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Cahiers des Amériques

latines
71  (2013)
Colombia, tierra de pelea: le(s) conflit(s) au cœur de la société

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Marie-Laure Guilland et Diana Ojeda


Indígenas “auténticos” y campesinos
“verdes”. Los imperativos identitarios
del turismo en Colombia
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Référence électronique
Marie-Laure Guilland et Diana Ojeda, « Indígenas “auténticos” y campesinos “verdes”. Los imperativos identitarios
del turismo en Colombia », Cahiers des Amériques latines [En ligne], 71 | 2013, mis en ligne le 01 janvier 2014,
consulté le 10 janvier 2014. URL : http://cal.revues.org/2689

Éditeur : Institut des hautes études de l'Amérique latine


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Document accessible en ligne sur : http://cal.revues.org/2689


Ce document est le fac-similé de l'édition papier.
© Cahiers des Amériques latines
Marie-Laure Guilland* et Diana Ojeda*

Indígenas “auténticos”
y campesinos “verdes”.
Los imperativos identitarios
del turismo en Colombia1

Introducción
De pasar a ser un país reconocido casi que exclusivamente por su compleja
situación socio-política y de violencia, Colombia ha empezado a verse cada vez
más como un destino turístico y de gran potencial patrimonial. En particular, los
últimos gobiernos de Álvaro Uribe (2002-2010) y de Juan Manuel Santos (2010-
2014) han implementado un conjunto de políticas encaminadas a la intensiva
promoción del turismo en el país. El principal objetivo de estas iniciativas ha sido
convertir el turismo en una herramienta central para las políticas de seguridad y de
desarrollo económico. A pesar de que es recientemente que el turismo ocupa un
lugar tan importante en las políticas públicas – desde la generación de empleo hasta
la construcción de paz –, esto obedece a orientaciones ya perfiladas por la constitu-
ción de 1991. Las racionalidades neoliberales [Dardot y Laval, 2010] detrás de este
proceso de promoción turística se combinan, no sin ambigüedad, con los impera-

* Institut des hautes études de l’Amérique latine, université Université Sorbonne Nouvelle - Paris 3,
** Departamento de Estudios Culturales, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia.
1. Este artículo está, en parte, basado en resultados de mi investigación doctoral (Escuela de
Geografía, Clark University) titulada “Producing Paradise: The Violent Geographies of Tourism in
Colombia”. Este trabajo contó con la generosa financiación de la Inter-American Foundation, la
Society of Woman Geographers y Clark University.

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tivos de conservación del medio ambiente y de protección cultural promovidos por
el multiculturalismo estatal característico de la constitución colombiana.
Estas racionalidades han contribuido entonces a que las pretensiones de desar-
rollar un mercado turístico en el país hayan reconfigurado las formas de control,
uso y acceso a los recursos. De este modo, resulta urgente estudiar las contradic-
ciones internas que revelan las dinámicas de turistificación en el país. Una de estas
contradicciones es precisamente la que abordamos en este artículo: cómo, a pesar
de que distintas iniciativas turísticas se avanzan en nombre de las comunidades
locales bajo una retórica ética de desarrollo sostenible y comunitario, son éstas las
que terminan pagando un alto precio en términos de cómo los proyectos turís-
ticos transforman sus formas de sustento hasta imponer nuevas identidades fácil-
mente consumibles dentro de la experiencia turística. En este artículo buscamos
entender cuáles son las negociaciones que deben hacer las distintas comunidades
locales frente a la implementación de proyectos de desarrollo turístico. Siguiendo
el caso de tres áreas entendidas como de gran patrimonio cultural o natural – la
Sierra Nevada de Santa Marta, el Parque Nacional Tayrona y Tierradentro –,
analizamos cómo las poblaciones indígenas y campesinas deben hacer impor-
tantes concesiones frente al mercado turístico con el fin de permanecer como
legítimas habitantes de sus propios territorios.
Antes de ahondar en estos casos específicos, abordaremos primero las distintas
campañas de promoción turística emprendidas por los gobiernos recientes para
entender cómo éstas crean nuevas narrativas y mitos nacionales encaminados a
cambiar la imagen del país para que sea más vendible ante los ojos de turistas e
inversionistas extranjeros. Luego, con la intención de mostrar las ambigüedades
inherentes a los planes de desarrollo turístico, mostraremos cómo estos proyectos
que conllevan una ilusión de paz y prosperidad son en realidad nuevos modos de
control de la población, convirtiéndola al mismo tiempo en guardianes del patri-
monio y en emprendedores turísticos. Las presiones por conservar los recursos
naturales y culturales, contradictoriamente a través de su mercantilización, acaban
por imponer a la población local nuevas formas de relacionarse con sus territorios,
a la vez que deben moldear su identidad para que tanto ellos como sus recursos
sean incorporados a la experiencia turística que se busca vender. Ilustraremos este
proceso primero a través del caso de poblaciones indígenas de la Sierra Nevada de
Santa Marta y de Tierradentro. Con el fin de no dejar agentes exógenos apropiarse
de sus territorios, estas poblaciones se ven obligadas entrar en el circuito turístico
para intentar controlarlo y, al “reificar” su identidad como indígenas auténticos,
terminan transformándose en emprendedores turísticos. El segundo caso que
analizaremos es el de un grupo de campesinos colonos en el Parque Nacional
Tayrona quienes deben negociar su lugar dentro de la zona protegida en términos
de su conciencia ecológica, en últimas condicionada a su capacidad de perfilarse
como sujetos neoliberales.

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INDÍGENAS “AUTÉNTICOS” Y CAMPESINOS “VERDES”.
LOS IMPERATIVOS IDENTITARIOS DEL TURISMO EN COLOMBIA

MAPA 1. LOCALIZACIÓN DEL PARQUE TAYRONA,


DE LA SIERRA NEVADA DE SANTA MARTA Y DE TIERRADENTRO

Base: d-maps.com
http://d-maps.com/carte.php?&num_car=4090&lang=fr

Las reflexiones aquí presentadas hacen parte de nuestras respectivas investi-


gaciones doctorales. El análisis está basado en una metodología de investigación
de tipo etnográfico que combina, sobre todo, observaciones participativas y entre-
vistas con los distintos actores asociados al turismo en las distintas localidades
estudiadas. Marie-Laure Guilland ha trabajado en la Sierra Nevada de Santa
Marta y en Tierradentro entre diciembre 2008 y septiembre 2011, donde ha
entrevistado a líderes indígenas Kogi y Wiwa, y Nasa, respectivamente, buscando
entender mejor sus posicionamientos y perspectivas de acción frente al desarrollo
turístico en ambos lugares. Así mismo, ha entrevistado e intercambiado experien-
cias con otros habitantes locales, funcionarios públicos y empresarios turísticos.

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Diana realizó trabajo de campo entre abril de 2009 y junio 2011 en Bogotá,
Santa Marta y la zona del Parque Nacional Natural Tayrona. Su acercamiento
a los impactos del turismo en la vida cotidiana de las poblaciones que viven y
trabajan en el parque y su zona de amortiguación estuvo basado en entrevistas
semi-estructuradas, conversaciones informales e historias de vida de campesinos,
pescadores y guías turísticos, entre otros proveedores de servicios turísticos en la
zona. Decenas de funcionarios de las distintas instituciones públicas y organi-
zaciones no gubernamentales relacionados con temas como turismo, medio
ambiente, desarrollo y asuntos indígenas fueron igualmente entrevistados por
ambas investigadoras. Para este trabajo fueron consultados además documentos
oficiales y jurídicos relacionados con el diseño, implementación y evaluación de
políticas públicas alrededor del turismo.

