Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
. E. Laclau
. ..
'S'. Lacia ••
Argentina ... no fue el típicq "espacio abierto" tal vez característico de los demás "paísE¡ls nuevos".
u •••
·2·
pero todo~ los Indices permiten a¡Jreciar que fu~ excepcionalmente alta. En esta \nedida podemo~
comprenc)er por qué podían unjrse una ten(jencia al acrecentamiento del qpnsumo-y pOI consiguierte
del parasitismo olig~rquic~ .... y uóa tecnificación relativamente ad~cuada del sectdr agropecuprio.
E:1la medida en qU¡3la composicl~ón orgáni9a del capital es más baj~ en laagricultl!r~ que en la
jndustria, los insumos de capital ¡ijo requeridos s,0n relativamente módiqos y no absorber más que
una pequeña porción de los ingreso:; del sectqr agropecuario. Al ser~stos elav8Qos. 't monopolizados
en una gran proporcióll por)a oligarquía terrateniente, éste¡. podía elevar s.L! consumo'lr.nproductivo
sin afectar el nivel de If.l tecnific~ción agraria: De tal modo, alnq volcarsp la gran [,nasa de riqueza
que anualmepte ingresaba al país hacia un sostlpnido proceso q : e
. acumula9ión capitalista, se invirtió en acrecentar el con~umo de sus beneficiarios. Es la etapa ~fI que
se e~ropejzan las grandes cilJdades gel Litoral y Buenos Aires, sobre todo, adquiere el aspec(o
externo qeuna gran metrópoli, pero manteniendo la debilidad estructural de ul) país atrasado. ~3
Esta exppnsión del consumo de lujo nó es. aparentemente, demasiado distinta d~¡ espectáculo qJe
nos ofre9sn las oligarquías de otros pf;líses latinoain~ricanos, caracterizad~s también por $u
pronunc[ada plOpensión a las irTJportaciores suntuarias: Pero la oligarquía argentina se diferenQió en
tres rp.sgos, al menos de sus congéneres delcontin~nte. En primer término en qua'el habitu.p! reverso
de la riqueza oligárquica es, en casi toda América Léitina. la superexplptación servil snla haciendas y
el mantenimiento de divers~s formas precapitalistas de canalizaqión de! excedente. Detré.s de la
riqueza de la oligarquía ar~entina. por el contrario, estaba el fenómeno de la re~ta diferencial, que
configuraba los típicos rasgos de un capitalismo dependiente. Er segundo térmirlo, en tanto que las
restantes oligarqulas latinoamericanas dedicaron la casi totalidad de sus lngresps
'ta las importaciones de lujo, la oligarquía argentina contó con la riqueza suficiente como pijra . organizar
dentro del país misma y en gran escala, un conjunto de actividades de la que 10$ resta'nt~s sectores de
altos Ingresos del continente sólo podían disfrutar en la medida en que se trasladaban por larg,os
períodos a Europa. En la Argentina. la edificación urbana, las grandes tiendas'; los espectf!culos
públicos adquirieron un g(ado excepcion,al de incremento. Es a~r que, si biennose consolidó a lo largo
del p~ríodo una fU,erte clase media rural -en razón de las difiqultades pel acceso a la tierra-, la
expansión del cOflsurno oligárquico, unida a las tareas eJe comercializac,ión de la riqueza del vasto
hinterland rioplatense y a la construcción de la red ferroviaria, crearon fuentes de trabajo en el sector
urbano que dieron origen a una estratificación de clase~ .medtas,' obreros artesanales, de servicips,
etc., de una magnitud sin par en América Latina. De.ta! m<3.n~ra, la oligarquía argentina conseguía
asociar a toda una estratificación social consideradamapte diversificada al ciclo expansivo de la renta
diferencial. Es el mecanismo mulHplicador del ingrl3so interno, que Aldo Ferrer describe en estos
términos: ' .
. . /.
