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Colegio Alemán de Santiago

Dep. Lenguaje y Comunicación

Reprimidas por la sociedad

Nombre del alumno: Maike Siegel


Nombre del Profesor: Valeria Villablanca
Curso: IIIºD

9 Mayo 2010
Desde el principio de la humanidad, las tareas a realizar para lograr la
subsistencia se han repartido entre hombres y mujeres. Los grupos
humanos primitivos se organizaban de manera natural, de acuerdo a
la contextura física, fuerza y habilidades, dejando a la mujer las
habilidades manuales, el cuidado de la tierra y de los niños; mientras
que a los hombres se les asignó la caza y la responsabilidad por la
seguridad de los miembros del clan. Posteriormente, cuando se
originaron las ciudades, la mujer se limitó al cuidado de los hijos,
tareas domésticas y artes manuales. Este proceso fue evolucionando
y trazando roles característicos para cada género. En siglos
posteriores, este proceso natural fue creando una cultura de roles
rígidos, sostenidos por la religión y por lo tanto, difíciles de
trascender. La educación y participación en el poder civil se mantuvo
reservada para los hombres. Recién en el siglo XIX y a partir de la
primera guerra mundial, la mujer comienza a incorporarse a la
educación universitaria y a participar en áreas laborales específicas,
pero esto no era lo considerado normal, ya que las expectativas para
el género era que se casaran, tuvieran hijos y cuidaran del hogar. Acá
nos podemos detener a observar que ya no se trata de un reparto de
tareas según las habilidades de cada género y como forma de
garantizar una buena subsistencia, sino que se fueron formando
estándares de conducta para cada género.
De esta forma comienzan a nacer conceptos para definir un posible
posicionamiento inferior de la mujer en la sociedad, el cual
conocemos hasta el día de hoy como “machismo”. Según la Real
Academia Española, el machismo se define como la “actitud de
prepotencia de los varones respecto de las mujeres”, pero para
efectos de este ensayo, debemos aclarar que el machismo no es
necesariamente ejercido por el género masculino, sino que también
podría ser ejercido por la sociedad o por las mismas mujeres. Cabe
entonces preguntarnos: ¿Estos rasgos de la sociedad machista han
sido erradicados, o persisten hasta el día de hoy? Hay quienes
afirman que hoy en día se reconocen los derechos de las mujeres en
todos los países civilizados, y que las mujeres tienen el mismo
protagonismo en la sociedad y la familia que los hombres, por lo que
estos roles que se originan en la Antigüedad habrían sido erradicados.
Sin embargo, hay corrientes feministas que hasta el día de hoy luchan
por la igualdad y derechos de la mujer, afirmando que el machismo se
encuentra arraigado en nuestra sociedad. Pretendo comprobarles
esto, remarcando una serie de acciones y actitudes presentes en
nuestra sociedad actual, que denotan que el machismo sigue siendo
parte de nuestra cultura. Con respecto a este tema, hemos leído y
haremos mención al libro Como agua para chocolate, de Laura
Esquivel, que retrata la sociedad mexicana del siglo XX, y relata la
historia de una familia de tres hermanas, bajo el mando de la madre,
la cual posee un carácter fuerte y muy conservador, y enviudó muy
joven. Tita, la hija menor, es obligada a continuar con la tradición de
dedicarse al cuidado de su madre, dejando de lado el matrimonio y
sus propios sueños. Esta novela nos muestra rasgos claramente
machistas de aquella época, dándonos la posibilidad de establecer
analogías con nuestra sociedad en la actualidad.