Turistificar el país, un reto para Colombia


“Bienvenido a Colombia, un país tropical de increíble diversidad y encanto. Su
variada geografía, su historia llena de misterios y aventuras, sus gentes y culturas
han fascinado al mundo durante siglos”2. Bien sabemos que el imaginario de
Colombia en el exterior no siempre ha sido el que nos presenta esta invitación al
viaje. Durante los últimos veinte años, los distintos gobiernos se dieron a la difícil
tarea de reconstruir una imagen nacional viable, consumible para el exterior. Para
cumplir este objetivo los recursos tanto naturales como culturales se han confi-
gurado como un capital patrimonial fácilmente comercializable para fines turís-
ticos. En particular, bajo el proyecto estatal de Seguridad Democrática, imple-
mentado en 2002, el turismo se convirtió en una importante industria tras un
intenso proceso promocional que estuvo acompañado de la fuerte militarización
del país. Bajo el primer gobierno de Álvaro Uribe (2002-2006), las actividades
turísticas registraron cifras históricas con 10 millones de turistas domésticos y
2,5 millones de turistas internacionales [MCIT, 2010]. Algunas fuentes oficiales
reportan que entre 2003 y 2006 el total de turistas aumentó en un 600 por ciento
[Presidencia de la República, 2006]. Este boom turístico se mantendría para los
años siguientes [MCIT, 2012].
Una de las estrategias fundamentales detrás de este desarrollo turístico sin
precedentes fueron las campañas publicitarias “Colombia es Pasión” y posterior-
mente “Colombia, el único riesgo es que te quieras quedar”. Estas campañas
caracterizan claramente la voluntad de Proexport, la agencia estatal
que dio origen a estas estrategias promocionales, de acabar con lo que
empezó a verse como “la mala fama de Colombia”, de “convertir el riesgo en

2. Ver portal oficial del turismo en Colombia [URL: http://www.colombia.travel] consultado el 21


de mayo de 2013.

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LOS IMPERATIVOS IDENTITARIOS DEL TURISMO EN COLOMBIA

oportunidad” y de posicionar el país como destino turístico “de talla mundial”.


Es así que la promoción turística enfocada a producir una marca país ha sido
implementada como una política nacional para lograr mayor desarrollo, competi-
tividad e inversión extranjera directa.

FIGURA 1. IMAGEN DE LA CAMPAÑA: COLOMBIA, “EL RIESGO ES QUE TE QUIERAS QUEDAR”

Fuente: www.colombia.travel (image provenant d’Internet)

Desde la década de 1990, la industria turística ya se había convertido en una


fuente importante de narrativas sobre el pasado, los pueblos y los lugares que
constituyen una nación [Bolívar et al., 2001]. En particular tras la implemen-
tación de Colombia es Pasión, el turismo empezó a jugar un papel central en la
producción del repertorio de lo que es (o debería ser) el país. Estas narrativas han
contribuido a la producción de una nueva identidad nacional que corresponde
a una versión consumible tanto material como simbólicamente de la nación
[Rojeck y Urry, 1997; Sheller, 2003; Urry, 1995]. En la última década sobre todo,
el turismo se convirtió en una importante fuente de orgullo nacional y perte-
nencia, reviviendo sentimientos nacionalistas justo cuando el país atraviesa una
época crítica de gran desigualdad social, violencia política y crisis humanitaria.
Íntimamente ligada a la militarización del país, Colombia es Pasión terminó
por contribuir a la construcción de un mito nacional según el cual Colombia es un
país en posconflicto, donde es posible viajar libremente. La campaña ha logrado
convencer a un gran número de colombianos y extranjeros de que Colombia es
una tierra donde la política estatal de Seguridad Democrática ha abierto paso
al orden, la seguridad y La Paz. Sin embargo, el proceso doble de promoción
turística y militarización ha tenido efectos diferenciales para la población a lo
largo de las líneas de clase, género, raza, sexualidad y origen regional, entre otros
factores que no permiten hablar de un país más seguro para todos. Como bien lo
señalan distintas investigaciones [Ramírez, 2010; Rojas, 2006; Roldán, 2010], la
seguridad y la democracia que parecerían ser centrales en la doctrina de Seguridad

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Democrática han estado reservadas para un porcentaje pequeño de la población
y, sobre todo, para el capital. Por el contrario, las distintas estrategias de milita-
rización se han traducido en la criminalización de la disidencia y en espacios de
participación política cada vez más reducidos.

La ilusión de la prosperidad turística


“El buen desempeño del turismo es uno de los mejores indicadores de nuestra
Prosperidad Democrática”3, asegura el presidente de la república, Juan Manuel
Santos, atestiguando así su entusiasmo y optimismo frente a las posibilidades
que brinda el turismo a futuro. El turismo ha ocupado un lugar importante
dentro del eslogan político de su mandato “la prosperidad para todos”. Si con
las políticas de Seguridad Democrática se pretendía “reconquistar” el territorio
nacional para arrebatarlo de la mano de la guerrilla de las Farc (Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia); la Prosperidad Democrática busca un supuesto
restablecimiento del pacto social que había establecido la Carta Magna de 1991.
En el camino para lograr dicho pacto social, la proliferación de dispositivos de
seguridad y la promoción de políticas neoliberales ocupan un papel central.
Es en este marco político bajo el cual se ha dado el desarrollo turístico como
objetivo y como herramienta para cumplir estos retos políticos. Aunque los
proyectos turísticos se han llevado a cabo bajo una lógica neoliberal de mercado
libre, competitividad y privatización, el turismo se ha presentado como una herra-
mienta viable para lograr desarrollo, bienestar y estabilidad política y social. Así, el
turismo ha utilizado una retórica ética a través de la cual se privilegia su supuesto
potencial para la creación de mejores condiciones de vida para las comunidades
locales. La ley 300 promulgada en 1996 ya había destacado la importancia del
turismo como “una industria esencial para el desarrollo del país y en especial
de las diferentes entidades territoriales, regiones, provincias ya que cumple una
función social. El Estado le dará especial protección en razón de su importancia
para el desarrollo nacional” [artículo 1, Ley 300 de 1996]. Dicha “función social”
ha permitido que el turismo sea presentado como una herramienta de desarrollo
con la capacidad de beneficiar tanto a comunidades locales como a la totalidad
de la nación. Si bien el estado colombiano ha sido el principal promotor de este
“turismo comunitario”, los proyectos de desarrollo basado en el turismo involu-
cran a organización internacionales como la Organización Mundial de Turismo
y la Unesco, así como ONGs y fundaciones sin ánimo de lucro. Estas instancias
generan, como lo señala Bretón:

3. Palabras del presidente Juan Manuel Santos el 29/02/2012 durante la apertura de la Vitrina
Turística de la Asociación Colombiana de Agencias de Viajes y Turismo – Anato.

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“modelos teóricos y líneas prácticas de intervención, orientando, canalizando, finan-


ciando y evaluando el proceso dialéctico de acción-reacción-cambio. […] Con el
advenimiento del desarrollo como meta-discurso dominante teleológico e incon-
testable, dicho entramado se ha convertido en una herramienta de intervención
pacífica” [Bretón, 2006, p. 2-3].

