Vous êtes sur la page 1sur 1

SUSCRIPCIÓN

Barcelona, un mes
Provincias » »
Portugal trimestre
América »
í"— Ptas.
2'59 »
*'V) »
8'50 »
LA VANGUARDIA OFICINAS: Calle Pelayo, 28. - Teléfono 14135
Dirección telesrifie*
GTANGUARDIA-B ARCE! .OMA
Anuncios, esquelas, remiüdat
y reclamos
a precios según tarif»
No se (JernílTen ios orieinales
Dornas países 55'— »

embrutecidos de ignorancia y miseria, corren do en el puerto de Valencia. La oficialidad


Frío en España a sus fumaderos de opio, a guarecerse en un Bibliografía marítima del buque no se forjaba grandes ilusiones
paraíso artificial y en sus maravillosas alu- sobre el resultado de la euerra, que se veía
cinaciones; así como las moscas del desierto Inminente. Sabían aquellos bravos mannoa
El sonadero se abaten a enjambres sobre la grasienta
caravana que pasa: del mismo modo esjs La marina austrohúngara
que iban, en pos de la muerte más que de
la victoria.
materialistas pueblerinos modernos acuden En el curso de la campaña, toda la acti-
¿Habéis pasado alguna tarde de domingo
— una tarde fría, cruda, de riguroso invier-
n o — e n una población española de cinco
ávidamente al cinematógrafo. ¡Ah, la pan-
talla! Insondable misterio de luces y som- en la guerra mundial vidad de la flota austrohúngara se desen-
volvió en..el ..Adriático, primero contra las
fuerzas aliadas francoinglesas que allí se
bras. Ventana mágica por donde los tristes
a diez mil habitantes? se asoman a todo lo raro, lo maravilloso, lo El cataclismo que en el mapa político de destacaron, • después contra Italia, el verda-
Han dado las seis. Acaban de sonar en un inasequible, lo exótico, y participan de la Europa produjo la guerra mundial, y su dero enemigo hereditario. Los austríacos
campanario invisible sumido en la profunda acción que no cansa, del placer que embria colofón de los tratados de paz de VersaUes consideraban a los franceses como meros
oscuridad de ia noche. No hay un alma por ga. El cine, en las poblaciones provincianas y de Trianón, privó al desmembrado impo- adversarios militares, y a los italianos, co-
calles y plazas. Todo está cerrado. Los faro- de España, es el lugar donde se condensa rio austrohúngaro de su salida al mar, en mo el auténtico enemigo racial.
les de gas o las bombillas eléctricas colgadas y florece todo el romanticismo, todo el «bova- provecho de Italia y de Yugoeslavia, actua- La marina austrohúngara recibió su bau-
de un plato, en las esquinas, se bambolean rismo» que aun queda en este pobre y agita- les soberanas del antiguo litoral au>«n£co tismo de sangre con la destrucción del pe-
en la soledad. El suelo está encharcado. Kn do mundo. Es la casa de los sueños. Es el en el Adriático. queño crucero «Zenta», por los franceses, el
la enseña del barbero, las dos bacías ce sonadero. En su consecuencia, desapareció de! Océa- día 16 de agosto de 1914, pereciendo más de
latón se entrechocan como castañuelas me- La vida, en esas ciudades y villas de quin- no el pabellón, tanto militar como comer- un centenar de hombres.
