Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Irene Bucci
Laura Bucci
Artículo
El presente texto tiene como objetivo debatir acerca de los Programas de Empleo que se
están implementando en nuestro Partido. La reflexión sobre las políticas sociales nos plantea la
necesidad de avanzar en el tema marcando las diferencias con las políticas públicas tradicionales,
el rol del estado en la determinación del contenido y su relación con la búsqueda de definiciones
conceptuales y criterios prácticos para el diseño de las mismas. Por lo tanto, proponemos su
abordaje a través del análisis de sus objetivos, modelos de acción, recursos, instituciones
responsables e impacto de los mismos sobre la población/objeto para la que fueron pensadas.
Introducción
Autores como Castel (1997), manifiestan que los mecanismos de inclusió n hoy se han
quebrado y encontramos una población fragmentada que goza de distintos grados de inclusión
social. Una de las consecuencias más preocupantes es que una parte importante de la población
en condiciones de trabajar, no tendrá posibilidades de empleabilidad, siendo descalificada en el
plano económico, político y social.
Para Castel, hay una diferencia entre las políticas públicas de integración de las de
inserción. Las primeras persiguen la homogeneización de la sociedad a partir de la búsqueda de
grandes equilibrios. Proceden mediante orientaciones e instrumentos generales y tienen un alcance
nacional. Es ejemplo de ello, las políticas universalistas que tienden a reducir las desigualdades
sociales a partir de ofrecer un marco de igualdad de oportunidades. Las segundas -políticas
focales- obedecen a una lógica de discriminación positiva, focalizan su estrategia en poblaciones
y en zonas singulares del espacio social y despliegan metodologías específicas. Pueden
entenderse como un conjunto de acciones que pretenden elevar el nivel, o fomentar las
capacidades para cerrar la distancia con una integración supuestamente lograda.
Las políticas públicas son consideradas como “cursos de acción o inacción elegidos por
las autoridades públicas para trabajar un problema dado o un grupo interrelacionado de
problemas” (L.Paul, 1992). Son guías para la acción que orientan tanto la gestión de las
autoridades como al público, esperándose en sus resultados un impacto previsible para la
sociedad.
En algunos casos las acciones del gobierno son simples decisiones y no responden a una
política integral y/o elaborada en términos explícitos. Sin embargo, estas acciones puntuales
también constituyen políticas, ya que organizan las respuestas del gobierno a problemas o
situaciones concretas que afectan a políticas específicas, o a la sociedad en su conjunto.
Finalmente, la inacción del gobierno frente a problemas de la ciudadanía o sectores sociales
específicos constituye también una forma de política pública. Ejemplo de ello ha sido en
Argentina el tratamiento dado a la natalidad visto como política poblacional -en virtud del
concepto de país con escasa población-, y no como de planificación familiar y procreación
responsable.
Las políticas sociales, por otra parte, son acciones que se dirigen al mejoramiento y
satisfacción de las necesidades que la población por sí sola no podría satisfacer. Desde esta
perspectiva, el foco de las políticas sociales es el bienestar de los miembros de una sociedad que
las autoridades públicas se encargan de asegurar mediante instrumentos legislativos y estrategias
de distribución de recursos.
Hill (1988), señala dos líneas conceptuales en el estudio de las políticas sociales: a) la
noción de bienestar y de redistribución; y, b) las políticas públicas como instrumento de control
social.
Para el primer enfoque, el surgimiento de las políticas sociales está asociado al Estado de
Bienestar, que se desarrolló en los países más industrializados “...a fin de corregir las injusticias
creadas por el capitalismo espontáneo”, en ellas, está implícita la noción de bienestar y
redistribución.
Para la segunda concepción, las políticas sociales son respuestas a tensiones y conflictos
sociales que las sociedades generan como mecanismo de contención social. Las explican en
términos de control para combatir el desorden y el crimen, políticas cuya función es legitimar y
fortalecer el funcionamiento del sistema capitalista.