En Colombia, donde el control de los territorios y de sus recursos es un reto


para el estado, el turismo ha pasado a condensar las ilusiones de paz, conservación y
desarrollo. Para esto ha sido importante la retórica transnacional del buen turismo,
al igual que la del buen desarrollo. Tradicionalmente, el turismo fue justificado
como una fuente económica capaz de incluir el máximo de personas en una lógica
de enriquecimiento que se traduciría en mejores condiciones de vida para todos
los actores involucrados. El argumento de fondo de este sistema de legitimidad
es que el desarrollo vía el turismo posibilitaría una sociedad más justa y equitativa
mediante ambiciones de crecimiento económico. Sin embargo, desde algunos años,
la bandera del desarrollo ha sido su cara sostenible, participativa o desde abajo:
“Una manera de guardar las apariencias consiste en juntar a la palabra “desarrollo”
uno o varios adjetivos destinado a volverlo más respetable. Este procedimiento, que
consiste en poner juntos términos antónimos, […] disimula mal las contradicciones
y provoca numerosos contrasentidos” [Rist, 2003, p. 51]4.

Así mismo, ha sido necesario atribuirle al turismo un carácter ético que


invoque un sentimiento de responsabilidad frente a las poblaciones locales y a su
entorno. Al igual que para el caso del desarrollo, la palabra turismo aparece de la
mano de nuevos conceptos antónimos tal como sostenible, responsable, comuni-
tario, cultural, o con los prefijos eco(turismo) y etno(turismo), para así disimular
los efectos perversos de esta actividad y volverla más respetable. Esta voluntad de
vestir éticamente el turismo, que se observa a nivel mundial (por ejemplo en la
carta de turismo ético de la OMT), tiene como objetivo de preservar la dimen-
sión moral de los intercambios económicos poniendo énfasis en la protección y
la valoración de los factores ambientales, sociales y culturales gracias, en parte, a
la institucionalización patrimonial (nacional o mundial) de recursos naturales y
culturales. Este giro en la conceptualización del turismo se ha caracterizado por
una concepción del mundo que oscila entre la protección de las identidades cultu-
rales y su mercantilización [Cousin y Reau, 2009, p. 101].
Para el caso colombiano, los imperativos económicos neoliberales se entre-
cruzan con las exigencias de conservación de la diversidad patrimonial (material,
natural o intangible). a nivel local, las poblaciones tienen que responder a los
mismos mandatos y volverse al mismo tiempo guardianes del patrimonio y

4. Traducción del francés al español por Marie-Laure Guilland.

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actores del turismo. Este doble requerimiento lleva a la población local a no
tener más opción que convertirse en recurso turístico mediante la adopción de
una nueva identidad consumible turísticamente. Los casos aquí estudiados nos
permiten analizar cómo, bajo la doble moral del desarrollo sostenible, el turismo
comunitario, el ecoturismo y el etnoturismo son presentados como soluciones
providenciales que permiten alcanzar simultáneamente las metas de prosperidad
económica, conservación y construcción de paz. Sin embargo, en la realidad, estos
proyectos imponen parámetros definidos por agentes exógenos con los cuales la
población local tiene que adaptarse volens nolens si no quiere ser expulsada de sus
territorios y de sus recursos. Analizaremos a continuación cómo en dicha tensión
emergen nuevas identidades que responden a los imperativos de mercado de un
turismo supuestamente ético.

Un indio turistificado es un “indio permitido”


En esta parte nos enfocamos en la posición de las poblaciones indígenas
cuando en sus territorios se encuentra un patrimonio arqueológico que representa
un alto potencial turístico. Dos estudios de caso constituyen la base de nuestro
análisis: los sitios arqueológicos de Tierradentro5 (Cauca) y Teyuna Ciudad
Perdida en la Sierra Nevada de Santa Marta6 (Magdalena). A pesar de encon-
trarse en resguardos indígenas7, estos sitios son considerados como patrimonio
nacional y por lo tanto son administrados bajo la figura de parques nacionales
arqueológicos por el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (Icanh),
una entidad estatal dependiente del ministro de la cultura. Sin duda, el principal
atractivo turístico de estos territorios es el patrimonio material que abrigan.
Sin embargo, de la mano de políticas de promoción de eco- y etnoturismo (o

5. Según el censo nacional del Dane de 2005, la zona de Tierradentro registra un total de 186 178
indígenas que representa el 80 % de la población total. El municipio de Inza donde se encuentra
el parque arqueológico cuenta con 10 687 indígenas. Fuentes: Dirección de Asuntos Indígenas,
Rom y Minorías, SIIC – Sistema de Información Indígena de Colombia [URL: http://www.
siidecolombia.gov.co/CMS/]
6. En la Sierra Nevada de Santa Marta viven unos 40 000 indígenas, distribuidos en cuatro pueblos:
arhuacos (18 000), koguis (entre 9 000 y 12 000), kankuamos (entre 7 000 y 8 000) y wiwas (algo
más de 5 000). Fuentes: PNUD, INDH, a partir de datos Censo 2005, DANE. [URL: http://pnud.
org.co]
7. Los resguardos indígenas son propiedades colectivas de comunidades indígenas. Tienen el
carácter de inalienables, imprescriptibles e inembargables. El resguardo es una institución legal
y sociopolítica autónoma en la cual las autoridades tradicionales y los cabildos manejan, rigen
y controlan políticamente y jurídicamente el territorio en función de sus derechos propios
y sus costumbres. En el marco de las políticas de descentralización de la Constitución a la vez
multicultural y neoliberal de 1991, el estatuto de los resguardos es reafirmado y las autoridades
indígenas reciben transferencias del presupuesto nacional con el fin de garantizar la autonomía y la
gestión de varios servicios de base tal como la educación o la salud, por ejemplo.

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turismo cultural), iniciativas turísticas desde el estado y la población local apelan


a la valoración de la naturaleza y de las poblaciones indígenas que pueblan los
resguardos de estas regiones. Poco a poco las comunidades nativas y su entorno
representan un recurso ineludible para una turistificación supuestamente ética.

FOTO 1. TERRAZAS DE CIUDAD PERDIDA

Fuente : Marie-Laure Guilland (trabajo de campo 2009).

FOTO 2. HIPOGEOS DE TIERRADENTRO

Fuente : Marie-Laure Guilland (trabajo de campo 2011).

¿Cómo involucran la patrimonialización y el turismo a las poblaciones


indígenas? ¿Cómo se redefinen las relaciones de poder y el control de los recursos
en estos territorios a partir de la implementación de proyectos turísticos? Los

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parques arqueológicos de Tierradentro y la Sierra Nevada tienen estatus de patri-
monio nacional y representan una especie de enclave jurisdiccional dentro de los
territorios indígenas. El resguardo de San Andrés de Pisimbalá en Tierradentro,
donde está el parque, cuenta con algunas áreas donde viven mestizos que llegaron
a estas tierras hace más de medio siglo. Es esta población que, por medio de
posadas y restaurantes esencialmente, recibe a los turistas que vienen a la zona.
En la Sierra Nevada, el turismo hasta Ciudad Perdida (una caminata de seis días
en la selva) ha estado organizado por agencias que contratan a sus guías entre los
antiguos trabajadores que acompañaron a los arqueólogos en la exploración de
sitios prehispánicos a partir de 1976 o entre los campesinos vecinos que viven al
pie del resguardó Kogi-Arsario el cual es necesario cruzar para llegar al parque
arqueológico.
Los procesos de patrimonialización y de turistificación están estrechamente
ligados para ambos casos. Por una parte, porque el primero sirve al segundo y, por
otra parte, porque los dos implican la presencia de actores y referentes exteriores
que terminan por imponerse en el territorio. La noción de patrimonio implica
la idea de preservar las herencias del pasado en el presente para transmitir a las
generaciones del futuro. Esta ideología de conservación cuadra actualmente
perfectamente a la idea de desarrollo sostenible ya evocada. El turismo con su
nueva cara ética garantiza “una suerte de desarrollo con rostro humano” [Bretón,
2006, p. 6]. Los promotores de ambos procesos actúan a través de la lógica del
“proyectismo” [Bretón, 2006] por la cual la agenda patrimonial y turística está
en manos de instituciones externas, lejos del control por parte de la población
indígena que es, al final, el sujeto político y cultural que garantizaría el turismo
étnico.

