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FACULTAD DE CIENCIA POLÍTICA Y RRII

Licenciatura en Comunicación Social

Trabajo Final
Institución y Sociedad

Docente: Alicia Gallegos

Alumnos: Ezequiel Buzzatto

Lucas Del Piccolo


“Se aferró a su ideal de unión perfecta, de amor
absoluto, cuando en realidad una unión verdaderamente
perfecta es aquella cuando uno acepta que en el otro
existan grandes espacios desconocidos”

D. H. LAWRENCE

Personajes y lugares a mapear

Primer encuentro con Laura; Encuentro con la nube de la duda; Encuentro con la pitonisa, con la
esquina del tiempo que vuela y con la murga del tiempo (temática del tiempo); Encuentro con la
tropilla de los recuerdos, con las mujeres del pasado, con el mozo, y con la distancia (Temática del
pasado, del recuerdo y de la memoria); Encuentro con el seductor; Encuentro con la dama en el
puente, con la muerte, con Laura (Temática de Manuel y la muerte).

Primer encuentro con Laura

Este primer encuentro de cuerpos acontece en el casino. Aquí, ella se posiciona como afortunada,
ganadora. Con Nietzsche, podemos decir que su cuerpo estaría constituido por el triunfo de las
fuerzas activas por sobre las reactivas, al afirmarse en lo que ella es (engañadora, traicionera,
infiel, irreverente y caprichosa).
En cambio, vemos que Manuel se autodeclara “perpetuo perdedor”, inclinándose hacia la
sumisión de Laura. La voluntad de Manuel de que Laura lo quiera entra en relación con la voluntad
de Laura, según la cual Manuel debería aceptar sus reglas, sus caprichos, etc. En palabras de Gilles
Deleuze:

“El concepto de fuerza es pues, en Nietzsche, el de una fuerza relacionada con la


otra fuerza: bajo este aspecto la fuerza se llama una voluntad. La voluntad
(voluntad de poder) es el elemento diferencial de la fuerza. La voluntad se ejerce
sobre otra voluntad. El auténtico problema no se halla en la relación del querer
con lo involuntario, sino en la relación entre una voluntad que ordena y una
voluntad que obedece, y que obedece más o menos. Se habla de una voluntad
como de algo complejo porque, en tanto que quiere, quiere ser obedecida, pero
sólo una voluntad puede obedecer al que la manda.” 1

1
Gilles Deleuze. Nietzsche y la filosofía, Barcelona, Anagrama, 1986
LAURA
Bueno, aquí estoy.
Sepa que hoy
comienza su perdición.
Soy el engaño y la traición.

Me seguirás
ya lo verás
me llamo Laura,
¿Cómo estás?
Es mi querer
estrella fugaz
puedo ser fiel
por diez minutos
nada más.

Quiero que se haga


mi voluntad
la sumisión
es más sabrosa que el amor.

Bueno, mi bien
no se hable más:
soy caprichosa
aguanteselás.

Además, Manuel asume, en este encuentro, la figura nietzscheana del “esclavo”, producto del
choque de relaciones. Porque separa lo que él realmente puede, al asistir al estado donde las
fuerzas reactivas se colocan en lo más alto, y a no poder afirmarse en lo que es, sino que busca ser
un “objeto de reconocimiento”. Reclama el reconocimiento de Laura, como “materia de una
representación”, no desde lo que puede.

“Nietzsche llama débil o esclavo no al menos fuerte, sino a aquél que, tenga la
fuerza que tenga, está separado de aquello que puede.” 2

MANUEL
Desde luego, me enamoré en ese
mismo instante. Y me declaré.

2
Gilles Deleuze. Op. cit.
Por otro lado, se produce lo que Nietzsche llama “lanzamiento de dados” en el momento en que
se encuentran. El destino (necesidad) de Manuel es la de realizar numerosas pruebas o desafíos
que le propone Laura para conseguir su amor (“demostrando determinación, metiéndose en el
barrio del dolor”). Esa resulta ser la combinación –producto del azar, del encuentro- de la tirada de
dados, destino que Manuel afirma, resolviendo adentrarse en el barrio del dolor, estando
dispuesto a experimentar con el cuerpo los posibles encuentros que allí sucedan.

