Impactos sociales de la revolución
Industrial
"La sociedad escoge sus propios muertos y subalimentados"
Breve introito.
A fines del siglo XVIII se inició en Inglaterra
un proceso que ha recibido el nombre de
“Revolución Industrial”. Tuvo carácter revolucionario
en cuanto a que implicó cambios profundos y
radicales en las industrias. Además, generó
enormes transformaciones sociales; mas, esta
revolución no consistió en un acto único, sino que
ha sido un proceso continuo, que se ha prolongado
hasta el día de hoy y que sigue revolucionando
nuestra forma de vida. Este proceso no quedo
limitado a la industria, sino que afecto la vida de
todas las personas: las condiciones económicas y
las instituciones políticas, las estructuras sociales,
la vida de familia, los hábitos y las costumbres.
Los tintes más dramáticos de la revolución
industrial, aparecen cuando tratamos de observar
las dos caras de la moneda de la etapa de la
industrialización en Europa y Estados Unidos,
durante el siglo XIX: La terrible contradicción entre
acumulación de capital y nivel de vida gracias a los
regímenes, ritmos, las deplorables condiciones de
trabajo y la inhumana sobreexplotación de los
niños. La otra cara de la moneda fueron Charles
Dickens, Víctor Hugo o Emilio Zolá, representantes
de los sueños triunfalistas de la gran burguesía,
opulenta y confiada. Ante todo esto, apareció una
nueva faceta, otra cara en una moneda imposible,
mohosa por un lado y ensangrentada por otro: La
progresiva toma de conciencia de las clases
explotadas, las primeras luchas sindicales, los
primeros llamamientos a la emancipación, los
(Jean Paul Sartre)
primeros manifiestos que brotaron de los bajos
fondos y las primeras imprentas clandestinas.
El origen de todo mal
Breve historia del capitalismo
Todo empezó durante el feudalismo, en la
Europa central del Siglo XV. Cuando existían
terratenientes, que prestaban sus tierras a cambio
de tributos tales como, entre otras cosas, las
cosechas que se obtenía de la tierra de los señores
feudales, por lo que ellos no trabajaban. Además de
esto, estaban muy condicionados y sometidos por
la Iglesia Caótica, la cual abalaba todos los abusos
cometidos por el señor feudal (Tales como dormir
durante la noche de bodas con las doncellas de su
feudo que se desposaban), por lo que les era
imposible protestar a esa opresión.
En esa época tuvieron un enorme auge los
mercaderes. Ellos llevaban mercancías y objetos de
lejanas tierras a los terratenientes, que les pagaban
con especies de valor. Gracias a estos
Intercambios desiguales los mercaderes
terminaban ganando más. Como ya lo notamos,
con los mercaderes empezamos lo que hoy se
denomina “capital”, ya que conseguían productos a
bajos precios y los cambiaban por productos de
mejor calidad, por ello sus ganancias eran mayores
cada vez. Este fue el principio del “capitalismo”.
1
Las nuevas técnicas
Durante muchos milenios de años, el
hombre había tenido que hacer todo tipo de trabajo
a mano y solo había dispuesto de algunas
herramientas manuales como el martillo, el
serrucho, la aguja y el cincel, entre otros; pero de
los numerosos inventos que se hicieron a fines del
siglo XVIII, el mas revolucionario fue la maquina a
vapor en el año 1768 por el escocés James Watt
capas de entregar un servicio útil.
Como consecuencia de los nuevos medios
técnicos, las distancias se acortaron y todos los
puntos del planeta quedaron comunicados
directamente por primera vez en la historia el
hombre, ya no dependía de la fuerza natural, sino
que dependía de una máquina capaz de engendrar
energía que podía utilizar en cualquier lugar y que
le permitió hacer funcionar otras maquinas.
La máquina de vapor muy pronto encontró
las más variadas aplicaciones: en la industria de
hilado y tejidos y en las plantas siderúrgicas y en
las minas en los molinos y en las refinerías.
Con la industrialización emergieron la
nuevas fuente de energía y las innovaciones en el
ámbito técnico: El alemán Siemeus construyo el
primer motor eléctrico-dinamo-; La ampolleta
eléctrica de Edison que revolucionó la forma de
iluminación y permitió convertir casi literalmente la
noche en día; En 1885 Daimler y Benz inventaron el
motor a explosión; y el desarrollo de nuevas fuentes
de energía aparentemente ilimitada para poder
emprender cualquier trabajo.
