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Pues nadie que empieza puede saber qué encontrará en

sí -mo. ¿Cómo Podría presentirlo si, de hecho, aún


existe? Con h e , p m i e n t a ~
prestadas va excavando un te-
mnO tamb*~restado Y extraño, es deck, ajeno. Cuando

-
por Vez'primera, de improviso, se encuentra ante algo
no conoce, que nunca le llegó de ningún lado, se asusta y CON EL IIVI"l'RLOCU~RCRUEL
siente un vértigo: pues aquello es realmente lo propio.
ser muy pom: un c a h u e t e , una rah, una pie- difícil con aquello que más dis-
drita diminuta, una mordedura venenosa, un nuevo olor, .fh-hhaciendo si, de cuando en cuando, no llevara un
un sonido inexplicable o incluso un filón oscuo y de lar@
No porque luego utilice esas anotaciones: r~unca
Cuando 61 tenga el vdor y la presencia de ánimo +constituyenla materia prima de 10 que en ese momento
necesarios para despertarse del primer vértigo terneroso
'-estoy trabajando. Pero resulta que un hombre como Yo,
Y Y nombrar aquello que ha encontrado, empe- -
, que conoce la intensidad de sus impresiones y siente cada
zar6 su vida auténtica, la propia.
.uno de los detalles de cada día como si fuera aquél su
\
zúni& día, que en realidad vive de exaeeraciones -imposi-
+,le expresarlo en otros términos-, pero al mismo tiempo
. ko combate esta disposición puesto que le interesa justa-
'ménte el relieve, la agudeza y la contreción de todas las
cosas que van formando una vida, resulta, pues, que un
.hombre de estas características explotaría 0 acabaría de-
sintegrándose de cualquier otra forma si no se ~ ~ ~
'escribiendo un diario.
. Este d q u i i i z m e es quizá la d n fundamental por la
que llevo un diario. Parece casi increíble 10 mucho que
-la frase escrita calma y amansa al ser humano. Una
es siempre un Otro (ein anderes) en relación a quien la
E[íos ~ r i ~
\ak c .
d a i a & escribe. Se alza ante él como algo extraño, como una m"-
ralla repentina y sólida que no puede salvar de un s a l b i
1 p o b b ~flé>cr~o,=do Podría tal vez contornearla, pero incluso antes de llegar
al otro extremo ve surgir, en ángulo agudo con respecto a
& Glbra ~ d m i c a lqqd.
, ella, una nueva muralla, una nueva frase, no n ~ n o sex-
traña, no menos sólida y alta, que también invita a con-
tomearla. K a s í va surgiendo poco a poco un laberinto en
el que el constructor apenas consigue orientarse. Se tran-
quiliza, eso sí, en sus vericuetosJ
A quienes constituyen el entorno inmediato de un es- emos ver, de muy largo alcance. Es un calmante mo-
critor les resultaría insoportable el recuento de todo neo, que mitiga la impotencia del instante y clari-
cuanto lo ha estimulado. Los estímulos son contagiosos, y día para poder trabajar: nada más.)Considerado
los demás -cabe esperarlo- tienen una vida propia que no e una perspectiva temporal larga, el diario tiene
puede estar formada tan sólo por los estímulos de un mente el efecto contrario: no consiente el adorme-
semejante: de lo contrario perecerían asfniados. Además, nto, perturba el proceso natural de transfiguración
&y cosas que no se pueden contar a nadie, ni siquiera a pasado que permanece a merced de sí mismo, nos
los más íntimos, porque nos dan demasiada vergüenza. tiene despiertos y mordacesJ
No es bueno que nunca lleguen a ser formuladas; tam- ro antes de decir cosas más precisas al respecto y
poco es bueno que caigan en el olvidd Los mecanismos re otras funciones de los diarios, quisiera separar
con los que nos simplificamos la vida se hallan, en cual- no considero exactamente un diario. Pues yo
quier caso, demasiado bien ensamblados. Se empieza di- re apuntes sueltos, agendas y diarios propia-
ciendo, con cierta timidez: YEn realidad no es culpa mía", ' mente dichos.
y en un abrir y cerrar de ojos la cosa queda olvidada.
[Para escapar a esta indignidad hay que anotar lo que nos
da vergüenza, y luego, mucho más tarde, quizás años más
tarde, cuando exudemos autocomplacencia por todos
nuestros poros, cuando menos lo esperemos, situarnos de
.
. Sobre ellos he hablado ya en el prólogo a la selección de
improviso frente al monstruo y a t e r r a r n y "He si& mis Aufzeichnungen, 1942-1948.Pero es necesario que,