.•... el ¡3.umento del valor de las expQrtac!9nes colocaba mayores ingresos en manos de los
trabajadores y empresarios rurales. Es.tos ingresos se gastaban, en parte. er) importar biene~ del
exterior y el rest() en adquirir bienes de com¡umo e inversión en el mercado i'lterno. La proporpión del
ingreso gastado dentro dal país g~nerab? ocupación de mano de obra y .de capitales e9 los sector~s de
actividad destinados a prpducir para satisfacer la creciente demanda interna. ¡;;sta nueva ocupación
proporcionaba, a s4 vez! salarios y ganancias a los trabajadores y capltf3,les empleados en los
sectores dedicados S rproducirpara el mercado nacional. A su vez, estos ¡nw~sos se gastaban en parte
en importacione$ y el resto en adquirir bienes de consumo e inversión en el merca,do interno. Y así
sucesivamente .. ," (Ferrer, 1963, p. 123).
En 1914. seg~n cifras.de Germanl (19~5, p. 219), la rama pri~ária absorbía 8131 % de la po~lqciÓn
económicamente activa, la secundana el 31,2% y la ~erclana el 37,8%. Pensemos como ejemplo
comp?rativo en el Perú del p~ríodo d~1 guano, que r~cibió de una actividad que requería escasa
" ,
·3·
invcrsiórq)loductiva, una gran mé\sa de riquez~l que le permitió construir su red ferroviaria. modernizar
Lima, suprimir los siste\nas de ti'ibut~c¡ón y vivir durante años sin pre~Upuesto. Paro lo que en PQfÚ fue
resultante de una década ¡je anprmal prosperidad. en Argentina flie la condición
estructural ~e la expansión entre 1 ~60 y 19?O. . .
Es preciso qdvertir que el crecimlentp de la c¡~ses medias y c,lel proletariado artesan<:}1 y de servicios dio
origen él un mercado interno para el qua" a cierta alturª, resultó más económi~o montar una' industria
nE}tiva que importar artículos mant,lfactúrados europeos. Esta hipótesis, formulada por R uth Sautu, nos
parece altam ente plausible: .
"o ..El mecanismo da la tarifa de av.ah~o habría h~cho no cQmpetitiva la importación de productos
ordinarios cuya producción Interna de hect¡o habría ·estado altamente protegida. los productos
importados, de alta calidad, aún c4ando pagara~ relativamente un bajo impuesto muy probablem(mte
tenían un precio demr.3iado ~lto paraserconsumido~ por los grupos de más pajas ingresos. Nuestra
hiriótesis es que existían muchos ramos en los cuales la industria nativa, e~pecializada en el artículo de
baja calidad, producía a más bajo costo que el producto importado. Habría existido una división de la
demanda entre el producto nativo y las importaciones; Ul\a división que correspondería a la Hnea de
distribución del ingreso. qrupos de altos ingresQs consumirían importaciones, de mejor calidad, '/ mayor
precio, quedando los grupos de bajos ingresos como consumidQra~ del producto nativo ... " (S.autu,
1968, pp. 312-313).
As! S8 explica el moderado incremento fabril de fines de siglo, que lejos de entrl.3.r en oposición
sustancial con la orientación agroexportadora de la economía argentina, representaba su complemento
ineludible. Vemos, pues, que -a diferencia de lo que acontece en los paí~es metropolitanos- la
acumulación da capital industrial qepende del m~rcado interno creado por la expansión rentfstica, lo que
contribuye a resaltar aún más los rasgos típicos del capitalismo dependiente.
Señalemos, finalmeníe, que el tercer rasgo diferenciadorde la oligarquía argentina se vincula a SIJS
relaciones con el capital imperialista. En tanto que en los países mineros o en los que predomina una
economía de plantaciones sí capital imperialista penetró dir.ectamente en la esfera de la· producción en la
Argentina se invirtió en las finanzas, el comercio, los papeles públicos y los gastos de infraestructura,
mientras que los sectores productivos básicos quedaron en manos de una clase de terratenientes nativos.