tálicas. Toda la noche, a los soplos espacia- to orden, es árida, pobre, rutinaria, pequeña. cial, de la doble monarquía danubiana de Antes de entrar Italia en la lucha, a fines
dos del viento, resonará ese ruido claro, so- No ocurre nunca nada: todo está previsto. los Habsburgo y su tradición marítima que- de mayo de 1915, los franceses habían per-
carrón y estridente en la calle desierta. Las No descuella nunca nadie: todos se conocen. dó relegada a. las páginas de la Historia, dido en sus operaciones navales de! Adriá-
viejas casas... Pero, ¿dónde está la gente? No hay gozo que arrebate: todo está prohi- sin esperanzas de continuidad, sin probabi- tico, el submarino «Curie», capturado por el
No se ve luz en puerta ni ventana. Está bido. La. cultura es escasísima; la existencia, lidades de renacer. enemigo, el destructor «Dague», por chocar
helando. Hace un frío intensísimo. Cuando, penosa; la vida de sociedad, casi nula; la El poder naval austríaco nació en el rei- con una mina, y el crucero acorazado «León
muy de trecho en trecho, en algún piso alto, pitanza, magra; el trabajo, monótono; ¡as nado de Carlos VI. Durante la guerra de Su- Gambetta», torpedeado por el submarino aus*
debajo del alero, se divisa como un vago horas, plúmbeas; los días, interminables. Du- cesión de España a la muerte de Carlos II, tríaco «U-5», pereciendo cerca de 700 hom-
resplandor tras el cristal empañado, tiene rante toda la semana la imaginación no el bombardeo de Trieste por una escuadra bres, entre ellos el almirante Senes. - "•
toda la tristeza de una lamparilla de enfer- tiene ni una rendija por donde escaparse, francesa hizo ver al monarca austríaco toda Al terminar la guerra las pérdidas nava-
mo. Si abrís un portal, en las tinieblas inte- ni un sueño palpable a que poderse agarrar. la importancia que para los intereses impe- les de Austria-Hungría se cifraban en loa
riores, fría.-; como tumbas, no hay nadie. Y cuando llega, el domingo, se abre de par riales tenía el comercio marítimo y su de- dos • acorazados «Szent Istvan» y «Viribus
Tal vez en el fondo de la casa dormita una en par esa maravillosa ventana del cinema- fensa por una flota de guerra. Unitis», los mejores de la escuadra, el guar-
vieja sirvienta, a la luz de un candil. Si la tógrafo. El embrión del poder naval austríaco ra- dacostas «Wien», dos cruceros, nueve des-
interrogaseis, esa pobre anciana envuelta ei> Todo es allí otra cosa que en la vida cotí dica en tres fragatas que entonces se com- tructores y torpederos, nueve submarinos y
cuatro faldas, como la momia en sus lienzos, diana. Las mujeres, ¡cuan bellas y fáciles! praron en Ñapóles y otras dos, más tres tres monitores de río.
os diría con resignación y humildad: «Los Los hombres, ¡qué valientes y ricos! ¡Y qué navios, construidos en Trieste a principios Italia había perdido tres acorazados, dos
señores lian salido». ¿Dónde estará la peripecias y aventuras entre ellos y ella.!' del siglo XVIII. cruceros acorazados, veintiún destructores y
gente?... Los interiores de las casas suntuosas son En la centuria siguiente, el bloqueo con- torpederos, nueve submarinos y diversos bu-
Esta es la hora en que los ingleses, recogi- palacios nunca vistos. Hasta las cabanas tinental decretado por Napoleón, la guerra ques auxiliares.
dos en su confortable hogar, toman el té fa- están pobladas por seres interesantes y ¿"i- de la independencia griega y las correrrías La flota austrohúngara se comportó bra-
miliarmente. Han ido al campo, han jugado ros. ¡Con qué facilidad se logra, en pocos de los piratas berberiscos por el Mediterrá- vamente durante la guerra. Pero fue como
al tennis o al golf, han hecho unas horas de minutos, lo que uno se cansa de soñar en neo, con grave daño del comercio marítimo el canto del cisne de su breve historia.
ejercicio sano al aire libre. Y ahora, cerrada vano durante toda una vida! ¡Qué sedas y que frecuentaban el Adriático, fueron leccio- La desaparición completa de la marina del
la noche, junto a la lumbre alegre de la joyas! ¡Qué automóviles veloces! ¡Qué accio- nes de cosas que repercutieron en Viena para desvanecido imperio ha repercutido en la
chimenea encendida, mientras la niebla te nes audaces! ¡Qué amores ardientes! ¡Y qué dar vida a un plan serio de creación de la bibliografía de su intervención en la guerra
condensa en la calle, comen pasteles azuca- besos apasionados, señor! Hasta los peores flota militar. d" 1914-1918. Todas las naciones beligeran-
rados, beben té y fuman pipas de ese tabaco contratiempos y desastres aparecen allí como En 1829 una división nava) austríaca bom- tes cuentan con numerosos libros referentes
ligeramente perturbador, que huele a pan de sublimados. Vale mil veces más ir a Uro bardeaba Larache, Arzila y otros puntos de a la participación de sus respectivas mari-
higo y a pebetero de Las mil y una noches... limpio en la pantalla, sufrir naufragios e in- la. costa marroquí. En 1840 los buques aus. nas en la lucha mundial y apenas si se ha
En Alemania, la estufa está encendida ni cendios, que gozar de eso que llamamos !ds tríacos participaron en el bombardeo de Sai- escrito sobre la austrohúngara más que inci-
i rojo en el saloncito familiar donde se hace dulzuras de la realidad. ¡Cualquiera coge un da, durante la guerra turcoegipcia. La pér- denialmente, desde el lado contrario, de los
I música. Han venido dos amigos: uno toca el libro y se queda en ' i asa ¡ en España, una dida de Venecia, que en 1848 pasó del domi- que fueron sus enemigos.
