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Turberas de montaña de Galicia

9 788445 331408
A. Martínez Cortizas, E. García-Rodeja Gayoso - Coordinadores

COLECCIÓN TÉCNICA
MEDIO AMBIENTE
Turberas de montaña de Galicia

CONSELLERÍA DE MEDIO AMBIENTE


Centro de Información e Tecnoloxía Ambiental

XUNTA DE GALICIA
TURBERAS DE MONTAÑA
DE GALICIA

A. MARTÍNEZ CORTIZAS
E. GARCÍA-RODEJA GAYOSO
(Coordinadores)

XUNTA DE GALICIA
Consellería de Medio Ambiente
Centro de Información e Tecnoloxía Ambiental
TURBERAS DE MONTAÑA
DE GALICIA

XUNTA DE GALICIA
CONSELLERÍA DE MEDIO AMBIENTE
Centro de Información e Tecnoloxía Ambiental

Coordinadores:
A. MARTÍNEZ CORTIZAS*
E. GARCÍA-RODEJA GAYOSO*
* Universidade de Santiago de Compostela

Relación de Autores:
F. CASTILLO RODRÍGUEZ**
W. CHESWORH***
M. I. FRAGA VILA*
E. GARCÍA-RODEJA GAYOSO*
M. GARCÍA TASENDE*
A. MARTÍNEZ CORTIZAS*
J. C. NÓVOA MUÑOZ*
A. PÉREZ ALBERTI*
X. PONTEVEDRA POMBAL*
A. SAHUQUILLO BALBUENA****
M. VALCÁRCEL DÍAZ*
* Universidade de Santiago de Compostela
** CEFOCOP, Ferrol
*** L.R.S. University of Guelph, Canadá
**** Universidade da Coruña

Deseño e maquetación:
Ninfa e Riveiro

Impresión:
Valladares

D.L.: C - 1849 - 2001

ISBN: 84-453-3140-X
TURBERAS DE MONTAÑA
DE GALICIA

Autores:
F. Castillo Rodríguez
W. Chesworh
M. I. Fraga Vila
E. García-Rodeja Gayoso
M. García Tasende
A. Martínez Cortizas
J. C. Nóvoa Muñoz
A. Pérez Alberti
X. Pontevedra Pombal
A. Sahuquillo Balbuena
M. Valcárcel Díaz
José Carlos del Álamo Jiménez
Conselleiro de Medio Ambiente

Galicia, por su posición latitudinal, es una región de transición, un territorio en


el que confluyen condiciones biogeográficas variadas que se traducen en una gran
diversidad de hábitats y especies. Entre los hábitats excepcionales que contribu-
yen a esta rica biodiversidad se encuentran las turberas de montaña.

La excepcionalidad de las turberas viene dada por el hecho de que Galicia cons-
tituye el límite meridional de distribución de algunos de los tipos más relevantes,
y muy en particular las turberas de cobertor. Pero también se debe al papel que
desempeñan estos ecosistemas húmedos en las áreas en las que se encuentran:
intervienen en el control hidrológico, colaboran en el mantenimiento de la biodi-
versidad y el equilibrio de las cadenas tróficas, son indicadores de impactos
ambientales a escalas locales, regionales y globales, etc…. Si embargo, tal vez la
característica más destacable es que son auténticos archivos de la historia
ambiental del final del Cuaternario.

Las turberas son libros escritos por la Naturaleza, aunque en un lenguaje y con
palabras que no son las habituales en nuestra vida cotidiana. Por ello, es necesa-
rio un esfuerzo científico que nos ayude a leer, interpretar y comprender estos
registros. Y así, recuperar una parte de la historia de los ecosistemas pretéritos,
que pasará a complementar los conocimientos sobre la evolución del noroeste
peninsular. Este conocimiento es clave para evaluar el papel de la actividad huma-
na en la evolución ambiental, para poner en perspectiva los cambios a los que nos
enfrentamos en el presente y para desarrollar modelos de escenarios futuros de
cambio.

El Centro de Información e Tecnoloxía Ambiental, consciente de esta necesidad


y plenamente en la línea de las políticas europeas, nacionales y autonómicas de
protección de los hábitats singulares -como las representadas por la Red Natura
2000 a nivel europeo o la Estratexía Galega para a Conservación da Biodiversidade,
a nivel autonómico-, ha dado respaldo a la elaboración de esta obra por investiga-
dores de nuestra Comunidad Autónoma, con el apoyo de científicos de reconocido
prestigio de universidades extranjeras. El objetivo prioritario es fortalecer la trans-
misión de conocimientos desde los niveles universitarios hacia el público en gene-
ral y dar a conocer la existencia de estos humedales en nuestra Comunidad. Un
buen conocimiento es la base para la puesta en valor de los ecosistemas de
Galicia, para que reconozcamos que la biodiversidad, tanto presente como pasada,
forma parte de nuestro valioso patrimonio y que su preservación ha de ser un obje-
tivo irrenunciable.

Tal como apuntan los coordinadores de esta obra en su presentación, en los


albores del siglo XXI el grado de desarrollo de las comunidades humanas debe ser
evaluado por el conocimiento, respeto y conservación que éstas hagan de sus
recursos naturales, de su biodiversidad.
PREFACIO

Las turberas son, antes que nada, miles de años que, debido a su particu-
ecosistemas húmedos caracterizados lar desarrollo en el tiempo, almacenan
por su elevado contenido en materia señales procedentes de la atmósfera, la
orgánica y por desempeñar funciones litosfera o la biosfera. En síntesis, tie-
ambientales vitales en los medios en nen un elevadísimo valor ambiental y
los que están presentes (control hidro- científico y, por añadidura, un extraordi-
lógico, corredor biológico, …). Pero, tal nario valor como patrimonio natural y
como indica Barber (1993), las turberas cultural.
son también hábitats que preservan Las turberas se encuentran entre los
registros de la biodiversidad pasada de hábitats más vulnerables a las interfe-
una forma única, en los cuales la vege- rencias humanas, las cuales suelen con-
tación actual es tan sólo una represen- ducir a daños irreversibles. Tal como
tación muy parcial de su biodiversidad demuestran los estudios llevados a
pretérita. Las turberas son las únicas cabo en las Islas Británicas, simplemen-
comunidades de plantas que crean in te no se regeneran tras intervenciones a
situ un registro detallado de su propia gran escala (Lindsay, 1993). Según
historia en forma de restos de macrofó- Barber (1993), un factor vital que se
siles de las plantas, e incluídos entre olvida con frecuencia en el desarrollo
estos restos están los registros estrati- de los programas de protección, es la
ficados del polen de las comunidades importancia y el carácter irremplazable
vegetales de sus alrededores, de algu- del tiempo, el desarrollo como sistema
nos invertebrados, de polvo procedente histórico de estos hábitats. Las activi-
de la erosión, de carbones y partículas dades humanas, como la extracción de
magnéticas, de cenizas volcánicas y de turba, la construcción de pistas y carre-
las condiciones hidrológicas pasadas de teras, la edificación de infraestructuras,
la superficie de la turbera (Barber, la reforestación, la transformación agrí-
1993). También contienen registros de cola o la ganadería extensiva, dan lugar
la contaminación atmosférica, de los a la pérdida de este registro histórico
cambios ocurridos en el paisaje induci- que forma parte de nuestro patrimonio.
dos por la actividad humana y de los Galicia es una región biogeográfica
cambios climáticos. Las turberas son privilegiada en el contexto peninsular, e
pues auténticos archivos, contínuos y incluso europeo, en cuanto a distribu-
de gran resolución, de cambios ambien- ción y riqueza de tipos de turberas.
tales globales y locales a escalas de Constituye el límite meridional de la
distribución de turberas ombrotróficas ria o la geoquímica. Es por tanto el tra-
de cobertor en nuestro continente, que bajo de un grupo de investigación y sólo
forman amplios paisajes desarrollados motivos circunstanciales hacen que la
durante el Holoceno (últimos 10.000 responsabilidad de la edición haya reca-
años), y alberga una amplísima variedad ído en dos de sus miembros.
de turberas elevadas y minerotróficas El libro ha tratado de organizarse de
difícil de encontrar en otras zonas del modo que el lector vaya profundizando
mundo. Estos humedales están presen- en el conocimiento de estos hábitats. En
tes desde las áreas litorales, pasando el capítulo 1 se ha intentado resumir el
por zonas hidromorfas continentales, inmenso volumen y variedad de los
pero donde se expresan en toda su ple- estudios dedicados a las turberas, tanto
nitud es en las áreas de montaña. Es por a nivel mundial como en Galicia, aunque
ello que el libro se ha orientado hacia no pretende ser exhaustivo sino repre-
estos hábitats. Las áreas litorales e sentativo. El capítulo 2 es una breve
interiores contienen humedales de gran reseña sobre la distribución de las tur-
belleza e igualmente de alto valor beras y su momento de formación, para
medioambiental y científico, por lo que disponer de una visión geográfica y cro-
creemos que merecen una obra que los nológica de las mismas en nuestra
trate de forma particularizada. Comunidad Autónoma.

¿Qué aporta este libro? La presente El capítulo 3 resume los principales


obra pretende dar una visión de la factores que influyen en la formación de
importancia de los ecosistemas de tur- las turberas y está pensado para quie-
bera en Galicia, que se ha ido desarro- nes no desean profundizar en los mis-
llando durante casi dos décadas de tra- mos, los cuales se describen en los capí-
bajo en las áreas de montaña y durante tulos 4, 5 y 6. El capítulo 7 se adentra en
los últimos años se ha enfocado al cono- la, a veces confusa, terminología de tur-
cimiento en profundidad de las turberas. beras, los principales tipos existentes
Nuestra visión actual es una amalgama en Galicia y su clasificación como suelos
de experiencias y conocimientos proce- y como hábitats -haciendo uso del
dentes no sólo de la disciplina a la que Interpertation Manual de la Red Natura
pertenecemos los coordinadores, sino 2000-, para contextualizarlas en la
también de investigadores -nacionales y región atlántica a la que pertencemos.
extranjeros- de otras muchas, como la Los capítulos 8 y 9 se dedican a las
botánica, la geomorfología, la paleoeco- propiedades físico-químicas de la fase
logía, la paleoclimatología, la prehisto- sólida y líquida de las turbas y las tur-
beras, mientras que el capítulo 10 es Aunque entre la comunidad cientifica es
una introducción al empleo de algunas bien conocido y apreciado el valor de las
de esas propiedades geoquímicas como turberas, a nivel público son hábitats
señales de cambios ambientales. En el escasamente conocidos, cuando no teni-
capítulo 11 se aborda el estado actual dos por marginales, no productivos o
de las turberas en nuestra Comunidad simplemente inservibles. Tan sólo
Autónoma, los factores y actividades recientemente la sensibilidad de los
que influyen en su degradación, y se dan sectores ecologistas ha puesto sobre la
algunos ejemplos de evolución reciente. mesa el debate entre conservación y
El capítulo 12 trata de reunir de forma alternativas de protección para estos
sintética los valores que hacen de las ecosistemas, y nos consta que a nivel
turberas ecosistemas únicos que deben individual son más las personas sensibi-
ser preservados de forma prioritaria. Y, lizadas, incluso en la Adminsitración
finalmente, el capítulo 13 se introduce Pública.
en la maraña legal en la cual se pueden La falta de divulgación de sus valores
apoyar las políticas proteccionistas para posiblemente sea una de las causas de
promover la urgente protección de estos esta situación. Por ello, los coordinado-
hábitats. res de este libro queremos agradecer el
Aunque hasta hace relativamente esfuerzo y apoyo de la Consellería de
poco tiempo las turberas de Galicia se Medio Ambiente a esta obra, con la que
encontraban en un estado de conserva- pretendemos dar a conocer unos hábi-
ción razonablemente bueno, la presión tats naturales de elevadísimo valor
para la transformación de estos hábitats natural y científico, que demandan una
es creciente. Así, si bien a nivel inter- acción urgente para profundizar en su
nacional la conservación de las que conocimiento, su puesta en valor social
todavía quedan es tomada como priori- y su preservación -tal vez dentro de la
dad elevada, la situación actual en Estratexía Galega para a Conservación
Galicia es ciertamente controvertida. da Biodiversidade-. En los albores del
Por un lado la puesta en marcha de la siglo XXI el grado de desarrollo de las
Red Natura 2000 exige la conservación comunidades humanas debe ser evalua-
obligada de estos hábitats, mientras do por el conocimiento, respeto y con-
que por el otro las turberas se encuen- servación que éstas hagan de sus recur-
tran sometidas a presiones o activida- sos naturales, de su biodiversidad tanto
des que conllevan su degradación. presente como pretérita.

A. Martínez Cortizas
E. García-Rodeja Gayoso
Santiago de Compostela, Junio 2001
INDICE
Capítulo 1: Antecedentes de los estudios de turberas
X. Pontevedra Pombal
Introducción ...............................................................................................................................................17
Los ecosistemas de turbera en el ámbito internacional ..........................................................................18
Los ecosistemas de turbera en Galicia ....................................................................................................30

Capítulo 2: Distribución geográfica y cronología de las turberas de Galicia


A. Martínez Cortizas, X. Pontevedra Pombal, J.C. Nóvoa Muñoz y E. García-Rodeja
Distribución geográfica..............................................................................................................................33
Cronología de las turberas de Galicia.......................................................................................................35

Capítulo 3: Factores que influyen en la formación de las turberas


A. Martínez Cortizas y X. Pontevedra Pombal
Introducción ...............................................................................................................................................39
El relieve y su evolución ............................................................................................................................40
El clima presente y pasado .......................................................................................................................42
La vegetación.............................................................................................................................................44

Capítulo 4: Geología y geomorofología de las áreas de turbera de Galicia


M. Varcárcel Díaz y A. Pérez Alberti
Introducción ...............................................................................................................................................47
Evolución del relieve. Una historia de millones de años..........................................................................53
Evolución geomorfológica y turberas .......................................................................................................56

Capítulo 5: El clima de las áreas de turbera de Galicia


F. Castillo Rodríguez
Introducción ...............................................................................................................................................65
La precipitación..........................................................................................................................................67
Distribución espacial de los aportes pluviométricos .......................................................................68
La estacionalidad pluviométrica ....................................................................................................68
La componente orográfica de la precipitación .................................................................................71
Los gradientes pluviométricos .......................................................................................................72
El clima de las áreas de montaña .............................................................................................................72
Serras Septentrionais ...................................................................................................................72
Serras Orientais ...........................................................................................................................75
Serras Surorientais ......................................................................................................................77
Otros escenarios: las sierras litorales y la Dorsal galaica.................................................................77

Capítulo 6: Vegetación característica de las turberas de Galicia


M.I. Fraga Vila, E. Sahuquillo Balbuena y M. García Tasende
Introducción ...............................................................................................................................................79
Composición florística ...............................................................................................................................81
Comunidades vegetales.............................................................................................................................88
Características particulares de especies representativas de las turberas ..............................................92
Sphagnum spp. ............................................................................................................................92
Calluna vulgaris y Erica spp...........................................................................................................95
Adaptaciones de las hojas de las plantas insectívoras para la captura de sus presas.........................96

13
Capítulo 7: Las turberas: terminología, tipos y clasificaciones
A. Martínez Cortizas
Terminología y tipos de turberas...............................................................................................................99
Secuencia de formación ..........................................................................................................................101
Clasificación y tipología de las turberas de Galicia................................................................................104
Jerarquía de los rasgos de turberas .............................................................................................105
Los macrotopos .............................................................................................................105
Los mesotopos ..............................................................................................................106
El microtopo .................................................................................................................107
Las microformas/elementos de las turberas ..........................................................................108
Tipos de turberas de Galicia ........................................................................................................111
Turberas de cobertor .......................................................................................................111
Turberas elevadas ..........................................................................................................116
Turberas minerotróficas (tremedales y turberas de transición)....................................................120
Tipos de hábitats de turberas Red Natura 2000.............................................................................123

Capítulo 8: Composición y propiedades de la turberas de Galicia


X. Pontevedra Pombal, J.C. Nóvoa Muñoz, E. García-Rodeja Gayoso, A. Martínez Cortizas
Tasas de acumulación de turba ...............................................................................................................129
Propiedades físico-químicas de la turba .................................................................................................133
Suelos de turbera: Histosoles..................................................................................................................137

Capítulo 9: Dinámica geoquímica de las turberas de Galicia


A. Martínez Cortizas, W. Chesworth y E. García-Rodeja Gayoso
Química de las aguas superficiales de turbera.......................................................................................141
La distancia al mar y el relieve ....................................................................................................143
Tipo de turbera: ombrotrófica vs minerotrófica ..............................................................................143
Estado de las aguas superficiales: estancadas vs circulantes .........................................................145
Otros efectos .............................................................................................................................145
Los ambientes químicos en las turberas.................................................................................................145

Capítulo 10: Las turberas como archivos geoquímicos de cambios ambientales


A. Martínez Cortizas, E. García-Rodeja Gayoso, X. Pontevedra Pombal y J.C. Nóvoa Muñoz
Introducción..............................................................................................................................................149
Algunos ejemplos.....................................................................................................................................156

Capítulo 11: Evolución y estado actual de las turberas en Galicia


X. Pontevedra Pombal y A. Martínez Cortizas
Introducción..............................................................................................................................................163
Estado de conservación de las turberas de Galicia ................................................................................166
Ocupación y transformación de los ecosistemas de turbera en Galicia ................................................168
Transformaciones silvopastoriles .................................................................................................168
Ordenación del territorio .............................................................................................................170
Incendios ...................................................................................................................................171
Explotación minera .....................................................................................................................171
Infraestructuras ..........................................................................................................................172
Explotación de recursos eólicos ...................................................................................................173

14
Capítulo 12: ¿Por qué preservar las turbera?
X. Pontevedra Pombal, J.C. Nóvoa Muñoz, A. Martínez Cortizas y E. García-Rodeja Gayoso
El papel medioambiental de las turberas................................................................................................177
Control hidrológico y calidad de las aguas ....................................................................................178
Mantenimiento de la biodiversidad y equilibrio de las cadenas tróficas ..........................................179
Indicadores de impactos ambientales a gran escala ......................................................................180
Indicadores de calidad y deposición atmosférica ...........................................................................181
Archivos de los cambios paleoambientales ...................................................................................181
Efectos de las actividades humanas sobre las turberas.........................................................................182
Acciones que no deben realizarse en áreas de turbera protegidas ......................................................184
La conservación de las turberas ..............................................................................................................186

Capítulo 13: Legislación ambiental que concierne a las áreas de turbera


X. Pontevedra Pombal
Introducción..............................................................................................................................................191
El compromiso internacional ...................................................................................................................193
Marco ambiental legislativo ...................................................................................................................200
Situación legislativa actual .....................................................................................................................207
Legislación europea de mínimos ..................................................................................................207
Legislación española de aplicación básica ....................................................................................208
Legislación sobre humedales en Galicia .......................................................................................219

Bibliografía ..........................................................................................................................................................223

15
CAPÍTULO 1
X. Pontevedra Pombal

"Martini Schoockii.
Tratado sobre las tur-
bas o sobre las tierras
bituminosas: Donde
son explicadas muchas
cosas, bien descuida-
das por otros hasta
ANTECEDENTES DE LOS hoy o bien examinadas
con poca profundidad".
ESTUDIOS DE TURBERAS Portada del libro sobre
turba más antiguo
conocido. De Martini
INTRODUCCIÓN Schoockii (1658).

La bibliográfía sobre la investigación tema a partir de la propia evolución de


relacionada con las turberas tiene una la investigación.
larga y extensa trayectoria que proba- Sin duda alguna, se puede decir que
blemente se inició con los trabajos de las turberas constituyen el tipo de suelo
HOME (1762) sobre destilación de ácidos que ha sido estudiado desde más ámbi-
orgánicos en la turba, los estudios tos de la ciencia, incluyendo la botáni-
sobre la mineralogía de las turberas ca, la ecología, la química ambiental, la
escocesas de DOUGLAS (1767) y la identi- biogeoquímica, la ingeniería agrícola y
ficación cuantitativa de compuestos forestal, la ingeniería energética, la
gaseosos en turberas de WEBSKY (1864). geología o la edafología.

Esta dilatada trayectoria hace casi La razón de este prolífico y extenso


imposible, o al menos difícilmente via- campo de estudio se debe a la gran
ble, la elaboración de una revisión his- diversidad que exhiben las turberas
tórica que alcance a todas y cada una dependiendo del clima, la topografía, la

de las aportaciones científicas, por lo hidrología y la geología, y que se trans-


forma en una enorme variabilidad de
que parece más apropiado abordar el

17
características físicas, químicas y bioló- cripciones morfológicas hasta la
gicas de los suelos orgánicos. reconstrucción de las condiciones

Estas circunstancias son propias de ambientales pretéritas, bien sean his-

suelos que funcionan como verdaderos tóricas o prehistóricas.

puentes biogeoquímicos globales entre


la litosfera, la hidrosfera y la atmósfera,
LOS ECOSISTEMAS DE
siendo tremendamente dinámicos en el
TURBERA EN EL ÁMBITO
tiempo y en el espacio. Este dinamismo
INTERNACIONAL
se retroalimenta por las fuertes interre-
laciones y dependencias que se esta- La complejidad de los ciclos biogeo-

blecen entre los componentes del eco- químicos e hidrológicos que ocurren en

sistema y los factores ambientales. los ecosistemas de turbera ha obligado,


con frecuencia, a los investigadores a
Como indicó IVANOV (1981), el factor
reorientar sus esfuerzos. Los primeros
medioambiental clave es el agua ya que
trabajos en líneas monoespecíficas han
su presencia va a permitir la existencia
ido dando paso a la puesta en marcha
de turba pero su naturaleza química
de proyectos pluridisciplinares que per-
determinará el desarrollo de la turbera y
mitan comprender su dinámica global.
la composición botánica de la misma, a
la vez que estos dos aspectos modifica- Los estudios sistemáticos se inician
rán las características del agua hasta a finales del siglo XIX y principios del
alcanzar un nuevo equilibrio, el cual XX y han venido marcados por dos obje-
estará modulado por factores climáti- tivos fundamentales, la caracterización
cos, topográficos, geológicos o por la y clasificación de estos medios (WEBER,
actividad humana. 1908; W ITTING , 1947; D U R IETZ 1949;
FARNHAM & FINEY, 1965; RADFORTH, 1969;
En definitiva, la necesidad de com-
MOORE & BELLAMY, 1973; ZOLTAI et al.,
prensión de este complejo y delicado
1975; HULME, 1979) y su valoración para
entramado de interacciones que dan
el uso productivo (N EWTON , 1922;
lugar a abundantes tipos de turberas
DRIESSEN, 1977), si bien ambas líneas
con procesos evolutivos unas veces
han perdurado con más o menos inten-
divergentes otras convergentes, con sus
sidad hasta mediados de los años 80
propias cohortes florísticas, sus asocia-
del siglo XX.
ciones vegetales y sus propiedades físi-
cas y químicas específicas, ha ido gene- La diferenciación entre tipos de tur-
rando múltiples ramificaciones en la beras depende ampliamente de la esca-
investigación desde las primeras des- la a la que se realice la investigación.

18
La variabilidad en la intensidad y expre- Weber (1908) y posteriormente
sión espacial de las condiciones climá- BELLAMY (1968), utilizaron un esquema
ticas, geomorfológicas e hidrológicas ontogénico clásico en el desarrollo de
afectan a la acumulación de restos los tipos de turberas, reuniéndolos en
vegetales que constituyen la turba y por tres grupos basados en los cambios gra-
lo tanto a la propia formación de la tur- duales en el régimen hidrológico duran-
bera. A gran escala, las características te los procesos de colmatación y terres-
de extensión, forma o patrón superficial trificación (Tabla 1.1): Niedermoore

pueden ser suficientes para diferenciar (reófila o “rich fen”), Ubergangsmoore

tipos de turberas, pero también la prin- (de transición o “poor fen”) y

cipal fuente del agua o el balance hidro- Hochmoore (ombrófila o “moss bog”).
Por otra parte, la escuela fitogeográfica
lógico pueden utilizarse como rasgos
tipifica las turberas respecto a las inter-
diferenciadores y, a menor escala, la
acciones específicas de las comunida-
cobertura vegetal o las propiedades bio-
des vegetales y las propiedades físico-
geoquímicas permiten una evaluación
químicas de la turba, y K IVINEN (1954)
más detallada.
sostiene que las turberas se pueden
Es por ello que en los países en los dividir en dos grandes grupos según
que gran parte del territorio estaba estos criterios: Moss Peat y Fen Peat
constituido por turberas y suelos con (Tabla 1.1). El grupo de las turbas de
características turbosas, se han desarro- musgo (moss peat) presenta menor con-
llado numerosos sistemas de clasifica- tenido en Ca, N, cenizas, menor pH y
ción, incluso para regiones específicas, mayor relación C/N.
utilizando múltiples criterios combina-
Nucleadas por estas dos escuelas se
dos o aislados (hidrología, relieve, han multiplicado los intentos de clasifi-
vegetación superficial, origen botánico, cación de los suelos orgánicos desde el
propiedades químicas, morfología, pro- punto de vista fisiográfico (MOORE &
cesos genéticos, etc...), que abarcarán BELLAMY, 1973), estructural (SJÖRS, 1948;
la riqueza tipológica de éstos. Con este IVANOV, 1981) o hidrológico (KAULE, 1974;
objetivo se destacaron dos líneas prin- SUCCOW, 1982; GILMAN & NEWSON, 1986).
cipales: 1) la escuela ontogénica de De entre ellas destaca la clasificación
WEBER (1908) y 2) la escuela fitogeográ- climática de FRASER (1954) (Tabla 1.1),
fica, de la cual cabe mencionar a KIVINEN que agrupa las turberas escocesas en
(1934), WITTING (1947), DU RIETZ (1949), base al factor clima. Por un lado, las de
SJÖRS (1950) y GORHAM (1953). zonas climáticas marítima fría y maríti-

19
ma subártica, con alta precipitación y Por otro lado las turberas Azonales,
moderada a baja temperatura, es decir, Intrazonales o Topogénicas. Las azona-
turberas Climácicas o Zonales cuyo fac- les son el resultado de la interacción de
tor de formación principal es el clima. factores locales, un impedimento topo-

Tabla 1.1 Clasificación de los tipos de turberas. 1: Bellamy (1968), 2. Fraser (1954), 3. Kivinen (1954).

Sistemas de Clasificación de Turberas


REÓFILAS TRANSICIÓN OMBRÓFILAS
Minerotróficas muy ricas
en nutrientes
Minerotróficas pobres en
Minerotróficas ricas en nutrientes
nutrientes
Ombrotróficas
Minerotróficas
moderadamente ricas en
nutrientes Minerotróficas
extremadamente pobres en
Minerotróficas
nutrientes
moderadamente pobres en
nutrientes
1
ZONALES AZONALES-INTERZONALES
I. Ombrotróficas de áreas con baja altitud, baja I. Desarrolladas sobre aguas fluyentes con
temperatura y elevada precipitación. Zonas materiales de tipo sapropel o gyttja.
marítimas.
Basin Peats, swamp.
II. Ombrotróficas de áreas de elevada altitud,
II. Desarrolladas sobre suelos encharcados per-
baja temperatura y alta precipitación. Zonas
manentemente o temporalmente, en valles,
de montaña. Hills Peat
laderas, etc.
III. Clima Subártico
Minerotroficas y Marsh.
2 IV. Clima Ártico-Alpino
Tipo Cenizas (%) CaO(%) pH
Moss 3,7 0,6 3,6
Moss Carex moss 7,8 0,7 4,2
Peat Wood moss 6,3 0,6 4,3
Moss Carex 8,1 0,7 4,7
Wood Carex 10,2 1,1 4,8
Fen Eutrophic moss Carex 9,7 1,2 5,0
Peat Carex 8,8 1,0 5,0
Bryales Carex 10,1 1,9 5,7
3

20
gráfico a la circulación del agua y el ción de estas diferencias en términos
clima de una región, mientras que las de sus propiedades físico-químicas es
intrazonales o topogénicas se desarro- esencial para construir una clasificación
llan sobre otros suelos a lo largo de dis- operativa. Los rasgos que proponen son
tintas zonas por combinación de diver- aquellos especialmente relacionados
sos factores sin que el clima sea un con el contenido y grado de descompo-
denominador común y principal. sición de la materia orgánica como son
la capacidad de intercambio catiónico,
Las clasificaciones utilitaristas
el contenido en N y la relación C/N, el
desarrolladas en la Unión Soviética,
espesor o el porcentaje de fibras.
representadas entre otros por LARGIN
(1972) y OLENIN et al. (1972), emplean Sin embargo, independientemente
criterios estratigráficos, que reflejan los de su finalidad, la evolución de estas
procesos de formación en relación con investigaciones generó nuevas pregun-
las condiciones edáficas, geológicas e tas y la necesidad de profundizar en el
hidrológicas de la cuenca, el clima y conocimiento de todos los elementos
otros factores, y por lo tanto postulan del ecosistema y de sus interacciones,
que el agrupamiento de los tipos según desarrollándose las primeras técnicas
la macro morfología de la turbera refle- analíticas especificas y marcando la
ja las condiciones de formación. La dirección de estudios posteriores en la
denominaron Clasificación Natural de caracterización física y química de las
la Turba, y sería una sistematización turberas, su dinámica nutricional, su
genética y unificada que permitiría composición y distribución elemental, la
establecer la cuantía mundial de este naturaleza de la materia orgánica o las
recurso y determinar las perspectivas relaciones suelo - planta.
de su uso industrial y/o agrícola.
Los estudios previos demostraban
Esta línea de investigación es reto- que la turba no es un sustrato homogé-
mada por investigadores en Ciencia del neo (Tabla 1.2) y el comportamiento físi-
Suelo (ISIRIMAH et al., 1970; FRAZIER & co de sus suelos varía como resultado
LEE, 1971; MCKINZIE, 1974) con el fin de de la composición botánica, el conteni-
proporcionar unos parámetros cuantifi- do mineral y el grado de descomposi-
cables y fácilmente medibles, asimila- ción de la materia orgánica. Se trata de
bles a los utilizados para otros tipos de un sistema complejo en el que interac-
suelos, partiendo del criterio de que el túan una fase sólida o matriz constituí-
conocimiento de las diferencias morfo- da casi exclusivametne por materia
lógicas de los histosoles y la identifica- orgánica, una fase líquida o disolución

21
Tabla 1.2. Algunas clasifiaciones de los tipos de turba en función del contenido en cenizas (OSRC: Organic
Sediemnts Research Centre; LGS: Lousiana Geological Survey) (tomado de Jarret, 1983).

Sistemas de Clasificación de Turbas


0SRC JARRET(1983) DAVIS(1946) Ex-URSS LGS
0

BAJO 1
TURBA
TURBA MEDIO 2
TURBA TURBA
25 ALTO 3
TURBA
Contenido de Cenizas (%)

4
MUCK
5 ATURBERADO
CARBONOSO

BAJO ATURBERADO
SEDIMENTO

50 MUCK 6
MUCK MUCK
ARCILLOSO
ALTO LIMOSO
ARENOSO
GRUESO
MUCK
75 ARCILLOSO
NO-TURBA
SEDIMENTO ARCILLA O LIMO

ARCILLA
MUCKY
SUELO MINERAL
MINERAL ORGÁNICO
ORGÁNICA
100

de suelo (aguas de poro) formada por WIRDUM, 1982; KOERSELMAN, 1989). De


agua con iones y compuestos orgánicos entre todas las propiedades físicas de la
en disolución y una fase gaseosa. Pero turba las más habituales en los estudios
además, presenta cambios hidrológicos son la densidad, la porosidad, el conte-
entre sus horizontes superficiales airea- nido en agua o la conductividad hidráuli-
dos y los profundos permanentemente ca. Muchas han sido las aproximaciones
encharcados, por lo que el conocimiento al análisis de éstas, sobre todo desde
de la hidrología de las turberas se reve- mediados de los años 60 con la celebra-
ló esencial para comprender, cuantificar ción en 1968 del 3rd International Peat
y evaluar sus funciones y procesos. Los Congress en Quebec, Canadá. En los
esfuerzos se orientaron a definir las años posteriores se desarrollaron los
interacciones entre la precipitación, el primeros trabajos en detalle sobre las
agua del suelo y el agua superficial en el relaciones agua - turba (INGRAM, 1967;
control del régimen hidrológico, la quí- B OELTER , 1968, 1974; G OPALASWAMY &
mica del agua de las turberas (VAN RAYCHAUDHURI, 1969; EFIMOV & EFIMOVA,

22
1970, 1973; BOATMAN et al., 1975), en el para esta corriente productivista fue el
cálculo de los balances de agua (B AY, de los procesos de compactación con
1968, 1969; BADEN & EGGELSMANN, 1968; intención de perfeccionar los sistemas
BELLAMY, 1968; JEGLUM, 1971; BOELTER, de drenaje (SOLOPOV et al., 1968)
1972; BURKE, 1975), sobre el movimiento
Tanto la densidad como la porosidad
del agua a través y por la superficie de
están estrechamente relacionadas con
las turberas (GEBHARDT, 1967; GALVIN &
la composición botánica de los restos
HANRAHAN, 1968; INGRAM et al. 1974;
vegetales y el grado de descomposición
RYCROFT et al., 1975), en la determina-
de la materia orgánica (PÄIVÄNEN, 1969;
ción de las características de la fase
P UUSTJÄRVI , 1970; K ARESNIEMI , 1972;
gaseosa y la temperatura del suelo
CLYMO, 1983). El grado de correlación
(HEALEY, 1967; JUUSELA, 1967; BROWN,
entre estas propiedades depende del
1968; W ILLIAMS , 1968; K URTENER &
tipo de turba y especialmente del conte-
SEMENOV, 1973; LEVIN, 1974) y también
nido en cenizas y la profundidad del
sobre los procesos de compactación y
suelo (HEATHWAITE, 1987).
subsidencia (B ARDEN & B ERRY , 1968;
H ELENELUND , 1968; S TEPHENS & S PEIR , BOELTER (1964, 1972) encontró que la
1970; I LNICKI , 1973; V OLK , 1973; evolución de la turba no afectaba tanto
ARMSTRONG & WATSON, 1974). En este a la porosidad total como al tamaño de
campo de investigación hay que desta- poro, que se reduce considerablemente
car nuevamente a la escuela soviética, generando un detrimento de la conduc-
orientada a valorar las posibilidades de tividad hidráulica. La turba poco des-
utilización de las turbas con distintos compuesta tiene una alta conductividad
fines. VOLAROVICH et al. (1972) iniciaron hidráulica fluyendo con un modelo pró-
los estudios sobre las interrelaciones ximo al propuesto por la ley de Darcy,
entre las propiedades de intercambio mientras que las turbas muy amorfas
iónico, las características estructurales reducen hasta a 10-6 cm s-1 su flujo
y la fase acuosa, e incorporaron las (INGRAM et al., 1974; HEMOND & GOLDMAN,
determinaciones por resonancia magné- 1985). Pronto se hizo imprescindible
tica nuclear de las moléculas orgánicas. desarrollar metodologías de campo y
Por su parte, KORPIJAAKKO & RADFORTH laboratorio para analizar este paráme-
(1972) comprobaron que la conductivi- tro (L UTHIN , 1957; B OERSMA , 1965;
dad hidráulica de la turba está inversa- BOUWER & JACKSON, 1974), a la par que
mente correlacionada con el grado de se evaluaba la capacidad de dichas téc-
humificación, la densidad y la profundi- nicas (GALVIN & HANRAHAN, 1967; IRWIN,
dad del suelo. Otro factor de interés 1968; MATHUR & LEVESQUE, 1985).

23
Desde un punto de vista hidrológico, entre la distribución vegetal y la compo-
las turberas ocupan una posición inter- sición botánica y un único factor edáfi-
media entre ecosistemas plenamente co; se tratará más bien de una combina-
terrestres y acuáticos. La estrecha rela- ción y modulación de factores.
ción con el balance de agua que presen-
Estas observaciones contextualizan
tan, con independencia de su tipo, esti-
la evolución de los trabajos sobre la
muló la precocidad de los trabajos
biogeoquímica de las turberas, que ha
sobre sus características ecohidrológi-
estado mediatizada por la división esta-
cas, término utilizado por primera vez
blecida entre turberas ombrotróficas y
para estos medios por GÖTTLICH (1977),
minerotróficas. Aunque fue DAU (1823)
destacando en sus inicios la labor reali-
quien habló implícitamente por primera
zada por GORHAM (1956a, 1967), SJÖRS
vez del concepto de ombrotrofía al decir
(1961, 1963) o MALMER (1962, 1963).
que determinadas turberas se alimen-
Estos trabajos fitogeográficos (GORHAM,
tan únicamente de los aportes atmosfé-
1953; A NSCHÜTZ & G ESSNER , 1954;
ricos (Regentorf: “turba de lluvia”),
RAMAUT, 1954; MALMER & SJÖRs, 1955;
R AMANN (1895) demostró que éstas
G ORE & A LLEN , 1956; N EWBOULD &
están aisladas del circuito hidrológico
GORHAM, 1956; DAMMAN, 1977; EUROLA &
edáfico y DU RIETZ (1954) acuñó el térmi-
KAAKINEN, 1979) se basan fundamental-
no de turbera ombrotrófica. Por ello, las
mente en la correlación que hay entre
las condiciones hidrológicas, las propie- investigaciones posteriores se orienta-

dades físico-químicas y las comunida- ron a la sistematización del estado y

des vegetales, lo que se expresará en evolución trófica de estos dos grandes

términos de características tróficas y grupos de turberas y a su caracteriza-

morfológicas de cada tipo de turbera ción físico-química. Son destacables los


(SJÖRS, 1950; HUSTICH, 1957; RADFORTH, estudios previos sobre el complejo de
1958). Es a partir de este momento que intercambio catiónico de la turba
los investigadores asumen plenamente (K OTILAINEN , 1927; K IVINEN , 1934;
las numerosas y estrechas relaciones THUNMARK, 1942; MALMER & SJÖRS, 1955;
existentes entre las distintas propieda- KAILA & KIVEKÄS, 1956; PERSSON, 1962;
des de la turba, el agua y las comunida- MALMER, 1962b), la acidificación de las
des vegetales de las turebras (MATTSON aguas de las turberas (RAMAUT, 1955;
et al, 1944; GORHAM & PEARSALL, 1956; GORHAM, 1956b) o la distribución espa-
N EWBOULD & G ORHAM , 1956; M ALMER , cial y temporal, contenido y disponibili-
1962), si bien bajo la premisa de que no dad de nutrientes esenciales como K, P,
cabe esperar una relación causa efecto N, Ca (JOFFE & LEVINE, 1947; BIGGER et al.,

24
1953; AVNIMELECH, 1971; SHICKLUNA et al., ción de la turba en la absorción de
1972; S MALL , 1972; D AMMAN , 1978; cationes metálicos divalentes como Ca2+
RICHARDSON et al., 1978). y Mg2+, de hasta un 99% (GORHAM, 1967),
liberando para ello protones de las posi-
Los análisis de la capacidad de inter-
ciones de intercambio. Según MALMER y
cambio catiónico y del estado trófico
SJÖRS (1955) la capacidad de intercam-
son cuantiosos y minuciosos. Se com-
bio catiónico parece estar correlaciona-
prueba que en las turberas ombrotrófi-
da con el grado de humificación de la
cas el valor de la capacidad de inter-
turba, y determinan que en todos los
cambio catiónico es alto y deriva sobre
tipos de turberas el ión más abundante
todo del contenido en Ca y Mg (MATTSON
es H+, mientras que para ombrotróficas
et al., 1944; MALMER & NIHLGÅRD, 1980).
la secuencia catiónica es: Mg > Ca > Na,
Presuponen un fuerte efecto de la depo-
Fe > K > Mn; y en las minerotróficas: Ca
sición atmosférica de sales marinas
> Fe, Mg > K > Na > Mn.
ricas en Na y Mg en estas áreas, mien-
tras que el Ca es tenido por un elemen- De acuerdo con esto, uno de los
to de origen litogénico por excelencia y parámetros químicos que ha recibido
el potasio como un elemento fuertemen- más atención ha sido el valor del pH y la
te vinculado a procesos de biorrecicla- acidez de las turberas. Son importantes
do, ya que su concentración en la turba los trabajos destinados tanto a la eva-
presenta una elevada correlación con su luación metodológica como analítica
contenido total en las plantas y apenas (RIGG & THOMPSON, 1919; CHRISTOPHERSON,
se observan diferencias entre turberas 1925; SMORODINTSEV & ADOVA, 1928; VAN
(MALMER & SJÖRS, 1955). MATTSON et al. BENEDEN, 1939; VILLERET, 1951; THORNTON
(1944) establecen las diferencias exis- & GIGLIOLi, 1965; KRAMER & TESSIER, 1982;
tentes en la relación Ca/Mg entre las BREZINSKI, 1983; POSTMA, 1983; HERCZEG &
turberas ombrotróficas con baja rela- HESSLEIN, 1984). Desde este punto de
ción, y las minerotróficas con valores vista, la obtención de numerosos resul-
elevados. Ésta podría ser, aunque sucin- tados de los valores de pH, su variación
ta, la primera referencia a la utilización espacial y los mecanismos implicados
de las relaciones Ca/Mg en la determi- ha permitido generalizar las caracterís-
nación de la ombrotrofía de una turbera ticas de este rasgo en los distintos tipos
dejando entreabierta la puerta a los de turberas a nivel mundial (WATERMAN,
posteriores estudios sobre los índices 1926; D ELARGE , 1939; G ORHAM , 1949;
de ombrotrofización. En esta línea SJÖRS B OATMAN , 1957; S MITH et al., 1958;
(1963) advierte de la especial predilec- CHAPMAN, 1964; FINNEY & FARNHAM, 1968;

25
WALMSLEY & LAVKULICh, 1973; YEFIMOV & Distintos estudios químicos (PEARSALL,
Y EFIMOVA , 1973; T OLONEN & S EPPÄNEN , 1938; EGNER & ERIKSSON 1955; Clymo,
1976; TOLPA & GORHAM, 1976; HEMOND, 1963) verifican la existencia de varia-
1980; VANGENECHTEN , 1980; B RAEKKE , ciones en el tiempo, en el espacio
1981; GLASER et al., 1981; VITT & BAYLEY, (microhábitats) y con especies distintas
1984). de la acidez de las turberas ombrotrófi-
cas de Sphagnum y CLYMO (1964, 1984)
Respecto a los procesos de acidifica-
sostiene que, sintetizando los resulta-
ción de las aguas de las turberas, el
dos de abundantes estudios (S KENE ,
problema se centró en identificar el o
1915; CONWAY, 1949; WILDE et al., 1954;
los causantes de la acidez. Con este
BARBER, 1981; VITT & BAYLEY, 1984), ésta
objetivo se llevaron a cabo los primeros
se debe a mecanismos de intercambio
estudios de RENNIE (1810), quien propu-
catiónico de la pared celular del musgo,
so que la acidez es resultado de una
si bien esto sólo será cierto en ambien-
combinación de distintos ácidos orgáni-
tes con una gran limitación en el aporte
cos. En la actualidad aun no se ha
de constituyentes minerales (URBAN et
alcanzado un consenso, pero se pueden
al., 1986; SHOTYK, 1988).
citar tres corrientes fundamentales, por
un lado los defensores del papel del Aun así, los resultados muestran que
ácido carbónico (H2CO3) que proponen el pH de la turba húmeda es de 0.2 a 1.3
que es la presión de gas CO 2 disuelto en unidades menor que el de las aguas de
la atmósfera del suelo y el agua de las poro (KOTILAINEN, 1927; WILSON et al.,
turberas la que condiciona la acidez de 1932; GORHAM, 1958; SONESSON, 1970;
las mismas (NORTON & HENRIKSEN, 1983); STANEK, 1973, JEGLUM & COWELL, 1982).
otra, representada por GORHAM (1953, MALMER & SJÖRS (1955) indican que en
1967), que considera los procesos de el agua de drenaje la secuencia de
oxidación de los compuestos de azufre y abundancia catiónica es similar para
la presencia de iones sulfato y ácido turberas ombrotróficas y minerotróficas:
sulfúrico como la causa de acidificación Na> Mg, Fe > Ca> K, si bien algunos
más importante; y por otro lado lo resultados (G ORHAM , 1956b; M ALMER ,
defendido por RAMAUT (1955) que opina 1962b) apuntan a la existencia de una
que son los ácidos orgánicos derivados variabilidad intraturbera asociada a la
del metabolismo de los individuos del microtopografía y a la estacionalidad,
género Sphagnum y los procesos de donde el Na es el catión dominante en
absorción catiónica los causantes de la las aguas ombrotróficas con un 40 %
mayor parte de la acidificación. del total y el Mg, aun con valores altos,

26
presenta un fuerte gradiente estacional. También se ha prestado especial
En estas aguas la concentración de atención a la composición química de
bicarbonato es despreciable y la de las aguas de las turberas, centrándose
nitratos y fosfatos extraordinariamente en cationes metálicos como el Ca, Mg,
baja. La composición iónica de las Na y K (V ERRY , 1975; P IETSCH , 1976;
aguas superficiales de las turberas SCHWINTZER, 1981; GORHAM et al., 1985),
ombrotróficas parece estar asociada a Al, Fe, Mn y Si (ROBINSON, 1930; VERRY,
la composición de la precipitación 1975; C LAUSEN & B ROOKS , 1983;
atmosférica y se comprueba que las LÄHDESMÄKI, 1984), pero también N, S y P
relaciones Na/Cl y Mg/Cl durante el (YEFIMOV & YEFIMOVA, 1973; SCHWINTZER &
período húmedo son similares a las de TOMBERLIN, 1982; COLDEA & MARKIEVICI,
las aguas de mar. 1978 o CLAUSEN & BROOKS, 1983).

Otros estudios recurrentes son los de En los últimos años, y probablemen-


la química redox (P EARSALL , 1938; te de cara al futuro, los conocimientos
GORHAM, 1949; PIERCE, 1953; ARMANDS, adquiridos sobre el funcionamiento y
1967; A RIELA & AVINMELECH , 1972; naturaleza de las turberas convergen
HAAVISTO, 1974; CLYMO, 1983; SIKORA & hacia tres líneas de investigación prin-
KEENEY, 1983). MALMSTRÖM (1923) estu- cipales que centran los mayores esfuer-
dió la relación entre la concentración de zos de los científicos, esto es: 1) la
O2 disuelto y el tipo de turbera y la pro- delimitación cartográfica, geográfica y
fundidad del nivel freático y demostró la conclusión de los inventarios de los
que sólo hay O2 disuelto en abundancia ecosistemas de turberas a nivel mundial
cuando existe agua en superficie, y que como instrumento para la conservación
esto depende en gran medida del área y restauración, 2) el estudio de la evolu-
expuesta a la atmósfera, la tasa de flujo ción climática en relación con la com-
y el contenido en materia orgánica prensión del origen y desarrollo de
disuelta. En la determinación y cuantifi- estos medios, de sus registros paleoam-
cación de gas metano hay que mencio- bientales y del comportamiento de la
nar los trabajos de DACHNOWSKI (1926) y materia orgánica y 3) el seguimiento del
SVENSSON & ROSSWALL (1984), y en la detrimento medioambiental global, uti-
identificación de las especies de azufre lizando para ello la reconstrucción tem-
(H 2S, SO 2 )
-4
debemos referirnos a poral de la composición atmosférica a
URQUHART (1966), ARMSTRONG & BOATMAN través del análisis del contenido en ele-
(1967), POSTMA (1982), WIEDER (1982), mentos traza de turberas ombrotróficas,
CLYMO (1983) o SHOTYK (1986b). los procesos de acidificación por lluvia

27
ácida y las tasas de producción de si bien aclara que este valor puede
gases de efecto invernadero. estar subestimado debido al desconoci-
miento existente sobre las turberas tro-
En sintonía con esto, en 1993, la
picales, valor tanto más importante si
International Peat Society inicia un pro-
se asume que según Heikurainen (1982)
yecto de ámbito mundial con el objetivo
estas turberas tropicales constituyen el
de establecer los recursos globales de
10% del total mundial, por lo que la
los ecosistemas de turberas.
superficie global de turberas ascendería
LAPPALAINEN (1996) extrajo de este pro-
a 5 x 1012 m2, aproximándose al 3% de la
yecto que la cobertura mundial por tur-
superficie planetaria. Este último cálcu-
beras es de 3.99 x 1012 m2, lo que supo-
lo es también el propuesto por
ne un contenido de turba de entre 5 x
PFADENHUER et al. (1993) tras incorporar
1015 y 6 x 1015 g y que al menos hay 2428
al análisis las técnicas de fotografía
x 108 m2 de humedales donde se acumu-
aérea e imágenes por satélite de regio-
la una cantidad todavía no evaluada de
nes de difícil exploración.
materia orgánica.
En general, la información por esta-
Sin embargo, el valor de la extensión
dos sobre la distribución de turberas es
mundial de las turberas (2.3 x 1012 m2 a
bastante limitada y heterogénea, aun-
9.5 x 1012 m2) y del carbono total acumu-
que estudios recientes la han incremen-
lado en ellas (135 x 1012 a 572 x 1012 g)
tado considerablemente. Se están reco-
varía según los autores (BRAMRYD, 1979;
nociendo nuevas formaciones a lo largo
S JÖRS , 1980; S EBACHER et al., 1986;
de todo el globo pero muy especialmen-
CLYMO, 1987; GRUMPELT, 1991; HOGG et
te en el centro y sur de América, África,
al., 1992; CHARMAN et al., 1994) pero
Asia y Oceanía. En este sentido, son de
sobre todo con la actualización de los
especial interés los trabajos de revisión
inventarios. Revisando las estimaciones
de SAKAGUCHI (1979), CHAI (1980), GORE
realizadas sólo en la segunda mitad del
(1983) o MARKOV & KHOROSHEV (1986).
siglo XX, tenemos que mientras
NIKONOW & SLUKA (1964) consideran que Respecto al continente europeo, éste
el área de turberas en el mundo es de está constituido por una gran diversidad
1.12 x 10 12
m,
2
durante el 3rd de climas, particularidades hidrológi-
International Peat Congress T IBBETS cas, multitud de formas de vida vegetal
(1969) indica que el área total es de 1.5 y animal y adaptaciones culturales
x 10 12
m . Con posterioridad, en el 6th
2
específicas. En consecuencia, la repre-
International Peat Congress Kivinen sentación espacial de los tipos de
(1980) da una extensión de 3.5 x 10 m , 12 2
humedales y su estado de conservación

28
refleja esta especificidad regional y inician inventarios exhaustivos a dife-
dificulta la necesaria unidad de criterios rentes escalas (MALTERER et al., 1979;
para la clasificación y elaboración de TINER, 1984; DE MARIA, 1992; FARINHA &
inventarios que permitan una valoración TRINIDADE, 1994), protocolos y técnicas
real del estado y extensión de este de recuperación (TALLIS & YALDEN, 1983;
recurso natural, aun más teniendo en N.W.W.G.,1987; O DUM , 1988; D OYLE ,
cuenta que, como indican J ONES y 1990; F INLAYSON & L ARSSON , 1990;
HUGHES (1993), en los últimos 100 años WHEELER & SHAW, 1995) y se organizan
se ha producido un alarmante retroceso
conferencias, simposios internacionales
inducido de estos hábitats.
y reuniones de trabajo (I.P.C., 1964,
En palabras de WHEELER et al. (1995), 1968, 1972 ,1976, 1980, 1984, 1992;
el creciente perjuicio al que se ven N.A.I, 1990; Symp. .I.M.C.G, 1992;
sometidas las turberas en todo el plane- Symp. .P.B.S.L., 1981; Symp. C., 1982,
ta, por procesos de contaminación, 1983, 1985, 1986, 1989, 1990, 1991,
desecación, fragmentación, etc..., ha 1994).
motivado, a partir de la década de los
Las reflexiones de SJÖRS (1980) son
80, que una parte de la actividad inves-
esclarecedoras de la toma de responsa-
tigadora sobre estos medios se oriente
bilidad de la sociedad científica ante las
a la elaboración de los inventarios,
como la herramienta más efectiva para expectativas de futuro: "durante siglos

el correcto manejo y conservación de la turba se ha usado in situ para la

las turberas tanto a escala estatal como mejora de la capacidad agrícola y de la


regional y continental, y a la profundiza- producción de pastos o como combusti-
ción en las técnicas y planes de recupe- ble en regiones pobres en madera y más
ración - restauración de los ecosistemas recientemente, grandes extensiones de
dañados. estos ecosistemas se han visto afecta-
dos por el incremento de su empleo
En este escenario, se destinan gran
parte de los recursos económicos y para filtrar y desactivar sustancias alta-

humanos a la elaboración de trabajos mente tóxicas. La conservación es

de recopilación del estado de los hume- necesaria para salvar tipos representa-
dales, clasificación y rango de protec- tivos de turberas para el futuro, desde
ción jurídica (TALLIS, 1985; ADAMUS et al., las clases más destacables hasta las
1987; CRUICKSHANK & TOMLINSON, 1990; más anecdóticas. Esto asegurará la pre-
C.S.P.M.A., 1990; DAHL, 1990; DUGAN, servación del conjunto de estructuras y
1993; GRÜNIG, 1994; HUGHES, 1995), se patrones de los hábitats y también la

29
representación completa de la fauna y como el primer documento de este tipo
flora asociada a cada nicho ecológico". realizado en la Península Ibérica.

A partir de aquí, se prodigan los tra-


bajos sobre el registro polínico conser-
LOS ECOSISTEMAS DE
vado en las turberas de Galicia y la
TURBERA EN GALICIA
posibilidad de su utilización para
"El conocimiento de los medios
reconstruir la evolución del paisaje
palustres era aún extremadamente vegetal de nuestro territorio y asociarlo
incompleto y fragmentario". Está refle- a factores climáticos y antropogénicos
xión de CASADO & MONTES (1995) que
En esta línea M ENÉNDEZ A MOR &
consideran válida para España hasta el
F LORSCHUTZ (1961) y M ENÉNDEZ A MOR
primer cuarto del siglo XX, se puede
(1971) proponen el período Atlántico
ampliar para las turberas, sin riesgo a
como una de las principales fases de
equivocarnos, hasta bien entrados los
formación de turberas en Galicia. Desde
años 80 del citado siglo, y casi hasta
este punto hasta la actualidad, se ha
nuestros días en Galicia.
incrementado mucho el conocimiento
Si hay que destacar en Galicia una del paleoambiente gallego en función
escuela científica que haya mantenido de los datos polínicos aportados. Entre
una importante línea de investigación ellos destacan los obtenidos para la sie-
entorno a los ecosistemas de turberas rra de Queixa por TORRAS (1982) que uti-
durante un amplio período de tiempo, liza los espectros polínicos como forma
ésta se sitúa sin lugar a dudas en el de datación relativa de los suelos, AIRA
campo de la palinología. Tanto es así, (1986) AIRA & GUITIÁN OJEA (1986a),RAMIL
que es en el estudio de las turberas (1992) y RAMIL et al. (1994), para las sie-
gallegas donde se realizan los primeros rras septentrionales, para los montes de
trabajos palinológicos de medios holo- O Buio por VAN MOURIK (1986); para las
cenos en el conjunto del Estado Español sierra de Os Ancares, Courel y montes
de la mano de BELLOT & VIEITEZ (1945), de O Cebreiro, por AIRA & GUITIÁN OJEA
que a través del análisis de espectros (1986b) y MUÑOZ SOBRINO (1996); y para
polínicos de varias zonas hidroturbosas otras formaciones montañosas por
intentaron determinar la naturaleza TÖRNWQVIST et al. (1989), AIRA et al.
adventicia de las poblaciones forestales (1992) y TABOADA et al. (1993) o litorales
de pinos. Igualmente, la tésis doctoral por SANTOS et al., (1993), así como los
realizada por JATO (1974) sobre polen de trabajos de síntesis de R AMIL et al.
turberas de Galicia está considerada (1996a).

