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La baja de los costos de materias primas importadas por la apreciación del Peso frente al
Dólar (que más que compensó los aumentos salariales otorgados), y la suba de precios
industriales del 3%, que pudo llevarse adelante en el marco de la recuperación de la demanda
interna.
Los productores industriales de alimentos y bebidas (24% del PBI industrial y 31% del
IPC)) registran márgenes unitarios promedio 12% menores que en 1998 y sólo 9%
superiores a los mínimos del 2001.
Este sector ha sufrido una disminución de su demanda por la caída real del 33% del salario en
el lapso bajo análisis, reflejada en los niveles de producción que aún en el 2003 fueron 13%
inferiores a los de 1998 (según EMI- alimentos y bebidas). Bajos márgenes operativos unitarios
(con demanda relativamente poco tonificada) obligaron a los empresarios (uso de capacidad
instalada promedio en el 2003 del 69%) a tener cautela para fijar precios.
El importante nivel de capacidad ociosa del sector (88% en promedio en el 2003) y la cada vez
más relevante participación en las ventas locales de vehículos importados de Brasil bajo las
pautas del nuevo Acuerdo Automotriz Mercosur indicarían que procesos de concentración de la
oferta serían factibles en el sector.
Los bienes de consumo durables (autos y línea blanca) pese a sus bajos márgenes
enfrentan no sólo la escasez de crédito prendario y personal que deteriora su demanda sino la
competencia brasileña, siendo sectores que además tienen alta capacidad instalada ociosa.
Empresas de servicios públicos. Estas empresas (donde la relevancia de los servicios que
brindan en el IPC es de 7%) están sujetas a la renegociación de los contratos que deberían
estar finalizadas a fines del 2004. Sólo como un ejercicio muy simple que busca brindar un
indicador de tendencia se determinaron los márgenes operativos unitarios promedio sobre una
muestra que incluye a las empresas de distribución eléctrica y de telefonía. El indicador de
precios utilizado para ambas fue la evolución de los precios de dichos rubros en el IPC y los
costos unitarios surgieron de los balances de las empresas de la muestra.
En el sector industrial, los productores de commodities básicos con alternativa de salida
exportadora tendrán mayor capacidad de trasladar al precio de sus productos los
aumentos potenciales de costos (salarios y tarifas). Además en estos sectores el uso de
capacidad instalada es ya muy elevado. La restricción para fijar potenciales aumentos de
precios será la situación de márgenes y demanda interna que enfrentan sus clientes (industria
metalmecánica básica, línea blanca, autopartistas, terminales automotrices, maquinaria agrícola,
máquina herramienta, etc.) que en gran parte sufren la agresiva competencia brasileña.
Los productores de bienes de consumo masivo (de mayor relevancia en el IPC) registran
una situación de márgenes peor que en 1998 pero mejor que en el 2001/2002. Capacidad
ociosa, poder adquisitivo que crece pero gradualmente, y la competencia brasileña
determinarían cautela en estos sectores para fijar aumentos de precios pese a subas de costos.
En cuanto a la Recuperación del Poder Adquisitivo del Salario. En la lógica del actual
modelo, sin embargo, la recuperación del consumo es crucial y hay algunas señales, todavía
débiles, en tal sentido (supermercados en mayo, IVA DGI en junio). La confianza del
consumidor, en cambio, se estancó en julio 2003.
En este marco, el Gobierno ha decidido aumentos de 50% en los salarios mínimos y de 10% en
las jubilaciones y pensiones mínimas y la incorporación de los 200 pesos ya otorgados a los
salarios formales.
Esto último implica aumentos en los costos laborales, pero también en las contribuciones a la
seguridad social, lo que permitirá financiar parte del costo fiscal adicional. Las medidas reducen,
ciertamente, la gran inequidad distributiva, pero son inconsistentes con el deseo de una moneda
subvaluada.
El impacto positivo de demanda (0,3% del PIB) prevalecerá, sobre el eventual impacto negativo
en la demanda de empleo. Disminuirá, asimismo, el incentivo a permanecer en los planes para
desocupados. La postergación del aumento de los aportes personales a las AFJP, en cambio,
es una medida netamente cortoplacista