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Temuco – Chile
Cornisa
*
Psicólogo (Universidad de La Frontera), Magíster en Ciencias Sociales y Políticas (FLACSO, México); Diploma de Estudios
Avanzados en Metodología de la Investigación en Psicología (Universidad Pontificia de Salamanca, España). Especializado en
Psicología Comunitaria. E-mail perezluc@ufro.cl.
ENFOQUE PSICOSOCIAL ECOLÓGICO 2
Resumen
Las Raíces
Énfasis Interventor
Las raíces del enfoque se encuentran en los primeros años de la Carrera, cuando
vivíamos en dictadura y el currículum no contemplaba como posibilidad la formación en el
área. A mediados de los ’80, distintos grupos de estudiantes de la Carrera nos habíamos
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Esta sistematización constituye una reflexión personal, pero que se ha construido a lo largo de varios años y en forma conjunta
por el equipo de Psicología Comunitaria, con el aporte fundamental de Alba Zambrano, Gonzalo Bustamante, Mireya Palavecino,
Ximena Oñate y en una etapa anterior Marcela Aracena, que si bien no estudió en nuestra Universidad, hizo escuela con nosotros.
También han contribuido a la reflexión y formulación de propuestas, aún sin formar parte directa del equipo, Eduardo Troncoso,
Marina Alarcón, Beatriz Vizcarra y Paula Alarcón. Por último, debo reconocer el invaluable aporte que han hecho un importante
número de exalumnos formados en el área, que por cierto han dejado profundas huellas.
ENFOQUE PSICOSOCIAL ECOLÓGICO 3
organizado para realizar trabajos voluntarios en las poblaciones de Temuco, inspirados por
la necesidad de hacer efectivo el rol de “agente de cambio” que por esos años se definía
para el profesional Psicólogo. Como consecuencia de ello se comenzó a presionar al interior
del aula para producir una reflexión más sistemática sobre esta nueva forma de hacer
Psicología en terreno y el primer espacio que se abrió fue la asignatura Patología Social, la
que en 1986, “año decisivo”, bajo la conducción de la profesora Marcela Aracena, quien
constituye un equipo de trabajo con cuatro ayudantes, es reformulada, abriendo espacios
para el trabajo práctico en terreno con un proceso sistemático de acompañamiento
supervisado a niños que presentaban desadaptación social. Se había dado inicio a un
proceso de apertura impensable en esa época, el que siguió con la realización de diversos
cursos taller de carácter electivo: Modelos Alternativos de Educación (MAE), Taller de
Investigación-Acción, Atención Primaria y el ya mítico Taller de Patología Social, a través del
cual se produjo el video “Estirar la Manga” que permitió dar un vistazo “desde adentro” al
proceso de desadaptación en la infancia.
Este primer periodo fue muy activo en la producción de iniciativas académicas que
dieran cabida a las innumerables inquietudes emergentes en el área, de allí la denominación
de “Fase Activista”, pues lo fundamental era hacer una Psicología diferente, en terreno, con
los pies “metidos en el barro”, esto en un contexto en el que la literatura especializada era
casi inexistente y que no había aún suficiente sistematización de experiencias análogas y o
pertinentes, a lo que se sumaba un escenario político muy efervescente ante la posibilidad
cada vez más cierta de terminar con la dictadura y recibir la “alegría” de un nuevo sistema
político. Rápidamente, sin embargo, se da inicio a un proceso más reflexivo, orientado a
generar fundamentos conceptuales para la acción, nos vinculamos al CIDE para recibir
formación en Educación Popular y al PIIE para una formación metodológica más pertinente;
se comienzan a desarrollar las primeras Tesis con temas no tradicionales “Identidad Juvenil
Urbano-Popular”, “Prostitución Infanto-Juvenil”, “Historia Oral de la Villa Pomona” entre
otras y se reformula el plan de estudios dando origen a partir de 1989 a dos asignaturas
ampliamente anheladas: Metodología de la Investigación Cualitativa (MIC) y Técnicas de
Intervención Social (TIS).
De este modo tomó cuerpo una “primera etapa reflexiva” cuyo eje lo constituye el
cambio curricular; un cambio que busca generar espacios de formación regular para una
Psicología que se pueda construir desde la práctica, pero sobretodo, una Psicología cuyo
norte ético-valórico es la equidad, al estar orientada hacia quienes se encuentran excluidos
de los beneficios del hacer profesional de los psicólogos (ver Figura 1).
ENFOQUE PSICOSOCIAL ECOLÓGICO 4
ÉNFASIS ÉNFASIS
INTERVENTOR ESTRATÉGICO
ÉNFASIS
DIAGNÓSTICO
Énfasis Diagnóstico
A partir de 1989, en TIS, una asignatura semestral y obligatoria del 5º año, la que
muchos recordarán, se intentó suplir todos los vacíos de las áreas no clínicas, incluyendo lo
laboral y lo educacional, pero especialmente lo comunitario, pues era el único espacio
regular para dicha formación, ya que a continuación no habría preespecialidad, aún cuando,
gracias al apoyo de las profesoras Marianela Denegri y Julia Cortés se podían realizar
algunas prácticas profesionales de carácter “Educacional-Comunitario” y “Clínico-
Comunitario”.