i
capaz de esto; he llegado a hacer estus cosas". La religión, para hacerme entender, me repita aquí siquiera en lo
que nos absuelve definitivamente 'de este tipo de terrores, esencial. Los "apuntes" son espontáneos y contradido-
puede convenir a quienes no se hayan propuesto alcanzar rios. Contienen ideas que a veces brotan de una tensión
una conciencia plena y lúcida de sus procesos interiores. insoportable, pero a menudo también de una gran lige-
Buien realmente quiere saberlo todo, lo mejor que *eza.@ inevitable que un trabajo al cual nos dedicamos
puede hacer es aprender de sí mismo. Mas no deberá día a día, durante años, nos resulte a veces arduo, estéril
tratarse con miramientos, sino más bien como si fuera o'tardío. Lo odiamos, nos sentimos cercados por él: senti-
otra persona: no con menos, sino con más dure24 rnos que nos deja sin aliento. Todo lo que hay en el
E a insipidez de muchos diarios proviene de que no con- mundo nos parece de pronto más importante que él, y
tienen nada que obligue al autor a calmarse. Algunos, y nuestra limitación nos hace sentirnos chapuceros. ¿Cómo
parece casi increíble, están contentos con todo cuanto los puede ser bueno algo que, conscientemente, excluye tan-
rodea, incluso con un mundo situado al borde del colapso; tas cosas. Cualquier sonido extraño llega como desde un
otros, en medio de todas sus vicisitudes, se hallan satisfe- Paraíso prohibido, mientras que cada palabra que aña-
chos de st mismosi damos a un texto comenzado mucho tiempo atrás tendrá,
La función tranquilizadora del diario no es pues, como dentro de su dócil aquiescencia y de su servilismo, el
color de un infierno permitido y trivial. Lo que hay de
insoportable en un trabajo impuesto puede resultar muy S' 'Z
peligroso para el trabajo mismo.pn hombre -y ésta es su Cada persona, siguiendo el ejemplo de la humanidad en-
mayor suerte- es un ser plural, múltiple, y sólo puede :tera, querría crearse un calendario propio.@l atractivo
vivir por cierto tiempo como si no lo fuese. En los momen- +principaldel calendario es que siempre avanza. Por más
tos en que se ve a sí mismo como esclavo de sus objetivos, Fque hayan pasado muchos días, vendrán otrosJ Los nom-
no hay sino una cosa capaz de ayudarlo: ceder a la plura- a
+res de los meses se repiten, y con más frecuencia aún los
lidad de sus inclinaciones y anotar, sin elección previa, lo #de los días. Pero la cifra que indica los años es siempre
que le pase por la cabeza. Y esto debe aflorar como si no distinta. Va creciendo, nunca puede reducirse, cada vez
viniese de ningún sitio ni condujese a lugar alguno: será gs un año más. Aumenta constantemente, es imposible
en general algo breve, ágil, a menudo fulminante, no ve- 1 .saltarse un solo año; al igual que en la serie numérica,
rificado ni dominado, carente de vanidad y de todo obje- I
1 avanza siempre de uno en uno.&a cronología expresa con
tivg Aquel mismo escribiente que, por regla general, <precisiónlo que el hombre desea para sí en mayor gradg
suele comandar un severo regimiento, se convertirá por 1l
*El retorno de los días, cuyos nombres conoce, le da segu-
un instante en la dócil pelota de juego de sus propias r
&dad. Se despierta: ¿qué día es hoy? Miércoles, otra vez
ocurrencias. Anotará cosas que jamás hubiera sospechado a n miércoles, ya ha habido antes muchos miércoles. Pero
en sí mismo, que se contradicen con su historia, e n sus II
él tiene detrás mucho más que simples miércoles. Pues
convicciones, con su forma de ser y su pudor, con su orgu-
llo y su verdad, normalmente defendida con obstinación.
1 les d 30 de odubre, un día que representa algo más grande,
tuno de esos días que él ya ha conocido en gran número.
La presión con la cual se inicia todo esto acaba por 1 -Pero de la cifra del año y su aumento lineal espera ser
alejarse de él, y puede que de pronto se sienta aligerado $conducidoa cifras cada vez mayores.Ga seguridad y el
y, en una especie de beatitud, anote las cosas más since- 1 canhelo de longevidad acaban por confundirse en la crono-
ras. lo que surja de este modo -y suele surgir muchí- l
l tlogía, y ésta parece haber sido concebida en función de
simo- es mejor no darle importancia. Si logra hacerlo tellos_l
realmente durante muchos años, conservará la confianza ---El calendario vacto es, sin embargo, el de cualquier
en su espontaneidad, que es el oxígeno de este tipo de khombre. aste desea convertirlo en su propio calendario,
apunte? pues si alguna vez llega a perderla, los apuntes para lo cual debe llenarlo. Hay los días buenos y malos,
no le servirán ya para nada y bien puede seguir con su .los días libres y ocupados. Si él los señala con unas pocas
trabajo habitual. Mucho más tarde, cuando todo le pa- :letras o palabras, el calendario será inconfundiblemente
rezca provenir de otro hombre, podrá encontrar en los *elsuyo propio. Los acontecimientos más importantes irán
apuntes cosas que, si bien entonces se le antojaron absur- fundando efemérides. En su juventud aún serán escasas:
das, cobran de pronto sentido para otras personas. Y 'el año se reserva una especie d e inocencia, la mayor parte
como él mismo figura ya entre esas otras personas, puede - de los días se presentan libres y no son utilizados de cara
elegir lo utilizable sin cansarse demasiado. -al futuro. Pero los años se van llenando paulatinamente;
los componentes decisivos vuelven cada vez más a me-
, --
:.. ,i~ñ-~xpansivase contraponen aquellos en los que noso-
:
a

nudo hasta que al final casi no queda día inutilizado en mismos somos superados:kuando hemos leído algo
su calendario: ya tiene una historia propia. .
-
<