En primer lugar, podemos decir que desde la Antigüedad hasta hoy,


se ha considerado al hombre como el centro de la sociedad. Si
hacemos un breve recuento histórico, podemos ver que las mujeres
siempre se han visto relegadas a un segundo plano, encontrando el
origen de esto en algo tan antiguo como la religión. Según la Iglesia
Católica, el hecho de que el Hijo de Dios se haya presentado en su
forma humana como un hombre, representa un hecho importante
para la sociedad patriarcal, hecho que no debe ser obviado. Si
avanzamos un poco más en la historia, podemos encontrar claros
ejemplos de este posicionamiento protagónico del hombre en nuestra
sociedad colonial. Jorge Larraín hace mención a esto en su texto
Identidad Chilena, explicando: “(…) estaba claramente regida por un
sistema patriarcal que considera a los hombres como centro de la
sociedad y por lo tanto les confiere casi todo el orden político,
económico y social”. Asimismo, este orden de la sociedad se puede
ver manifestado actualmente, ya que los hombres siguen ocupando la
mayor parte de los cargos administrativos y políticos más influyentes.
Por la contraparte, hay quienes aseguran que actualmente las
mujeres ocupan la misma posición dentro de la sociedad que los
hombres, constatando que “los países de occidente han mejorado el
status social de las mujeres a través de campañas contra los códigos
sociales y legales discriminatorios”, dándoles así las herramientas a
las mujeres para igualar la posición social de los hombres en cuanto a
estudios, puestos de trabajo y puestos políticos de alto nivel, así
como en todos los ámbitos de la cultura.
A pesar de lo mencionado anteriormente, es incuestionable que la
mujer siempre ha estado en la periferia de un círculo social, cuyo
centro es el hombre. Cabe hacer mención al libro Como agua para
chocolate, en donde se aludía a la Revolución que estaba tomando
lugar en México, lo cual era un hecho muy relevante para la época.
Este evento había tenía un puesto de consideración dentro de la
sociedad, y en el momento que intervino con la historia narrada en el
libro, nos pudimos dar cuenta de que era llevada a cabo en su
totalidad por hombres. Hasta el momento no se había considerado la
posibilidad de que una mujer pudiese tomar parte de ella. ¿Qué pasa
con esta mentalidad en la actualidad? Sin duda sigue estando
presente, ya que la mujer se ha visto imposibilitaba en muchas
ocasiones, tales como en el campo laboral y la familia, a ser
considerada como un “otro” autónomo del hombre, sino que se ha
mantenido bajo la sombra de una sociedad cuyo centro sigue siendo
el varón, tal como se constata en el texto Un apunte sobre el
feminismo ilustrado (2010).

En segundo lugar, cabe mencionar que siguen existiendo los roles de


género y los estereotipos de lo que es “femenino” y “masculino” y
rigen nuestra sociedad actual, impidiendo a la mujer ser considerada
apta para lo que un hombre es capaz. Dado a la repartición de tareas
entre hombre y mujeres en la Antigüedad, que hemos explicado
anteriormente, se fue dando paso a una rígida estandarización de los
géneros. Con esto quiero decir que en vez de determinar los atributos
peculiares de las mujeres para distinguirlas de los hombres, se ha
dado paso a establecer rígidas normas de conducta, y estereotipos
casi imposibles de romper. Así se impide que se expresen libremente
las habilidades y o características de cada mujer, independientes de
su género femenino. Esta mentalidad es defendida, por una parte, por
la Iglesia Católica, que hace mención a que “el obscurecerse de la
diferencia o dualidades los sexos produciría enormes
consecuencias”1, y por otra parte, por todas las personas que
condicionan a niños y niñas desde pequeños; como por ejemplo el
hecho de que a los niños se le regalen autitos y juegos relacionados
con la guerra, y a las niñas muñecas e implementos de cocina. ¿Qué
efecto produce esto en los niños? Irremediablemente, ellos mismos
van condicionando sus gustos y su carácter a los roles de género ya
establecidos, sin darles oportunidades a las mujeres del futuro de
tener una visión más amplia de su condición y las herramientas para
romper con los estándares de “femenino” y “masculino”.
En oposición a esto, hay quienes afirman que la sociedad no
discrimina entre lo que debería ser hecho por un hombre o una mujer,
contando con plena libertad cultural para desarrollarse como uno
desee. Podríamos encontrar un ejemplo de esto si nos remontamos a
la época de la Primera Guerra Mundial, en la cual, debido a la
ausencia de hombres, las mujeres ocuparon los mismos puestos de
trabajo que sus maridos y se hicieron cargo del mantenimiento del
hogar2, lo que es considerado como un rol masculino, habiendo
entonces roto con los roles de géneros establecidos hasta aquel
momento.
Sin embargo, si nos detenemos a analizar sucesos como estos, en los
que las mujeres de cierta época han intentado trascender los
estereotipos y modelos que se consideran como propios de una
1
El papel del hombre y la mujer en la sociedad actual, Iglesia Católica, 2004
2
Machismo y feminismo, Rincón del Vago
mujer, para demostrar su igualdad de roles, se ha catalogado a
aquellas mujeres como que están cumpliendo el rol masculino,
haciendo una diferenciación de género; por lo que podemos apreciar
que los estereotipos no han desaparecido. Un ejemplo concreto de
esto se da cuando una mujer trabaja y mantiene a su familia; se dice
que está cumpliendo el rol del hombre y es visto como una excepción
a la regla. Asimismo hay que añadir el caso que se muestra en Como
agua para chocolate, en el cual el hombre que maneja el rancho
muere, y la mujer viuda debe cuidar y liderar el rancho en la ausencia
de su marido, mencionando que está cumpliendo el rol del hombre, o
que “es el hombre del hogar”.