30
Por otro lado, con la creciente con- ña parte del análisis de diferentes sue-
cienciación conservacionista y con el los de un área o para el establecimien-
objetivo de llevar a cabo inventarios to de su uso potencial. En este marco
que sirvan de herramienta a la hora de debemos mencionar las aportaciones de
elaborar las leyes necesarias para la SANMAMED (1979) que propone la prime-
protección de los humedales, se han ra hipótesis sobre la génesis de las tur-
desarrollado multitud de clasificaciones beras de la sierra de Queixa; la inter-
que tratan de dar un carácter unitario a pretación de las propiedades físico-quí-
los criterios que les sirven de base. Sin micas de los suelos hidromorfos de
embargo, para ello han quedado exclui- LEIRÓS (1979) y LEIRÓS & GUITIÁN OJEA
das en gran medida las turberas ibéri- (1983), los trabajos realizados por el
cas y particularmente las gallegas. Con GRUPO DE EDAFÓLOGOS DE SANTIAGO (1982)
la intención de paliar esta situación se sobre los suelos de las sierras de
desarrollan los estudios de PONTEVEDRA Queixa e Invernadoiro; las investigacio-
POMBAl et al. (1996a) y RAMIL et al. nes sobre la calidad energética y agro-
(1996b,c), donde se describen y clasifi- nómica de los recursos de turba galle-
can las turberas respecto a factores gos de REIMUNDE (1923), MOLINERO et al.
edáficos, morfológicos, hidrológicos y (1984) y G UERRERO (1985) donde se
botánicos, mientras que R ODRÍGUEZ comienzan a emplear los análisis de
(1986) hace una descripción fitosocioló- fraccionamiento de la materia orgánica;
gica de suelos hidromorfos de tipo y los ensayos sobre la valoración cuali-
“braña” de la provincia de A Coruña. tativa y cuantitativa del Al en materia-
Respecto al estudio de las turberas les turbosos de URRUTIA et al. (1988a,b).
con criterios de caracterización edafoló- Actualmente, se abre una nueva
gica, del análisis de sus propiedades etapa con perspectivas de futuro en el
físico-químicas, etc..., la realidad indica campo de la edafología de los ecosiste-
una gran escasez de investigaciones a mas de turberas. Las investigaciones
lo largo del siglo XX, si bien, en los últi- desarrolladas hasta el momento se cen-
mos diez años han alcanzado una eleva- tran inicialmente en la caracterización
da calidad en los estudios. profunda y sistemática de las propieda-
Hasta la fecha mencionada, los enfo- des físico-químicas y el desarrollo evo-
ques edafológicos raramente han sido lutivo de estos ecosistemas en distintas
los predominantes, manteniéndose en áreas de Galicia (PONTEVEDRA POMBAL,
la línea de complementar otro tipo de 1995; PONTEVEDRA POMBAL et al., 1996b).
información, constituyendo una peque- Una segunda línea, que ha producido

31
excelentes resultados, tiene como obje- Aunque es preciso realizar mucho
tivo descifrar la señal ambiental preser- más trabajo para lograr una mejor com-
vada en las turberas, que proporciona prensión de estos ecosistemas únicos,
información acerca de la composición tanto en cantidad de turberas analiza-

atmosférica pretérita y presente y los das, como en calidad y variedad de aná-


lisis (otros metales y elementos traza,
procesos que han generado su dinámica
más dataciones y más precisas, especia-
tanto de naturaleza climática como por
ción y movilidad de metales en la turba,
interferencia antrópica. Dentro de esta
caracterización de los componentes
investigación hay que mencionar funda-
orgánicos, etc...), es conveniente desta-
mentalmente los trabajos sobre la evo-
car la necesidad de protección y conser-
lución temporal de la deposición atmos- vación para el futuro de estos ecosiste-
férica de contaminates metálicos en las mas, por su importancia ecológica, la
turberas, especialmente en el caso del especial flora que los coloniza y la fauna
Pb, Zn y Cd (MARTÍNEZ CORTIZAS et al., que los habita y por su papel en la regu-
1997a,b) o en el del Hg (M ARTÍNEZ lación de los sistemas hidrológicos de
CORTIZAS et al., 1999). Finalmente, un las áreas en que se ubican. Si cada uno
tercer grupo de estudios tienen su razón de estos motivos por separado es sufi-

en la necesidad de establecer las bases ciente para justificar una especial aten-
ción, cuidado y vigilancia de estos eco-
necesarias para la conservación de
sistemas, en ellos se oculta un largo
estos medios, y que pasa primordial-
registro de la historia del clima del
mente por el ajuste de las descriptivas y
pasado, de la actividad del hombre y de
clasificaciones de estos tipos de suelos
su influencia en las condiciones ambien-
- ecosistemas existentes en Galicia a la
tales y en el Cambio Global. Aunque
normativa ambiental europea. Esto ha parte de este registro ha comenzado a
estimulado la realización de trabajos ser descifrado en tiempos recientes,
intensivos de tipificación de las turbe- queda gran cantidad de información
ras de todo el territorio, destacando los todavía oculta en las turberas y es res-
de MARTÍNEZ CORTIZAS et al. (2000) y ponsabilidad de todos que no se pierda
PONTEVEDRA POMBAL et al. (2001). para ésta y para futuras generaciones.

32
CAPÍTULO 2
A. Martínez Cortizas
X. Pontevedra Pombal
J.C. Nóvoa Muñoz
E. García-Rodeja

DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA Y

CRONOLOGÍA DE LAS

TURBERAS DE GALICIA
Figura 2.1. Localización geográfica de Galicia
DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA

El área a la que se hace referencia La formación más extensa de turbe-


en este artículo está situada entre 41º ras se encuentra en el sector norte
30' y 43º 36' de latitud N y 6º 44' y 9º 18' (Figura 2.2), donde se ve favorecida por
de longitud W (Figura 2.1). El paisaje una precipitación estival relativamente
dominante se caracteriza por una topo- alta, pero sobre todo por la baja esta-
grafía colinada. En el sector septentrio- cionalidad pluviométrica y las abundan-
nal la altitud máxima es de 1.050 m tes nieblas. Sólo en este sector se han
–pico Cadramón- y la mayor parte de las desarrollado durante el Holoceno turbe-
tierras altas están entre los 700 y los ras ombrotróficas de cobertor. Las mine-
900 m sobre el nivel de mar. Los secto- rotróficas son también representativas

res meridionales y orientales constitu- de otros sectores y de las depresiones

yen el límite occidental de la Cordillera terciarias.

Cantábrica y en ellos las montañas Aunque en los trabajos realizados se


alcanzan mayor elevación. En este sec- han aplicado diversas definiciones a las
tor Pena Trevinca, con 2.124 m, es el turberas existentes en Galicia, pocos
punto culminante. describen con precisión su naturaleza.

33
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S. do Xistral

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S. d
Loba
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S. Montemaior

Cova da Serpe
S. Careón
S. de Ancares
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S. San Mamede
S . Queixa
Gali
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S. do Laboreiro
o
Groba

uco
Laro
S. de

Figura 2.2. Principales sistemas montañosos y principales sectores de turberas de montaña de Galicia.

Recientemente P ONTEVEDRA P OMBAL ocasionalmente lo hacen sobre los fre-


(1995), PONTEVEDRA POMBAL et al. (1996a) cuentes suelos podsólicos existentes en
y RAMIL et al. (1996c) han tratado de el área. Esto coincide con lo propuesto
cubrir este vacío mediante una revisión por DIMBLEBY (1965) y MOORE (1975) para
de las diferentes definiciones, propo- quienes las turberas de cobertor no
niendo clasificaciones basadas en la constituyen necesariamente el estado
hidrología, la geomorfología y la vege- final de desarrollo de los suelos en
tación. áreas de alta precipitación, debido a la
formación de costras de impermeabili-
Desde el punto de vista hidrológico,
zación, como habían sugerido TAYLOR &
las turberas minerotróficas y ombrotró-
SMITH (1972), sino que pueden ser con-
ficas son comunes en el noroeste de la
secuencia de cambios en el suelo liga-
Península Ibérica. Las turberas de
dos a la eliminación de la cubierta arbó-
cobertor (blanket bogs) aparecen única-
rea, lixiviado, pérdida de nutrientes y el
mente en las superficies planas de las
desarrollo de una vegetación acidófila
cimas de las montañas del sector norte,
(MOORE, 1975).
desarrollándose directamente sobre el
sustrato rocoso, sobre depósitos peri- Las turberas minerotróficas (fens)
glaciares pedregosos o sobre suelos están ampliamente representadas. Las
muy escasamente evolucionados; sólo más antiguas se localizan en las monta-

34
ñas orientales y surorientales, en posi- dantes piedras o cantos (de origen peri-
ciones topográficas generadas por la glaciar). No es infrecuente que los
actividad de los glaciares. Se forman en depósitos basales presenten un exceso
depresiones de sobreexcavación, en de agua. En lugares donde la capa freá-
depresiones intramorrénicas y en áreas tica alcanza la superficie, también pue-
morrénicas. En el sector norte este tipo den darse movimientos de reptación
de turberas ocupa amplias depresiones, (creep), que tienen como consecuencia
que alcanzan superficies de hasta 55 el desarrollo de profundas grietas y de
ha, formadas por la alteración y erosión deslizamientos que dejan abiertos fren-
de rocas graniticas (turberas de alveolo tes naturales de turba de hasta 3

de alteración). También se encuentran metros de espesor.

en pequeñas depresiones terciarias en


los sectores central y meridional. La CRONOLOGÍA DE LAS
progresiva acumulación de materia TURBERAS
orgánica hace que algunas de estas tur-
Las edades basales revelan que la
beras evolucionen hacia turberas eleva-
acumulación de materia orgánica en las
das (raised bogs), desarrollando un
turberas minerotróficas (fens) de los
nivel superior ombrotrófico de espesor
sectores orientales y surorientales
variable. Los depósitos basales son de
comenzó, de forma generalizada, entre
naturaleza muy heterogénea: sedimen-
hace 10.000 y 11.000 años BP (Figura
tos glaciares, fluvioglaciares, perigla-
2.3). Se trata de los sectores de mayor
ciares, terciarios, coluvio-aluviales y
altitud que fueron intensamente someti-
suelos con muy diverso grado de evolu-
dos a la actividad glaciar durante las
ción. En algunas localidades costeras
fases frías del Cuaternario (P ÉREZ ALBERTI
existen paleoturberas formadas en anti- & COVELO, 1996; KOSSEL, 1996; VALCÁRCEL,
guos lagos litorales, en ocasiones 1996, 1999). La fase inicial de acumula-
cubiertas por aparatos dunares (p.ej. ción de materia orgánica se relaciona
Corrubedo, A Coruña), que se formaron con el aumento de los flujos de hume-
en momentos más fríos del Cuaternario dad durante la etapa final de fusión del
y con niveles marinos por debajo del hielo y el retroceso de los glaciares de
actual. montaña. Recientes dataciones radio-
Por último, algunas turberas se loca- carbónicas llevadas a cabo en las arci-
lizan en laderas, irradiando a partir de llas basales ricas en materia orgánica

formaciones ombrotróficas o bien se de la laguna de Lucenza –ubicada en la

desarrollan sobre depósitos con abun- sierra de Courel-, dieron una edad de

35
Figura 2.3. Cronología de algunas turberas de montaña de Galicia, por sectores (en miles de años antes del presente, ka B.P.).

17.300-17.400 años BP, lo que sugiere recientes. Numerosos autores han rela-
una inmediata puesta en marcha de los cionado el comienzo de la formación de
procesos de colmatación tras el último algunas turberas con actividades antró-
máximo glaciar (ocurrido entre el 20.000 picas como el aclarado de los bosques
y el 18.000 BP). por talas o incendios (M OORE , 1975,
1986, 1988; CHAMBERS, 1988). A partir de
En el sector septentrional el comien-
análisis polínicos hechos en turberas,
zo del desarrollo de las turberas de
existen evidencias de regresión de los
cobertor (blanket bogs) y las elevadas
bosques en el norte peninsular (RAMIL,
(raised bogs) tuvo lugar, al menos, entre
1993; ROCHETTE et al., 1991; VAN DER
hace 8.000 y 9.000 años BP. La mayor B RINK & J ANSSEN , 1985; Törnqvist &
parte de las turberas minerotróficas ini- Joosten, 1988; TÖRNQVIST et al., 1989;
ciaron su formación en dos episodios JANSSEN, 1994, VAN DER KNAAP & VAN
principales, uno en torno a los 5.000 - LEEWEN, 1994, 1995) que coinciden con
4.000 años BP y el otro entre 3.000 y un aumento en la acumulación de mate-
2.000 años BP, aunque hay unidades más riales inorgánicos en la turba; asimismo

36
algunos estudios sobre erosión de sue- dencias de que las fases erosivas fueron
los y trabajos que integran estudios sincrónicas con el desarrollo de las cul-
arqueológicos, de evolución del paisaje turas humanas (Epipaleolítica, Neolítica
y de evolución de los suelos durante el y edades del Bronce y del Hierro) y coin-
Cuaternario (B ENITO et al., 1991; ciden con la activación de la acumula-
Rochette, 1992; MARTÍNEZ CORTIZAS et al., ción de turba en turberas minerotróficas,
1993; MARTÍNEZ CORTIZAS & MOARES, 1995; tal vez como resultado de un aumento
MARTÍNEZ CORTIZAs, 1996), ofrecen evi- del flujo de agua superficial.

37
CAPÍTULO 3
A. Martínez Cortizas
X. Pontevedra Pombal

FACTORES QUE INFLUYEN EN LA

FORMACIÓN DE LAS TURBERAS

INTRODUCCIÓN

Las turberas son ecosistemas húme- bilidad de oxígeno -medios anóxicos-,


dos (humedales) formados por turba y temporal o permanentemente encharca-
que poseen una vegetación actual for- dos, se dan estas condiciones, a veces
madora de turba, lo cual las diferencia ayudadas por bajas temperaturas y ele-
de áreas en las cuales hay vegetación vadas precipitaciones.
potencialmente formadora de turba Así pues, las turberas son ambientes
pero que no vive sobre un sustrato exlu- altamente especializados, de origen
sivamente orgánico. Para que se pro- enteramente vegetal, creados por el
duzca la acumulación de turba, los res- crecimiento contínuo de las plantas que
tos vegetales deben sufrir una lenta conforman su superficie y la acumula-
descomposición, y para ello han de ción de sus restos en forma de turba
darse una serie de procesos en el medio durante milenios. En general la turba
que favorezcan el desequilibrio entre la posee proporciones muy bajas de mate-
acumulación de restos vegetales y su ria inorgánica (menor de un 5%) si bien
descomposición por los microorganis- en algunos casos –turbas minerotrófi-
mos. En ambientes con escasa disponi- cas- la proporción puede llegar a ser

39
mucho mayor que la de aquellas cuya nación de factores donde la evolución
única fuente de inorgánicos es la depo- cuaternaria de las formas del relieve ha
sición atmosférica -turba ombrotrófica. desempeñado un papel relevante.

En este capítulo se hace una breve Los coletazos fríos de la última gla-

descripción de los principales factores ciación dieron lugar en las sierras sep-

que influyen en la formación y perviven- tentrionales (Xistral, Buio, Toxiza, ...) a

cia de las turberas de Galicia, excluyen- una cohorte de formaciones sedimenta-

do la actividad humana –la cual será rias que regularizaron tanto las cumbres

tratada en el capítulo dedicado al esta- como las laderas, con depósitos de

do de conservación presente pues, des- clastos -tal como ocurre de forma

graciadamente, en la actualidad son extensiva en el área de la cuarcita del

más los procesos de degradación direc- Xistral. Estas formas suaves fueron pro-

ta o inducida que las acciones de con- picias a la colonización vegetal, en

servación -. Debe servir de síntesis de cuanto las condiciones climáticas mejo-

los tres capítulos siguientes, tal vez raron para dar paso al Holoceno. Sin

mas adecuados para especialistas que embargo, las condiciones todavía frías

para personas interesadas en acercarse de los inicios ligadas a sustratos litoló-

a los ecosistemas de turbera pero que gicos muy pobres en nutrientes, debie-

no poseen conocimientos profundos. ron ser altamente selectivos para las


especies colonizadoras. El pobre estado
nutricional, un aumento del flujo de
EL RELIEVE Y SU EVOLUCIÓN humedad y la resistencia a la degrada-

Las turberas no sólo ocupan unos ción de los restos vegetales de dichas

determinados espacios geográficos en especies favorecieron la acumulación

el noroeste peninsular, si no que la tipo- de restos orgánicos, dando lugar a la

logía de las mismas se encuentra en formación incipiente de turba (paludifi-

buena medida ligada a las formas del cación).

relieve de estos espacios. Por ejemplo, A partir de superficies tanto planas


las grandes extensiones de turba que como de pequeñas depresiones en las
cubren posiciones diversas, de cumbre, cumbres, las turberas comenzaron a
ladera, collado, escalón, etc…, son aumentar en espesor y a extenderse
exclusivas de las sierras septentriona- lateralmente irradiando en todas las
les gallegas. Estas formaciones singula- direcciones posibles, para formar man-
res y excepcionales a la latitud que apa- tos contínuos hidrológicamente conec-
recen, deben su presencia a una combi- tados. Esta expansión se vió favorecida,

40
Figura 3.1. Esquema de las complejas relaciones que se establecen entre los factores que controlan la formación de la turba.

41
con toda probabilidad, por otro aspecto graníticos-, también fueron decisivas
que todavía mantiene su vigencia en el para la diversidad de formaciones tur-
presente, el intenso gradiente termo- bófilas que pueden encontrarse hoy en
pluviométrico –de aumento de la preci- las áreas de montaña de Galicia.
pitación y descenso de la temperatura
con la altitud-, unido a un fuerte desni-
EL CLIMA PRESENTE Y PASADO
vel altitudinal y a la cercanía del océa-
no. Las turberas se desarrollan y sobre-

No obstante, en muchas áreas depri- viven debido a que tienen un balance

midas las condiciones favorables para hídrico positivo, es decir, las pérdidas

la acumulación de turba precedieron a de agua -por drenaje, evaporación y

la mejoría que marcó el inicio del transpiración- son compensadas o supe-

Holoceno. Los procesos ligados a los radas por las entradas -precipitación,

ambientes glaciares de las sierras inte- escorrentía y nivel freático-. Para las

riores (Ancares, Trevinca, Manzaneda) turberas ombrotróficas este balance es


originaron toda una serie de formas ero- más crítico, pues las entradas están
sivas y sedimentarias, que propiciaron representadas exclusivamente por el
la aparición de numerosos enclaves de agua procedente de la precipitación. De
forma cóncava. Al actuar las depresio- hecho, algunos autores han sugerido
nes como zonas de reservorio de agua que existe un límite mínimo de aporta-
debido a la presencia de sedimentos ción pluviométrica para que pueda for-
basales arcillosos, las turbas minerotró- marse una turbera ombrotrófica. Por
ficas empezaron a formarse por colma- ejemplo, WICKMAN (1951) demostró que
tación de lagunas y otros cuerpos de en ciertas turberas del norte y centro de
agua someros (terrestrización), con Europa la cantidad de lluvia controla
seguridad en las sierras orientales y estrechamente la forma, e indica que se
sudorientales desde hace al menos requiere una precipitación anual mínima
17.000 años y, tal como sugieren inves- de 475 mm.
tigaciones recientes, también en las Para LINDSAY (1995) la precipitación
septentrionales aunque en fechas tal total acumulada no es una medida ade-
vez posteriores. cuada cuando se considera el desarrollo
Así pues las formas preexistentes y supervivencia de los sistemas de tur-
del relieve, modeladas a otras escalas bera. La regularidad en el suministro de
temporales –incluso de millones de agua parece ser el factor más importan-
años, como en el caso de los alveolos te en su desarrollo. B ACKÉUS (1988)

42
demostró que la distribución de la pre- viométrica es poco marcada, siendo
cipitación y las condiciones de humedad éstos ambientes más favorables para
durante cualquier periodo de tiempo tie- las turberas. Tal vez sea este el motivo
nen mayor peso para el crecimiento de por el cual las turberas de cobertor -las
los esfagnos. Por ello, a escala global más sensibles al balance de agua- tan
las turberas no suelen aparecer en lati- sólo se encuentran en este sector;
tudes que sufren largas sequías, o en mientras que las minerotróficas están
las regiones de bajas precipitaciones presentes en una mayor gama de
tanto de las latitudes bajas como eleva- ambientes climáticos, incluidos los sec-
das. Este último autor también ha suge- tores meridionales.
rido que la temperatura es un factor No obsante, crecimiento de vegeta-
secundario en el crecimiento de los ción formadora de turba y acumulación
esfagnos y diversos investigadores han de turba son dos cosas bien distintas.
empleado criterios climáticos en la Como ya se ha mencionado, la acumula-
identificación de áreas de turbera y ción de turba es el resultado de un
para la caracterización de las formas balance descompensado entre produc-
superficiales (por ejemplo, LINDSAY et ción y descomposición de restos orgáni-
al., 1985, 1988) cos. Aunque la acumulación anual de
En Galicia, existe un marcado con- turba raramente excede el 10% de la
traste norte-sur en el reparto de la pre- producción anual, en este balance la
cipitación anual o estacionalidad plu- temperatura es sin duda un factor
viométrica, que es sólo interferido par- importante al afectar tanto a la evapo-
cialmente por las elevaciones montaño- transpiración -interviniendo en la dura-
sas –en las que tiende a disminuir la ción de las condiciones anóxicas-, como
estacionalidad- (M ARTÍNEZ C ORTIZAS & a la producción y descomposición de los

PÉREZ ALBERTI, 1999). El tercio meridional restos vegetales.

se encuentra sujeto a una fuerte esta- Un aspecto sobre el que debe llamar-
cionalidad pluviométrica, poco propicia se la atención es que la distribución
para la formación y pervivencia de eco- actual de los hábitats de turbera es el
sistemas de turbera, a excepción de las resultado de numerosos factores que
zonas cóncavas en las cuales se da un han operado a diversas escalas espa-
encharcamiento temporal o permanente ciales y temporales -cambios climáticos
debido a la escorrentía o al ascenso fre- del Cuaternario final, formaciones
ático; por el contrario, en las sierras superficiales y formas del relieve, acti-
septentrionales la estacionalidad plu- vidad humana, etc...-. Por ello, el clima

43
actual no debe tomarse como criterio nen una influencia profunda en su
exclusivo en el estudio de la distribu- microclima (GEIGER, 1965; EUROLA, 1975;
ción y caracterización de las áreas de MOORE, 1984). Las copas de los árboles
turbera de Galicia. A escalas cortas de captan el agua, que se evapora directa-
tiempo el clima debe verse como un fac- mente desde las hojas, y hasta un 30%
tor que influye en la pervivencia y posi- de la lluvia puede no llegar a alcanzar
ble evolución futura. Si embargo, las nunca la superficie de la turbera
actividades humanas pueden tener un (HORNUNG & NEWSON, 1986; en LINDSAY,
impacto mucho mayor en el devenir de 1995). Por el contrario, en las formacio-
estos ecosistemas. nes de turbera abiertas estas pérdidas
no se dan a no ser que se haya desarro-
llado una densa cobertura de arbustos.
LA VEGETACIÓN
A pesar de haberse determinado
Las formaciones de turbera que se
hasta 182 especies vegetales distintas
pueden encontrar en Galicia se caracte-
(133 de plantas vascualres, 46 de briófi-
rizan por un paisaje abierto dominado
tos y 3 de líquenes), las turberas galai-
por una vegetación en la que son típicas
cas son ecosistemas bastante pobres en
las formas de bajo crecimiento. Musgos
especies, muy en particular las de natu-
(Sphagnum), ciperáceas (Eriophorum y
raleza ombrotrófica. Tan sólo unas 40 de
Carex), juncáceas (Juncus), plantas
las especies catalogadas pueden ser
especializadas (Drosera o Pinguicula) y
consideradas como principales compo-
pequeños arbustos (principalmente del
nentes de la cubierta vegetal y, además,
género Erica) forman la mayor parte de
la mayoría de las presentes aparecen
la cubierta vegetal, y es infrecuente
también en muchos otros tipos de hábi-
encontrar especies que alcancen más
tats.
de 50 cm de altura. Al igual que en otras
áreas de Europa, en casi todos los casos Según HULME (1979), la vegetación
en los que están presentes herbáceas sólo es una parte de los ecosistemas de
altas o árboles, puede atribuirse a algu- turbera, la superficie actual es como la
na forma de perturbación (repoblación, última página de un libro, donde perma-
transformación a pastizales, etc…). Sin necen registrados los procesos e
embargo, en la Europa continental una influencias que actúan sobre y con el
gran proporción de las turberas, como ecosistema durante su desarrollo. Así,
por ejemplo la turbera elevada de Etang por ejemplo, estudios realizados en las
de la Gruere (Jura, Suiza), están arbola- Islas Británicas, han demostrado que
das de forma natural, y los árboles tie- algunas de las especies que dominaron

44
en una turbera durante miles de años - raramente son específicas de las turbe-
desaparecieron por completo de la ras
vegetación superficial en el último mile- - la mayoría son perennes
nio, como es el caso de la sustitución de - hay pocas evidencias de que las semi-
S. imbricatum por S. magellanicum llas y las esporas sean importantes en
(B ARBER , 1993; B ARBER et al., 1998; el mantenimiento de las poblaciones en
MAUQUOY & BARBEr, 1999a,b; HUGHES et las turberas no perturbadas
al., 2000). - las semillas de muchas de las especies
Por otro lado, las comunidades vege- son ligeras y se dispersan fácilmente
tales superficiales no están aisladas - en general son especies de crecimiento
sino que están mantenidas por y depen- relativamente lento
den de las comunidades precedentes. - son eficaces en la absorción de nutrien-
Una turbera aparentemente simple es tes a partir de disoluciones acuosas muy
una entidad con una dinámica extrema- diluídas
damente compleja. - muchas poseen mecanismos internos

Aún así, la cubierta vegetal y muy en para la conservación de los nutrientes


particular la abundancia de especies de - cuando se dan condiciones ombrotrófi-
esfagnos, es de importancia crítica para cas éstas suelen ser sub-óptimas para
el desarrollo de la turbera. Esto se debe el crecimiento vegetal.
a que no sólo contribuye a la formación
de la turba, interviniendo en la forma En síntesis, se podría concluir que a
global del depósito turboso y en sus ras- la acción directa de las condiciones cli-
gos superficiales, sino también a la acu- máticas, pretéritas y presentes, en su
mulación de agua y mantenimiento de formación y previvenvia, la presencia
las condiciones anóxicas y al desarrollo actual de turberas en el NW ibérico res-
de una fuerte acidez en las fases sólida ponde también a la existencia de un
y líquida.
modelado que es herencia tanto de los
Según Wheeler y Shaw (1995) el procesos de intensa meteorización ocu-
estudio de algunas de las principales rridos bajo los climas cálidos del
características de las especies típicas Terciario, como a los procesos de geli-
de las turberas permiten establecer los fracción, regularización de superficies,
siguientes aspectos generales: sobreexcavación y obturación desenca-
- En su mayor parte son de distribución denados por los procesos ocurridos bajo
amplia los climas fríos del Cuaternario.

45
Cabría mencionar también, auque aumento de la escorrentía superficial.
sea brevemente, que en época holocena Esta tendencia se está invirtiendo en la
la acción humana favoreció la forma- actualidad, pues una buena parte de las
ción de áreas hidromorfas y el disparo acciones humanas llevadas a cabo en
de la terrestrización, al potenciar una los medios turbosos y otros humedales,
posición más superficial de la capa fre- representan serios riesgos para su
ática, como consecuencia de la defores- supervivenvia, cuando no la han afecta-
tación, la erosión de los suelos y el do ya de forma irreversible.

46
CAPÍTULO 4
M. Valcárcel Díaz
A. Pérez Alberti

GEOLOGÍA Y GEOMORFOLOGÍA
DE LAS ÁREAS DE TURBERA DE
GALICIA
Vista del sector central de la Serra dos Ancares, con los picos
INTRODUCCIÓN Mostallar (1935 m) y Pena Longa (1898 m).

Tanto las formas del relieve como los materiales, pues desde las rocas
los procesos geomorfológicos que se precámbricas hasta los sedimentos cua-
desarrollan sobre ellas, o que les dan ternarios más recientes en la Galicia
origen en último término, se verifican a emergida sólo falta la representación
partir de un substrato litológico. En el de los materiales secundarios. También
caso de Galicia este substrato se carac-
hay diversidad en cuanto a la composi-
teriza por su diversidad y complejidad
ción, pues frente a un abrumador domi-
litológica y estructural. Diversidad por-
nio de las rocas ácidas, las rocas bási-
que existen tanto rocas de origen plutó-
cas están en todo caso también repre-
nico –granitos, granodioritas, etc…-,
sentadas, aunque sólo ocupan un 5% de
como metamórfico -cuarcitas, pizarras
la superficie frente a las rocas meta-
esquistos, gneises, calizas, etc…- y
sedimentarias –conglomerados, arenis- mórficas y rocas graníticas ácidas que

cas, argilitas y algunas rocas carbona- se reparten a partes casi iguales el 90%
tadas-. Esta diversidad se observa tam- de la superficie. El 5% restante se
bién si nos atenemos a la antigüedad de corresponde con los materiales tercia-
rios y cuaternarios, aunque, como ya se

47
ULTRABASICAS

BASICAS

ROCAS GRANITICAS

PIZARRAS

PIZARRAS Y CUARCITAS
ARENISCAS, CUARCITAS y PIZARRAS

ESQUISTOS

SEDIMENTOS

EMBALSES

Escala = 1 / 1.000.000.

0 10 20 30 Km

Figura 4.1. Mapa geológico de Galicia de síntesis (cedido por F. Macías)

ha señalado con anterioridad, estos su impronta se hace evidente sobre el


están infravalorados por la cartografía terreno, son el ciclo hercínico y el ciclo
geológica. Y es que este zócalo del NW alpino.
peninsular es en realidad parte del lla-
De entre estos materiales del subs-
mado "Macizo Hespérico", que se
trato destacaremos, por su papel en la
corresponde con la rama S del plega-
dinámica geomorfológica y en la géne-
miento herciniano y por tanto comparte
sis de ciertas turberas, la presencia de
muchas afinidades con otros territorios
las Cuarcitas de Xistral, de edad
emergidos de éste, como pueden ser
Cámbrico inferior, y que dominan total-
Normandía o Bretaña, en Francia, o los
Montes de Toledo y Sierra Morena, en mente las áreas cimeras de las Serras

España. En todo caso, su historia geo- Septentrionais, aunque también están


lógica es compleja, pudiéndose definir presentes en este sector los materiales
como "policíclica" (DEN TEX, 1978), y de la Serie Precámbrica de Lugo-
está caracterizada por una tectónica Villalba, compuestos por filitas,
con sucesión de varias fases orogéni- micaesquistos y gneises anfibólicos, así
cas. De ellas las más relevantes, pues como afloramientos graníticos como el

48
de A Toxiza. Estas Serras Septentrionais significativo: la Serra de Meira actúa de
en conjunto superan escasamente los divisoria de aguas disimétrica entre la
1000 m de altitud, y se puede distinguir cuenca del río Eo y la cuenca del Miño.
en ellas una serie de niveles aplanados Por su lado occidental esta sierra, que
que se suceden en altura. Así, se obser- conecta con la superficie de la Terra
va uno a 900 m, desde el que se elevan Cha, no supone más que una modesta
las cimas más altas (Cadramón, 1060 m; elevación de unos 400 m, mientras que
Seixo Branco, 1057 m; Chan de Lamoso, por el lado oriental, la profunda incisión
1039 m; Lombo Pequeno, 1036 m; del Eo provocada por la cercanía del
Xistral, 1036 m). Estos niveles aplana- nivel de base del Cantábrico, origina un
dos se repiten hacia el oeste, en el salto mucho mayor. En la Serra do Xis-
Monte Guriscado, que se desdobla en tral ocurre algo muy semejante. Los
un nivel superior de 900 m y otro en su valles de los ríos que drenan directa-
sector occidental a 800 m, la Serra da mente hacia el Cantábrico están muy
Carba, al sur, que representa el nivel de incididos. Por ejemplo el Río das Furnas
los 900 m (Monte da Carba, 905 m), y alcanza rápidamente, en menos de dos
hacia el este, donde también el Cordal kilómetros, el nivel de 400 m, partiendo
de Neda presenta un nivel de 800 m en de las partes más elevadas de la sierra.
sus cumbres. Pero hay dos excepciones: por un lado
Respecto a estas Serras Septentrio- el río Pedrido y por otro la cabecera del
nais, hemos de citar además un hecho Eume, que presentan en los dos casos

Superficies planas de las cumbres de la Serra do Xistral. A la izquierda, cordal de unión entre los picos Chao de Lamoso y
Cadramón, en la cabecera del río das Furnas. A la derecha, una vista general en una fotografía aérea correspondiente al año
1996 (el vial que se ve en al parte superior izquierda corresponde a la pista que da acceso a la antena de televisión instalada
en la cumbre del Chao de Lamoso).

49
una pendiente muy suave en sus cabe- más alejados de la influencia marina, y
ceras. Estos dos valles, de dirección se corresponden con la Serra dos
NW-SE, se incurvan a los pocos kilóme- Ancares, Montes do Cebreiro y Serra de
tros tomando una dirección NE y N res- Oribio, Serra do Courel, Serra de
pectivamente, a la vez que la incisión de Queixa, Montes de Trevinca y Serras de
sus cauces aumenta de forma brusca. Larouco y Xurés.
Como veremos, la persistencia de esta
Repasando de norte a sur, el primer
antigua topografía tiene una gran
conjunto montañoso que encontramos
importancia para comprender las moda-
es la Serra de Ancares, límite entre
lidades de manifestación del fenómeno
Asturias, Galicia y León, y que actúa
glaciar en esta área así como la forma-
como divisoria de aguas entre las cuen-
ción de turberas en las superficies de
cas del Navia y del Sil, articulándose
cumbre, laderas, collados y rellanos
alrededor de un estrecho cordal de
situados a diferentes altitudes. Pero
dirección NE-SW, donde alcanza las
desde el punto de vista geográfico es
cotas más elevadas (Cuiña, 1998 m;
también importante la localización de
Miravalles, 1969 m), perdiendo progre-
estas sierras a pocos kilómetros de la
sivamente altitud hacia el NW y el SE.
costa, expuestas como están a las
En la parte gallega los sucesivos corda-
influencias de los vientos húmedos
les van descendiendo en sus cotas
marinos. Tal como ya se ha comentado
máximas hacia el NW y el W, hasta
en otros capítulos, este hecho tiene una
alcanzar el "talweg" del río Navia -Serra
importancia capital para comprender
da Fiosa 1403 m, Serra de Corneantes
porqué estos sectores están dominados
1344 m, Serra de Granda do Roxo 1224,
por las principales coberturas turbosas
Serra de Murias 1046 m, Serra do
de Galicia.
Pedreo 900 m-. Por la parte leonesa el
Por su parte, los sectores oriental y nivel de base está definido por la cuen-
meridional del territorio gallego se ca de El Bierzo, hacia la que pierde altu-
caracterizan por la presencia de una ra paulatinamente (Chana Grande 1595
amplia muralla que se yergue hasta los m, pico de Las Plantigas 1175 m, pico
2000 m de altitud (PÉREZ ALBERTI, 1986, Traviesas 945 m). En la vertiente galle-
1991), lo que se manifiesta, entre otros ga los principales valles, tributarios del
aspectos, por la presencia de fuertes Navia, tienen una dirección preferente
gradientes verticales de precipitación y NW-SE y se corresponden con el Ser,
temperatura. Son los territorios más Quindous, Vara, Casal, Cervantes y
elevados de Galicia, pero también los Valdeparada. En la cuenca del Sil, con

50
la misma dirección que los ríos galle- Piornedo y Porcarizas, e inciden en las
gos, pero circulando en sentido contra- formas de estos, más abiertas que los
rio, se organizan los valles de los ríos valles esculpidos sobre la sucesión
Cua, en el valle de Peranzanes, metamórfica.
Ancares, Burbia, Teixeira o Valcárce. En
Al sur las montañas que hacen de
la cabecera del Navia las cotas máxi-
transición con la Serra do Courel son la
mas descienden hacia el sur (puerto de
Serra do Rañadoiro, Montes do Cebreiro
O Portelo 1090 m, Pedrafita, 1099 m).
y los Montes do Oribio. La primera, que
En cuanto al substrato litológico que se alarga en dirección NW-SE, es una
domina en Os Ancares, entre los mate- alineación de cumbres que alcanza su
riales metamórficos están bien repre- mayor altitud en el sector oriental (1463
sentadas las pizarras, esquistos y are- m), pero que define un nivel aplanado,
niscas, pero por su importancia en la un cordal de evidente origen estructu-
dinámica geomorfológica destaca la ral. En este sector los ríos se organizan
abundante presencia de cuarcitas de en una típica red de drenaje "en bayo-
diferentes edades. Por su parte los "gra- neta", con frecuentes codos en ángulo
nitoides hercínicos", granitos alcalinos recto, lo que denota éste origen estruc-
de dos micas, se corresponden con los tural. A su vez, la existencia de materia-
batolitos de Piornedo y Campo del les calizos en la serie estratigráfica ori-
Agua, que afloran en Os Ancares enca- gina la presencia de fenómenos kársti-
jándose entre los materiales metamórfi- cos, como cauces secos o surgencias.
cos. Los Montes do Cebreiro son en realidad
Esta variedad de materiales tiene su una prolongación de la Serra do
reflejo en el comportamiento dinámico Rañadoiro al W del Alto do Poio, que es
de cada uno de ellos. Así, las cuarcitas, realmente una gran falla. Por su parte la
muy abundantes en toda la serie estra- Serra do Oribio, que da nombre al curso
tigráfica, tienden a dominar las áreas alto del río Sarria, afluente del Miño,
de cumbres de Os Ancares, y es un alcanza los 1443 m, y muestra formas
substrato litológico en el que se des- similares a la Serra do Rañadoiro. En
arrollan bien cierto tipo de depósitos, ya general los materiales litológicos que
sean los campos de bloques o los gla- afloran en este sector son los ya men-
ciares rocosos, tan frecuentes en este cionados para el caso de Os Ancares, a
sector. Existe pues un cierto control lito- los que se une la presencia de materia-
lógico de estas formas. Por su parte los les calizos, característica que comparte
granitos dominan en los valles de con la más extensa, y alta, Serra do

51
Courel, que se sitúa inmediatamente al conjunto de sierras que confluyen confi-
sur. Aquí se presentan en bandas de gurando una forma masiva. Son las sie-
dirección NW-SE, dislocadas por largas rras de Queixa, San Mamede, O Burgo,
líneas de fractura, como la falla del Alto As Corzas y los Montes de Invernadeiro.
do Poio. Hay una concordancia entre Modelados a partir de un susbstrato
esta alineación y la dirección general de predominantemente granítico y secun-
las sierras, palpable en el caso de la dariamente esquistoso. Dentro del
Serra do Rañadoiro macizo hay evidentes contrastes. En la

La Serra de Courel se eleva hasta los Serra de Queixa, que presenta un

1654 m del pico Formigueiros, presen- aspecto alomado, se pueden diferenciar

tando un gran contraste entre su sector por lo menos dos superficies aplanadas
septentrional y el meridional. El primero o escalones, uno que se estira a unos
es más suave y alomado, mientras que 1700 m desde Cabeza Grande de
el segundo se caracteriza por el encaja- Manzaneda al norte hasta el pico Seixo
miento de sus ríos como el Soldón o el al sur, contactando ya con la Serra de
Quiroga, que al labrar valles paralelos San Mamede y los Montes de
parecen seguir, de igual manera que en Invernadeiro. El otro nivel, algo inferior,
Ancares, fracturas de dirección NE-SW. se sitúa sobre los 1500 m, dominando el
La presencia de sustratos calizos le con- sector occidental de la sierra, en la
fiere, por otra parte un rasgo particular, cabecera del río Conselo. Los valles se
que ya veíamos de forma menos acusa- inciden mordiendo estas superficies
da en el caso de los Montes de O pero sin llegar a diseccionarlas. Se pro-
Cebreiro. Aparecen así sumideros, sur- duce así una morfología contrastada
gencias, cuevas, etc...; un tipo de entre el centro del macizo y sus bordes.
modelado infrecuente en el noroeste Por su parte el Macizo de Trevinca
peninsular. En todo caso el predominio comprende básicamente el curso alto de
de materiales de origen sedimentario los ríos Xares y Bibei, situados en la
poco metamorfizados, como pizarras o frontera de Ourense (Galicia) y Zamora
areniscas, junto con cuarcitas y calizas (Castilla-León). El río Xares tiene sus
facilitó una disección diferenciada de fuentes en la vertiente occidental de
las vertientes. Pena Trevinca (2127 m) y recibe aguas
Las montañas al sur del Sil se corres- de diferentes cauces de la vertiente sur
ponden con otros dos conjuntos monta- de la Serra do Eixo (Maluro 1934 m) y de
ñosos separados entre si por la depre- la Serra Calva. El río Bibei se origina en
sión de O Bolo. El primero comprende el la confluencia de una serie de cauces

52
que drenan las llamadas "Lagoas de Las sierras de Larouco y Xurés están
Piatorta", a casi 1900 m de altitud, modeladas sobre granitos. Su relieve
situadas en el cordal que une las cum- presenta los mismos rasgos ya repeti-
bres de Pena Trevinca y Moncalvo dos para los macizos de Manzaneda y
(2044). Aguas abajo recibe los aportes Trevinca. Así, la existencia de niveles
de los ríos de Valdeinferno, Valdesirgas, aplanados en sus partes más elevadas
Barxacova, Regueiro do Val y Regueiro sobre los que la incisión fluvial no ha
de Xaneiro, provenientes de la vertiente podido penetrar, limitándose a cortar
occidental de la Serra Segundeira. El pequeños entrantes en estas superfi-
relieve se desenvuelve sobre roquedos cies, es lo que origina en estos sectores
graníticos (granodioritas, granitos), neí- fluviales la presencia de fuertes pen-
sicos (Unidad "Ollo de Sapo") y migma- dientes. Lo mismo sucede en las sierras
títicos intensamente fallados y fractura- de Laboreiro.
dos. Se distinguen claramente en él una
serie de niveles aplanados que confie-
ren al paisaje un rasgo de planitud que EVOLUCIÓN DEL RELIEVE. UNA
contrasta con el encajamiento de los HISTORIA DE MILLONES DE AÑOS
valles, que en sus tramos altos tiene
La mayor parte de las formas de
perfiles transversales en cuna o en arte-
modelado que actualmente esculpen las
sa. El más elevado de estos niveles apa-
sierras gallegas son recientes, enten-
rece entre los 1900 m y 2100 m y se
diendo por ello cuaternarias. Ello quiere
corresponde con el sector culminante
de la Serra Segundeira (Moncalvo 2044 decir que en todo caso no son más anti-

m), los picos de Trevinca (Pena Trevinca guas de unos dos millones de años, y

2127 m, Pena Negra 2119 m, Pena que realmente su edad puede ser inclu-

Survia 2112 m), parte oriental de la so mucho más reciente, del orden de
Serra do Eixo (Maluro 1934 m) y extre- decenas de miles o de miles de años tan
mo occidental de la Serra de La Cabrera sólo. Este marco temporal tan estrecho
(Picón 2078 m, La Plana 2028 m, Faeda indica que estas formas se deben a los
2021 m, Vizcodillo 2122 m). Por debajo, procesos que se desarrollan sobre la
a veces conectado suavemente con el superficie, llamados por ello procesos
anterior, aparece un nivel a 1700-1800 exógenos, por contraposición a los
m que configura la parte central de la endógenos, responsables de los desni-
Serra Segundeira y la septentrional de veles presentes en las áreas de monta-
la Serra Calva, ligeramente basculado ña gallegas, y que tienen que ver con
hacia la vertiente gallega. las fuerzas internas de la Tierra. En últi-

53
mo extremo el factor que controla esta
dinámica son las condiciones ambienta-
les, pudiéndose reducir a las condicio-
nes climáticas. Esto no significa que se
originasen a partir de condiciones
actualmente funcionales, ya que el
Cuaternario se caracteriza precisamen-
te por la presencia de cambios climáti-
cos profundos que se han manifestado
en periodos de frío intenso y periodos Vista parcial del alveolo desarrollado sobre las granodiritas
más cortos relativamente cálidos. Estos de A Toxiza en el cual se instala la turbera de Veiga do
Tremoal.
climas del pasado, o paleoclimas, han
generado unas paleoformas correlativas
años; por último, las microformas,
–reelaboradas actualmente por otros
modeladas a escala decamétrica o
procesos- que son por lo tanto heren-
micrométrica tienen una edad que se
cias de periodos morfogenéticos ante-
mide en cientos o en miles de años, y en
riores. Vemos pues que si la evolución
muchos casos son muy efímeras -y por
tectónica, que tiene que ver con la ele-
lo tanto muy recientes-. Pero a su vez los
vación de las sierras y el hundimiento
hechos dejan una impronta en el territo-
de las cuencas, se produjo a lo largo de
rio que tiene que ver no sólo con su
una escala temporal larga, que incluye
intensidad o duración, sino con su cerca-
varios millones de años, la evolución de
nía o lejanía temporal. Los hechos más
las formas causada por los climas fríos
recientes nos resultan más nítidos, más
cuaternarios, que se refleja a escala de
fáciles de reconocer sobre el paisaje.
valle o de ladera, se mide en decenas
de miles de años o a lo sumo en cientos Comprendemos así que para estudiar
de miles de años. Podemos decir que la génesis de los desniveles que origi-
cada escala tiene su ritmo. Las mega- naron las sierras tenemos que trabajar
formas, originadas como resultado de a una escala temporal de millones de
esfuerzos tectónicos y cuyo tamaño se años. Inicialmente debemos situarnos
mide en decenas de kilómetros, tienen en el Secundario final o principios del
edades de millones o decenas de millo- Terciario, es decir hace unos 67 millo-
nes de años; las mesoformas, modela- nes de años cuando, por lo que sabe-
das en general por debajo de la escala mos, el espacio geográfico gallego se
kilométrica, tienen edades que se caracterizaba por el predominio de la
miden en miles o en cientos de miles de horizontalidad pero... ¿cuándo se produ-

54
ce la fase principal de elevación de las
sierras? En general se puede afirmar
que es en el Neógeno (segunda mitad
del Terciario, hace unos 25 millones de
años) cuando se produce la principal
fase de elevación. Sierras como las de
Ancares, Courel, O Cebreiro, y Oribio,
etc…, adquirirían su volumen actual a
partir del Mioceno, cuyo inicio se sitúa
en ese momento cronológico. A la vez Tramo final del valle glaciar de Burbia. La forma U originada
que se elevan las sierras se hunden las por el paso del hielo se conserva de manera nítida

cuencas sedimentarias, rellenándose de


los materiales que la erosión transporta
Por otra lado, no es únicamente la
desde las sierras recién elevadas. Este
acción de las fuerzas internas de la
movimiento parece haberse transmitido
Tierra o el efecto de los paleoclimas los
como una onda de norte a sur.
únicos que operan sobre las formas. Un
Supondría esto que las primeras sierras
en elevarse serían Xistral, Serra da tercer factor sería el litológico, es decir,

Carba, Meira, y que hacia el sur le ele- el tipo de substrato rocoso, lo que en las

vación sería más tardía, y por ende más áreas de montaña gallegas se hace muy

intensa, dado el mayor desnivel alcan- evidente. Por ejemplo, en las Serras

zado. Así el relieve anterior a esta fase, Septentrionais, el macizo de A Toxiza,


caracterizado por la suavidad aunque no dominado por los materiales graníticos,
por la total planitud, se dislocaría en presenta un modelado característico
una serie de bloques prefigurados por la que encadena formas exhumadas, es
red de fallas tardihercínica, una com- decir desenterradas por la erosión, con
pleja estructura de fracturas que cubre profundos alveolos de alteración. Su
todo el territorio gallego. Esta última origen, como veremos, hay que buscarlo
explicaría la dirección predominante de en la herencia de las condiciones paleo-
muchos valles, por ejemplo en el caso climáticas del Terciario, en general
de Os Ancares. En un momento dado la mucho más cálido que el Cuaternario,
red fluvial se iría encajando progresiva- actuando sobre una litología propicia,
mente en el terreno a medida que este las rocas graníticas. Este tipo de formas
ascendía. Esta red hidrográfica sería aparecen en muchos otros lugares de
pues, por lo menos en parte, relativa- Galicia, pero no son las únicas que nos
mente antigua. hablan del papel diferenciado de los

55
distintos tipos de rocas. En el caso de elevadas, no es menos cierto que estas
las áreas de montaña afectadas por gla- formas aparecen en otros sectores mon-
ciarismo cuaternario se puede observar tañosos gallegos, y que es sólo aquí
una gran diferencia entre los valles gla- donde se desarrollan tan extensamente
ciares sobre substrato granítico, como estas acumulaciones turbosas. Dentro
Piornedo o Porcarizas en la Serra dos de un juego dialéctico complejo hay que
Ancares, o el valle de As Lamas, en la suponer que las condiciones climáticas
Serra de Queixa, con formas más abier- y paleoclimáticas existentes en las
tas, y aquellos otros valles glaciares Serras Septentrionais han favorecido en
donde domina el substrato metamórfico, gran medida el desarrollo de estas
que en general presentan perfiles trans- extensas coberturas turbosas ombróge-
versales más cerrados. nas. En cambio en las Serras Orientais y
Meridionais la variedad es menor. Se
dan sólo turberas minerogénicas condi-
EVOLUCIÓN GEOMORFOLÓGICA
cionadas por la presencia de ambientes
Y TURBERAS de encharcamiento, propiciados en

Tal y como ya se ha comentado en general por la evolución geomorfológica

otros capítulos, las turberas más exten- cuaternaria que tiene que ver con la

sas y variadas se encuentra en las impronta del glaciarismo.

Serras Septentrionais. Aquí están pre- En las partes más elevadas de las
sentes turberas de cobertor, de ladera, Serras Orientais y Meridionais, y por
de escalón, elevadas, de alveolo, de ende las más frías y húmedas, abundan
valle, etc…, desarrolladas a expensas las áreas sobreexcavadas ahondadas
de unas condiciones topográficas muy por el paso de los hielos, donde la eva-
favorables y en virtud de unas condicio- cuación del agua se ve dificultada, pero
nes climáticas idóneas. Porque si es en las que además frecuentemente se
cierto que la abundancia de superficies obturan sus derrames por morrenas
horizontales a diferentes altitudes es el frontales depositadas durante el retro-
marco propicio para el desarrollo de las ceso de los glaciares. Esto facilita el
turberas de cobertor, y que la presencia encharcamiento y la formación de áreas
de alveolos de alteración en el sector lacustres que en muchos casos han
granítico de A Toxiza o de tramos de dado paso a la formación de turberas,
valle de perfil longitudinal suave, como como es el caso, por ejemplo, de la
en el caso del valle del Eume, facilita la Lagoa da Lucenza en O Courel, o la Poza
presencia de turberas minerotróficas y de Lagoa Maior, en los Montes de O

56
Superficies aplanadas de origen periglaciar (campos de bloques) en la zona de Borralleiras do Lago
e Illós das Pedras, hoy ocpuadas por un extenso macrotopo de turbera de cobertor (fotografía aérea
del año 1984) .En la parte inferior derecha se aprecia una explotación industrial de turba.

Cebreiro. Por último, en las Serras necesario que se verifique un balance


Litorais, tales como la Serra da Groba u neto positivo a favor de la acumulación
O Barbanza encontramos otros ecosiste- de materia orgánica frente a su degra-
mas turbosos cuya génesis hay que dación. Esto ocurre siempre que la des-
relacionar con la horizontalidad de las composición de la materia orgánica se
superficies de cumbre unido a la pre- vea dificultada. Las causas principales
sencia de alveolos graníticos como for- son de orden climático y geomorfológi-
mas propicias para el disparo de la co. Entre los primeros temperaturas
terrestrización, pero en todo caso su bajas, que reducen la actividad micro-
significación es mucho menor en com- biana, y un buen aporte de humedad,
paración con las hasta ahora comenta- que tiene el mismo efecto al elevar el
das. nivel freático originando un ambiente
¿Porqué esta diversidad? Para que se anaerobio y reductor, poco propicio para
produzca la acumulación de turba es la descomposición de la materia vege-

57
tal; entre los segundos, la presencia de hielo intersticial. A la génesis de estos
una capa freática alta todo o la mayor depósitos coadyuva sin duda el tipo de
parte del año es propiciada por la pre- substrato cuarcitas muy diaclasadas y
sencia de sectores cóncavos sobre el fracturadas, y además muy propensas a
terreno y de origen diverso, todo ello la disgregación y producción de partícu-
junto a la existencia de un substrato las finas, al sufrir procesos de gelifrac-
basal que impide o limita el drenaje y ción durante los momentos más fríos
con frecuencia pobre en nutrientes. del Pleistoceno reciente. Por otra parte,

En el caso de las Serras se trata de un substrato muy pobre en

Septentrionais el gradiente térmico ver- nutrientes, lo que unido a la gran hume-

tical, como en otras sierras gallegas, dad ambiental propia de estas sierras
origina un importante descenso de las origina la presencia de turberas de
temperaturas medias con respecto a las cobertor sobre las áreas cimeras de la
presentes a nivel del mar. Por otra sierra, como por ejemplo se dan en
parte, desde el punto de vista geomor- Chao de Lamoso, que lateralmente
fológico tememos dos grandes conjun- pasan a turberas de ladera o turberas
tos de formas: en escalón, a favor de rellanos situados
a diferentes altitudes. Por lo tanto, a los
■ En las áreas más elevadas, y a
condicionantes marcados por un pecu-
favor de una litología casi exclusiva-
liar conjunto de formas heredadas, se
mente cuarcítica, encontramos exten-
une el efecto de los climas fríos del cua-
sas superficies planas, heredadas de la
ternario final y una peculiar situación
evolución geomorfológica terciaria,
geográfica, de gran exposición a vientos
sobre las que se han desarrollado depó-
marinos cargados de humedad.
sitos de origen periglaciar, ligados a las
etapas frías del Cuaternario. Estos ■ Otros tipos de turberas que encon-
materiales, presentes a partir de los tramos en Xistral son las minerogénicas
600 m de altitud, y dispuestos a modo (ya sean las elevadas o las minerotrófi-
de campos de bloques muy ricos en cas en sentido amplio). Se desarrollan
matriz fina, favorecen la acumulación básicamente sobre dos tipos de superfi-
del agua al limitar su infiltración. Se cies cóncavas, que desde el punto de
originaran a partir de afloramientos vista geomorfológico tienen origenes
rocosos subhorizontales o, en general, diversos. Un primer tipo son los alveo-
de pendiente escasa, sobre los que los de alteración sobre subtrato graníti-
actúa un ambiente en el que predominó co, en el macizo de A Toxiza. El análisis
la macrogelifracción y la presencia de de los sedimentos contenidos en las

58
Vista del circo glaciar del Lanza (1867 m, el fondo del circo se sitúa aproximadamente a unos 1600 m de altitud), sector cono-
cido como Meixón Vella, en la cabecera del valle de Piornedo. El contraste estacional se verifica en un cambio sustancial de las
condiciones ambientales.

cuencas terciarias de Galicia (Terra Cha, los materiales móviles como arcillas,
Sarria, Monforte, Quiroga, Maceda, arenas y gravas, originará la aparición
Monterrei, etc…), permite corroborar en superficie de las formas graníticas
que durante el Terciario predominaron de exhumación a partir del afloramiento
las condiciones climáticas de tipo tropi- de esta topografía enterrada. Puede tra-
cal favorecedoras de la meteorización tarse de formas convexas o en resalte,
de las rocas y de la génesis de profun- como bolos, tors, castle kopje y domos,
das capas de alteración. El frente de o formas cóncavas o incididas, como los
alteración, es decir, el contacto entre el alvéolos de alteración, y su escala
substrato rocoso no alterado y el altera-
varía entre unos pocos metros cuadra-
do no es una línea recta, sino que se
dos a varias hectáreas de superficie. Su
ondula siguiendo la alterabilidad de la
configuración en forma de cubeta con
roca, que puede estar condicionada por
predominio de la horizontalidad, gene-
cambios en las proporciones de los
ralmente de planta circular o elíptica,
componentes de la roca o en la diacla-
junto a la dificultad de drenaje, las con-
sación y fracturación de la misma.
vierte en áreas idóneas para la génesis
Puede estar sumergido bajo metros, a
de humedales y, eventualmente, la pro-
veces decenas de metros, de saprolita o
liferación de turberas.
roca alterada. La eliminación de la esta
capa de alteración durante las fases El otro ámbito donde se dan las tur-
erosivas que se sucederán a lo largo del beras minerotróficas en Xistral es el
Cuaternario, es decir la evacuación de fondo de valles que han sido colmata-

59
1 2

3 4

Diferentes ejemplos de áreas aturberadas en sectores afectados por el glaciarismo pleistoceno: 1. Superficie aplanada y sobre-
excavación en posición de interfluvio, cerrada por morrenas, cerca de Barxacova (valle del Bibei, Ourense-Zamora). 2. Pequeña
turbera sobre un área de sobreexcavación glaciar cerrada por morrenas en la cabecera del valle de Porcarizas (Os Ancares). 3.
Sucesivos cierres morrénicos que indujeron la formación de una turbera, similar a los casos anteriores, en el sector de Os
Froixos, cabecera del valle de Ancares (Os Ancares). 4. Poza da Lagoa Maior, humedal en los Montes de O Cebreiro (en invier-
no aflora el nivel freático en superficie, pero en verano se seca totalmente). 5. Superficie superior aplanada en la Serra de
Queixa; sobre ella, y a partir de la presencia de abundantes restos morrénicos, se forman pequeñas áreas turbosas.