LAURA
Hay algo que usted tiene que saber:
mi amor no se consigue así nomás.
Tendrá que demostrar su determinación
metiéndose en el barrio del dolor.

Después tendrá, mi vida, que encontrar


la calle de la desesperación.
Alli conseguirá la llave del amor
que dicen que abre cualquier corazón.
De alli no se regresa nunca más.

MANUEL
Hay que vencer el miedo y el horror.
Y si el precio es morir,
tan caro no será.
La vida vale menos que el amor.

Encuentro con la nube de la duda

Al comienzo, y a partir de este encuentro, Manuel se ve afectado con la nube de la duda de forma
tal que su potencia pareciera verse disminuida. La imagen o representación que Manuel tiene
sobre la incertidumbre está asociada con algo malo para él. Según Deleuze:

“Llamaremos afección a la imagen de cosa en tanto que asociada a una acción


[la acción de dudar] (…) No es una afección de la acción, sino de mi potencia.” 3

“Spinoza dice que finalmente ustedes no eligen la imagen de cosa a la cual


vuestra acción está asociada. Eso involucra todo un juego de causas y efectos
que se les escapa.” 4

3
Gilles Deleuze. En medio de Spinoza, Buenos Aires, Cactus, 2008, p. 219
4
Gilles Deleuze. Op. cit., p. 221
Para ilustrar mejor estos conceptos sobre la afección de Manuel en la nube de la duda,
destacamos el siguiente pasaje de la opereta:

MANUEL

¿Qué estoy haciendo acá?

¿La amo o no la amo?

¿Debo seguir adelante... o debo volverme?

A veces creo que esto es una locura.

y a veces creo que es lo más razonable.

¡Maldición!... Soy un indeciso.

Al menos, me parece.

Odio la incertidumbre.

Entonces, a partir de ello, es necesario preguntarnos si podemos pensar esta relación de Manuel
con la duda desde el concepto deleuzo-guattariano de “agenciamiento”. Recordemos que:

“Según un primer eje, horizontal, un agenciamiento implica dos segmentos, uno


de contenido, el otro de expresión. Por un lado, es agenciamiento maquinístico
de cuerpos, acciones y pasiones, mezcla de cuerpos que reaccionan unos sobre
otros; por otro lado, agenciamiento colectivo de enunciación, de actos y
enunciados, transformaciones incorpóreas que se atribuyen a los cuerpos. Pero,
según un eje vertical orientado, el agenciamiento tiene por un lado aspectos
territoriales o reterritorializados, que lo estabilizan, y por el otro, puntas de
desterritorialización que lo arrastran.” 5

Con respecto al segmento de contenido, Manuel atraviesa diferentes intensidades que


experimenta en el encuentro con el cuerpo “nube”, y que desde el agenciamiento colectivo de
enunciación codifica a ese conjunto de pasiones-intensidades como “incertidumbre”, y todo
aquello que acarrea para su cultura esta noción, que se encuentra ligada a la representación de lo
desconocido, lo nuevo, lo no deseado, lo impensado, lo no controlado, etc. De la misma manera,
en el eje vertical, existen aspectos territoriales y líneas que intentan “hacer huir” o
desterritorializar. Cuando a partir de la mezcla o composición de relaciones con la mujer, quien
canta:

5
François Zourabichvili. El vocabulario de Deleuze, Buenos Aires, Atuel, 2007, p. 16
MUJER

Es la incertidumbre

lo que te enamora.

Mil besos sin dueño

bailan en mi boca.

Posibilidades,

esperanzas locas.

La duda es la vida,

saber es morir.