I violto, el otro la flauta. La hija de-la casa tarde fría de invierno! Para leer,' al cine. nio austríaco al italiano, truncó la política Por eso resulta especialmente interesante
F canta Heder de Schumann. La madre la Para leer y para soñar. Las películas, on marítima de la monarquía dual. Hasta, en- e! libro del comandante Hans Sokol, escrito
acompaña al piano. El padre maneja un el siglo XX, son nuestros libros de caba- tonces, la marina era como una institución
llerías. con el dolor del vencido, pero con sinceri-
poco el cuerno de caza, pero no quiere nun- localizada en Venecia y Trieste, es decir, dad de historiador imparcial, celosamente es-
ca empuñarlo. Prefiere su vaso de cerveza Hay, no obstante, en el cine un catastro de espíritu italiano. Pronto iba a transfor- crupuloso con la verdad.
y su larga pipa de porcelana. Y mientras fico momento. Es el del intermedio, cuando marse en institución austrohúngara, anima- El original de la obra de Sokol, escrita en
los jóvenes tocan, cantan y bailan, él sonríe termina una película y mientras ponen otra da de espíritu germano. alemán, comprende cuatro volúmenes muy
interminablemente, los ojos chispeantes, las Se encienden bruscamente las luces, y ! is Fue en los decenios de 1850 a 1870, bajo documentados y pródigos en detalles, sin
mejillas encendidas, una mano ancha, pa- espectadores pasan, sin transición, de la la inteligente dirección del archiduque Fer- escatimar la crítica, a veces severa, para
triarcal, acariciando con pansa y compla- poesía a la prosa cruda, de la vida fantás- nando Maximiliano. En 1864 probaba el al- sus compatriotas.
cencia el tonel voluminoso de la barriga... tica, a la vida real. Se miran deslumhrados mirante Tegetthoff su temple de marino lu- 151 rapitán de corbeta de la marina fran-
En Francia, medio mundo está ahora char- unos a otros. El boticario ve entonces a su chando en Helgoland contra fuerzas dane- cesa. Mr. Renato Jouan ha publicado ahora
lando o leyendo. El alcalde, el notario, el lado al sastre, el sastre a la alcaldesa, la sas superiores, y dos años después obtenía una. versión en francés resumiendo los cua-
industrial, el comerciante tienen tertulias alcaldesa al curtidor, el curtidor al secretario, la victoria de Lissa contra la escuadra ita tro tomos.
animadísimas. La temperatura en las casas y el secretario, afligido, a su esposa, con los liana de Persano. Desaparecieron do los mares todos los na-
es una delicia viniendo de las calles heladas. labios mustios, acribillados de grietas, y enci Los mandos del almirante Spaun, del con- vios que honrosamente arbolaron durante la
Se habla de las fiestas de Navidad y de Año ma un bozo tan áspero que parece bigote. de Montecuccoli y del almirante Antón Haus guerra el pabellón rojo y blanco de la doble
Nuevo. Hay cuchicheos misteriosos: todo el ¡Santo Dios! ¡Y pensar que, aun no hace un elevaron sucesivamente el nivel de la mari- monarquía. A lo? supervivientes de la. flota,
mundo anda metido en regalos, para l'.s minuto, en la pantalla brillaban los ojos este- na austrohúngara, convirtiendo al imperio centenares de oficiales con su profesión
padres, para los esposos, para los hijos, lares y la boca húmeda de .íeanette Mac de Francisco José I en potencia naval de truncada, sólo les queda el tesoro de recuer-
para los amantes. Salen a descorcharse unas Donald! «¿Tienes frío?», le pregunta ella -)' primer orden. dos de los días heroicos vividos por la ma-
botellas de Borgoña o Burdeos. Se paladean, él, al notar que se estremece involuntaria- La política naval de Austria-Hungría, co rina y un viejo uniforme que no tendrán
se catan, se alaban los vinos. Oh, vous sa- mente. Y el pobre hombre, encogiendo li s nectada con la que emanaba de Berlín, SP derecho a llevar más que cuando se les ron-
vez, (a fait du bien un petit verre! Los ojos hombros y bajando la vista, dice con un sus- desarrolló hábilmente enfocada, hacia el ob ga como mortaja.
