Vous êtes sur la page 1sur 4

María Guerra: El legado de una curadora

Por Antonio Bertrán

(25-May-1999).
Publicado en Periódico Reforma

María Guerra ejerció su profesión de curadora incluso ante la muerte.


Al enterarse que padecía cáncer de páncreas, seleccionó el lugar
donde quería pasar sus últimos meses de vida, eligió cuidadosamente
a los pocos familiares y amigos que recibiría en los momentos de
fortaleza física y decidió el destino de sus cenizas.

En el momento del diagnóstico médico, diciembre del año pasado,


estaba trabajando con Paloma Porrás en la curaduría de Unhaused.
Tiempo de mudanza, una exposición que se presentará el próximo
año en el Ex Colegio de San Ildefonso para mostrar la manera en que
los artistas internacionales de los 90 asimilan en su obra la
sobreinformación imperante en las megalópolis que habitan.

"Unhaused es el proyecto que ella está trabajando, y digo está porque


aunque María no vive ya, dejó toda la documentación y las pautas para
que siguiera adelante", comenta la pintora Betsabeé Romero, quien fue
elegida por la curadora para estar cerca durante sus últimos cuatro
meses de vida.

"Incluso nos decía: 'ya no voy a poder seguir decidiendo, así es que si
tienen dudas, traten de ceñirse al criterio que he marcado y decidan
ustedes, pero si aún así no pueden hacerlo, yo les enviaré señales
desde donde esté'".

Nacida el 8 de diciembre de 1957 en la Ciudad de México, María fue


hermana gemela de Ana. Los señores Guerra, Arturo y Emma, tuvieron
un par de mellizas más y después dos hijas.

"Eramos gemelas de espejo: estábamos una frente a otra en el vientre


de nuestra madre, por eso María era zurda y yo derecha, y por esa
misma circunstancia también, mostramos capacidades distintas y
complementarias", comenta la hoy directora de la agencia de
publicidad Imaginería.

"Daba mucha guerra, pero siempre de la mejor", recuerda el también


curador Francesco Siqueiros, quien radica en Los Angeles y conoció a
María cuando tenía unos 20 años. "Era hiperdinámica y llevó su
apellido muy al pie de la letra".

La mayoría de las personas que convivieron con María, como el músico


Vicente Rojo Cama con quien formó, entre otros artistas, el grupo
Atentamente, La Dirección (1992), aseguran que se distinguía por su
buen ojo crítico y por la honestidad que le permitía decir lo que
pensaba sin tapujos, en voz alta y en la cara de quien fuera.

"Era muy alegre y mordaz", recuerda Rojo Cama, "le gustaba provocar
a la gente con un afán de cuestionamiento inteligente, aunque no
todos lo percibían así. Detestaba la mediocridad y era siempre la
primera en señalarla".

Para destacar su sentido profesional, Betsabeé Romero asegura que no


fueron pocas las ocasiones en las que se negó a incluir en sus
curadurías el trabajo de algún amigo artista porque no le parecía
bueno.

"Por contradictorio que parezca, María era una persona frágil y dulce,
pero hacía honor a su apellido si por hacer la guerra entendemos su
incapacidad para mentir -sus ojos no se lo permitían- cuando veía la
obra de los artistas, se enfrentaba a los burócratas o visitaba galerías",
afirma su hermana. "O si por guerra entendemos la pasión porque sus
proyectos vieran la luz".

De Arte y Alta Cocina

Desde los 15 años de edad, o quizás antes, María mostró interés por
las artes plásticas, refiere Ana, las clases de historia del arte eran las
únicas que le interesaban en realidad y desde entonces no dejó de
leer, estudiar y apasionarse por la plástica.

Su interés por el extranjero se empezó a manifestar desde la


universidad. Estudió en el Kansas City Art Institute donde se graduó en
1982 y regresó a México para trabajar en el Museo de Arte Moderno
con Helen Escobedo. Hasta su muerte, viajó con frecuencia a ciudades
como Nueva York, Londres y Zurich para ver arte.