MAPA 2. MAPA TURÍSTICO DE LA AGENCIA MAGIC TOUR

Fuente: http://magictourcolombia.com/tours-2/ciudad-perdida/

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En la Sierra Nevada, el turismo que se estableció en un comienzo de manera


informal está cada día más organizado y controlado por instancias locales, nacio-
nales e internacionales. Si las agencias locales siguen existiendo es cada vez más
a través de las normas que les imponen la dirección del Parque Natural Sierra
Nevada de Santa Marta declarado reserva de la biosfera por la Unesco y a través
del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH). Este último
trabaja ahora en cooperación con la Global Heritage Fund (GHF), entidad que
acaba de invertir 400 000 dólares en un proyecto para favorecer la conservación y
fortalecer el turismo hacia Ciudad Perdida.
“Las co-inversiones del Icanh y de GHF para Ciudad Perdida tienen el objetivo de
mejorar el manejo del sitio respecto a su preservación y al turismo, traer nuevos
ingresos y oportunidades de desarrollo sostenible para las comunidades
locales de la Sierra Nevada de Santa Marta, y evitar el saqueo y destrucción
del patrimonio arqueológico de la región”8.

En Ciudad Perdida, los indígenas se han opuesto históricamente al turismo,


así como a la excavación de las tumbas y al saqueo de objetos que luego pasan
a hacer parte de colecciones privadas o en museos. La noción de patrimonio
nacional ha contradicho el valor sagrado de los vestigios que hacen del sitio un
garante material de la cultura indígena en la cosmogonía de los pueblos de la
Sierra. Por consiguiente, la gerencia estatal del parque a través del Icanh y el
desarrollo del turismo hacia este sitio sagrado han sido vistos por la comunidad
indígena como una suerte desapropiación identitaria y territorial. Las reivindica-
ciones indígenas basadas en el argumento de la ancestralidad han intentado, sin
éxito, recuperar el control del sitio y excluir toda presencia externa9. Actualmente
no se trata solo de negociar con las agencias locales y el Icanh, sino con toda una
burocracia transnacional que incluye organizaciones como la Unesco o el GHF,
además de numerosas de agencias turísticas nacionales e internacionales que
están interesadas en la Sierra Nevada10. Frente a estos proyectos patrimoniales, y

8. Disponible en línea [http://globalheritagefund.org/index.php/in_the_news/press_releases/global_


heritage_fund_invests_in_ciudad_perdida]. Consultado el 05/08/2012. Traducción del inglés al
español por Marie-Laure Guilland.
9. Si el Icanh justifica su presencia como agente legítimo en nombre de la protección, investigación y
difusión del patrimonio nacional es menos viable para proveedores turísticos justificar su presencia.
Ha sido además la presencia de actores armados ilegales, en particular paramilitares, lo que ha
permitido que la actividad turística se prolongue sin discontinuidad a pesar de acuerdos entre el
Ican(h) y los indígenas para restringir el turismo.
10. Durante una entrevista un funcionario del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo nos dice
que empresarios turísticos extranjeros están ya haciendo presión para desarrollar planes turísticos
en la Sierra Nevada. Este funcionario subrayó que ante nada se tenía que cumplir con el marco legal
a través de una consulta previa con los pueblos indígenas con el fin de poder desarrollar los planes
sin preocuparse por nuevas reivindicaciones indígenas.

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sobre todo turísticos, la comunidad indígena se divide entre las autoridades que se
oponen a la entrada de organizaciones indígenas al sistema y los que consideran
que el turismo ya no tiene vocación a desaparecer y que, en tal caso, es preferible
entrar en el circuito para poder controlarlo. Para estos últimos, la creación de una
agencia turística a través de una fundación indígena representa el único medio
para recuperar los recursos de esta actividad, pero sobre todo la única forma de
reapropiarse de la zona y de proteger su cultura.

“A una persona que viene por acá a aprender algo hay que enseñarle la realidad. Con
una agencia [indígena] queremos desde aquí hasta el resguardo manejarlos nosotros.
[…] Explicar lo que somos nosotros, para nosotros lo que es el sitio sagrado, para
nosotros qué es Ciudad Perdida. No como lo interpreta un antropólogo, no como
lo interpreta cualquiera que ande con el turismo por allí ¡no! Sino en nuestra visión”
[Promotor de la nueva agencia indígena].

FIGURAS 2 Y 3. IMÁGENES PROMOCIONALES DE LA AGENCIA TURCOL


Y DE LA AGENCIA INDÍGENA ETNOTOUR

Fuente: www.turcol.i8.com/

Fuente: http://etnotourwiwa.blogspot.fr/2009/01/etnotour-wiwa-nace-de-un-sector-indgena.html

A pesar de sus reticencias, las autoridades indígenas firmaron acuerdos con el


Icanh para establecer un plan de manejo conjunto de Ciudad Perdida, en colabo-
ración con la Global Heritage Fund. Por su parte, la agencia turística indígena
empezó a llevar turistas a pesar de las tensiones que esto genera dentro de la
comunidad. La entrada de esta agencia ha permitido ofrecer el turismo a Ciudad
Perdida como una experiencia etno-turística directa que le permite al turista estar
en contacto de “verdad” con “verdaderos” indígenas. Ya no se trata únicamente
de ver al indígena auténtico sino también de vivir una experiencia autentica
[Cravatte, 2009] entrando en contacto inmediatamente con los que representan
la figura casi mítica del nativo-ecológico de la Sierra Nevada [Ulloa, 2005]. El
turismo termina por utilizar y reproducir e imponer al mismo tiempo este ideal
típico de la identidad indígena.

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En el resguardo de San Andrés de Pisimbalá, en Tierradentro, los hipogeos y


las tumbas del parque arqueológico no fueron antes reivindicados por la pobla-
ción Nasa. Sin embargo, en estos últimos cinco años, los Nasa empezaron a
reclamar las tumbas como herencia ancestral de su pueblo, argumentando simili-
tudes con los entierros de sus antepasados y cuestionando así los saberes de los
arqueólogos que niegan cualquier relación de los vestigios con la población Nasa.
Los indígenas quieren, de esta manera, justificar la (re)apropiación de los vesti-
gios y posicionarse como actores fundamentales para la gestión del parque.11
En este contexto, las tumbas aparecen como el soporte material de la identidad
indígena, legitimando las reivindicaciones de control del territorio y sus recursos.
No es casual que este proceso de (re)apropiación aparezca cuando el Icanh tiene
la voluntad de establecer un nuevo plan de manejo del parque y cuando, simul-
táneamente, nuevas perspectivas turísticas se están definiendo en cooperación con
la Agencia de Cooperación Japonesa ( JICA) tras la implementación del proyecto
OVOP (One village – One Product). El municipio de Inza en Tierradentro ganó
la convocatoria de la JICA con la propuesta “Naturaleza, cultura y turismo en
Tierradentro. Hacia una experiencia etnoturística”. El proyecto plantea como
principales objetivos:
“la asociatividad, el emprendimiento para nuevas generaciones y el desarrollo soste-
nible, aprovechar los potenciales de los legados indígenas y de la época colonial,
rescatar la cultura indígena y campesina como tema de aporte a la cultura nacional,
fortalecer emprendimientos asociados al turismo, mejorar las condiciones de vida de
la población involucrada” [Benavides, Gallo, 2011].