Manuel intenta desterritorializar, aceptando la incertidumbre como parte intrínseca del


enamoramiento. De todas maneras, ese intento no logra reterritorializar, es decir, no logra salirse
de la idea del amor de Laura como amor platónico (representación de su encuentro en el casino).
Si la mujer le expresa que para estar más cerca de ese amor debe dudar, entonces Manuel
intentará escaparse de su territorio, dejándose atrapar por la incertidumbre, que aquí es el motor
del amor y de la vida. En el siguiente fragmento vemos ese intento:

MANUEL

Ya vienen las certezas

amargas de mi suerte,

respuestas de la muerte.

Vivir es preguntar.
Aspectos territoriales o
reterritorializados: Manuel en sus
estratos del amor figurativo

Agenciamiento colectivo
de enunciación: aquellos Agenciamiento maquinístico:
valores socioculturales el encuentro entre Manuel y
referidos al amor como la nube, y con la mujer. Ese
algo ideal y a la duda choque de pasiones e
como algo ajeno y intensidades que luchan y se
opuesto a esa idea de mezclan unos sobre otros
amor

Puntas de desterritorialización:
la mujer afectando a Manuel con
la idea de incertidumbre como
característica principal del amor

Encuentro con la pitonisa, con la murga del tiempo y la esquina del tiempo que vuela.

En estos encuentros, hallamos ciertas pautas comunes de análisis, a saber: el tiempo como
problemática constitutiva de las relaciones que se van propiciando y entrelazando, en torno a
Manuel y los vecinos del Barrio de Dolor (la pitonisa, el vecino y la murga del tiempo).
Durante el encuentro con la pitonisa, Manuel será advertido sobre los movimientos propios del
barrio. Así, en las primeras estrofas advertimos una codificación del tiempo distinta a la que
Manuel tiene:
LA PITONISA

Los días que vienen

y los transcurridos

viven en un libro, Vidalitá.

Que no es sucesivo,

donde aún es pasado, Vidalitá

y el futuro, ha sido.

Aquí no hay aciertos, Vidalitá

ni equivocaciones.

Malas compañías

son tus ilusiones.

Alguien ya ha tomado, Vidalitá

nuestras decisiones.

En primera medida, observamos que la pitonisa está advirtiendo cómo es la composición del
tiempo dentro del barrio. Desde Deleuze, podemos decir que estamos en presencia del tiempo
llamado “Aión”. Éste, trata del tiempo del acontecimiento, por oposición al tiempo cronológico o
sucesivo, en donde el presente absorbe al pasado y al futuro. En cambio, en el tiempo Aión, se
interrumpe la cronología para introducir un corte. Estamos frente a “no-tiempo” o “entre-
tiempo”.

Por otro lado, desde el tiempo Aión, Manuel se encuentra con un nuevo régimen de significancia,
diferente al que traía antes de ingresar al barrio del dolor. Esto le hará experimentar con personas
y situaciones que desde su plano de representación eran impensadas. Además, la pitonisa le indica
que para ingresar al barrio, es conveniente que separare de las ideas o ilusiones del amor. De esta
manera, en el barrio, el sentido no se encuentra en las ideas, sino en cada uno de los encuentros
con los vecinos y en la síntesis resultante. Tal es el sentido del acontecimiento:

“Por lo tanto, no habrá que preguntar cuál es el sentido de un acontecimiento: el


acontecimiento es el propio sentido (…) En todo acontecimiento, en verdad, está
el momento presente de la efectuación, aquel donde el acontecimiento se
encarna en un estado de cosas, un individuo, una persona, (…) y el futuro y el
pasado del acontecimiento sólo se juzgan en función de ese presente definitivo,
desde el punto de vista de aquél que lo encarna” 6

La relación de Manuel con estos tres encuentros, pone de manifiesto que él no logra correrse de
su régimen de significancia, lo que implica pensar en un cuerpo incapaz de estar abierto a
relaciones de reposo-movimiento con otros cuerpos; por lo tanto, de percibir más cosas a la vez.

Encontramos esta incapacidad en el cuerpo Manuel, por ejemplo, al discutir en verso con la
Pitonisa sobre la forma de ver el amor como escapatoria al destino final y último:

MANUEL

Pero hay una senda,

que no está trazada.