El auge de la industria fue tan avasallador
que terminó arrastrando a todas las otras capas de
la sociedad, una verdadera revolución, que no es
comparable con nada (salvo, quizás, con la
“revolución verde”, que tuvo lugar cuando los seres
humanos lograron domesticar las plantas y fueron
capaces de producir sus propios alimentos, cosa
que ningún otro ser vivo parecía capaz de hacer).
El capitalismo estaba allí, dando vuelta las islas de
los ingleses, y luego, cualquier rincón del planeta,
permitiendo que experimentásemos umbrales de
desarrollo hasta entonces desconocidos.
Paralelamente, en la segunda mitad del
siglo XVIII se produjeron nuevos métodos de
explotación agrícola, comenzaron a desarrollarse
en Inglaterra nuevos métodos de cultivo, se
descubrió que no todas las plantas extraían del
suelo las mismas sustancias y que ciertos cultivos
enriquecían la tierra. Se mejoraron los sistemas de
drenaje y riego. Se aumentó el rendimiento
mediante el uso sistemático de abonos (Desde
Chile se importaba el salitre). La formación de
praderas artificiales a base de trébol y alfalfa y el
almacenamiento de forraje y la crianza de mejores
razas permitieron aumentar la producción de carne
y leche. Los nuevos medios de transporte
permitieron unir el campo con los centros urbanos
en un periodo de tiempo inimaginablemente más
breve. La revolución de la agricultura por las
técnicas y las ciencias se tradujo en un aumento
extraordinario de la población; por primera vez en la
historia de la humanidad había medios que
permitiesen a la humanidad triunfar sobre el
hambre. Sin embargo, la modernización de la
agricultura quedaría limitada, hasta la actualidad, a
ciertos países, de modo que en gran parte del
mundo la alimentación seguiría siendo insuficiente
y el hambre seguirá siendo el flagelo para una gran
parte del género humano.
Nunca el mundo había conocido tantos
progresos y tantas innovaciones científicas,
tecnológicas, políticas, sociales, culturales y
económicas. Pero, a la vez, nunca sectores
sociales tan vastos habían sido condenados a vivir
tantas miserias y descalabros. De esta manera, el
viejo orden fue destrozado en unas pocas décadas
y, sobre sus cenizas, se comenzó a levantar uno
enteramente nuevo, cuyo rostro nos resulta familiar,
pues corresponde a la realidad que vivimos hoy, a
los valores y pautas de organización social que nos
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rigen y en los que creemos (o por lo menos, son en
los cuales nos enseñan a creer en la escuela).
La nueva formas de organización
social bajo la economía
capitalista
Todavía hacia 1750 la inmensa mayoría de
la población producía sus propio alimento y la industria domestica: un empresario
confeccionaba sus instrumentos, pero debido a la
revolución agrícola, el nuevo orden despojó a los
europeos de los medios tradicionales de
subsistencia de los cuales disponían en el mundo
pre moderno, conduciéndolos a la diáspora,
forzándolos a abandonar sus tierras y a
protagonizar el mayor proceso de traslado de
grupos humanos que se conociera desde que el
hombre abandonó la vida trashumante de los
pueblos cazadores. Los pequeños agricultores,
artesanos y pequeños empresarios de todos los
tipos no pudieron competir con las empresas
modernas, que usaban intensivamente el capital y
que tenían acceso a buenos canales de distribución
y a un crédito más barato. Quebraron en masa y
debieron convertirse en obreros asalariados. Miles
de miles de campesinos dejaron sus tierras
agrícolas y se transformaron en obreros de las
ciudades inglesas, como Manchester, la primera en
ciudad netamente industrial, cuyas largas
chimeneas lanzaban hollín sin restricción,
ennegreciendo las paredes de las precarias
viviendas instaladas en los barrios industriales con
el espeso hollín del carbón. Esta capa que
envenenaba los pulmones de los trabajadores era
tan espesa que a veces lograba bloquear el paso
de los rayos del sol.
La ciudad industrial aumentó su población
como consecuencia del crecimiento natural de sus
habitantes y por el arribo de este nuevo contingente
humano. Estas ciudades no estaban preparadas
para enfrentar una urbanización rápida: no había
servicios policiales, ni agua, ni servicios de
alcantarillado, ni servicios de recolección de la
basura. Las viviendas de estos primeros
trabajadores eran cuartos de una habitación, con