.qm, según nuestra intuición, nunca más nos abandonará:


Conozco gente que se burla de estos calendarios ajenos ;wOyzeck, Los demonios, el Ayas de Sófoclesj Hay asi-
"por lo poco que hay en ellos". Pero sólo quienes se han lbs instantes en que oímos hablar de costumbres
hecho uno pueden saber lo que contienen.&a exigüidad inauditas, de alguna religión desconocida, de una ciencia
de estos signos crea su valor. Existen gracias a su concen- nueva, de una ampliación del mundo, de una nueva ame-
tración; las vivencias contenidas en ellos se hallan como naza para la humanidad o, muy raramente, de alguna
ocultas por un sortilegio, no se consumen y pueden con- esperanza para ella. Luego vienen los lugares a los que
vertirse de pronto, por influencia de otros vecindarios y ,por fin llegamos después de haber deseado ardientemente
en un año distinto, en algo extraordinari9 ' -isitarlos. codo es mencionado en tres o cuatro palabras
No hay nadie que no tenga derecho a este tipo de agen- solamente; los nombres son lo principal; se trata de fijar
das.&~& ~ es el centro del mundo, nada menos m e
cual te1 día en el que cosas y personas nuevas ingresan en
cada cual; y el mundo es valioso sólo porque está lleno de . nuestra vida, o bien en que reaparece, como algo nuevo,
estos centros. fiste es el sentido de la palabra ser hu- ia.que ya había desaparecido.
maho: cada uno un centro al lado de muchísimos otros ,+-?Unacosa puede decirse con seguridad de estas agendas:
que son tan centros como 63 a nadie le incumbenJ Para un forastero son incomprensi-
Las agendas han sido y son el germen de los auténticos bles; y, si no lo son, la monotonía de su fijación lingüís-
diarios. Muchos escritores que desconfían de los diarios - t i a las convierte en el aburrimiento mismo.

1
porque en ellos podrían malgastar buena parte de su pro- En cuanto se rebasan ciertos límites, en cuanto em-
pia sustancia tienen, sin embargo, una agenda. Habi- lpieza la reflexión sobre las cosas, las agendas salen del
tualmente suele confundirse agenda y diario. Yo los dis- ámbito del calendario de notas e ingresan en el del diario.
tingo en forma clara.& las agendas, que casi siempre
son calendarios pequeños, anoto brevemente lo que me ,r+
golpea o satisface de modo especial. Allí escribo los nom- r :'<z CTAGEBOCHER")
DIARIOS
bres de las contadas personas gracias a las cuales uno ha 'r: . '

respirado y sin las que nunca hubiera soportado todos los el diario uno habla consigo mismo. Quien no logra
demás días. El encuentro con ellas, la primera aproxima- ,hacerlo, quien ve frente a él un auditorio, aunque sea
ción, sus partidas y regresos, sus enfermedades graves, fuiuro, después de su muerte, está falseanda No es éste
sus convalecencias y, lo más horrible: su muerte. Luego :el lugar para referirse a esos diarios falsificados. Tam-
están los días ricos en ideas, que al comienzo se abaten -bién pueden tener cierto valor. Hay algunos que poseen
sobre uno como espadas, naufragan, vuelven a emerger y una fascinación increíble; lo que interesa en ellos son las
por úitimo, transformados, soportan buena parte de la !proporciones de la falsificación: su atractivo depende del
vidaJ'a veces anotamos los días en que algo de estas ideas -talento del falsificador. Pero lo que ahora quisiera abor-
ha cobrado forma y nos satisface. A estos días de supera- dar es el diario auténtico, mucho más raro e importante.
¿Qué sentido tiene para quien lo escribe, es decir, para . trabajo. Pues k n esta superficie van inscribiendo todo
alguien que de todos modos escribe muchísimo, porquesu qanto cambia y reluce en el mundo, el movimiento ca-
profesión es escribir? racterístico de la vida exterior, y en ella se agitan como
No deja de ser extraño el que u n lle- 10s demás lo hacen en el mundy
varse siempre: hay largos períodos durante los cuales lo -: Yo seria el último en tratar con ironía o con sarcasmo a
esquivamos como algo peligroso, casi como un vicio. No este tipo de escritores. Hay que valorarlos según el impe-
siempre estamos descontentos con .nosotrosmismos y con rativo de mi índole particular: buena parte de la mejor
los demás.@ay épocas de exaltación y de indudable dicha literatura universal les pertenece. Hay momentos en los
personal. En la-vida de un hombre para quien la propen- que deseamos un mundo donde no sea posible la existen-
sión al conocimiento se ha convertido.en.una segun* cia de otro tipo de escritores. De ellos,, sin embargo, no
naturaleza, esas épocas. no pueden ser muy frecuentes. cabe esperar diarios auténticos. Más bien pondrán en
Por eso mismo le parecerán tanto más preciosas y tendrá duda:la posibilidad de que existan tales diarios. Su segu-
miedo de deteriorarlas si las toca] Como lo apoyan ridad y sus logros han de cargarlos de desprecio por otras
-igual que a cualquier otro- durante el resto, mucho .ma- naturalezas menos regulares y uniformes. Pero basta con
yor, de su existencia,@ necesita y 'por eso no las toca: les mencionar el nombre de Kafka, con cuya sustancia y es-
deja su aura de milagros incomprensibles. Sólo su hun- pecificidad nadie, ni siquiera el mejor entre los seguros de
dimiento lo obligará a reflexionar de nuevo. ¿Cómo ha hoy, debiera osar medirse, para convencerlos de la inad-
llegado a perderlas? cosa se las ha destruido? Y en misibilidad de su intolerancia. Ea1 vez debiera darles qué
ese momento reanuda el diálogo consigo mismoJ . pensar el hecho de que los diarios sean lo más importante
En otros períodos puede ocurrir que el día entero se enda producción de un hombre como P e:- lo que de él
diluya en el trabajo propiamente creativo. &te avanza perdurará se encuentra allí y no en sus obras)
seguro y a buen ritmo, ha llegado a un plano situado más , En el diario uno habla, pues, consigo mismo. ¿Qué sig-