brillan, los labios se humedecen. La gente piro: «Sí, un poco». Afortunadamente, la luz jetivo primordial de las realidades naciona- Es la tragedia, dp la difunta marina, de
joven habla de amor. Los maduros y hasta vuelve a apagarse y en la pantalla irrumpe les: la seguridad de las fronteras maríti- Austria-Hungría, que pasada la época de
los viejos hacen como si fueran jóvenes. En ágil y alocada, una turba de girls, con las mas del imperio en el Adriático (con 4.000 rencores y de apasionamientos que en todo
un rincón, bajo una lámpara, unos mucha- piernas al aire... Cuando dan las ocho, la kilómetros de desarrollo de costas, inclu- el mundo removió la gran guerra, han de
chos precoces leen absortos las obras de gente sale del cine materialmente ebria, yendo el perfil de las islas) que la artificio- apreciar en toda su magnitud cuantos sean
Wells. Incluso las cocineras lloran dulce- como los chinos salen del fumadero de opio. sa alianza con Italia no garantizaba, y la capaces de comprender la grandeza de las
mente en su cuarto tibio y coquetón, una En un salto se llega a casa. ¡Qué horror! previsión de que una posible guerra euro ideas de patria y marina; tragedia que re-
vieja novela en la mano; lloran porque en El aceite se heló en la tinaja. Los chicos boa pea convertiría a la flota austríaca n flan- vive vigorosamente a, través de las páginas
las marquesas de Paul Bourget reconocen tezan y refunfuñan. El más pequeño Hora. co mediterráneo de la, poderosa marina ale- del comandante Sokol.
sus propias complicaciones psicológicas... Todo el mundo se cae de fatiga y de sueño, mana. Sus posiciones sobre la costa orien-
Pero aquí, en esas rudimentarias poblacio- de esa fatiga y ese sueño macizos, que sólo tal adriática eran formidables como bases JUAN B. ROBERT
nes españolas, ¿dónde está la gente los do- se experimentan precisamente los días de navales, especialmente de submarinos.
mingos, a las seis de la tarde, en invierno? fiesta. ¿A qué cenar? Se comió mucho al Al estallar la. guerra contaba la marina
En las restantes estaciones del año el tiempo mediodía. No se hizo ejercicio. Los caramelos austrohúngara con las siguientes unidades,
convida a salir de paseo, y hay además fe- tomados en el cine aun empastan la boca. Y computando sólo los navios con menos de
rias y fiestas. Pero ahora, con este frío el frío es irresistible. Dos cucharas de sopa, veinte años de edad: MUNICIPIO QUE SUBVENCIONA
abominable y esa temprana oscuridad, si no un bocado de queso y un trago de vino. 15 acorazados, sumando 177.000 toneladas.
está en casa, ¿estará la gente en la iglesia? Basta, y a dormir. 2 cruceros acorazados, con 13.000 ídem. A SUS HABITANTES
No: ahora mismo salieron de la novena. Eran El dormitorio parece la Siberia. Cualquie- 9 cruceros protegidos, con 26.200 ídem. Este milagro — y decimos milagro porque
dos docenas nada más, casi todo beatas horri- ra se desnuda ahí dentro, a la luz de ana 60 destructores y torpederos, con 18.500 id. cualquier otra palabra resultaría débil para
piladas de frío. ¿Estará, pues, la gente, en vela cuya luz mortecina parece coagularse 6 submarinos, con 1.500 ídem. expresar la realidad — ocurre en Ebern, peque-
los cafés, en los casinos? Tampoco; en los en el aire escarchado. Vamos a ver; una, Estas fuerzas navales equivalían a los dos ña población de Franconia. Sus felices ciuda-
cafés hoy sólo dos mesas ocupadas: la de los dos y tres: a la cama. ¡Ay, las sábanas! ¡Qué tercios, aproximadamente, de los efectivos danos, en lugar de pagar impuestos al Ayun-
que juegan al dominó, desde hace treinta y barbaridad! Son hielo puro. Esto es morirse, italianos, a los que casi igualaba en cuan- tamiento, reciben, al contrario, una subven-
ción anual de 60 marcos por cabeza.