paredes frágiles, donde tenía que apretujarse una
familia que antes disfrutaba la amplitud de los
campos, pero no era cosa de llegar e irse, las
poblaciones obreras eran custodiadas por una
policía patronal, que era severa: podía torturar y
matar sin restricción.
Condiciones de trabajo
En algunas regiones se había generado
proporcionaba la materia prima al obrero que
trabajaba en casa empleando herramientas y
métodos artesanales. El empresario pagaba al
obrero por su trabajo, recogía el producto
elaborado (hilo, tela, cuchillos, etc) y los vendía
con utilidad.
En el curso del siglo XVIII se genero la
manufactura: el proceso de producción quedo
concentrado en una sala de trabajo donde se
reunían los obreros. Cada uno seguía trabajando
con métodos artesanales, pero era un obrero que
recibía un salario fijo por su trabajo. El edificio, los
instrumentó de trabajo y las materias primas
constituían el capital que era propiedad del
empresario capitalista.
El proletariado
Reducir a esclavitud a la clase obrera y
organizar la vida de las fábricas, la disciplina y el
régimen de trabajo, según un esquema más
próximo al programa de vida de la cárcel que al del
taller, fue el criterio general del empresario
capitalista del siglo XIX, el cual no veía en el
trabajador ninguna inversión ni utilidad alguna, sino
un gasto, el cual -al igual que los otros gastos-,
debía ser minimizado.
Cuando, a principios del siglo, los
fabricantes ingleses acudieron al gobierno para
excusar el pago de impuestos debido a los
“elevados salarios” que demandaba el obrero,
williani Pitt -congresista- les contestó: “Coged a los
niños”. En un discurso en el Parlamento, William
Pitt les declaró textualmente:
“La experiencia nos ha demostrado lo que
puede producir el trabajo de los niños y las ventajas
que se pueden obtener empleandolos desde
pequeños en los trabajos que pueden hacer .... Si
3
alguien se tomase la molestia de calcular el valor
total de lo que ganan ahora los niños educados
según este metodo, se sorprenderán al considerar
la carga de la cual su trabajo —suficiente para
subvenir a su mantenimiento—l ibera al país, y lo
que sus esfuerzos laboriosos y las costumbres en
las que se les ha formado vienen a añadirse a la
riqueza nacional”.
A raíz de la explosión demográfica y el
enorme éxodo de la
gente del campo hacia
la ciudad, hubo un
gran número de
persona que buscaba
trabajo. Como
consecuencia de la
gran oferta de mano
de obra, los salarios
bajaron de tal manera
que una familia solo
se podía mantener
solo si trabajaba la
mujer y los niños. Por lo tanto, se da a entender
que estas familias no contaban con más riqueza
que sus hijos, su prole, de ahí que a estos grupos
marginados se les denominase “Proletarios” o
“Proletariado”, puesto que su única riqueza eran
sus hijos; pero ello hizo a la vez aumentar la mano
de obra. Esto se vio agravado por la mentalidad de
la época, que consideraba que el trabajo humano
no era distinto del de una máquina o un animal, es
decir, que estaba totalmente regulado por la ley de
la oferta y la demanda. Esto a demás de hacerlos
caer en la categoría de pobres, hiso que se
convirtiesen en pobres de un nuevo tipo: Pobres
atrapados en un horizonte de alienación como el
descrito, en una prisión más infernal que las que
había sido capaz de imaginar Dante.
La burgesía industrial
La revolución industrial implico una
revolución social. La nobleza que ya había perdido
su poder político en los tiempos del absolutismo,
perdió también su poder económico. Como clases
sociales más importante surgió la burguesía que
era dueña de las fábricas, minas y medio de
transporte, de los sitios urbanos y capital financiero.
Contrariamente al proletariado, los grandes
empresarios burgueses fueron fortaleciendo su
poder, tanto económico como social, consolidando
así el sistema capitalista, caracterizado por la
propiedad privada de los medios de producción y la
regularización de los precios por el mercado, de
acuerdo por la oferta y la demanda. Los
empresarios obtenían grandes riquezas, no sólo
vendiendo y compitiendo, sino que además
pagando bajos precios por la fuerza de trabajo
aportada por los obreros. Esto igualmente se vio
facilitado por la política que practicaron algunas
familias nobles empobrecidas de realizar enlaces
matrimoniales con otras parentelas de empresarios