t
allá de la intención y de la duda, y se ajusta con tal nifica esto, sin embargo? D o s transformamos realmente
precisión a lo que uno es que fuera del trabajo no sucede en .dos personajes que mantienen entre sí un diálogo
ni queda nada.@ay buenos escritores, e incluso impor- normal? ¿Y quiénes son esos dos? p o r qué no son más
tantes, que a partir de esta disposición anímica pueden que ,dos? @caso no podrían, no deberían ser muchos?
escribir un libro tras otro. No tienen nada que decirse, su ¿Por qué carecería de valor un diario en el que uno ha-
libro lo dice todo por ellos. Logran distribuirse total- blara siempre a muchos, en vez de a sí mismo?
mente entre sus personajes) A.menudo es gente que se ha $,&primera ventaja de ese Yo ficticio al cual nos dirigi-
elaborado una superficie, una textura tan rica y peculiar mos es que nos escucha de verdad. Siempre está presente,
que ocupa incesantemente su atención y su memoria sen- no se aleja. No simula interés alguno: no es bien educado.
sible. Son los verdaderos maestros de la literatura. los .Tampoco nos interrumpe, nos deja hablar hasta el final.
afoihinados entre los escritores. Para ellos es natural re- No'sólo es curioso, sino también pacienw Yo aquí no
ducir a un mínimo los intervalos entre obra y obra. .La puedo hablar sino en base a mi propia experiencia: pero
peculiaridad de su superíkie los atrae nuevamente al no deja de asombrarme el que haya alguien dispuesto a
escucharme tan pacientemente como yo escucho a otras ,aeribir, pues, algo tan falso sobre ti mismo, sólo porque
personaslo pensemos, sin embargo, que este oyente nos resulta cómodo?"
facilita la tarea. Como tiene el mérito de entendernos, no
Más de una vez he llegado a prever algo terrible -en el
podemos echarle dado falso. No sólo es paciente, sino
también maligno. No deja que le ocultemos nada, su mi- quiero decir-, que luego se ha verificado con
rada todo lo atraviesa. Advierte hasta el más mínimo .exactitnd total. Y no se me ocurria nada mejor que ano-
detalle, y no bien empezamos a falsear, vuelve a él con tarlo por escrito. De este modo podía probármelo: ya figu-
vehemencia( En toda mi vida -y ya soy sexagenari- raba ahí mucho antes de que acaeciese. Probablemente
he encontrado nunca a un interlocutor tan peligroso, y Y quería agenciarme así un derecho a formular prediecio-
-nes ulteriores. Cito a continuación la aniquiladora res-
eso que he conocido a algunos de los cuales nadie podría
avergonzarse.)Tal vez su ventaja específica sea no repre- puesta de mi interlocutor, que es mucho más importante
Que la penosa vanidad de la profecía verificada:
sentar intereses propios. Tiene todas las reacciones de una
' E l amonestador, el pmfeta cuyas predicciones se
persona independiente, pero sin sus motivacionesf No de-
cumplen, es una figura injustamente respetada. Actúa
fiende teoría alguna ni hace alarde de sus descubrimien- . .d&masiadoa la ligera y se deja vencer por los horrores de
tos.)- instinto para rastrear las motivaciones del poder o
de la vanidad es fabuloso. Claro que tiene a su favor el tios cuales abomina, aun antes de que se hayan verificado.
,Cree que pone en guardia, pero comparada con el apasio-
hecho de conocernos de pies a cabezaJ
mimiento de su profecía, su admonición carece de valor.
Cuando me pilla alguna imprecisión, alguna d&cien-
.Es admirado por su profecía, pero no hay nada más fácil.
cia en el conocimiento, una debilidad o un acto de pereza,
Cuanto más terrible es la predicción, mayores probabili-
se me echa encima como un rayo. Cuando digo: "Esto
dades tiene de verificarse. Habría que admirar más bien
carece de importancia, más que mi persona me importa la
situación del mundo; debo ponerme en guardia, esto es . . a- un mofeta que anunciara cosas buenas. Pues esto y
todo", se ríe en mi cara. "Sin embargo, sin embargo", dice
esto es inverosími5 J
La conciencia, la buena y vieja conciencia.. . le oigo
luego, y me tomo la libertad de citarlo aquí textualmente,
$decira algún lector con voz triunfante: iésk habla con
"el error de los que hacen el bien" (¡cómo me molesta ya
esta péríida expresión!) "consiste en que, por encima de la
;su conciencia! ¡Hace alarde de llevar un diario para dia-
logar con su conciencia! Sin embargo, esto no es del todo
responsabilidad que sienten y del bien que acaso deseen
cierto.Dse otro con el cual hablamos en el diario v a cam-
de veras, se olvidan de perfeccionar el instrumento que
tiando de papeles. Cierto es que puede presentarse como
les permitirá conocer a los seres humanos y captarlos a
la conciencia de lo cual le quedo muy agradecido, pues los
través de miles de detalles burdos o sutiles.@es de estos
demás nos facilitan excesivamente todo: es como si de-
mismos hombres brota lo más terrible, común y peligroso
jarse persuadir fuera uno de los grandes placeres del ser
de cuanto acontece. Para la supervivencia de la humani-
humano. Pero no es siempre una conciencia. A veces soy
dad no hay otra esperanza que saber lo más posible
yo mismo y le hablo autoacusándome desesperadamente,
acerca de los hombres que la i n t e g r d ¿Cómo te atreves a