60
dos por depósitos fluviales y/o glacia- que decir tiene que en muchos casos la
res. En esta sierra es frecuente la pre- conjunción de las formas glaciares con
sencia de valles disimétricos, en los que unas condiciones climáticas propicias,
las vertientes orientadas al E y NE tie- ha favorecido la aparición de humeda-
nen una pendiente muy abrupta, mien- les y turberas en diferentes puntos de
tras que en las laderas de solana la aquellas sierras gallegas que fueron
pendiente es mucho más suave. Ésta afectadas por el glaciarismo pleistoce-
disimetría es una herencia de las gla- no. Básicamente se originaron por la
ciaciones pleistocenas, y provoca una presencia de áreas de sobreexcavación
circulación disimétrica de los cauces glaciar, cuyo drenaje ya de por si difi-
fluviales, que en muchos casos deben cultoso se pudo ver obstaculizado más,
superar además desagües angostos. Se como ya comentamos, por la presencia
originan así áreas hidromorfas que, en de obturaciones morrénicas. En algunos
algunos casos, han sido ocupadas por casos esta dificultad se manifiesta por
turberas, como es el caso de la cabece- la presencia actual de pequeños lagos
ra del río Eume (turbera de Veiga do de origen glaciar. Es el caso del Lago
Rial). del Cuiña en Ancares, situado en el
fondo de un pequeño circo y cerrado a
Pero el efecto de los climas fríos
su vez por una morrena.
cuaternarios, con ser importantes, no se
limita a las manifestaciones que encon- ¿Dónde encontramos estas formas?
tramos en Xistral. Las áreas de montaña Asociados a los tramos de cabecera de
gallegas en general, y las sierras orien- los valles glaciares de las Serras
tales y meridionales en especial, se Orientais y Meridionais se encuentran
han visto afectadas durante por lo muchos circos glaciares. En aquellas
menos el tramo final del Cuaternario, el áreas en las que el modelado glaciar dió
período comprendido en el Pleistoceno lugar a la formación de pequeñas cube-
reciente, por los efectos de los ciclos tas de sobreexcavación –a veces obtu-
glaciares, generándose en sus partes radas por morrenas frontales-, y unido a
más elevadas todo un conjunto de for- unas adversas condiciones microclimá-
mas de erosión características, tales ticas generadas por la altitud y exposi-
como valles glaciares con sus caracte- ción -temperaturas bajas y elevado
rísticos perfiles en U o “en cuna”, circos aporte de humedad-, se han desarrolla-
glaciares, superficies pulidas por los do acumulaciones turbosas; aunque en
hielos, o morrenas si nos referimos tam- muchos casos el proceso dista de estar
bién a las formas de acumulación. Ni completado, por lo que en realidad

61
algunos de estos sectores funcionan plazamiento a lo largo de un valle, un
actualmente como humedales que en la glaciar activo va delimitando una zona
estación estival se desecan. Es el caso de contacto entre la pared lateral del
de Poza da Lagoa Maior, en los Montes valle y el propio hielo glaciar. Esta zona
de O Cebreiro, o la Lagoa da Lucenza en está marcada por la presencia de mate-
Courel. Como ya dijimos, en otros casos riales sedimentarios que el glaciar
funcionan como lagos permanentes, sin arrastra. Esta amalgama de hielo y sedi-
llegar a desecarse, como el Lago del mentos es la responsable de la deposi-
Cuiña. Pero en algunos puntos encon- ción de las morrenas laterales cuando
tramos verdaderas turberas, como se el hielo glaciar retrocede. Si el contacto

puede ver en el fondo del circo glaciar entre el nivel del hielo y lecho rocoso

del Lanza, en el valle de Piornedo. Las lateral coincide con un ensanchamiento,


por ejemplo por la presencia de un valle
áreas sobreexcavadas pueden tener
lateral colgado que carece de glaciar, o
dimensiones muy variables, desde unos
por un collado que une dos valles, se
pocos metros hasta ocupar todo el
puede generar un área de represamien-
fondo de ciertos circos glaciares. En su
to de agua que tiende a colmatarse y
interior es frecuente encontrar impor-
que puede subsistir incluso después de
tantes acumulaciones de depósitos
retirado el hielo, a través de la persis-
periglaciares, del tipo canchal, morrena
tencia de la morrena lateral que actúa
de nevero o glaciar rocoso, formados
de barrera. Se forman así las áreas de
con posterioridad a la desaparición de
obturación lateral, siendo un ejemplo de
los hielos.
este proceso el caso de la llamada
Por último, entre las áreas turbosas Braña de Lamela, localizada en el colla-
propiciadas por la morfogénesis glaciar do que une los valles de Balongo y
también se encuentran las originadas Teixera, en la vertiente oriental de la
por obturaciones laterales. En su des- Serra de Ancares (Figura 4.2).

62
Figura 4.2. Vista general (fotografía del centro) de la turbera de Braña de Lamela, en el valle de Balongo (Os Ancares). En los esquemas se representa la evolución pleisto-
cena-holocena de este sector: A. Máximo avance glaciar, el collado de transfluencia es activo y está totalmente ocupado por el hielo glaciar, que fluye hacia el vecino valle
de Teixeira. B. Fase de estabilización post-máximo, el collado de difluencia sigue siendo activo, aunque el espesor del hielo es menor. C. El glaciar abandona el collado, ori-
ginándose una morrena lateral que cierra un pequeño lago. D. Con el retroceso definitvo de los hielos glaciares el lago se colmata progresivamente, evolucionando hacia
una turbera minerotrófica.

63
CAPÍTULO 5
F. Castillo Rodríguez

EL CLIMA DE LAS ÁREAS DE

TURBERA DE GALICIA

Las cadenas montañosas galaicas intervienen activamente


INTRODUCCIÓN en la modulación climática a meso y microescala

En Galicia se dan cita las componen- ca sobre nuestra Comunidad. Es decir,


tes climáticas templada y subtropical. no sólo aludimos al juego dialéctico,
La primera explicaría los rasgos domi- que en nuestro escenario sinóptico se
nantes de su temperie, es decir, la establece entre las depresiones atlánti-
abundancia de precipitaciones, la tem- cas, propias de la componente templa-
planza en los valores térmicos, los ele- da, y los anticiclones subtropicales;
vados índices de humedad y sus esca- sino que también, contemplamos, desde
sas amplitudes térmicas, entre otros. planteamientos sistémicos, el esencial
Mientras que la componente subtropi- papel que juegan las interacciones
cal, nos permite entender la estaciona- entre la atmosfera, las formas del relie-

lidad en el reparto pluviométrico o el ve, la biosfera y el océano.

déficit hídrico durante los meses estiva- A una escala temporal corta, las
les en algunas áreas gallegas. Con el interacciones entre la atmósfera y la
término "componente" queremos sinte- superficie terrestre constituyen un
tizar todos los factores que concurren a mecanismo fundamental para la para-
la hora de explicar la expresión climáti- metrización de los procesos que tienen

65
lugar a mesoescala en nuestro territo- Las turberas de montaña precisan
rio. A modo de muestra, baste recordar para su existencia y perdurabilidad de
los efectos de la inclinación del terreno unas exigentes condiciones termohigro-
en los balances locales de radiación, el métricas. En Galicia se localizan en las
albedo de las distintas superficies, los sierras septentrionales (Xistral,
flujos de aire inducidos térmicamente Cadramón, Buio), en las sierras orienta-
en los valles, las inversiones térmicas o les (Ancares, Courel) y surorientales
la turbulencia mecánica en las capas (Manzaneda, Trevinca) y en otros encla-
bajas de la troposfera en función del ves como las sierras litorales de O
tamaño y la disposición de las formas Barbanza o A Grova, el conjunto de la
de nuestro relieve. Aunque, probable- dorsal o sierras centro occidentales o la
mente, los ejemplos que mejor expresan Serra do Xures. En todos ellos, la pre-
la importancia de tales interacciones sencia de tales ecosistemas responde,
sean las transformaciones adiabáticas en primera instancia, a la abundancia
de las masas de aire a lo largo de las de precipitaciones. Aunque, sin duda, el
ascensiones forzadas por los obstáculos tipo de turberas representado y la clave
montañosos, y las deformaciones de los
de su pervivencia estriba en la tenden-
frentes. Estos últimos procesos, consi-
cia del reparto temporal de las lluvias,
guen, por una parte, incrementar el
es decir la estacionalidad pluviométri-
potencial pluviométrico de los sistemas
ca, que influye en el balance hídrico de
nubosos y, por otra, controlar, el reparto
estos humedales. Dada su importancia
de las precipitaciones, estableciendo
en la configuración de las turberas,
áreas de máxima captación de lluvias -
comenzaremos este capítulo analizando
óptimos pluviométricos- y sectores de
los rasgos que definen a la precipita-
“sombra pluviométrica”, asociados a
ción en Galicia. A continuación, nos
vertientes de sotavento respecto a los
detendremos en las interacciones
flujos húmedos de poniente. Y desde
atmósfera-formas del relieve y en la
estos postulados metodológicos que se
capacidad de modular las condiciones
sustentan en la concepción del clima
climáticas a mesoescala de los conjun-
como un sistema, podemos dar respues-
tos orográficos. Finalmente, repasare-
ta a la existencia de ecosistemas tan
mos los distintos escenarios en los que
singulares como las turberas ombrotró-
existen estos tipos de humedales, des-
ficas de cobertor en las Serras
tacando los factores climáticos que los
Septentrionais gallegas así como a la
mantienen.
distribución de otros complejos turbófi-
los en el noroeste peninsular.

66
Figura 5.1. Distribución espacial de la
precipitación anual acumulada en
Galicia (Fuente: Atlas Climático de
Galicia. A. Martínez Cortizas y
A.Pérez Alberti (coords), 1999)

<600 800 1000 1200 1400 1600 1800 2000 >2000

LA PRECIPITACIÓN. res normalizados oscilan entre mínimos


próximos a los 500-600 mm en el valle
Señalábamos en la introducción que
del Miño-Sil y los 1.800-2.000 mm en
la clave de la pervivencia de las turbe-
las sierras litorales (O Barbanza, A
ras en determinados escenarios monta-
Grova) y la Dorsal Gallega (Suido,
ñosos de Galicia radica en los abundan-
Testeiro, Faro de Avión). El período de
tes aportes hídricos. Los hidrometeoros,
mayor abundancia de precipitaciones se
lluvia, nieve y la denominada precipita- localiza a finales de otoño- principios
ción horizontal o criptoprecipitación, del solsticio de invierno, en el trimestre
garantizan en las áreas de montaña noviembre-diciembre-enero, con un
gallegas tales aportes. máximo mensual mal localizado, de

La precipitación anual ponderada de noviembre o de diciembre.

Galicia es de 1180 mm, si bien los valo-

67
Distribución espacial de los las diferencias mayores bajo circulacio-
aportes pluviométricos nes del oeste; mientras que en verano,

La distribución espacial de la precipi- estas diferencias se vuelven más acusa-

tación es bastante compleja (Figura 5.1). das, siendo la intensidad entre 2 y 30

La cuarta parte del territorio gallego veces mayor en la costa que en el inte-
presenta medias anuales que no supe- rior. De nuevo, el contraste es particu-
ran los 1.000 mm, mientras que en un larmente grande bajo situaciones cicló-
5% de la superficie de Galicia la preci- nicas del suroeste.
pitación es superior a los 1.600 mm y
tan sólo en un 2% inferior a los 600 mm.
La estacionalidad pluviométrica
La clase dominante es la de los 1.000-
1.200 mm con cerca del 30% del territo- Las turberas de cobertor son turberas
rio. pluviales que se desarrollan esencial-
mente a partir de agua de lluvia y del
En el norte la frecuencia de la lluvia
destacable aporte de la criptoprecipita-
es mayor que en el sur de Galicia, pero
ción. En Europa sólo se encuentran
cuando ésta se produce en la zona meri-
ejemplos en la región Eurosiberiana, en
dional, lo hace con mayor intensidad. En
territorios fríos y de elevada pluviosidad
el invierno, en lo sectores meridionales
con un reparto homogéneo a lo largo del
costeros llueve con una intensidad 1.3 a
año. En Galicia los ejemplos de tales
3 veces superior que en los septentrio-
nales; tan sólo en algunas situaciones humedales se encuentran por encima de

circulatorias, mayoritariamente antici- los 500-600 metros de altitud en el con-

clónicas, la precipitación recogida en el junto de las sierras septentrionales.

norte es sensiblemente superior a la del Precisamente, en este escenario se dan


suroeste de Galicia. En verano, la situa- las condiciones necesarias para su per-
ción es mucho más contrastada, pues vivencia, en especial, el bajo índice de
disminuye notablemente la frecuencia estacionalidad pluviométrica (IE).
en el sur y la intensidad de la precipita- Los valores medios del IE para
ción sigue superando la alcanzada en el Galicia oscilan entre los 0.23 y 0.39. En
norte bajo circulaciones ciclónicas, el mapa de estacionalidad (Figura 5.2)
excepcionales en el verano. se observa una clara distribución zonal,
Pero más extremas son las diferen- la cual está relacionada con el balance
cias entre la costa y el interior. En entre las componentes climáticas sub-
invierno, en Pontevedra llueve entre 1.3 tropical y templada que citábamos en el
y 8 veces más que en Ourense, siendo apartado introductorio. Así, la estacio-

68
Figura 5.2. Distribución espacial de
los índices de estacionalidad pluvio-
métrica en Galicia. Grado de estacio-
nalidad:

1. muy baja
2. baja
3. moderada
4. fuerte
5. muy fuerte.

(Fuente: Atlas Climático de Galicia.


A. Martínez Cortizas y A.Pérez Alberti
(coords), 1999)

nalidad aumenta de norte a sur, siendo generalizada es que la estacionalidad


tan sólo interrumpido dicho gradiente aumenta al hacerlo la precipitación
por las barreras orográficas. Preci- anual. Esto se debe al aumento de los
samente, los bajos índices que se regis- aportes durante la estación húmeda,
tran en las montañas septentrionales acompañada por la disminución, más o

gallegas están en consonancia con el menos marcada, pero siempre presente,

extenso desarrollo de complejos turbófi- de la precipitación estival. Este incre-


mento del aporte hídrico en los meses
los y los índices más elevados en otros
de otoño-invierno responde a episodios
escenarios, como veremos, justifican la
encadenados de situaciones inestables
necesidad de unas idóneas condiciones
vinculadas a una circulación zonal o
topográficas para que las turberas pue-
subzonal que aproximan a nuestras cos-
dan desarrollarse -áreas inundadas de
tas sistemas perturbados atlánticos de
forma temporal o permanente-.
elevada capacidad pluviométrica. Esta
Un análisis de la evolución pluviomé- situación expansiva del vórtice circum-
trica anual indica que la situación más polar, es decir, con valores bajos del

69
índice NAO (North Atlantic Oscillation), to simultáneo de las lluvias de invierno,
es especialmente eficaz en el aumento primavera y otoño sin que el verano -de
del IE en las áreas del norte de nuestra por sí de muy baja aportación- refleje
comunidad, con la particularidad de que variaciones importantes. Si los aportes
la mayoría de los años la estacionalidad de otoño e invierno están explicados por
es de débil a muy débil. los dispositivos descritos con anteriori-

En otras áreas de montaña en las que dad, los de primavera responden, en

se encuentran ejemplos de turberas, no estas áreas, a varios factores: en primer

se detecta ese claro aumento de la lugar, un aumento de fenómenos tor-

media anual entre los años de estacio- mentosos de carácter generalizado (bajo

nalidad débil y moderada, manifestán- situaciones de embolsamientos fríos en


dose tan sólo a partir de la estacionali- altura); en segundo término, al aporte
dad fuerte (esto sucede en buena parte derivado de tormentas convectivas de
de las estaciones de la provincia de origen local favorecidas por condiciones
Pontevedra). Este hecho podría depen- termodinámicas y por las singulares
der, además, de un segundo grupo de características de la orografía.
mecanismos de fuerte capacidad pluvio- Las montañas cumplen un importan-
métrica, asociados a circulaciones en te papel biogeográfico puesto que son
meandro o de bloqueo de elevada ines- capaces de modular las condiciones cli-
tabilidad y responsables del incremento máticas a mesoescala. La diversidad de
sustancial de los volúmenes de precipi- ecosistemas que pueden diferenciarse a
tación en el período otoño-invierno, con- lo largo de sus vertientes tienen como
tribuyendo al aumento de la estacionali- principal factor de diferenciación a la
dad, ya que en estas zonas del sur de altitud y, con ella, la variación de las
Galicia la caída en los registros de lluvia condiciones climáticas a escalas inter-
estival está garantizada. medias y de detalle. La disminución de
En general, las precipitaciones de la presión atmosférica con la altitud
primavera se mantienen sin cambios lleva asociada un descenso de la tem-
notables con el aumento de la estacio- peratura prácticamente constante a lo
nalidad, salvo en determinadas áreas largo de la capa límite de la atmósfera.
de las montañas orientales y a partir de Otra propiedad que va adquiriendo el
altitudes superiores a los 900-1000 m. ambiente con la altitud es el aumento
En estas zonas el aumento de la esta- de la intensidad de la radiación solar
cionalidad y de los volúmenes medios debido al menor espesor de filtro
de precipitación se debe a un incremen- atmosférico que ha de atravesar.

70
Durante las horas de máxima insolación sentido de circulación se verá obligada
las laderas de montaña alcanzan tempe- a remontarlo - salvo en el caso de un
raturas elevadas que contrastan con los alto grado de estabilidad de la masa
bruscos descensos nocturnos. Esto se aérea que le llevaría a acumularse con-
traduce en una acusada oscilación tér- tra el obstáculo- y a partir de este
mica y en el establecimiento de inten- ascenso forzado se desencadenarán
sos gradientes que suelen estar en el variados procesos físicos en función
origen de los vientos locales. Otro fac- del contenido hídrico, de las caracterís-
tor de diferenciación, no menos impor- ticas termodinámicas -grado de estabi-
tante, es la orientación de las vertientes lidad/inestabilidad- del conjunto aéreo
norte-sur, es decir, las laderas de y, obviamente, del desnivel que haya de

umbría y solana que establecen unas superar. Cuando se dan las condiciones

condiciones climáticas que, en muchos favorables, es decir, que la masa de aire

casos, propicia la existencia de forma- presente una fuerte inestabilidad y un


alto contenido hídrico, el enfriamiento
ciones vegetales distintas en función de
adiabático propiciado por el ascenso
los contrastados ambientes higrotérmi-
puede provocar que se rebase fácilmen-
cos entre unas y otras.
te el nivel de condensación y, por tanto,
que aparezcan nubes y, muy probable-
La componente orográfica de la mente, que precipite. Además, no
podemos olvidar que los sistemas nubo-
precipitación
sos que nos visitan regularmente vienen
El efecto que más nos interesa aquí de realizar un prolongado recorrido por
es el que atañe al control que ejercen el océano, que a efectos dinámicos se
los conjuntos orográficos en la distribu- comporta como una superficie plana, de
ción de la precipitación, la llamada manera que al alcanzar la Península, los
"componente orográfica de la precipita- relieves gallegos se erigen en los pri-
ción". Los efectos pluviométricos de la meros obstáculos que habrán de supe-
orografía dependen, en primera instan- rar estas masas de aire que, por lo
cia, de su orientación respecto a los general, poseen una carga de humedad
flujos responsables de los mayores elevada. A nivel genérico, los distintos
aportes hídricos en Galicia, a saber, los tipos de frentes tienen un comporta-
del tercer y cuarto cuadrante. Cualquier miento diferente respecto a los obstá-
masa aérea arribada a nuestras latitu- culos orográficos. En el caso de los
des que acometa en su recorrido un frentes cálidos, si la superficie frontal
conjunto montañoso perpendicular a su tiene una pendiente más pequeña que

71
la falda de la montaña, llegan a poner- de las nubes que suben por las laderas
se en contacto con la cresta, sufren un montañosas empujadas por el viento.
brusco frenazo, al mismo tiempo que Los pluviómetros no registran en este
una cuña de aire frío resulta aprisiona- caso precipitación alguna y sin embar-
da entre dicha superficie y la montaña. go, las partes aéreas de la vegetación
A partir de este momento los frentes aparecen empapadas de agua. Esta es
cálidos avanzan muy lentamente, la conducida por escorrentía hacia el
pendiente de la superficie frontal crece suelo, que dispone de una gran reserva
y el aire cálido se ve obligado a subir hídrica.
más enérgicamente, de donde resulta
favorecida la desestabilización y el
EL CLIMA DE LAS ÁREAS DE
correspondiente desarrollo de la nubo-
MONTAÑA
sidad y de la precipitación. Por su parte,
los frentes fríos que son los más fre- La montaña en Galicia comprende un
cuentes en nuestro territorio (CASTILLO & territorio heterogéneo en el que puede
PÉREZ ALBERTi, 1993) nos ofrecen unas observarse una sucesión irregular de
manifestaciones más violentas. El aire sierras y llanuras, pero donde la vertica-
del sector cálido se encuentra compri- lidad del paisaje domina claramente
mido entre la cordillera y la superficie frente a la horizontalidad (PÉREZ ALBERTI,
frontal, y sufre un ascenso forzado; la 1993). Podemos distinguir cuatro gran-
situación es parecida a una oclusión des unidades -sierras septentrionales,
activa; los fenómenos típicos del frente sierras centro occidentales, orientales y
frío (chubascos intensos, caída baromé- surorientales- que han mantenido y
trica brusca, viento racheado, etc...) se mantienen rasgos biogeográficos comu-
exageran. nes y diferenciadores como respuesta a
los cambios ambientales a que ha esta-
do sometido el noroeste ibérico.
Los gradientes pluviométricos

El papel decisivo del relieve, nos per-


Las Serras Septentrionais
mite hablar de la existencia de sectores
de gradientes pluviométricos. El ascen- El núcleo central de estas sierras
so de masas de aire húmedo a barlo- está formado por la Serra do Xistral con
vento puede dar lugar también a proce- varias cumbres que superan los mil
sos de precipitación horizontal. Este metros. Constituyen el mejor exponente
fenómeno consiste en la interceptación de los ambientes húmedo-frescos en el
por la vegetación de las gotitas de agua norte de Lugo, marcando un acusado

72
gradiente ombrotérmico desde la costa te provoca una potenciación de los
hasta los sectores culminantes de las aportes pluviométricos en el período
sierras, lo que explicaría los importan- lluvioso (otoño-invierno). En sus laderas
tes cambios biogeográficos y de ocupa- expuestas a dichos flujos se establece
ción del territorio que se distinguen en un gradiente próximo a los 100 mm por
ellas. En el sector comprendido entre cada 100 metros de altitud.
las estribaciones de las citadas sierras
Bajo las situaciones de componente
y la costa aparecen confinados los
norte, nordeste, incluso bajo condicio-
dominios ombrotérmicos subhúmedo-
nes de estabilidad anticiclónica, estos
cálido y seco-cálido. El primero con
relieves permiten que los flujos norte-
unas precipitaciones comprendidas en
ños de procedencia oceánica acumulen
el intervalo 1000-1200 mm y tempera-
nubosidad en las vertientes de barlo-
turas por encima de los 14 ºC, mientras
vento a partir de un determinado umbral
que en el segundo las lluvias descien-
altitudinal. Este efecto resulta especial-
den hasta los 800-1000 mm, mantenién-
mente importante en los meses de pri-
dose las temperaturas medias por enci-
mavera (aumenta la frecuencia de dis-
ma de los catorce grados. Frente a estos
positivos meridianos de circulación) y,
ambientes costeros, en las cumbres, en
sobre todo, en el verano, en donde la
donde aparecen las turberas de cober-
estabilidad anticiclónica suele generar
tor, las precipitaciones se sitúan entre
los 1400-1800 mm y los valores medios entradas de aire superficial del primer y

de temperatura son sensiblemente infe- segundo cuadrante que permiten el des-

riores, oscilando entre los 8-12 ºC. Estas arrollo de nubes de estancamiento.

cifras determinan un ambiente ombro- Estas, junto con los fenómenos de nie-

térmico que definimos como “fresco y blas de irradiación, colaboran de mane-


muy húmedo”. Las sierras septentriona- ra intensa en incrementar los aportes
les juegan, por tanto, un papel principal hídricos, precisamente, en la época del
en la caracterización climática de las año en la que se concentra el déficit
tierras del norte lucense. Su influencia hídrico. Este fenómeno recibe la suge-
se deja sentir, bien como intensificado- rente denominación de “lluvias ocul-
ras de la precipitación en las laderas de tas”, entendiendo por tales aquellas no
barlovento, bien como pantalla protec- recogidas en los pluviómetros -nieblas,
tora a sotavento de los flujos de compo- rocío- y que juegan, sin duda, un desta-
nente sur-suroeste. La interacción de cado papel en el desarrollo de los
este conjunto serrano con los sistemas humedales turbófilos e higroturbófilos
perturbados del tercer y cuarto cuadran- en estas sierras. Sería interesante aco-

73
Figura 5.3. Regimenes ombrotérmicos de Galicia (Fuente:
Atlas Climático de Galicia. A. Martínez Cortizas y A.Pérez
Alberti (coords), 1999). Los números hacen referencia a los
principales sistemas montañosos con turberas: Serras
Septentrionais, 1 (Xistral, Cadramón, A Toxiza); Serras
Orientais, 2 (Os Ancares, O Caurel); Serras Sudorientais (3,
Trevinca; 4, Manzaneda e Invernadoiro); Serras Meridionais, 5
(Xures); sierras de la Dorsal Galaica, 6 (Faro de Avión,
Testeiro); Serras Litorais (7, O Barbanza, 8 Serras do Argallo y
O Galiñeiro).

74
meter estudios que permitan cuantificar metría y fuerte humedad, con tempera-
el alcance de tales aportes y, conse- turas medias anuales bajas o bien en
cuentemente, su papel en la pervivencia fondos de valle de escaso drenaje. En
de las citadas turberas. ambos casos, parece haber jugado un
papel primordial la acción remodeladora
del paisaje por el hielo, redistribuyendo
Las Serras Orientais
los materiales de forma que se estimuló
El sector oriental del espacio geográ- la paludificación del territorio
fico gallego está caracterizado por la (PONTEVEDRA POMBAL et al., 1996a).
existencia de un paredón de sierras for-
El rigor de las temperaturas propicia
mado por una serie de alineaciones
que las heladas intensas sean frecuen-
montañosas que llegan a superar local-
tes durante buena parte del año.
mente los 1500-1900 metros de altitud.
Durante el invierno, las precipitaciones
En ellas no existe una dirección predo-
pueden comenzar a producirse en forma
minante, aunque todas las estribacio-
de nieve a partir de finales del mes de
nes constituyen un nexo con el resto de
septiembre, aunque su persistencia no
la Cordillera Cantábrica, configurando
suele confirmarse hasta mediados del
una barrera biogeográfica entre éstas y
mes de noviembre. Estas lluvias de
la Galicia interior (Terra Chá, Depresión
otoño-invierno responden a los meca-
Sarria-Lemos). El tránsito hacía tales
nismos circulatorios señalados para el
zonas interiores se realiza por medio de
conjunto del territorio gallego, si bien,
altas tierras o pequeñas sierras y depre-
las sucesivas descargas sufridas hasta
siones tectónicas. Las condiciones cli-
alcanzar estas tierras orientales hacen
máticas generales de las montañas
que los volúmenes anuales de precipita-
orientales gallegas están influenciadas
ción superiores, por ejemplo a los
fundamentalmente por la altitud de sus
1800mm, que en la dorsal se alcanza
relieves y la posición interior que ocu-
por encima de los 600-700 m, aquí sólo
pan dentro del territorio. Este conjunto
puedan recogerse a altitudes por enci-
orográfico constituye un área de contac-
ma de los 1.500 m
to y a la vez frontera biogeográfica
entre el mundo eurosiberiano y medite- En estas sierras las precipitaciones
rráneo. En él se dibuja el límite surocci- derivadas de fenómenos tormentosos,
dental europeo de distribución natural y en especial en verano, son considera-
regular de las turberas de montaña. bles y palían eficazmente la falta de llu-
Éstas se disponen a elevada altitud, vias frontales que caracterizan el estío.
asociadas a condiciones de alta pluvio- Sería necesario abordar un estudio rigu-

75
roso sobre las tormentas -frecuencia, tran en el tercio suroriental de Galicia
intensidad, duración, mecanismos suelen tener su origen en las regiones
intensificadores, etc...- Del mismo limítrofes castellano-leonesas. Una vez
modo, sería igualmente útil conocer en traspasadas las fronteras montañosas
profundidad el fenómeno de las nieblas las tormentas comienzan a disiparse en
de valle y las inversiones térmicas tan la mayoría de los casos.
cotidianas en estas tierras. Ambos
Resulta significativo contrastar los
fenómenos tienen un interés que tras-
resultados del índice de estacionalidad
ciende a la mera erudición climática,
(I.E.) registrados en las estaciones de
debido a sus implicaciones biológicas y
las sierras orientales y en las septen-
económicas. Las situaciones sinópticas
trionales. En las primeras, la frecuencia
que propician con mayor frecuencia las
de años con estacionalidad fuerte se
tormentas en Galicia durante la esta-
aproxima al 30%, mientras que en los
ción veraniega se caracterizan por la
relieves del norte lucense a penas si se
presencia de una baja térmica bien ins-
supera el 15%.
talada sobre la Península y en altura un
dispositivo de circulación débil con En las áreas más elevadas de las sie-
relación a la existencia de una vaguada rras de Ancares y Courel se encuentran
poco marcada. En las situaciones de los ambientes ombrotérmicos extremos
tormenta del estío gallego las condicio- del territorio gallego, definidos como
nes térmicas juegan un papel funda- "muy húmedos o hiperhúmedos, frescos
mental en el desarrollo del fenómeno, a muy fríos". Es decir, volúmenes de
jugando el elemento dinámico un papel precipitación anual acumulada que se
secundario ligeramente favorecedor mueven en los intervalos 1400-1800 mm
(GÓMEZ et al. 1996). Los sondeos suelen y por encima de los 1800m en las cum-
reflejar una estratificación típica con la bres de los citados relieves. Y unas tem-
presencia de una capa húmeda cerca peraturas medias propias de las condi-
del suelo, una capa seca con inversión ciones impuestas por altitudes próximas
tendente a desaparecer en niveles a los dos mil metros, alcanzándose en
bajos o medios y una capa húmeda en los observatorios de sus cimas, cifras
niveles medios. El Centro siempre inferiores a los 8 ºC de media
Meteorológico Zonal de A Coruña ha anual. En cotas inferiores, se definen
realizado estudios de seguimiento de sectores no tan fríos con una tempera-
las tormentas en Galicia. Los resultados tura media que se sitúa en el intervalo
de estos trabajos (GÓMEZ et al. 1996) 8-10 ºC y, finalmente, al pie de tales
indican que las tormentas que se regis- relieves es donde el mercurio ya no

76
alcanza valores tan severos, oscilando cos tan contrastados como los que se
entre los 10-12 ºC de media anual. registran en O Bolo y Pena Trevinca
–Serra do Eixo o Cabeza de Manzaneda-
Serra de Queixa. En la depresión de O
Las Serras Sudorientais
Bolo se define un dominio seco-cálido,
Al sur del río Sil, el relieve adquiere con precipitaciones anuales entre 800-
otro carácter. Las acciones tectónicas, 1000 mm y una temperatura media
en concreto el momento de descom- anual superior a los 14 ºC. Por el con-
prensión que se produce durante el trario, en las cumbres de los relieves
Neógeno, origina un conjunto de blo- que circundan la citada depresión, vol-
ques elevados y hundidos, que se tradu- vemos a encontrarnos con las condicio-
cen en sierras, como las del macizo de nes termohigrométricas idóneas para el
Manzaneda, Serra do Eixo, Segundeira, desarrollo de turberas de montaña. Por
etc... , o las depresiones de O Bolo, encima de los 1600 m, el dominio
Monterrei, A Limia, Quiroga, ombrotérmico se vuelve muy frío y
Valdeorras, etc... Los límites entre las húmedo con valores de precipitación
sierras surorientales y las tierras del entre los 1400-1800 mm y unas tempe-
interior gallego son muy nítidos. Así, el raturas que no superan los 8 ºC.
macizo de Manzaneda aparece rodeado
Los índices de estacionalidad pre-
por las depresiones de Maceda, La
sentan una media en torno a 0.30, aun-
Limia y Monterrei, mientras que hacia
que, como rasgo propio de la latitud a la
el sur las tierras altas del Salas se con-
que se sitúa este conjunto montañoso,
vierten en la zona de transición hacia
la frecuencia de años con fuerte esta-
las Serras de Larouco o Xurés. Se trata
cionalidad roza en algunas estaciones
de un sector, cuyo rasgo esencial es el
el 40%. Un valor que contrasta, viva-
encadenamiento de áreas perfectamen-
mente, con los calculados en las áreas
te planas a diferente altitud que apare-
septentrionales y que subrayan el
cen cortadas perpendicularmente por
carácter zonal en la distribución de la
valles profundamente encajados.
estacionalidad pluviométrica en Galicia.
El rasgo más llamativo de este extre-
mo suroriental gallego es que, siendo
Otros escensarios: Las Serras
un espacio relativamente reducido, la
Litorais y de la Dorsal
intrincada articulación del relieve y las
cotas altitudinales alcanzadas, permi- Finalmente, centraremos nuestra
ten dar cabida a dominios ombrotérmi- atención en otros escenarios montaño-

77
sos en los que se ubican ejemplos de dichos relieves inducen los primeros
turberas. Unos relieves de moderada ascensos forzados a los que se ven
altitud (sólo superan ligeramente los sometidos unos sistemas frontales que,
1000m) pero que dada su orientación, hasta ese momento, habían atravesado
perpendicular a los flujos de poniente, el Atlántico, una superficie que, a efec-
se erigen en los principales captadores tos cinemáticos, puede considerarse
pluviométricos de nuestro territorio. En plana. Estos primeros ascensos elevan
la dorsal se recogen precipitaciones el potencial pluviométrico de los fren-
superiores a 1.800 mm a altitudes tes, así como de los complejos nubosos
medias de, tan sólo, 600-700 m. Estas pre y postfrontales. En las vertientes
cantidades se explican por unos gra- expuestas a tales flujos se conjugan,
dientes pluviométricos muy elevados por tanto, de manera muy eficaz la ines-
(93-100 mm por cada 100 metros de tabilidad baroclina asociada a las dis-
altitud) que subrayan el decisivo prota- continuidades frontales, y la inestabili-
gonismo de las interacciones primarias dad inducida por la orográfica. En este
que se establecen entre los sistemas sentido, resulta fácil entender porque
nubosos de componente oeste y las ver- en los relieves que circundan las Rías
tientes de barlovento de las sierras lito- Baixas se localizan las estaciones plu-
rales –O Barbanza o A Grova – y las que viométricas con mayores registros de
definen la dorsal. Recordemos que precipitación.

78
CAPÍTULO 6
I. Fraga Vila
E. Sahuquillo Balbuena
M. García Tasende

VEGETACIÓN CARACTERÍSTICA

DE LAS TURBERAS DE GALICIA


Eriophorum angustifolium en la turbera de Braña de Lamela
(Os Ancares)
INTRODUCCIÓN

La cubierta vegetal de las turberas cidencia en el espacio y en el tiempo


está constituida fundamentalmente por que de una interacción entre individuos.
especies formadoras de la turba, adap- Sin embargo, las plantas producen cam-
tadas a situaciones de exceso de agua, bios en las condiciones del medio
acidez y, con frecuencia, déficit de donde viven (retienen y consumen agua,
nutrientes. Dentro de estas especies, producen sombra, liberan sustancias
las que presentan perfiles ecológicos nocivas para el desarrollo de otras
similares se asocian para constituir especies, etc...) y de este modo actúan
comunidades vegetales. Éstas no tienen indirectamente sobre sus acompañan-
una estructura fija, ya que son simple- tes. Esta actuación consolida la cohe-

mente conjuntos de especies que tien- rencia de la comunidad porque restrin-

den a aparecer reunidas cada vez que ge aún más el conjunto de especies y

se dan unas determinadas condiciones crea verdaderas dependencias interes-

ecológicas. Las relaciones entre las pecíficas.

plantas que constituyen estas comuni- Dentro de los factores ambientales


dades son más el resultado de una coin- con mayor influencia en la composición

79
florística y distribución de las comuni-
dades vegetales de turberas gallegas,
cabe destacar las condiciones climáti-
cas históricas (AIRA et al. 1992) y actua-
les, por lo que hoy día se pueden apre-
ciar claras diferencias entre las turbe-
ras de las sierras orientales, de carácter
más continental y las de las sierras sep-
tentrionales, más oceánicas por su pro-
ximidad a la costa.

Asimismo, en ambas sierras la natu- Vegetación formadora de turba (turbera minerotrófica de


raleza del aporte de agua y el nivel de Braña de Lamela, Os Ancares).

hidromorfía juegan un papel importante


en la composición florística, de forma
depresiones, llanuras o pequeños pro-
semejante a lo observado en turberas
montorios, donde la capa freática está
de otros países (TALLIS, 1983; SJÖRS,
constantemente al mismo nivel o cerca
1983; TAYLOR, 1983, RUUHIJÄRVI, 1983). La
de la superficie del suelo. Elevaciones
naturaleza del aporte de agua va a
del terreno pueden hacer que la capa
repercutir, a su vez, en la disponibilidad
freática quede por debajo de la superfi-
de nutrientes para las plantas, ya que
cie del suelo, permitiendo el crecimien-
aunque en general no son abundantes,
to de plantas adaptadas a bajos niveles
en las turberas mantenidas principal-
de agua y de poca importancia en los
mente por aportes de agua edáfica
procesos de formación de la turba. Así,
(minerotróficas) hay un mayor aporte
iónico que en las sostenidas mayorita- aún dentro de una misma turbera hay

riamente por precipitación (ombrotrófi- "microhábitats" determinados por

cas) y dentro de las primeras, las que pequeños cambios en el relieve, en los

presentan acuíferos en movimiento son que las especies mejor adaptadas a las
normalmente menos deficitarias que las condiciones de cada ambiente particu-
que presentan aguas subterráneas lar serán las que tengan mayores venta-
estancadas, ya que las corrientes favo- jas para ocupar el mismo y desplazarán
recen una continua renovación de a las menos tolerantes o incompatibles
nutrientes. con dichas condiciones (MALMER, 1986).

La topografía también va a condicio- Otro aspecto importante a tener en


nar cambios espaciales, asociados a las cuenta son los cambios en el nivel o

80
nivel de la capa freática, de manera que
cualquier etapa de la sucesión se puede
ver alterada, por lo que la dinámica de
la vegetación no siempre se ajusta a los
modelos teóricos propuestos para hidro-
series de este tipo.

El desarrollo de estas sucesiones en


general es muy lento, de forma que sólo
es posible apreciar cambios temporales
si se hace un seguimiento durante lar-
Vegetación formadora de turba en la turbera minerotrófica de gos períodos de tiempo. Sin embargo,
Porto Ancares (Os Ancares) por estudios realizados en diferentes
países, se sabe que normalmente la

movimiento de agua que se producen, secuencia de comunidades en el espa-

tanto en el tiempo como en el espacio, cio es similar a la que se produjo en el

como consecuencia de causas natura- tiempo, por lo que el mosaico de comu-

les, propias de la turbera (crecimiento nidades que en la actualidad tapizan las


de las plantas, procesos de formación turberas gallegas puede ser de gran
de turba), o pueden ser debidos a facto- interés no sólo para conocer su distribu-
res externos (drenajes, pastoreo). Estos ción espacial y preferencias ecológicas,
cambios hacen que la cubierta vegetal sino también como un reflejo de los
sea dinámica y que continuamente se cambios producidos a lo largo de su his-
produzcan sustituciones de unas comu- toria.
nidades por otras, dando lugar a series
de vegetación o sucesiones. En las
COMPOSICIÓN FLORÍSTICA
sucesiones primarias, las etapas inicia-
les corresponden a comunidades acuáti- Como resultado de trabajos de
cas y las últimas a comunidades terres- campo realizados recientemente en tur-
tres de brezal, pasando por estadios beras de las sierras septentrionales y
intermedios de comunidades helofíticas orientales de Galicia, hemos elaborado
y semiterrestres; son las sucesiones un catálogo de 182 especies, de las
ligadas a procesos de colmatación y cuales 133 corresponden a plantas vas-
terrestrización. También se producen culares, 46 a briófitos y 3 a líquenes
sucesiones en sentido contrario debido (Tabla 6.1 ). Dentro de los briófitos, 11
a nuevos aportes de agua que elevan el especies pertenecen al género

81
Sphagnum, principal formador de la Hay también especies estrictamente
turba. Nuevas campañas de muestreo vinculadas a diferentes niveles de
que realizaremos en un futuro próximo hidromorfía, como los helófitos
probablemente nos permitan no sólo Eriophorum angustifolium, Narthecium
ampliar este catálogo, sino también ossifragum, Viola palustris, Caltha
incrementar la información que expone- palustris, Anagallis tenella y Myosotis
mos en el apartado de comunidades scorpioides.
vegetales.
Dentro del catálogo florístico es de
La riqueza específica es desigual destacar la existencia de especies reco-
según el tipo de turbera. En las áreas nocidas de interés comunitario, de
con la capa freática al mismo nivel o acuerdo con la directiva 92/ 43 CEE,
cerca de la superficie del suelo, de las para las cuales es necesario designar
turberas minerotróficas de ambas sie- zonas especiales de conservación
rras, es en donde hemos observado (Sphagnum pylaesii , Narcissus cycla-
mayor diversidad de especies. En estas mineus y Narcissus pseudonarcissus
turberas, de forma paralela al descenso subsp. nobilis), o cuya recogida y explo-
del nivel de la capa freática, se produce tación deberán ser objeto de medidas
también una reducción en el número de de gestión (Arnica montana subsp.
especies. Las turberas ombrotróficas de atlantica, Narcissus bulbocodium,
las sierras septentrionales son las más Leucobryum glaucum, Sphagnum com-
pobres en especies. pactum, Sphagnum denticulatum,
Sphagnum fallax, Sphagnum flexuosum,
Las especies de mayor amplitud eco-
Sphagnum papillosum, Sphagnum quin-
lógica están presentes en todos los
quefarium, Sphagnum subnitens,
tipos de turbera, aunque generalmente
Sphagnum subsecundum, Sphagnum
con niveles de frecuencia y abundancia
rubellum, Sphagnum tenellum, Cladonia
diferentes según sus preferencias por
portentosa y Cladonia rangiferina).
particulares condiciones edafoclimáti-
También son interesantes por su carác-
cas. Molinia caerulea y Festuca rubra
ter de endemismos ibéricos o europeos:
son ejemplo de este tipo de especies.
Angelica razulii, Carex duriaeui, Cirsium
Por el contrario, otras especies son
filipendulum, Erica mackaiana,
exclusivas de una de las sierras, como
Omphalodes nitida y Serratula tinctoria
es el caso de Carex duriaeui y Erica
subsp. seoanei.
mackaiana, característicos de las sie-
rras septentrionales o Carex nigra y Asimismo, en las dos sierras están
Erica tetralix de las sierras orientales. presentes Drosera rotundifolia y

82
1 2

3 4

1.Festuca rubra, 2. Molinia caerulea, 3.Carex duiaeui, 4.Carex nigra

Pinguicula vulgaris, además de Drosera ras, con hojas modificadas para la cap-
intermedia, y Pinguicula lusitanica en tura de sus presas. De ellas la más fre-
las sierras septentrionales. Todas son cuente y abundante es Drosera rotundi-
especies insectívoras, típicas de turbe- folia.

83
Tabla 6.1. Catálogo florístico de plantas vasculares, briófitos y líquenes

PLANTAS VASCULARES

Agrostis curtisii Kerguélen Cirsium palustre (L.) Scop.


Agrostis hesperica Romero, Blanca & Morales Cruciata glabra (L.) Ehrend.
Agrostis stolonifera L. Cytisus multiflorus (L’Hér.) Sweet.
Aira caryophyllea L. Daboecia cantabrica (Hudson) C. Koch.
Anagallis tenella (L.) L. Dactylis glomerata L.
Angelica razulii Gouan. Dactylorhiza maculata (L.) Soó.
Anthoxanthum odoratum L. Danthonia decumbens (L.) DC.
Apium inundatum (L.) Reichenb. Deschampsia cespitosa (L.) Beauv.
Arenaria montana L. Deschampsia flexuosa (L.) Trin.
Arnica montana L. subsp. atlantica A. Bolós Drosera intermedia Hayne.
Avenula pubescens (Hudson) Dumort. Drosera rotundifolia L.
Avenula sulcata (Gay ex Boiss) Dumort. Eleocharis multicaulis (Sm.) Desv.
Betula alba L. Eleocharis palustris ((L.) Roemer & Schultes.
Blechnum spicant (L.) Roth. Epilobium palustre L.
Briza minima L. Erica arborea L.
Calluna vulgaris (L.) Hull. Erica cinerea L.
Caltha palustris L. Erica mackaiana Bab.
Carex binervis Sm. Erica tetralix L.
Carex demissa Hormem. Erica umbellata L.
Carex duriaeui Steud. ex Kunze Eriophorum angustifolium Honckeny.
Carex echinata Murray Euphorbia polygalifolia L.
Carex laevigata Sm. Festuca rubra L.
Carex leporina L. Frangula alnus Miller.
Carex nigra (L.) Reichard. Fraxinus excelsior L.
Carex panicea L. Galium palustre L.
Carum verticillatum (L.) Koch. Galium saxatile L.
Cerastium glomeratum Thuill. Genista anglica L.
Chamaemelum nobile (L.) All. Genista obtusiramea Gay ex Spach.
Chrysosplenium oppositifolium L. Gentiana pneumonanthe L.
Cirsium filipendulum Lange

84
1 2

3 4

5 6

7 8

Plantas vasculares característicasde las turberas de Galicia: 1. Eriophorum angustifolium, 2. Menyanthes trifoliata, 3.
Narthecium ossifragum, 4. Pinguicula vulgaris, 5. Potamogeton polygonifolius, 6. Senecio aquaticus e Hypericum helodes, 7.
Arnica montana subsp. atlantica, 8. Viola palustris y Drosera rotundifolia.

85
Tabla 6.1. Continuación

Glyceria fluitans (L.) R. Br. Polygala alpestris Reichenb.


Holcus lanatus L. Polygonum hydropiper L.
Hydrocotile vulgaris L. Potamogeton polygonifolius Pourret.
Hypericum elodes L. Potentilla erecta (L.) Rauschel.
Hypochoeris radicata L. Pseudoarrhenatherum longifolium (Thor.) Rouy
Juncus articulatus L. Ranunculus bulbosus L.
Juncus bufonius L. Ranunculus flammula L.
Juncus bulbosus L. Ranunculus peltatus Schrank.
Juncus conglomeratus L. Rhynchospora alba (L.) Vahl.
Juncus squarrosus L. Rorippa nasturtium-aquaticum (L.) Hayek.
Lotus corniculatus L. Rubus sp.
Lotus uliginosus Schkuhr. Rumex acetosella L.
Luzula campestris (L.) DC. Sagina subulata (Swartz) K. Presl.
Luzula lactea (Link) EHF Meyer Salix atrocinerea Brot.
Luzula multiflora (Retz.) Lej. Saxifraga sp.
Lythrum salicaria L. Scilla verna Hudson
Menyanthes trifoliata L. Scirpus cespitosus L.
Molinia caerulea (L.) Moench. Scirpus fluitans L.
Montia fontana L. Scorzonera humilis L.
Myosotis scorpioides L. Sedum anglicum Hudson.
Myrica gale L. Senecio aquaticus Hill.
Narcissus bulbocodium L. Senecio doria L.
Narcissus cyclamineus DC. Serratula tinctoria L.
Narcissus pseudonarcissus L. Stellaria alsine Grimm.
Nardus stricta L. Stellaria graminea L.
Narthecium ossifragum (L.) Hudson. Stellaria holostea L.
Omphalodes nitida Hoffm. et Link. Taraxacum officinale Weber.
Osmunda regalis L. Trifolium ochroleucon Hudson
Parnassia palustris L. Trifolium repens L.
Pedicularis sylvatica L. Ulex gallii Planchon.
Peucedanum lancifolium Lange Ulex minor Roth.
Pinguicula lusitanica L. Vaccinium myrtillus L.
Pinguicula vulgaris L. Veronica officinalis L.
Plantago lanceolata L. Veronica scutellata L.
Poa annua L. Viola palustris L.
Poa trivialis L. Wahlembergia hederacea (L.) Reich.

86
Tabla 6.1. Continuación

BRIÓFITOS
Aulocomnium palustre (Hedw.) Schwaegr. Leucobryum juniperoideum (Brid.) C. Müll.
Brachythecium mildeanum (Schimp.) Milde. Odontochisma sphagni (Dicks.) Dum.
Calliergon cuspidatum (Hedw.) Kindb. Oncophosus wahlembergeii Brid.
Calliergon stramineum (Nrid.) Kindb. Philonitis fontana (Hedw.) Brid.
Calypogeia sphagnicola (H.Ar. & J.Pers) Warnt Plagiothecium latebricola Br. Eur.
Campylopus atrovirens De Not. Polytrichum commune Hedw.
Campylopus fragilis (Brid.) Br. Eur. Rhytiadelphus squarrosus (Hedw.) Warnst.
Campylopus introflexus (Hedw.) Brid. Rhynchostegiella teesdalei (Br.Eur.) Warb.
Campylopus paradoxus Wils. Sphagnum compactum DC.
Cephalozia connivens (Diks.) Limdb. Sphagnum denticulatum Brid. (S. auriculatum Schimp.)
Dicranella cerviculata (Hedw.) Schimp. Sphagnum fallax (Kinggr.) Klinggr.
Dicranum bonjeanii De Not. Sphagnum flexuosum Dozy & Molk (S. recurvum P. Beauv.)
Dicranum leioneuron Kindb. Sphagnum papillosum Limb.
Dicranum majus Sm. Sphagnum pylaesii Brid.
Dicranum scoparium Hedw. Sphagnum quinquefarium (Braith.) Warnst.
Diplophyllum albicans (L.) Dum. Sphagnum subnitens Russ & Warnst.
Ditrichum cylindricum (Hedw.) Grout Sphagnum subsecundum Nees.
Ditrichum lineare (Sw.) Lindb. Sphagnum rubellum Wils. (S. capillifolium (Ehrh.) Hedw. )
Drepanocladus exannulatus (Br.Eur.) Warnst. Sphagnum tenellum (Brid.) Brid.
Drepanocladus revolvens (Sw.) Warnst. Thuidium tamariscinum (Hedw.) Br.Eur.
Hookeria lucens (Hedw.) Sm.
Hylocomium brevirostre (Brid.) Br.Eur. LÍQUENES
Hypnum cupressiforme Hedw. Cladonia coccifera (L.) Wild.
Hypnum imponens Hedw. Cladonia portentosa (Dufour.) Coem.
Kurzia pauciflora (Dicks.) Grolle. Cladonia rangiferina (L.) Web.
Leucobryum glaucum (Hedw.) Angstr.

87
COMUNIDADES VEGETALES hace que una sola planta recubra una

Las comunidades vegetales, como ya superficie mucho más amplia que cual-

se mencionó anteriormente, están cons- quier miembro de dichas familias, por lo


tituidas por especies con preferencias que su aportación en la cubierta vegetal
ecológicas similares. De las especies resulta mucho más elevada que si fue-
catalogadas sólo unas 40 pueden ser sen plantas herbáceas de tamaño redu-
consideradas como principales compo- cido .
nentes de la cubierta vegetal, de acuer-
En las sierras orientales todas las
do con sus valores de frecuencia y
turberas que hemos estudiado son
superficie que cubren en los diferentes
minerotróficas, con depresiones inunda-
tipos de turberas. En la Fig. 6.1 se
das temporal o permanentemente y con
representan las aportaciones de las
elevaciones en las que el nivel de la
especies del género Sphagnum y de las
familias de mayor importancia en la capa freática está por debajo de la

vegetación. Hay que tener en cuenta superficie del suelo. En estas sierras la

que las ericáceas, aunque presentan un microtopografía no ejerce un efecto tan


menor número de plantas por metro acusado, en la composición florística de
cuadrado que las gramíneas (Poaceae), las comunidades, como ocurre en las
ciperáceas y juncáceas, su mayor porte sierras septentrionales.

Otros
Ericaceae
Juncaceae
Cyperaceae
Poaceae
Sphagnum spp

O-X E-XPE E-XCE M-XEn M-XS M-AEn M-AS

Fig. 6.1. Componentes más importantes de la vegetación en las turberas de montaña de Galicia. (O-: ombrotróficas,
E-: elevadas, M-: minerotróficas; X: Serra do Xistral, A: Serra de Ancares; PE: periferia encharcada, CE: parte central
elevada, En: capa freática superficial, S: capa freática por debajo de la superficie).