y comerciantes adinerados, de manera que las
primeras aumentaban su capacidad económica y
las segundas conseguían aumentar su poder.
Movimientos obreros e ideas
socialistas
“-Si no me ayudas, incendiaré el bosque –prosiguió la
niña pobre.
Finalmente el señor detrás del escritorio se levantó,
pero la niña ya había encendido una cerilla y la había acercado
a unas pajas secas, que empezaron a arder instantáneamente.
El hombre rico levantó los brazos.
-¡Socorro! –Gritó- ¡El gallo rojo está cantando!”
El mundo de Sofía.
De entre todos los que criticaban el sistema
imperante en aquella época, existía un grupo con
de ideas completamente que querían construir un
mundo un poco mejor para este nuevo tipo de
trabajador (muy distinto a los pobres de siempre,
que vivían con limitaciones, pero sin ‘alienación’, sin
total desarraigo).
Frente a la difícil situación social que creó la
revolución industrial en sus comienzos, se
generaron reacciones que buscaban aliviar los
conflictos entre trabajo y capital y la explotación de
que eran víctimas los obreros. En primera instancia
aparecieron los movimientos obreros, que
abogaban por la lucha de clases y, casi
paralelamente, apareció el llamado ‘socialismo
utópico’. Unos y otros estaban fuertemente ligados.
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La situación de los trabajadores ingleses es un
buen ejemplo de lo que ocurría en toda Europa.
Socialismo, Comunismo y Anarquismo
Hacia fines del siglo XIX, la revolución
industrial dejaba sus huellas en la sociedad: el
capitalismo en crisis y las masas obreras sumidas
en la miseria. La consecuencia ideológica de este
contexto, se tradujo en la rápida difusión de
corrientes de pensamiento tales como el socialismo
y el anarquismo. El movimiento obrero, en efecto,
se identificaría con tales tendencias. Pero en esta
oportunidad nos interesa establecer algunas
diferencias históricas e ideológicas en estos tres
conceptos.
Los obreros no sabían a quién atribuir la
precariedad de sus circunstancias laborales y
sociales, pero en las primeras décadas del siglo
XIX fueron adquiriendo conciencia de su
desfavorable situación al ser explotados-ya que
trabajaban quince horas, había insalubridad en
el ambiente, en las fábricas y en las viviendas, el
trabajo era compartido con las mujeres y los niños,
sumado a que con el transcurso del tiempo, la
reducción del salario era cada vez mayor- y
buscando alternativas a la explotación a que
estaban sometidos. En una primera etapa de
organización obrera en el siglo anterior, su lucha se
había dirigido a lograr la prohibición de las
máquinas por parte del Estado porque ellas
ocasionaban desempleo. Con tal fin, y para que fijar
un salario mínimo, recurrieron al Parlamento inglés.
Éste, compuesto por latifundistas y representantes
de la burguesía, no prestó atención a las peticiones.
La clase obrera no obtuvo beneficios en la
industrial sino...
"Mas patatas, pocas prendas de vestir
de algodón para su familia, jabón, un poco de té
y azúcar”.
Como esta vía no dio resultados, sobrevino
el ‘ludismo’, segunda etapa caracterizada por la
destrucción de las máquinas, que tomó su nombre
de uno de sus más importantes inspiradores y
participantes, Nod Ludd. Este movimiento, que
provenía de las últimas décadas del siglo XVIII,
alcanzó su momento más importante entre 1811 y
1816. El gobierno inglés condenó a muerte a
quienes participaron en la destrucción de las
máquinas, llegando incluso a utilizar al ejército para
detener las grandes oleadas de obreros que se
enfrentaba a los patrones.
Paralelamente al ludismo apareció una
nueva modalidad de resistencia obrera, tercera
etapa del movimiento: las primeras organizaciones
y asociaciones de carácter social, las cuales
recibieron nombres como clubes de obreros y cajas
de ayuda mutua. Los primeros intentos venían
desde los comienzos de la revolución industrial y
contemplaban la huelga como medio de lucha. La
reacción del gobierno inglés fue igualmente
represiva: por medio de leyes prohibió las huelgas,
que eran dispersadas violentamente, las
agrupaciones y los sindicatos, e impuso severas
penas que podían llegar hasta la horca.
Esas leyes se mantuvieron hasta 1824 y al
ser levantadas dieron paso a un gran movimiento
de conformación do los sindicatos llamados trade
unions. Éstos tuvieron fuerza durante la década de
