalizaciones, trabajar con conceptos, y aplicar el
conocimiento que va adquiriendo con independencia, manifestaciones estas
de un aprendizaje desarrollador.
Una Latinoamérica que de tanto repetirse y copiarse, es hoy, una obra de arte
que se ha fragmentado y dicha fragmentación y repetición constante ha
llevado a una pérdida de su propia aura, sin embargo yacen en su espíritu
inquieto las necesidades de alzar la voz y no dejarse reprimir, vulnerar la
consigna de verdad única y restablecer las necesidades sociales en un marco
primordial que los gobiernos deben atender, sin miramientos netamente
políticos, en la búsqueda de seres más humanos, en donde ningún tipo de
persona se vea vulnerado gratuitamente, en donde la cultura arraigada de
sus propias entrañas se sienta participante y protagonista de los cambios que
le devienen, de un futuro brillante que debiera conocer por luz propia, y no a
la sombra de entes que pretenden la supresión de un pueblo destinado a
surgir. Latinoamérica ha sido sometida a normas extranjeras por el hecho de
entrar en un escenario capitalista, y es que no puede ser de otra manera,
aunque se hable de una modernidad inacabada, dialoga con los posmoderno,
por lo cual la posmodernidad influye directamente en nuestras naciones;
dicha influencia, como todo aspecto de un sistema neoliberal, tiende a
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suprimir las identidades, asignar números y hablar de la masa, sin respetar
las personalidades de los individuos, y si hablamos de educación, es lógico
pensar que dicha uniformidad se aplica también a la figura docente, suprimir
las individualidades de los profesores es relegar la profesión a entes
repetidores de esquemas previamente formados para nutrir una sociedad que
se ordena para que sea netamente funcional y no reflexiva, pretende
naturalizar el conocimiento etnocentrista como la única bandera real de lo
deseado.
La investigación educativa, por otra parte, juega un rol que puede ser nocivo
para el arquetipo social presente en la actualidad, por lo cual no está
planteada dentro de los intereses de nuestras políticas educativas, es
entendible entonces que la construcción de una identidad profesional docente
cuente con muchas trabas al momento de plantearse como una realidad, se
puede colegir entonces que la investigación educativa es el primer paso
necesario para una construcción conceptual de identidad docente, y es donde
radica el principal problema, sin una investigación de praxis, el sistema
seguirá generando una base firme de desconfianza hacia la labor de los
educadores, suprimiendo sus identidades y reificando el etnocentrismo,
manteniendo lejos la posibilidad de generar nuevas políticas educativas y por
lo mismo, imposibilitando la construcción de un currículum consciente y
propio que tenga en consideración las individualidades tanto de profesores
como de estudiantes.
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memoria y una velocidad de caída libre en la vida laboral.
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Bibliografía
herrera.fdo@gmail.com
www.flavors.me/fhs
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