Se entiende que la cultura indígena debe ser movilizada como uno de los
recursos principales para que sea viable este proyecto turístico en la región. Sin
embargo, la iniciativa OVOP está liderada localmente por una junta de acción
comunal de Tierradentro que reúne a 55 familias campesinas. El cabildo indígena
de San Andrés de Pisimbalá ha denunciado el proyecto por no haber sido concer-
tado con la comunidad. La autoridad indígena se opone a este plan de desarrollo
ya que las infraestructuras turísticas se encuentran en su resguardo y es su cultura
la que está siendo mercantilizada. Los líderes indígenas juzgan el proyecto como
una falacia:

11. Desde 2010, en el resguardo de San Andrés de Pisimbalá en Tierradentro, un conflicto opone la
población indígena Nasa a la población mestiza (población no indígena, generalmente campesinos
(o colonos) que llegaron en la zona a partir de la mitad de siglo veinte). Las tensiones surgieron
cuando, después de haber formulado demandas en vano, los indígenas se tomaron el colegio
considerando que en su resguardo era más legítimo aplicar una educación intercultural a pesar
de la presencia de alumnos mestizos. Esta reivindicación manifiesta la voluntad de los Nasas de
recuperar una plena soberanía sobre su territorio. Esta voluntad se expandió al parque arqueológico
que representa otra entidad en el resguardo donde los indígenas no tienen pleno control.

131
“Hay un proyecto que quiere implementar el Japón. “Una Villa – Un Producto” así se
llama. Pero lo que planean allí sin dudas, sin rodeos, es lo de los paquetes turísticos
culturales, están en esa estrategia. Entre las cosas muy significativas que muestran
de Tierradentro para venir aquí aparece el parque y aparecen las tumbas como
elementos estratégicos pero detrás de esta estrategia aparece de manera muy clara
el indio. ¡El indio de aquí! Entonces el indio con su comida, el indio con su vestido,
el indio con sus tradiciones. Allí sí, aparece el indio como actor pero no como un
actor que va a participar sino como un actor que sería sujeto precisamente de este
plan. […] Lo hicieron si consentimiento, pero este proyecto lo vamos a tumbar, este
proyecto no va a prosperar y lo vamos a tumbar” [Líder Nasa, abril 2011].

FIGURA 4. RESUMEN DE LOS OBJETIVOS DEL PROGRAMA OVOP

Fuente: www.ovop.osc.com.co

En la evaluación del proyecto se reconoce que “El conflicto entre indígenas y


campesinos que lleva más de un año, es el tema más sentido por la comunidad y una
restricción a una propuesta de etnoturismo” y se aconseja “generar mecanismos de
trabajo conjunto con los Cabildos, superando las diferencias actuales” [Benavides,
Gallo, 2011]. Por ahora, el proyecto etnoturístico se reduce a la presencia de los
vestigios prehispánicos y a un museo etnográfico dentro del parque que expone
la cultura Nasa como si no hubiera cambiado desde hace medio siglo. A pesar de
sus reivindicaciones, todavía los artefactos no son presentados como significativos
de la cultura de los Nasa.
Al igual que en la Sierra Nevada, la población Nasa teme que el desar-
rollo turístico de su territorio no se pueda frenar. La gobernadora indígena del

132
DOSSIER
INDÍGENAS “AUTÉNTICOS” Y CAMPESINOS “VERDES”.
LOS IMPERATIVOS IDENTITARIOS DEL TURISMO EN COLOMBIA

resguardo de San Andrés de Pinsimbalá responde acerca de si vale la pena resis-


tirse al turismo. Ella nos contesta:
“Es bastante complicado porque detrás de eso nos va a venir la desterritorialización
de nosotros con toda esta actividad. […] Sería manéjalo, manéjalos porque igual
como lo digo ¡ya está! Ya está, entonces sería empezar desde acá a ver cómo es que
vamos a manejarlo nosotros. Se ha venido discutiendo con la comunidad, tratando
de saber cómo […]. Y lo que nosotros hemos dicho es que en este momento está
en las manos del estado, pero como nosotros somos de aquí pues lo que hemos
hablado es que nosotros como comunidad tenemos que empezar a ver cómo es
que nosotros tenemos esta visión del turismo. No para decir que esto para nosotros
sería, como sabemos, entradas económicas, sino también para el reconocimiento de
que aquí existe una cultura, no con una visión de negocio sino de reconocimiento”,
Gobernadora Nasa de San Andrés de Pisimbalá, abril 2011.

Estas dos situaciones en la Sierra Nevada y en Tierradentro ponen en relieve


varios imperativos impuestos por los procesos turísticos y patrimoniales. Primero,
la presión turística lleva los nativos a un esencialismo estratégico [Spivak, 1988]
que pasa por la re-afirmación de sus lazos ancestrales con los vestigios prehispá-
nicos. Este proceso tiene como fin garantizar la legitimidad territorial de la pobla-
ción indígena y la re-apropiación de sus recursos. Sin embargo, a pesar de este
proceso de re-etnización y de una legislación colombiana avanzada respecto a los
derechos culturales, el patrimonio (material, intangible o natural) es considerado
como un recurso económico para fines turísticos y como una fuente de prospe-
ridad para la nación. Por lo tanto, las comunidades indígenas están obligadas a
entrar en el circuito turístico si no quieren la imposición de proyectos turísticos en
su territorio desde afuera. Por último, para garantizar su soberanía territorial, las
poblaciones nativas deben poner en escena una identidad fácilmente consumible
mediante signos exóticos que corresponden a las imágenes identificativas [Augé,
1994; Cousin, 2003] promovidas por los paradigmas del etno/ecoturismo12.
Para el estado colombiano, preocupado por posicionar el país en el mercado
mundial del turismo y por parecer un buen administrador de la diversidad cultural,
el etnoturismo es una verdadera oportunidad, una estrategia de desarrollo que
permite conciliar las exigencias del mercado globalizado manteniendo a la vez
una imagen de respeto por la diversidad cultural. Las lógicas del patrimonio y del
turismo terminan entonces por imponer una forma de emprendimiento cultural

12. Una imagen identificativa según Marc Augé es una imagen por la cual se trata de “Identificar
colectividades enraizarlas en la historia, de confrontar y asentar sus imágenes, de mitificarlas para
que los individuos, empezando por los extranjeros, puedan a su vez identificarse en función de ellas”
[Augé, 1994, p. 107].