1830 y ejercieron tal presión sobre el Parlamento
que éste tuvo que aceptar una serie de reformas y
promulgar leyes que permitían a los obreros
defenderse frente a la arbitrariedad de los patrones.
A pesar de todo, los resultados fueron muy pobres.
El socialismo utópico
Aunque en Inglaterra, en 1802, se
prohibieron los horarios que excedieran las 12
horas, y en 1819 el trabajo de niños menores de 10
años, solamente a mediados del siglo los gobiernos
publicaron las primeras leyes sociales favorables a
los obreros. Estas disposiciones fueron resultado
de la presión de algunos intelectuales cuyos
escritos despertaron un sentimiento humanitario, y
de los movimientos organizados de los
trabajadores. Las primeras fueron las diversas
corrientes del "socialismo utópico"
Las ideas llamadas socialistas, que
buscaban la igualdad de condiciones para todos los
hombres, no eran nuevas para entonces. Su origen
se remontaba al mundo griego, especialmente la
obra de Platón, y a autores del siglo XV que
plantearon teóricamente esa posibilidad como
Tomas Moro en La utopía y Tomás de Campanela
5
en La ciudad del sol, entre otros. Muchas de tales
ideas fueron retomadas por la ilustración.
Las duras condiciones de la revolución
industrial y la gran injusticia social que generó
estimularon una nueva forma de pensamiento
igualitario: el socialismo utópico, llamado así por su
romanticismo e idealismo. Concebía, una sociedad
perfecta y la creación del reino de la felicidad, del
cual debían participar todos los hombres sin
excepción. El socialismo utópico tuvo así un
marcado carácter moralista y ético.
Uno de sus principales representantes fue
robert Owen (1771-1858), una excepción para su
época. Rico empresario, dueño de fábricas, creía
en la bondad natural del hombre y que en él influía
el medio ambiente. Por eso se dedicó a mejorar las
condiciones de vida y de trabajo de sus obreros,
creó escuelas y sistemas de salubridad, disminuyó
el consumo de alcohol, moderó el trabajo infantil y
mantuvo salarios altos. Como socialista utópico se
opuso radicalmente al individualismo, al que
consideró fuente del mal social. Con su fortuna
intentó hacer experimentos aún más radicales
teniendo en cuenta sus éxitos iniciales: creó
cooperativas, introdujo el trabajo social y fue el
padre de la legislación industrial.
Por otro lado, el francés Claude Henri,
conde de Saint – Simon (1760-1825), participante
en la guerra de independencia norteamericana,
pensaba que la nueva sociedad debía asentarse
sobre la industrialización y que sus dirigentes
debían ser científicos. Su tarea consistía en dirigir
la sociedad hacia un bien común, basado en el
derecho comunitario al trabajo, la propiedad, la
herencia, la libertad personal y el derecho a
competir.
Otros socialistas utópicos importantes
fueron Louis Blanc (1811-1882), que propuso
sustituir la industria privada por almacenes de
trabajo social a la manera de un socialismo de
Estado; Pierre – Joseph Proudhon (1809-1865),
para quien la propiedad era un robo, por lo que
proponía sociedades mutualistas basadas en la
libertad y la igualdad.
Por esta época también comenzaron a
tomar fuerza los ‘clubes de mujeres’ que
preconizaban la necesidad de rescatar los derechos
de la mujer. Se distinguieron en esta tarea Flora
Tristán, las hermanas Charlotte y Emily Bronte
(1816-1855,1818-1848), George Sund (Aurore
Dupin, 1804-1876) y otras que contaron con el
apoyo de los socialistas.
Comunismo: Un Fantasma recorre Europa
El período utópico finalizaría con los
aportes teóricos de Marx y Engels y su
transformación en movimiento político de masas a
partir del desarrollo del proletariado. El marxismo, o
socialismo científico, buscó comprender los hechos
sociales y económicos postulando como tesis
central que el socialismo nacería en el seno de la
sociedad capitalista dado que su desarrollo era
consecuencia espontánea de las contradicciones
mismas del proceso económico social.
En esta nueva fase, el objetivo sería la
conquista del poder por parte del proletariado
organizado en partidos y la instauración de un
nuevo Estado, la dictadura del proletariado,
concebida por Marx como la forma parlamentaria
del a Comuna de París, basada en el pluralismo
político, que realizaría la transformación socialista
de la sociedad. Según la concepción marxista, el