con una violencia que a nadie dese4 &1 se convierte en-
C..
c
(rp
1
S extrañas que lo hieren son las de los antropófa-
el papel como el-cadáver de sí misma. Me guardo bien de
curiosidad se ve espoleada por estos horrores:
&r un homicida entre tanta magnificenciaJ Pero en
to quiere saber también algo sobre otros pueblos ex-
cuanto estoy de nuevo en casa, recupero cada día. A par.
paños. El camino por la selva virgen se va abriendo paso
tir del recuerdo -muchas veces con grandes esfuerzos-
o, y el número de millas recorridas diariamente es
voy devolviendo a cada día lo que es suyo.@a habido
ado con precisión. Aquí se prefiguran ya todas las
viajes cuyo diario, escrito a posteriori, me h a tomado tres
dentro de las cuales se descubrirán más tarde
veces más tiempo que el viaje mismoJ
evas. Aventura tras aventura, pero día a día; y
Creo que al escribir estos recuerdos de viaje se piensa/ a terrible espera de los desaparecidos, las tentati-
sobre todo en los lectores. Sentimos que en este caso son
pas por salvarlos o su doloroso final. No creo que más
posibles y no conllevan falsificaciones. Nos vienen a la
&de haya algún diario que signifique tanto para el
memoria los informes de otros, que nos animaron a hacer
el viaje. Es agradable demostrar nuestra gratitud a par-
tir de una cosecha propia.
En general, los diarios ajenos significan mucho para
G
,,
adulto.
Pero queda el gusto por la lejanía, que despierta un
jnterés inagotable. Y así nos lanzamos a recorrer ávida-
,'. mente épocas pasadas y culturas foráneas. A la vez que
*
quien los lee. ¿Qué escritor no ha leido diarios que nunca
aumenta la rigidez de la propia existencia, aquéllas se
más lo han abandonado? Tal vez sea éste el lugar para
decir algo sobre 'ellos. ,iresentan como el medio con más probabilidades de
transformación. Experiencias que uno desearía tener y
Podemos comenzar con los que utio lee de niño: los dia-
gue en el país son mal vistas, resultan ser costumbre
rios de los grandes viajeros y descubridores. Al comienzo,
generalizada en el lugar adonde hemos recalado leyendo.
la aventura nos seduce en cuanto tal, al margen de las
&a situación vital en la que nos hallamos en casa se pre-
costumbres y culturas vinculadas a grupos humanos ex-
senta excesivamente prefijada: lo que hacemos se rige por
traños. \Para un niño lo más inquietante es el vacío, que
horas que son cada día las mismas, la gente que conoce-
no conoce porque nunca lo dejan totalmente solo y siem-
'mos se conoce entre sí, habla de nosotros y nos vigila:
pre está rodeado de gente) De ahí que se precipite a expe-
@dos por todas partes, y ojos familiares. Como todo se
diciones al Polo Sur o al Polo Norte, o efectúe largos
,halla vinculado y lo está cada vez más, se va formando un
viajes por mar en pequeñas e m b a r c a c i o n e ~ .emocio-
~
gigantesco depósito de deseos de cambio insatisfechos,
nante es el vacío que lo circunda, peligroso sobre todo de
que sólo noticias provenientes de un sitio auténticamente
noche, que el niño mismo teme. Y allí, en medio de aque-
extraño pueden poner en marchaJ
lla lejanía y de aquel vacío, se va imprimiendo indele-
Es una suerte singular y muy poco explotada que
blemente en su memoria la sacesión del día y de la noche;
ixistan diarios de viaje por áreas culturales extranjeras
pues el viaje, que siempre continúa, tiene una meta antes
escritos no por europeos, sino por oriundos de esas áreas
de la cual -o de la catástrofe- no se interrumpe nunca. De
culturales. Citaré tan sólo dos de los más detallados y que
estemodo, creo, el niño vive con terror el calendara
siempre releo: el libro del peregrino chino Huan Tsang,
Luego vienen los viajes a regiones habitadas por seres
que visitó la India en el siglo vil, y el del árabe Ibn
siniestros: Africa y la selva virgen, y las primeras cos-
Bámh, de Tánger, que por espacio de veinticinco anos ienes se hallan implicados en una lucha similar. Y
recoirió todo el mundo islámico del siglo m,la India y bien oprimirían al espíritu realmente libre; que
probablemente también China. Pero la suerte de disponer estas cosas tan en serio que todavía no .logra entre-
de diarios exóticos no se agota aquí. Del Japón nos han a ellas. &as trazas de libertad que aún le queden,
llegado ,dos diarios literarios que por SU sutileza y preci- istencia, que era interpretada como debilidad, afec-
sión podrían rivalizar con Proust: el Diario de la aG al lector más de cerca que aquello que el escritor
mohada de la cortesana Sei Shonagoa, la colección más ba su punto fuerte: la rendición paulatina. Ex-
perfecta de "apuntes sueltas" que conozco, y el diario de esta limitación a los ejemplos más prodigiosos
la autora del Relato de Genji, Murasaki Shikibu; ambaz an rebasado la forma del diario: Pascal y Kierke-
vivieron en la misma corte alrededor del año 1000, se
conocieron bien, pero no simpatizaron entre si.
La contrapartida exacta de estos informes llegados de
lejos nos la ofrecen los diarios de la orcxcimidud. Se trata
en este casó de personas que son nuestros parientes pró- '
.
;:. son más grandes que mis propósitos, y por eso está