Como último punto a señalar, y retomando lo mencionado


anteriormente, me gustaría remarcar que otro aspecto del machismo
en nuestra sociedad se puede apreciar en que la sociedad presiona a
la mujer a actuar en base a una serie de características provenientes
de los estereotipos, las cuales si no se cumplen, la mujer es
socialmente castigada y/o culpada. Lo que quiere decir que si la
mujer lograra traspasar los estereotipos y estándares culturales que
le son impuestos, aun así habrían consecuencias sociales de por
medio, lo que se traduciría en una actitud de reproche y menosprecio
hacia la mujer por “no estar cumpliendo su rol”. Carmen García Ribas
hace una clara mención a este tema, afirmando lo siguiente: “Bien
sea por disposición genética y hormonal, bien por imposición cultural,
bien por una mezcla de ambos factores la mujer despliega su
existencia en base a una serie de características: complacer al varón,
entrega a los demás –niños, mujeres y hombres- y arrastrar un
sentimiento de culpa y miedo cuando pretende hacerse oír.” Concluye
diciendo que esto se traduce finalmente a un “miedo a ser”, por lo
que las mujeres se estarían limitando a simplemente sobrevivir en la
sociedad.3

3
Cita extraída del texto Apunte sobre feminismo ilustrado, 2010 ; el cual se cita a
Carmen García Ribas (Miedo a ser, las imposturas de la feminidad, Alienta Editorial,
2008)
Como opinión contraria se podría declarar que en nuestra sociedad
las mujeres no estarían determinadas ni presionadas a comportarse
según características estipuladas, y que las mujeres no se sentirían
presionadas por la sociedad; aludiendo a que desde mediados del
siglo XXI y con la implementación de nuevas legislaciones y avances
tecnológicos como los métodos de control de natalidad, ayuda estatal
para el cuidado de los niños, legislaciones para condiciones y salarios
igualitarios entre hombres y mujeres, se demostraría que las mujeres
cuentan con plena libertad para desarrollarse sin presiones ni
imposiciones judiciales, sociales o culturales.
Sin embargo, cuando analizamos nuestra cultura y mentalidad de
forma más detenida, podemos apreciar que la imposición de la
sociedad es transmitida como rasgo cultural a través de las
generaciones y las mujeres se sienten culpables al querer o intentar
desligarse de su modelo impuesto. Para demostrar la validez de este
punto, estableceremos una analogía entre Tita, personaje principal
del libro Como agua para chocolate, y las mujeres actuales. Según
escribe Laura Esquivel, existía la tradición de que la hija menor debía
desistir al matrimonio y a realizar su vida independiente, para
dedicarse al cuidado de su madre hasta que esta falleciera. Sin
embargo, Tita no estaba de acuerdo con esta tradición e intenta
protestar en contra de ella, y demuestra a lo largo del libro que ella
no desea dejar su vida y sus sueños de lado; y simplemente por esa
mentalidad de protesta es castigada y reprochada durante toda su
vida, hasta que su madre muere. Ahora situémonos en la actualidad,
a simple vista puede que afirmemos que tales tradiciones han
desaparecido, pero si nos detenemos ante algunos casos, nos
daremos cuenta que es un rasgo que prevalece en nuestra sociedad.
¿Qué pasa con aquellas madres que deciden abrirse paso al campo
laboral y dejar la educación y crianza de sus hijos en manos de otras
personas? Puede que a simple vista sean aplaudidas, pero lo que en
realidad ocurre es que en numerables ocasiones son reprochadas por
no encargarse de sus hijos, por preferir el trabajo antes de la familia,
o hasta por abandonar a sus hijos, ya que lo que se le impone a la
mujer es el cuidado de la familia. ¿Podemos llamar a esto una
mentalidad liberal y sin imposiciones? Claramente nuestra cultura no
ha llegado a tal punto de evolución.