Hoy, se considera que las polític as sociales son tanto respuestas de los gobiernos a
problemas de la sociedad, como también producto de las demandas formuladas al Estado por
grupos de la sociedad civil. Las políticas sociales implican un reconocimiento y acceso a los
derechos sociales, es decir, el derecho a compartir plenamente el legado social. Por lo tanto, las
políticas sociales colocan en el centro de nuestra reflexión tanto la idea de construcción de la
ciudadanía, como la de profundización y extensión de la democracia (Marshal, 1994).
Políticas de empleo
Existen además programas que comprometen al sector privado que contemplan ayuda
económica a las empresas. En ellos se las subsidia al tomar trabajadores desempleados inscriptos
en la Red Nacional de Servicios de Empleo. Algunos contemplan subsidios por pasantías que se
presentan bajo la forma de becas de capacitación en empresas.
El Partido de Gral. Pueyrredon tiene 533.000 habitantes -Censo del 1991-, ocupa el
quinto lugar con relación a su población en la provincia de Buenos Aires. Las proyecciones para
el año 2000 lo acercan a los 600.000 habitantes.
De acuerdo a lo analizado por López y Alegre (2000), la actual crisis laboral se visualiza
a partir del aumento de la desocupación (entre el período 95-99) en seis puntos y en el
crecimiento de la subocupación que ronda en el 14% según datos de la EPH. Dicha situación se
agrava cuando se suman ambos rangos llegando la vulnerabilidad de su PEA al 32%.
Con respecto a las mujeres hay un aumento en la tasa de empleo con una disminución de
la desocupación de acuerdo a la comparación de los dos períodos -octubre del 95 con 27.1% y
mayo del 99 con 16.4%-. Esto hace presumir el ingreso de las no jefas al mercado de trabajo
para paliar el deterioro de la situación laboral de los varones. No obstante, y analizadas las cifras
respecto de los varones de la PEA, siguen siendo ellas quienes detentan los más altos índices de
desocupación y subocupación. El tema adquiere relevancia particular ya que Mar del Plata
registra un índice del 27% de jefas de hogar, que se condice con otra cifra significativa: de la
población migrante, las mujeres superan en un 10% a los hombres migrantes.
Mar del Plata al igual que en 1995 registra los índices más altos de desocupación del
país, con un crecimiento poblacional de un 20% desde 1991 y puestos de trabajo que solo han
aumentado en unos pocos miles, existiendo un alto porcentaje de trabajadores que manifiestan
insatisfacción con su ocupación laboral por ser precarios e inestables. El 44% de su población se
ubica en los cuatro deciles más bajos contra un 12%, que lo hace en el decil nueve y diez. El
20% más rico percibe un ingreso per cápita de $755 mensuales, en tanto el 20% más pobre sólo
cuenta con $85 per cápita en el mismo período.
El grado de vulnerabilidad social que presenta Mar del Plata, dado el escenario
descripto, encuentra dificultades de abordaje para la gestión local. Con la nueva función asignada
a las comunas en la implementación de los programas de empleo, se han puesto en evidencia las
limitaciones que padecen, al no estar aún preparadas para superar su tradicional rol de
proveedoras de infraestructura y servicios y convertirse en promotoras de desarrollo social.
El modelo de gestión actual impulsa procesos de descentralización con transferencia de
competencias del nivel central al nivel local, se produce un traspaso de responsabilidades para
ejecutar y/o gestionar programas y servicios que cuentan con recursos estatales a manos de
agentes no gubernamentales y a organizaciones de la misma comunidad.
El programa tiene como principales beneficiarias a mujeres, jefas de hogar con baja
calificación laboral, mayores de 18 años que no se encuentren percibiendo prestaciones
provisionales o seguro de desempleo, ni están participando en otros programas de empleo y/o
capacitación laboral. Excluye a más de un miembro del grupo familiar.
Si bien este programa funciona -al igual que el Trabajar- en el país desde principios de la
década del 90, en la Provincia de Buenos Aires los conflictos de gobernabilidad mantenidos
entre el gobierno de Eduardo Duhalde y el entonces presidente de la Nación -Carlos Menem-
impidieron su ingreso al territorio bonaerense hasta el cambio de gestión política.