La huella escondida, Vidalitá

que el amor señala.

LA PITONISA

Son tus esperanzas, Vidalitá

trampas de la nada.

Además, en la esquina del tiempo que vuela, Manuel es incapaz de abrirse a un tiempo que no es
cronológico, que fluye y se rige por temporalidades diferentes a las suyas. Él sólo puede visualizar
el paso del tiempo acelerado cuando éste imprime sus huellas en el cuerpo del vecino. Entonces,
es más a través de una semiótica del cuerpo y menos a través del discurso del vecino cómo
Manuel registra el paso del tiempo.

Al mismo tiempo, Manuel necesita constantemente explicarse -desde su significancia- las distintas
facetas que va asumiendo el cuerpo del vecino:

6
François Zourabichvili. Op. cit., p. 11
MUJER

-Vamos Manuel, la próxima esquina es muy extraña. Es un lugar donde el tiempo


transcurre muy rápidamente.

MANUEL

-En todas partes, el tiempo transcurre rápidamente.

MUJER

-Pero aquí, el río de las horas es torrentoso. Ya estamos llegando.

MANUEL

-¿Qué es esa luz en el cielo, que se prende y se apaga?

MUJER

-Es el sol...

Ahora es de día,

ahora es de noche,

ahora es de día,

ahora es de noche,

ahora es de día...

MANUEL

-Basta...Hace una semana que me habla de lo mismo.

MUJER

-Ahí viene un vecino.

VECINO

-Bienvenidos... En nombre de los estudiantes del barrio les deseo feliz primavera. Acepte
señora esta flor de un joven admirador... Joven y rebelde, lo admito, pero sensible a la
belleza.

MUJER

-Gracias.

VECINO

-Feliz Navidad... Feliz Año Nuevo.

MANUEL
MANUEL

-Gracias.

VECINO

-Y acepten este huevo de pascua en nombre de los ex -alumnos.

MUJER

-Es usted muy simpático.

VECINO

-Le agradezco mucho, niña. Pero permítame un consejo. Como miembro del cuerpo de
profesores, les recomiendo que se cuiden. En este barrio, el invierno es muy crudo. Acepte
esta bufanda de un caballero deslumbrado... Soy un hombre maduro, lo admito, pero
sensible a la belleza.

MANUEL

-Mire, mire... El pelo se le está poniendo blanco.

VECINO

-Feliz Primavera señores... Claro, no va a comparar. Antes era diferente... Si me hubieran


visto cuando yo era estudiante.

MANUEL

-Algo le pasa a ese hombre...

VECINO

-La vida es breve amigo. Disfrútenla. Yo la malgasté hablando con estúpidos. Tome
señorita, acepte esta pastilla... Me estoy muriendo, lo admito, pero soy sensible al...

MANUEL

-Pero este hombre está muerto...

VECINO

-Lo admito.

MUJER

-Vámonos de aquí. Ya hemos perdido demasiado tiempo.


Finalmente, en la murga del tiempo observamos de nuevo la presencia del tiempo Aión. Pero, en
este caso, en lugar de asistir a una aceleración de la temporalidad (como en la Esquina del tiempo
que vuela), la cesura está dada por un detenimiento. De todos modos, Manuel no puede
componer relaciones con el cuerpo murga. Más bien, parece que la murga descompone algunas
relaciones en su cuerpo, de manera tal que la afección que experimenta provoca una disminución
de su potencia. Ya que, tanto al principio de este encuentro como al final, hay claras muestras de
que la murga es algo “malo” para Manuel. Por lo tanto, mediante la “razón selectiva” spinozista, el
enamorado no está predispuesto a “bailar” con la murga, es decir, a componer relaciones con ella.

MURGA

Ay, no puedo parar

cuando este murgón

me pongo a bailar.

Ay, no pueden parar

tendrán que bailar con la eternidad.

En este murgón, el tiempo

e é, e á

no marcha para adelante

va para atrás.