133
y de empowerment que corresponde a los imperativos del multiculturalismo
neoliberal:
“Va emergiendo así paulatinamente la figura del indio-proyecto, del cliente exótico o
del market-citizen (Schild, 2000) que debe encontrar su lugar en los nuevos nichos
de mercado. Moldeado de acuerdo a la imagen del homo œconomicus neoclásico,
el indígena tiene que operar elecciones racionales. Las prácticas y representaciones
indígenas, lo que los antropólogos suelen llamar la cultura, se convierten en patri-
monio, llegan a ser mercancías. Mercantilizada, patrimonializada y transfigurada, la
“cultura” se convierte en un recurso escaso y obedece por consiguiente al principio
de economicidad”, [Boccara y Ayala, 2011, p. 13].

En últimas, se resalta la dicotomía entre la figura del “indio permitido” y la


figura del “indio insurrecto” [Hale, 2004; Boccara y Ayala, 2011]. Por una parte,
está el indígena que se contenta con un reconocimiento light que le garantiza
el estado, es decir, el que sabe cómo no “sobrepasar la línea de adquisición de
influencia política que lo llevaría a amenazar a los poseedores del poder estable-
cidos y a desestabilizar el régimen” [Hale, 2005, p. 18]. Es también el “indio
aprobado” por los gobiernos porque se funde y se adapta a las políticas del multi-
culturalismo neoliberal. En los casos estudiados, el “indio permitido” sería el que
está dispuesto a patrimonilizar su cultura para responder a las demandas turís-
ticas que responden ellas mismas a demandas de mercado13. Así, el turismo acaba
por presionar a las poblaciones indígenas hacia la reificación de una identidad
que obedece a las expectativas mercantiles de un turismo globalizado. Un indio
permitido es, en últimas, un indio “turistificado” [Salazar, 2009].

Campesinos verdes.
Entre invasores y guardianes del bosque
Los efectos del turismo en la producción de sujetos con identidades mercan-
tilizables, listas para consumir como parte de la experiencia turística, pueden

13. Frente a esta postura se encuentra la figura del indígena insurrecto deslegitimado por los
gobiernos por ser demasiado radical, es el que contesta el multiculturalismo neoliberal y que sigue
movilizándose para la adquisición de un mejor reconocimiento identitario y social. En Colombia
y en especial en la región del Cuaca la población indígena, en espacial los Nasas, son a menudo
sospechados de tener lazos con los grupos guerrilleros (generalmente las Farc) que se encuentran
en sus territorios. El Cric (Consejo Regional Indígena del Cauca) y la autoridades indígenas
en general siempre han desmentido y siguen desmintiendo cualquier relación con estos grupos
armados afirmando al contrario su voluntad de no participar en el conflicto rechazando tanto
la presencia de los grupos armados legales como irregulares en sus territorios. Es también por la
actitud, juzgada como demasiado radical, de los Nasas frente a sus reivindicaciones como indígenas
que son asociados a guerrilleros. Una prueba más de amalgamas que viene confirmar al dicotomía
entre “indio permitido” e “indio insurrecto”.

134
DOSSIER
INDÍGENAS “AUTÉNTICOS” Y CAMPESINOS “VERDES”.
LOS IMPERATIVOS IDENTITARIOS DEL TURISMO EN COLOMBIA

ser vistos también en el caso del Parque Tayrona y su zona de amortiguación.


Desde 1982, el parque, junto con la Sierra Nevada de Santa Marta ya mencio-
nada, fue declarado por la Unesco como Reserva de la Biosfera. Tayrona, que se
encuentra ubicado en el norte del país, en la costa Caribe colombiana, cuenta con
más de 15 000 hectáreas protegidas. Sus inmediaciones son hogar y fuente de
sustento de comunidades indígenas – Arhuaco, Kankuamo, Kogui y Wiwa – así
como de campesinos colonos que han llegado históricamente a la zona huyendo
de la violencia y en búsqueda de oportunidades de trabajo. A diferencia de los
indígenas, quienes por lo general han sido vistos como los guardianes naturales
de los ecosistemas de la Sierra y del Tayrona [Ulloa, 2004], los colonos – entre
ellos campesinos, pescadores y prestadores de servicios turísticos – han sido vistos
como sus destructores [Ojeda, 2012].

MAPA 3. TURÍSTICO DE LOS PARQUES NACIONALES NATURALES TAYRONA


Y SIERRA NEVADA DE SANTA MARTA

Fuente: Ministerio de Industria, Comercio y Turismo (n.d.).


Colombia: Guía de Turismo de Naturaleza. Bogotá: MCIT (image provenant d’Internet).

El imperativo de la conservación de la biodiversidad, del que se vale el ecotu-


rismo para su desarrollo y promoción, ha contribuido a la producción de fronteras
físicas y simbólicas que han terminado por determinar quién puede habitar y
transitar el área protegida y quién no. De la mano de la concesión de las princi-
pales zonas turísticas en el Tayrona a la empresa Aviatur en 2005, la privatización
del parque ha contribuido a la criminalización e incluso expulsión de distintos
miembros de la comunidad local, convirtiendo a los colonos – campesinos,
pescadores, guías turísticos y transportadores en su mayoría – en destructores
del bosque. Esto parece responder a una larga historia, sobre todo en la zona del
Caribe colombiano, donde lo campesino se ha construido en contraposición a lo
indígena y, en particular, al carácter imaginado de estos últimos, como ya se ha
mencionado, como “nativos ecológicos” [Bocarejo, 2009; Ulloa, 2004].

135
Autores como Diana Bocarejo y Roosbelinda Cárdenas han señalado la
dimensión espacial del régimen multicultural estatal colombiano. En su trabajo,
Bocarejo [2009] apunta a cómo las tipologías de la diferencia en el país, a partir
de la Constitución de 1991, han producido sujetos particulares a los cuales se les
asignan topologías particulares14. Bajo este orden espacial, los indígenas pertenecen
a los resguardos, los Afro-colombianos a las riveras de los ríos que atraviesan
la costa Pacífica y los campesinos a las parcelas. Así, como anota Cárdenas, el
“multiculturalismo verde” en Colombia amarra las políticas de reconocimiento
cultural a la capacidad de comportarse ecológicamente [Cárdenas, 2011, p. 29].

FOTO 3. PARQUE NACIONAL NATURAL TAYRONA. LA PISCINA

Fuente: parquesnalnatcol.blogspot.com

En el Tayrona, los miembros de la comunidad local – aquellos quienes viven,


transitan y trabajan a diario en el parque – han sido vistos como invasores y
amenazas ecológicas. Esto corresponde a su identidad como colonos (no origi-
narios del lugar) y la aparente ausencia de marcadores étnicos que le permitan
eficientemente aludir a una cultura ancestral en armonía con el medio ambiente.
Las líneas que separan a guardianes de invasores están atravesadas por un sistema
jerárquico de diferenciación y dominación basado en clase, raza, etnicidad,
género y origen regional. Entendidos como poblaciones mestizas, una categoría
que parecería a primera vista desprovista de marcadores raciales y étnicos, los

14. Para un análisis del isomorfismo entre espacio, lugar y cultura, ver Gupta y Ferguson [1992].
Trouillot [2001], por su parte, ofrece un cuidadoso análisis de cómo la etnicidad se fija a territorios
particulares. Para una discusión del papel de la Constitución de 1991 en la producción de la
naturaleza y de formaciones estatales particulares, ver Asher y Ojeda [2009].