socialismo se corresponde a la primera etapa del
comunismo, en que sólo son de propiedad colectiva
los medios de producción y cada uno trabaja según
su capacidad o aptitud y recibe consume según su
trabajo. Durante la fase comunista, en cambio, esta
concepción sería modificada: cada uno recibirá
según sus necesidades.
“El manifiesto comunista”, distribuido en
París, Francia, durante 1848, fue un compendio de
las ideas de Marx y Engels. En él aparecen los
principios de la ideología marxista y los
fundamentos de su acción: materialismo histórico,
lucha de clases, organización internacional de los
obreros y opción deliberada por la revolución como
instrumento para conquistar el poder e implantar el
régimen comunista. En obras posteriores, Marx
completó la exposición de su programa socio-
político, pero el "Manifiesto", por su estilo
apasionado y su vibrante espíritu revolucionario, es
el escrito que mayor repercusión ha tenido entre los
sectores obreros de la época.
6
Postura social de la Iglesia Catolica ante la Anarquismo: Orden sin autoridad.
explotación obrera y el Marxismo.
El anarquismo es una doctrina social que
postula que toda autoridad política es innecesaria e
La doctrina católica no fue inmune a los incluso nociva. Cuestiona además otras formas de
problemas sociales ni tampoco al marxismo. autoridad como la jurídica y religiosa porque
En el año 1864, Pío IX condenó en su sostiene que una sociedad justa solo podría
Syllabus el lograrse a través de una abolición de la autoridad
que diera curso a la bondad innata del hombre para
materialismo histórico
cooperar solidariamente
y el marxismo. En
con los demás.
1891 apareció la
encíclica Rerum De esta forma,
Novarum del papa para la anarquía, es
León XIII, en la que se posible una forma utópica
rechazó el conflicto de de organización social que
clases sociales y excluye al Estado de modo
condenó el abuso de que este puede mantiene
los patrones. Con esta sin coacción. Se basa en
Papa León XIII las libertades individuales
Encíclica se inició la
Doctrina Social de la Iglesia, que recalcó el valor y y promueve la absoluta
libertad del individuo. El
dignidad del trabajo humano, el respeto a la
anarquismo fue postulado
propiedad privada y la necesidad de las por primera vez por W. Godwin y su obra
asociaciones de trabajadores. En 1931, esta continuada por Bakunin, Kroptkin, Malatestay otros.
doctrina se vio complementada con la encíclica
Cuadra gessimo Anno de Pío XI (que condena al En 1864, se organizó la "Primera
liberalismo económico y al comunismo); en el Internacional Obrera" para impulsar la lucha
concilio Vaticano II también se abordó el tema de revolucionaria en todos los países. Esta asociación
las relaciones capital-trabajo. no pudo mantener su unidad por la escisión que se
A continuación, un fragmento de Rerum produjo en 1872 debido a la corriente anarquista
que dirigía el ruso Bakunin.
Novarum: “Si el obrero presta a otros sus fuerzas a
su industria, las presta con el fin de alcanzar lo
El anarquismo deseaba suprimir el estado
necesario para vivir y sustentarse y por todo esto burgués liberal y capitalista; pero se oponía también
con el trabajo que de su parte pone, adquiere el a la instalación de un estado socialista. Propiciaba
derecho verdadero y perfecto, no solo para exigir la máxima libertad de acción, por lo cual
un salario, sino para hacer de este el uso que propugnaba la abstención política y la huelga para
quisiere”. combatir al capitalismo. La Segunda
Internacional, creada en 1889, no pudo superar el
Ya en épocas más tardías, cuando nada lo nacionalismo de los partidos socialistas que la
hacía prever, quebró el malicioso mutismo el Papa integraban e hizo crisis al estallar la guerra de
1914.
Juan Pablo II. Pronunció palabras notables. Dijo,
esencialmente, que si no había dudas sobre los
aspectos perversos e inhumanos del régimen
capitalista, había que establecer claramente que,
según su opinión, el socialismo como concepto Los triunfos del socialismo (A
general y no encarnado en régimen político-social manera de conclusión)
alguno) poseía un significado positivo: era la El marxismo y el pensamiento socialista,
aspiración humana a la justicia, y tal sentido en condujeron indudablemente a una sociedad mucho
nada se oponía a postulados semejantes del más humana y justa.
cristianismo.