88
Algunas especies como Carex echi- escasas las áreas en las que la capa
nata, Agrostis stolonifera, Molinia cae- freática está al mismo nivel o cerca de
rulea y Erica tetralix presentan niveles la superficie, por lo que las comunida-
de frecuencia y abundancia en las des de brezal (Tabla 6.3) son dominan-
comunidades parcialmente inundadas tes. En las minerotróficas hay claras
semejantes a los de las áreas más diferencias entre las comunidades de
secas. Otras especies, aunque presen- las depresiones inundadas y las de las
tes en los dos tipos de comunidades, elevaciones más secas (Tabla 6.4). Lo
muestran una clara preferencia por una mismo ocurre en las turberas elevadas,
de ellas, como es el caso de Carex nigra en las que el área periférica más baja,
y Juncus squarrosus muy abundantes en con un grado más o menos elevado de
las comunidades de depresiones inun- encharcamiento, presenta comunidades
dadas y más escasas en las de ambien- semejantes a las de las áreas inunda-
tes más secos o de Festuca rubra que es das de las turberas minerotróficas,
uno de los principales componentes de mientras que en la parte central, más
las comunidades que tapizan las eleva- elevada con relación a la capa freática,
ciones y de escasa importancia en las la cubierta vegetal es similar a la de las
áreas inundadas. Hay también especies áreas más secas de las turberas mine-
que son características de comunidades rotróficas y un poco diferente de las
acuáticas o semiacuáticas (Sphagnum ombrotróficas (Tabla 6.5 ). Asimismo,
denticulatum, Sphagnum flexuosum y cuando en las turberas ombrotróficas
Sphagnum subsecundum) o terrestres hay áreas inundadas, las comunidades
(Sphagnum rubellum) que en ellas se desarrollan son interme-
En la Tabla 6.2 se indican cuáles son dias entre las de estas turberas y las de
las especies que pueden ser considera- las áreas secas de las turberas minero-
das como más importantes en las comu- tróficas.
nidades desarrolladas en áreas donde Queremos destacar aquí que contra-
la capa freática está al mismo nivel o riamente a lo publicado por RAMIL et al.
cerca de la superficie, así como de las (1996b), Eriophorum angustifolium, aun-
comunidades correspondientes a eleva- que está presente en algunos puntos,
ciones más secas. no forma parte del grupo de especies
En las sierras septentrionales hay dominantes en las turberas ombrotrófi-
mayor variabilidad, debido a la existen- cas de las sierras septentrionales.
cia de turberas ombrotróficas, minero- Igualmente, aunque gran parte de las
tróficas y elevadas. En las primeras son especies citadas coinciden con las des-

89
Tabla 6.2. Especies más frecuentes y abundantes, en orden decreciente, de las turberas minerotróficas de las sierras orientales

Capa freática al nivel de o cerca de la Capa freática por debajo de la superficie


superficie

Sphagnum subsecundum Sphagnum rubellum


Sphagnum denticulatum Molinia caerulea
Molinia caerulea Festuca rubra
Sphagnum flexuosum Juncus articulatus
Juncus squarrosus Carex echinata
Carex echinata Calluna vulgaris
Carex nigra Agrostis stolonifera
Agrostis stolonifera Potentilla erecta
Caltha palustris Sphagnum tenellum
Eriophorum angustifolium Juncus squarrosus
Erica tetralix Sphagnum subnitens
Juncus bulbosus Carex nigra
Arnica montana Erica tetralix
Dicranum scoparium Luzula multiflora
Festuca rubra Hypnum cupressiforme

Tabla 6.3. Especies más frecuentes y abundantes, en orden decreciente, de las turberas ombrotróficas de las sierras septen-
trionales.

Agrostis curtisii
Calluna vulgaris
Erica mackaiana
Agrostis hesperica
Deschampsia flexuosa
Molinia caerulea
Carex duriaeui
Juncus bulbosus
Potentilla erecta
Carex binervis
Festuca rubra
Erica cinerea
Galium saxatile
Carex panicea
Ulex gallii

90
Tabla 6.4. Especies más frecuentes y abundantes, en orden decreciente, de las turberas minerotróficas de las sierras septen-
trionales.

Capa freática a nivel de o cerca de la Capa freática por debajo de la superficie


superficie

Juncus bulbosus Erica mackaiana


Sphagnum subsecundum Agrostis curtisii
Carex echinata Carex duriaeui
Viola palustris Molinia caerulea
Sphagnum denticulatum Calluna vulgaris
Eleocharis multicaulis Agrostis hesperica
Molinia caerulea Sphagnum papillosum
Potamogeton polygonifolius Hypnum cupressiforme
Agrostis hesperica Sphagnum tenellum
Eriophorum angustifolium Sphagnum subnitens
Festuca rubra Carex panicea
Hypericum elodes Deschampsia flexuosa
Carex duriaeui Potentilla erecta
Narthecium ossifragum Danthonia decumbens
Agrostis curtisii Festuca rubra

Tabla 6.5. Especies más frecuentes y abundantes, en orden decreciente, de las turberas elevadas de las sierras septentrionales.

Área periférica encharcada Área central elevada

Carex echinata Carex duriaeui


Juncus bulbosus Sphagnum subnitens
Sphagnum subsecundum Agrostis curtisii
Sphagnum denticulatum Molinia caerulea
Viola palustris Calluna vulgaris
Agrostis hesperica Erica mackaiana
Eleocharis multicaulis Carex panicea
Deschampsia cespitosa Deschampsia flexuosa
Eriophorum angustifolium Potentilla erecta
Molinia caerulea Juncus bulbosus
Agrostis curtisii Juncus squarrosus
Anagallis tenella Hypnum cupressiforme
Caltha palustris Agrostis hesperica
Hypericum elodes Arnica montana
Narthecium ossifragum Festuca rubra

91
critas en la Directiva Habitat (código CARACTERÍSTICAS
7130) para las turberas ombrotróficas PARTICULARES DE ESPECIES
del norte y noroeste de Europa, hemos REPRESENTATIVAS DE LAS
observado que en nuestras turberas fal- TURBERAS
tan o están representadas por muy Algunas de las especies más repre-
pocos individuos las especies de carác- sentativas de las turberas han desarro-
ter más hidrófilo. llado peculiares adaptaciones en su

Los briófitos no son demasiado abun- aparato vegetativo que les permiten
desarrollarse con ventajas en estos
dantes en las turberas ombrotróficas
medios. En este apartado se describirán
que hemos estudiado, siendo los más
algunas de las características y adapta-
frecuentes Hypnum cupressiforme,
ciones de los musgos del género
Sphagnum rubellum, Sphagnum pylae-
Sphagnum por ser los principales for-
sii, Sphagnum compactum, y
madores de la turba, de los brezos por
Campylopus atrovirens. Por el contrario,
ser las plantas leñosas más vinculadas
en los otros tipos de turbera de las sie-
a la vegetación de turberas y de las
rras septentrionales son muy frecuentes
plantas insectívoras por sus originales
y abundantes Sphagnum subsecundum
mecanismos para la captura de sus pre-
y Sphagnum denticulatum en las comu-
sas.
nidades acuáticas o semiacuáticas y
Sphagnum papillosum, Sphagnum sub-
nitens y Sphagnum tenellum en las Sphagnum spp.

terrestres. Los musgos del género Sphagnum

Juncus bulbosus, Carex echinata, presentan un aspecto muy característi-


co que los hace fácilmente reconoci-
Eleocharis multicaulis y Viola palustris
bles. A diferencia de otros briófitos no
son especies fuertemente vinculadas a
poseen rizoides y su aparato vegetativo
las comunidades de las áreas con nive-
está constituido por caulidios ("tallitos")
les más elevados de hidromorfía de las
sobre los que se disponen fascículos de
turberas minerotróficas y elevadas,
ramas. En el ápice los entrenudos del
mientras que Carex duriaeui, Agrostis
caulidio no llegan a alargarse, por lo
curtisii, Calluna vulgaris, Erica mackaia-
que las ramitas aparecen agrupadas
na y Potentilla erecta lo son de las
formando una especie de cabezuela
áreas más secas.
denominada capítulo. Sphagnum pylae-
sii tiene una apariencia diferente a las

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demás especies porque el capítulo ape- terrestres en las que los fascículos
nas está desarrollado. generalmente tienen dos tipos de
ramas, unas péndulas y otras más o
En las especies acuáticas como
menos divergentes.
Sphagnum flexuosum, Sphagnum denti-
culatum y Sphagnum subsecundum los Los filidios ("hojitas") que se desarro-
caulidios son más o menos postrados, llan sobre los caulidios suelen ser dife-
con frecuencia sumergidos excepto las rentes de los que presentan las ramas.
partes apicales correspondientes a los Normalmente los filidios son más abun-
capítulos. En las especies terrestres, dantes y están mejor desarrollados en
como Sphagnum rubellum, los caulidios las ramas. Tanto los de los caulidios
son erectos por lo que pueden formar como los de las ramas tienen el grosor
almohadillas más o menos densas. de una célula y están formados por una
Estas porciones erguidas son las partes red de células pequeñas fotosintética-
vivas, mientras que las basales suelen
estar muertas, ser menos rígidas y
generalmente postradas. Las partes
más densas de las almohadillas de las
especies terrestres están formadas por
la parte superior de los capítulos.

Las ramas de las especies acuáticas


suelen ser semejantes en todos los fas-
cículos, a diferencia de las especies
Sphagnum pylaesii

Sphagnum rubellum Sphagnum subsecundum

93
mente activas, llamadas clorocistes que hidromorfía de los ambientes en que se
alternan regularmente con otras de desarrollan, pudiendo contribuir a dese-
mayor tamaño e hialinas denominadas car medios acuáticos, o por el contrario,
hialocistes si se expanden desde los bordes de

Los hialocistes son células muertas charcas o lagunas hacia áreas mas

reducidas a sus paredes perforadas por secas de los alrededores, pueden satu-
poros y tienen como principal función la rar el suelo de agua y al elevar el nivel
absorción y retención de agua. En tiem- de hidromorfía impedir el desarrollo de
pos de sequía los hialocistes se vacían especies terrestres que no toleren estas
de agua, lo que confiere a las almohadi- nuevas condiciones. De esta forma pro-
llas de Sphagnum un color blanquecino. vocan cambios en la composición de las
comunidades vegetales. Asimismo, las
Las finas cutículas y los poros de los
especies del género Sphagnum afectan
hialocistes de los filidios, así como los
el desarrollo de otras especies ya que
de la hialodermis de los caulidios y
aumentan la acidez de su entorno, debi-
ramas, permiten una rápida y directa
do a que en su nutrición consumen
absorción de agua. El agua absorbida es
cationes del medio y liberan protones al
retenida y transportada en el interior a
mismo.
través de redes de diferentes tipos de
espacios capilares. Se ha comprobado Otra característica de estos musgos
que algunas especies pueden retener un es su crecimiento constante, de forma
peso de agua hasta 20 veces el peso que al igual que las partes vivas, las
seco de la planta. Pero también, con la muertas quedan cerca del nivel de la
misma facilidad que absorben agua capa freática, de forma que la descom-
pueden perderla. En los días cálidos y posición de las mismas en estos
soleados de verano la evaporación que ambientes, con bajas concentraciones
se produce, incluso en los capítulos de oxígeno, es muy reducida. Además,
las especies acuáticas, es tan intensa liberan al medio compuestos fenólicos
que pierden agua aunque estén a esca- que inhiben la actividad de determina-
sos centímetros de la capa freática. dos microorganismos descomponedores
Esto explica el rápido desarrollo de de la materia orgánica, por lo que ésta
atmósferas secas sobre céspedes de se va acumulando y descomponiendo
Sphagnum lentamente. Diferentes estudios realiza-
Esta enorme capacidad de absorción, dos sobre la tasa de descomposición de
retención y pérdida de agua hace que Sphagnum spp. han mostrado que gene-
sean grandes modificadores del nivel de ralmente su grado de alteración en la

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turba es muy reducido, especialmente suministro de nitrógeno y, en menor
las hojas se pueden mantener sin gran- medida, el de fósforo. La capacidad de
des daños estructurales. los enzimas fúngicos de transformar
moléculas complejas de compuestos
nitrogenados en otras mas simples es
Calluna vulgaris y Erica spp.
muy importante para las plantas de las
Las especies leñosas más caracterís- turberas donde la limitada descomposi-
ticas de las turberas gallegas son Erica ción de la materia orgánica hace que las
tetralix, Erica mackaiana y Calluna vul- complejas moléculas de compuestos
garis, aunque ninguna de ellas crece de nitrogenados que la planta no podría
forma exclusiva en las mismas, ya que absorber en ausencia del hongo, sean
las tres tienen la capacidad de desarro- mas comunes que los iones nitrato asi-
llarse también sobre suelos minerales. milables por las plantas. Los hongos

Una característica común para estas micorrícicos también resultan beneficia-

tres especies y que les confiere venta- dos de la asociación ya que reciben

jas para hacerse dominantes en comuni- hidratos de carbono y en ocasiones

dades de turberas es la presencia cons- otros compuestos orgánicos proceden-

tante de micorrizas en su aparato radi- tes de la planta que infectan.

cal. Son micorrizas de tipo "ericoide" Dentro de las ventajas que suponen
que se originan como consecuencia de la existencia de micorrizas, cabe desta-
la infección producida por hifas de car también que los hongos micorrícicos
determinados hongos en las capas más ejercen un papel sobre la actividad
externas de la corteza de sus raíces microbiana en la turba contrario al des-
laterales. Las hifas envuelven a las raí- empeñado por las especies del género
ces jóvenes formando una densa mara- Sphagnum, ya que favorecen el desarro-
ña de la que parten otras hifas que van llo de otros microorganismos en la turba
a penetrar en las células de la corteza debido a que elevan el pH en el entorno
radical. La proliferación de hifas en oca- de las hifas y a que son capaces de des-
siones es tan elevada que el hongo componer taninos y otros compuestos
puede llegar a representar más del 80% que inhiben el crecimiento de los mis-
del peso de la micorriza. mos.

En esta asociación las hifas actúan Asimismo, la presencia de micorrizas


como extensiones auxiliares de las raí- protege a las raíces contra la penetra-
ces, favoreciendo la capacidad de ción de organismos patógenos y parece
absorción, además de aumentar el aumentar la tolerancia, de las plantas

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Erica mackaiana Erica tetralix

que las presentan, a los metales pesa- do crecen en ambientes encharcados


dos. desarrollan, además, raíces adventicias
como las de Erica mackaiana.
En Erica tetralix, Erica mackaiana y
Calluna vulgaris la principal zona de
desarrollo de las raíces está determina- Adaptaciones de las hojas de
da por el nivel de la capa freática en la las plantas insectívoras para la
estación más húmeda. En general se captura de sus presas
encuentran en los 15 cm superiores de Como ya se indicó anteriormente, en
la turba, aunque en ambientes secos las turberas gallegas crecen especies
pueden alcanzar mayores profundida- insectívoras pertenecientes a los géne-
des. Mientras que el sistema radical de ros Drosera y Pinguicula. Estas plantas
Erica mackaiana es enteramente adven- superan la deficiencia de nitrógeno y
ticio, ya que todas las raíces se originan fósforo asimilable en la turba de forma
en tallos subterráneos lignificados que diferente a los brezos, ya que en lugar
han pasado a posición horizontal bajo de micorrizas, utilizan los insectos que
su propio peso y han quedado enterra- capturan como fuente de nutrientes,
dos en la turba, en Erica tetralix y especialmente nitrogenados. Sin
Calluna vulgaris la raíz principal puede embargo, son plantas fotosintéticamen-
persistir varios años, aunque pronto te activas que pueden prescindir de las
suele ser superada por raíces laterales. presas que capturan, si crecen en
Las plantas de estas dos especies cuan- ambientes ricos en nutrientes.

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Las hojas son siempre los órganos En Pinguicula spp. las hojas también
especializados para la captura y diges- presentan, en su cara superior, numero-
tión de las presas. En Drosera spp. las sas glándulas pedunculadas que segre-
hojas son de color rojizo y en la cara gan un mucílago pegajoso. Los insectos
superior, siguiendo el contorno del que entran en contacto con este mucíla-
limbo, presentan unos tentáculos glan- go lo estiran en forma de hebras que se
dulares que segregan un mucílago claro solidifican, los movimientos que hacen
y pegajoso que atrae a los insectos, los insectos para liberarse normalmente
también en la superficie de las hojas son inútiles, ya que suelen tocar nuevas
hay tentáculos que tienen constitución glándulas y quedar finalmente atrapa-
radial. Los tentáculos marginales reac- dos en un entramado de hebras proce-
cionan al contacto del insecto en su dentes de los mucílagos segregados.
glándula terminal con una curvatura Además, los bordes del limbo presentan
nástica hacia el centro de la hoja, débiles movimientos násticos de encor-
poniendo así la presa en contacto con vamiento que favorecen la captura. La
otros tentáculos que reaccionan de la digestión de las presas se realiza
misma manera. Los tentáculos de la mediante enzimas segregados por unas
superficie realizan curvaturas quimio- glándulas sésiles que se encuentran
trópicas, se curvan hacia otros tentácu- esparcidas entre las glándulas peduncu-
los cuyas cabezas han sufrido excita- ladas y que se activan con el estímulo
ción química. Los tentáculos marginales de la presa. Los productos de la diges-
responden con mayor intensidad a los tión van a ser finalmente absorbidos por
estímulos químicos procedentes de la las hojas y llevados a las partes en cre-
presa que a los táctiles. El limbo foliar cimiento de la planta.
también puede curvarse násticamente
alrededor de la presa, colaborando con
los tentáculos en su captura. Las presas
son posteriormente digeridas por enzi-
mas proteolíticos y ribonucleasas
segregados por las glándulas de los
tentáculos, junto con quitinasas libera-
das por bacterias que normalmente
viven en estas hojas. Los compuestos
resultantes de la digestión son absorbi-
dos por las glándulas de los tentáculos
Drosera rotundifolia
e incorporados al metabolismo.

97
CAPÍTULO 7
A. Martínez Cortizas

LAS TURBERAS: TERMINOLOGÍA,


TIPOS Y CLASIFICACIONES

TERMINOLOGÍA Y TIPOS DE

TURBERAS
Paisaje de turberas de cobertor en la Serra do Xistral (Lugo)

Dependiendo del tipo de alimenta- ombrotróficas al recibir los nutrientes


ción que reciben las turberas se clasifi- exclusivamente de la precipitación son
can en ombrotróficas y minerotróficas. oligotróficas, y como resultado con fre-
Una turbera ombrotrófica -denominada cuencia también son ambientes muy
bog en la literatura anglosajona- es ácidos.
aquella cuyo regimen hidrológico y Cuando se habla de ombrotrofía,
suministro nutricional derivan directa- debe recordarse que este término se
mente y de forma exclusiva de la preci- aplica a la condición hidrológica de la
pitación atmosférica. Las turberas turbera o estado trófico actual de la
minerotróficas (fens), sin embargo, reci- superficie viva. LINDSAY (1995) indica
ben al menos parte del agua y de los que el término ombrógeno es utilizado
nutrientes de las aguas subterráneas y con frecuencia de manera incorrecta
de las de escorrentía superficial. S JÖRS como sinónimo de ombrotrófico; si bien
(1948) las denominó geógenas, aunque el primero se refiere a las condiciones
según LINDSAY (1995) el término geotró- que originalmente direron lugar a, y
ficas es más adecuado. Las turberas continuan manteniendo, una unidad de

99
Figura 7.1. Arriba, sección hipotética de una turbera mostrando los dos niveles característicos (acrotelm y catotelm).
Abajo, sección de una turbera elevada.

100
turbera. Todas las turberas dependen medio acuático (lago, laguna, o incluso
del encharcamiento, sea permanente o valle fluvial) que ocupa una zona depri-
temporal, para su desarrollo y manteni- mida del terreno, por medio de la inva-
miento. Cuando la hidromorfía es el sión de la vegetación desde los márge-
resultado de agua que fluye, el término nes -habitualmente dominada por cipe-
reotrófico se emplea para distinguir ráceas y juncáceas-, cuyos restos pro-
estas turberas de otros sistemas dulce- ducen turba minerotrófica. La paludifi-
acuícolas de aguas estancadas (o al cación, por otro lado, es la formación de
menos con un movimiento muy lento del turba directamente sobre una superficie
agua) de otros sistemas de turbera, mineral plana o convexa, o sin una con-
incluidas las ombrotróficas. cavidad bien definida. La acumulación
de restos orgánicos puede adquirir tal
En el perfil vertical de una turbera
entidad que la turbera alcanza un espe-
pueden distinguirse dos niveles, uno
sor crítico que impide a la vegetación
superficial denominado acrotelm y otro
enraizar en el suelo mineral subyacente,
profundo denominado catotelm. El últi-
perdiendo contacto directo con el nivel
mo está formado por la acumulación de
freático. Este proceso hace que la zona
restos vegetales muertos, en distinto
central de la turbera se eleve sobre el
estado de degradación, que dan a la tur- terreno circundante y su alimentación
bera su forma general. En él los proce- pase a depender en exclusiva del agua
sos hidrológicos son muy lentos y la dis- de lluvia, comenzando la acreción de un
ponibilidad de oxígeno muy baja. El nivel de turba ombrotrófica sobre la
acrotelm está formado por un nivel turba minerotrófica. Este el caso de las
superficial de escaso espesor, que rara- turberas elevadas (raised bogs) que tie-
mente supera los 30-40 cm. En este nen forma de domo. En el transcurso de
nivel el flujo de agua es más rápido que esta evolución se producen cambios
en el subyacente y la disponibilidad de importantes en las comunidades vege-
oxígeno mucho mayor; es el que contie- tales dominantes, al hacerse progresi-
ne la cobertura de vegetación viva. vamente el medio más ácido y oligotró-
fico en superficie. No obstante este no
es el estadio final de todas las turberas
SECUENCIA DE FORMACIÓN
formadas en superficies cóncavas, en
Las dos vías principales de formación algunas el regimen hidrológico y nutri-
de turberas son la terrestrización y la cional sigue estando dominado o fuerte-
paludificación (SJÖRS, 1983). La primera mente influido por las aguas freáticas.
es el resultado de la colmatación de un A éstas las denominaremos con el tér-

101
Figura 7.2. Secuencia típica de formación de una turbera elevada (de abajo a arriba), mediante un proceso de
terrestrización (origen minerogénico) que acaba por formar un domo de naturaleza ombrotrófica, con capa fre-
ática individualizada de la del sustrato mineral del entorno.

102
Macrotopo de turberas de cumbre entre Chao de Lamoso y Velilla Medroso (Sierra del Xistral, Lugo). El sombreado envolvente
corresponde a la distribución aproximada de la formación de turberas de cobertor, mientras que los sectores interiores respon-
den a mesotopos de superficies primarias (longitud aproximada 5 km). En el ángulo superior izquierdo, fuera de la formación de
cobertor aparece la turbera elevada de Pasada de Lamoso.

mino genérico de tremedales (equiva- la cuenca con turba minerotrófica y


lente al inglés fen mire). sedimentos. En la secuencia vertical,
estas turberas aparecen formadas por
En ciertos sectores de las montañas
capas alternantes minerales, otras ricas
sudorientales galaicas algunas turberas
en materia orgánica, auténticos niveles
se formaron en una cuenca somera cuya
de turba y finalmente turba minerotrófi-
base está compuesta por sedimentos de
ca, que son el reflejo de una historia
origen glaciar (p. ej. Lucenza, Porto
evolutiva dominada, a su vez, por los
Ancares), aunque otras se han formado
cambios ambientales ocurridos en su
debido a cierres de obturación, entre
entorno.
cordones morrénicos, etc... Inundadas
por el agua freática a comienzos de la En algunos enclaves de las sierras
deglaciación, la cuenca se convierte en septentrionales, esta secuencia conti-
un lago con un borde de vegetación nuó con un crecimiento ulterior de la
higrófila. El lago es despues colmatado vegetación, hasta que los restos acumu-
por vegetación acuática cuyos restos no lados produjeron un domo bien definido
se descomponen del todo y tienden a que sólo recibe nutrientes desde la
acumularse gradualmente, rellenando atmósfera (p.ej. Tremoal de Pedrido).

103
Macrotopo de turberas de cobertor en Barreiras do Lago (Xistral, Lugo). Se pueden apreciar superficies primarias y secundarias.

Por otro lado, y también en el sector aquí. Ésta se refleja en sus propiedades
septentrional, aparecen otros tipos de y en las funciones ecológicas que des-
turberas muy singulares -las turberas de empeñan en los entornos en que se
cobertor (blanket bogs)- que cubren pai- encuentran –aspecto que se aborda en
sajes completos con turba, desde cimas el Capítulo 13-; pero también conduce a
de montañas, a laderas, escalones mor- una dificultad inherente a la hora de
fológicos o collados. Éstas suelen pre- proceder a su estudio y clasificación.
sentar secuencias de crecimiento dis- Son muchas las características, intrín-
tintas a las descritas, aunque los princi- secas y extrínsecas, que pueden emple-
pios básicos son los mismos (medios arse para ello. Dado que se trata de sis-
anóxicos, acumulación de turba, balan- temas históricos, en el sentido de que
ce hidrológico, substratos pobres en presentan una evolución a lo largo de
nutrientes). miles de años, las condiciones que han
intervenido en su génesis e intervienen
hoy en su mantenimiento debieran ser
CLASIFICACIÓN Y TIPOLOGÍA
los criterios prioritarios a la hora de
DE LAS TURBERAS DE GALICIA
caracterizarlas y clasificarlas. A nuestro
A pesar de un aspecto engañosa- juicio, este es el sentido que subyace a
mente simple para el profano, las turbe- un documento tan relevante para la con-
ras son en sí mismas ecosistemas servación de estos hábitats naturales
húmedos de una gran complejidad, tal en Europa como el Interpretation
como se ha venido decribiendo hasta Manual of European Union Habitats de

104
Jerarquía de los rasgos de las
turberas

Según LINDSAY (1995) la escasa diver-


sidad florística de las turberas no sólo
es una característica particular de las
mismas, si no también la justificación
de que la mayor parte de los sistemas
de clasificación se basen en las propie-
Turbera de Veiga do Rial, en el nacimiento del río Eume dades hidromorfológicas (G OODE &
RATCLIFFE, 1977; COWARDIN et al., 1979;
la Red Ecológica Europea Coherente S UCCOW , 1980, 1981; M ASING , 1982;
Natura 2000 (European Commission, S JÖRS , 1983; Z OLTAI & P OLLET , 1983;
1996). Este documento debe servir de EUROLA et al., 1984; STEINER, 1984, 1992;

referencia, junto con otras obras de MOEN, 1985). IVANOV (1981) creó una

autores de nuestro ámbito zonal, el jerarquía de estructuras hidrológicas


que reflejan este énfasis en la hidro-
occidente atlántico europeo, para
morfología en la clasificación de las tur-
enmarcar la riqueza y particularidad de
beras. Los gradientes ecológicos típicos
las formaciones de turbera que se
descritos por SJÖRS (1948) pueden com-
encuentran en el noroeste ibérico.
binarse con los propuestos por Ivanov. A
Para ello hemos decido adaptar a partir de esta combinación es posible
Galicia una de las caracterizaciones construir una jerarquía de la mayoría de
mas pormenorizadas que se han publi- los aspectos utilizados en la clasifica-
cado recientemente. Se trata de la obra ción de las turberas. Esta jerarquía
de LINDSAY (1995), con la que comparti- abarca todos o la mayoría de los méto-
mos el criterio de que es el regimen dos no florísticos empleados para des-
hidrológico el que confiere el caracter cribir los sistemas de turbera. LINDSAY et
excepcional de estos suelos orgánicos, al. (1988) resumen esta jerarquía como
ya que interviene tanto en su génesis, sigue:
su pervivenvia, como en los patrones Los macrotopos, o complejos de tur-
morfológicos que presentan –a macro, bera, representan el nivel más elevado
meso y microescala-. Regimen que a su de la jerarquía. Se forman cuando dos o
vez es dependiente del clima, del relie- mas unidades están conectadas hidroló-
ve y de la evolución de los propios eco- gicamente y por ello son típicos de las
sistemas de turbera. turberas de cobertor y menos frecuen-

105
tes en el resto. Los componentes indivi- El mesotopo de turbera, o unidad
duales pueden poseer nombres distin- hidrológica, representa la unidad básica
tos pero están claramente unidos en un como entidad hidrológica completa.
sistema de turbera continuo. En Galicia, Este nivel es equivalente al concepto de
estos complejos de turbera se encuen- turbera individualizada y abarcaría
tran representados, casi exclusivamen- todas las entradas y salidas de agua
te, por el núcleo central de las Serras necesarias para la dinámica normal del
Septentrionies (Xistral, Cadramón, Chao sistema. El mesotopo resulta mas reco-

de Lamoso, Velilla Medroso, Buio), muy nocible y, por tanto, de mayor aplicación

en particular sobre los mantos de derru- a las turberas que se han desarrollado a

bios cuarcíticos (campos de bloques y partir de formas cóncavas del terreno.


En las turberas elevadas (raised bogs) el
laderas de bloques) formados por proce-
mesotopo incluye la cuenca de la turba
sos periglaciares durante la última
minetrotrófica perimetral (lagg fen) que
etapa fría del Cuaternario. Algunas uni-
suele rodear el domo ombrotrófico. Para
dades de reducidas dimensiones que
estas turberas, por tanto, el tipo morfo-
aparecen sobre otros sustratos (como
métrico se da a nivel de mesotopo. En
en áreas graníticas) podrían haber
las áreas de montaña un mesotopo se
correspondido también a macrotopos,
refiere habitualmente a cada uno de los
que habrían sufrido una regresión
componentes hidrológicos individuales
importante. Esta posibilidad está sujeta
de las turberas de cobertor.
a discusión mientras no se lleven a cabo
En los mesotopos de las turberas
estudios más pormenorizados que per-
minerotróficas y de las elevadas del
mitan conocer la topografía basal de los
norte y centro de Europa es habitual que
mismos, el grado de aislamiento hidro-
exista un gradiente entre los bordes de
lógico que presentan y la edad de for-
la unidad y el centro de la misma, debi-
mación.
do en particular a la presencia de vege-
En el sector septentrional numerosas tación de porte arbóreo en los márge-
unidades hidrológicas (turberas de nes. En Galicia esto sólo ocurre de una
escalón -spur bog-, de collado -saddle forma más o menos nítida en áreas tur-
bog-, de ladera -valleyside bog- y de bosas en las que se intentó llevar a
cumbre –watershead bog-) se distribu- cabo una repoblación forestal, de mane-
yen en un extenso complejo que cubre ra que en las zonas minerotróficas los
todo el paisaje con turba de diversa pro- árboles consiguieron sobrevivir, mien-
fundidad. tras que en las zonas centrales de los

106
domos esto no resultó viable –como
puede apreciarse en Illós das Pedras
(Buio), en la fotografía aérea del año
1984-. No obstante, este gradiente,
aunque no sea aparente si que repre-
senta un cambio importante en las con-
diciones de la turbera desde un centro
permanentemente saturado de agua, de
drenaje lento, fuertemente ácido, Microrelieve en una turbera minerotrófica.
ombrotrófico y pobre en nutrientes
–responsable de la inviabilidad de la
vegetación arbórea-, a un perímetro de
turba de menor espesor, menos ácida,
con mayor drenaje de agua. Este mar-
gen desempeña un papel crucial en la
perviviencia y evolución de la turbera y
controla, en cierta medida, el espesor
máximo de turba que puede alcanzarse
en la zona central. Esto se debe a su Turbera de Meixón Vella, con microrelieve bien desarrollado.
influencia sobre la continuidad y forma La fotografía aérea del año 1959 ( parte superior izquierda)
revela que este patrón es muy estable.
que adquiere el nivel freático de la tur-
bera.

El microtopo o patrón superficial, formas más marcadas de microtopos


identifica el hecho de que la superficie presentan cantidades creciente de agua
de las turberas tiende a desarrollar ras- libre, en forma de charcos, al aumentar
gos especializados, en parte porque las la humedad del clima. Se ha argumen-
principales especies formadoras de
tado que este patrón facilita que gran-
turba tienen modos de crecimiento
des volúmenes de agua sean acumula-
característicos y en parte dependientes
dos y posteriormente desalojados del
del regimen hidrológico. La disposición
acrotelm.
repetitiva y distintitva de estos rasgos
representa el microtopo. Parece haber La capacidad para albergar grandes
una relación entre el clima y los patro- volúmenes de agua suele considerarse
nes de microtopo (LYNDSAY et al. 1985, como un aspecto característico de las
1988). En una región determinada las turberas de regiones de elevada precipi-

107
tacion. Paradójicamente, en el noroeste durante los últimos 20 años. En general,
peninsular los patrones de microrelieve las turberas del noroeste muestran
más marcados no indican un aumento microtopos de dimensiones modestas,
de la precipitación, ya que se dan en las que permiten un flujo de agua más lento
turberas formadas sobre depresiones y que el de otros rasgos de mayor des-
con preferencia en áreas interiores, las arrollo.
montañas orientales y sudorientales,
La microforma/elemento de la turbe-
donde la precipitación es menor que en
ra, representa un rasgo individual que
las áreas montañosas litorales. Uno de
crea el patrón superficial de una turbe-
los casos de microtopo más marcados
ra. LINDSAY et al. (1988) describieron los
se ha detectado en la turbera de
siguientes tipos en Gran Bretaña: mon-
Meixón Vella (Piornedo), con grandes
tículos de turba (peat mounds), cortes
charcos redondeados y canales de des-
erosivos (erosion haggs), elevaciones
agüe. En nuestra opinión esto parece
(hummocks), crestas elevadas (high rid-
ser el resultado no de la precipitación
ges), crestas bajas (low ridges), depre-
anual total si no de la descarga máxima
siones o huecos de esfagnos
de agua que se produce en algún
(Sphagnum hollows), cárcavas de ero-
momento del año. De esta forma, las
sión (erosion gullies), depresiones fan-
turberas de cobertor al estar represen-
gosas (mud-bottom hollows), charcos
tadas en un sector muy reducido de
Galicia de condiciones climáticas néta- sensibles a la sequía (drought-sensitive

mente similares, en particular de baja pools) y charcos permanentes (perma-

estacionalidad pluviométrica y abun- nent pools). Es muy infrecuente que las

dantes nieblas –criptoprecipitación-, no turberas muestren todos o la mayor

presentarían un rango variado de patro- parte de estos rasgos. Por ejemplo, las
nes. Las turberas minerotróficas, por turberas de cobertor de las Serras
otro lado, complicarían su patrón hacia Septentrionais se caracterizan por una
las sierras interiores donde grandes superficie suave, ligeramente ondulada
volúmenes de aguas de escorrentía en la que predominan las crestas altas y
deben ser alojados durante la fase de bajas. Por el contrario, en las turberas
fusión de las nieves, en primavera. Un minetrotróficas predominan las eleva-
hecho importante de este patrón es su ciones, las depresiones y los charcos
persistencia temporal pues, a juzgar por –temporales o permanentes-; mientras
los documentos fotográficos disponi- que en las elevadas, la zona central del
bles, en Meixón Vella el mismo no ha domo tiende a un patrón más parecido
variado de forma sustancial al menos al de las turberas de cobertor, pero más

108
Tabla 7.1. Sistema de códigos para la descripción de las microformas o elementos del microtopo de las turberas (tomado de
Lindsay, 1995)

Zonas terrestres (T)

T1 Crestas bajas (low ridges), comunes en áreas de turberas no dañadas; 1-10 cm sobre el nivel freáti-
co medio; generalmente la zona más rica en especies características

T2 Crestas altas (high ridges), el nivel general de muchas superficies de turbera, en particular fuera de
los sistemas de charcos; 10-20 cm sobre el nivel freático medio

T3 Elevaciones (hummocks), normalmente el elemento más alto del patrón y siempre formado por brió-
fitos; 20 cm a 1 m sobre el nivel freático medio

T4 Cortes de turba (peat haggs), asociados con la erosión; 1-2 m sobre el nivel freático medio

T5 Montículo de turba (peat mound), 1-3 m sobre el nivel freático y posiblemente asociados a una for-
mación incipiente de tipo palsa, si bien sus orígenes son aún oscuros; distribución muy restringida

Zonas acuáticas (A)

A1 Depresiones de esfagnos (Sphagnum hollows), una macrodepresión verdadera (fase acuática) de


Sphagnum cuspidatum denso; 0-10 cm por debajo del nivel freático medio

A2 Depresión de fondo fangoso (mud-bottom hollow), una microdepresión dominada por una base de
turba relativamente sólida, pero con algunos esfagnos acuáticos; 5-20 cm por debajo del nivel freá-
tico medio

A3 Charco sensible a la sequía (drought-sensitive pool), un área de agua libre con una base de turba bien
consolidada que permanece inundada la mayor parte del tiempo pero que se seca durante el estío;
20-50 cm por debajo del nivel freático medio

A4 Charco permanente (permanent pool), un área de agua libre que es suficientemente profunda para
permancer inundada incluso durante sequías extremas; 1-4 m de profundidad; distribución restringi-
da

TA2 Cárcavas de erosión (erosion gullies), se parecen a las depresiones de fondo fangoso pero con agua
que fluye

marcado, mientras que en el perimetro microformas y la vegetación (S JÖRS ,


dominan los elementos de microtopo 1948, LINDSAY et al., 1983, 1985), descri-
característicos de las turberas minero- biéndolas como gradientes ecológicos.
tróficas. LINDSAY et al. (1988) y LINDSAY (1995)
Diversos autores han establecido las propusieron un sistema de códigos sim-
relaciones existentes entre estas ple que puede emplearse para identifi-

109
car sin ambigüedades los rasgos descri- por elementos terrestres, que consisten
tos por SJÖRS (Tabla 7.1), agrupando los en elevaciones (T3) y crestas elevadas
elementos en ambientes terrestres y (T2) o crestas elevadas y crestas bajas
acuáticos, tal como se ha mencionado (T1), sin una fase acuática verdadera.
anteriormente. Las turberas minerotróficas, de transi-
ción y tremedales, suelen poseer una
Estos rasgos superficiales aparecen
mayor riqueza de elementos acuáticos y
en combinaciones. El rango de patrones
terrestres, estando presentes T1 a T3 y
superficiales contribuye significativa-
A1 a A3. Incluso en algunos casos la
mente a la variabilidad dentro de la tur-
morfología superficial parece disponer-
bera y entre turberas. La distribución y
se en zonas locales lineales, aunque la
abundancia de sectores con patrones
limitada extensión, poca claridad de los
particulares aporta variación a la turbe-
rasgos y una cierta tendencia semicircu-
ra, pero también la forma y orientación
lar parecen indicar que el paso contínuo
que tienen es un factor importante.
del ganado por las áreas marginales de
Una turbera puede consistir en sólo la turbera podría haber contribuido al
unos pocos elementos de microrelieve, desarrollo de este patrón (como se intu-
por ejemplo dos (T1 y T2, T3 y A1, ye en el borde NW de la turbera de
etc…). A gran escala, la complejidad de Pasada de Lamoso).
los patrones aumenta con la humedad
Los rasgos de erosión son también
del clima. Para Gran Bretaña LINDSAY
caracteres importantes en la compara-
(1995) indica que en las áreas secas de
ción de mesotopos y macrotopos de tur-
las turberas la fase acuática, si existe,
bera, siendo casi exclusivos de las tur-
tiende a formar pequeñas depresiones
beras de cobertor y las elevadas. Los
no alineadas (A1/A2), pero al aumentar
rasgos mas obvios son las profundas
la humedad estas depresiones se vuel-
cárcavas de erosión y los cortes típicos
ven marcadamente lineales –tal como
de muchas turberas de cumbre (T4).
ocurre en el noroeste de Escocia-. Los
Estas cárcavas alcanzan profundidades
charcos de agua libre (A4) son redonde-
de 2 a 3 m y en algunos sectores de tur-
ados, se forman en la parte superior de
beras de cobertor son tan extensivas
las cuencas y están restringidos a las
que han dado lugar a un patrón a
áreas septentrionales más oceánicas de
macroescala de superficies primarias
Gran Bretaña.
que aparecen conectadas por superfi-
En Galicia las turberas de cobertor cies secundarias de turba de menor
de las sierras septentrionales y los espesor y elevación, con la consiguien-
domos de las turberas elevadas presen- te perturbación de la capa freática
tan patrones de microtopo dominados (Barreiras do Lago, Chao de Lamoso,

110
Cumio dos Cabaleiros, Xistral). En las sobre las turberas ombrotróficas, es
turberas elevadas este tipo de rasgo es decir, las de cobertor y las elevadas, las
más frecuente en los márgenes, donde que son definidas como bogs en la lite-
la profundidad es menor, en general no
ratura anglosajona. Este hecho está
superior a 1 m.
relacionado con el valor mediomabien-
tal que presentan y el estatus de hábi-
TIPOS DE TURBERA DE GALICIA tats de protección prioritaria que se les
MARTÍNEZ CORTIZAS et al. (2000) des- concede a nivel legislativo.
criben como tipos principales de turbe-
ras activas de montaña en Galicia las
turberas de cobertor, las turberas eleva- Turberas de cobertor
das y las turberas minerotróficas (tre- Una turbera de cobertor es un macro-
medales y turberas de transición). Estos
topo, una formación de turba que cubre
tipos son comparables a los descritos
de mamera continua grandes superfi-
para las áreas de turberas atlánticas
cies de topografía variada. En Galicia
europeas, aunque no siempre con la
misma denominación (MOORE & BELLAMY, este macrotopo se encuentra distribuído

1973; GOODWILLIE, 1980; EUROLA et al., en exclusiva en las sierras septentrio-


1984; MOEN, 1985; LINDSAY et al., 1988; nales, la posición latitudinal mas meri-
DAVIES & ANDERSON, 1991; LINDSAY, 1995; dional de este tipo de hábitats en
FOSS & O’CONELL, 1998). Hay muchas tur- Europa.
beras que son formaciones de transi-
ción entre condiciones ombrotróficas y
minerotróficas, en particular cuando los
niveles superficiales desarrollan sufi-
ciente espesor para alcanzar una cierta
condición ombrotrófica. Estas turberas
en general forman parte de un complejo
de cobertor mayor, en cuyo caso pueden
considerarse como un componente del
complejo, o bien aparecen como turbe-
ras elevadas incipientes.

Al igual que en el resto de Europa, en


Galicia la mayor parte de los esfuerzos Fotografía aérea de un sector de turberas de cobertor en la
Serra do Xistral. (cuenca alta del río Pedrido y del río das
de caracterización se han centrado Furnas)

111
Turberas de cobertor en la cuenca del río Pedrido. Se pueden apreciar diversos mesotopos, desde turberas de cumbre, ladera e
incluso en escalón (en la zona central de la fotografía).

Los sustratos sobre los que se han sentar una imperceptible transición
desarrollado son muy diversos, desde hacia suelos orgánicos y minerales,
materiales cuarcíticos a graníticos y tanto en las propiedades físico-quími-
desde suelos incipientes a podzoles, si cas como en la vegetación, desde turbe-
bien el área cuarcítica de Xistral- ras a brezales húmedos o suelos con
Cadramón es por la que adquieren predominio de herbáceas.
mayor desarrollo. La turba es pobre en
Las turberas de cobertor aparecieron
nutrientes, la de mayor acidez y con un
por medio de una combinación de palu-
balance crítico del nitrógeno y fósforo.
dificación y terrestrización y presentan
El crecimiento de la turba está rela- domos elevados en algunas localizacio-
cionado con el grado de drenaje y la nes (Pena da Cadela). No obstante,
duración de la inundación del terreno, y desde el inicio del Holoceno el proceso
por tanto con la inclinación de la pen- de paludificación parece haber sido de
diente. Las turberas de cobertor tienen tal intensidad que se cubrieron las cum-
una topografía más compleja que las bres planas y las pendientes suaves con
demás debido a la mayor variedad de turba de una manera tan rápida que los
condiciones bajo las cuales se desarro- domos incipientes de las pequeñas
llan. Pueden cambiar bruscamente en cuencas fueron englobados en este
un margen formado por una roca, o pre- macrotopo. Por otro lado, la mayor parte

112
de los domos presentes se deben esclu- como ejemplifican las turberas de cum-
sivamente a la acumulación de turba bre (núcleo central de turberas de
ombrogénica, sin una base minerotrófi- cobertor de O Xistral). La turba formada
ca previa y raramente el terreno sobre en las laderas puede ser de poco espe-
el que se apoyan tiene una forma cón- sor y con frecuencia está sujeta a la
cava, tal como ocurre en la turberas ele- influencia de las aguas de escorrentía
vadas. Lo mas habitual es que estén for- superficial o a las de afloramiento de la
madas por turba poco descompuesta, capa freática, con lo que su condición
fíbrica, en la superficie; mientras que de oligotrofía es menos extrema.
los niveles más profundos tienden a Los mesotopos o piezas que forman
poseer un grado de descomposición estos complejos puzzles se definen en
mayor, siendo fíbrico-hémicos a hémi- base a la hidrología y el relieve. Pueden
cos y excepcionalmente sápricos. unirse por medio de áreas de turba de

La cuestión sobre la naturaleza poco espesor -en general secundaria-,

ombrotrófica, minerotrofía o geotrófica zonas de turba degradada o presentar

de estas turberas ha creado bastante cierta induvidualización debido a la

confusión. Una buena parte de la misma fuerte regresión que han sufrido en
algunas áreas. No osbtante, suelen con-
estriba en el hecho de la condición de
sistir en unidades de turba profunda
macrotopo que caracteriza al término
que ocupa posiciones topográficas dis-
con que se define a estas formaciones.
tintivas en el paisaje.
En claro contraste con el resto de las
formaciones, las cuales se definen a Los mesotopos son los siguientes:
nivel de mesotopo. Por ello, sugerimos turberas de cumbre (watershed), ladera
que las comparaciones sobre la natura- (valleyside), escalón (spur), collado
leza hidrológica y estado nutricional de (saddle) y turberas intermedias entre
las turberas de cobertor se resuelva estos tipos y unidades solígenas y topó-
también a nivel de mesotopos, de forma genas. En aquellos casos en los que hay
que sea comparable con otros tipos. patrones de microtopo bien definidos,
Este hecho está de acuerdo con la pre- las unidades de mesotopo son habitual-
caución tomada por MOEN (1985) al dis- mente claras, pero donde este patrón

tinguir entre turberas de cobertor y tur- está ausente resulta difícil reconocerlas

beras de cobertor ombrotróficas (blan- y establecer un límite entre ellas es con

ket mire y blanket bog). La última la frecuencia arbitrario.

identificaría con las partes claramente Los rasgos típicos de las turberas de
ombrotróficas del paisaje de turbera cobertor son:

113
- el paisaje está cubierto de turba, en el
cual las áreas sin turba representan
áreas aisladas o pasillos, si bien hay
sectores fuertemente degradados;
- el espesor de la turba varía de sólo unos
pocos centímetros a 7-8 m;
- la turba es en general ombrotrófica;
- el proceso de formación dominante fue
la paludificación
- la forma de las unidades de turbera en
muchos casos deriva al menos en parte
de la forma del terreno subyacente;
- pueden identificarse unidades hidrológi-
cas, aunque en muchos casos sin solu-
ción de continuidad;
- los elementos de microrelieve dominan-
tes son las elevaciones, las crestas ele-
vadas y las crestas bajas;
- tienen una amplia presencia de rasgos
de erosión;
- las unidades ombrotróficas son muy áci-
das y oligotróficas, suavizándose esta
condición en las unidades que tienen
influencia de aguas de escorrentía o
subterráneas.

Las subcategorías o mesotopos de


turberas de cobertor que se encuentran
en Galicia se han resumido en la Tabla
7.2, adaptada de LINDSAY (1995).

114
Tabla 7.2. Subcategorías o mesotopos de turberas de cobertor en Galicia (adaptada de Lindsay, 1995)

Turbera de cumbre (wartershed mire). Este tipo aparece en las zonas de cumbre de las cuencas o sobre cres-
tas amplias, donde el terreno se inclina en todas direcciones. Este es el tipo más claramente ombrótrofi-
co: no hay terreno de mayor elevación desde el que pueda drenar el agua, la única fuente es la precipita-
ción, directa u oculta. La situación topográfica varía desde cimas planas rodeadas de pendientes fuertes a
laderas de suave inclinación, siguiendo los cordales principales. Las características son:
- dentro de la unidad de turbera, ningún suelo, a excepción de afloramientos rocosos, aparece a una
altitud mayor que la de la tubera;
- los márgenes irradian en todas direcciones por las laderas;
- ningún otro tipo de agua, a menos que sean pozos artesianos, a excepción de la precipitación direc-
ta pueden influir en la turbera y sus márgenes.

Turbera de ladera (valleyside mire). Este tipo aparece en laderas suaves e incluso en algunas de inclinación
considerable, entre terrenos más elevados e inclinados y un curso de agua u otro cuerpo de agua que for-
man su margen inferior. En su superficie el agua suele moverse rápidamente. Aunque este tipo y el ante-
rior ocupan elementos diferenciados del relieve, en algunas áreas no hay solución de continuidad entre
ellos. Las características son:
- la turbera tiene un margen en la parte superior de la pendiente y un margen en la parte inferior;
- con frecuencia tiene su corona cerca del límite superior, y por ello el cuerpo general tiene una orien-
tación simple del gradiente hacia el margen inferior pero una proporción menor se inclina hacia el
margen superior;
- el margen inferior está rodeado por un río o un cuerpo de agua;
- los márgenes superiores pueden estar influidos por agua que drena desde la pendiente superior;
- los márgenes inferiores pueden estar influidos por inundaciones del río, o sujetos a procesos erosi-
vos.

Turbera de escalón (spur mire). Donde el escarpe de una colina se arrellana para dar un amplio escalón o
espolón, este pequeño rellano con frecuencia contiene una unidad de turba con una forma característica.
Parte de la turbera tendrá el caracter de una turbera de cumbre, pero el suelo próximo a la pendiente sobre
el escalón recibe agua de drenaje que crea una influencia minerotrófica o solígena. Ocasionalmente, la
topografía en escalón tiene forma de depresión, y esto puede dar lugar a una lente de turba que se parez-
ca a un domo típico. El rasgo distintivo que separa este tipo de la de ladera es que su borde inferior no está
asociado con un río o un lago sino que está delimitado por un aumento de la pendiente. Las característi-
cas son:
- posee un margen superior y un margen inferior;
- la corona frecuentemente está cerca del margen superior, y por ello la turbera tiende a poseer una
orientación simple del gradiente hacia el margen inferior pero una pequeña porporción se inclina
hacia el margen superior;
- el margen inferior está limitado por una pendiente cada vez más inclinada;
- el margen superior puede estar influido por aguas de drenaje de la ladera superior.

Turbera de collado (saddle mire). En muchos aspectos es similar a la turbera en escalón, pero se encuentra
en una depresión entre dos pendientes superiores y por ello puede recibir influencia solígena en ambos
extremos. La turbera puede ser en su mayor parte ombrotrófica si la pendiente en ambos lados se reduce
gradualmente desde la zona de cumbre (simétrica o asimétrica). Dependiendo de los ángulos de las lade-
ras bajo el collado, la turbera se extiende hacia abajo en cada lado, dando el aspecto de una silla de mon-
tar. Los rasgos de una turbera de vaguada son:
- tiene dos márgenes superiores y dos márgenes inferiores;
- los márgenes inferiores forman ángulos rectos con los márgenes superiores (que se encuentran
enfrentados)
- la turbera se curva en dos direcciones como el asiento de una silla de montar;
- los márgenes superiores pueden estar influidos por agua de drenaje de la pendiente superior;
- los márgenes inferiores están limitados por pendientes de inclinación creciente.

115
Turberas elevadas montañas litorales hasta las interiores,
bajo condiciones climáticas fuertemen-
Las turberas elevadas típicas tienen
te oceánicas a condiciones de oceani-
forma convexa, de domo relativamente
dad más degradada o continentales,
simple, cuyos contornos son en gran
relativamente más secas. Estas turbe-
medida independientes del terreno
ras son minerogénicas en origen y con-
mineral subyacente. El relieve del subs-
tienen evidencias de fases minerotrófi-
trato basal puede ser irregular pero está
cas anteriores en su registro estratigrá-
totalmente cubierto de turba. Estas tur-
fico, aunque hoy presenten una parte
beras son frecuentes en llanuras a baja
ombrotrófica.
altitud o en fondos de valle, pero tam-
bién en algunas zonas de escalón Al aparecer como unidades aisladas,
–donde pueden confundirse con turbe- o pequeños complejos de unidades, de
ras ombrotróficas de escalón, si no se turba ombrotrófica en un paisaje que no
hacen sondeos detallados para compro- está dominado por turba, se les suele
bar la morfología del terreno subyacen- denominar también turberas confinadas
te-. En Galicia, sin ser el tipo dominan- –en contraposición a las de cobertor,
te, se encuentran en un amplio rango de que se denominan turberas no confina-
ubicaciones geográficas, desde las das-. También pueden encontrarse en

A la izquierda, la turbera elevada del Pedrido, mostrando la típica forma de domo ombrotrófico elevado sobre el terreno circun-
dante de turba minerotrófica perimetral. Los pinos se encuentran en la turba perimetral ya que no son capaces de vivir en las
condiciones fuertemente ácidas y oligotróficas que caracterizan el ambiente químico del domo. A la derecha, fotografía aérea
del año 1984, en la que se puede apreciar la forma general e incluso el área del domo.

116
áreas mas extensas con turbas minero-
tróficas. Algunas turberas del noroeste
se han formado sobre depresiones cón-
vacas ligeramente disimétricas, es
decir, con un borde de la cuenca de
menor altitud que el otro. En estos
casos la acumulación de la turba hace
Turbera elevada en el sector de Penido (Serra do Xistral)
que se supere el límite del borde de
menor altitud y se forme un incipiente
domo ombrotrófico. La turba se extien- beras de cobertor, poseen un caracter
de en superficie y acaba por superar en confinado o, al menos, semiconfinado.
todos sus puntos al terreno subyacente. Este tipo parece ser característico de la
A pesar de que su extensión es superior costa occidental europea, y fue definido
a la de las turberas elevadas típicas, por GOODWILLIE (1980) como turbera ele-
por su evolución debieran incluirse en vada oceánica
este tipo (Chan da Cruz). Si bien contie- Cuando no está degradada, la turbe-
nen elementos más propios de las tur- ra elevada tiene en general un perfil
suave con espesores de turba mayores
en el centro de la formación que decre-
cen gradualmente hacia los márgenes.
Está compuesta por una turba superior
ombrotrófica de espesor variable que
cubre a la turba minerotrófica o geotró-
fica, la cual habitualmente corresponde
a las partes más profundas de la turbe-
ra. En los bordes la inclinación es
mayor y la parte ombrotrófica puede
hacer transición hacia una turba mine-
rotrófica perimetral (Tremoal del
Pedrido).

El patrón de microtopo es más mar-


cado que el de las turberas de cobertor,

Turberas elevadas semiconfinadas en Illós das Pedras. La estando presentes las elevaciones,
fotografía aérea (año 1984) revela la coalescencia o fusión crestas elevadas y bajas y depresiones
parcial de domos reconocibles.
de esfagnos. No es infrecuente econtrar

117
cortes erosivos en los bordes de la for- - en estos complejos los domos están
mación, similares a los de las turberas relacionados hidrológicamente sólo por
de cobertor, pero de menor profundidad. medio de la turba o los arroyos perime-
trales; y
Los rasgos típicos de una turbera
- el domo, o complejo de domos, en gene-
elevada no perturbada pueden resumir-
ral aparece en un paisaje que ahora no
se en los siguientes (LINDSAY, 1995):
es de turberas, aunque pueden persistir
remanentes o evidencias de otros hábi-
- un domo simple de origen minerogénico tats seminaturales en el mismo paisaje.
que tiene turba superficial ombrotrófica
- el domo tiende a forma semielíptica en Las subcategorías o mesotopos de
sección vertical, mostrando el margen turberas elevadas que se encuentran en
un gradiente mas pronunciado que el Galicia se han resumido en la Tabla 7.3.
centro;
- con excepción de la turba minerotrófica
perimetral, la parte más húmeda del
domo se encuentra generalmente en el
punto de mayor elevación, en el centro;
- el domo es producido enteramente por
crecimiento de la turba y no por la forma
del terreno subyacente;
- el domo se apoya en mayor o menor
medida sobre depósitos de turba mine-
trotrófica, que se desarrollaron al
menos en parte por terrestrización;
- en los márgenes el nivel freático se une
al nivel freático de las aguas subterrá-
neas; la mezcla hidrológica da lugar a
turba minerotrófica (turba perimetral)
que puede rodear el domo;
- el domo puede aparecer junto a otros
domos en un complejo de turberas ele-
vadas, pero las lentes individuales per-
manecen como entidades separadas y
en general no se funden con domos pró-
ximos;

118
Tabla 7.3. Subcategorías de turberas elevadas de Galicia (adaptado de Lindsay, 1995)

Confinadas:

Elevada típica (typic raised bog). Áreas discretas de turbera elevada rodeada por suelo mineral. Se encuentra a
altitudes variables pero, en aquellas áreas en las que hay turberas de cobertor, siempre se encuentran por deba-
jo de los mesotopos de turberas de cumbre. Algunas tienen en su base sedimentos de la última deglaciación y
tienen una estratigrafía postglaciar relativamente ininterrumpida (aunque con niveles mixtos inorgánicos y orgá-
nicos). La secuencia básica de formación es la terrestrización -origen minerogénico- que culmina con el desarro-
llo del domo ombrotrófico. El espesor de la turba suele superar los 5-7 m. También pueden presentar en su borde
turbas marginales minetróficas o cuerpos de agua, como lagos o ríos.
Este tipo de turbera se ha reconocido en las Serras Septentrionais. En las Serras Orientais y Sudorientais no pare-
ce estar presente más que como transiciones entre turberas minerotróficas típicas y turberas con un nivel ombro-
trófico incipiente.