tantos años, y la de los que juegan al ¡santo Dios! Un soplo a la vela, y a desapa- to a los acorazados. La explicación de este fenómeno, verdadera-
parchís, desde hace tres meses. Y en el ca- recer de este mundo. El personal en tiempo de paz sumaba cer- mente extraordinario es el siguiente:
sino, después del cisma entre derechas e iz- Entonces, en la oscuridad absoluta, el pro ca de 2.000 oficiales y 18.000 hombres de El Ayuntamiento de Cbern posee e «tensos bos-
quierdas, ya no queda nadie: está frío y vinciano, encogido de frío, recuerda volup- marinería, Al empezar las hostilidades se ques, cuya explotación permite subvenir a to-
oscuro COBJO una nevera. ¿Se habrá metido tuosamente las cálidas imágenes vistas por la aceleraron las construcciones de buques en das las necesidades comunales y deja, además,
la gente en el baile? No; ¡si ya no hay baile! tarde en el cine. A medida que las repasa curso, sobre todo de submarinos, con la un remanente, que se reparte entre los privile-
Pue¿, señor, si la gente no está ni en casa, ni ayuda de los alemanes. giados mortales que han tenido la suerte de
tiritando, el suave calor de su cuerpo va nacer y vivir en tan frondoso lugar.
en la iglesia, ni en la tertulia doméstica, ni invadiendo la cama. El sopor va ganando Tanto la valía del personal como la calidad Por si esto fuera poco, los ciudadanos de
en el café, ni el casino, ni en el baile, ¿habrá poco a poco sus miembros inmóviles. Se del material y el entrenamiento de las tripu- Ebern reciben gratis de su Ayuntamiento, lefia
emigrado a otro mundo?... Ni más ni menos: acabó la jornada festiva. ¡Hasta el domingo laciones, eran excelentes. para todo el invierno.
la población cxi pf>-\j i»s ui trasladado a un que viene todo será prosa! Y así, hecho i;o La movilización do la flota se verificó rá- Excusado es decir <iue Ebern tiene estableci-
mundo irreal, fantástico, deslumbrador e ilu- ovillo consigo mismo y con el tesoro de sen- pida y ejemplarmente. das contra la inmin ración leyes mucho más ri-
sorio. ¿Sabéis dónde está? Pues, muy senM- saciones recibidas allá, en el sonadero del Como impresión personal de aquellos ins- gurosas que los Estados Unidos y que los hijos
lio: en el cine. adoptivos y ciudadanos honorarios no tienen
pueblo, nuestro hombre — o nuestra mujer tantes pavorosos, recordamos nuestra asis- derecho a participar en los repartos.
Así como las muchedumbres medievales, — se duerme suavemente, insensiblemente, tencia a la misa en sufragio de los archi-
asoladas por la guerra y la peste, se refu- mientras en la calle el viejo termómetro del duques Francisco Fernando y Sofía, asesi-
giaban en ««• nasa de Dios, en las catedrales boticario marca seis grados bajo cero y sobre nados en Sarajevo, cuvo crimen fue la chis-
inmensas, para gozar allí de una paz que el tejado musgoso van cayendo de puntillas pa qww encendió la inmensa hoguera de la loaos los artículos qne publica LA VANGUARDIA
no es de este mundo y oír la consoladora pro- los primeros copos de nieve. guerra mundial. Se celebró dicha misa a han sido escritos expresamente para este periódico.
mesa de una vida mejor; así como los chinos, j GAZIEL bordo del crucero «Kaiser Rarl VI»; fondea- Prohibido reproducirlos sin citar su procedencia

Vous aimerez peut-être aussi