Tu pucho en el cenicero

se alargará.

e é, e á

e é, e á.

Al fin todo desengaño

una esperanza se volverá.


Encuentro con la tropilla de los recuerdos, con las mujeres del pasado, con el mozo, y
con la distancia

En estos tres pasajes Manuel se encuentra con su pasado bajo diferentes formas: él de chico, sus
antiguos amores y el recuerdo de Laura. A priori parecería ser uno de los momentos donde más se
evidencia el triunfo de las fuerzas reactivas sobre las activas. Donde el enamorado se ve
fuertemente disminuido en su potencia de acción, ya que el recuerdo de Laura permanentemente
está acechándolo, y él no puede componer nada con los cuerpos que se le presentan (cuerpo
voces del pasado, cuerpo morocha, cuerpo Manuel niño, cuerpo mozo).

Asimismo, en estos pasajes Manuel vuelve a la lógica del tiempo Chronos, ya que va al pasado de
su infancia o adolescencia –en donde se encuentra con las voces del pasado y con su
representación de niño- para finalmente volver a este presente que está marcado por la ausencia
de Laura. El aquí y el ahora que experimenta Manuel en el barrio del dolor determina un pasado y
un futuro respecto al amor como falta. Por lo tanto, tanto el presente, el pasado y el futuro está
determinado por la representación del amor de Laura que Manuel idealizó.

MANUEL
-¿Qué es eso?
MUJER
-Son las voces del pasado.
MUJERES DEL PASADO
-Yo soy Irene, tu único amor.
-Yo soy Mónica, tu único amor.
-Yo soy Mabel, tu único amor.
-Yo soy CarIa.
-Yo soy Adriana.
-Fernanda.
-Myriam.
-Ariela.
-Andrea.
-Ana.
TODAS
-Somos tu único amor.
MOROCHA

-Yo soy todas, y a vos te gustan todas. Vení.

MANUEL

-Usted es todas menos una, váyase.

MOROCHA

-Está bien, me voy... Pero mire quién viene ahí...

MANUEL

-¿Y ese chico quién es?

MUJER

-Es usted... Usted mismo a los once años.

(…)

MUJER

-El no se irá nunca, Manuel. Pero cuidado, falta el recuerdo


más poderoso.

MANUEL

-El recuerdo de Laura. El recuerdo de la novia ausente...


¿En qué mundo andará?

A partir de lo anterior, destacamos la problemática nietzscheana -que nos trae Deleuze- de la


memoria y del olvido. En estos recuerdos, Manuel se constituye como el “hombre del
resentimiento”, ya que la memoria, en este caso, opera de forma reactiva en él, haciendo que su
cuerpo (flujo de intensidades y fuerzas) tienda a la incapacidad de actuar. Él se encuentra
experimentando un presente que está fuertemente anclado en el pasado. Por eso, su potencia de
acción se ve coartada. Según Deleuze:

“(..) el hombre del resentimiento es un perro, una especie de perro que sólo
reacciona frente a las huellas (sabueso). Sólo inviste huellas: al confundir
localmente la excitación con la huella, el hombre del resentimiento ya no puede
activar su reacción.” (…) “Adivinamos cuál es el principal síntoma de ese tipo:
una prodigiosa memoria. Nietzsche insiste sobre esta incapacidad de olvidar
algo, sobre esta facultad de no olvidar nada, sobre la naturaleza profundamente
reactiva de esta facultad que hay que considerar bajo todos los puntos de vista.”
7

MANUEL
Perdida en las estrellas de otros cielos
tus soles son aquí mi oscuridad
neblinas que el invierno de tu vuelo levantó
desvelos de mi noche eterna.
(…)
Yo sé que hay una trampa en cada sueño
que la esperanza es un castigo más.
Si pudieras perdonar
la culpa de extrañarte y de llorar.
Tu cara es una sombra fugitiva
milagro que se aleja más y más.
Me dice el corazón que volverás, pero yo sé
que nadie ha regresado nunca.
(…)
Yo siento, sin embargo, que en la noche
tu mano amiga me viene a consolar.
En qué viento volverá
la oscura golondrina
de tu amor.