Elevada de cuenca (basin raised bog). Estas turberas no deben confundirse con los fen de cuenca, aunque con fre-
cuencia se da un mosaico de los dos tipos en una cuenca topográfica simple. Desarrollado generalmente a par-
tir de una mata flotante (tremedal), estas turberas han pasado por un extenso periodo de sucesión de fases lacus-
tres y turba de tipo fen. Evidencias de las fases de turba minerotrófica pueden persistir en forma de un cinturón
perimetral alrededor del domo central de turba y/o un cuerpo de agua ocluído bajo el domo actual. El registro
estratigráfico de la turbera tiende a ser más corto que el de las turberas elevadas típicas porque el proceso de
terrestrización es más largo en estas cuencas profundas.
Su caracterización es difícil a menos que se extraigan testigos y se haga un estudio topográfico del relieve basal
para asegurarse que la superficie viva está significativamente elevada sobre el nivel freático de la cuenca.

Semiconfinadas (semiconfined raised bog). Donde el clima y el terreno caracterizan la transición entre ambientes
de las tierras altas y bajas y con frecuencia alrededor de los pies de ladera y los márgenes de los extensos maci-
zos de tierras altas, se encuentran áreas aisladas de turba que tienen las características tanto de las turberas
elevadas como de las de cobertor (como por ejemplo en Illós das Pedras, Serra do Buio).

No confinadas (unconfined raised bogs). Estas unidades se caracterizan por tener un domo relativamente simple sin
orientación general, evidencias de que dicho domo se ha generado exclusivamente por el crecimiento de la turba,
una continuidad entre esta unidad y otros componentes de un complejo de cobertor y una hidrología dependien-
te de las otras unidades con las que conecta.
Este tipo podría estar presente en ciertas ubicaciones cóncavas de las áreas de cumbre de las Serras
Septentrionais, aunque en la mayor parte de los casos no es fácil de diferenciar de los mesotopos de turbera de
collado.
Se caracterizan por la ausencia de un domo simple y consiste en dos o más lentes parcialmente conectadas, no
cubren áreas muy extensas, son típicas de superficies planas –cumbres, collados o escalones-, su forma está
condicionada por el relieve basal, los bordes tienden a poseer pendientes fuertes y poseen rasgos intermedios
entre turberas de cobertor y turberas elevadas.

119
Turberas minerotróficas terreno circundante, recibiendo aportes
(tremedales, turberas de transi- de aguas de escorrentía e incluso aguas
ción) subterráneas y poseen un nivel freático
que se une al nivel freático de la forma-
Son sin duda las turberas mejor
ciones minerales que las rodean. Aún
representadas en el noroeste peninsu-
siendo mayoritariamente oligotróficas,
lar, estando ampliamente distribuidas
la acidez es menor que la de las turbe-
por todos los sectores, sin relegarse a
ras de cobertor y elevadas –véase el
las áreas de montaña como ocurre con
Capítulo 9-. En ellas predominan las
los tipos descritos hasta aquí. Su proce-
microformas de tipo depresión, eleva-
so de formación es la terrestrización, es
ciones de esfagnos y crestas. También
decir, la colmatación de cuerpos some- suelen estar presentes los charcos tem-
ros de agua. La base de estas turberas porales y permanentes, cursos de agua
puede estar formada por limos y arci- corriente y rasgos erosivos del tipo de
llas, arenas e incluso sedimentos mas las depresiones fangosas.
gruesos, a los que sigue una capa de
Todas ocupan formas cóncavas del
turba minerotrófica de espesor variable.
terreno, por lo que las subcategorías
En estas turberas la superficie se que hemos identificado en Galicia res-
encuentra menos elevada que la del ponden al tipo de depresión (Tabla 7.4).

Tabla 7.4. Subcategorías de turberas minerotróficas de Galicia

Turberas de depresiones de ambientes glaciares. Ocupan lagos glaciares someros formados por sobreexcava-
ción y otras formas de cierre hidrológico (morrenas laterales, cordones intramorrénicos, etc...) que se han col-
matado y rellenado con turba. Su principal área de distribución son las Serras Orientais y Sudorientais.

Turberas de alveólo de alteración. Ocupan depresiones resultado de la meteorización y evacuación de extensos


mantos de saprolitas. Particularmente desarrollados en ambientes graníticos. Se encuentran tanto en las Serras
Septentrionais, como en las Serras Litorais y la Dorsal Galega.
Turberas de valle. Ocupan posiciones de fondo de valle, manteniéndose la turba permanentemente encharcada, a
excepción de la época estival.

120
Las diferencias entre los subtipos existe una amplia gama de turberas de
son escasas a nivel de propiedades físi- transición entre los tremedales típicos y
co-químicas y se deben en mayor medi- otras formaciones. La influencia topó-
da al clima de las áreas en las que apa- gena se hace patente en las laderas, de
recen y las comunidades vegetales que tal manera que a veces se da un conti-
soportan. En casos excepcionales, cuan- nuo entre fases de turba minetrófica
do las aguas que drenan hacia la turbe- profunda en el sector central de la cuen-
ra atraviesan terrenos de rocas calizas, ca hacia turbas de menor espesor en los
la acidez de las aguas es baja y la con- sectores marginales.
dición oligotrófica es mucho menos
En estos casos, los suelos de los bor-
marcada que en las desarrolladas sobre
des de la cuenca pueden presentar una
terrenos silíceos. El registro sedimenta-
morfología compleja en la cual apare-
rio si suele ser muy diferente, respon-
cen niveles de turba enterrados por
diendo a la historia particular de la col-
niveles minerales –sugiriendo una
matación de la depresión en la que se
regresión espacial de la turbera hacia
han formado.
su zona central-, o a la inversa, niveles
En las sierras septentrionales, en un de turba minerotrófica sobre facies
paisaje dominado por las formaciones inorgánicas –tal vez producto de la
turbosas y los suelos minerales muy expansión de la turbera en sus márge-
ricos en materia orgánica (un ambiente nes-. Estos rasgos revelan una historia
que podría denominarse de moorland), complicada en la que factores externos

Turbera minerotrófica de Veiga do Tremoal, desarrollada sobre un alveolo formado en la granodiorita de A Toxiza. En la foto-
grafía áerea se aprecia su extensión (unidad superior izquierda, unas 40 ha) así como otras dos formaciones, una turbera
minerotrófica de un tributario del río Pedrido (centro) y la turbera elevada de Traspedrido (inferior derecha). Se han sombreado
las tres unidades.

121
1 2

3 4

5 6

7 8

Algunos ejemplos de turberas minerotróficas. 1 y 2: turbera de Veiga do Rial, nacimiento del río Eume (sombreada el área de la
formación, unas 25 ha; fotografía aérea del año 1984); 2 y 3: turberas de alveolo (izquierda, Pena Grande; derecha, Tremoal do
Rego); 5: turbera minerotrófica sobre hombrera glaciar, Porto Ancares; 6: turbera formada por obturación glaciar, Braña de
Lamelas; 7: turbera de ladera (minerotrófica de transición), Braña de Agolada; 8: turbera de valle en Illós das Pedras (formación
sombreada).

122
a la turbera, como el clima o la actividad TIPOS DE HÁBITATS DE TURBERAS
humana, pueden haber influido notable- RED NATURA 2000
mente en su expansión y morfología.
Las turberas son ecosistemas de
elevado valor medioambiental. Así lo
ha entendido la Unión Europea al pro-
poner su inclusión en la directiva
“Habitats”, “un instrumento legislativo
en el campo de la conservación de la
naturaleza” (E UROPEAN C OMMISSION ,
1996); directiva que se plasma en la
creación de una red de áreas de espe-
cial conservación, denominada Red
Ecológica Europea Coherente Natura
Perfil de suelo mostrando un nivel de turba basal cortado por
un nivel inorgánico, reflejo de procesos erosivos en el borde 2000. El Interpretation Manual of
de una formación de turbera. European Union Habitats (E UROPEAN
COMMISSION, 1996) recoge la descripción
detallada (definición, especies carac-
terísticas, distribución geográfica,
etc...) y es la base para la identificación
de los hábitats prioritarios en la Unión
Europea. Tomando esta obra como ref-
erencia, las turberas del noroeste de la
Península Ibérica aparecen incluídas en
el grupo general de RAISED BOGS AND

MIRES AND FENS, Sphagnum acid bogs, y


en los hábitats tipo definidos como:

7110- Turberas elevadas activas (Active


raised bogs): turberas ácidas, ombro-
tróficas, pobres en nutrientes mine-

Ejemplo de nivel de turba sobre un suelo mineral. Los rasgos rales, alimentadas principalmente
indican que la formación de la turba fue posterior a la colma- por el agua de lluvia, con una capa
tación de un área cóncava por sedimentación de materiales
procedentes de la erosión de los suelos de ladera. El nivel por freática en general más elevada que
encima de la turba es el resultado de la quema de la misma. la de las áreas colindantes, con vege-
Estos procesos parecen estar relacionados con actividades
tación perenne dominada por esfag-
humanas prehistóricas.

123
nos de diverso colorido en microcoli- naje superficial pobre, en áreas de
nas (hummocks) que permiten el cre- climas oceánicos con elevada preci-
cimiento de la turbera (Erico pitación, características del oeste y
Sphagnetalia magellanici norte de Gran Bretaña e Irlanda. A
Scheuchzietalia palustris p., pesar de la existencia de un cierto
Utricularietalia intermedio minoris flujo lateral de agua, las turberas de
p., Cariceralia fuscae p.) cobertor son mayoritariamente
ombrotróficas. Con frecuencia cubren
7120- Turberas elevadas degradadas toda- áreas extensas con aspectos topo-
vía susceptibles de regeneración gráficos locales que soportan comu-
natural (Degraded raised bogs still nidades distintivas (Erico
capable of natural regeneration): tur- Sphagnetalia magellanici: Pleurozio
beras elevadas cuyo funcionamiento pupureae Ericetum tetralicis Vaccinio
hidrológico ha sido perturbado (habi- Ericetum tetralicis p.;
tualmente por actividades humanas), Scheuchzeretalia palustris p.,
dando lugar a una desecación super- Utricularietalia intermdio minoris p.,
ficial y/o a un cambio o pérdida de Caricetalia fuscae p.). Los esfagnos
especies. Estas unidades habitual- desempeñan un papel importante en
mente contienen especies típicas de todas estas turberas pero el compo-
las turberas elevadas activas como nente de ciperáceas es mayor que en
componente principal, pero la abun- las turberas elevadas.
dancia relativa es diferente. Los
lugares que se juzga que son suscep- 7140- Turberas de transición y tremedales
tibles de regenerarse de forma natu- (Transition mires and quaking bogs):
ral incluirán aquellas áreas donde se comunidades formadoras de turba
pueda recuperar la funcionalidad desarrolladas sobre aguas superfi-
hidrológica y, con una rehabilitación ciales oligotróficas a mesotróficas,
apropiada, exista una expectativa con características intermedias entre
razonable de re-establecimiento de tipos solígenos y ombrógenos.
la vegetación con capacidad de for- Presentan un amplio y diverso rango
mar turba en unos 30 años. de comunidades vegetales.

7130- Turberas de cobertor activas (Blanket 7150- Depresiones sobre sustratos turbo-
bog, active only): extensas comunida- sos (Rhynchosporion) (Depressions
des de turberas o paisajes sobre on peat substrates, Rhynchosporion):
superficies planas o laderas con dre- comunidades pioneras altamente

124
constantes sobre turbas expuestas zonas de cumbre irradia por las laderas
saturadas de agua o, algunas veces, hasta zonas de ruptura, donde pierde
sobre arenas, con Rhynchospora espesor la turba en transición hacia
alba, R. fusca, Drosera intermedia, D. otros suelos con horizontes orgánicos a
rotundifolia, Lycopodiella inundata, cotas más bajas (incluso hasta los 500
que se forman en áreas perturbadas m). La distribución geográfica de este
de turberas de cobertor o elevadas, tipo de hábitat, reconocido en el
pero también en áreas erosionadas Interpretation Manual, las remite a
de forma natural en brezales húme- áreas de Francia, Irlanda, Suecia y
dos y turberas, en puntos de flujo Reino Unido, aunque parece oportuno
preferente y en la zona de fluctuación extender su dominio hasta el norte
de charcas oligotróficas con substra- peninsular, el cual se convierte así en el
to arenoso, ligeramente turboso. límite meridional de distribución de
Estas comunidades son similares, y este tipo de ecosistemas atlánticos. Su
están muy relacionadas, con las de presencia en otros sectores del territo-
las microdepresiones (hollows) y las rio galaico es discutible debido, sobre
de las turberas de transición. todo, a una cierta falta de precisión en
la definición al indicar que se trata de

De estos hábitats tipo, por su singu- turberas “mayoritariamente ombrotrófi-

laridad y grado de desarrollo espacial, cas”, lo que no excluye que se encuen-

destacan las turberas de cobertor tren formaciones extensivas, recubrien-

(7130), las cuales se encuentran do laderas y con caracter minerotrófico

restringidas casi exclusivamente a las que pueden ser incluidas también en

Serras Septentrionais y a favor de esta clase.

condicionantes biogeográficos: cumbres Tanto las turberas de cobertor como


planas o de ligera inclinación (entre los las turberas elevadas activas son hábi-
800 y 1000 m s.n.m), en áreas oceánicas tats de protección prioritaria para la
de elevadas precipitaciones (1600-1800 Unión Europea. Estas últimas (código
mm/año), escasa a moderada esta- 7110) aparecen localizadas en su mayor
cionalidad pluviométrica, abundantes parte en pies de ladera, áreas de
nieblas, bajas temperaturas medias replano y depresiones, si bien en las
anuales (7.5º a 10.0º C) y sustratos áci- cumbres de las montañas septentri-
dos pobres en nutrientes. Existe onales no es infrecuente la existencia
además, en muchas localizaciones, un de enclaves de turberas altas que
complejo contínuo que partiendo de las aparecen hoy englobadas en forma-

125
ciones de cobertor más extensas. Su formación y la necesidad de proponer
principal característica es la de haber límites al posible contínuo entre los dos
desarrollado una zona superficial tipos de alimentación. En este subtipo
ombrotrófica bien reconocible y de podrían incluirse turberas de ladera y
espesor variable, debido al crecimiento pie de ladera de bajo espesor, que son
vertical de la turbera. Este crecimiento auténticas transiciones entre turberas
suele conferirle un aspecto abombado de cobertor y turberas elevadas.
en su centro (perfil convexo) y, a la zona Mientras que en el segundo subtipo
que se ha elevado sobre los márgenes –los tremedales- se incluirían turberas
de la formación, un régimen nutricional de fondo de valle y alveolo de
dependiente de manera exclusiva del alteración, con capas freáticas elevadas
agua de lluvia, además de un aislamien- que le confieren un caracter flotante.
to de los circuitos hidrológicos subterrá- Éstas presentan casi siempre una
neos y superficiales. Es decir, se trata conexión con los sustratos turbosos de
de una fase de progresión de ciertas las laderas circundantes, de forma que
turberas minerotróficas y la identifi- pasan paulatinamente hacia turberas de
cación del nivel ombrotrófico superficial transición.
es clave para su clasificación en este Por otra parte, el hábitat 7150
grupo. En Galicia no son exclusivas de –depresiones sobre sustratos turbosos
sector alguno pues aparecen represen- con Rhynchosporion- no debe ser con-
tadas en casi todos ellos. siderado como un tipo de turbera, si no
El resto de las turberas del noroeste como un hábitat que aparece en algu-
peninsular podría encuadrarse entre las nas áreas turbosas como resultado de
turberas activas de transición (transi- procesos de degradación antropogénica
tion mires) y tremedales (quaking bogs). o natural.

Cabe entender que, en gran medida, el Por último, en lo que a caracteri-


primer subtipo es un cajón de sastre en zación de hábitats de turbera se refiere,
el que incluir una buena parte de las parece oportuno hacer una serie de con-
turberas. Para éste, lo más relevante, sideraciones. La primera es que se echa
desde el punto de vista geoquímico e en falta una clase específica de
hidrológico, es decidir el grado de tran- turberas minerotróficas ácidas, las que
sición entre condiciones solígenas y en la bibliografía anglosajona reciben la
ombrógenas, es decir, entre minerotrófi- denominación genérica de fens.
cas y ombrotróficas; aspecto que Probablemente se trate del hábitat de
requiere el estudio particular de cada turbera más extendido en el noroeste

126
peninsular, si bien en el Interpretation el acoplamiento entre condiciones
Manual sólo se da esta denominación a ambientales y actividad humana
los de ambientes calcáreos (calcareous durante el Holoceno, por el otro
fens). En segundo lugar, la definición de (M ARTÍNEZ C ORTIZAS et al., 2000). Las
los tipos, tomada de manera estricta, turberas tienen pues un importante
adolece de cierta ambigüedad, generan- componente de ecosistemas relictos. Es
do posibles solapamientos entre fases evidente que la clasificación de los
de turberas de cobertor y elevadas, hábitats de turbera es una tarea com-
entre elevadas y tremedales, etc..., que pleja que demanda la integración de
no parece oportuno se resuelvan a estudios de numerosas disciplinas, pero
través de las turberas de transición, que es también obvio, tal como se refleja en
por este motivo podrían llegar a conver- el Interpretation Manual, que dicha
tirse en las dominantes. También en complejidad es consustancial a este
relación a la definición de las carac- tipo de hábitats, puesto que en cada
terísticas biogeoquímicas, hidrológicas uno de ellos existen enclaves menores
y geomorfológicas, se otorga un papel “de otros sistemas formadores de turba
preponderante a las condiciones los cuales, de manera estricta, forman
actuales en detrimento de la génesis y parte de diversos biotopos de zonas

del proceso histórico-evolutivo de las anfibias, turberas minerotróficas (fens)

formaciones. No obstante, los nombres y suelos de brezales húmedos (moor-

que reciben tienen un fuerte contenido land)”.

genético, coherente con el hecho de que La Red Natura 2000 exige la protec-
las turberas son sistemas edáficos ción prioritaria de algunos de estos
autoretroalimentados y que las condi- hábitats (7110 y 7130), por lo que se
ciones que han disparado su formación debe tener en cuenta que ésta no será
hay que buscarlas en los paleoambi- efectiva si no se incorporan además
entes de finales de la última glaciación otras áreas marginales de menor cali-
e inicios del Holoceno, por un lado, y en dad, pero directamente relacionadas.

127
CAPÍTULO 8
X. Pontevedra Pombal
J.C. Nóvoa Muñoz
E. García-Rodeja Gayoso
A. Martínez Cortizas

COMPOSICIÓN Y PROPIEDADES

DE LAS TURBERAS DE GALICIA

TASAS DE ACUMULACIÓN

DE TURBA

El espesor máximo medio en las tur- profundidad para turberas de diferentes


beras minerotróficas es de 2-3 m, si sectores del noroeste de la Península
bien en los sectores orientales y suro- Ibérica; algunos datos han sido tomados
rientales (p.ej. Lucenza, Lugo) algunas de la bibliografía (FERNÁNDEZ & RAMIL,
alcanzan profundidades elevadas (7-8 1995). La mayoría de los puntos se ajus-
m); pero en estos depósitos no todos los tan a una función de regresión con un
niveles son de turba. Las turberas coeficiente de correlación de r= 0.98 (n=
ombrotróficas tienen profundidades 55) y una pendiente de 21. Así pues, la
máximas superiores a 5 m (se han reali- acumulación media de turba durante el
zado algunos sondeos en los que local- Holoceno ha sido de 1 cm por cada 20-
mente se superan los 7 m, aunque tam- 25 años. Del resto de las turberas, una
bién es probable que se trate de forma- buena parte se ajusta a una función de
ciones mixtas, ombrotrófico/ minerotró- pendiente no significativamente distin-
ficas), pudiéndose considerar represen- ta (b= 23; r= 0.88, n=15) -reflejando la
tativa una media de 3 m. La Figura 8.1 misma tasa media de acumulación-,
muestra la relación entre la edad y la pero que intercepta el eje de abcisas en

129
Prof. (cm) únicamente de la edad basal, por lo que
0
sólo se pudo estimar una tasa media de
50
acumulación; en unas pocas, con dos o
100
más dataciones, se pudieron realizar
150
reconstrucciones más detalladas. Las
200
tasas de crecimiento expresadas como
250
espesor son fáciles de calcular si se
300 conoce la edad basal y la profundidad
350 total de la turbera, pero para el cálculo
400 de las tasas de acumulación de masa es
450 necesario disponer de datos directos de
500 producción o realizar estimaciones indi-
550 rectas. Aquí utilizamos esta última
600 aproximación mediante el modelo pro-
0 5 10 15 20
Miles de años (B.P.) puesto por CLYMO (1983, 1984). Este
Figura 8.1. Relación entre la edad (en años antes del presen- modelo requiere también una tasa de
te, B.P.) y la profundidad de la turba para turberas de monta-
descomposición, fracción de descompo-
ña de Galicia.
sición de la masa total del catotelm,

una edad de 4.100 BP. Esto sugiere la que continua liberando CO2 y CH4 de

presencia de una discontinuidad en la forma anaerobia y muy lentamente


acumulación que, a juzgar por las (GORHAM, 1991)- que puede obtenerse
fechas mínimas, debió haber ocurrido por iteración a partir de tres profundida-
entre hace 4.000 y 6.000 años BP y des y sus correspondientes edades
tener una amplia repercusión temporal (CLYMO, 1983). De esta manera se obtu-
y espacial en el territorio galaico (inclu- vieron valores entre 4.5 - 5.0 x 10-4 ,
ye turberas de varios sectores). Para mayores que los dados por CLYMO (1983)
algunos de estos casos se ha comproba- por ejemplo para Drave Mose (2 x 10 -4) y
do la existencia de niveles erosivos y que los asumidos por G ORHAM (1991)
fuerte compactación en las turberas. para turberas subárticas y boreales (1.4
x 10-4), pero del mismo orden que los
A partir de las dataciones radiocar-
estimados para una turbera ombrotrófi-
bónicas disponibles se han calculado
ca en Moor House (10-3 a 10-5; Clymo,
las tasas medias de acumulación,
1978).
expresadas como espesor de turba (mm
año-1) o como masa. En la mayor parte Las tasas de acumulación expresa-
de las turberas estudiadas se dispuso das como espesor (Figura 8.2) varían

130
Figura 8.2. Tasas de acumulaciónn de turba para algunas turberas de diversos sectores montaña de Galicia.

entre 0.2 y 0.7 mm año-1 y son similares formarse en el episodio del 3.000-2.000
a las encontradas por otros autores BP, lo que tal vez se deba a una menor
(DRIESSEN, 1977; AABY, 1986; GORHAM, compactación de la turba; mientras que
1991). La media para Galicia, de 0.45- para las turberas que han iniciado su
0.47 mm año-1, es más baja que la dada formación a principios del Holoceno, las
para turberas del norte europeo (0.60- ombrotróficas tienden a poseer una
0.75 mm año ; TOLONEN, 1979; AABY,
-1
tasa de acumulación mayor que las
1986), del mismo orden que la dada minerotróficas. Además, en las turberas
para Canadá (0.48 mm año ; GORHAM, -1
ombrotróficas de las que se dispone de
1991) y Eurasia (0.52 mm año-1; ZUREK, dataciones múltiples, las tasas de creci-
1976) y superiores a las de Siberia (0.2- miento tienden a ser casi constantes o a
0.4 mm año ; BOTCH & MASING, 1983).
-1
variar poco con el tiempo. Este hecho
Estas tasas parecen estar principalmen- podría estar relacionado con la mayor
te relacionadas con la edad, aunque disponibilidad de agua durante el perío-
también con el tipo de turbera. Las do de desarrollo de la turba en el sector
tasas de crecimiento más elevadas (0.6- marítimo donde están ubicadas. En
0.7 mm año , comparables con las tur-
-1
cualquier caso, estos valores deben
beras de la Europa nórdica) se han obte- tomarse únicamente como estimaciones
nido en turberas que han comenzado a ya que para su cálculo se asume una

131
Tabla 8.1. Tasas de acumulación de C, CO equivalente, N y S, flujos medios, mínimos y máximos durante los últimos 4.000 años
2

en dos turberas ombrotróficas de las sierras septentrionales de Galicia (Penido Vello, situada a 780 m s.n.m., y Pena da cadela,
situada a 980 m s.s.m).

C CO2 N S
PDC
Acum. (t ha-1) 962 3530 34.0 5.45

Flujo (t ha-1 a-1) 0.33 ±0.24 1.20 ±0.87 0.012 ±0.009 1.9 10-3 ±1.4 10-3
mín-máx 0.009-1.03 0.33-3.77 0.003-0.039 5 10-4- 5.8 10-3

PVO
Acum. (t ha-1) 1640 6020 47.1 20.7

Flujo (t ha-1 a-1) 0.42 ±0.14 1.55 ±0.50 0.012 ±0.007 5.3 10-3 ±2.3 10-3
mín-máx 0.21-1.07 0.77-3.91 0.004-0.054 2.6 10-3 - 1.8 10-2

densidad de la turba constante y ausen- sumideros netos de elementos quími-


cia de compactación. De hecho, estos cos, en particular de elementos biófilos.
procedimientos han sido criticados por En la Tabla 8.1 se dan los valores de
CLYMO (1983) y GORHAM (1991) y, ade- acumulación y los flujos de entrada de
más, en los perfiles de turba estudiados C, N y S en dos turberas de las sierras
estas consideraciones no responden a septentrionales de Galicia: Penido Vello
la realidad. (PVO) situada a 780 m de altitud y Pena

Cuando la acumulación de turba se da Cadela (PDC), situada a 970 m.


expresa como adición de masa por uni- Debido a la lenta descomposición de la
dad de tiempo y superficie, los valores materia orgánica, los flujos deben ser
que se han obtenido están entre 40 y considerados como valores mínimos,
120 g m-2 año-1 (media 76.7 g m-2 año-1, aunque bastante aproximados, de las
desviación típica 27.8), valores conside- tasas de fijación de estos elementos. El
rablemente más elevados que los 29 g flujo medio de acumulación de carbono,
m-2 año-1 dados por GORHAM (1991) para el cual puede tomarse como una esti-
turberas subárticas y boreales. Debido a mación mínima de la productividad pri-
los procesos dominantes que intervie- maria neta (PPN) de estos ecosistemas,
nen en la formación de las turberas, es de 0.33 a 0.42 t ha-1 año-1 para los
éstas pueden ser consideradas como últimos 4.000 años, lo cual representa

132
una fijación neta equivalente de CO2 de turberas minerotróficas más antiguas se
-1
1.20 a 1.55 t ha año . El flujo medio de
-1
encuentran horizontes sápricos profun-
acumulación de N es de 0.012 t ha año
-1 -1
dos.
y el de S de 1.9 x 10 a 5.3 x 10 t ha
-3 -3 -1
La densidad de la turba varía entre
año-1. Estas dos turberas se encuentran
0.06 y 0.60 Mg m-3 y la densidad de par-
ubicadas en la misma sierra a tan sólo 5
tículas entre 1.39 y 2.22 Mg m-3, siendo
km de distancia, pero muestran diferen-
0.2 y 1.5 Mg m-3 respectivamente los
cias considerables en la acumulación de
valores de referencia para las turberas
C, N y S, por lo que la altitud (como inte-
del noroeste de la Península Ibérica. Los
gradora de condiciones climáticas dife-
valores más altos corresponden a mate-
rentes) parece desempeñar un papel
riales orgánicos sápricos, como ya habí-
preponderante en la evolución de las
an señalado LYNN et al. (1974), a transi-
turberas del noroeste. La acumulación
ciones basales entre la turba y el suelo
neta de C y N en PVO (a más baja alti-
mineral y a capas intermedias de turbe-
tud) es de 1.5 a casi 2 veces superior a
ras minerotróficas con bajo grado de
la de PDC, mientras que la acumulación
descomposición y elevado contenido en
de S es casi 4 veces superior.
componentes inorgánicos. Estos últimos
son resultado de la adición de materia
PROPIEDADES FÍSICO- mineral debida a la erosión de los sue-
QUÍMICAS DE LA TURBA los en el entorno de la turbera (VAN

En la Tabla 8.2 se presenta un resu- LIEROP, 1981) y, en estos casos, el cam-

men de las propiedades físico-químicas bio en la densidad de partículas es

determinadas en turberas de Galicia; mayor que en la densidad del suelo


algunos datos han sido tomados de (PONTEVEDRA POMBAL, 1995). El contenido
referencias bibliográficas. Casi todas en C orgánico varía entre el 15% y el
las turberas tienen niveles superficiales 57%, el nitrógeno entre 0.1 y 1.7% y el
con materiales orgánicos fíbricos, poco S entre 0.2 y 2.6%. Los valores más
o muy poco descompuestos, general- bajos se alcanzan en los niveles con
mente hasta una profundidad que no mayor densidad de partícula. Aunque la
supera los 25 cm. Por debajo de este descomposición de la materia orgánica
nivel superficial hay materiales hémicos en las turberas es extraordinariamente
seguidos por una capa basal de material lenta debido a los efectos del encharca-
sáprico. Sin embargo, las hay que tie- miento y la oligotrofía sobre la actividad
nen únicamente materiales fíbricos o microbiana (ZAK & GRIGAl, 1991; GORHAM,
fíbrico-hémicos y sólo en algunas de las 1995), a lo largo del tiempo se mantiene

133
Tabla 8.2. Propiedades físico-químicas de algunas turberas de Galicia.(Área: N, norte; E: este; SE: sureste; S: sur; C: centro;
Horizonte: tipos de horizotes orgánicos presentes; Densidad de la turba y densidad de partícula en Mg m-3; Cenizas, carbono (C),
nitrógeno (N) y azufre total (S) en porcentaje; IP: índice de pirofosfato; cationes de intercambio y capacidad de intercambio cató-
nico en cmol(+) kg-1, los valores con asterisco indican que la CIC se midió en acetato amónico a pH 7, el resto en cloruro amó-
nico al pH de la turba (1; Jato, 1974; 2: Sanmamed, 1979; 3: Torras, 1982; 4: Leirós, 1983; 5: Molinero et al., 1984; 6: Aira y
Guitián, 1986a y b; 7: Ramil et al., 1993; 8: Ramil et al., 1994).

Turbera Sector Horizonte Espesor Densidad Densidad de Porosidad Cenizas IP C N S


orgánico (cm) del suelo partícula (%) (%)

AGÑ7 N Oi-Oe-Oa 130 0.04-0.20 -- -- -- 2-5 21-43 -- --


BAG E Oi-Oa 135 0.06-0.60 1.40-2.20 55-85 4-63 0-7 29-49 0.2-2.3 0.20-2.60
7
BDX SE Oi-Oe 40 -- -- -- -- -- 14-27 0.1-1.0 --
BLA E Oi-Oe-Oa 145 0.11-0.26 1.53-1.88 86-93 10-25 2-7 29-44 1.8-2.4 0.73-0.98
BMC7 C Oi-Oa 70 -- -- -- -- -- 30-32 0.5-0.7 --
BPA E Oi-Oe 190 0.1-0.34 1.50-1.86 81-93 21-57 3-5 23-46 1.1-1.7 0.50-1.10
BRN4 C Oi-Oa 110 -- -- -- -- -- 15-32 0.7-2.0 --
BUI5 N Oe 400 0.11-0.19 1.90-2.20 87-92 4-19 -- 48-60 -- --
CAD N Oi-Oe-Oa 124 0.13-0.98 1.34-2.06 60-91 2.7-79 1-6 17-55 0.5-2.0 0.06-0.30
CDL8 N Oa 400 0.15-0.23 -- -- -- -- 39-60 -- --
CPD E Oi-Oa 55 0.14-0.17 1.54-1.66 89-90 19-34 1-5 31-37 2.0-2.4 0.79-0.97
LUZ6 E Oi-Oe 540 -- -- -- -- -- 14-35 0.8-1.8 --
MII6 SE Oi 140 -- -- -- -- -- 38-40 1.8 --
MIM3 SE Oi-Oe 100 - -- -- -- -- 26-34 1.6-2.1 --
PDC N Oi 184 0.09-0.16 1.36-1.51 88-94 1.3-7.3 4-7 47-57 1.5-2.2 0.19-0.39
PNV8 N Oi-Oe-Oa 250 0.07-0.32 -- -- -- -- 35-51 -- --
PVO N Oi-Oe 300 0.09-0.24 1.39-1.53 83-94 1-12 4-5 44-57 1.2-2.3 0.61-0.77
PZC E Oi-Oe-Oa 265 0.16-0.60 1.72-2.22 74-91 54-76 2-7 14-25 0.3-1.6 0.30-1.10
QXI2 SE Oi 105 -- -- -- -- -- 22-45 0.7-2.0 --
SUA E Oi-Oe-Oa 115 0.10-0.23 1.45-1.83 77-93 5-50 2-5 24-50 1.1-2.7 0.54-0.95

Peat pH H2O pH KCl pH CaCl2 Ca Mg Na K Al CIC

BAG 3.5-4.3 2.3-4.3 2.1-4.1 0.8-17.8 0.2-12.1 0.03-0.9 0.01-1.3 2.9-155 11.3-221.3
BDX 4.3-4.6 3.4-3.8 -- 0.40-0.70 0.08-0.20 0.01-0.08 0.06-0.10 8.00-10.80 44.7-78.8*
BLA 5.9-6.0 5.1-5.3 4.7-4.8 1.80-5.91 0.31-1.00 0.73-2.60 <0.01-2.32 <0.01-0.09 3.79-12.31
BMC 3.9-4.0 3.5-3.9 -- 5.60-7.50 1.90-2.20 0.40-0.70 <0.01-0.06 7.10-15.90 99.5-126.9*
BPA 3.5-4.3 - 1.0-7.1 0.2-0.9 0.02-0.9 0.02-1.0 2.5-13.4 8.3-16.2
BRN 4.2-4.7 3.8-4.2 -- 0.20-0.50 0.10-0.50 0.10-1.70 0.05-0.20 5.00-10.00 60.0-165.5*
BUI 3.2-3.8 -- -- <0.01 1.40-3.00 1.00-2.40 <0.01 -- 74.9-95.5*
CAD 2.5-3.9 2.5-3.0 2.0-2.4 0.1-8.1 0.5-9.3 0.03-1.98 <0.01-1.1 2.7-14 7.1-23.5
CPD 4.3-4.7 3.9-4.3 3.2-3.7 0.60-3.59 0.18-2.47 0.14-0.97 0.25-0.71 6.77-10.38 8.77-17.35
LUZ 3.4-4.8 3.1-3.8 -- 3.00-4.30 0.30-1.20 0.20-0.40 0.03-0.20 3.10-4.70 42.2-56.0*
MII 4.6-4.9 4.4-4.6 -- -- -- -- -- -- --
MIM 4.7-4.9 4.4-4.6 -- 0.40-0.60 0.10-0.30 0.30-0.70 0.05-0.10 0.90-7.10 23.8-30.7*
PDC 3.6-4.4 2.9-3.3 2.9-3.2 0.2-4.2 4.7-13.2 0.5-1.2 <0.01-0.5 1.0-3.4 9.8-21.1
PVO 3.6-4.6 2.3-3.3 2.3-3.1 0.08-6.69 4.33-9.36 0.46-1.39 0.02-2.93 0.31-3.76 6.98-20.1
PZC 3.4-4.8 3.4-4.2 3.3-4.1 0.6-11.0 0.9-2.6 0.081.5 0.09-4.2 0.5-5.1 5.6-19.4
QXI 3.8-4.2 2.8-3.6 -- 0.50-0.70 0.40-1.20 0.30-0.40 0.07-0.30 3.20-5.3 12.0-16.0
SUA 4.5-5.6 3.6-4.2 3.0-3.9 1.91-10.02 0.28-1.29 1.49-3.37 <0.01-4.02 0.61-3.99 8.18-20.56

134
Cp/Ct (%)
2 3 4 5 6 7
0 20 40 60 80 100
0
0

Prof. (cm)
25
20

50
40

75
60

100

80

125

100
150

120
175

140
BLA 200
BAG
BSB PZC
160 BLA
CPI 225
BSB
BAG BPA
180 PDC 250 PVO

200 275

Figura 8.3. Perfiles de relación Cp/Ct (en %) en algunas tur- Figura 8.4. Perfiles verticales de variación del pH en algunas
beras (BLA: Braña de Lamela; BSB: Braña de Suárbol; CPI: turberas (BPA: Braña de Porto Ancares; PVO: Penido Vello;
Braña da Cespedosa I; BAG: Braña de Agolada; PDC: Pena da PZC: Poza da Lagoa Maior; BAG, BLA y BSB igual a la figura
Cadela). anterior.

un nivel mínimo de descomposición los grupos funcionales de carbono en


(DAMMAN, 1988), hecho que se puede las turberas depende primariamente de
confirmar por las variaciones en profun- la edad –es decir, del tiempo de evolu-
didad de la relación Cp/Ct. La Figura 8.3 ción-, pero también de las condiciones
muestra que, aunque el grado de humi- ambientales exitentes durante la acu-
ficación varía bastante de una turbera a mulación de la turba, tal vez mediante
otra, para cada una de ellas las transi- el control de la composición de las
ciones basales o los niveles minerales comunidades vegetales y la resistencia
son los que poseen una materia orgáni- que ofrecen sus restos a la degrada-
ca más evolucionada, mientras que la ción.

turba tiene relaciones Cp/Ct muy bajas El pH de la turba varía entre 3.2 y
(inferiores a 0.05). Algunos estudios en 4.9, lo que indica condiciones de ácidas
curso, en colaboración con investigado- a muy ácidas (Figura 8.4), un hecho
res de la Universidad de Wageningen, coherente con la elevada precipitación,
sugieren que las transformaciones de los substratos generalmente ácidos, el

135
0 3 6 9 12 15 0 3 6 9 12 15 0 3 6 9 12 15
Prof. (cm)
0 0 0

Ca Al
Al Mg
25 Al Ca 25 25

50 50 50

75 75 75

100 100 100

125 125 125

150 150 150

175 175 175

200 200 200

225 225 225


BLA BPA PV0
250 250 250

Figura 8.5. Perfiles de concentración de los cationes dominantes en el complejo de intercambio catiónico (cmolckg-1) de algunas
turberas de Galicia ( BLA: Braña de Lamela, BPA: Braña de Porto Ancares, PVO: Penido Vello).

efecto acidificante de los musgos quienes argumentan que el dióxido de


(M AJAKOVA & P ROSKURJAKOV , 1972; carbono disuelto puede explicar al
MOTZKIN, 1994) y de los ácidos orgánicos menos una parte de la acidez de la tur-
formados durante la evolución de la bera. Debido a la baja capacidad amor-
materia orgánica acumulada (autoacidi- tiguadora, el dióxido de carbono se
ficación). Excepcionalmente, el pH es disociaría liberando protones y confi-
ligeramente ácido a neutro en aquellos riendo a las aguas de poro de la turba
casos en que aguas que drenan niveles un pH alrededor de 4. También podrían
calizos se infiltran en la turbera (BLA, contribuir a esta acidez natural diversos
Tabla 8.2). compuestos orgánicos, como ácidos
húmicos.
La acidez característica de los
ambientes de turbera se debe en parte La capacidad de intercambio de
al intercambio iónico entre el agua de la cationes efectiva (CICe) varía entre 4 y
turbera y la vegetación viva, en particu- 20 cmolc kg-1. Los cationes de intercam-
lar los esfagnos, pues lo pocos cationes bio siguen la secuencia Mg+2,Ca+2 > Al+3
disponibles son tomados por las plantas > Na+ > K+ en los niveles superiores de
e intercambiados por protones. S HOTYK las turberas de cobertor y Al+3 > Mg+2,
(1988), no obstante, señala los trabajos Na+ > Ca+2 > K+ en los más profundos; en
pioneros de STREMME (1908) y otros, las turberas minerotróficas el orden

136
más frecuente es Al+3 > Ca+2 > Mg+2 > Na+ en algún grado, influenciada por el sus-
> K (en BLA el Ca es más abundante
+
trato. Mientras que, como ya se ha
que el Al en toda la turbera). La abun- mencionado, las turberas elevadas
dancia de Mg en las turberas de cober- poseen un nivel superficial ombrotrófico
tor de las sierras septentrionales se que se ha desarrollado sobre otro mine-
debe al efecto de los aerosoles marinos rotrófico.
–hecho apoyado también por las eleva-
Las relaciones atómicas entre la
das concentraciones de Br-, mientras
materia orgánica activa (extraída con
que el predominio del Al en las minero-
pirofosfato, Cp) y el Fe y Al extraídos
tróficas es una consecuencia directa de
con pirofosfato, oxalato o tetraborato,
la composición de las aguas que drenan
indican que la materia orgánica está
los suelos ácidos de su entorno.
fuertemente insaturada en metales y
Independientemente de estas generali-
tiene una alta capacidad de compleja-
zaciones, muchos testigos de turba
ción. La insaturación tiende a aumentar
muestran variaciones en la distribución
hacia la base de la turbera, al igual que
de los cationes intercambiables con la
el grado de descomposición de la mate-
profundidad (Figura 8.5). La capacidad
ria orgánica, y alcanza el máximo en los
de intercambio de cationes (CIC) a pH 7
horizontes A enterrados y en las capas
es, lógicamente, mucho más elevada,
de transición entre la turba y el sustra-
entre 24 y 165 cmolc kg-1, con las mayo-
to mineral (PONTEVEDRA POMBAL, 1995).
res diferencias frente a la CICe en las
muestras de turba más ácidas y con
mayor grado de descomposición. SUELOS DE TURBERA:
HISTOSOLES
En función del origen de los nutrien-
tes, las turberas formadas en depresio- La clasificación de estos suelos
nes (fens) han de ser consideradas reviste especial complejidad por diver-
como minerotróficas ya que la principal sos motivos, como por ejemplo la subje-
fuente de cationes es la meteorización tividad de los métodos empleados para
del sustrato o las aguas que circulan por la determinación del grado de descom-
los diferentes circuitos hidrológicos posición de la turba, el contenido de
terrestres. Las turberas de cobertor son fibras, la dificultad para estimar el pro-
ombrotróficas, alimentadas por agua de centaje de arcilla de un material domi-
lluvia, aunque incluso en estos casos la nado por la materia orgánica, la hetero-
composición del complejo de intercam- geneidad de la metodología empleada
bio de los niveles más profundos está, en los diversos estudios y, en general,

137
Tabla 8.3. Clasificación, FAO y Soil Taxonomy, de algunas turberas representativas de Galicia.
Altitud
Código Nombre Localización (m s.n.m) Edad (BP) Clasificación

AGÑ A Gañidoira S. Septentrionaies 720 6895 ±50 (130 cm) Histosol térrico
Medisaprist
BAG Agolada Serra de Ancares 1230 3390 ±40 (215 cm) Histosol tiónico
Sulfihemist
BLA Braña de Lamela Serra de Ancares 1280 3090 ±35 (165 cm) Histosol fíbrico
Borofibrist
BDX Braña dos Xuncos Manzaneda-Queixa 1580 ---- Histosol térrico
Medifibrist
BPA Braña de Porto Serra de Ancares 1580 10650 ±170 (195 cm) Histosol térrico-tiónico
Ancares Sulfihemist
BUI Braña do Buio Montes do Buio 620 7725 ±50 (315 cm) Histosol térrico/fíbrico
Medihemist/Medifibrist
CAD Cadramón Serra do Xistral 1040 ---- Histosol fíbrico
Sphagnofibrist
CDL Chao de Lamoso Serra do Xistral 1039 8785 ±30 (415 cm) Histosol fíbrico
Sphagnofibrist
CPD Campa da Cespedosa Serra de Ancares 1415 2070 ±25 (95 cm) Histosol térrico
Borosaprist
LUZ Lagoa de Lucenza Serra do Caurel 1440 17390 ±90 (700 cm) Histosol térrico
Borohemist
MII Manzaneda II Manzaneda-Queixa 1700 ---- Histosol fíbrico
Sphagnofibrist
MIM Manzaneda I Manzaneda-Queixa 1630 ---- Histosol fíbrico
Sphagnofibrist
PDC Pena da Cadela Serra do Xistral 900 4.600 ± (185 cm) Histosol fíbrico
Sphagnofibrist
PNV Pena Vella A Toxiza 700 5.080 ±40 (220 cm) Histosol térrico
Sphagnofibrist
PVO Penido Vello Serra do Xistral 790 4.070 ±50 (245 cm) Histosol fíbrico
Sphagnofibrist
PZC Pozo do Carballal Serra de Ancares 1330 10370 ±210 (265 cm) Histosol térrico
Borofibrist
QXI Braña de Queixa Serra de Queixa 1600 ---- Histosol fíbrico
Borofibrist
SUA Braña de Suárbol Serra de Ancares 1080 1250 ±25 (70 cm) Histosol fíbrico-tiónico
Sulfisaprist

138
por la carencia de datos suficientes en esta muestra predominan los Histosoles
la mayoría de las publicaciones. Por fíbricos (BUI, CAD, CDL, MIM, MII, PDC,
ello, la que aquí se aporta ha de ser PVO, QXI, BLA) y térricos (AGÑ, BDX,
considerada como una clasificación BUI, CPD, PNV, PZC), habiendo también
aproximada para una buena parte de los Histosoles tiónicos (BAG), fíbrico-tióni-

suelos cuyos datos se han tomado de la cos (SUA) y térrico-tiónicos (BPA), según
la clasificación de la FAO. Con la clasi-
bibliografía.
ficación norteamericana los suelos
En la Tabla 8.3 damos una relación
dominantes son los Fibrists (sphagnofi-
de turberas de montaña representativas brists: CAD, CDL, MII, MIM, PDC, PNV,
de diversos sectores de Galicia, indican- PVO; borofibrists: QXI, BLA; y medifi-
do la sierra en la que se ubican, la alti- brists: BDX, BUI). Además aparecen
tud, la edad radiocarbónica (no se trata otros grupos como los Hemists (sulfihe-
siempre de la edad basal máxima) y la mists: BAG, BPA; medihemist: BUI) y
clasificación según los sistemas FAO Saprists (medisaprist: AGÑ; borosaprist:
(1990) y Soil Taxonomy (SSS, 1997). En CPD; sulfisaprist: SUA).

139
CAPÍTULO 9
A. Martínez Cortizas
W. Chesworth
E. García-Rodeja

DINÁMICA GEOQUÍMICA DE LAS


TURBERAS DE GALICIA

QUÍMICA DE LAS AGUAS


SUPERFICIALES El agua es un elemento crucial en el desarrollo y pervivencia
de la turbera

Como ya se ha mencionado en diver- considerarse un buen indicador de la


sas ocasiones, las turberas se caracteri- naturaleza y procedencia de las aguas
zan por ser ecosistemas formados casi entrantes.
exclusivamente por agua (en particular El estudio de las aguas de turberas
las ombrotróficas), pues constituye el del noroeste peninsular se encuentra
90% o más en peso de la turba. Por otro actualmente en sus inicios, por lo que
lado, la presencia de agua es imprescin- los resultados han de tomarse como
dible para la evolución y pervivencia de preliminares. El estudio se llevó a cabo
la turbera y, en buena medida, la vege- en turberas de las sierras septentriona-
tación que soporta está relacionada con les y orientales. Las turberas se diferen-
su concentración de nutrientes. En ciaron en ombrotróficas (representadas
Galicia, las aguas son en general oligo- sólo en el norte) y minerotróficas
tróficas con independencia del tipo de tomando como base estudios previos de
turbera que se considere, si bien hay los factores de formación y la naturale-
diferencias en su composición. La quí- za físico-química de la turba. En las
mica de las aguas superficiales puede minerotróficas se recogieron tanto

141
Tabla 9.1 Valores medios, desviación típica (±), mínimo y máximo (entre paréntesis) de algunas propiedades químicas de las
aguas de turberas del noroeste peninsular (CE en mScm-1, cationes y aniones en mg L-1).

pH CE Si Al

Xistral

Ombrotróficas 4.3 ± 0.35 44 ± 4 0.57 ± 0.34 0.28 ± 0.05


(3.9-4.9) (39-48) (0.20-1.12) (0.22-0.35)

Minerotróficas 6.0 ± 0.48 43 ± 8 2.83 ± 1.19 0.13 ± 0.01


(5.2-6.7) (32-59) (1.12-5.02) (0.11-0.15)
Ancares

Minerotróficas 5.9 ± 0.32 23 ± 8 1.95 ± 1.30 0.14 ± 0.01


(5.4-6.5) (15-42) (0.37-4.52) (0.12-0.16)
- -2 -3
Cl NO3 SO4 PO4

Xistral

Ombrotróficas 9.55 ± 1.90 0.32 ± 0.19 2.37 ± 0.49 <0,04


(7.0-11.8) (0.20-0.65) (1.74-2.94)

Minerotróficas 6.35 ± 1.17 0.77 ± 0.56 2.50 ± 0.72 <0,04


(5.2-10.0) (0.20-2.70) (1.12-3.20)
Ancares

Minerotróficas 1.30 ± 0.28 0.44 ± 0.32 1.26 ± 0.31 <0,04


(0.90-1.80) (0.18-1.12) (0.84-1.87)

Ca Mg Na K

Xistral

Ombrotróficas 0.48 ± 0.12 0.62 ± 0.07 4.26 ± 0.25 0.45 ± 0.15


(0.34-0.63) (0.58-0.66) (3.96-4.58) (0.26-0.43)

Minerotróficas 2.63 ± 1.22 1.03 ± 0.44 6.13 ± 0.98 0.46 ± 0.30


(1.02-5.44) (0.40-1.77) (4.33-8.48) (0.19-1.15)
Ancares

Minerotróficas 2.47 ± 0.45 0.55 ± 0.13 2.03 ± 0.43 1.02 ± 0.65


(1.73-3.31) (0.36-0.83) (1.03-2.48) (0.40-2.63)

muestras de aguas circulantes como de Los resultados indican que hay cua-
aguas estancadas. En la Tabla 9.1 se tro factores principales que controlan la
dan los valores medios, desviación típi- naturaleza química del agua: el efecto
ca, mínimos y máximos observados para marino, ligado a la distancia al océano;
algunos parámetros. el relieve montañoso, acoplado al ante-

142
rior y al clima; el tipo de turbera y el La relación Cl/Na es otro buen indi-
estado del agua en la misma (estancada cador del efecto marino (M ALMER ,
o circulante). Estos efectos son eviden- 1962b). En las aguas de turberas próxi-
tes en la acidez de las aguas, la con- mas a la costa esta relación es similar a
ductividad eléctrica, la concentración la del agua del mar, mientras que hacia
de cloruros, sulfatos, aluminio, calcio y el interior de Galicia es inferior y alcan-
sodio. Para algunas propiedades las za los valores mínimos observados (Fig.

diferencias observadas se deben a más 9.1). No obstante, este parámetro pare-

de uno de estos factores. ce estar a su vez afectado por el relieve,


pues las turberas situadas en la vertien-
te norte de la Sierra del Xistral, a barlo-
La distancia al mar y el relieve vento de los vientos oceánicos, tienden

Este factor es el que tiene un efecto a poseer valores más altos que las
situadas a sotavento.
dominante sobre la concentración de
cloruros y sodio, para los cuales el mar
es el origen principal. Así, las turberas Tipo de turbera:
de las sierras septentrionales tienen ombrotrófica vs minerotrófica
valores significativamente más eleva-
La procedencia atmosférica exclusi-
dos que las de las sierras orientales.
va del agua que llega a las turberas
También parece influir en la concentra-
ombrotróficas imprime unas caracterís-
ción de sulfatos, en parte de origen
ticas distintivas a sus aguas superficia-
marino, pues hay una diferencia signifi-
les. Éstas son más ácidas (Figura 9.2) y
cativa entre las montañas litorales y las
más pobres en calcio que las de turbe-
interiores.
ras minerotróficas, las cuales no se
Al mismo tiempo, la elevada concen- diferencian significativamente entre si
tración de cloruros y de sodio podría ser ni en acidez ni en concentración de cal-
la responsable de una conductividad cio (véase Tabla 9.1). De igual modo,
eléctrica más alta en las sierras septen- sería de esperar que se encontrasen
trionales; ambos están muy correlacio- diferencias entre los tipos de turberas
nados con la conductividad (coeficien- para otros nutrientes como magnesio o

tes de correlacción de 0.90). En cual- sodio, pero el efecto marino se solapa

quier caso, la condictividad es baja, tal aquí en gran medida.

como corresponde a aguas oligotrófi- Las concentraciones de aluminio,


cas. aunque bajas, también responden al

143
Figura 9.1. Relación Cl/Na de las aguas de algunas turberas ombrotróficas y minerotróficas de
las sierras septentrionales y orientales de Galicia.

Figura 9.2. pH de las aguas de algunas turberas ombrotróficas y minerotróficas de las sierras
septentrionales y orientales de Galicia.

144
tipo de turbera, pues la mayor acidez de dantes o sobre cauces que drenan hacia
las ombrotróficas permite que este ele- las mismas –descritas en el Capítulo
mento se encuentre en disolución, lo 11. En el noroeste, los cambios princi-
cual no ocurre en las minerotróficas. Por pales se deben a la transformación en
el contrario, las concentraciones de sili- pastizal, con aplicación de encalantes y
cio son mayores en las minerotróficas fertilizantes, lo que modifica no sólo la
fruto de la procedencia solígena de al química del agua sino también y de
menos parte de las entradas de aguas. forma drástica las comunidades vegeta-
les, y el pastoreo de las mismas.

Estado de las aguas superficia- Estas actividades son muy variables


les: estancadas vs circulantes y afectan en particular a algunas unida-
des de turberas minerotróficas y de tur-
Aún tratándose de un estudio preli-
beras elevadas, dando como resultado
minar, los datos obtenidos por el
impactos locales importantes. Esto se
momento parecen indicar que la quími-
refleja en la variabilidad que toman
ca de las aguas puede estar afectada
indicadores químicos como por ejemplo
por el grado de estancamiento que ten-
el pH, que llega a ser próximo a la neu-
gan. Así, se ha encontrado que las
aguas estancadas tienden a poseer un tralidad (Turbera de Veiga do Tremoal,

pH más ácido que el de la aguas circu- Tremoal do Rego). Otro indicador es la

lantes, entre 0.5-1.0 unidades, y con- concentración de nitratos, que es bas-

centraciones más elevadas de cloruros tante alta en las turberas minerotrófi-

y más bajas de calcio, magnesio y cas, tal vez como resultado de la sobre-
sodio. Como consecuencia, las relacio- carga de ganado en las mismas.
nes Cl/Na de las aguas estancadas son
mas altas que las de aguas circulantes.
LOS AMBIENTES QUÍMICOS EN
LAS TURBERAS
Otros efectos Nos referiremos aquí brevemente a
Además de estos factores que pode- los ambientes químicos que se dan en
mos denominar natulares, las aguas profundidad en las turberas y cómo
superficiales están afectadas por diver- afectan éstos a la estabilidad de los
sas actividades humanas que se desarro- minerales, dependiendo de las condicio-
llan directamente sobre las turberas o nes de acidez y pontencial de oxidación.
que son el resultado de transformacio- Para ello conviene recordar que en la
nes indirectas sobre los terrenos circun- parte superior de la turbera existe un

145
nivel de escaso espesor de pH entre 3 y mo puede dividirse, a su vez, en una
5, bien oxigenado y en contacto con la zona superior no sulfúrica y una zona
atmósfera –que se ha denominado acro- inferior sulfúrica.
telm- y que por debajo del mismo se En la Figura 9.3 se muestran las
encuentra el catotelm, nivel anóxico características de la deposición mineral
situado bajo el nivel freático. Éste últi- en las turberas y las posibles transfor-

en

Figura 9.3. Ambientes químicos de una turbera ombrotrófica en función del potentcial de oxidacción-redución y del pH. Arriba
se indican las fases minerales presentes en la deposición atmosférica, que dependen de la mineralogía dominante en los sue-
los del noroeste peninsular (no se han tenido en cuenta posibles fuentes de contaminación antropogénica).