136
DOSSIER
INDÍGENAS “AUTÉNTICOS” Y CAMPESINOS “VERDES”.
LOS IMPERATIVOS IDENTITARIOS DEL TURISMO EN COLOMBIA

miembros de la comunidad local son vistos como la encarnación de los ideales


de progreso y empuje. Identificados con cuerpos trabajadores y masculinos, los
colonos han estado asociados históricamente a la civilización y la cultura (en
contraposición con la naturaleza)15. Aunque esto por supuesto se ha traducido en
privilegios frente a comunidades racializadas como inferiores y más cercanas a la
naturaleza, es precisamente este carácter lo que ahora los asocia con actividades
que se oponen a los ideales de conservación ambiental. Hasta la mitad del siglo xx,
los colonos eran vistos como la mano de obra capaz de “abrir monte”, ampliando
la frontera agrícola para el “progreso” de la nación. El “llenado” de la nación y
la conquista de territorios marginales eran vistos como propósitos ulteriores y
los colonos eran glorificados como hombres valientes capaces de encargarse de
la difícil tarea de domar la naturaleza [Bolívar, 2006]. Pero esta caracterización
empezó a cambiar a mediados del siglo xx a medida que el valor moral de los
colonos empezó a asociarse con el de invasores y guerrilleros16.
Ya para la década del 1970, con la bonanza de cultivos de marihuana en
distintas regiones del país, incluyendo la Sierra Nevada de Santa Marta y Tayrona,
la imagen de los campesinos y los pescadores estaba asociada a la de delin-
cuentes y depredadores del medio ambiente17. Esta conexión entre el cuestio-
nable valor moral de los miembros de la comunidad local y su comportamiento
ecológicamente reprochable es clara en las inmediaciones del parque Tayrona.
Tanto oficiales estatales como funcionarios de ONGs coinciden en señalar a los
campesinos, pescadores y demás colonos que viven o trabajan en el parque como
amenazas ambientales. No sorprende entonces su criminalización y en algunos
casos expulsión del parque.
Es en este contexto que un grupo de miembros de la comunidad local, campe-
sinos habitantes de la zona de amortiguación del parque, llama la atención. Su
identificación dentro de la poco probable categoría de campesinos verdes exige
un estudio cuidadoso de las prácticas y discursos que permiten ubicarlos como
colonos ecológicos. En el 2007, el gobierno colombiano compró 100 hectáreas
de bosque seco tropical correspondiente a territorios colectivos ubicados en los
alrededores del parque Tayrona. Con algún espacio adicional para vivienda y
actividades agrícolas, el terreno se convirtió en el lugar de implementación del

15. Las geografías históricas de la regionalización de la diferencia en el país han sido estudiadas
cuidadosamente. Ver Appelbaum [1999] y Arias [2005] para un análisis del siglo XIX. Para un
estudio de las dinámicas internas de colonización y su lógica de civilización (vs barbarie) durante la
primera mitad del siglo xx, ver Roldán [1998] y Steiner [2000].
16. Vásquez [2006] hace un análisis histórico de cómo campesino y colonos empezaron a verse como
cultivadores de coca, raspachines (recolectores de coca) y guerrilleros. Así mismo, Ramírez [2001]
presenta un estudio detallado de campesinos cocaleros en el Amazonas colombiano.
17. Para un estudio de los campesinos como invasores de reservas naturales en Colombia, ver Ruiz
[2003]. Así mismo, Espinosa [2010] hace una etnografía detallada de la criminalización de los
colonos como guerrilleros.

137
proyecto Posadas Turísticas. Con el objetivo de contribuir a la erradicación de
cultivos ilícitos, la conservación ambiental y la construcción de paz, el proyecto
entregó 20 posadas a 20 familias habitantes de la zona. A cambio del terreno que
les permitiría convertirse en operadores ecoturísticos, los campesinos se compro-
metían a mantener el área libre de coca y a designarla para la conservación y para
actividades sostenibles (como cultivos orgánicos en pequeña escala).

MAPA 4. POSADAS TURÍSTICAS UBICADAS EN LA ZONA DE AMORTIGUACIÓN DEL PARQUE


NACIONAL NATURAL TAYRONA

Fuente: www.posadasturisticasdecolombia.gov.co/destino.php?des_nombre=tayrona

Los campesinos que participan del proyecto llegaron a la zona de la Sierra y el


Tayrona en distintos momentos históricos. La gran mayoría inmigró en búsqueda
del trabajo que ofrecían los cultivos de coca, ya sea en la siembra, la recolección,
el transporte o el procesamiento de la hoja de coca. Según los testimonios de
distintos participantes del proyecto, su rol como legítimos protectores del área de
bosque ha sido posible gracias a su transformación moral y cultural de cocaleros
a posaderos. La movilización de su identidad como colonos en función de su
capacidad de convertirse en sujetos empresariales neoliberales es lo que les ha
permitido posicionarse como sujetos ecológicos. Dentro de la lógica del proyecto,
valores como el manejo de sí, los deseos de progreso, la eficiencia y la racionalidad
económica son fundamentales para lograr un uso adecuado del medio ambiente.
Tras una formación intensiva como empresarios a través de talleres, cursos
de capacitación, jornadas de evaluación, etc., los campesinos colonos que parti-
ciparon en el proyecto lograron encarnar estos valores, posicionándose como los
más indicados para cuidar y administrar las ecologías de la zona de amortigua-
ción del parque. Con la llegada del negocio del ecoturismo, fueron impuestas
nuevas formas de relacionarse con la naturaleza y de estar dentro de ella. Las
prácticas turísticas de mercantilización de la naturaleza requerían de una lógica
eco, tanto en el sentido de ecológica como de económica [Goldman, 2001]. Es

138
DOSSIER
INDÍGENAS “AUTÉNTICOS” Y CAMPESINOS “VERDES”.
LOS IMPERATIVOS IDENTITARIOS DEL TURISMO EN COLOMBIA

para el mercado y a través de él que este grupo de campesinos logra convertirse


en los guardianes del bosque. Su aparentemente recién adquirido valor moral y
su participación en el negocio del turismo, dentro de una lógica neoliberal de
relacionarse con la naturaleza, es lo que les permite habitar la categoría de campe-
sinos verdes18. Esta nueva identidad, para y por el turismo, debe estar de acorde
con los mandatos de los discursos neoliberales de desarrollo y conservación. Su
lugar dentro de la zona de amortiguación del parque depende entonces de su
capacidad de comportarse dentro de los parámetros de una identidad verde y
empresarial. Las distintas formas de entender, asumir y negociar esta imposición
identitaria pueden ser fácilmente rastreadas en las tensiones entre los distintos
miembros de la comunidad participando en el proyecto. Las formas de discipli-
namiento del cuerpo, del uso del tiempo y del trabajo son a menudo comentadas
por los campesinos quienes agradecen hacer parte del proyecto, pero encuentran
difícil ejercer “el oficio de atender a los turistas”. Más allá de esto, gran parte de
las familias participantes ha desertado el proyecto.