El sentimiento común a estos encuentros es el de dolor. La memoria no es más que la operación


mediante la cual Manuel le reprocha a Laura su sufrimiento por falta de amor. Es esta una de las
tipologías del hombre del resentimiento, que necesita de un otro “activo”, “bueno” para poder
constituirse a partir de lo que el otro pudo y no de lo que uno puede. En este caso, Manuel vendría
a ser el hombre del resentimiento que le echa la culpa al objeto (Laura) sobre su falta, como dice

7
Gilles Deleuze. Nietzsche y la filosofía, Op. cit.
Deleuze “para compensar su propia impotencia en sustraerse a las huellas de la correspondiente
excitación”. 8

En conclusión, en relación al amor que Manuel pareciera tener hacia Laura se puede explicar con
Deleuze, cuando dice: “El hombre del resentimiento no sabe y no quiere amar, pero quiere ser
amado. Quiere: ser amado, alimentado, abrevado, acariciado, adormecido”. 9

Encuentro con el seductor

Durante el encuentro con “El seductor”, Manuel va a enfrentarse con una postura alternativa
(pero no menos representativa) de experimentar el amor, a saber: no el amor como sufrimiento,
falta, desolación, memoria y resentimiento; sino un amor tan cómodo como mecánico. Es decir, no
estamos hablando de un amor como encuentro de cuerpo, de choque de intensidad, sistema de
relaciones, afectación mutua, sino como un conjunto de procedimientos mecánicos, a la manera
de estímulo-respuesta. En donde, a tal estímulo (palabras bonitas, regalos, buena vestimenta), le
corresponde tal respuesta (una mirada, un beso, un interés por parte del enamorado/a).

Lo arriba mencionado, lo podemos encontrar en el siguiente pasaje de la canción que el seductor


le canta a Manuel:

8
Gilles Deleuze. Nietzsche y la filosofía, Op. cit.
9
Op. cit.
SEDUCTOR
Yo soy el seductor, puedo enseñarle
los caminos perniciosos
que conducen al amor.
Yo puedo conseguir, se lo aseguro,
que el menor de sus caprichos,
se haga ley en los demás.
Son trucos, son maldades, son engaños. Mentiras dichas
con sinceridad.
Amar es inventarse cada día,
falsedades compartidas,
ya lo verá.
Lobos del deseo
comen de mi mano
y cumplen con mi voluntad.
Canciones vulgares
frases de cartón
y joyas para hacer segunda voz.
Dígale que es bella
hágale regalos
por ejemplo, un velador.
Vístase bien
y finja indiferencia.
Se lo dice... el seductor.

Ahora bien, aquí el amor es representacional porque el seductor supone o plantea una
categoría universal de mujeres, con los mismos intereses, gustos, pasiones, etc. Y que sólo
basta con hacer ciertas cosas para conseguir su amor. Nada más alejado que amor como
acontecimiento, en donde a priori sólo existe puro azar, y el amor estaría marcado por el
devenir de los cuerpos en el encuentro, en donde intervendrías las potencias,
intensidades y las afecciones.

Asimismo, durante el final de la canción, el seductor le advierte a Manuel que si estos


consejos no funcionaran, le espera un camino de incertidumbre y de sufrimiento. Esto
deja en claro que el seductor no puede afirmarse en el azar, es decir en aquellos
encuentros que escapen a su organización. Es decir que operen, en otro régimen de
significancia. Esto, lo observamos en las siguientes estrofas:

SEDUCTOR
Más suele suceder que en ocasiones
los consejos que le he dado no parecen resultar.
Por suerte esto no ocurre con frecuencia
una o dos veces en la vida
le aseguro que no más.
Son sombras, son espectros, son fantasmas
que algunos llaman... verdadero amor.