Tres años duró este formato del TIS, pues para el año ’92 era ya exclusivamente
psicosocial comunitario y se orientaba en lo fundamental a formar en estrategias de
diagnóstico participativo y en la formulación de proyectos de intervención psicosocial; lo
primero a través del “modelo de diagnóstico de necesidades psicosociales” que incluía la
realización de grandes “mapas psicosociales” construidos en pluma-vit, con alfileres y lanas
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y pintados a mano (Pérez-Luco, 1997); y lo segundo, a través del estudio de las bases de
proyectos sociales licitados por los organismos públicos, en especial los PDLJ del FOSIS. Un
aporte fundamental en esta fase fue la incorporación de la profesora Alba Zambrano, que
traía una rica experiencia de trabajo en ONGs y en el FOSIS.
Sin embargo, durante ese tiempo ocurrió en los estudiantes una progresiva pérdida
de interés en la formación. La alegría ya había llegado y no era como la imaginamos. Hacia
1996, el contexto había cambiado, surgían nuevos intereses, el crecimiento económico
invitaba a una formación más orientada hacia los espacios productivos, los alumnos ya no
estaban tan dispuestos a realizar tanto trabajo en una sola asignatura, por un solo semestre
y sin continuidad, la carga académica era verdaderamente muy fuerte al inicio del 5º año
(Proyecto de Tesis, dos TTP clínicos y además TIS).
Énfasis Estratégico
Lo más significativo, sin embargo, fue una mayor orientación académica del trabajo
realizado, expresado en incremento de las tesis vinculadas a problemáticas psicosociales, en
la adjudicación de proyectos de investigación vía concurso con evaluación de pares y en el
inicio de un proceso sistemático de colaboración con la Red SENAME. Esto último ha
resultado en convenios permanentes, lográndose la realización de diversos cursos de
postítulo orientados a formar a los técnicos y profesionales de la Red; la adjudicación de un
proyecto para atención de niños víctimas de maltrato, el que se establece en la Clínica
Psicológica bajo el nombre “Esperanza de Niño”; y la publicación del libro “De la Mano de los
Niños”, que condensa gran parte de la experiencia adquirida y sistematizada en el trabajo
de intervención psicosocial.
A este periodo se le puede definir como una “segunda etapa reflexiva” cuyo eje ha
sido la producción de conocimientos por medio de la sistematización y difusión académica
de la experiencia, la realización de investigación básica y aplicada, la implementación
guiada de programas de intervención y la formación especializada de los académicos ya
que, además de lo realizado, los miembros del equipo se involucran en diversos programas
de postgrado que permiten renovar y ampliar los conocimientos que sustentan la práctica.
Casi sin darnos cuenta, nuestro objeto y nuestro rol se han redefinido; desde una
“comunidad sufriente o marginal” hacia una “comunidad enredada” y desde la “agencia
(conducción) del cambio” hacia la “promoción del desarrollo”.
El Tronco
El Contexto
Los informes y documentos oficiales con que contamos en la actualidad para descifrar
el escenario regional (CNF-SERNAM, 1994; UNICEF, 1994; INE, 1994, 2003; CNSP, 1998;
MIDEPLAN, 1995, 1996, 1999, 2000; PNUD, 1996, 1998, 2000, 2002) abruman con datos
que muestran enormes brechas en los diversos indicadores de desarrollo cada vez que
comparamos nuestra Región con el resto del país, verificándose de modo sistemático y
sostenido la vulnerabilidad, regresividad e inseguridad de nuestro tejido social, estructura
productiva y calidad de vida y revelando la gran carencia que nuestra Región presenta en
capacidades y recursos propios para favorecer mejores condiciones de vida en la población2.
En contraste, la ciudad de Temuco, que centraliza toda la oferta de servicios y productos a
escala regional, se sitúa regularmente entre las de mayor crecimiento del País, con lo que se
evidencian preocupantes disparidades intraregionales.
Si bien nuestra Región reúne las paradojas propias de una modernización acelerada,
conserva también por su historia y diversidad, no sólo fuentes de conflictos sino que
mantiene vigente, especialmente en el ámbito rural, fuertes vínculos solidarios entre las
personas, hábitos de convivencia que aún permiten conservar el sentido de pertenencia e
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Según la encuesta CASEN (2000) La Araucanía es la Región con mayor proporción de pobres e indigentes de Chile
(21,6% y 11,1%, lo que da un total de 32,7% de pobreza); una de las de mayor desempleo después de las
regiones Metropolitana y de Valparaíso; y ocupa el último lugar nacional del Índice de Desarrollo Humano. De
acuerdo a Saavedra (1999), la Araucanía es una Región de baja escolaridad (11° lugar), bajos niveles de
capacitación (13° lugar), escasa capacidad de generación de empleos (10° lugar), con el menor crecimiento del
producto (13° lugar), el menor ingreso per cápita del país (13° lugar) y, sin embargo, con la mejor dotación de
recursos naturales (1° lugar); en consecuencia, la menos competitiva del país, particularmente por sus resultados
económicos, por su infraestructura y las capacidades de su población. Empero, esto tiene un lado positivo,
conforma el mejor escenario para un rápido desarrollo, dadas las potencialidades y la gran brecha existente entre
la situación actual y la media nacional.