Se oye decir a menudo que los diarios ajenos animan a


{decir 'la verdad en los propios. Una vez puestas en el
.. .pa papel,&^ confesiones de hombres importantes tienen un
xiyos y en las cuales nos reconocemos. El ejemplo más f M u j o duradero sobre los demág "Un hombre como aquél
hermoso de este género en la literatura alemana son los 9 :afirÍna haber hecho esto y aquello. No tengo, pues, por
Diarios de Hebbel. Gustan porque casi no hay en ellos ., qué desanimarme si yo he hecho lo mismo." El valor del
página donde no hallemos algo que nos conciema perso- -. Ttnodelo se amplía aquí de manera extra0rdinaria.B~~
nalmente. Podemos tener la impresión de haber escrito lados negativos nos dan el valor necesario para combatir
ya esto o aquello en algún lugar. Tal vez lo hayamos --losnuestros_(
hecho realmente. O si no, lo hubiéramos podido hacer sin Es cierto que, sin grandes modelos, no surge absoluta-
duda.@ proceso de este encuentro íntimo resulta ya es- ' ,-¿
'tnente nada. Pero sus obras tienen también algo parali-
timulante por el hecho de que, junto a lo "propio", descu- . 'zante: cuanto más a fondo las entendemos, vale decir,
brimos algo que nunca hubiésemos podido pensar o escri- cuanto más talentosos somos, con tanto mayor convicción
bir de ese modo. Es el espectáculo de dos espíritus que se - ,nos
<
decimos que son inalcanzables. La experiencia, sin
compenetran: coinciden en algunos puntos, pero en otros embargo, demuestra lo contrario.La literatura moderna
se vati creando entre ellos espacios vacíos totalmente i q - !.ha surgido a pesar del modelo avasallador de la Antigüo
posibles de colmar. Lo similar y lo diverso se encuentran ?.da3Después de haber escrito el Quuote, es decir, des-
tan juntos que nos obligan a pensag nada hay más fe- Ipués de haber superado todo cuanb la Antigüedad ofrecía
cundo que estos diarios de la proximidad, como podríamos ;én kl ámbito de la novela, Cervantes se hubiera sentido
llamarlos. Sin embargo, tienen que ser "completos", es .orgulloso de rivalizar con Heliodoro. El funciona-
decir, muy ricos de contenido, y no haber sido escritos miento exado del modelo aún no ha sido estudiado, y no
bajo el control de un objetivo determinado. "es éste el lugar adecuado para abordar seriamente tan
Los piarios religiosos, que describen la lucha por una renome terna.,&esulta divertido, sin embargo, observar
fe, caen fuera de esta clasificación. Sólo infunden energía .por ejemplo el papel que Walter Scott, uno de los escrito-
res más insoportables de todos los tiempos, desempeñó g&.solución, para observar con más serenidad sus equiva-
para Balzac, con el que no tiene nada en común. La + ' lentes en nosotros mismos y no desesperarnos. Los perso-
manía de la originalidad, tan característica de los tiem- *ajes de una obra no pueden producir este efectoo ya que
pos modernos, se traiciona al buscarse modelos que lo son existen gracias a la distancia que su creador ha logrado
sólo en apariencia y que luego destmye para afirmarse ,@terponerentre él mismo y ellos, alejándolos al máximo
llamativamente frente a ellos. Pero los verdaderos mode- de sus propios procesos interiores.
los, de los cuales dependemos, permanecen tanto más - En toda vida hay -me parece- ciertos contenidos que
ocultos. Este proceso puede ser inconsciente; muy a me- pueden captarse con el máximo de exactitud en forma de
nudo es consciente y engañoso2 / diario. Ignoro si serán los mismos para todos. Podríamos
Pero para quienes no han de buscar su originalidad con pensar que un hombre lento, para quien todo evoluciona
engaños o a la fuerza; quienes aún poseen el ímpetu ' sólo muy gradualmente, tendría que adquirir más bien lo
de los grandes espíritus que, por así decirlo, los han lan- contrario. La subitaneidad de los apuntes sueltos sería su
zado al mundo; 'para quienes pueden volver siempre a ejercicio más provechoso: así podría aprender a volar
ellos sin desprestigiarse es una suerte inapreciable en- a ratos y a captar los aspectos del mundo que pertenecen a
contrar entre sus predecesores diarios que revelen debili- . la ,aceleración; de este modo perfeccionaría además su
dades que ellbs mismos sufren. La obra acabada tiene talento natural para la evolución lenta.
- - - U Quien todavía se halle pro- i: P s l o s rápidos, que se precipitan como animales de
fundamente inmerso en la suya, sin saber adónde lo lle- rapiña sobre cada situación y cada ser humano, aferrán-
vará ni si logrará concluirla, puede desanimarse una y .< dose al corazón con tanta violencia que destrozan la
mil'veces. Le dará fuerzas comprobar las dudas de quie- S