146
maciones que pueden sufirir los minera- ocurrir en todas las turberas minerotró-
les presentes (básicamente cuarzo, fel- ficas analizadas.
despatos, minerales ferromagnesianos, Algunas turberas de cobertor tienen
caolinita, gibsita, pirolusita y óxidos de un pH inferior a 4 en todo el espesor
hierro). Los diagramas triangulares dan analizado, lo que sugiere que en la zona
la misma información en diagramas de anóxica no sulfúrica tan sólo el cuarzo
fases ajustados al pH y presión parcial sería estable, estando el Al y el Fe en
de oxígeno. Los diagramas de fases son disolución. Por el contrario, en todas las
proyecciones de disoluciones del siste- minerotróficas que hemos estudiado el
ma SiO2-Al2O3-Fe2O3-H2O. pH es superior a 4, lo que implica que
De forma simplificada podemos indi- son estables el cuarzo, la caolinita y la
car que existe una barrera geoquímica gibsita, mientras que el Fe estaría en
regulada por el pH 4, que separaría los disolución como Fe(II).
medios fuertemente ácidos de los áci- Finalmente, en aquellas turberas que
dos; y otras dos barreras representadas tienen un espesor muy elevado es facti-
por el potencial de oxidación expresado ble que aparezca una zona anóxica sul-
como presión parcial de oxígeno (PO 2) fúrica. En ambientes fuertemente áci-
una a 10 -12
bar, que separaría la zona dos además del cuarzo, en esta zona
oxidada de la zona anóxica no sulfúrica, sería estable la pirita y el Al estaría en
y otra a 10 -70
bar, que separaría ésta últi- disolución; mientras que en ambientes
ma de la zona sulfúrica. Este modelo menos ácidos, cuarzo, caolinita, gibsita
geoquímico compartimenta la turbera y pirita serían estables.
verticalmente en tres zonas de poten-
Este modelo predice por tanto la
cial, en las cuales la evolución mineral
estabilidad de diversas fases minerales
va a depender de la acidez de las aguas
que llegan a la turbera por deposición
de poro de la turba.
atmosférica de polvo procedente de la
En el acrotelm de las turberas más erosión de los suelos del entorno. Pero
ácidas (pH<4) tan sólo el cuarzo y la además, sirve de base para predecir el
goetita serían minerales estables, comportamiento que pueden tener otros
estando el Al en disolución, tal como elementos que alcanzan la superficie de
indican los datos obtenidos para las tur- la turbera (Pb, Cd, As, Hg, etc…) y
beras ombrotróficas de las Serras poseen un importante papel como con-
Septentrionais. Si el grado de acidez es taminates. Las turberas, por su elevado
menor, a estos dos minerales se unirían contenido en materia orgánica, funcio-
la gibsita y la caolinita; algo que debe nan a modo de sumideros netos y filtros

147
para estos elementos, pero la evolución nar cuándo una carga mineral pasará de
de los mismos y su transferencia hacia un ambiente oxidado y ácido a otro
las aguas dependerá de las condiciones reducido y en general menos ácido. Sólo
químicas existentes. A ello habrán de a título orientativo, en la turbera de PVO
añadirse las acciones directas o indirec- el catotelm se encuentra a unos 50-60
tas de las actividades humanas, que cm, dándose un cambio de pH de valo-
pueden cambiar de manera drástica la res inferiores a 4 a ligeramente superio-
química de la turbera. res al mismo. Si tenemos en cuenta que
la tasa media de acumulación de turba
Otro aspecto relevante que debe ser
ha sido de 1 cm cada 20-25 años, los
considerado cuando se estudian las tur-
minerales que hoy están comenzando a
beras como sumideros de elementos
evolucionar en el catotelm se deposita-
tóxicos, es que la deposición atmosféri- ron y estuvieron en un medio oxidado y
ca se produce siempre en el medio oxi- fuertemente ácido durante al menos
dado superficial del acrotelm y que por unos 1.000 a 1.500 años.
tanto será la acidez la que regule las
Por tanto, el tiempo transcurrido
potenciales transformaciones iniciales.
desde la deposición hasta hoy es de
Debido al crecimiento de la turba por
vital importancia para predecir el com-
acreción, los componentes depositados
portamiento de los elementos químicos
en un momento dado irán pasando pro-
en las turberas. Por ejemplo, si un ele-
gresivamente hacia el catotelm, donde
mento se deposita bajo unas condicio-
el ambiente biogeoquímico es bien dis- nes que impiden su movilidad geoquími-
tinto, pudiendo darse cambios en las ca será retenido de forma efectiva; pero
tendencias geoquímicas para un mismo si una vez en el catotelm las condicio-
mineral o elemento. Por tanto, las posi- nes favorecen su movilidad, la cinética
bles vías de evolución habrá que consi- de las reacciones que gobiernen su
derarlas dentro de un modelo dinámico paso a la disolución es la que decidirá si
que tenga en cuenta el crecimiento de se da una removilización significativa o
la turbera, pues es clave para determi- no.

148
CAPÍTULO 10
A. Martínez Cortizas
E. García-Rodeja
X. Pontevedra Pombal
J.C. Nóvoa Muñoz

LAS TURBERAS COMO


ARCHIVOS GEOQUÍMICOS DE
LOS CAMBIOS AMBIENTALES

Extracción de un testigo tomado en un frente de explotación


INTRODUCCIÓN industrial de turba

Las turberas se desarrollan en un dos a la evolución de la vegetación pro-


amplio espectro temporal y ambiental, pia de la turbera y la de su entorno, en
abarcando desde hace 15.000 años los últimos años y probablemente de
hasta nuestros días y, por tanto, las cara al futuro, los conocimientos adqui-
características de la turba tenderán a ridos sobre el funcionamiento y natura-
un equilibrio termodinámico con las leza de las turberas prometen consoli-
condiciones iniciales de su formación dar líneas de investigación dedicadas al
pero también evolucionarán de acuerdo estudio de la evolución climática (véase
con los cambios de su entorno. Por defi- entre otros los trabajos de BARBER et al.
nición, la comprensión de las causas 1994, 1999, 2000; C HAMBERS et al.,
que derivan en unas características 1997), de sus registros paleoambienta-
específicas de la turba, permitirán inter- les y del seguimiento de los cambios
pretar la dinámica ambiental durante su ambientales globales, utilizando para
formación. ello la reconstrucción temporal de la
Si bien los estudios que han alcanza- composición atmosférica a través del
do un mayor desarrollo son los dedica- análisis del contenido en elementos

149
traza -en particular en turberas ombro- nando, a la interpretación de diferentes
tróficas- y los procesos de acidificación tipos de registros y señales ambienta-
por lluvia ácida. En opinión de E INO les, pero también en algunos casos a la
LAPPALAINEN (1996) la intensa actividad observación directa de restos arqueoló-
científica aplicada a la consecución de gicos. Entre los muchos trabajos publi-
un cálculo real de los recursos mundia- cados se pueden mencionar los estudios
les de turberas se debe fundamental- de invertebrados (SKIDMORE et al., 1985;
mente a dos aspectos intrínsecos de KEY, 1989; WALKER et al., 1994; LAVOIE et
estos ecosistemas, por un lado a su al., 1997), de diatomeas (MOORE, 1986;
sensibilidad para plasmar, a través de STRAUB, 1993; MAIN, 1994; MACKAY et al.,
su particular desarrollo espacio - tem- 1998), de foraminíferos y rhizopodos
poral, la evolución ambiental a lo largo (HEAL, 1962; TOLONEN, 1986), de la estra-
del tiempo, y por otro a su capacidad tigrafía de materiales volcánicos o
para acumular carbono en forma de tefras contenidas en la turba (PORTER,
materia orgánica con baja tasa de reci- 1981; EINARSSON, 1986), de la señal mag-
claje. nética (OLDFIELD et al., 1978), de macro-
La racionalización de la investigación rrestos vegetales y carbones (UZQUIANO,
en estos campos - registros ambienta- 1990; BENNIKE, 1992; ERONEN & HUTTUNEN,
les antiguos y tendencias actuales- 1993), de vestigios arqueológicos
podría proporcionarnos elementos muy (GODWIN, 1955; ORSNES, 1970; ORME et
valiosos para interpretar condiciones al., 1981), del análisis de espectros
paleoclimáticas y paleobiogeográficas esporo–polínicos (TALLIS , 1964; B IRKS ,
así como las modificaciones que se 1986; MOORE, 1992; BARBER, 1993; amén
estén produciendo en el presente a de otros citados en el capítulo introduc-
diferentes escalas. Son numerosas las torio de este libro) y de los estudios
escuelas científicas que hoy dirigen sus estratigráficos y su lectura en términos
investigaciones hacia la elucidación de ambientales y paleoambientales
los patrones de desarrollo de las turbe- (LANGTON & LEE, 1964; TOLONEN, 1979;
ras y de sus elementos, constituyentes S ILVOLA , 1986; G ORHAM , 1991; C LYMO ,
en acoplamiento con la evolución 1992; CORNELISSEN, 1996).
ambiental. Pero además, a esta multitud de
La contribución que los estudios rea- registros invisibles de causalidad natu-
lizados en las turberas han hecho a los ral y macrorrestros de origen antrópico,
resgistros climático, biótico y cultural que han sido preservados ordenada-
se debe, como hemos venido mencio- mente en el espacio y en el tiempo, se

150
suma la capacidad de estos medios atmósfera por metales pesados, es
para reflejar la impronta ambiental que necesario estudiar medios que sean
ha dejado en ellos las variaciones de la archivos históricos de la composición
composición atmosférica. atmosférica del momento de la deposi-
ción (sedimentos lacustres, hielos gla-
Hoy día se considera que la explota-
ciares, turberas, etc...). Para ello, en un
ción de los recursos naturales ha equi-
archivo ideal, la señal no debe estar
parado las actividades humanas a otras
sujeta a modificaciones postdeposicio-
fuerzas geológicas (CHESWORTH, 1996),
nales significativas, debe cubrir un
afectando a los ecosistemas terrestres
marco temporal largo y presentar un
y acuáticos y generalizándose los proce-
desarrollo compatible con la duración y
sos de contaminación de la atmósfera,
naturaleza de los procesos de deposi-
debido a la modificación de los flujos
ción. Las turberas ombrotróficas (cuyo
naturales de sus componentes. Si bien
aporte nutricional depende sólo de la
es cierto que la revolución industrial
atmósfera) se encuentran entre los
globalizó el deterioro atmosférico, las
registros más adecuados para este tipo
investigaciones actuales demuestran
de estudios, ya que tienen una amplia
que las modificaciones inducidas por
distribución geográfica, no muestran
las actividades humanas comenzaron
alteraciones post-deposicionales signi-
con la utilización del fuego y se fueron
ficativas para muchos elementos y pue-
haciendo cada vez más intensas con el
den cubrir los últimos 11.000 años de
desarrollo de la agricultura y posterior-
los ciclos atmosféricos, con lo que pue-
mente con las primeras actividades
den reflejar los niveles de fondo natura-
mineras y metalúrgicas, iniciándose en
les (background) de los elementos traza
cada caso desequilibrios en los ciclos
y las variaciones derivadas de las acti-
biogeoquímicos de los elementos. Por lo
vidades antrópicas y de sucesos natura-
que se refiere a la contaminación
les catastróficos (vulcanismo). El valor
atmosférica, los estudios más recientes
de las turberas como archivos ambien-
verifican que los flujos naturales de los
tales, así como una discusión de los
elementos traza empezaron a superarse
aspectos más relevantes en relación a
con el descubrimiento de los metales,
la continuidad del registro (control auto-
es decir, de forma sincrónica a la evolu-
génico y alogénico sobre el crecimiento
ción de las actividades minero-metalúr-
de la turba, permanencia de los rasgos
gicas antiguas.
de microrelieve, continuidad en las
Para entender los procesos espacio- tasas de acumulación, representativi-
temporales de contaminación de la dad de los testigos frente a secciones

151
de turba, comunidades vegetales y des- en tiempos antiguos. Los estudios
composición selectiva o la sensibilidad retrospectivos de los flujos de contami-
al cambio climático) hn sido abordados nantes pueden permitir sopesar la mag-
de forma sintética pero muy acertada nitud del impacto humano en los ciclos
por BARBER (1993, 1994). Algunos aspec- naturales. Ciertos ambientes, como los
tos físico-químicos que sirven de guía hábitats de turbera, admiten pues un
para la evaluación del grado de ombro- uso contextualizado para la identifica-
trofía y continuidad del registro también ción de las tendencias temporales de la
pueden encontrarse discutidos en deposición atmosférica de contaminan-
SHOTYK (1996). tes.
Dado que el aporte de los constitu- En la interpretación de esta dinámica
yentes inorgánicos a las turberas
medioambiental global y su reconstruc-
ombrotróficas depende en exclusiva de
ción cronológica, las investigaciones se
flujos atmosféricos, la composición quí-
centran en establecer los flujos natura-
mica de la deposición (húmeda y seca)
les y antropogénicos de algunos ele-
será determinante en la geoquímica de
mentos, especialmente metales traza, y
estos medios, que por ello serán recep-
los objetivos esenciales que se plante-
tivos a los efectos derivados de la acti-
an son los de evaluar los ciclos biogeo-
vidad humana. Además, dadas sus
químicos, su estabilidad y su comporta-
características evolutivas, plasmarán
miento frente al aumento de la carga de
las variaciones de dichos flujos a lo
contaminantes.
largo del tiempo. Según L ANTZY &
MACKENZIE (1979), las alteraciones en Muchos de los trabajos pioneros
los flujos de estos elementos serán sobre la química de los elementos traza
tanto más significativas en cuanto que (Ba, Be, Co, Cr, Cu, Ga, Mn, Mo, Ni, Pb,
se trate de elementos litogénicos (Al, V, Zn, Zr) en turbas se deben a los estu-
Fe, Si, Ti), primarios (Ca, K, Mg, Na) o dios realizados por SALMI (1955) en tur-
aquellos considerados elementos traza beras finlandesas y MITCHELL (1954) en
(Cd, Co, Cr, Cu, Hg, Mn, Ni, Pb, Zn, turberas de Escocia, siendo revisados y
etc...). actualizados posteriormente por
Tal como sugiere JONES (1997), las HUTTUNEN & KARHU (1981) para Finlandia
tendencias actuales en la deposición de y Suecia. Una correcta representación
contaminantes orgánicos e inorgánicos de la distribución vertical de algunos de
son predecibles, pero mucho menos estos elementos (Co, Cr, Cu, Mn, Mo,
conocidas son las tasas de deposición Ni, Pb, Sn, Sr, V, Zn) en el perfil de turba

152
se debe al trabajo desarrollado por concentración en la turba en perfiles
SILLANPÄÄ (1972). completos (F ORTESCUE & H ORNBROOK ,

Si los trabajos de Marttii Salmi son 1967; KOCHENOV & KRESHTAPOVA, 1967;

imprescindibles para comprender la tra- L ARSSON , 1970; S ONESSON , 1970;

yectoria científica en el ámbito de la DAMMAN, 1978; AABY & JACOBSEN, 1979;

geoquímica de los elementos en las tur- C OKER & D I L ABIO , 1979; F REDRIKSSON ,

beras, no menos importantes han sido 1985) o en la estimación de la intensi-

las aportaciones de autores como dad de los procesos naturales y antrópi-

KOCHENOV et al. (1965) para el U, LARGIN cos en el desplazamiento cuantitativo

et al. (1972) para el Zn y el Ni, Boyle (factores de enriquecimiento) de los

(1977) para el Cu, OLDFIELD et al. (1978) contenidos de metales en la turba


para el Fe, HEMOND (1980) y HVATUM et (SHOTYK & BLASER, 1999).
al. (1983) para el Pb, JENSEN & JENSEN El conocimiento adquirido durante
(1991) para el Hg o STEINNES (1999) para estos años a través de los estudios de
el Se. un amplio grupo de investigadores se
Al igual que sucede con los elemen- plasmó en 1996 en la realización del
tos mayoritarios, la investigación sobre “Worksohp on Peat Bog Archives of
los metales traza tiende a la simplifica- Atmospheric Metal Deposition” organi-
ción de sus objetivos, centrándose para zado en Berna, Suiza, por el Geological
cada caso en uno o unos pocos elemen- Institute de la Universidad de Berna. En
tos y en un único compartimiento de la este foro se presentaron, entre otras
turbera. Así, los estudios se ocupan de cosas, las diferentes líneas de estudio
la bioacumulación en vegetación viva sobre la movilidad del Pb en las turbe-
(MALMER, 1958; RÜHLING & TYLER, 1973; ras ombrotróficas, las tendencias regio-
PAKARINEN & TOLONEN, 1976; GLOOSCHENKO nales y globales de su deposición vía
& CAPOBIANCO, 1978; FURR et al., 1979; atmósfera, la utilización de las relacio-
RAMBAEK & STEINNES, 1980; HVATUM et al., nes isotópicas de Pb en la identificación
1983; PAKARINEN et al., 1983; HALBACH et de las fuentes de emisión y su proce-
al., 1985; PERCY & BORLAND, 1985), de la dencia, el cálculo de los niveles natura-
deposición metálica en los horizontes les de fondo y la reconstrucción de la
orgánicos superficiales (LARGIN et al., intensidad y cronología de los episodios
1972; C ASAGRANDE & E RCHULL , 1976; contaminantes. Además, se analizaron
TANSKANEN, 1976; LIVETT et al., 1979; los registros de la deposición de otros
OLDFIELD et al., 1981; YLIRUOKANEN, 1981; metales como el Hg, Cd, Ni, V, Cr, As,
SHOTYK, 1986b), de la variación de la Sb, Se o Cs. Los resultados de este

153
encuentro aparecen recogidos en un Pb) a la atmósfera y su acumulación en
volúmen de la revista de Water, Air and turberas de Bolivia.
Soil Pollution (nº 3 y 4, vol. 100, 1997). El resultado de estos trabajos han
La mayoría de los trabajos realizados permitido establecer diferencias entre
sobre la interpretación temporal de la procesos globales y locales de contami-
distribución y concentración de los nación atmosférica (véase también, por

metales traza y otros elementos en las ejemplo, los trabajos sobre Pb de

turberas, se han vendido desarrollando ROSMAN et al. (1997) o de SHOTYK et al.


(1998), sobre Cu de KEMPTER y FRENZEL
para escalas temporales amplias, del
(2000), sobre Ti de KEMPTER et al. (1997)
entorno de miles de años. En esta línea
o sobre Hg de BENOIT et al. (1998).
se han intentado identificar las aporta-
ciones de las fuentes naturales a los En una línea de investigación com-
ciclos biogeoquímicos de los distintos plementaria, APPLEBY et al. (1997) han
elementos y la intensificación causada comprobado que la datación de la turba

por la acción humana, y se ha asignado con 210Pb es coherente con otros tipos de

ésta a distintas etapas culturales. registros cronológicos y que puede ser


utilizada como una importante herra-
Algunos autores han descrito episodios
mienta en las reconstrucciones ambien-
generalizados de contaminación para
tales de la deposición atmosférica his-
épocas como el Imperio Griego o el
tórica (últimos 150 años). El desarrollo
Romano - incluso en áreas del planeta
de técnicas analíticas más específicas y
muy alejadas del lugar en el que se pro-
mejor calibradas, y la comprensión más
dujo la actividad minera y/o metalúrgi-
profunda de las fuentes, los flujos y la
ca-. Por ejemplo, RENBERG et al. (2000)
dinámica de estos elementos dentro del
indican que la tasa de acumulación de
ciclo biogeoquímico, ha permitido a
Pb en Suecia durante el Imperio
científicos como JENSEN & JENSEN (1991)
Romano fue unas 10 veces superior a
o MACKENZIE et al. (1998), acotar el
los flujos naturales de fondo, mientras campo de estudio de la reconstrucción
que durante el siglo XX fue hasta 1000 temporal de cientos a decenas de años.
veces (años 70); actualizando así la Estos autores han identificado la señal
información aportada por LEE & TALLIS dejada en las turberas ombrotróficas de
(1973) para las Islas Británicas. También Escocia, Noruega y Suecia por elemen-
ESPI et al. (1997) han observado una tos como el As, Br, Co, Cu, Hg, Sb, Sc o
clara sincronía entre los procesos de el Zn en los últimos 200 años, es decir,
emisión de metales traza (Cd, Cu, Zn y a partir de la revolución industrial, y han

154
constatado el efecto que sobre la depo- Hamburgo (Alemania) en febrero del
sición de algunos de ellos han tenido 2001.
las políticas ambientalistas de reduc- Dentro del foro de la conferencia
ción de las emisiones atmosféricas. Con internacional sobre metales pesados se
estas pretensiones, además de estudiar aportaron nuevas ideas y datos respec-
la heterogeneidad espacial del registro, to al uso de las relaciones entre los isó-
también cabe destacar los trabajos de topos del Pb (SHOTYK et al., 2000), se
PHEIFFER-MADSEN (1981) en Dinamarca, propuso la utilización de isótopos esta-
EL-DAOUSHY et al. (1982) en Finlandia, bles e isótopos radioactivos ( 137Cs,
HVATUM et al. (1983) en Noruega, VILE et 241
Am) (APPLEBY et al., 2000) y los pulsos
al. (1995) en Chequia, SHOTYK (1996) y de 14C relacionados con las explosiones
SHOTYK et al. (1996, 1998) en Suiza o nucleares (Goodsite et al., 2000) como
N ORTON et al., (1997) para turberas marcadores cronológicos del transporte
ombrotróficas de Maine (USA). atmosférico y de la actividad post-depo-
En la actualidad, y una vez que se sicional del Pb y otros elementos traza,
han establecido los límites de la preser- se consolidó el estudio de la recons-
vación de las señales ambientales en trucción histórica (los últimos 1000
las turberas, y las pautas generales de años) del Hg a través del análisis de tur-
interpretación de las mismas, la investi- beras ombrotróficas en los dos hemisfe-
gación se va redirigiendo hacia la mejo- rios (BIESTER et al., 2000; LAMBORG et al.,
ra de la resolución tanto analítica, como 2000; NORTON et al., 2000) y se aporta-
espacial y temporal, a la comprobación ron nuevos modelos para la evaluación
del nivel de fiabilidad de los cálculos de los factores de enriquecimiento y el
sobre el componente antropogénico cálculo de la fracción de origen antro-
(factores de enriquecimiento) de la con- pogénico en la acumulación de metales

taminación, así como al comportamien- en las turberas (M ARTÍNEZ C ORTIZAS ,

to de las fuentes emisoras. Esta fue la 2000). Los resultados de estas sesiones

base de partida de las las sesiones aparecerán en breve plasmados en un

especiales 5 y 8 de la “International número especial de la revista The

Conference on Heavy Metals in the Science of the Total Environment.

Environment” celebrada en Ann Arbor En cuanto a la reunión de trabajo


(Michigan, USA) en el año 2000, y del desarrollada en Hamburgo, pretendía
“Workshop: Integrated Assessment for dar a conocer y armonizar las investiga-
Policy Analysis of Transboundary ciones que desde diferentes áreas,
Pollutant Control” llevado a cabo en incluyendo la investigación en turberas,

155
la modelización matemática y estudios ALGUNOS EJEMPLOS
sociológicos, ayudan a establecer una
A continuación hacemos una síntesis
mejor comprensión y control de los pro-
de algunos resultados obtenidos en
cesos de contaminación atmosférica
este campo de investigación en los últi-
transfronteriza. La reconstrucción del
mos cinco años a través del estudio de
flujo de Pb en Europa en las pasadas
turberas ombrotróficas de las sierras
cuatro décadas y la respuesta de estos
septentrionales de Galicia.
flujos a las sucesivas regulaciones para
En la turbera ombrotrófica de
la reducción de su emisión a la atmós-
Penido Vello (PVO), situada en la Serra
fera fue el centro de algunas de las pre-
do Xistral, y con una edad que supera
sentaciones. Dentro de este foro, en la
los 6.600 años B.P., se ha determinado
sesión 1 “Measured spatial patterns
el contenido total en Pb y Zn median-
and temporal trends of lead in Europe”,
te un analizador multielemental
se debatió la especial utilidad de los
EMMA -Energy-dispersive Miniprobe
registros contenidos en los hábitats de
Multielement Analyzer- (C HEBURKIN y
turberas no sólo para registrar las con-
SHOTYK, 1996; WEISS et al., 1998) y en
diciones atmosféricas pasadas, sino
extractos con KCl 1M (Voltametría,
también como herramientas que permi-
Methron 646 VA-Processor) y Hg
tan ajustar mejor los modelos de flujo
mediante un equipo Leco AMA-254
de los diferentes elementos potencial-
(MARTÍNEZ CORTIZAS et al., 1997, 1999).
mente contaminantes. Durante el des-
En general, los contenidos mas eleva-
arrollo de esta sesión, se expusieron los
dos de todos los metales se encontraron
estudios de seguimiento y reconstruc-
en las muestras superficiales de turba,
ción histórica y prehistórica de la conta-
disminuyendo con la profundidad hasta
minación por Pb en Suiza, Dinamarca y
alcanzar niveles muy bajos en la parte
Ucrania (William Shotyk, Institute of
basal, más antigua. Este es el caso de
Environmental Geochemistry,
metales como el Zn y el Cd.
Universidad de Heidelberg, Alemania),
en las Islas Británicas (Paul Redwood y Para el Pb (Figura 10.1) el perfil de
Domink Weiss, Imperial College, distribución con la profundidad y, en
Londres, UK), en España (Antonio consecuencia, con la edad de la turba,
Martínez Cortizas, Dpt. Edafología y sugiere que la contaminación por Pb se
Química Agrícola Universidad de remonta a hace unos 2.800-3.000 años y
Santiago de Compostela) y en Noruega que, desde la Edad del Hierro, se ha
(Eiliv Steinnes, Norwegian University of producido un lento incremento en la
Science and Technology). contaminación, hasta alcanzar valores

156
35

Gasolina con plomo


Factor de enriquecimiento en Pb 30

25

Gasolina sin plomo

20

15 Revolución industrial

Descubrimiento
10 de América
Mundo Romano
Medievo Edad del Hierro
Germánicos
5
Fenicios (?)

0
0 500 1.000 1.500 2.000 2.500 3.000 3.500 4.000

Figura 10.1. Registro de la contaminación atmosférica por Pb obtenido por medio del estudio de su acumulación en una turbera
ombrotrófica de la Serra do Xistral.

considerablemente elevados, de hasta 5 el Hg desorbido/retenido por la turba


veces el nivel de fondo, en época roma- como proporciones del Hg total: baja
na y mucho más elevados tras la revolu- estabilidad, HgL, proporción de mercu-
ción industrial, indicando la importante rio desorbido a 30° C; de moderada
influencia de las actividades mineras y estabilidad, HgM, mercurio desorbido
metalúrgicas en las emisiones de meta- entre 30° y 105° C y mercurio de eleva-

les a la atmósfera, sobre todo en los da estabilidad, HgH, retenido por la

últimos 300 años. Las variaciones en la turba tras calentar a 105° C. Las varia-
ciones temporales de cada una de estas
acumulación de Pb en la turbera PVO
proporciones para los últimos 4.000
muestran una buena relación con los
años, muestran una clara relación con
datos prehistóricos e históricos de la
los cambios climáticos ocurridos en el
minería y metalurgia de este metal en la
suroeste de Europa y la Península
Península Ibérica.
Ibérica en general y de Galicia en parti-
En el caso del Hg, además de su con- cular (MARTÍNEZ CORTIZAS et al., 1999).
centración total, en las muestras se ha Estas variaciones son independientes
medido también su labilidad térmica de la historia de la minería y de la meta-
(desorción a 30° y 105° C), expresando lurgia del Hg, pero parecen depender de

157
las condiciones climáticas durante la reciente que 2.500 años y, consecuente-
deposición. Así, en períodos climáticos mente se ha podido obtener una estima-
fríos las formas lábiles de Hg (HgL) ción del Hg de origen antropogénico
constituyen la fracción más abundante, (HgANT), como diferencia entre el Hg
mientras que en las muestras corres- total y el de origen natural.
pondientes a períodos cálidos predomi-
La distribución de HgNAT indica que
nan las más estables, HgM y HgH.
los climas fríos favorecen la acumula-
Además, para muestras con edades
ción mientras que en los cálidos se ven
superiores a los 2.500 años, el Hg acu-
favorecidas las pérdidas de este ele-
mulado puede expresarse como una
mento desde la turbera –revolatiliza-
función de dichas proporciones; dado
que para edades anteriores a la citada ción-, conduciendo a una menor acumu-

no se conoce actividad minera ni meta- lación de Hg. El enriquecimiento antró-


lúrgica, puede asumirse que dicha fun- pogénico en Hg acumulado en la turba
ción es un modelo adecuado para la se ajusta mejor a los registros históri-
estimación de la acumulación de Hg de cos de la minería y metalurgía de este
origen natural (HgNAT). La función obte- elemento en la Península y sugiere que
nida se ha empleado para el cálculo del ésta comenzó al menos hace 2.400 años
HgNAT en las muestras de edad más BP, aunque su acumulación se sigue

20

15
Factor de enriquecimiento en Hg

10

Revolución industrial

Imperio
Romano
5 Mundo Árabe

Germánicos
Celtas (?)

0
0 500 1.000 1.500 2.000 2.500 3.000 3.500 4.000

Figura 10.2. Registro de la contaminación atmosférica por Hg obtenido por medio del estu-
dio de su acumulación en una turbera ombrotrófica de la Serra do Xistral.

158
viendo afectada por la influencia de las acumulaciones entre los 2 y 8 kg ha-1.
condiciones climáticas reinantes duran- Así pues, la acumulación a largo plazo
te el tiempo de la deposición.(Figura está dominada principalmente por el
10.2) aporte de elementos litogénicos (Fe, Ti)
procedentes de la erosión de los sue-
No obstante, además de metales
los, y por los de origen marino (Br) que
como el Pb y Hg, la acumulación de
son aportados a la turbera debido a su
otros elementos también es posible
proximidad a la costa. No obstante,
interpretarlas en términos cronológi-
cuando se considera la acumulación en
cos. En la Tabla 10.1 se recoge la acu-
épocas recientes (últimos 500 y 300
mulación total de diversos elementos,
años) destacan elementos tales como
ocurrida en la turbera ombrotrófica de el Zn, Mn, Pb y As, para los cuales
PDC durante los últimos 4.000, 500 y entre la mitad y las tres cuartas partes
300 años. El hierro es el elemento domi- de la acumulación total ha ocurrido en
nante, con casi unos 3.000 kg ha , -1
época histórica, o como el Cr, Ni y Cu
seguido de Br y Ti con 300-430 kg ha . -1
para los cuales entre la cuarta parte y
El Zn, Pb, Sr, Zr, y Cr, tienen una acumu- la mitad de la acumulación es reciente.
lación de entre 10 y 40 kg ha , mientras -1
Es decir, los datos revelan una impor-
que los demás elementos presentan tancia creciente de los procesos de

Tabla 10.1. Acumulación de elementos químicos (en kg ha-1) en la turbera de PDC (Serra do Xistral,
Lugo) a distintas escalas temporales. Las cifras en negrita indican la proporción respecto al total acu-
mulado en 4.000 años.

Elemento 4.000 años 500 años 300 años


Fe 2874.0 908.0 0.32 548.0 0.19
Br 431.8 64.1 0.15 32.3 0.07
Ti 329.0 82.3 0.25 41.1 0.12
Zn 36.0 28.2 0.78 20.1 0.55
Pb 22.6 16.5 0.73 12.2 0.54
Sr 15.1 4.6 0.30 2.5 0.16
Zr 13.4 3.5 0.26 1.6 0.12
Cr 9.8 3.2 0.33 2.5 0.26
Mn 7.5 5.7 0.76 4.9 0.65
Cu 6.9 2.4 0.35 1.6 0.23
Ni 5.9 1.9 0.32 1.2 0.20
As 5.8 4.1 0.71 2.6 0.45
Rb 4.1 1.5 0.36 1.9 0.22
Se 2.9 0.6 0.21 0.3 0.11
Ga 2.6 1.1 0.42 0.7 0.28
Y 2.4 0.8 0.33 0.5 0.19

159
contaminación atmosférica por activida- han tenido y están teniendo en la evolu-
des humanas. Por otro lado, además de ción de la contaminación atmosférica
la influencia global y regional en la en el noroeste peninsular. Pero además,
deposición de metales aportados por como se muestra en la Figura 10.3, el
vía atmosférica, estos resultados tam-
estudio de los geoindicadores ha lleva-
bién evidencian la acción de fuentes
do a la obtención de registros de alta
locales de contaminación. Las emisio-
resolución tanto para otros procesos
nes de la central térmica de As Pontes,
inducidos por las actividades humanas
situada en las cercanías de la Serra do
(por ejemplo, la erosión de suelos) como
Xistral, en funcionamiento desde fina-
les de la década de los años 70 del siglo para cambios ambientales de origen

XX, podrían ser responsables de las ele- natural (como los cambios climáticos).
vadas concentraciones de metales (Pb, La conseccución de estos registros está
Hg, Mn, Zn o As), encontradas en los dando lugar, asímismo, a la elaboración
niveles más superficiales de turba. de una síntesis más precisa de la evolu-

Estos resutlados han permitido ir ción de los paleoambientes galaicos


desvelando el papel que las actividades (véase M ARTÍNEZ C ORTIZAS , 2001) y a
mineras, metalúrgicas e industriales avances fructíferos en los estudios

Fig. 10.3. Reconstrucción de la evolucón climática, de la erosión de suelos y de la contaminación atmosférica debida a acti-
vidades mineras y metalúrgicas en Galicia desde el Holoceno medio (escala temporal en miles de años antes del presente).

160
sobre la dinámica cultural prehistórica e bases de datos que revelan lo ocurrido
histórica (p.ej. FÁBREGAS et al. 2001). en los ecosistemas naturales con y sin
la intervención humana, necesarias
Es de esperar que en años venideros
para poder evaluar los estados actua-
asistamos a una integración de los
les, identificar en qué medida esos
resultados obtenidos por diversas disci-
estados se desvían del rango de esta-
plinas y técnicas (como el estudio de
dos naturales mostrados en el pasado
microfósiles), que contribuya a un mejor así como identificar las causas, des-
conocimiento de los ambientes pretéri- arrollar modelos predictivos validados
tos y de la evolución de la biodiversidad de posibles trayectorias o escenarios
en nuestra comuniadad autónoma. Los futuros y diseñar estrategias de recupe-
registros paleoambientales son las ración y conservación adecuadas.

161
CAPÍTULO 11
X. Pontevedra Pombal
A. Martínez Cortizas

"Indudablemente, puede ser difícil de entender por la gente


que una turbera es un biotopo tan digno para ser conservado
EVOLUCIÓN Y ESTADO ACTUAL como por ejemplo un bosque centenario. Aquellos que no se
hayan detenido a observar una turbera, sus características y
DE LAS TURBERAS EN GALICIA valores, pueden, fácilmente, considerarla como un desierto
húmedo". En: Bogs: The Ecology, Classification and
Conservation of Ombrotrophic Mires. R. Lindsay. Scottish
INTRODUCCIÓN Natural Heritage, Battleby, Redgorton, Scotland. 1995. 119 p.

Los suelos orgánicos reaccionan de como los esfagnos, son incapaces de


manera diferente a como lo hacen los vivir si no están muy cerca del nivel fre-
horizontes de los suelos minerales al ático. La superficie viva y en crecimien-
ser expuestos a las condiciones oxidan- to de la turbera está por tanto íntima-
tes de la atmósfera. Cuando la turba se mente ligada a la forma que adquiere su
seca se mineraliza rápidamente colap- capa freática. En consecuencia es impo-
sando su estructura y reduciendo su sible que se forme o mantenga turba en
volumen. Este colapso produce una sub- el catotelm por encima de la profundi-
sidencia que puede ser muy intensa (de dad a la que aparezca el nivel freático
decenas de centímetros en pocas déca- durante la estación estival.

das). En los suelos minerales, sin Una gran parte de las turberas del
embargo, la pérdida de volumen por oxi- mundo ocupan pequeñas aunque nume-
dación es nula o despreciable. El proce- rosas superficies, por lo que con fre-
so de desecación lleva aparejado un cuencia son ignoradas en los inventa-
cambio en las comunidades vegetales, rios, los cuales se modifican continua-
pues especies típicas de las turberas, mente. A pesar de que la extensión

163
mundial de turberas se estima en unos 1994), que han sido reducidas a focos
400 millones de hectáreas (3% de la aislados, residuales y fragmentados.
superficie terrestre), investigaciones MALTBY & IMMIRZI (1993) resaltan que 25
recientes consideran que el gran esfuer- millones de hectáreas de suelos orgáni-
zo que se realiza en el conocimiento y cos han sido drenadas o alteradas para
cuantificación de este tipo de hábitat, el aprovechamiento agrícola y/o fores-
acercará el valor de superficie total de tal (Tabla 11.1). Los procesos de drena-
turberas a los 500 millones de hectáre- je, polución y en particular de acidifica-
as (PFADENHAUER et al., 1993; MALTBY & ción en los suelos, incrementan la
PROCTOR, 1996). Del total de estos eco- importancia de estos ecosistemas en si
sistemas el 90% se localiza en las mismos y como instrumento para la con-
zonas fría y templada del hemisferio servación de la naturaleza.
norte.
La mayor parte de la pérdida de
Durante cientos de años, probable-
estos ecosistemas se produce en la
mente desde la época del Imperio
zona templada del mundo. Así, como
Romano hasta finales del s. XIX, la
recuerda HEATHWAITE (1994), la reducción
turba se cortó y secó para utilizarla
de la extensión de ecosistemas de tur-
como combustible, y fue posteriormente
bera en el territorio de la mayoría de los
desplazada por otros combustibles fósi-
les y la electricidad. El cambio de uso estados miembros de la Unión Europea

de la tierra durante los últimos siglos ha alcanza valores medios superiores al


modificado drástica y dramáticamente 90%. Sirva de ejemplo el hecho de que
el estado de las turberas, especialmen- todas las turberas naturales de Holanda
te las europeas (B OEYE & V ERHEYEN , y Polonia están en explotación, que en
Suiza y Alemania sólo quedan 500 ha
Tabla 11.1.- Extensión de las turberas. intactas, que desde 1946 se ha explota-
(*: x100 ha; **: % superficie).
do el 90% de estos depósitos en Gran
Bretaña y que en Irlanda se drenaron
Original* alterada* no alterada**
unas 80.000 ha.
España 6,0 1,5 75,0
El inventario realizado por el

Europa 30.277 12.516 58,8 Ministerio de Obras Públicas y


Urbanismo (MOPU) del Estado Español,
Resto 296.703 13.407 95,4 entre 1988 y 1990 -recogido en HUGHES

Total 326.980 26.060 92,0


(1995)-, catalogó 1500 humedales natu-
rales (entre ellos algunas turberas), dis-

164
tribuidos en seis unidades principales cualitativa disponible indica que existe
(de montaña, kársticos, de aguas dul- un total abandono en la protección de
ces, de aguas saladas, de costa, de lla- estos hábitats y un acuciante peligro
nura de inundación). Para C ASADO & para la conservación de su integridad.
MONTES (1995) de un total de 280.000 ha
Esta situación debería comenzar a
de superficie existente hace 200 años
cambiar en sintonía con la resolución de
(superficie original estimada 500.000
un gran número de directrices y leyes
ha) un 60% se perdieron en las últimas
ambientales de ámbito comunitario y
cuatro décadas, fundamentalmente por
estatal, con carácter de legislación
la extracción de agua, permaneciendo
básica y con la voluntad de proteger de
en la actualidad unas 114.000 ha que se
su destrucción a estos ecosistemas
encuentran en diferentes estados de
húmedos de extrema fragilidad. Dicha
conservación.
legislación se comenta en un capítulo
Según estos mismos autores, el área posterior, pero sí debemos mencionar
total de humedales supone menos del ahora que la jurisprudencia ambiental
1% del territorio del Estado Español. En es reflejo de la preocupación social por
el caso de los humedales de montaña, la conservación de la calidad del medio
tipo al que se adscriben gran parte de ambiente.
las turberas ibéricas, no se ha observa-
La filosofía de conservación para la
do que la superficie total haya sufrido
utilización sostenible de los recursos
un grave retroceso (2.300 ha), aunque si
naturales en todo el mundo fue discuti-
es preocupante que el 14% de los
da en "The World Conservation
enclaves muestran un elevado estado
Strategy" (1985), preparada por la
de degradación.
"World Conservation Union" (IUCN), con
Los datos obtenidos para las turbe- la asistencia de la "World Wide Fund
ras españolas pudieran no ser exactos for Nature" (WNF), "United Nations
ya que con mucha probabilidad no se ha Environment Program" (UNEP), "Food
incorporado al inventario precisamente and Agriculture Organization of the
el núcleo de estos ecosistemas más United Nations" (FAO), y "United
importante, esto es, las turberas de Nations Educational, Scientific and
montaña de Galicia, que constituyen por Cultural Organization" (UNESCO). Los
si solas un mínimo de 10.000 hectáreas. tres conceptos directores establecidos
Aún así, si bien el valor cuantitativo no (recogido en MALTBY & DUGAN, 1994) fue-
lo refleja, la realidad de la información ron:

165
- el mantenimiento de los procesos ecoló- ñosas, de tal forma que constituyen la
gicos esenciales reserva natural más importante de
- la preservación de la diversidad genéti- estos humedales en toda la Península
ca Ibérica. Mientras que las turberas mine-
- y la utilización sostenible de especies y rotróficas y las ombrotróficas de tipo
ecosistemas
elevada se pueden encontrar en todo el
territorio, las ombrotróficas de cobertor
Concretamente en los humedales,
son exclusivas de los sectores oceáni-
que hoy en día compiten con la pluvisil-
cos de las montañas septentrionales,
va tropical en el interés público por su
dando lugar a un complejo de turberas
conservación, destacan su rápida dismi-
de valor excepcional en todo el conti-
nución y la creciente concienciación del
nente europeo.
valor intrínseco de estos ecosistemas
en el mantenimiento de la calidad Esta continuidad espacial es impres-
ambiental. cindible para que exista intercambio
La regeneración-restauración am- genético y mantenimiento de la biodi-
biental de estos medios naturales pasa- versidad de flora y fauna y para la pro-
rá necesariamente, según H EATHWAITE tección de la funcionalidad de los
(1994), por una fase a corto plazo de Re- humedales como verdaderos corredores
humectación, que durará unos pocos biológicos en la migración de aves
años; una fase a medio plazo de Re-na- desde la costa (p. ej. desde la marisma
turalización del medio que se extenderá de Ortigueira-Ladrido) hasta formacio-
a una o dos décadas y una última fase a nes interiores como la Lagoa de
largo plazo de Re-emplazamiento de la
Cospeito o la de Sobrado dos Monxes.
turba en un período de 3-5 décadas. Pe-
Igualmente, optimiza el control hidroló-
ro todo este esfuerzo carecerá de ex-
gico de ríos y arroyos preservando la
pectativas de éxito si no se desarrolla
calidad de las aguas superficiales. La
una cuarta fase que consistirá en la Re-
Red Natura 2000 exige la protección
educación ambiental de la población.
prioritaria de algunos de estos tipos de
hábitats (7110, 7120 y 7130) y reco-
ESTADO DE CONSERVACIÓN DE mienda la conservación de otros (7140),
LAS TURBERAS DE GALICIA y se debe tener en cuenta que ésta no
Como ya hemos mencionado, las tur- será efectiva si no se incorporan de
beras son ecosistemas comunes en forma inmediata e integral a una red
Galicia, especialmente en áreas monta- única de protección y conservación.

166
La formación de cortes de turba, a veces muy profundos, es un
proceso natural en la evolución de las turberas de cobertor y
de algunas turberas elevadas. Su inicio suele ocurrir en los
bordes de los complejos turbosos, bajo condiciones climáticas
adversas para la acumulación de turba -periodos secos-, y
progresan tanto por factores externos -clima, actividad huma-
na, etc...-como internos -debido a la fuerte modificación que
sufre el nivel freático de la turbera-. Sin embargo, este tipo de
rasgo puede desarparecer por regeneración de la turba bajo
condiciones propicias para el desarrollo de vegetación forma-
dora de turba, tal como se puede apreciar en la fotografía de
la derecha, que corresponde al límite sur de la turbera de
Chan da Cruz.

En palabras de la Agencia Europea acogida y asumida por la “Estratexia


de Medio Ambiente, la ocupación inten- Galega para a Conservación da
siva del suelo por infraestructuras Biodiversidade” que se está elaborando
industriales, la fragmentación de los en la actualidad en el marco de la
hábitats naturales por nuevas infraes- Estrategia de la Comunidad Europea en
tructuras, las urbanizaciones, el turismo materia de biodiversidad integrada en
masivo y la contaminación de las aguas el Quinto Programa de Acción para el
y del aire son las causas más destaca- Medio Ambiente y de la Estrategia
bles en la regresión acelerada de la bio- Nacional para la Conservación y Uso
diversidad en la Tierra. Esta reflexión es Sostenible de la Diversidad Biológica.

167
La estrategia gallega se elabora con Las peculiaridades ecológicas y mor-
el fin de dotar de una serie de recomen- fológicas de las turberas (disponibilidad
daciones complementadas por planes de agua, extensiones relativamente
de acción para la protección de los ele- grandes sin impedimentos litológicos,
mentos naturales que propician la con- superficies de escasa pendiente, etc…)
servación de la biodiversidad. En este y el desarrollo de tecnologías aplicadas
sentido, entre otros tipos de hábitats, al acondicionamiento de terrenos para
se mencionan específicamente los eco- diversos usos, ha fomentado una filoso-

sistemas de turbera. fía productivista, que en los últimos 40


años, y muy en particular desde media-
Sin embargo, a pesar de estas cir-
dos de los años 80 del pasado siglo XX,
cunstancias, los ecosistemas húmedos
ha multiplicado las agresiones a la inte-
de turbera de Galicia se ven gravemen-
gridad de las turberas de toda Galicia,
te amenazados por la actividad humana
con el resultado de que en la actualidad
tanto por usos tradicionales como por
estos valiosos ecosistemas -a nivel con-
proyectos tecnológicos contemporáneos tinental- se encuentren en grave riesgo
de utilización del espacio que ocupan. de desaparición.
Esta situación está favorecida por la
falta de conocimientos y estudios de
planificación del uso racional del área, OCUPACIÓN Y

lo que perpetúa la ignorancia de su TRANSFORMACIÓN DE LOS

valor por parte de la pobalción y la ECOSISTEMAS DE TURBERA EN

carencia de herramientas y criterios GALICIA

suficientes de gestión por parte de la Transformaciones silvopastoriles


administración. En la actualidad los Las iniciativas para transformar las
mayores riesgos se centran en el incre- turberas en terrenos aprovechables para
mento del área destinada al pastoreo el cultivo u otros usos agro-ganaderos
pora ganadería extensiva, técnicas de en Galicia tienen, quizás, su mayor
drenaje y desecación para la plantación exponente en los intentos, con mejor o
forestal, el desarrollo del plan eólico de peor éxito, de transformación de estos
Galicia, los incendios, la ubicación de ecosistemas en praderas para la produc-
infraestructuras eléctricas y de teleco- ción de pastos. Para ello se han dirigido
municaciones, abertura de viales para importantes esfuerzos al drenaje de la
el plan de concentración parcelaria, turba, la retirada de la vegetación pro-
etc... pia, el arado superficial y el encalado.

168
Como las características más apre-
ciadas para la creación de pastizales
sobre una turbera son la existencia de
agua en abundancia pero sin encharca-
miento, la ausencia de impedimentos
texturales y la existencia de grandes
extensiones, han sido las turberas de
cobertor y turberas elevadas las que
han sufrido las mayores agresiones por
esta causa, si bien otros tipos de turbe-
ras también se han visto afectadas por

1984 esta actividad.

En sincronía con el incremento de


los pastizales se ha producido un
aumento de la presión ganadera que no
sólo se ha limitado a utilizar los terre-
nos acondicionados, sino que ha ocupa-
do grandes zonas de turberas no trans-
formadas, donde el ganado busca ali-
mento y agua abriendo vías de entrada,
favoreciendo la compactación de la
superficie y ampliando los frentes de
turba, afectando con particular intensi-
dad a las turberas de valle y alveolo.
1996
Además de la transformación a pasti-
zales más o menos tradicional y el
A partir de mediados de la década de los 80 del siglo XX,
algunas de las áreas mas remotas de las Serras aumento de la cabaña ganadera, en los
Septentrionais comenzaron a ser transformadas intensamen- últimos 30 a 40 años se ha iniciado la
te mediante la apertura de viales y la creación de praderías.
Esta década marca también el inicio de una serie de agresio-
colonización, inducida antrópicamente,
nes a las turberas, tal como puede apreciarse al comparar las de las áreas de turbera por masas fores-
dos fotografías áereas de la Veiga do Xisto (Xistral) tomadas
tales. Esta actividad fue inicialmente
en 1984, la superior, y 1996, la inferior. La mancha circular
verde clara que aparece en 1996 es el resultado del cambio incentivada por la administración pública
de la vegetación característica de estas turberas. Nótese a través de los organismos de extensión
también la apertura de un vial qu ellega hasta el centro de la
formación. agraria, que organizaron y ejecutaron
planes de plantación extensiva de

169
Sobre estas líneas repoblación forestal con eucaliptos en una
1984 turbera elevada.

El intento de drenaje de las turberas minerotróficas es otro de


los procesos de degradación que amenazan a las turberas de
montaña de Galicia. En las dos fotogtrafías aéreas de la
izquierda, se aprecian las modificaciones inducidas en la tur-
bera de Veiga do Tremoal (Xistral-Toxiza) debidas al ensan-
chamiento de uno de los drenajes internos que presentaba el
propio sistema líneas amarillas- en condiciones naturales.
Esto ha tenido como resultado el descenso de la capa freáti-
ca, el debilitamientode la red de drenaje y un peor control
hidrológico. Otras afecciones apreciables son la carretera que
la circunda -perturbando su cuenca de captación hídrica-, el
camino y el cortafuegos -en rojo, en la parte derecha-, y una
1996 pequeña cantera de extracción de áridos de la granodiorita
de A Toxiza -arriba a la izquierda, en rojo.

pinos, principalmente Pinus pinaster, en nes forestales de Eucaliptus, para las


zonas cuyo óptimo climácico excluye la cuales a veces se procede a un intenso
presencia árborea, entre las que se drenaje y subsolado.
incluyeron muchas turberas elevadas, de
ladera, de escalón, de valle y de alveolo.
Ordenación del territorio
Los resultados fueron, en general,
El desconocimiento de las caracterís-
desastrosos puesto que se dañaron pro-
ticas ecológicas y la distribución y exten-
fundamente muchos ecosistemas húme-
sión de los ecosistemas de turberas
dos y el desarrollo del arbolado fue pírri-
gallegos ha dado lugar a que estos hábi-
co. En la actualidad, esta actividad tiene tats no se reflejen o al menos no sean
su continuidad en los intentos por parte considerados con suficiente exactitud a
de particulares, en ocasiones subvencio- la hora de desarrollar planes de ordena-
nados por la Administración Pública, de ción territorial. De entre ellos, uno de los
establecer sobre las turberas plantacio- más importantes, por la envergadura de

170
Ejemplo de transformación de un área turbosa en pastizal. Nivel de quema (color rojizo) en un borde de una turbera mine-
rotrófica y colmatación con grava producto de la erosión de
los suelos del entorno.

las actuaciones y recursos destinados, la quema superficial pueden sufrir una


es el Plan de Concentración Parcelaria combustión interna por reducción de
de Galicia. La puesta en marcha de este difícil extinción, e indirectamente al
y otros planes ha promovido la apertura favorecer la pérdida de cubierta vegetal
de un gran número de pistas, ha desvia- y la erosión de suelos, que en su movili-
do o entubado cauces y ha expuesto zación y sedimentación pueden provo-
gran cantidad de material litológico a los car un fortísimo efecto de colmatación
agentes externos. Todo ello se refleja en de las turberas situadas en posiciones
importantes efectos de colmatación topográficas de cuenca como las turbe-
mineral, seccionamiento y drenaje o ras de valle y alveolo.
desecación de diversos enclaves de tur-
beras de montaña.
Explotación minera

La extracción de la turba para su uso


Incendios en horticultura, jardinería, etc..., es una
Uno de los principales problemas grave amenaza para las turberas. Esta
ambientales en Galicia es la prolifera- demanda está creciendo a nivel mundial

ción de incendios de monte bajo y fores- pero las explotaciones, por su tamaño,

tales en las áreas de montaña. Los carecen habitualmente de todo tipo de

incendios afectan a las turberas de control, por lo que la destrucción suele

forma directa por su quema, especial- ser total y la restauración escasa.

mente en el caso de turberas más secas En 1979, el Instituto Geológico y


como las turberas de cobertor, de lade- Minero de España de la Dirección
ra y de escalón, que con posterioridad a General de Minas e Industrias de la

171
Construcción del Ministerio de de estos recursos a pesar de que ya en
Industria, dentro del Plan Nacional de la ese momento existe una mina de turba
Minería y el Plan Nacional de en el área de Borralleiras de Cal Grande
Abastecimiento de Materias Primas no que produce menos de 400 t año -1,
Energéticas, inició un intenso reconoci- extrae turba tan sólo durante unos
miento de los recursos de turba existen- pocos meses y ésta es destinada única-
tes en el Estado Español. De este reco- mente al filtrado de whisky.
nocimiento, y respecto a la situación de
Dentro del grupo de turberas investi-
las turberas de Galicia, se obtuvo que
gadas por el Ministerio se encuentra
en las sierras septentrionales de Galicia
una importante variedad de tipologías,
(Serra do Xistral, Montes do Buio,
incluyendo turberas de cobertor, turbe-
Macizo da Toxiza) existía un potencial
ras elevadas y turberas de valle y alve-
de explotación de turba del orden de 96
olo. Hasta la fecha de hoy no se han
ha, con una producción estimada de
puesto en funcionamiento más minas de
325.000 toneladas.
turba, posiblemente por que la dificul-
Este estudio concluye que los yaci- tad de su explotación fue mayor de la
mientos de turba podrían explotarse sin prevista. Sin embargo, en estos últimos
dificultad, pues cuentan con unas reser- años se han generado las condiciones
vas considerables, la extracción de la propicias para este tipo de uso, gracias
turba no presenta ningún tipo de proble- a la apertura de gran número de acce-
ma, y los accesos son buenos o su cons- sos en el área, por lo que se hace inmi-
trucción no reviste grandes dificultades, nente la necesidad de protección de las
si bien la climatología limitaría la turberas antes de que se otorguen nue-
extracción a 3 ó 4 meses al año. El vas concesiones mineras, o se replante-
Ministerio apuesta por la explotación en antiguas concesiones.