La línea A con una carga horaria de trabajo de 132 horas mensuales y una duración
mínima de trabajo de tres meses y una máxima de seis meses.
Los grupos podrán ser formados con tres miembros como mínimo y 20 como máximo y
se exigirá entre 70 y 80 horas de capacitación previa.
La cantidad de beneficiarias/os para ambos tipos -A y B- dependerá del cálculo hecho
por el Ministerio de Trabajo, donde se considerará la relación horas hombre y clase de trabajo.
La Línea A se orienta a los siguientes trabajos:
- Producción de bienes destinado al consumo de instituciones.
- Proyectos que contemplen la realización de tareas de restauración de bienes culturales,
material didáctico, arreglo de sillas y pequeños muebles.
- Servicios de promoción sanitaria: planificación familiar, prevención de embarazo adolescente,
control de embarazo, puerperio, prevención de enfermedades endémicas.
La línea B tiene una carga horaria de trabajo de 132 horas mensuales, el número de
integrantes no puede ser inferior a 10 ni superior a 20. Se exige entre 170 a 220 horas de
capacitación y están orientados a:
- Servicios de atención a grupos vulnerables de población -ancianos, niños, adolescentes-.
- Atención de víctimas de violencia familiar -aun no instrumentado-.
- Desarrollo de actividades de reparación edilicia de espacios interiores.
Las beneficiarias obtienen de acuerdo a la línea del Plan, los siguientes beneficios:
- Una suma no remunerativa de $160 mensuales (Plan B), y $120 mensuales (Plan A).
- Cobertura de seguro de responsabilidad civil.
- Cobertura de salud.
- Capacitación en oficios específicos en orientación laboral y en el “desarrollo de aptitudes
personales de mercado y/o sociales” con el objeto de dotarlos de herramientas necesarias
para posicionarse en mejores condiciones en el mercado laboral.
La CTA firmó un convenio por dos años con el Instituto Nacional de Epidemiología (INE),
el ente de salud oficial se hace cargo de la capacitación a través de los profesionales médicos.
Los módulos de estudio giran en torno al desarrollo infantil, control del niño y embarazo, etc. A
su vez, se realizaron acuerdos para que el municipio de la capacitación sobre violencia, maltrato y
género y la provincia se haga cargo de la capacitación de adicciones.
Conclusiones
Si bien -en nuestro caso- el Municipio colabora y hasta elabora los planes de un gran
número de organizaciones civiles, que luego son presentados en el Ministerio de Trabajo, la
responsabilidad y estilo de ejecución es propio de cada organización. Es aquí donde se observan
los manejos particulares y hasta discrecionales de cada una de ellas.
Han sido recurrente las manifestaciones (incluso publicadas en los medios de comunicación)
respecto al poder que se ejerce para la designación y permanencia en los planes, de los
beneficiarios. La presión en algunas sociedades de fomento y entidades de desocupados llega
hasta la obligatoriedad de asistir a manifestaciones y piquetes. Si tenemos en cuenta que en
dichas entidades se maneja además la provisión de bolsas de alimentos, que en la mayoría de los
casos están destinadas a esos mismos beneficiarios, el bolsón y la posibilidad de un ingreso
monetario se convierte en el elemento de presión por excelencia para la convocatoria política.
El peso de estos actores sociales en el manejo y apropiación de las políticas de empleo y las
que concomitantemente han vinculado a ellas (asistencia alimentaria por la distribución de
bolsones e ingreso a comedores), permite explicar los vínculos clientelares presentes hoy en
muchos barrios y el aumento de poder de esta dirigencia que deslegitima el papel que le
corresponde al estado y le disputa protagonismo en funciones que le son - o deberían serle -,
propias.
Nos queda como reflexión final, el interrogante en torno a los alcances y consecuencias
futuras que generará este modelo de ciudadanía asistida.
BIBLIOGRAFIA
* * *