Entonces, caballero, lo lamento:


su camino es de tormento
y de dolor.
Lobos del deseo
morderán su alma
perderá su voluntad.
Canciones sombrías,
valses en menor
y el llanto haciendo la segunda voz
Para conquistarla
vaya hasta el infierno
y dispóngase a morir.
Usted y yo sabemos que la vida
vale menos que el amor.
Encuentro con la dama en el puente, con la muerte, con Laura (Temática de Manuel y la
muerte)

Durante el encuentro con la dama en el puente Manuel tiene el desafío de dejar toda ilusión de
representación del amor, para por fin adentrarse en el amor como encuentro. También, podemos
pensar al puente Chinvat, según Deleuze, como una prueba spinozista. Es decir, una prueba de sí
mismo para saber de qué naturaleza está hecho. Para nada un juicio, sino una experimentación. Es
el momento de saber si Manuel ha logrado salirse de sus agenciamientos, de posicionarse como
un tipo activo nietzscheano, o sea, un hombre afirmado en su voluntad de poder que quiere a
partir de lo que puede. Por supuesto, Manuel corre el riesgo de caer en las aguas del Nunca Jamás,
lo que implica no tener el amor de Laura y vivir perpetuamente en los torrentes del resentimiento.
Para que esto no suceda, será necesario que tenga para sí la Facultad del olvido (como principio
regulador) para que no lo atormenten las culpas de ayer. Es decir, para que su vida no sea juzgada
en base a valores.
LA DAMA
Al final de este puente, señor,
estoy yo con la llave que cierra el amor.
El varón que ha sabido querer
cruzará sin temor.
Para el terco que no quiso amar
cada vez más estrecho se hará.
y al final, el mezquino caerá
en las aguas heladas
del nunca jamás.
Cruzarás, cruzarás
la frontera de la eternidad.
Temblarás de terror,
el peligro alimenta el amor.
Por favor...por favor,
que no venga a estorbar la razón.
El misterio del mundo
se puede explicar.
Es un beso
el destino final.
Falta poco, no afloje mi amor,
que el reproche y la queja son la tentación.
MANUEL
La brutal tentación de acusar
al que no pudo amar.
Tengo miedo,
me voy a caer.
LA DAMA
Te atropellan las culpas de ayer.
Si eres débil jamás llegarás
y caerás en las aguas del nunca jamás.
.
Podemos afirmar que Manuel logra cruzar el puente, lo que pareciera suponer haber dejado atrás
la representación del amor para experimentarlo como encuentro. Esto lo vemos en las siguientes
estrofas:

LA DAMA
Aquí estás, aquí estás,
LA DAMA/MANUEL
Tal vez hoy hayas vuelto a nacer.
LA DAMA
Ya sabrás, ya sabrás
la verdad de tu sueño de amor.
LA DAMA / MANUEL
Es la luz de una estrella
que ya se apagó.
Su fulgor es tan sólo ilusión.

Sin embargo, en la relación Manuel - Muerte - Laura, quedaría en claro que el enamorado, no
logra afirmarse en el devenir, no puede salirse de sus agenciamientos, no se hace un cuerpo sin
órganos, o sea, no pude vivir en el plano inmanente sino que permanentemente está agenciado en
la representación del amor.

Lo que en el primer encuentro con Laura en el casino, parecía -a priori- una afirmación en el azar,
vemos a lo largo de todo el mapeo de Manuel y sus encuentros que éste no logra afirmarse y
devenir, es decir, no consigue cambios en su organización. Ya sea, por no dejarse afectar con un
nuevo régimen de tiempo (encuentro Manuel - Pitonisa , Manuel - esquina del tiempo que vuela,
Manuel - murga del tiempo), por no salir del plano de la representación (encuentro Manuel - nube
de la duda, Manuel - seductor) o por no superar la primera etapa del triunfo del nihilismo: el
resentimiento (encuentro Manuel -tropilla de los recuerdos, Manuel - mozo, Manuel - mujeres del
pasado).