Yishai Jusidman, uno de los creadores a los que impulsó, escribió en


su columna de REFORMA, El Ojo Breve (05/05/99), que en el grupo
Atentamente, La Dirección, Guerra coreografió, a lo largo de tres años,
una serie de interesantes eventos con los artistas Mario Rangel, Carlos
Somonte, Dominique Liquois, Eloy Tarsicio y el ya mencionado Vicente
Rojo. Posteriormente se unió al grupo Biota, reconocido en el
underground performancero neoyorquino.

Nadie sabe a ciencia cierta por qué renunció a ejercer el arte para
dedicarse a curarlo.

Rojo Cama supone que quizá influyó en esta decisión su desencanto


del medio y el ambiente de creación en México. "Pienso que creyó que
organizando exhibiciones podría contribuir teóricamente en el
desarrollo de las artes y en la manera en que el público reflexiona con
un discurso estético".

Rangel asegura que la formación que María tuvo como artista no la


abandonó en su trabajo curatorial, el cual vivió de manera creativa
debido al nivel de apasionamiento y rigor que ponía. Pero Romero le
reprocha el que no haya ejercido la crítica por medio del ensayo.

Fue directora de la Galería Arte Mexicano (1991-92) y entre sus


proyectos como curadora independiente destacan La ilusión perenne
(con Guillermo Santamarina, Art Center College of Design, 1991) Las
nuevas majas (Casona II SHCP y Otis College of Art, 1993-94), Es mi
vida, voy a cambiar al mundo (X-Teresa y ACME Gallery, 1995) y
México Ahora, punto de partida (itinerante en museos de Estados
Unidos, 1997-99).

Minimalista y elegante en el vestir, María regularmente se presentaba


de negro, sólo usaba un perfume, Magie Noire, y gustaba de las
mascadas de colores. Su otra pasión fue el ejercicio de la culinaria.

"Experimentaba un gusto enorme por cocinar platillos


complicadísimos, por cenar sopa de misoh, desayunar salmón, beber
buen vino tinto o vodka Absolut helado", recuerda su hermana. "Le
gustaban los gatos persas, mejor si eran blancos y pequeños".

La Carpeta Bajo el Brazo

La regla de oro de María Guerra para relacionarse fue no mezclar los


grupos, pero debido a las buenas relaciones que tenía en el círculo del
arte nacional e internacional siempre estaba promoviendo contactos
entre artistas y curadores.

"Conocía a muchísima gente y participaba en diversos grupos que no


ligaba entre sí, pero tenía la sensibilidad de decirte 'tienes que
conocer a fulano porque te vas a llevar muy bien con él' y así formaba
núcleos de trabajo y discusión", comenta Romero. "Aprovechaba para
ello las situaciones informales, era una curadora de 24 horas".

Interesada siempre en el trabajo de los artistas jóvenes, visitaba sus


talleres con frecuencia y cuando algo le parecía bueno, se dedicaba a
trabajar en su promoción. También le gustaba invitar al taller a otros
curadores para contrastar su opinión

"Cuando María se clavaba con un artista, llevaba su carpeta a todas


partes y hablaba en las galerías sobre la importancia de su obra", dice
Paloma Porrás. "Los artistas que impulsó como Jusidman, Julio Galán,
Gabriel Orozco, Francis Alys, Carlos Arias, Pablo Vargas Lugo, Melany
Smith, Laureana Toledo y Betsabeé Romero, han llamado la atención
en el ámbito internacional".
Todos ellos fueron, entre muchos otros amigos, quienes no dejaron de
buscarla y llamarla a su departamento de Amsterdam, en la Colonia
Condesa... Hasta el 27 de abril pasado, cuando a las 5 de la tarde,
María se unió a esos grupos de mujeres que veía en sus últimos
sueños flotando sobre el agua.

"Sus cenizas", dice Ana, "fueron esparcidas en el lago de la ciudad de


Zurich, el único lugar al que estuvo ligada emocionalmente (por un
amor) y en el que soñaba volver a nacer

Vous aimerez peut-être aussi