A fin de cuentas, se pueden observar una serie de acciones y


características de nuestra sociedad que demuestran que el machismo
aún se encuentra arraigado en nuestra cultura. Podemos constatar el
hecho de que el hombre sigue ocupando el centro de nuestra
sociedad en hechos tan simples como que la gran mayoría de los
puestos de trabajo de mayor importancia e influencia social se
encuentran ocupados por hombres, característica que ha perdurado
desde culturas primitivas, las cuales se regían según un modelo
patriarcal. Eso impediría que se vea a la mujer como un modelo de
liderazgo en el ámbito social, y por mucho que las nuevas
generaciones de mujeres estén comenzando a hacerse presente en el
ámbito laboral y social, deberán luchar con esta mentalidad que tiene
al hombre como símbolo de la cabeza de la sociedad.
Además de esto, vemos que todavía se sigue hablando de lo “que una
mujer debe hacer, las tareas de una mujer, las obligaciones de una
mujer”, demostrándonos que estamos lejos de haber demolido los
estereotipos y roles de género que tienen su origen en sociedades
antiguas. ¿No sería beneficioso para ambos géneros que estos
modelos tan enraizados en nuestra cultura comenzaran a mezclarse,
dando la posibilidad a cada quien para desarrollarse libremente según
sus propias habilidades? Para esto deberíamos poner énfasis en una
educación abierta y libre de condicionamientos para evitar el traspaso
de estos modelos tan rígidos, y así darles las herramientas a las
mujeres de insertarse plenamente en la sociedad.
Por último y si analizamos con más detención, podemos reconocer un
rasgo en común entre las mujeres de la sociedad occidental, y se
trata de la presión de cumplir con lo que se les es impuesto, y el
sentimiento de culpa si no se cumple con esto; demostrándonos que
no vivimos en una sociedad que permita a las mujeres actuar libre de
presiones.
Es importante recalcar, que con lo dicho anteriormente se quiere
llegar a una igualdad entre hombres y mujeres en el ámbito social y
cultural; dando las mismas posibilidades y libertades, tanto a
hombres como a mujeres, de desarrollarse según sus propias
características y habilidades. No debemos caer en el error de pensar
que la forma de eliminar el machismo sería que las mujeres actuaran
y se desenvolvieran igual que los hombres, ya que eso sería una
negación la femineidad y a la diversidad. Lo óptimo es que cada
individuo se rija según su género, capacidades, habilidades, fortalezas
y gustos para desenvolverse en una sociedad, sin la necesidad de
cumplir con roles preestablecidos; y reconocer que la riqueza se
encuentra en la heterogeneidad.
Con esto quiero dejar claro que el objetivo de este ensayo no es caer
en el feminismo radical, ya que si se lleva el discurso al extremo,
crearemos dos géneros antagónicos, lo que haría de la guerra de los
sexos un enfrentamiento perpetuo. Es por esto que debemos
colaborar en la creación de una humanidad que logre la coexistencia
pacífica y armónica, y que una al hombre y a la mujer en vez de
convertirlos en enemigos, pero con iguales oportunidades y derechos
para ambos.
Bibliografía

ESQUIVEL, Laura. Como agua para chocolate. Editorial Grijalbo


Mondadori, 8ª ed, Barcelona, 1998.

LARRAÍN, Jorge, Identidad chilena, Santiago, Editorial LOM (primera


edición), 2001

Internet

Rincón del Vago, Machismo y feminismo, consultado en marzo de


2010, (http://apuntes.rincondelvago.com/machismo-y-
feminismo.html)

Iglesia Católica, El papel del hombre y la mujer en la sociedad actual,


consultado el 24 de marzo de 2010,
(http://www.elcentinelacatolico.org/node/123)

Blog anónimo, Un apunte sobre el feminismo ilustrado, actualizado el


28 de febrero de 2010, (http://valdeperrillos.com/blogs/alv/apunte-
sobre-feminismo-ilustrado-5)

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