Infraestructuras

Otra de las actividades humanas que


ha provocado y sigue provocando graves
daños a las turberas de montaña de
Galicia es la construcción de nuevas
infraestructuras. El desarrollo indus-

Superficies de explotación industrial de turba en Borralleiras trial, la revolución agrícola-ganadera y


da Cal Grande (Buio). Fotografía aéra del año 1984. la mejora de la calidad de vida de las

172
Turberas afectadas por la apertura de viales, mostrando cortes profundos, sobre una superficie previamente transformada en
pradera. El nivel freático ha sido severamente dañado, poniendo en grave riesgo la pervivenvia de la formación turbosa.

sociedades occidentales exige un gran es la gran magnitud del espacio afecta-


esfuerzo en la apertura de vías de do y la eliminación total o parcial del
comunicación, en la modernización e ecosistema preexistente.
incremento de las instalaciones de tele-
comunicaciones y en la expansión de
las tierras destinadas al cultivo y la pro- Explotación de recursos eólicos

ducción ganadera. El impulso recibido en los últimos

Estos objetivos se llevan a cabo utili- años para el desarrollo de la energía

zando espacios que hasta el momento eólica surge de dos aspectos principa-

se vieron exentos de estas actividades, les, por un lado la crisis del petróleo

bien por la dificultad para transformar- que a mediados de los años 70 descu-
los o bien por la lejanía de éstos de las brió la excesiva dependencia de la eco-
zonas de expansión de la actividad nomía mundial de la producción del
humana. Precisamente, es en este tipo mencionado combustible, y más recien-
de espacios donde se conservan los temente la creciente preocupación por
mejores ejemplos de las turberas de los problemas ambientales derivados de
Galicia, pero el desconocimiento de su la utilización de los combustibles fósi-
existencia y sus realidades ecológicas les (lluvia ácida, contaminación de la
propician su alteración y riesgo de atmósfera, litosfera e hidrosfera, cam-
extinción por la modificación del territo- bio climático global inducido, etc...).
rio. Una característica común de la Frente a esto se presenta una energía
construcción de nuevas infraestructuras eólica renovable, limpia y de bajo

173
impacto ambiental, y la construcción de la Xunta de Galicia la solicitud de apro-
parques eólicos como una solución bación del Plan Eólico Estratégico. Fruto
positiva respecto a los movimientos de esta iniciativa fue aprobado dicho
migratorios de la población al posibili- Plan, lo que supone la ordenación y
tar el incremento de su poder adquisiti- optimización de los recursos eólicos de
vo (trabajo directo e indirecto, redución nuestro territorio, incluyendo la partici-
del aislamiento, vías de acceso a nue- pación de empresas extranjeras con
vas tierras, etc...). filiales y/o delegaciones sociales en
El desarrollo de las energías renova- Galicia. A partir de aquí, ya no es posi-
bles en el Estado Español constituye ble realizar un análisis de alternativas
una línea importante del Plan de del proyecto técnicamente viables por
Investigación Energética. Así mismo, el tratarse de un proyecto con una ubica-
Plan Energético Nacional incluye el Plan ción predeterminada por una atribución
de Ahorro y Eficacia Energética que de uso y aprovechamiento, que ha
define la estrategia para el uso eficaz seguido un proceso de planificación
de la energía y la utilización de las ener- previa, por lo que las consideraciones
gías renovables.
ambientales se incorporarán al proceso
La Consellería de Industria y de definición última del proyecto.
Comercio de la Xunta de Galicia, en el
En resumen, a finales de 1990 había
marco de sus competencias, promulgó
en España algunos parques eólicos de
el Decreto 205/1995 de 6 de Julio por el
pequeñas dimensiones, pero los rendi-
que, con el fin de lograr un desarrollo
mientos eólicos potencialmente buenos
armónico de este tipo de aprovecha-
de algunas áreas de la Península Ibérica
mientos y un efecto positivo sobre el
incentivó el desarrollo desproporciona-
tejido industrial y el desarrollo econó-
do de los aprovechamientos eólicos.
mico regional, se regula el aprovecha-
Particularmente en Galicia, las mejores
miento de energía eólica en Galicia.
Dicha norma tiene como objetivo racio- perspectivas de producción se localizan

nalizar al máximo el beneficio de las en zonas de litoral y en áreas de monta-

explotaciones de los recursos eólicos ña, y es aquí donde se ha concentrado


dentro de un proyecto de carácter trans- el esfuerzo, de tal forma que durante los
nacional de iniciativa privada. En agos- últimos años se han registrado nuevos
to de 1995 la sociedad Energía Eólica de datos de la velocidad del viento para
Galicia, S. A. presentó ante la completar y actualizar el mapa eólico de
Consellería de Industria e Comercio de Galicia, y cuantificar aquellas zonas con

174
La sustitución progresiva de las energías basadas en la quema de combustibles fósiles, mediante el desarrollo de energías lim-
pias como la eólica, es un objetivo irrenunciable socialmente. No obstante, la implantación de las energías limpias puede entrar
en conflicto con la preservación de hábitats naturales incluidos en la legislación con figuras de conservación prioritaria -como
por ejemplo las turberas de cobertor y elevadas de las Serras Septentrionais de Galicia. En aquellos casos en que esto sucede,
se hace necesaria la búsqueda de alternativas que armonicen ambos objetivos; cuando esto no es viable, la protección ambien-
tal debiera prevalecer.

características de especial interés para Montes do Buio, Macizo da Toxiza).


su explotación energética. Como ya se ha mencionado reiterada-
mente, en esta zona pervive un valiosí-
Esta estrategia eólica de Galicia, por
simo y bien preservado complejo de
la propia ubicación de las explotacio-
ecosistemas húmedos de turbera, en el
nes, ha entrado en conflicto con la con-
que se pueden encontrar todas las tipo-
servación y protección de un gran núme-
logías descritas para las turberas euro-
ro de espacios de elevadísimo interés
peas. En la actualidad, este mismo
natural, ya que es precisamente en las
espacio es objeto de la aprobación de
zonas de montaña y en algunos encla-
un macroplan de producción eólica a
ves litorales donde perviven la mayoría
través de la concesión para la construc-
de estos espacios naturales.
ción de numerosos parques eólicos de
La situación que simboliza mejor gran superficie. La puesta en conoci-
este importante desajuste entre la utili- miento de los valores naturales del área
zación de los recursos naturales y la por parte de asociaciones ecologistas e
preservación y protección de la calidad investigadores universitarios, respecto
ambiental es sin lugar a dudas lo acon- a la cantidad y cualidades de sus turbe-
tecido con las turberas de Galicia y con- ras, favoreció la propuesta de la Xunta
cretamente con las turberas de las sie- de Galica a las promotoras privadas
rras septentrionales (Serra do Xistral, para que, en el contexto de la elabora-

175
ción de los informes de evaluación de A pesar de ello, la implantación
impacto ambiental, se llevasen a cabo masiva de parques eólicos y sus
estudios específicos sobre las caracte- infraestructuras en esta zona, así como
rísticas, extensión y distribución de la priorización del rendimiento económi-
co frente a la conservación medioam-
estos ecosistemas. El fin era buscar
biental, está ocasionando inevitable-
alternativas viables que permitiesen
mente importantes daños a estos hábi-
compatibilizar la producción de energía
tats, básicamente en dos direcciones:
eólica y la conservación de las turberas.
afecciones directas debidas a la propia
Tras haber participado en algunas fases
ubicación de aerogeneradores, zanjas,
de este proceso, a nuestro juicio los viales y tendido eléctrico sobre turberas
estudios desarrollados no han hecho de cobertor, elevadas, de ladera y esca-
sino ahondar en el conocimiento y pues- lón; y, afecciones debidas a las infraes-
ta en valor de estos ecosistemas, tructuras subsidiarias para la recogida
demandando una actuación más inte- de la electricidad producida, que nece-
grada con una más decidida vocación sitan amplias áreas cuyas característi-
proteccionista; pues las actuaciones cas idóneas son similares a las existen-
tes en los espacios ocupados por turbe-
que hasta la fecha se han llevado a
ras de valle y alveolo, por lo que éstas
cabo no han estado exentas de afeccio-
podrían sufrir una ocupación total o par-
nes que podrían haberse evitado. La
cial con el consiguiente deterioro. El
situación actual parece correr en senti-
procedimiento de implantación de los
dos bien opuestos: por un lado, los
parques eólicos lleva aparejado, en
daños y pérdidas de estos ecosistemas definitiva, reisgos de compactación,
se nos antojan irreversibles, mientras seccionamiento y eliminación parcial de
que por el otro, la importancia nacional las turberas, y la puesta en marcha de
e internacional que han cobrado ha cre- mecanismos de drenaje, erosión y dese-
cido enormemente. cación de los mantos de turba.

176
CAPÍTULO 12
X. Pontevedra Pombal
J.C. Nóvoa Muñoz
A. Martínez Cortizas
E. García-Rodeja

"... es muy sorprendente que incluso nosotros los conserva-


cionistas hayamos empezado a justificar nuestros esfuerzos
en pro de la diversidad en términos económicos. No tenemos
presente que nada nos fuerza a afrontar el proceso de des-
trucción utilizando sus propias premisas y terminología, des-
tructivas por sí mismas. No se nos ocurre que asignando un
valor a la diversidad solamente estamos legitimando el pro-
ceso que queremos abortar; el proceso que dice que lo más
importante en cualquier decisión es la magnitud tangible de
los costes y beneficios monetarios. La gente teme que, si no
expresa sus temores e intereses en este lenguaje, no será
escuchada. El valor es una parte intrínseca de la diversidad;
¿POR QUÉ PRESERVAR
no depende de las propiedades de las especies en cuestión,
LAS TURBERAS? de los usos que especies particulares pueden tener o dejar de
tener, o de su demostrado papel en el balance de los ecosis-
temas globales. Para la diversidad biológica el valor ES. Ni
EL PAPEL MEDIOAMBIENTAL más ni menos. Ninguna industria de expertos evaluadores se
hace necesaria para afirmar este valor." Biodiversity.
DE LAS TURBERAS
E.O.Wilson ed., 1988.

De acuerdo con LINDSAY (1995), para El estudio de los ecosistemas de tur-


entender la ecología y conservación de bera no sólo se hace necesario para
las turberas es importante tener claras establecer el comportamiento de estos
las diferencias entre los términos y con- humedales, sino también por ciertas pro-

ceptos que se les aplican, y también piedades intrínsecas de los mismos que
le confieren un elevadísimo valor
tener un profundo conocimiento de los
medioambiental y que son el fundamento
aspectos y propiedades empleadas para
de la aplicación de criterios conserva-
clasificarlas. Las condiciones actuales
cionistas en estos hábitats.
del hábitat son el contexto en el cual han
de identificarse las prioridades y las
acciones de conservación que deben lle-
varse a cabo. Esta comprensión es tam-
bién valiosa si se desea transmitir a
otros la naturaleza, importancia y valor
ambiental de formaciones particulares, o
del hábitat como un todo.

177
Control hidrológico y de calidad efectiva que, durante el desarrollo de
de las aguas una turbera, la turba libera cada vez
menos agua de la que recibe. La turbera
Las turberas permanecen totalmente
resultante representa por ello una mez-
encharcadas a lo largo del tiempo, con
cla de un 95-98% de agua de lluvia y un
frecuencia incluso mas que el substrato
2-5% en peso de sólidos (LINDSAY, 1995),
mineral sobre el que se han desarrolla-
convirtiéndose en un reservorio hídrico
do. Las ombrotróficas se mantienen
significativo.
saturadas de agua porque la precipita-
ción que alcanza la superficie de las Las propiedades y los componentes
mismas se mueve lentamente a través que constituyen estos ecosistemas le
de la turba debido a la baja conductivi- confieren pues la capacidad de modifi-
dad hidráulica de los restos orgánicos, y car sustancialmente las condiciones de
las pérdidas por evapotranspiración en los entornos en que se forman. Así, fun-
la superficie se limitan tan sólo a la fina cionan como auténticos reservorios de
capa del acrotelm. La retención es tan agua e intervienen en el control hidroló-

El papel de las turberas en el control hidrológico es uno de los aspectos más relevantes de estos ecosistemas húmedos. De par-
ticular importancia resulta en aquellos casos, como el de las áreas cuarcíticas del Xistral, en los cuales los materiales litológi-
cos subyacentes están formados por mantos de derrubios. La presencia de las turberas les confiere estabilidad, tanto por el con-
trol de la escorrentía como por ejercer de cubierta que cohesiona el material. Cuando esta se retira y el flujo se concentra -
ejemplo de la fotografía, en la pista que da acceso al retransmisor de televisión de la cumbre de Chao de Lamoso-, la evolución
del sustrato es rápida y catastrófica. La cárcava que se muestra aquí, la cual ha profundizado hasta la roca dura y ha evacuado
el derrubio cuarcítico kilómetros río abajo, se formó en tan sólo dos años, y ahora progresa agrandándose.

178
gico a diferentes niveles (LEVÉSQUE & sición química de las aguas efluentes
DINEL, 1982). Debido a la posición de (MALTBY & DUGAN, 1994), ya que la mate-
cumbre que ocupan las turberas ombro- ria orgánica posee una gran capacidad
tróficas (turberas de recarga) son capta- para la retención de iones, protegiendo
doras de agua de precipitación, que es de la eutrofización, acidificación y enve-
retenida en virtud de la propiedades nenamiento a los sistemas dulceacuíco-
físicas del material orgánico que com- las por entradas sobre todo de N y P
pone la turba y desalojada paulatina- derivado de la actividad humana y
mente hacia posiciones topográficas sobreexplotación ganadera, del S de
inferiores, donde se sitúan las turberas origen atmosférico que durante su oxi-
minerotróficas (turberas de descarga) dación provoca fuertes procesos de aci-
que cederán definitiva y controladamen- dificación, y de metales pesados extre-
te el agua a los cauces. De esta forma madamente tóxicos (Hg, Pb, Cd, Zn, ...)
ante extremos de precipitación actúan que se movilizarían asociados al dete-
como moduladores de la descarga hídri- rioro de estos ecosistemas.
ca al retrasarla frente a los máximos
pluviométricos. Este mismo mecanismo
regula las descargas hídricas durante el Mantenimiento de la biodiver-
deshielo, evitando las riadas e inunda- sisdad y el equilibrio de las
ciones y facilitando la estabilidad de las cadenas tróficas
formaciones sedimentarias ubicadas a Las características específicas que
menor elevación. Además, en ciertos poseen estos sistemas, permiten la
casos la acumulación de turba confiere supervivencia de flora y fauna frecuen-
estabilidad a las formas del terreno (ej. temente restringida a estas zonas aso-
áreas de derrubios periglaciares y cam- ciadas a la formación de ecosistemas
pos de bloques). relictos (de 10.000 años de antigüedad
Pero este control hidrológico tam- o más, acompañando al retroceso defi-
bién influye indirectamente sobre el nitivo de los hielos de la última glacia-
clima, facilitando las regulaciones ción), que funcionan como reservorios
microclimáticas al provocar la forma- genéticos (STEWART & NILSEN, 1993) de
ción de nieblas y rocío y evitar las hela- gran número de especies.
das. En estas comunidades bióticas tan
Las turberas también actúan como peculiares, entre la vegetación adapta-
reguladores de la concentración de da al crecimiento aéreo desde un sus-
nutrientes y modificadoras de la compo- trato orgánico encharcado, se encuen-

179
tran orquídeas y diversas plantas insec- actividad agrícola, ganadera o indus-
tívoras y una variedad de fauna con trial.
diversidad de aves, pequeños mamífe- Por otro lado, durante el desarrollo
ros y numerosos invertebrados sobre de una turbera se genera un balance
todo de ciclo corto (dípteros, colémbo- netamente positivo de acumulación de
los, nemátodos, ácaros y lepidópteros). carbono en forma de materia orgánica,
retirando con ello CO2 de la atmósfera y
La fuerte interacción que se estable-
reteniéndolo durante miles de años. Si
ce entre la turbera y los factores que
bien parte de este carbono es transfor-
afectan a su evolución dan lugar a un
mado en CO y CH4, ambos gases de
2

gran número de micro y mesoecotopos,


"efecto invernadero activo", su elimina-
que a su vez tienen asociadas una gran
ción de forma natural hacia la atmósfe-
diversidad de especies y asociaciones
ra se realiza en proporciones relativa-
bióticas (prados higroturbosos, turberas mente bajas y la relación entre el car-
ombrotróficas, turberas minerotróficas bono acumulado y el emitido como
de aguas estancadas, turberas minero- gases está ampliamente desplazado
tróficas de aguas fluyentes, charcas, hacia la acumulación, y por tanto es
etc...). correcto decir que las turberas funcio-
nan como sumideros de gases de efecto
invernadero.
Indicadores de impactos
Respecto a esta circunstancia, hay
ambientales a gran escala
que considerar a las turberas como eco-
Un primer aspecto se centra en la sistemas de bajísima resilencia, por lo
sensibilidad que muestran muchas de que la alteración, en general de tipo
las especies y comunidades, tanto antrópico, de estos medios acelera el
vegetales como animales, que viven en proceso de descomposición de la mate-
las áreas de turbera a los cambios ria orgánica y la desgasificación masiva
resultantes del descenso del nivel freá- fomentando potencialmente los meca-
tico o de las variaciones de la físico-quí- nismos del calentamiento climático

mica del agua (GIGNAC, 1994), lo que inducido.

permite que puedan ser utilizadas como


marcadores biológicos de cambios a
gran escala como el calentamiento cli-
mático o la lluvia ácida, pero también
de impactos locales derivados de la

180
Indicadores de la calidad antrópico derivado de la actividad
atmosférica industrial y de técnicas agrícolas, o bien

El contenido en materia orgánica una procedencia natural fruto en nume-

coloidal, especialmente las sustancias rosas ocasiones de cambios climáticos

húmicas, constituidas por macromolé- y ambientales. Las características parti-


culas orgánicas con gran cantidad de culares de estos ambientes favorecen
grupos funcionales, permite a estos su función como filtro (B OEFT et al.,
suelos mantener una elevada carga 1984; Z OLLER , 1993; S ONIASSY et al.,
eléctrica negativa. Esta situación es 1994) de sustancias peligrosas y/o con-
favorable para que se produzcan nume- taminantes con un componente depura-
rosas asociaciones de radicales orgáni- dor de las aguas fluyentes.
cos con un amplio espectro de iones Igualmente el desarrollo temporal y
metálicos, nutrientes minerales y/o espacial de las turberas permite la
compuestos sintéticos de diversa natu- reconstrucción de la dinámica deposi-
raleza, retardando su migración y evi- cional de los compuestos y su proce-
tando la oxidación de los mismos,
dencia y así poder establecer los límites
mecanismo que reduce o elimina su
de tolerancia y valores de fondo (back-
toxicidad (desactivación).
ground) y utilizar estos humedales como
Con estas características es fácil registros históricos de la deposición
comprender su capacidad para retener atmosférica (D UISER & V ELDT , 1989;
los materiales tóxicos presentes en los DELL'OMO & LAUWEREYS, 1993) de sustan-
sedimentos y la acción de depurador cias como metales pesados (Pb, Hg,
biológico de aguas o de la deposición Cd...) reflejando su evolución deposicio-
atmosférica húmeda y seca. nal en épocas prehistóricas e históricas,
Un ejemplo de especial importancia ya que como indican entre otros JONES &
ambiental es su eficacia en la acumula- HAO (1993) estos elementos no sufren
ción de hidrocarburos aromáticos policí- removilizaciones ni redistribuciones
clicos (dioxinas y furanos), constituidos postdeposicionales.
por un variado grupo de especies quími-
cas mayoritariamente tóxicas, mutagé-
Archivos de los cambios
nicas y/o cancerígenas (naftaleno,
ambientales
antraceno, 3,4-benzopireno, 3,4-benzo-
fluoranteno, etc...), que son fijados fuer- Una de las características únicas de
temente por la materia orgánica del las turberas, muy en particular de las
suelo. Estas sustancias tienen un origen ombrotróficas, es el hecho de haber

181
preservado un registro de la evolución EFECTO DE LAS ACTIVIDADES
paleomabiental de las regiones en las HUMANAS SOBRE LAS
que se han formado. Esto hace posi- TURBERAS
ble identificar las diversas etapas de Los diferentes tipos de actividades
desarrollo que, en muchos casos, se productivas que se desarrollan sobre las
remontan a muchos miles de años. A turberas tienen riesgos específicos y
partir de este registro es posible deter- efectos diferentes sobre el ecosistema.
minar la evolución particular de cada En muchos casos, los mecanismos y los
formación de turbera, como por ejemplo
daños producidos por éstos son simila-
si ésta fue inicialmente minerotrófica y
res para distintos tipos de actividades,
despues se convirtió en ombrotrófi-
pero en cada una de ellas existe un
ca, o si se d e s arrolló por paludifica-
agente predominante.
ción directa sobre el suelo mineral.
La extracción de turba, además de
Por otro lado, estos ambientes son
la propia eliminación del sustrato, en
también únicos porque constituyen ver-
un ecosistema que consiste en un 80 a
daderos registros temporales de los
95% de agua, causa un drenaje inten-
sucesivos fenómenos paleoclimáticos,
sivo del sistema, una contracción rápi-
paleoecológicos, e incluso culturales,
da y drástica de la turba y en definitiva
de una región (CLYMO, 1987). Debido a
una redución añadida de la turbera.
su dinámica acumulativa a lo largo del
Algunos estudios llevados a cabo por
tiempo, en el interior de la turbera que-
el National Parks and Wildlife Service
dan retenidos durante la deposición
at Clara Bog , han demostrado que la
materiales orgánicos y restos fósiles
pérdida de potencia del depósito turbo-
(plantas, polen y esporas, semillas, dia-
so puede llegar a alcanzar los 6 m de
tomeas, etc...) e inorgánicos (cenizas,
profundidad, mientras que el efecto
carbones, útiles arqueológicos, etc....),
puede observarse incluso a medio kiló-
que son señales de los ambientes pre-
metro de distancia de la zona de
téritos. Esto ha permitido que en los
extracción. En esta situación, se gene-
últimos 20 años se hayan producido en
ran fuertes procesos de subsidencia
estos medios algunos de los más espec-
que llevarán a la turbera a un agrieta-
taculares hallazgos arqueológicos de
miento y colapso generalizado. A partir
las culturas desarrolladas a partir del
de aquí, el desnivel de la superficie de
Neolítico (BUCKLAND, 1993).
la formación se incrementará paulati-
namente y provocará un aumento de la
descarga hídrica y un descenso del

182
nivel freático. Simultáneamente, La incorporación masiva de nutrien-
comienza a destruirse el acrotelm y con tes favorece la eutrofización local y,
él su cohorte florística, especialmente además, el drenaje realizado provoca la
los musgos del tipo Sphagnum, y como desecación y oxidación de la turba y
resultado la turbera pierde su capaci- acelera los procesos de acidificación de
dad de autoperpetuación. Queda así la turbera y de los cursos de agua colin-
expuesta a la acción del oxígeno dantes.
atmosférico, permitiendo la entrada de Las turberas en general y las turbe-
bacterias aeróbicas capaces de des- ras ombrotróficas en particular son
componer, mineralizar y desestructurar especialmente sensibles al sobrepasto-
la turba, empeñando las posibilidades reo. En las situaciones más extremas, la
de rehumectación y revegetación de la vegetación natural es sustituida o des-
misma. Colateralmente, el drenaje truida completamente, aparecen
causa la desecación de charcas y la eli- amplias zonas de suelo desnudo, se
minación de la flora y fauna asociadas activan y reactivan constantemente los
a estos microhábitats, y hace la turbe- frentes de erosión y se generaliza la
ra más susceptible al fuego. compactación superficial.
Para las plantaciones forestales se Las comunidades de montes y los
procede a un arado superficial y un propietarios particulares acostrumbran
encalado más o menos intenso previo a quemar la vegetación forragera y el
proceso de drenaje. Inicialmente esto matorral periódicamente, de tal forma
desencadena una rápida sustitución de que aquellas turberas que han sido
la vegetación y, por asociación, de la transformadas a pastos y las que sos-
fauna. Debido al efecto de la fertiliza- tienen vegetación de brezal son objeto
ción, las plantas propias de las turbe- potencial de estas técnicas. Por tanto,
ras, que están adaptadas al crecimiento los cambios biogeoquímicos y florísti-
en condiciones de escasez nutricional, cos generados por el encalado y arado
mueren o reducen mucho su capacidad superficial, pueden verse agravados por
competitiva y son sustituidas por otras la utilización del fuego como herramien-
especies más vigorosas. Por lo tanto, el ta agrícola, pudiendo llegar a dañar
efecto más inmediato de la reforesta- niveles profundos del suelo. Las conse-
ción es la degradación del potencial de cuencias inmediatas son una pseudo
diversidad biológica que mantienen las esterilización del sustrato y la acelera-
turberas. ción de los procesos de erosión.

183
Cuando las turberas son drenadas, sión de las turberas y de los materiales
por diferentes motivos, puede no obser- litogénicos subyacentes, cambios gene-
varse un daño aparente en el patrón ralizados de los ciclos biogeoquímicos
morfológico superficial durante un largo de distintos elementos y compuestos
período. Sin embargo, las característi- químicos, eutrofización, acidificación y
cas hidrológicas superficiales y subsu- contaminación de las aguas efluyentes
perficiales han sido modificadas y en un y de los ecosistemas dulceacuícolas,
plazo de tiempo variable y dependiente alteración del circuito y control hidroló-
de la intensidad del drenaje, se produci- gico, pérdida del registro ambiental his-
rá la sustitución de la vegetación propia tórico y prehistórico conservado en las
de las turberas. Esta regresión está aso- turberas, etc...
ciada a procesos ocultos de oxidación y
mineralización de la materia orgánica,
ACCIONES QUE NO DEBEN
colapso estructural de la turba y subsi-
REALIZARSE EN ÁREAS DE
dencia generalizada.
TURBERA PROTEGIDAS
Si bien no se sabe con exactitud si la
Tal como recogen FOOS & O’CONELL
presencia de frentes de erosión profun-
(1998), la apliación de la Directiva
dos se debe a la acción humana u obe-
Habitats de la Unión Europea, y su pos-
dece a los ciclos naturales de erosión
terior extensión la Red Ecológica
que funcionan en las turberas, si se ha Europea Coherente Natura 2000, para la
demostrado que en la mayoría de los conservación de los hábitats de turbera
casos las actividades antrópicas evitan hay una serie de acciones ilegales que
la estabilización y revegetación natural no deben realizarse sin el permisio del
de dichos frentes y con ello el restable- órgano sustantivo, si bien no deberían
cimiento del funcionamiento natural del llevarse a cabo en ningún ecosistema
ecosistema. de turbera protegido o no. Estas accio-
En resumen, los daños producidos nes son las siguientes:
por una actividad irracional o inadecua-
da sobre las turberas, pero también en
Áreas de turberas de cobertor y
su entorno, inducen la perdida de diver-
sidad florística y faunística propia, la elevadas:

subsidencia, compactación y colapso - Pastoreo de ganado por encima de una


estructural de los horizontes superficia- densidad sostenible.
les, oxidación y mineralización de la - Pastoreo de ganado que la semana
materia orgánica, inestabilización y ero- anterior haya sido tratado con un pesti-

184
cida que deje residuos persistentes en - Construcción de carreteras o aparca-
el estiércol. mientos.
- Introducción de ganado en áreas no pas- - Construcción de cierres, edificios o
toreadas. terraplenes.
- Adición de encalante. - Repoblación forestal.
- Adición de fertilizantes de cualquier - Construcción y operación de parques
clase. eólicos.
- Creación de nuevas pistas o carreteras.
- Quema de la vegetación.
Áreas de tremedales y turberas
- Drenaje, relleno o arado.
de transición:
- Ensemillado, plantación de árboles de
especies introducidas. - Pastoreo de ganado por encima de una

- Eliminación de rocas. densidad sostenible.

- Corte de turba excepto en las zanjas ya - Pastoreo de ganado tratado la semana

abiertas; no se permitirá el corte de anterior con pesticidas que dejen resi-

áreas no perturbadas. duos persistentes en el estiércol.

- Extracción comercial de turba o musgos. - Cambio del uso tradicional de pradera

- Uso de pesticidas o herbicidas. de heno (tanto a pradera de diente como

- Amontonamiento, quema o almacena- para ensilado), o de pastoreo a corte

miento de cualquier tipo de material. para ensilado.

- Alteración de los cortes naturales, - Adición de encalante a menos de 50 m

lechos y flujo de los cursos de agua. de la turbera o de cualquier curso de

- Operación de infraestructuras comercia- agua que drene hacia ella.

les de recreo. - Adición de fertilizante de cualquier

- Introducción de plantas o animales que clase a menos de 50 m de la turbera o

no se encuentran en el área. en un cauce que drene hacia ella.


- Cualquier otra actividad que haya de ser - Corte de hierba antes de una fecha esta-
notificada al Ministerio de tiempo en blecida.
tiempo. - Operación de negocios de pesca con
- Desarrollo de infraestructuras de espar- caña desde el borde o en embarcación.
cimiento incluyendo campos de golf, - Repoblación con peces.
canchas deportivas, infraestructuras de - Drenaje, relleno o arado a menos de 50
acampada. m de la turbera
- Explotación de suelo, lodo, grava, arena - Ensemillado, plantación de árboles a
o minerales. menos de 50 m de la turbera.

185
- Uso de cualquier tipo de pesticida o her- bién por implicaciones éticas, estéticas
biciada a menos de 50 m de la turbera. y económicas. En su conservación están
- Amontonamiento, quema o almacena- implicadas una gran variedad de activi-
miento de cualquier tipo de material a dades, tales como su clasificación,
menos de 50 m de la turbera. inventariado, investigación, información
- Alteración de los márgenes o del flujo educativa para su conocimiento público,
de los cursos de agua dentro de la tur- acciones legislativas específicas y
bera o de los que drenan hacia ella. manejo medioambiental.
- Recolección de cañas o mimbres.
El deseo de conservar las turberas se
- Introducción de especies de plantas o
apoya en varias consideraciones. En pri-
animales que no se encuentran en el
mer lugar, aquellas cuyo circuito hidro-
área.
lógico no ha sido dañado pueden ser de
- Cualquier otra actividad que haya de ser
gran ayuda para regular los cambios
notificada al Ministerio de tiempo en
globales, como el ciclo del carbono,
tiempo.
pero también a nivel local, por ejemplo
- Desarrollo de infraestructuras de espar-
en el balance hídrico de una cuenca. En
cimiento incluyendo campos de golf,
segundo lugar, aunque existe una
canchas deportivas, infraestructuras de
importante variabilidad en la composi-
acampada.
ción biológica de las turberas, en con-
- Cualquier otra actividad que pudiera
junto, éstas soportan una amplia comu-
provocar la contaminación de la turbera.
nidad de organismos interrelacionados,
- Explotación de suelo, lodo, grava, arena
muchos de los cuales están específica-
o minerales.
mente adaptados y confinados a estos
- Construcción de carreteras o aparca-
ecosistemas. Esta importancia es tal,
mientos.
que existen casos en los que las turbe-
- Construcción de cierres, edificios o
ras han sido declaradas como Reservas
terraplenes.
de la Biosfera.
- Repoblación forestal.
En su sentido más amplio, conserva-
ción es sinónimo de preservación y
LA CONSERVACIÓN DE LAS
mantenimiento. Con este criterio, la
TURBERAS conservación abarca un extenso rango
En palabras de H EATHWAITE et al. de actividades, que se basan en la
(1993), en la actualidad la protección de buena gestión de los recursos esencia-
las turberas puede ser justificada no les para la protección de organismos
sólo por su valor ecológico, sino tam- escasos y en peligro de extinción. La

186
conservación es, por lo tanto, antítesis campo de los sistemas palustres han
de la explotación irresponsable de los trabajado en su clasificación en de dis-
recursos, pero no de su utilización den- tintos tipos, tanto a nivel unidades indi-
tro de una filosofía de sostenibilidad. viduales (mesotopos) como de paisaje
(macrotopos). La multitud de enfoques y
Entre los objetivos que condicionan
la heterogeneidad de la formación con-
los planes de conservación de las turbe-
ceptual del clasificador ha generado
ras deben considerarse dos aspectos
numerosas clasificaciones -en ocasio-
principales, las especies de flora y
nes incompatibles-.
fauna y los hábitats. La unidad funda-
mental para la conservación de la vida Los objetivos principales en la con-
salvaje es la especie, ya que es compa- servación de las turberas se relacionan
rativamente constante y fácilmente básicamente con la preservación de las
definible. A este respecto, es frecuente condiciones naturales de estos ecosis-

que se utilicen las asociaciones aparen- temas, del paisaje tradicional de su

tes entre especies vegetales, comunida- entorno y de las especies y organismos

des, como unidades de conservación. objetivo de los planes de biodiversidad.

Respecto a esto, se debe tener cierto Las condiciones de naturalidad son


cuidado, ya que los resultados variarán uno de los objetivos de la conservación
en función de la metodología empleada más reiteradamente empleados, pero
y porque, aun existiendo indudables en el ámbito de las turberas esto no es
asociaciones, otras no son más que el tan claro, ya que ciertos tipos están
fruto fortuito de una combinación de considerados como el fruto de la combi-
especies. Por otro lado, los tipos de nación de determinadas condiciones
comunidades definidas representan la ambientales y el efecto de una intensi-
variación de un continuo florístico, de dad y forma de actividad humana.
tal forma que la realidad en el campo La aparente inconsistencia de los
puede, para lugares concretos, estar objetivos de conservación entre, por un
lejos de la referencia establecida. Por lado, la prevención de daños a turberas
ejemplo, WHEELER (1997) considera que: “naturales” y, por otro lado, la perpe-
"los hábitats reconocidos por la tuación de “impactos positivos” a las
European Union’s Habitats Directive, turberas modificadas por la acción
son una gran amalgama de confusión de humana, son sin embargo coherentes
unidades de dominancia, unidades flo- con la pretensión de mantener el status
rísticas y tipos de turberas". Respecto a quo de la propia turbera. Por lo tanto, es
los hábitats, los investigadores en el deseable que ante la perspectiva de

187
elaborar una estrategia de conservación papel crítico en la formación y conser-
para ecosistemas de turbera se actúe vación de las turberas. Pequeños cam-
con precaución, evitando generalizar bios en el nivel freático, o cambios rela-
propiedades y procesos más allá de lo tivos en la importancia del agua del
que resulte nítidamente visible, siendo suelo y de la precipitación pueden indu-
necesario, para alcanzar el éxito de su cir diferencias en la composición y pér-
protección, identificar sus característi- didas en las comunidades vegetales de
cas específicas y el patrón común que las turberas. Por lo tanto, un paso pre-
las hace participar en un macro-ecosis- vio e imprescindible para su conserva-
tema interrelacionado e interdepen- ción y restauración es el estudio profun-
diente. do de su ecohidrología. Los criterios
básicos para la conservación de las tur-
En este sentido, en conservación de
beras se resumen en la Tabla 12.1.
turberas se suele poner énfasis en la
necesidad ineludible de mantener espa- No es posible plantear la conserva-
cial y funcionalmente las conexiones ción y perpetuación de un ecosistema
hidrológicas entre las distintas unida- de turbera, es decir, definir el valor de
des de turbera y su entorno. Esta condi- conservación natural, sin conocer pre-
ción debe considerarse en su justa viamente la situación de sus paráme-
medida a la hora de diseñar un plan de tros funcionales, esto es, sus condicio-
ordenación del territorio y de los recur- nes hidrológicas, químicas y biológicas,
sos naturales que evite o al menos mini- así como las características climáticas y
mice el impacto sobre el ecosistema. En tróficas de la propia turbera y su entor-
el caso, por ejemplo, de las plantacio- no. El Consejo para la Conservación de
nes forestales o la construcción de la Naturaleza del Reino Unido estima
infraestructuras viarias este conoci- que la manipulación de la hidrología es
miento previo sería de gran ayuda y el primer factor en importancia en los
vital importancia, de tal forma que sistemas formadores de turba y el
HEATHWAITE et al. (1993) llegan a consi- manejo de la vegetación es un factor
derar que en aquellas áreas donde la secundario, ya que sólo tendrá éxito
precipitación anual acumulada exceda una vez que el balance de agua esté
de 1.000 mm no deben realizarse opera- controlado, para lo cual se deberá estu-
ciones de control hídrico (drenaje) y diar y definir en extensión y caracterís-
postulan que el único uso viable para ticas la zona de amortiguación hidroló-
las turberas situadas en estas regiones gica necesaria para la estabilidad del
es la conservación. El agua juega un ecosistema.

188
Tabla 12.1. Criterios para la conservación de las turberas (HEATHWAITE et al., 1993).

■ Información científica.
■ Equilibrio ecológico
Conservación
■ Valores estéticos (paisaxe).
necesaria por:
■ Valores éticos (responsabilidades futuras)
■ Efectos económicos

■ Condiciones de naturalidad
■ Potencialidad de las amenazas
■ Imprescindibilidad
Conservación
■ Diversidad
dependiente de:
■ Variedad
■ I ntegridad
■ Representatividad

■ Hidrología
Conservación ■ Química
controlada por:
■ Biología

Con lo expuesto hasta ahora, queda más, la necesidad y el deber de preser-


claro que sólo un minúsculo resto de los var y proteger estos ecosistemas e inte-
ecosistemas de turbera que existieron grarlos en nuestra propia evolución de
en Europa ha pervivido hasta nuestros especie como parte indivisible del pai-
días en condiciones similares a las ori- saje.

ginales. Su pérdida derivada de la acti- El estudio de la extensión y estado


vidad humana y no de la evolución natu- de las turberas muestra grandes varia-
ral del medioambiente refuerza, todavía ciones regionales. En muchas de las

189
regiones templadas más pobladas, las destrucción a largo plazo ha provocado
turberas naturales y seminaturales son que en la actualidad la conservación
ahora escasas y no es deseable que las tenga que dejar paso inicial a la restau-
que todavía perviven sean transforma- ración, o lo que es lo mismo, la neo-evo-
das en tierras de "mayor" beneficio eco- lución de las turberas en el paisaje.
nómico. Ahora bien, en aquellas regio- Este es un proceso largo, mucho más
nes donde estas turberas no son tan largo que los objetivos políticos a los
raras, se genera un debate sociopolítico que se asocia y que buscan resultados a
respecto al apropiado y necesario corto plazo. Esta realidad, sugiere que
balance entre la utilización de los recur- las turberas sólo podrán ser regenera-
sos y la conservación de los valores das y conservadas de manera perma-
naturales para las generaciones futu- nente si son cobijadas bajo alguna figu-
ras. A causa de la dificultad para cuan- ra importante de protección de la natu-
tificar económicamente la conservación raleza, tanto en el plano Comunitario,
de las turberas (¿es ético otorgar valor como Estatal o Autonómico.
económico a la vida y al propio plane- Para que la conservación de las tur-
ta?), existe una acuciante necesidad de beras sea efectiva es necesario prote-
poner científicamente en valor estos ger el propio ecosistema pero también
ecosistemas, en particular con el objeti- su cuenca hidrográfica como una única
vo de dotar de argumentos a las posi- unidad del paisaje, incorporando las
ciones conservacionistas. Sin esto, zonas de amortiguación de impactos
cada decisión que afecte al futuro de adecuadas.
estos humedales será de naturaleza
La restauración completa de las tur-
arbitraria e incierta.
beras profundamente dañadas no es
Sólo cuando las turberas se perciban posible en su totalidad, es costosa eco-
como un valor a largo plazo, es decir, en nómica y socialmente, pero debe
donde se minimicen con carácter esta- emprenderse sin dilación. La preven-
ble las interferencias sobre el ecosiste- ción, conservación y protección de los
ma, será posible la conservación. Sin ecosistemas húmedos de turbera de
embargo, la flora y fauna potencial pre- Galicia, por el estado general en que se
existente ha sido dañada, desplazada y encuentran, sería menos problemática,
eliminada en muchos casos por impac- factible y barata.
tos reiterados. Esta circunstancia de

190
CAPÍTULO 13
X. Pontevedra Pombal

LEGISLACIÓN AMBIENTAL

QUE CONCIERNE A LAS ÁREAS

DE TURBERA

INTRODUCCIÓN

La combinación de la reordenación profundas transformaciones por accio-


territorial del Estado Español, a partir nes humanas. Las cifras disponibles
de finales de la década de los 70, y la reflejan que aproximadamente el 75%
consolidación de las corrrientes ecolo- de los humedales han sido destruidos
gistas modificó definitivamente la con-
en Europa y en la mayoría de los paises
cepción utilitarista que la sociedad y los
desarrollados, destacando lamentable-
gobiernos tenían de la naturaleza, y
mente el caso de las turberas ombrotró-
posibilitó el inicio del establecimiento
ficas irlandesas. En otro tiempo consi-
de convenios y leyes de conservación de
hábitats, flora, fauna y aguas de las que derados improductivos e insalubres y

se beneficiaron los humedales. sistemáticamente desecados, los agua-


zales son objeto en la actualidad de una
En palabras de FERNANDO GONZÁLEZ
B ERNÁLDEZ (1992), ecólogo y experto política de conservación específica al

investigador de los humedales, estos haberse reconocido en ellos, entre otros


medios son seguramente el tipo de eco- valores, un importante papel en la
sistemas que ha sufrido mayores y más diversidad ecológica.

191
La destrucción de los humedales (IRÁN, 1971) sobre ‘zonas húmedas’ de
representa una gravísima pérdida del importancia internacional, que es el
patrimonio natural, que va acompañada convenio internacional de referencia a
también de extinciones culturales que partir del cual todos los estados miem-
se inscriben en el ámbito del continuo bros desarrollan una cohorte de directri-
deterioro de los conocimientos ligados ces, en ocasiones legislativas, para la
a los sistemas tradicionales de uso del catalogación, inventariado y protección
suelo, los cuales representan hoy día de sus respectivos humedales. Aún
una importantísima reserva de conoci- cuando, la definición de ‘zona húmeda’
mientos y soluciones para el diseño de acordada en este convenio es científica-
paisajes más adecuados a las realida- mente limitada y extremadamente vaga,
des actuales. La preservación de esta su valor radica en ser el referente para
riqueza cultural se hace tanto más acu- todas las definiciones legales dadas
ciante en cuanto que en la actualidad la para estos ecosistemas por la legisla-
Unión Europea y otras administraciones ción ambiental internacional y de forma
intentan reorientar políticas agrarias particular por la española. A pesar de
que han resultado ser aberrantes, reem- ello, se hace imprescindible que, sose-
plazándolas por soluciones menos cos- gada pero firmemente, se aborde la
tosas y menos agresivas con el medio. redefinición objetiva y científica de los
En la actualidad, los humedales ecosistemas húmedos, de tal forma que
constituyen buenos indicadores de la sirva de instrumento libre de interpreta-
salud ecológica de nuestro medio natu- ciones para la ordenación de estos
ral y excelentes escaparates de la viabi- medios.
lidad o fracaso de las medidas de con- Este replanteamiento debería
servación desarrolladas por la adminis- comenzar por la revisión de la termino-
tración ambiental. En los últimos años, logía al uso, ya que, como indica muy
han proliferado los estudios profundos acertadamente JOAQUÍN ARAÚJO (1995),
sobre los medios palustres ibéricos, se ha impuesto por mor del angloparla-
quedando pendiente conseguir que este mentismo en temas ecológicos, el tér-
conocimiento sea trasladado a las polí- mino de “Zonas Húmedas” en lugar del
ticas de conservación y gestión de los correcto de Humedal, Aguazal o ecosis-
humedales (CASADO & MONTES, 1995). tema húmedo. Sin embargo esta acep-
En este sentido, el primer y más ción es indudablemente incorrecta para
importante paso se asocia a la puesta cualquiera de las lenguas del Estado
en marcha del Convenio de Ramsar Español, y deriva de la traducción literal

192
de la palabra inglesa “Wetland”. En de las especies acuáticas, ya que los
este capítulo sólo se utilizará esta aguazales son refugio y tránsito en las
expresión cuando se trate de una cita o migraciones estacionales de multitud
en aquellos casos en que así venga de especies. Con posterioridad, se
recogida en convenios, normas y leyes ampliaron los criterios de protección a
concretas. otras especies de animales y plantas
asociados a estos ambientes, siguiendo
los requerimientos sociales que solici-
EL COMPROMISO
taban mayor protección de la biodiversi-
INTERNACIONAL
dad o diversidad biológica. Esta diversi-
Bajo este prisma y asumiendo los dad biológica es definida por el Minis-
graves daños que han sufrido las turbe- terio de Medio Ambiente en la “Estrate-
ras europeas, es comprensible el papel gia Española para la Conservación y el
preponderante que han adquirido estos uso sostenible de la Diversidad Biológi-
ecosistemas como instrumento para la ca” (08/03/1999) como:
conservación de la naturaleza respecto “.... la variabilidad de organismos vivos
a hábitats, flora y fauna y en la preser- de cualquier fuente, incluidos, entre otras
vación de la calidad de las aguas dulces cosas, los ecosistemas terrestres y marinos
superficiales. y otros ecosistemas acuáticos y los com-
plejos ecológicos de los que forman parte;
Es este importante papel ambiental y comprende la diversidad dentro de cada
biogeográfico el que ha llevado a resal- especie, entre las especies y de los ecosis-
tar, en el ámbito de la conservación de temas...”.
hábitats y especies, el interés de pre-
Dicho plan estratégico incorpora en
servar para las generaciones futuras los
su anexo XV el “Futuro Plan Estratégico
humedales europeos en general y en
para la Conservación y Uso Racional de
concreto las turberas.
los Humedales en el marco de los
El punto de inflexión lo marca la ela- Ecosistemas acuáticos de que depen-
boración del Convenio Relativo a Hume- den” con la intención de conseguir el
dales de Importancia Internacional o cumplimiento de nueve objetivos bási-
Convenio de Ramsar (TROYA PANDURO & cos: 1) incrementar el conocimiento; 2)
BERNUES SANZ, 1990) y que vio la luz el 2 concienciar a la sociedad; 3) conceder
de Febrero de 1971 en Ramsar (Irán). protección legal; 4) garantizar la gestión
Inicialmente, el acuerdo trataba de efectiva e integrada; 5) reforzar la capa-
favorecer la protección internacional de cidad de las instituciones con el fin de
hábitats necesarios para la salvaguarda conseguir la conservación y uso racio-

193
nal; 6) reforzar la cooperación entre ins- las actuaciones contra las actividades
tituciones gubernamentales y no guber- perjudiciales para el buen estado de los
namentales; 7) movilizar la asistencia humedales pero también en la concien-
financiera dedicada a la conservación; ciación de gobiernos, colectivos y ciu-
8) garantizar el cumplimiento efectivo dadanos. En este ámbito es ineludible
de los compromisos internacionales por la lectura de la obra de CALVO CHARRO
parte del Estado; y 9) defender y conse- (1995) sobre el régimen jurídico de los
guir la adhesión al Plan Estratégico del humedales.
máximo número posible de institucio-
Del colectivo de organizaciones
nes.
internacionales dedicadas a la defensa
En la actualidad, se puede afirmar de los humedales, destacan por méritos
que existe una profunda conciencia propios La UICN, La UNESCO, el WWF y
social y gubernamental sobre la conser- el Consejo dde Europa.
vación de los humedales, estrechamen-
te relacionada con la concepción de
La Unión Internacional para la
carácter no renovable que tienen los
Conservación de la Naturaleza y
recursos hídricos.
los Recursos Naturales (UICN).
Esta situación dirige los esfuerzos
Organización no gubernamental cre-
gestores a la prevención y reducción de
ada en 1948, indica entre sus objetivos
la contaminación de las aguas superfi-
prioritarios el asesoramiento especiali-
ciales y subsuperficiales y a la preser-
zado a gobiernos interesados en la
vación de la biodiversidad, por lo que la
mejora de su legislación en el campo
protección de estos ecosistemas no
ambiental. Respecto a los humedales,
sólo posee un valor propio sino como
este colectivo coordina tres proyectos
elemento necesario para la protección
fundamentales:
ambiental global.
A.- El proyecto MAR:
La cooperación internacional se ve
estimulada por los efectos ambientales Este proyecto, que se inició en 1961
transfronterizos, obligando a las organi- y cuyas letras designan el concepto
zaciones internacionales a constituirse marisma en varios idiomas, busca la
en el motor aglomerante de las distin- protección de los humedales europeos y
tas políticas estatales, llegando incluso norteafricanos. La conferencia MAR,
a forzar un cambio conceptual de éstas. celebrada en Camarga (Francia) puso eL
Estas organizaciones tienen una función relieve el dramático deterioro de los
clave en la orientación y ejecución de humedales, y los países participantes

194
acordaron la elaboración de un inventa- Ciencia y la Cultura (UNESCO). Si bien
rio detallado de sus aguazales, caracte- el espacio destinado a los humedales
rizándolos, clasificándolos y recopilán- fue pequeño, no obstante hace referen-
dolos en un informe destinado a gobier- cia a la importancia de estos ecosiste-
nos y asociaciones conservacionistas. mas como refugio de vida y preserva-
ción de la biodiversidad. Posteriormen-
El documento se publicó en 1965, e
te, en la Conferencia Internacional de
inicialmente comprendió 217 humeda-
Madrid de 1984 se resuelve esta defi-
les de interés internacional, y fue la
ciencia con la declaración de dos objeti-
base para la realización de la
vos esenciales, i.- la promoción de hábi-
Conferencia Internacional sobre estos
tats y ecosistemas; ii.- el fomento de
ecosistemas de Ramsar en 1971, donde
las acciones destinadas a la conserva-
se firmó el primer Convenio
ción de áreas específicas.
Internacional para la Protección de los
Humedales. El Estado Español formalizó sus rela-
ciones con esta organización en 1966 a
B.- Los proyectos AQUA y TERMA
través de la admisión del ICONA, y en
Junto con la UICN, estos proyectos 1984 España se adhiere en calidad de
fueron coordinados por el Programa miembro. Respecto a los humedales el
Biológico Internacional (PBI) y la Oficina Estado asumió el contenido íntegro de
Internacional de Protección de los la Estrategia Mundial para la
Recursos Naturales (BIRS). El proyecto Conservación de la Naturaleza el 6 de
AQUA trabaja sobre la protección de las junio de 1980 comprometiéndose a pro-
aguas continentales con importancia teger los estuarios, rías, marismas,
para la investigación y la educación, zonas costeras y húmedas; la elabora-
mientras que el proyecto TERMA fue ción de inventarios de zonas húmedas,
destinado a la protección de los ecosis- etc...
temas constituidos por turberas.

C.- La Estrategia Mundial para la


Conservación

Esta estrategia la diseñó la UICN en


colaboración con el Programa de las
Naciones Unidas para el Medio
Ambiente (PNUMA), el Fondo Mundial
para la Naturaleza (WWF) y la Organiza-
ción de las Naciones Unidas para la

195
La Organización de las Naciones B.- Programa de las Naciones Unidas
Unidas para la Educación, para el Medio Ambiente
Ciencia y Cultura (UNESCO). (PNUMA)

Creada en 1965, se dedica a estimu- Definido el 16 de junio de 1972 en

lar la paz internacional y el bienestar Estocolmo, entre sus propósitos presen-


ta el de estimular, favorecer, comple-
común a través de las relaciones cultu-
mentar y aclarar la acción y actitud de
rales, científicas y educativas. La rela-
la sociedad sobre los problemas de
ción de esta organización con los eco-
interés relacionados con el medio
sistemas húmedos se sintetiza en cua-
ambiente.
tro líneas básicas:
C.-Programa Hidrológico Internacional
A.- El programa MAN AND BIOSPHE-
(PHI)
RE (MAB)
Íntimamente relacionado con los
Iniciado en 1970, pretende incremen- ecosistemas húmedos pretende: i.- eva-
tar los conocimientos científicos y for- luar la influencia del hombre en el ciclo
mar personal cualificado en el manejo hidrológico; ii.- estudiar los efectos
racional y a largo plazo de los recursos antrópicos sobre los recursos hídricos;
naturales, estimulando un enfoque glo- iii.- determinar la intensidad de la con-
bal vinculado al esfuerzo común de paí- taminación del recurso agua y sus efec-
ses con problemas compartidos. tos e interacciones ambientales; iiii.-
modificar los hábitos en el uso y gestión
El proyecto número 5 de este progra-
de los recursos hidrológicos.
ma se encarga del estudio de los eco-
D.- Convención sobre la Protección
sistemas acuáticos no oceánicos y de su
del Patrimonio Mundial, Cultural
interacción. Por otro lado el proyecto
y Natural.
número 8 abarca el diseño de las zonas
naturales a conservar, así como la pro- Esta convención de 1972, estimula

tección de los recursos genéticos que indirectamente el respeto a la integri-


dad de los humedales al proteger deter-
éstas poseen, estableciendo una Red
minadas áreas de este tipo incluidas en
Internacional de Espacios Protegidos
el inventario de bienes culturales y
denominados Reservas de la Biosfera,
naturales estimados de valor universal,
constituidas por zonas ecológicas repre-
los cuales los Estados se comprometen
sentativas de un ecosistema.
a identificar, proteger, conservar y reva-
lorizar, apoyados económicamente a

196
través del Fondo del Patrimonio B.- Programa de Protección de
Mundial. Hábitats y Especies en Peligro de
España participa en la UNESCO con Extinción
su comité nacional, que dentro del pro- Este programa, además de afectar a
grama MAB propuso a la Mesa
los humedales indirectamente por su
Directiva del Consejo Internacional de
contenido en especies y hábitats en
Coordinación la declaración de diez
peligro de desaparición, fomentó una
espacios naturales españoles como
campaña de concienciación sobre la
Reservas de la Biosfera, de los cuales
tres son humedales (Parque Nacional de importancia de los humedales y la diná-

Doñana, la Mancha Húmeda, las maris- mica de destrucción que a escala global
mas del río Odiel). sufren.

El representante español de esta

Fondo Mundial para la organización es ADENA que se fundó en

Naturaleza (WWF). 1968, y se ocupa fundamentalmente en


la realización de estudios de caracteri-
Esta organización internacional de
carácter privado se creó en 1961 y los zación e inventario de hábitats y espe-

objetivos vinculantes para todos los cies.


colectivos miembros son los de conser-
var el medio natural y los procesos eco-
Consejo de Europa.
lógicos, fomentar la concienciación
ambientalista, y apoyar económica y Creado en 1949, ha trabajado activa-
técnicamente las actividades conserva- mente en multitud de programas, con-
cionistas. Dentro de los proyectos reali- venciones y campañas dirigidas a incre-
zados destacan por su relación con los mentar el conocimiento y defensa de los
humedales los siguientes:
valores naturales. De entre ellos se
A.- Protección de las Marismas de pueden extraer dos por su importancia
Doñana para los ecosistemas húmedos:
Está fue la primera acción de la orga-
A.- Carta Europea del Agua.
nización en relación con la conservación
de humedales, y en ella el WWF compró La Carta Europea del Agua se aprobó

parte de las marismas y presionó al en 1967, y con ella doce criterios bási-
gobierno para que fueran declaradas cos para la regulación y gestión del
Parque Nacional. agua.

197
1) Sin agua no hay vida posible, es un ración de especialistas y en la infor-
bien preciado e indispensable para mación pública.
toda vida humana.
10) El agua es un patrimonio común
2) Los recursos de agua dulce no son cuyo valor debe ser reconocido por
inagotables, es indispensable preser- todos. Cada uno tiene el deber de uti-
varlos, controlarlos y, de ser posible, lizarla con cuidado y de no desperdi-
acrecentarlos. ciarla.