De ahí que la cl.3.pacidad negociadora de éstos fuera mayor y que la presión imperialista se reflejara sobre
todo en los momentos de crisis económica y a través de mecanisf11.os financieros y monetarios (tales, los
movimientos de la tasa de r~descuento que permitían al Banco de Inglaterra regular el flujo mundial de
capitales).
Hemos descrito brevemente el módulo general del proceso expansivo. Debemos enunciar ahora la
naturaleza de los conflictos que engendr(l. En la medida en que se mantuvo tendencialmente en ascenso
esta línea de crecimiento hasta 1930, los conflictos sociales que surgían en el interior del
. sislema tendían a su reforma pero no a su cuestionamiento, Las clases medias, la clase obrera y los
nacientes capitales ¡ndustrial~s podían acrecenta~ sus ingresos sólo en la medida en·· que continuara en
vigencia el mecanismo expansivo de la renta. Por eso sus reivindicaciones tendian a una red¡stribución de
la renta y (10 a poner en discusión la orientación agropecuaria del país. A. medida que la organización
agroexportadora se consolidaba, sus bases sociales se ampliaban y crecía el poder de los sectores
menores d!31 sistema para cuestionar a la oligarquía el monopolio de la renta. La oligarquía fue cediendo
el poder político en forma paulatina, en la medida en que éste no hacía plilíigrar las bases de una
organización económica consolidada de la que ella era la principal beneficiaria. En un comíHnzo, permitió
la federalizaciórl de Buenos Aires y una redis:ribuci(;;¡ mgional más amplia de la renta, con lo qUG comenzó
la dilución del conflicto interier-Buenos
·4·
Aires qqe habla sido el factor cl,¡;we d.e lE¡! histo,ria argenlina desde la caída del r~g¡men d¡rectori~l en
182q hasta el ascenso de RQca en 1 t¡80. L~ego, con Yrigoyen, permitió que las clases medi~ asumieran
el control del pode:r políticq . Q\Je las reivindicaciones de éstas. eran meramentp
--redistriQutivas y que, por com¡;igulente'; aspiraban al poder poi ,ea pero nq a transformélr I~ orientaqión
económica, lo revel~ toda lahisioria del raqicalismo. Hecordemos (¡3.céiebre frasEní~
Yrigoy~n: "mi programa es la qonstitucipn Né1clonal". qn cuanto a los nacientEis núcleos obrerq;;
• .,' . 'l·· . J
solic::ita~an alzas de salarios y rr(eJoras sqcialep -muchEfs veces obtenidas- al par que mant~n¡~Í1 la
ideologfa librecamblsta de la oligarqufa dominante.24 Finalmente, los g¡:upOi!~ Industrlal~¡s Incipientes
y
podían solicitar una mayor protecqión aduanera mayor crédito, pero no' sonaban cop
una re\l;:erslón
total en su beneflylo de la I1struqtura productiva del país. (Para qu~ esto se produzqa habrá que esperar
a qu.e en la e¡iécada del treinta cese la expansión de !a renta.; y se produzca 4 :0éonside.rable desarrollo
Industrial sustitutivo lÍe import~ciones. Recién en la década del cuarenta
el desarrolló industrial autónon)o se volyerá ~ntagófl¡C? de la renta ollgárquic~)o "
En cuanto al nivel de emple.o. r~sulta c!qro qUEl el carácter expansivo de este proceso impedía q~e la
desQcupación alcanzara proporcion~s excesivas. Alo largo de todo el perf9do se mantuvo la tendenpia a
una amplia utmz~ci6n prqductiya de la rrano de obra que los saldos migratoriQs arrojabpn anualmente
sobre el país.25J\lejan;jro E. Bunge (1917) ha descrito de la siguiente forma la evolución del mercado de
trabajo. Entre 1870 y W91 -período en que por primera vez la· tradicional falta de mano de obra deja d~
ser yn problema acuciante-!a fuerza laboral crece a 41'1ritmo proporcional al desenvolvimiento de las
actividades productivas. El contingente de inmlgrantes ascendió a un promedio de 51.864 í;ll año. con
oscilaciones entre 14.000 y 83.000. En el lapso 'que corre éntre 1892 y 1904, en cambíq, la ii)mlgración se
mantiene estacionaria, con 'saldos q~!e
-Llegan a oscilar entre 16.000 y 94.000 anuales y un promedio de 43.784.