' forma exterior de su propio cuerpo, sería más apropiado


nes pudieron culminar con éxito la suyg lo contrario: un diario lento, en el que los temas medita-
A este valor práctico de los diarios ajenos -práctico de dos adquieran de día en día otro aspecto. Gracias a esta
cara al propio trabajo-, se suma además una influencia penosa coacción, que les impediría llegar a la meta dema-
de naturaleza más general: la de la obstinación que mani- siado rápido, podrían tener acceso a una dimensión que
fiestan.kn todo diario digno de este nombre hay siempre , de otro modo les estaría vedada.
una serie de obsesiones, conflictos y problemas privados -,[Stendhal pertenece a los rápidos. Se mueve, es cierto,
que reaparecen constantemente. Se extienden a lo largo en un mundo extraordinariamente rico y al cual perma-
de toda una vida, confiriéndole su peculiaridad. Quien nece abierto. Pero los temas de sus diarios son pocos, y él
logra superarlos, nos da la impresión de haberse extin- los reelabora en forma permanente. Es como si de vez en
guido. La lucha con ellos es tan necesaria como la tenaci- cuando escribiera diarios nuevos sobre los antiguod
dad que los caracteriza.' No es que sean siempre intere- Como no puede ser realmente lento, vuelve a tratar
santes por sí mismos, pero constituyen lo más típico y siempre la misma cosa. Y este proceso lo condujo final-
estable del ser humano que los padeceJ le será tan difícil mente a sus grandes novelas. Incluso las dos que dejó
prescindir de ellos como de sus propios huesos.@s impor- concluidas, y cuyo efecto sobre otras resulta inconmensu-
tantísimo descubrir en los demás estos conflictos firmes y rable, no son obras propiamente terminadas para él.
%'