En suma, hacia el final de la opereta se logra ver como Manuel niega la vida al punto de
despreciarla, prefiriendo la muerte y amor. En palabras de Deleuze, quien dice:

"Con ello se pasa por alto la primacía de principio que poseen las fuerzas
espontáneas, agresivas, invasoras, creadoras de nuevas interpretaciones, de
nuevas direcciones y formas, a cuyo efecto sigue luego la `adaptación´; con ello
se niega en el organismo mismo el papel dominador de los supremos
funcionarios, en los que la voluntad de vida aparece activa y conformadora" 10

Esto lo podemos entender cuando a partir de las siguientes versos en donde Manuel desprecia la
vida en nombre de el dolor producto de su amor y resentimiento hacia Laura.

MANUEL
Por cumplir me he gastado la vida. No me importa: el amor
vale más.

MANUEL
Y ahora que se acerca mi partida
no piense que me quejo de mi suerte
si no se cumple el sueño de mi vida
tal vez se cumpla el sueño de mi muerte.
Ay Laura, si es verdad que me ha querido
Ay Laura, si sus ojos no me mienten
yo sé que estoy a salvo del olvido
pues viviré en su alma eternamente.
LAURA
Avivesé, despiertesé
yo no me muero por usted
y por capricho yo fingí
un loco amor, un gran querer,
una caricia, una obsesión
y un poco de emoción.
MANUEL
Ay mi amor. ¿Por qué mintió?
LAURA
Ay mi amor, perdóneme.

10
Gilles Deleuze. Nietzsche, Madrid, Arena libros, 2000, p. 89.
LA MUERTE
No ha existido nunca la mujer que tanto amó.
Su vida se consumió, sólo por una ilusión.
MANUEL
Yo sé que hay una verdad. No es mentira mi dolor.
LA MUERTE
Vamos, no se engañe, creamé, será mejor.
Trampas de la nada son el arte y el amor.
Todo lo que ha sufrido
al final será olvido
tan sólo la muerte es verdadera, sepaló.
MANUEL
Mi mentira de amor vale más
que el horror que usted llama verdad.

Por otro lado, en el encuentro con la muerte, Manuel se ve nuevamente atravesado en mayor
proporción por fuerzas reactivas que terminan disminuyendo su potencia, a raíz de que la Muerte
se constituye fuertemente activo.

LA MUERTE
Yo soy mucho más fuerte que la vida.
Yo soy la última rima del poema.
Mi voz en todo acorde siempre suena.
y con cualquier camino yo hago esquina.
No hay que pensar, ni preguntar:
yo soy mi propia explicación.
Soy el sentido y el motor
de la poesía y el amor.
La nada espera, vamos ya.
Su tiempo terminó.
Ahora bien, desde la filosofía de Deleuze respecto a los géneros de conocimiento y a la
problemática de muerte, en relación a eternidad vivida, cabe preguntarnos ¿qué acontece -desde
el punto de vista de las relaciones- en el encuentro Manuel - Muerte?

Por empezar, Manuel es un cuerpo que ha vivido la mayor parte de su vida, en esta historia,
solamente en base al primer género de conocimiento, según el cual está relacionado con
percepciones inadecuadas y con la primer dimensión de la individualidad, es decir con las partes
extensivas. Pero de ninguna manera consigue tener conocimiento sobre aquellas ideas adecuadas
que tiene que ver con las relaciones que lo caracterizan y con los grados de potencia que lo
constituyen. Por lo tanto, pareciera que tiene las experiencias, "las hace" pero no de una manera
activa, es decir "eternas". Según Deleuze:

"Morir quiere decir, en todos los casos, que sus partes extensivas desaparecen,
es decir, que ellas van a otros cuerpos, siendo que usted ha tenido en la mayor
parte de su existencia ideas inadecuadas y afectos pasivos, lo que muere cuando
usted muere es, relativamente, la mayor parte de usted mismo;
proporcionalmente, muere su parte más grande" 11

11
Gilles Deleuze. En medio de Spinoza, Op. Cit., p. 436.

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