Conclusiones
Los casos aquí presentados dan cuenta de las tensiones en medio de las cuales
se han implementado distintos proyectos turísticos en Colombia. Nos enfocamos
en particular en tres casos donde el turismo es legitimado bajo las premisas del
turismo comunitario, étnico o ecológico. a pesar del manto de sostenibilidad y
responsabilidad social que cubre estos proyectos, su implementación tiene conse-
cuencias problemáticas para las poblaciones locales.
Para el caso de Tierradentro y la Sierra Nevada de Santa Marta, es evidente
que los indígenas que habitan la zona terminan siendo parte del atractivo que se
vende a los visitantes, pero difícilmente estas poblaciones están en capacidad de
beneficiarse de la actividad turística o incluso de poder definir los términos bajo
los cuales ésta se lleva a cabo. Su condición como indígenas en tanto patrimonio
es lo que los constituye como “indios permitidos”. Por su parte, el caso de la
zona de amortiguación del Tayrona muestra cómo los campesinos que habitan la
zona deben reconfigurar su identidad como campesinos ecológicos, conscientes
del cuidado del medio ambiente. El proceso a través del cual pasan de cocaleros
a hoteleros está lleno de contradicciones ya que es a través de su inserción a las
lógicas neoliberales del mercado que pueden movilizar una identidad de campe-
sinos verdes y moralmente buenos. Ya sea para el caso de los indígenas o para el

18. Ver el trabajo de Vásquez [2006] en La Macarena sobre cómo los campesinos deben inscribirse
dentro de discursos globales de sostenibilidad para lograr ser vistos como protectores de los recursos
naturales locales. Por su parte, Bolívar [2006] muestra como a lo largo de la historia de Colombia,
los colonos han tenido que negociar su valor moral a través de mostrar relaciones “más naturales”
con el territorio.

139
caso de los campesinos, la implementación de proyectos turísticos en distintas
zonas de Colombia ha contribuido a la producción de nuevas identidades atadas
a los imperativos de consumo de la experiencia turística. Esta imposición identi-
taria habla de la capacidad que tiene el turismo de reconfigurar radicalmente las
relaciones de poder en una zona y de cómo este es un proceso que involucra a
menudo múltiples violencias.
Por otra parte, es importante señalar que las poblaciones indígenas y campe-
sinas, que suelen ser contrapuestas en el ámbito de las representaciones al
respecto del uso de los recursos o de la ocupación de territorios, se enfrentan a las
mismas problemáticas cuando estos recursos, materiales (arqueología) o naturales
(el medio ambiente y el paisaje), se vuelven patrimonio y empiezan a llamar la
atención de la actividad turística. En Colombia, el turismo aparece como un
factor de desarrollo sostenible viable con capacidad de enriquecer a las regiones
y consolidar una imagen nacional vendible en el exterior. Al convertirse en un
supuesto garante de la prosperidad, la actividad turística ha ocupado un lugar
privilegiado en el imaginario político del país, así como en los planes de desarrollo
y de ordenamiento territorial. El turismo ha terminado entonces por imponerse
como una actividad providencial y sus promesas llevan a las poblaciones locales
a reconfigurar el lugar que ocupan dentro de ésta. Las poblaciones campesinas
o indígenas que no entran en el circuito del turismo, tal como es diseñado e
implementado desde arriba, y que no juegan el rol de atractivo turístico (ya sea
como protectores del medio ambiente o como sujetos étnicamente auténticos),
ven en peligro su legitimidad y “viven una forma de invisibilidad y de muerte
social por no responder a ninguna función socialmente inidentificable” [Renault,
2004, p. 192]19. De este modo, el turismo, al modificar la organización social del
lugar, acaba por redefinir las identidades para las cuales lo que cuenta es tener una
utilidad social mediante una apariencia que constituye un signo cultural fácil-
mente consumible [Baudrillard, 1986].
A pesar de esto, es necesario no caer en la estigmatización radical del turismo
como actividad únicamente impuesta a las comunidades locales y que solo
restringe sus culturas a una asignación identitaria específica. Como lo señala
Arturo Escobar, de acuerdo con Néstor García Canclini [García Canclini, 1990].
“La hibridación cultural expone a la luz pública el encuentro dinámico de prácticas
distintas que provienen de muchas matrices culturales y temporales, así como
hasta qué punto los grupos locales, lejos de mostrarse sujetos pasivos de las condi-
ciones impuestas por las transnacionales, moldean de un modo activo el proceso de
construcción de identidades, relaciones sociales y prácticas económicas” [Escobar,
2010, p. 50].

19. Traducción del francés al español por Marie-Laure Guilland.

140
DOSSIER
INDÍGENAS “AUTÉNTICOS” Y CAMPESINOS “VERDES”.
LOS IMPERATIVOS IDENTITARIOS DEL TURISMO EN COLOMBIA

Conformarse a un papel social impuesto por los paradigmas externos del


turismo ético es posiblemente la única forma que tienen las poblaciones locales
de negociar su legitimidad territorial en regiones patrimoniales. Esta forma de
controlar las culturas, los recursos y la actividad regional puede sin embargo
resultar en nuevas formaciones sociales y sentimientos identitarios que no sean
únicamente impuestos sino además escogidos y reconfigurados por los agentes
implicados.

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DOSSIER
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RESUMEN/RÉSUMÉ/ABSTRACT que ponen en relieve los límites del


desarrollo turístico como elemento de
Este artículo estudia los discursos y
verdadera prosperidad.
las prácticas recientes de desarrollo
turístico en Colombia. En particular, INDIGÈNES « AUTHENTIQUES » ET PAYSANS «
busca entender cómo los imperativos VERTS ». LES INJONCTIONS IDENTITAIRES
del mercado turístico han impuesto DU TOURISME EN COLOMBIE
nuevos requisitos identitarios, que Cet article s’attache à étudier les
implican papeles sociales determinados, discours et les pratiques liés au récent
a las comunidades locales como développement touristique en Colombie.
única alternativa económica y de Il est particulièrement question de
reconocimiento político viable. Siguiendo comprendre comment les impératifs
los casos de los destinos turísticos de la du marché touristique imposent aux
Sierra Nevada de Santa Marta, el Parque communautés locales de nouvelles
Natural Tayrona y el Parque Arqueológico exigences identitaires et un rôle social
de Tierradentro, analizamos las tensiones déterminé comme unique alternative
y negociaciones que han generado estos économique et de reconnaissance politique
requisitos en dos casos: primero, en la viable. En suivant les cas de la Sierra
producción de indígenas como guardianes Nevada de Santa Marta, du Parc Tayrona
de la naturaleza e indígenas auténticos; y, et de Tierradentro nous analysons les
segundo, en la producción de campesinos tensions et les négociations générées
verdes y moralmente aceptables. par ces exigences à partir de deux cas :
Aportamos algunas reflexiones finales le premier analysant la production d’un

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sujet indigène authentique, gardien de la they become their only economic and
nature et le deuxième la production de political alternative. Focusing on the
paysans verts et moralement acceptables. tourist destinations of Sierra Nevada
Les réflexions finales mettront en avant de Santa Marta, Tayrona Natural Park
les limites du développement touristique and Tierradentro Archeological Park,
comme garant d’une véritable prospérité. we explore the tensions and negotiations
“AUTHENTIC” INDIGENOUS PEOPLES such requirements have implied in
AND “GREEN” PEASANTS. THE IDENTITY two cases: first, in the production of
IMPERATIVES OF TOURISM IN COLOMBIA indigenous peoples as environmental
This paper examines the discourses stewards and authentic indigenous
and practices of tourism in Colombia. peoples; and, second, in the production
It seeks to better understand how of green and morally acceptable
the imperatives of the tourist market peasants. We provide some thoughts
have translated into particular identity on tourism’s limited capacity to bring
requirements for local communities, as prosperity to the communities involved.

PALAVRAS CLAVES MOTS CLÉS KEYWORDS


• turismo • tourisme • tourism
• Colombia • Colombie • Colombia
• multiculturalismo • multiculturalisme • multiculturalism
• ambientalismo • environnementalisme • environmentalism
• formación de sujetos • formation de sujet • subject formation

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