Stendhal es la contrafigura exacta de los que con total &ete, conocí a Aristófanes y a los trágicos griegos. Así,
seguridad van desgajando de sí obra tras obra y sólo pue- '. pues, voy registrando todo cuanto me llega del ámbito
den abocarse a una nueva porque la vieja les parece ex- dramático, todos los dramas y mitos que aún lo son de
traña. yerdad; pero también lo que actualmente se atribuye este
1_- escritor que más puramente ha expresado nuestro - nombre: los miserables pseudomitos. Y son también los
siglo y ai qrie, por lo tanto, considero como su manifesta- con personas de países que no conozco, o bien
ción más esencial, Kafka, es en esto perfectamente com- que conozco particularmente bien. Son las vivencias y
parable a Stendhal. Nunca llega hasta el final con na-
I*destinos de amigos a quienes llevaba mucho tiempo sin
da; siempre lo inquieta la Lnisna cosa, de principio a fin. ver y con los que me encuentro de buenas a primeras.@
Siempre le da vueltas, la parafrasea, la recorre a pasos la lucha por la vida de la gente más cercana a mí; su
diferentes. Nunca la agota, y tampoco la hubiera agotado 'lucha contra una serie de enfermedades, operaciones y
de haber vivido el doble. Pero K a h pertenece a los len- 'peligros que ocupan decenios enteros de su existencia; su
tos, como Stendhal a los rápidos. Y son los rápidos quie- lucha para no perder l a voluntad de vivir. Son todos
nes se inclinan a sentir su propia vida como algo feliz. 'los ras@ de avaricia y de envidia que me irritan y de los
Así, la obra de Stendhal está impregnada del color de la cuales abomino desde mi infancia; pero también los ras-
feiicidad; la de Kafka, en cambio, del de la impotencia. gos de generosidad, bondad y orgullo, que idolatro. Son
Pero la obra de ambos surge de un diario que recorre -los celos, mi forma lúdica y privada del poder, un tema
todas sus vidas y que, al cuestionarse, se prolong-l que Proust ha sin duda agotado, pero que pese a todo
Podrá parecer presuntuoso que hable de mí mismo también debemos agotar en nosotros mismos. Es y ha
después de dos figuras semejantes. que han surerado in- sido siempre todo tipo de locura: si bien ya en fecha muy
tactas la prueba del tiempo. pero S& podemos dar lo que ' temprana intenté darle forma, para mí no ha perdido su
es nuestro. De modo que, para ser completo, quisiera '.fascinación un solo instante. Es el problema de la fe, de la
mencionar aúnQOStemi que constituyen las'obsesiones ' fe en general y en cada una de sus manifestaciones, hacia
de mis diarios y ocupan en ellos la parte más importante. :la cual tiendo por mis orígenes, pero a la que nunca me
Junto a muchas otras cosas que resultan efímeras y dis- entregaré mientras no haya descifrado su naturaleza. Por
persas, son ellos lo que en esos diarios reelaboro constan- último -y es el más obsesivo de mis temas- es la muer-
temente, hasta el agotamiento. te, que no puedo aceptar aunque jamás la pierdo de vista,
Son el progreso, el retroceso, la duda, el desasosiego y que tendré que perseguir hasta sus más recónditas gua-
la embriaguez a través de una obra que se extiende por 'ridas para destruir su falso brillo y su fascinaciónJ
sobre la mayor parte de mi vida, y cuyos pasajes decisivos Son bastantes cosas, como vemos, aunque me he limi-
he podido publicar al fin con.convicción. Es, además, el %tado a citar lo más urgente; y no sé cómo podría vivir sin
enigma de la metamorfosis y 'su modalidad expresiva de :i
rendirme cuentas sobre ellas en forma constante.. Puesgo
mayor concentración en la literatura: el drama, que no que consideramos vhlido y logramos plasmar finalmente
me ha abandonado ya desde que, a los diez años, leí a en obras que no sean indignas de los hombres que habrán
Shakespeare por primera vez, y desde que, a los dieci- : de leerlas, es una fracción diminuta de lo que nos ocurre
diariamenq Y como esto prosigue día a día y no ha de
cesar, nunca me contaré en el número de quienes se
avergüenzan de las insuficiencias de un diario. 1

REALISMO Y NUEVA REALIDAD


(ELREALISMO
fue, en un sentido estricto, un método ten-
diente a conquistar la realidad para la novela. La reali-
dad total: era muy importante no excluir nada de esta
realidad por convencionalismos estéticos o de moral bur-
guesa. Era la realidad tal como la veían unos tuantos
espíritus imparciales y abiertos del siglo xrx. Pero ya por
entonces no veían todd y esto les fue debidamente echado
en cara por aquellos de sus contemporáneos que se dedi-
caban a otros ejercicios, aparentemente descaminados.
Suponiendo, sin embargo, que pudiéramos afirmar hoy
con seguridad que los pocos realistas verdaderamente
importantes alcanzaron su objetivo, que lograron con-
quistar su realidad total para la novela y que su época ha
quedado íntegramente reflejada en sus obras, ¿qué signi-

i
ficaría esto para nosotros? ¿Podrían acaso utilizar los
mismos métodos quienes, como hombres de nuestro
tiempo, como realistas modernos, persiguen el mismo fin?
Intuimos cuál será la respuesta. Pero antes de darla,
pensemos un poco en qué se ha convertido la realidad de
aquel tiempo. Se ha transformado en proporciones tan
monstruosas que el simple hecho de vislumbrar este
cambio nos sume en una perplejidad sin precedentes. Un
intento de superar esta perplejidad nos llevaría, en mi
opinión, a N s t i n p i r tres aspectos esenciales en esta
transformación. Hay una realidad creciente y una reali-
dad más exacta; y, en tercer lugar, existe la realidad de lo
veniderol
Es fácil comprender a qué nos referimos con el primero

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