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Mientras unos pocos vivían en la opulencia y los
demás gastaban su vida, surgío el embión del
socialismo. Todas las leyes laborales de hoy en día,
por poca cosa que parezcan (Turnos de 8 horas
diarias, pago de días feriados y de horas extras,
vacaciones, pago de mes por año, derecho a
sindicalizarse, etc.), no son sino frutos de años de
lucha de los pensadores y filósofos intelectuales
socialistas, que fueron gestados en esta oscura
época, época ennegrecida por el hollín de las
chimeneas de las industrias, ávidas de la sangre de
aquellos que no contaban con más riqueza que sus
vidas y la de sus hijos. De no haber sido por gente
como Marx y Owen, aún estaríamos en un
oscurantismo laboral de proporciones
inconmensurables, comparables solo al distopismo
social vivido durante los periodos más oscuros de la
baja edad media… y aún ésta comparación
quedaría corta.

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Fuentes
Bibliografía:
*Breve historia universal, Editorial
Universitaria. Santiago, 1989 – Ricardo
Krebs.

*El mundo de Sofía, ediciones siruela.

Madrid, 2009 – Jostein Gaardner

*Historia del trabajo social, editorial

xxxxxxx. País,año – autor

Referencias

Web:
www.elsigloxx.blogspot.com

www.monografías.com

http://industrial-revol.blogspot.com

http://www.robertexto.com/archivo3/clas
es_sociales.htm#revo

http://www.abelardoramos.com.ar

www.taringa.net

www.memoriaeduca.cl

www.wikipedia.es

http://filosofia.idoneos.com

Otras referencias

Ensayo: La base de la economía: “El

Proletariado”, Complejo Educacional
Juan Bosco, Cunco, 2003 – Héctor
Riquelme.1