Sin embargo, el crecimiento que en este lapso experimentan la agriculturi,.'i, la ndlJstrla yal comercio,
determinan una grpn esca$ez de brazos y la consiguiente sub~ da salarios. E~to conduce, en la etapa
siguiente, 1905-1910, a un gran incremento del ritmo inmi~rator¡o, qua en trf)s años triplica sus cifras
anuales. Surge la "inmigración golondrina", que aporta alrededords i a o .o p ohombres cada año; a esto
hay que Ejgregar un salqo favorable de un prqmedio de '1 63.4~7 migrantes hasta 1913. Hasta 'j91 O , este
crecimiento. que a diferencia de la E¡ltapa anterior ya no se vuelca a las tareas agrícolas, fue absorbido
satisfactoriamente por el gran Incremento que hacia la época adquiere la edificación en todo el pa!s y en
particular en la ciudad de. buenos Aires. Hay que agregar a esto la ampliación de la industria, que como
surge de la comparación de los censos municipales de 1904 y 1910 aumenta SU personal en más de
90.000 obreros. Durante la. década
del 10 es cuando se produce la primera crisis grave. '
Declina la producción agrícola y se detiene la expansión de la construccIones urbanas y el ,', incremento de
las actividades industriales a ellas vinculadas. Es entonces que la desocupacjón adqui~re grandes
proporcione¡s, pasando de 116.000 desocupados en 1912 a 455.870. estas t(es cifras representan una
proporción relatiya de desocupados del5,1 ; 19,4 Y 10,8%, respectivamel}te. En · la
década del veinte los
niveles de ocupación volverán a ser normales. No esditícil vincular las exce¡icionales circunstancias del
mercado del trabajo a otro conjunto de hechos fuera de serie ocurridos en la década del1 O .
La crisis económica se dio en el m~rco de otra conmo.ción estructural más prQfunda originada por la
primera Guerra Mundial. En pocos años se suceden el Grito de Alcorta en 1912, el ascenso del
radicalismo al poder en 1916, la Sem~na Trágica de 1919.
De cualquier forma, la conclusión E l extraer del análisis anterior nos parece obvia: pes~ a fluctuaclonés
parciales, la tendencia del período fue al pleno empleo de lo;;; recursos labor41es generados por el flujo
inmigratorio. No hay ninguna desocupación estructural que por su magnItud
·5,
----~mere~paasimilarse al fenóm€¡no de lamarginalidad~09ial. La razón de este. hecho reside eq la
. intensjdad de la expansión rentistica q!Je hqmos desqrito. '. ... .
Sin embargo, esto es sólo unapart~ de) cua~ro; la otr~ la constituyen las oscilf.!ciones érclicéis que
conforman al período. Como e.s sabido, en Iqs etapas ge contracción económipa, la desocupaC!ón
crece excepcionalmente hast~ el coml~mzo ~e! perfodp de recuperación. En IQ spafsEl~altaníe~lte
industrializad0s, los efectos diptorslvo~ de Iqs crisis eqonómicas tendieron a ~lenuarse.1l fines pel
siglo XIX mediante mecanismQs financieros, como losque hemos mencionadq ~nteriorm~nte, que les
permitían regular el flujo dª capital~s. PQm-esta regulación determinada, ~n buenª t · ledldq; la
transfi3rencia de la crisis a los pafsesde la p~riterla, q4e en el momento en qu~ sobrev~Í1fa deblan
afrontar fa circunstancia agrav.ante de b1l'"!afuga maslVIl de capitales. En tales
c;ircunstancié:1stodos los fepómenos inherentes a I~scris,lsqfclic~s y entre el/os la desocupación;
fendfana agrava~se. En la Argentina, por conslguia'nte, las coyunturas desfavorables determinaba\l
una desocupaqión pa¡ticplarmente intensa y unasecuelaoe tr¡;¡stornos sociales propios de la
temprana industriaH~a- . ción de Europa, que en ese elltonces lós parses ímperialistas habían
logrado limitar grandeme~te.