3) Alterar la calidad del agua es perjudi- 11) La administración de los recursos


car la vida del hombre y de otros hídricos debería encuadrarse más
seres vivos que de ella dependen. bien en el marco de las cuencas natu-

4) La calidad del agua debe ser preser- rales que en el de las fronteras polí-
vada de acuerdo con las normas ticas y administrativas.
adaptadas a los diversos usos previs- 12) El agua no tiene fronteras. Es un
tos y satisfacer, principalmente las recurso común que requiere la coope-
exigencias sanitarias. ración internacional.
5) Cuando las aguas, después de utiliza-
das, se reintegran a la naturaleza no
B.- Campaña para la Conservación y
deberán comprometer el uso poste-
Gestión de los Humedales.
rior, público o privado, que de éstas
se haga. El Consejo de Europa comenzó en
1976 una extensa e intensa campaña
6) El mantenimiento de la cobertura
para la conservación y gestión de los
vegetal adecuada, preferentemente
humedales en la que se elaboró una
forestal, es esencial para la conser-
estrategia centrada en dos puntos pri-
vación de los recursos hídricos.
mordiales: a) identificación de los valo-
7) Los recursos hídricos deben inventa- res ambientales de estos ecosistemas;
riarse. y b) difusión de éstos en los medios de
8) Para la adecuada administración del comunicación.
agua es preciso que las autoridades La existencia y rigurosidad de estos
competentes establezcan el corres- convenios internacionales es imprescin-
pondiente plan. dible para promover las acciones con-
9) La protección de las aguas implica un servacionistas sobre los humedales.
importante esfuerzo, tanto de investi- Dentro de estos se pueden diferenciar
gación científica, como en la prepa- convenios indirectos y específicos en

198
función de su concreción respecto a Justicia. Su principal directriz y objetivo
estos ecosistemas. es:

Los convenios internacionales que “impedir ahora y en el futuro, la merma

aspiran a preservar los recursos de progresiva y la pérdida de los humedales


utilizando para ello la acción internacional
flora, fauna y hábitats pueden tener
coordinada”.
gran valor en la protección de los hume-
dales al estar éstos fuertemente vincu-
lados a refugios biológicos relevantes. Considerando como humedal:
En el caso de España son sobre todo dos “... las zonas pantanosas, marjales, tur-
los convenios implicados: el Convenio beras o superficies recubiertas de aguas
sobre la Conservación de las Especies naturales o artificiales, permanentes o

Migratorias de las Aves Silvestres, fir- temporales, con agua estancada o corrien-
te, ya sea dulce, salobre o salada, incluidas
mado en Bonn en 1979 y ratificado por
las extensiones de agua marina cuya pro-
España en 1985, y el Convenio Relativo
fundidad con marea baja no exceda de seis
a la Conservación de la Vida Silvestre y metros.”
del Medio Natural en Europa, firmado
La principal herramienta que propo-
en Berna en 1979 y ratificado por
ne la comisión para el cumplimiento de
España en 1986.
este objetivo es la confección de una
Respecto a los convenios internacio- lista en constante renovación en que
nales implicados específicamente en la todos los firmantes deben incluir, con
protección de los humedales hay que sus límites precisos situados en un
destacar que en la actualidad sólo exis- mapa, los humedales que deban ser
te un convenio de alcance global y con- considerados de importancia internacio-
sensuado, el ya mencionado “Convenio nal, comprometiéndose a conservarlos,
Internacional de Ramsar”. Es el primer vigilarlos y explotarlos racionalmente.
documento intergubernamental que Al adherirse al convenio, cada miembro
regula las acciones para la conserva- debe inscribir al menos un humedal en
ción de los humedales y se redactó en la lista y:
Ramsar en 1971, pudiendo ser suscrito “.... fomentará la conservación de los
en cualquier momento por todo Estado humedales mediante el establecimiento de
miembro de la Organización de las reservas naturales en humedales que estén
Naciones Unidas, de alguna de sus ins- o no incluidos en la lista, y tomarán las
medidas adecuadas para su salvaguarda”.
tituciones, de la Agencia Internacional
de la Energía Atómica o sea Parte del El Estado Español se adhirió al con-
Estatuto de la Corte Internacional de venio que entró en vigor el 4 de sep-

199
tiembre de 1982, pasando desde este 1972 se expresa el convencimiento de
momento a formar parte del ordena- la necesidad y urgencia de la puesta en
miento jurídico interno español con marcha a nivel comunitario de medidas
carácter de normativa de mínimos y su eficaces para la protección de la calidad
definición de humedal sirvió de modelo medioambiental, ya que en lo relativo a
a la normativa española posterior, espe- la conservación del patrimonio natural
cialmente a la Ley de Aguas 29/1985 y el ámbito estatal es demasiado limita-
al Reglamento de Dominio Público do.
Hidraúlico (R.D. 849/1986) que lo de-
Esta inquietud pública, se ha visto
sarrolla. Inicialmente se designaron dos
plasmada con la resolución de un gran
espacios, el Parque Nacional de Doñana
número de directrices y leyes ambienta-
y el Parque Nacional de las Tablas de
les de espectro comunitario y estatal,
Daimiel, para entre 1990/92 añadir 35
con carácter de legislación básica, deli-
espacios más, de los cuales ninguno
mitando los requisitos mínimos a cum-
está constituido por ecosistemas de tur-
plir en materia de protección ambiental
bera.
y con la voluntad de proteger de su des-
trucción a estos ecosistemas húmedos

MARCO AMBIENTAL de extrema fragilidad.

LEGISLATIVO Un análisis de la evolución jurídica


“Existen en la legislación del Estado sobre los humedales discrimina, desde
Español medios legales suficientes para la un inicio, dos datos destacables: el giro
protección efectiva de los humedales, pero copernicano que ha experimentado el
de nada sirven todas las medidas previstas régimen jurídico de estos espacios, al
si la Administración no actúa de acuerdo
pasar del intento obsesivo de erradicar
con los mandatos del legislador al respecto
los aguazales a la pretensión de su pro-
y de acuerdo con el principio de eficacia
que le impone el art. 103 de la Constitución tección, defensa y regeneración, y la
Española”. Calvo Charro, M. El Régimen abundante normativa existente que
jurídico de los humedales. Boletín Oficial afecta, directa o indirectamente a los
del Estado. Universidad Carlos III de humedales y que ayuda a constituir su
Madrid, 1995.
complejo y en ocasiones ambigüo régi-
En la Cumbre de París de 1972 los men normativo, en el que se entrecru-
jefes de Estado y de la UE definieron las zan legislaciones internacionales y
bases de la política común en materia estatales, y dentro de éstas, nacionales
de medio ambiente. En resolución del y autonómicas con problemas, no siem-
parlamento europeo de 18 de abril de pre resueltos, de solapamiento de com-

200
petencias administrativas sobre estos Los humedales han resultado objeto
medios. de regulación desde antes de la Edad
Media. Pero tal regulación no ha tenido
siempre una misma causa ni ha preten-
Contextualización Histórica
dido en todas las ocasiones obtener un
“Real Orden de 31 de Marzo de 1794, mismo resultado. En efecto, estos espa-
concediendo permiso a un particular para
cios constituyeron a veces objeto de
la libre introducción de fuera del reino de
protección por parte de los monarcas y
instrumentos, herramientas y máquinas
nobles amantes de la caza; resultaron
necesarias para el beneficio de una mina
de carbón de piedra y turba que ha descu- luego prácticamente exterminados en
bierto”. pro de la sanidad, la agricultura y la

Por la secretaría del despacho de economía de estado; para finalmente


Hacienda se ha comunicado a la de la acabar, en las últimas décadas, siendo
Superintendencia General de ella con fecha el centro de atención de Organismos
de 31 de Marzo último la Real Orden Internacionales, grupos ecologistas y
siguiente: gobiernos, que tratan de recuperar
El Rey conformándose con el dictamen aquellos aguazales que quedan agoni-
de la Junta General de Comercio, Moneda zantes y preservar los que se hallan en
y Minas, se ha servido conceder permiso a buen estado.
D. Juan González de Arce, del Comercio de
Santander, para que pueda introducir de Es claro, por lo tanto, que en distin-
fuera del Reino, libres de derechos todos tos momentos históricos la regulación
los instrumentos, herramientas, máquinas en lo tocante a los humedales ha esta-
y demás útiles que necesite para el benefi- do apoyada por lo que en cada ocasión
cio y laboreo de una mina de carbón de pie-
el legislador ha supuesto que era el
dra y turba que ha descubierto en el sitio
interés general.
Valdío Común nombrado de las Llamas,
entendiendose esta gracia por punto gene- La obstinación humana por destruir
ral y para todos los que beneficien minas, estos medios deriva de la creencia de
por deberse comprender estas en la clase que en primer lugar, estas zonas son
de fábricas a cuyo favor se expidió la Real
cuna de fiebres palúdicas, focos de
Orden circular de 16 de Mayo de 1791. Lo
infección y áreas insalubres que debían
que participo a VV.SS. para su inteligencia
ser saneadas a toda costa.
y cumplimiento en la parte que les toca. D.
G. a VV.SS. Ms. As. Aranjuez, 9 de Abril de “... en la fundación de una ciudad será
1794. D. Gardoqui a los Srs. Directores la primera diligencia la elección del paraje
Generales de Rentas. Archivo Histórico más sano... Evitarase también la cercanía
Nacional, Hacienda, Libro 8046, Fol. 73-74. de lagunas; porque viniendo de la ciudad

201
las áureas matutinas al salir el sol, traerán En el siglo anterior, Jovellanos, en su
consigo los humores nebulosos que allí informe sobre la Ley Agraria (1792-
nacen, juntamente con los hábitos de las 1793) había señalado que los baldíos
sabandijas palustres, y esparciendo sobre eran el primero de los estorbos políticos
los cuerpos de los habitantes sus veneno-
que se oponían al desarrollo de la rique-
sos efluvios mezclados con la niebla, harí-
za nacional. Así, el cambio en la propie-
an pestilente a aquel pueblo”. (V ITRUBIO -
dad de estos terrenos incultos comenzó
POLIÓN, 1974).
con el Decreto de las Cortes (nº 214) de
El temor hacia estos espacios se 1813, que reducía los baldíos a dominio
acentuó durante la Edad Media, por lo particular.
que se adoptaron medidas tendentes a
No obstante, la más destacable fue
evitar la cercanía a estos lugares, hasta
la Ley de Colonización Interior de 1907,
el punto de que en el siglo XI el rey
en virtud de la cual se concedieron auxi-
Alfonso de Castilla, por temor a las fie-
lios y premios en metálico a los pobla-
bres, llegó a condenar a muerte a los dores de estos terrenos incultos y se
agricultores que plantaran arroz a declararon exentos de impuestos de
determinada distancia de pueblos o ciu- Derechos Reales las cesiones o ventas
dades del Reino de Valencia, en zonas que realizase el Estado, los ayuntamien-
pantanosas o encharcadas. Este miedo tos y los pueblos a los colonos.
hacia los humedales contribuyó inicial-
Entrado el siglo XIX, una vez que los
mente a la conservación secular de los
avances de la técnica lo permitieron, los
mismos, que se mantuvieron lejos de la
responsables públicos pusieron todo su
colonización humana hasta que el palu- empeño en acabar con los terrenos
dismo fue erradicado. Por fin, en el siglo “pantanosos” y se iniciaron descontro-
XIX, cuando el desarrollo de la tecnolo- lados procesos de desecación. La filoso-
gía permitió realizar la actividad dese- fía de esta corriente de desecación
cadora a gran escala de los aguazales, queda reflejada en la definición dada
toda la normativa se destinó al sanea- por el Diccionario de la Administración
miento de estos espacios por medio de Pública Española (Alcubilla, tomo 7)
drenajes, desagües y aterramientos. sobre los lagos, lagunas y charcas:

Además, la consideración de estos “Las lagunas y terrenos pantanosos,


cuando están en las inmediaciones de los
espacios como incultos e improductivos,
pueblos, suelen ser foco de infección perju-
es decir, baldíos, estimula los proyectos
dicial en sumo grado a la salud pública; y
de su transformación para poder desti- por esto y por lo mucho que puede importar
narlos a fines agrícolas. el cultivo y aprovechamiento de los terre-

202
nos que ocupan y la buena dirección de sus “estando a cargo de los ayuntamientos
aguas, debe una buena administración la política de salubridad y comodidad debe-
estimular y proteger su desecación y hasta rán cuidar de ..... la desecación, o bien de
emprender las obras a costa de los fondos dar curso a las aguas estancadas o insalu-
públicos cuando la sanidad u otro interés bres..”.
público lo reclamen o no pueda conseguir-
En definitiva, el deseo de erradicar el
se por otros medios”.
paludismo y acrecentar el espacio agrí-
Con estos prejuicios la Instrucción de cola fueron las bases sobre las que se
Fomento, afirma en el artículo 29 del asentaría el movimiento desecador del
Real Decreto de 30 de noviembre de siglo XIX, pero también de parte del
1833, que la administración debía apre- siglo XX.
surarse a extirpar las “terciarias endé- Un análisis profundo de las circuns-
micas” dando salida a las aguas estan- tancias mencionadas pone de manifies-
cadas. En la misma línea, la Real Orden to la existencia de una multiplicidad de
de 29 de abril de 1860, en su art. 26, disposiciones normativas conteniendo
favorecía al que acabase con los agua- referencias sobre los humedales, pero
zales, otorgando a los concesionarios siempre con un carácter accesorio o
los terrenos del Estado o del común que particulado. La necesidad de una regu-
resultase desecados, si bien ya con lación específica y coordinada dio lugar
anterioridad se otorgaron títulos nobi- a la Ley de Aguas de 1866, en la que por
liarios como el de Marqués de las primera vez se regulaban los espacios
Marísmas al promotor de la desecación denominados “aguas muertas o estan-
de las marismas de Sanlúcar. cadas”.

Sin embargo, el motor principal en En esta nueva normativa cabe desta-


los procesos desecadores se debe a la car dos aspectos fundamentales para el
administración local, ya que los ayunta- futuro inmediato de los humedales. Por
mientos eran los encargados de la sani- una parte, el dominio de las aguas
dad pública o policía sanitaria. Esta muertas o estancadas (título segundo,
condición se contempla en el art. 321 de capítuloV), donde la propiedad de los
la Constitución de Cádiz, y se plasmó de humedales dependía de quién fuera el
forma específica en disposiciones pos- dueño del terreno en que se encontra-

teriores como las Instrucciones para el ban ubicados.

gobierno económico y político de las Por otro lado la desecación de las


provincias, de 13 de junio de 1813, que lagunas y terrenos pantanosos (título
en su art. 1, dice: tercero, capítulo X), bien por desagüe,

203
drenaje o colmatación, voluntaria u esta ley y hasta el segundo tercio del
obligatoria. siglo XX no existió otro reglaje que el
destinado a la eliminación de estos
Avanzando en el siglo, a diferencia
espacios.
de la ley de Aguas de 1866, la Ley de 13
de junio de 1879 se limitó a la regula- La ley se enfocó en el sentido de
ción de los humedales de aguas dulces, estimular la participación privada en la
ya que todo lo referente a las aguas del desecación a través de diferentes
mar pasó a tener un tratamiento especí- incentivos, entre los que destaca la
fico en la Ley de Puertos de 1880. Al posibilidad de que el concesionario
igual que su precedente, las únicas adquiriera la propiedad de los terrenos
referencias que esta Ley hizo sobre los saneados, ya que se esperaban enor-
humedales versaron sobre dos aspectos mes beneficios económicos y sociales

concretos: su domino y su desecación, para el Estado a través de un incremen-

para, en palabras de Saleta (1879), to de la productividad del suelo.

“...evitar que los miasmas de los pantanos Ahora bien, las investigaciones des-
o lagunas ejerzan su maléfica influencia. arrolladas sobre los humedales han
ocasionando enfermedades que llevan al aumentado paulatinamente durante la
terror a las poblaciones...”. segunda mitad de este siglo, y con ellas
el conocimiento y concepción de los
Con carácter espacial se han de men-
mismos. La conclusión unánime ha sido
cionar las tendencias desecadoras de la
la de que estos ecosistemas son más
primera mitad del Siglo XX, que con sus
valiosos en su estado natural que con
normativas generaron una inercia empí-
posterioridad a su desecación.
ricamente dañina para los humedales
ibéricos hasta bien entrado el siglo. Esta situación ha provocado que la
sociedad Europea, y por consiguiente
En 1918, con la ley de Desecación y
sus estados, hayan apostado por una
Saneamiento de Lagunas, Marismas y
fuerte tendencia proteccionista de los
Terrenos Pantanosos o ley Cambó los
humedales, si bien no disfrutó del visto
humedales de agua dulce y salada fue-
bueno del Estado Español prácticamen-
ron, por primera vez, consideradas de
te hasta la última década. Tanto es así,
manera unitaria en el ámbito de la
que los humedales españoles quedaron
desecación.
a expensas de la Ley desecadora de
Quizás esta propuesta pretendía for- 1918 hasta su derogación por la Ley de
talecer la regulación de la desecación Aguas de 1985. Bajo este prisma se
de los humedales, es más, a partir de pueden distinguir tres fases bien dife-

204
renciadas en la legislación española en corriente social es la Conferencia de
esta segunda mitad del siglo: Estocolmo de 1972, en la que se crea el

1.- Desarrollo Industrial ‘vs’ PNUMA (Programa de la Naciones

Protección de la Naturaleza. Durante los Unidas para el Medio Ambiente) y a

años 60, España realiza una intensa partir de la cual se consolidan proyectos

carrera por el desarrollo industrial, sin tales como el Primer Programa de

reparar en las enormes deudas que con- Acción Ambiental de la U.E. de 1973.

traía con la calidad ambiental de sus En el ámbito estatal, la legislación


ciudadanos, y es en esta época cuando se impregna, al menos en la forma, de
se producen los mayores e intensos pro- un gran contenido ambiental, y es en
cesos desecadores de los humedales esta etapa cuando se basamentan los
españoles, del que cabe citar la deseca- principios que llegarán hasta la actuali-
ción de la Lagoa de Antela en Xinzo da dad a través de la Ley de Caza
Limia (Ourense). (1170/1970), la Ley de Espacios
La filosofía política de la época Naturales Protegidos (15/1975), la Ley
queda patente en el hecho de que gran de Protección del Ambiente Atmosférico
parte de la legislación sobre recursos (38/1972), la Ley de Minas (22/1973) o
naturales fue derogada y aparecieron el Texto Refundido de la Ley del Suelo
disposiciones que alentaron y apoyaron (Real Decreto 1346/1976). Además, se
la especulación desarrollista de los crea el Instituto Nacional para la
recursos naturales, como por ejemplo la Conservación de la Naturaleza (ICONA),
Ley de Centros y Zonas de Interés la Dirección General de Medio
Turístico o la Ley de Industrias de Ambiente o la Comisión Delegada para
Interés Preferente. el Medio Ambiente.

2.- Primeras declaraciones del Todas estas reformas legislativas y


Interés Internacional por la nuevos organismos oficiales, no supu-
Conservación de los Humedales. Como sieron una mejora en el cuidado de los
consecuencia del intenso y extenso humedales debido fundamentalmente a
deterioro medioambiental provocado dos causas, por un lado el incumpli-
por el hombre en décadas pasadas, miento generalizado de la normativa
surge con gran vitalidad en los años 70 ambiental y por otro lado porque la
el movimiento ecologista y se crean las cobertura legal no alcanzó a estos eco-
primeras organizaciones internaciona- sistemas, cuya desecación se mantuvo
les para el estudio y conservación de la respaldada por leyes anteriores y por
naturaleza. El punto de partida de esta legislación nueva como la Ley de

205
Reforma y Desarrollo Agrario (Decreto “...no puede considerarse como objetivo
118/1973), que reflejaba la posibilidad primordial y excluyente la protección al
máximo de los recursos naturales, el
de calificar como de “interés general”
aumento de la producción a toda costa,
los saneamientos de tierras que favore-
sino que se ha de armonizar la utilización
ciesen la actividad del IRYDA. racional de estos recursos con la protec-
Paradójicamente, la filosofía deseca- ción de la naturaleza, todo ello para el
mejor desarrollo de la persona y para ase-
dora de la legislación española es coe-
gurar una mejor calidad de vida. La conclu-
tánea con las primeras y más importan- sión que se deduce del examen de los pre-
tes medidas protectoras de los humeda- ceptos constitucionales lleva a la necesi-
les promulgadas consensualmente por dad de compaginar, en la forma que en
la comunidad internacional. Así, es en cada caso decida el legislador competente,
la protección de ambos intereses constitu-
este momento cuando se firma el
cionales: el Medio Ambiente y el
Convenio sobre Zonas Húmedas de
Desarrollo Económico...”.
Importancia Internacional, en Ramsar
Es en las dos últimas décadas de este
(Irán) en 1971. Paralelamente, en 1970,
siglo, cuando se inicia en España un
la UNESCO inició el Programa MAB
camino firme, de acuerdo con los foros
(Man and Biosphere) con la creación de
internacionales, a la protección, conser-
espacios protegidos bajo la figura de
vación y utilización racional de la natu-
Reserva de la Biosfera. En 1976 el
raleza y sus ecosistemas, y especial-
Consejo de Europa inicia una campaña mente de los humedales. Surge un
para la conservación y gestión de los nuevo campo de investigación, la
humedales y en 1979 la Unión Europea Gestión Ambiental, que pretende que la
aprobaba la Directiva 79/409, relativa a conservación y explotación de la natura-
la conservación de las aves silvestres e leza participen de objetivos convergen-
indirectamente de la preservación de tes y complementarios, compaginando
los humedales europeos. el desarrollo socioeconómico a corto
plazo con el desarrollo ambiental de los
Esta corriente internacional, no se
ecosistemas a largo plazo, es decir, el
plasmó positivamente en España hasta
ecodesarrollo.
la aprobación de la Constitución
De esta filosofía, beben las leyes que
Española en 1978, y especialmente de
declaran los Parques Nacionales de
su artículo 45 que defiende la utiliza-
Doñana (1978) y Tablas de Daimiel
ción racional de los recursos naturales.
(1980), y que fueron el molde para la
3.- Finales del siglo XX: en busca de redacción de los principios de regulación
la racionalización del uso de los recur- de los humedales dentro de la Ley de
sos y del desarrollo sostenible: Aguas de 2 de agosto de 1985.

206
SITUACIÓN LEGISLATIVA Hábitats Naturales y de la Fauna y Flora
ACTUAL Silvestre.
“Todos tienen el derecho a disfrutar de La Directiva 92/43/CEE del Consejo,
un medio ambiente adecuado para el des- de 21/5/1992, relativa a la
arrollo de la persona, así como el deber de
Conservación de los Hábitats Naturales
conservarlo.... Los poderes públicos vela-
y de la Fauna y Flora Silvestres.
rán por la utilización racional de todos los
(D.O.C.E., nº L 206/7, 1992) está estre-
recursos naturales con el fin de proteger y
mejorar la calidad de vida y defender y res- chamente ligada a la Directiva 79/409
taurar el medio ambiente apoyándose en la de Conservación de las Aves Silvestres,
indispensable solidaridad colectiva.” Art. y se aprobó con la finalidad de ajustar
45 Constitución Española. las medidas necesarias para evitar el
incremento del deterioro de los hábitats
naturales en la UE y contribuir a garan-
Legislación Europea de Mínimos
tizar la biodiversidad, y es en la actuali-
Si bien no existe una regulación dad la columna vertebral para la cober-
comunitaria para los humedales, si se tura legal en la protección ambiental
establecen normativas y acuerdos que europea. Con este objetivo define como
por su contenido implican una poderosa Hábitat Natural, aquella zona terrestre
arma para la protección de éstos. De o acuática diferenciada por sus caracte-
todo el vademecum de tratados, conve- rísticas geográficas, abióticas y bióti-
nios y reglamentaciones se pueden des- cas, tanto si son enteramente naturales
tacar por su trascendencia la como seminaturales. Dentro de ellos se
Recomendación 75/1966, sobre diferencian “hábitats naturales de inte-
Protección de las Aves y de sus rés comunitario”, constituidos por aque-
Espacios Vitales; la Directiva 79/409, llos amenazados de desaparición en su
relativa a la Conservación de las Aves área de distribución natural, que pre-
Silvestres, modificada por última vez en senten una distribución natural reduci-
1991, previendo la creación de zonas de da y los que constituyan ejemplos
protección especial; el Reglamento representativos de una o varias de las
2.242/1987, sobre Acciones cinco regiones biogeográficas siguien-
Comunitarias para el Medio Ambiente, tes: alpina, atlántica, continental,
que estima prioritario el apoyo financie- macaronesia, mediterránea; y “hábitats
ro para la conservación de zonas de pro- naturales prioritarios” que son aquellos
tección natural o la Directiva 92/43, amenazados de desaparición del territo-
relativa a la Conservación de los rio europeo de los estados miembros y

207
cuya conservación sea importante por Promovidas por estas normativas se
su área de distribución natural. Entre elaboran directrices y ordenamientos
los tipos de hábitats que se citan en el parciales de gran valor y, al amparo de
Anexo I de esta Directiva, se localizan la DG XI/B-2 Nature Conservation, en
entre otros humedales las turberas así 1987 la UE crea un grupo de trabajo
como un gran número de especies vege- sobre medidas de manejo integral de

tales asociadas a estos ecosistemas, los humedales mediterráneos, siendo el

estimulando su inclusión en la red eco- gobierno español el encargado de des-


arrollar el subprograma Gestión, dentro
lógica europea coherente o red Natura
del proyecto Acción Común para los
2000.
Humedales Mediterráneos (MEDHUM).
Las áreas designadas de interés
comunitario serán clasificadas por el
Estado implicado como zona de especial Legislación Española de
conservación en un plazo no superior a aplicación básica

6 años, fijando las medidas de conser- En un repaso histórico sobre la pro-


vación precisas, planes de gestión y tección de los humedales la primera
regulaciones administrativas. referencia valiosa se encuentra en la
Ley de Parques Nacionales de 1916, en
La normativa comunitaria también
el que se entiende como tales a:
recoge la posibilidad de que en aquellos
casos excepcionales en los que la “... aquellos sitios o parajes excepcio-
nalmente pintorescos, forestales o agreste
Comisión compruebe que un lugar que
del territorio nacional que el Estado consa-
albergue un tipo de hábitat natural o gra declarándoles tales, con el exclusivo
una especie prioritarios y que, basándo- objeto de favorecer su acceso por vías de
se en informaciones científicas perti- comunicación adecuadas y de respetar y
nentes y fiables, considere indispensa- hacer que se respete la belleza natural de
sus paisajes, la riqueza de su fauna y de su
ble para el mantenimiento de dicho tipo
flora y las particularidades geológicas e
de hábitat natural o para la superviven-
hidrológicas que encierren, evitando de
cia de dicha especie prioritaria, no está este modo con la mayor eficacia todo acto
incluido en la lista nacional contempla- de destrucción, deterioro ó desfiguración
da en el apartado1 del art. 4, se iniciará por la mano del hombre (art. 2).”

un procedimiento de concertación bila- En la actualidad el Estado Español ha


teral entre dicho Estado miembro y la incorporado a su ordenamiento jurídico
Comisión con el fin de cotejar los datos y por tanto acatado en su totalidad
científicos utilizados por ambas partes. como legislación básica la Directiva

208
92/43/CEE por Real Decreto 1997/1995, muestra interés específico en el mante-
de 7/12/1995, y en el que se establecen nimiento de la calidad de las aguas y de
medidas para contribuir a garantizar la su entorno natural.
biodiversidad mediante la conservación
El Reglamento del Dominio Público
de los hábitats naturales y de la fauna y
Hidráulico, aprobado por Real Decreto
flora silvestres.
849/1986 de 11 de abril de 1986 (artícu-
Sin embargo, y sin menguar la tras- lo 275.2,a), desarrollando el artículo
cendencia jurídica de esta Directiva, 103.1 de la Ley de Aguas establece que
todos los cambios conceptuales que se considerarán como humedales:
comenzaron a producirse en materia de “Las marismas, turberas o aguas rasas,
medio ambiente a partir de los años 70 ya sean permanentes o temporales, estén
ya habían generado la necesidad de una integradas por aguas remansadas o
adaptación de la legislación vigente, de corrientes y ya se trate de aguas dulces,
especial envergadura en el caso de la salobres o saladas, naturales o artificia-
les..... Igualmente se entenderán incluidas
normativa sobre las aguas en tres de
en el concepto de humedal las márgenes de
sus leyes principales, la Ley de Aguas
dichas aguas y las tierras limítrofes en
de 1879, la Ley de desecación de maris-
aquellos casos en que, previa la tramita-
mas, lagunas y terrenos pantanosos de ción del expediente administrativo oportu-
1918 y la Ley de Puertos de 1928. no, fuera así declarado, por ser necesario
para evitar daños graves a la fauna y a la
La inevitable reforma de la Ley de
flora”.
Aguas tiene dos precursores esenciales,
por un lado las Leyes 91/1978 y 25/1980 Este Reglamento incluye los hume-
de los Parques Nacionales de Doñana y dales continentales y costeros, por lo
Daimiel respectivamente, que fueron que la carencia de un apartado específi-
las primeras leyes estatales para la pre- co sobre humedales en la Ley de Costas
servación de los humedales, y la Ley 22/1988, hace que tanto a los continen-
Catalana de Espacios Naturales tales como costeros de agua dulce se
Protegidos 12/1985 que incluye la fina- les aplique la Ley de Aguas de 1985
lidad de conservar y regenerar los mientras que los humedales costeros de
humedales, considerando como tales agua salada se regirán por la Ley de
los definidos por el Convenio Ramsar. Costas de 1988.

Finalmente, la aprobación de la Ley Por otro lado, la ley hidráulica prevé


de Aguas 29/1985 de 2 de agosto de la aplicación de una serie de medidas
1985, que dedica su capítulo V, del títu- protectoras para los espacios cualifica-
lo V a la regulación de los humedales y dos como humedal independientemente

209
de su propiedad. Entre ellas hay que legislación específica, ya sea estatal o
destacar la obligatoriedad por parte de autonómica. Así, se distinguen dos regí-
la Administración de la delimitación del menes jurídicos diferentes para dos cla-
ecosistema (art. 103.2 de la Ley de ses de humedales igualmente diferen-
Aguas y art. 276.1 del Reglamento de tes en función de los valores faunísti-
Dominio Público Hidráulico) que lleva cos, florísticos y paisajísticos que con-
asociada la implantación de medidas tengan.
protectoras del entorno o perímetro
Se definen los humedales ordinarios,
natural, así como la inclusión en el
como aquellos que a pesar de su valor
inventario de humedales previsto por el
ecológico no presentan unas caracterís-
artículo 278.2 del Reglamento anterior-
ticas naturales sobresalientes causan-
mente mencionado. Este inventario
recogerá todas las características del tes de unas normas de protección espe-

humedal con intención de conocer las cífica. En este caso se le aplicarán las

posibles amenazas de deterioro y facili- disposiciones previstas por la Ley de


tar la preservación y control de su esta- Aguas y sus Reglamentos y particular-
do de conservación. La Ley de Aguas no mente la Ley de Costas. Mientras que
especifica nada sobre el tratamiento de los humedales de protección especial,
los humedales no delimitados, por lo son aquellos que por sus valores ecoló-
que éstos quedan expuestos a diversos gicos deben ser declarados espacios
problemas jurídicos respecto a su explo- protegidos, y que por lo tanto se regirán
tación irracional, al no ser reconocidos por legislación estatal y autonómica
formalmente como tales humedales y específica (ex. art. 275.3 del
no pudiendo, por tanto, beneficiarse de Reglamento de Dominio Público
protección legislativa. Hidráulico).
En el artículo 275.3 del Reglamento Como ya hemos mencionado, los
del Dominio Público Hidráulico se dispo- humedales ordinarios se deben a la Ley
ne que: de Aguas y el Reglamento de Dominio
“Cuando en estas zonas existan valores Público Hidráulico, que en sus respecti-
merecedores de una protección especial, la
vos artículos 84 y 232 buscan el:
normativa aplicable a las mismas será la
prevista en la disposición legal específica.” 1.- Obtener y mantener un adecuado
nivel de calidad de las aguas;
Es decir, la normativa de aguas en
estos casos concretos de humedales de 2.- Impedir la acumulación de compues-
especial interés natural se dirige a la tos tóxicos o peligrosos en el sub-

210
suelo, capaces de contaminar las te. Sin embargo, la Ley de Conservación
aguas subterráneas; de Espacios Naturales 4/1989, otorga al

3.- Evitar toda actuación que pueda ser Estado competencia para declarar los
causa de la degradación del dominio humedales espacios naturales protegi-
público hidráulico. dos y dotarlos de un régimen jurídico
peculiar en los siguientes casos:
Todos estos objetivos son aplicables
en los humedales demaniales, pero en 1.- Cuando sean declarados Parques
cualquier caso tanto los públicos como Nacionales (art. 22, Ley 4/1989 de
los privados pueden acogerse al princi- Espacios Nacionales Protegidos);
pio general previsto por la Ley de Aguas
2.- Cuando se ubiquen en el territorio de
(art. 48.4) y Reglamento de Dominio
dos o más comunidades Autónomas
Público Hidráulico (art. 50.4):
(art. 21.4, Ley 4/1989 de Espacios
“La Ley no ampara el abuso del derecho
Nacionales Protegidos);
en la utilización de las aguas, ni el desper-
dicio o mal uso de las mismas, cualquiera 3.- Cuando se trate de humedales perte-
que fuese el título que se alegare”. necientes al dominio público maríti-
En cuanto a los humedales de pro- mo-terrestre estatal (art. 21.3, Ley
tección especial no es “rara avis” la 4/1989 de Espacios Nacionales
normativa estatal y autonómica especí- Protegidos).
fica para estos espacios biológicamente
La Administración hidráulica es la
singulares. Si bien funciona el principio
encargada de mantener actualizado un
de Derecho que prevé la aplicación pre-
inventario en el que han de estar conte-
ferente de la norma especial sobre la
nidos todos los detalles y peculiarida-
general, esto no elimina la vigencia
des de cada humedal delimitado (arts.
simultánea de normas concurrentes. La
276.2 y 277 del Reglamento de Dominio
ley general la constituyen la Ley de
Público Hidráulico). Sin embargo, la pro-
Aguas de 1985 y la Ley de Costas de
tección eficaz de estos espacios sólo
1988. Por los artículos 148.1.9 y
149.1.23 de la Constitución Española, tendrá éxito a través de un óptimo aco-

tanto el Estado como las Comunidades plamiento de las distintas administra-

Autónomas que hayan asumido tales ciones hidráulica y ambiental, por lo


competencias en sus Estatutos, pueden que la Ley de Aguas en su art. 103.4
declarar determinados humedales como exige la realización de acciones coordi-
Espacios Naturales Protegidos y dotar- nadas entre ambas administraciones
los de un régimen específico prevalen- sean estatales o autonómicas.

211
El instrumento más eficaz en la pro- ejecutivos en las materias reguladas por la
tección es la Planificación Hidráulica. El presente Ley, constituyendo sus disposicio-

art. 1.3 de la Ley de Aguas dispone que nes un límite para cualesquiera otros ins-
trumentos de ordenación territorial o física
toda actuación sobre el dominio público
cuyas determinaciones no podrán alterar o
hidráulico deberá someterse a la plani-
modificar dichas disposiciones (art. 5.2)”.
ficación hidrológica, y prevé dos tipos
de planes: el Plan Hidrológico Nacional, Por lo tanto, los planes hidráulicos,

con un marco territorial estatal, y los entendidos como instrumentos de orde-

Planes Hidrológicos de Cuenca (art. nación física y territorial, deberán aco-

38.2). plarse con los planes medioambientales


previstos con carácter de legislación
Se entiende por Cuenca Hidrográfica
básica por la Ley de Conservación de los
aquel territorio en el que las aguas flu-
Espacios Naturales de 1989, o con los
yen al mar a través de cauces secunda-
planes de ordenación territorial. Para
rios que convergen en un cauce princi-
ello, la Ley de Aguas y la Ley de
pal único y que es considerada indivisi-
Conservación de los Espacios Naturales
ble (ex. art. 14). Las cuencas pueden ser
establecen un conjunto de reglas de
intracomunitarias o intercomunitarias
prevalencia de unos planes sobre otros.
según estén incluidas íntegramente o
no en el territorio de una comunidad El art. 41.3 de la Ley de Aguas indica
autónoma (art. 71.2 del Reglamento de que prevalecerán sobre los planes de
Dominio Público Hidráulico). La elabora- urbanismo las declaraciones de protec-
ción de los planes de cuencas intraco- ción especial de determinadas zonas,
munitarias depende de la administra- cuencas o tramos de cuenca, acuíferos
ción autónoma, mientras que los inter- o masas de agua, por sus característi-
comunitarios corren a cargo del cas naturales e interés ecológico.
Organismo de Cuenca correspondiente, Para los Humedales de Especial
aunque deberán en todo caso adaptarse Protección, declarados de acuerdo con
a las previsiones del Plan Hidrológico la legislación ambiental y de protección
Nacional, por lo que la aprobación final de la naturaleza, la Ley de Aguas (art.
la otorgará el Estado.
41.3.) dominará sobre cualquier instru-
Pero además, la Ley de Conservación mento de ordenación urbanística. Así,
de Espacios Naturales y de Flora y se establece nítidamente una cláusula
Fauna Silvestre, 4/1989, establece que: de prevalencia de la planificación
“Los Planes de Ordenación de los hidráulica, y los planes urbanísticos
Recursos Naturales serán obligatorios y deberán someterse a los planes hidráu-

212
licos, y en consecuencia clasificar o Establecidos los límites del humedal,
recalificar estos espacios protegidos en éste será incluido en un inventario en
coherencia con el régimen de protec- cumplimiento con lo pactado por los
ción otorgado, es decir, como suelos no países adscritos al Convenio Ramsar
urbanizables de especial protección. En durante la reunión de Jushiro (Japón) de
estos suelos así considerados y según 1993. En este sentido y según lo dis-
el art. 17 del Texto Refundido de 1992 puesto por la Ley de Aguas, el
de la Ley del Suelo: Ministerio de Obras Públicas,

“... estará prohibida cualquier utiliza-


Transportes y Medio Ambiente debería
ción que implique transformación de su haber elaborado en 1990 un inventario
destino o naturaleza, lesione el valor espe- estatal de humedales, en el que se
cífico que se quiera proteger o infrinja el reflejase su estado de conservación y
concreto régimen limitativo establecido por amenazas potenciales para su integri-
aquél”. dad, la delimitación o perímetro de la
Dentro de las diferentes medidas zona, las características actuales, inclu-
que permite adoptar la normativa yendo las comunidades biológicas, el
hidráulica para la protección de los aprovechamiento y utilización que se
humedales, destacan 6 elementos fun- lleva a cabo y las medidas necesarias
damentales, esto es, el Reconocimiento para su conservación. Estos inventarios
de los márgenes y tierras limítrofes de deberán ser revisados y actualizados
los humedales (art. 103 Ley Aguas; art. permanentemente tanto para la incor-
275.2 Reglamento Dominio Público poración de nuevos espacios como para
Hidráulico), la Elaboración de los indicar la evolución de los ya inventa-
Inventarios de Humedales (art. 276.1; riados. Este documento se sumará al
276.2; 277 Reglamento Dominio Público inventario estatal de humedales que en
Hidráulico), la Declaración de cumplimiento del art. 25 de la Ley de
Perímetros de Protección (ex. art. 278; Conservación de Espacios Naturales y

279.3 Reglamento Dominio Público de Flora y Fauna Silvestre ha de realizar

Hidráulico), la Evaluación de Impacto le Ministerio de Agricultura, Pesca y

Ambiental (art. 279.2 y 3 Reglamento Alimentación.

Dominio Público Hidráulico), el Control Los perímetros de protección se fija-


de Vertidos (art. 92 Ley Aguas; art. rán, según dispone el ex. art. 278 del
279.2 Reglamento Dominio Público Reglamento de Dominio Público
Hidráulico) y la Demanialización de las Hidráulico, en aquellos entornos natura-
Aguas (art. 1.2; 41.2 Ley Aguas). les contiguos al humedal que se esti-

213
men necesarios para garantizar la pre- ción y mejora de los recursos naturales,
servación de este último. podrán ser declaradas de utilidad pública o
interés social, a todos los efectos, y en par-
Pero además, el incremento de los
ticular, a los expropiatorios”.
postulados conservacionistas dentro de
Atendiendo a esta norma, el incum-
la sociedad respecto a los humedales
plimiento de las obligaciones de protec-
ha significado la necesidad de que el
ción y conservación será causa de inte-
legislador plasme esta creciente sensi-
bilización para con la calidad ambiental, rés social para la expropiación forzosa

así, el Tribunal Constitucional opina del humedal afectado, es decir una

que: expropiación de carácter sancionador


(ex. art. 71, 72 Ley de Expropiación
“... no puede considerarse como objeti-
vo primordial y excluyente la explotación al
Forzosa) por incumplimiento de la fun-
máximo de los recursos naturales, el ción social que corresponde a todo titu-
aumento de la producción a toda costa, lar de un humedal, pasando la adminis-
sino que se ha de armonizar la utilización tración a ocuparse de la preservación
racional de esos recursos con la protección del mismo.
de la naturaleza, todo ello para el mejor
desarrollo de la persona y para asegurar Una vez aprobada la restauración de
una mejor calidad de vida (STC 64/82 de 4 un humedal, ésta se regirá por los crite-
noviembre y STC 170/89 de 19 de octubre)” rios de la legislación ambiental (ex. art.
Antes de decidir sobre la restaura- 280.3 Reglamento Dominio Público
ción de cualquier humedal, la adminis- Hidráulico) que en el ámbito estatal
tración deberá documentarse. Por tanto tiene rango de legislación básica y que
realizará los estudios que sean preci- se encuentra principalmente en la Ley
sos, en los que se analizará el estado 4/89 de Conservación de los Espacios
del humedal en cuestión. Si éste cum- Naturales y de los Planes de Ordenación
pliese las características pertinentes de los Recursos Naturales (art. 4.3 Ley
para ser restaurado deberá ser incluido 4/89).
en el inventario (art. 276, 2, b En cualquier caso, la normativa
Reglamento Dominio Público hidráulica deberá prever en cada cuen-
Hidráulico). ca hidrográfica las necesidades y requi-
Mientras que la Ley 4/89, de sitos para la restauración de los espa-
Conservación de los Espacios Naturales cios naturales y muy especialmente de
(art. 3) dispone que: los humedales que contenga (art. 9.3).
“Las actividades encaminadas al logro Las administraciones competentes
de la protección, conservación, restaura- deberán acatar la legislación ambiental

214
y tendrán que velar por la preservación, dal, ya que la Ley de Aguas enfatiza la
mantenimiento y restablecimiento de necesidad de mantener íntegra la uni-
superficies de suficiente amplitud y dad de la cuenca hidrográfica (art. 13.2)
diversidad como hábitats para las espe- como única unidad de gestión viable.
cies animales y las plantas silvestres
A este respecto, el Tribunal
(art. 26.3). La administración podrá ela-
Constitucional dice (STC 227/88 29 de
borar Programas específicos de actua-
noviembre) en recuerdo de la Carta
ción (ex. art. 5.2) para la recuperación
Europea del Agua que:
de cada humedal concreto.
“... la administración de los recursos
En las Comunidades Autónomas con hidráulicos debiera encuadrarse más bien
competencias medioambientales se en el marco de las cuencas naturales que
aplicará además, si existe, la legisla- en el de las fronteras administrativas y
ción autonómica que tomando como políticas”.
norma básica (art. 149.1.23 En definitiva, los humedales ubica-
Constitución) lo establecido por la Ley dos en el área de expansión de cursos
4/89 de Conservación de los Espacios fluviales superficiales serán competen-
Naturales, halla elaborado Normas cia estatal o autonómica en tanto en
Adicionales de Protección. cuanto dichos curso pertenezcan a una
“... posee la característica técnica de cuenca hidrográfica intercomunitaria
ser normas mínimas de protección que per- (art. 15 Ley de Aguas) o intracomunita-
miten normas adicionales o un plus de pro-
ria (art. 16 Ley de Aguas) respectiva-
tección. Es decir, la legislación básica del
mente. A este respecto, hay que recor-
Estado no cumple en este caso una función
de uniformidad relativa, sino más bien de dar que en el caso de las turberas de
ordenación mediante mínimos que han de montaña su asociación con un curso flu-
respetarse en todo caso, pero que pueden vial concreto no es fácilmente discerni-
permitir que cada una de las Comunidades ble y habitualmente se relaciona con
Autónomas, con competencia en la mate-
una o más divisorias de aguas.
ria, establezcan niveles de protección más
altos que no entrarían sólo por eso en con- Ahora bien, aunque en principio la
tradicción con la normativa básica del Ley de Aguas no indica nada sobre el
Estado” (art. 149.1.23 C. E.). carácter de legislación básica de su nor-
En este sentido, las competencias mativa en cuanto a los humedales, el
estatales y autonómicas sobre los Tribunal Constitucional (STC227/88 29
recursos hidrológicos, elemento esen- de noviembre) indica que, según el art.
cial de los humedales, variará depen- 149.1.23 de la Constitución, está reser-
diendo de la ubicación de cada hume- vada al Estado la competencia exclusiva

215
sobre la legislación básica en materia especial, si bien en ningún caso se trató
de protección del medio ambiente. Por de ecosistemas de turberas.
lo tanto, según S. T. C de 19 de octubre, Para armonizar la nueva idea de
los preceptos básicos de la Ley de Estado con la gestión medioambiental
Aguas referentes a los humedales ten- se desarrolla la mencionada Ley
drán la consideración de mínimos que 4/1989, de Conservación de Espacios
han de respetarse en todo caso, pero Naturales y de Flora y Fauna Silvestre,
que pueden permitir que cada una de que profundiza en la articulación de la
las Comunidades Autónomas, con com- política de conservación de la naturale-
petencia en la materia, establezcan za. Además, ésta genera una referencia
niveles de protección más altos que no normativa para el desarrollo de las dife-
entrarían sólo por eso en contradicción rentes legislaciones ambientales auto-
con la normativa básica del Estado. nómicas. Otro de los requisitos que
Como se ha venido indicando hasta cumple dicha Ley es el de trasponer al
el momento, no sólo la Ley de Aguas ha ordenamiento jurídico español las
servido para otorgar protección activa a Directivas de la U.E. aceptadas con su
los aguazales españoles, ya que es, y incorporación a ésta en 1985.
muy especialmente, la Ley 4/1989, de Por añadidura, esta Ley tiene una
Conservación de Espacios Naturales y particular importancia, ya que por pri-
de Flora y Fauna Silvestre, de 27 de mera vez una Ley de carácter general
marzo de 1989 el principal apoyo nor- reconoce explícitamente el valor ecoló-
mativo para la consevación de éstos. gico de los humedales y se refiere a
En una primera aproximación, el 2 de ellos expresamente como espacios
mayo de 1975 se aprueba la Ley de merecedores de protección singular.
Espacios Naturales Protegidos y la cre- Así, estima que los humedales cons-
ación de su organismo autónomo espe- tituyen uno de los principales tipos de
cializado, el ICONA. A pesar de que esta ecosistemas estatales, por lo que algu-
ley quedó rápidamente obsoleta, pues nos podrán ser declarados de interés
no encajaba con la trayectoria hacia un general de la Nación, y por tanto ser
Estado descentralizado y de integrantes de la Red de Parques
Comunidades Autónomas con capacidad Nacionales (art. 22.2 y Anexo). Además,
de legislar aprobado implícita y explíci- indica la obligación del Ministerio de
tamente con la Constitución de 1978, Agricultura, Pesca y Alimentación de
durante su vigencia varios humedales elaborar y mantener actualizado un
obtuvieron un régimen de protección Inventario Nacional de “Zonas

216
Húmedas” (ex. art. 25) añadiendo que la perturbación para el humedal concreto,
planificación hidrológica debe prever en se iniciará inmediatamente la elabora-
cada cuenca las necesidades y requisi- ción de un Plan de Ordenación de los
tos precisos para la conservación y res- Recursos Naturales (art. 24.b.1) durante
tauración de estos ecosistemas (ex. art. cuya tramitación no podrán realizarse
9.3). actividades que supongan una transfor-
De manera indirecta, la Ley al refe- mación sensible de la realidad física o
rirse a los hábitats de las especies de biológica del humedal que dificulten la
flora y fauna que viven en estado sil- consecución de los objetivos del Plan
vestre (arts. 26.2, 27.a y 29.b) también (art. 7.1). Por otro lado, el art. 18.1 dis-
se refiere implícitamente a los humeda- pone que:
les: “En los espacios protegidos declarados
“... atendiendo preferentemente a la por Ley se podrán establecer Zonas
conservación de los hábitats.” (Preámbulo). Periféricas de Protección destinadas a evi-
tar impactos ecológicos o paisajísticos pro-
“... mantener y restablecer superficies
cedentes del exterior..”
de suficiente amplitud y diversidad como
hábitats, para las especies animales y La Ley también establece las Áreas
plantas silvestres...” (art. 26.3). de Influencia Socioeconómicas (art.

Lo más destacable es que bajo esta 18.2) con las que se pretende compen-

Ley quedan jurídicamente protegidos sar social y económicamente a las


todos aquellos humedales que por poblaciones afectadas por la declara-
diversidad de causas no habían sido ción de un espacio como espacio natu-
fruto de una protección específica o ral protegido, y que abarcarán a las
carecían de ella según la interpretación poblaciones integradas en el conjunto
de la Ley de Aguas de 1985. A este res- de los términos municipales donde se
pecto, contempla dos nuevos elementos encuentre ubicado el espacio a prote-
de interés en la gestión de espacios ger, incluyendo la zona periférica de
naturales, así en su Capítulo V, Título III protección.
la posibilidad de otorgar un régimen de Podrán ser declarados espacios pro-
Protección Preventiva que se aplicará a tegidos aquellas áreas que contengan
aquellas zonas bien conservadas pero elementos y sistemas naturales de
amenazadas por un potencial factor de especial interés o valores naturales
perturbación (Preámbulo). En el caso de
sobresalientes (art. 10.1) y la finalidad
que, tras los estudios procedentes, se
de la declaración de los humedales
confirmara la presencia de factores de
como espacio protegidos se resume en:

217
1.- Construir una Red representativa de regula su protección, uso, mantenimien-
los principales humedales en cuanto to y conservación primará sobre cual-
a ecosistemas (art. 10.2.a); quier otra jurisprudencia, es decir, las
leyes especiales prevalecerán sobre las
2.- Protegerlos cuando presenten un
leyes generales. Su gestión deberá
singular interés científico, cultural,
encaminarse a proteger la integridad de
educativo, estético, paisajístico o
su fauna, flora, gea, aguas superficiales
recreativo (art. 10.2,b);
y subterráneas y atmosférica, en defini-
3.- Como hábitats de especies y comu-
tiva a la totalidad del ecosistema. Es
nidades necesitadas de protección
igualmente con esta concepción que la
(art. 10.2.c);
Ley de Espacios Naturales, 4/1989, indi-
4.- Colaborar en programas internacio- ca que la gestión habrá de orientarse al
nales de los que sea parte el Estado (art. 2.1):
Español, para la conservación de
1.- Mantenimiento de los procesos eco-
estos ecosistemas (art. 10.2.d).
lógicos esenciales y a los sistemas
Las figuras que contempla la Ley vitales básicos;
para hacer efectiva la protección de
2.- La preservación de la diversidad
estos medios son los Parques
genética;
Nacionales y Naturales, las Reservas y
3.- La preservación de la variedad, sin-
Monumentos Naturales y los Paisajes
gularidad y belleza de los ecosiste-
Protegidos, pero aquellas Comunidades
mas naturales y del paisaje.
Autónomas con competencias podrán
añadir otras figuras de protección (art. De entre todas las infracciones que
21.2). En este caso se encuentra se produzcan contra la integridad del
Galicia, que en su legislación ha creado espacio protegido, y establecidas en el
la figura de los Espacios Naturales de art. 38 con carácter de legislación bási-
Régimen de Protección General ca estatal, son de especial interés para
(Decreto 82/1989 de 11 de mayo), y que los humedales las referidas en los apar-
ha aplicado al humedal del Complejo tados 7 y 9 de dicho artículo:
Intermareal de O Grove – Úmia, a la
1.- La destrucción de hábitats de espe-
Lagoa de Bodeira e Punta Carreirón y a
cies en peligro de extinción o vulne-
la Marisma de Ortigueira e Ladrido.
rables a la alteración de su hábitat,
Una vez declarado un humedal (u en particular del lugar de reproduc-
otro ecosistema) como Espacio Natural ción, invernada, reposo, campo o ali-
Protegido, la normativa específica que mentación;

218
2.- La destrucción del hábitat de espe- de normativa básica, como sucede con
cies sensibles y de interés especial, la Ley 8/1993 de 23 de junio, regulado-
en particular, del lugar de invernada, ra de la Administración Hidráulica para
reposo, reproducción, campo o ali- las aguas intracomunitarias de Galicia a
mentación y las zonas de especial partir de la Ley de Aguas 29/1985, de
protección para la flora y fauna sil- 2/8/1985.
vestres. A pesar de esa falta de especifici-
dad, existe un conjunto de leyes auto-
nómicas de espectro ambiental que de
Legislación sobre humedales en
forma indirecta afectan a la regulación
Galicia
de los hábitats húmedos.
En la actualidad son escasas las
En primer lugar, debemos mencionar
Comunidades Autónomas que, con com-
el Decreto 82/1989, que regula la figura
petencias, hallan dictado disposiciones
de Espacio Natural en Régimen de
normativas con la pretensión de prote-
Protección General, y que pretende faci-
ger los ecosistemas húmedos, entre
litar la creación de un Registro General
ellas Catalunya (Ley 12/85, de 13 de
de Espacios Naturales de Galicia, en el
junio, de Protección de Espacios
que se incluirán aquellos que por sus
Naturales Protegidos), Valencia (Ley
valores o interés natural, cultural, cien-
5/88, de 24 de junio, de Reguladora de
tífico, educativo o paisajístico sea nece-
los Parajes Naturales), Madrid (Ley
sario asegurar su conservación y no ten-
7/1990, de 28 de junio de Protección de
gan todavía una protección específica,
Embalses y Zonas Húmedas; Ley
pasando en ese momento a depender de
10/1991, de 4 de abril, para la
la Ley 4/1989 de Conservación de los
Protección del Medio Ambiente) y
Espacios Naturales y la Fauna y la Flora
Castilla – León (Ley 8/1991, de 10 de
Silvestre. Sin embargo, en los espacios
mayo, de Espacios Naturales).
naturales en régimen de protección
En el caso de Galicia, no existe nin- general se podrán seguir llevando a
guna legislación que implique explícita- cabo de manera ordenada los usos y
mente la protección y conservación de actividades tradicionales, requiriéndose
los humedales y más concretamente las para el resto informe preceptivo y vin-
turberas, quedando estos ecosistemas culante de la Consellería de Agricultura.
al amparo exclusivo del cumplimiento En el caso de tratarse de un espacio
de la trasposición autonómica de las para el que esté en tramitación su inclu-
leyes estatales y europeas con carácter sión en el registro, podrá aplicársele el

219
régimen de protección propio de los tal con la utilización racional y explota-
registrados durante un período de un ción de los recursos naturales y la acti-
año prorrogable a otro. vidad industrial.

En el Registro General de Espacios A tal efecto, esta Ley considera que


Naturales se incluirán, asimismo, las son elementos que tienen que proteger-
zonas de protección especial para las se: el medio natural constituido por la
aves silvestres declaradas según la población, la fauna, la flora, la diversi-
Directiva (CEE) 409/1979 y las que se dad genética, el suelo, el subsuelo, el
declaren en cumplimiento de acuerdos o agua, el aire, el clima y el paisaje, así
convenios internacionales asumidos y como la interrelación entre los elemen-
ratificados por el Estado Español en tos antes mencionados, los recursos
materia de conservación de la naturaleza. naturales y culturales, incluido el patri-
Esta norma, adolece de una fuerte monio arquitectónico y arqueológico, en
limitación, ya que la inclusión en el cuanto pueden ser objeto de contamina-
registro o la declaración de un hábitat ción y deterioro por causas ambienta-
como Espacio Natural en Régimen de les. Con este fin, propone como herra-
Protección General, no asegura su mienta útil la realización de registros,
inmunidad ante actividades agresivas catálogos e inventarios que redactará y
contra su integridad siempre y cuando mantendrá permanentemente actualiza-
se trate de usos tradicionales. dos la administración autonómica, reco-
giendo los distintos espacios, sectores
En consonancia con este decreto, la
ambientales y ecosistemas que haya
Ley 1/1995, de Protección Ambiental
que proteger, como fase previa a una
declara en su Título primero que su
catalogación de los mismos, que los
objetivo es el establecimiento de las
dotará de un estatuto jurídico de pro-
normas que, en el ámbito de la compe-
tección adecuado.
tencia de la Comunidad Autónoma, con-
figuren el sistema de defensa, protec- En relación con esta normativa, cum-
ción, conservación y restauración, en su pliendo con sus preceptos y aplicando
caso, del medio ambiente en Galicia y la jurisprudencia estatal y europea de
aseguran una utilización racional de los rango básico, la Orden de 28 de octubre
recursos naturales. Los principios que la de 1999 declara provisionalmente las
inspiran están claramente impregnados zonas propuestas para su inclusión en
de una filosofía posibilista en la que se la Red Europea Natura 2000, como
busca esencialmente la compatibiliza- Espacios Naturales en Régimen de
ción de la protección y calidad ambien- Protección Especial, y el 11 de marzo

220
del 2000 el Consello de la Xunta de importante de humedales y por primera
Galicia acuerda aprobar una relación de vez se incorporan áreas de especial
lugares como de importancia comunita- importancia para la conservación de los
ria y proponerlos para su inclusión en ecosistemas de turberas de Galicia.
dicha Red, otorgándoles provisional- Nuevamente, en su art. 3.1, se indica
mente el estatus de espacios naturales que en estos espacios se podrán seguir
en régimen de protección general. Entre llevando a cabo de forma ordenada los
estos espacios se incluyen un número usos y actividades tradicionales.

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