vez más la naturaleza c~pital¡stay dependiente:del país se reflejaba en esta circunstan9ia.
En resumen, nuestra hipótesis acerca de la evolución del mercadoie trabajo es la sigUient¿: la
expansión rentística determinó una tendencia estructural permanente a la ocupación plena d~ la
fuerza de trabajo resultante del flujo inmigratorio, pero la desprotección propia del capitalh;¡mo
dependiente argentino frenta a las oscilaciones del ciclo económico, determinó una desocupación
'~ coyuntural particularmente intensa.
Notas
19_ Cfr. Anlbal B. Arcondo ('1965) y .Tulio Halperin Donghl (1963).
20" Como ha sel'lalado Mario Góngora, en las regiones pastorlle$ del mundo ibérico -norte cjp Santo Domingo.Nl1eva México y
Texas, sabanas anter;or!"s de Vell~zuelq, '}ol1e dE!l Uruguay- la abundancia dJl ganado cimarrón poco explotado
económIcamente, permitía la sub~istenc,:la de una vasta población ubicada al rnarQende las re1élc\Ones productivas, que
sólo se incorporó! a ellas ep forma esporádica o estaciona!. Esto también aconleció en la lI~nura pampeana. En las estancias
bonaerenses; la·s tªreas anuales propias de la actividad g~nadera incorporában temparar/amente a esta población flotante que
dio lugar al tipo genérico del ~aucho. La incQrporación'del mism~ a la.
actividad económica requirió la implantación del tr<¡bajo obligatorio. .'
21. Asr, por ejemplo, el30 de agoslo de 1815 $e dispuso que ••... todo hombre de campo que no acreditará ante eJjuaz de paz
local tener propiedades, seria reputadQ sirviente y quedaba obligado él llevar papeleta de su patrón, visada cada tres meses, so
pena de compulársele vago. Importaba también vagancia para·el sirvient~ transitar el territorlo sin permiso del mismo Juez. Los
asl declaradof¡vagos sufrirfan cInco anos de servicio mililar la primera vez y d~ez:, la segunda, o dos arios de conchavo
obligatorio la primera vez y diez la segunda, en caso de no resultar aptos patalas faliga$ del eJércllo ... ". EI7 de agos!o de 1821
se prohibió a las partidas reclvtadoras engans:.:harpeonesda las t~opas de carretas del Interior. El18 de diciembre dol mismo
ano se resolvió destinar la tropa de IInea que no fQsra necf:saria al servicio, a las tareas de.la cosecha. EI19 pe abrU de 1822
se dictó la ley general de represión de Iq vaganci~, y el 28 do febrero de 1823 se prOhibió la rnend~idad. Hasla lal punto
predominaba la coacción extraecon6mica en la obtención de mano de obra, que debieron adpptarse al cabo diversas medidas
para reprimir los abusos. Pero en éstos no sólo incurrlan los ganaderos, sino el mismo-ejérqil<1en sus mélodos de
engancharniento.¡"sl, E!121 de junio de 1822 se ·,;·stableci6 la prohibición de proceder a la recluta de aquellos peones que
llegaran ¡;fel inlerior con con/ratos· , especiales.
22, Esta es la posición extrema sostenida. por ejemplo, por Milciades Pel'la.