ENFOQUE PSICOSOCIAL ECOLÓGICO 9
Así se constata en Chile el fenómeno conocido como “patología del vínculo social”
(Fitoussi y Rosanvallon, 1997) cuyos síntomas son la violencia intrafamiliar, la toxicomanía,
los actos de incivilidad y desborde anómico, el aumento de la delincuencia juvenil, entre
otros. Esta situación no ha mejorado y al contrario, actualmente se detecta un mayor
debilitamiento de la sociabilidad ubicando a la familia chilena en una posición paradojal al
ser señalada como el principal referente de la identidad individual y a la vez ser vivenciada
como un espacio de alta tensión y conflicto (PNUD, 2002), lo que incide negativamente en
la salud mental y calidad de vida de los chilenos.
Los discursos socialmente validados hoy por hoy en el abordaje del desarrollo
humano son precisamente los propuestos por los organismos internacionales, siendo su raíz
común el análisis económico, razón por la cual se asocian a esta temática las ideas de
Subdesarrollo y Periferia, derivadas de las teorías de la Modernización del Estado y de la
Dependencia respectivamente, cuya vigencia fue muy notoria en América Latina hasta fines
de la década del ‘70; la idea de Subcultura de la Pobreza formulada por Oscar Lewis (1961)
en la década del ’60 y la de Marginalidad propuesta por Gino Germani (1973) a mediados de
los ’70. Todos estos discursos derivan en el actual debate sobre pobreza que concita en gran
medida los diversos esfuerzos intelectuales y materiales en el tema del desarrollo humano.
propia de las realidades humanas, lo que dificulta capturar con profundidad los significados y
dinámicas del desarrollo humano.
Para poder contribuir entonces a este debate hemos debido recurrir a otras fuentes
teóricas que aporten ideas complementarias. De este modo, rescatamos de la
Fenomenología de Edmund Husserl la noción de fenómeno y el reconocimiento del ser en sí
(realidad fenoménica, esencialmente experiencial, dotada de sentido y significado propios).
También acudimos al Existencialismo Moderno representado por Frederick Nietzsche, Jean
Paul Sartre, Simon de Bouvoir y Víctor Frankl, entre otros, recogiendo de sus ideas la
relevancia de la subjetividad y la necesidad propiamente humana de la búsqueda de sentido
a la propia existencia. Rescatamos e incorporamos el concepto de representaciones sociales,
formulado en la década del ’60 por Serge Moscovici, con sus sucesivas reelaboraciones
posteriores. En desarrollos más actuales encontramos nuevas luces en el Pensamiento
Ecosistémico de Gregory Bateson y Bradford Kenney, quienes nos introducen en la
complejidad de las relaciones humanas para conocer la dinámica del cambio desde su
interior, abordaje que es complementado desde una perspectiva transgeneracional por Iván
Boszormenyi-Nagy y Geraldine Spark (1983).
disponibles para obtener metas específicas que lo habilitan para enfrentar un nuevo desafío
vital. Cada estadio, posee un objetivo y un conflicto básico que superar y en cada uno de
ellos el individuo experimenta, aprende, desarrolla nuevos recursos, cambia y alcanza un
mejor nivel de integración, para avanzar hacia la realización personal. Son estos logros el
desafío permanente que motiva el crecimiento y que cada vez que se obtienen imponen por
sí mismo un nuevo cambio.
La historia, particular de América Latina en las décadas del ’70 y ‘80, obligó a la
Psicología a concebir nuevas respuestas a partir de dolorosas experiencias que constituyeron
en sí mismas la negación de lo humano; esto motiva la reflexión sobre los temas del poder,
la equidad, los derechos humanos, el cambio y la transformación social y la revaloración de
la experiencia subjetiva y de la dignidad y voluntad humanas y surge el llamado a construir
una Psicología que sea comprometida, relevante y sensible a las necesidades de la mayoría
(Martín-Baró, 1986). Así, en la práctica, se inicia la Psicología Comunitaria Latinoamericana.
Como antes señalé, nuestro caso es similar, pero la práctica sólo se puede validar
sobre la base de la experiencia profesional sistematizada y reflexiva que da cuenta de
aciertos y errores y de avances y retrocesos concretos en trabajos con personas y grupos
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que han buscado horizontes más promisorios. Nuestra propia experiencia laboral, directa e
indirecta, es sin duda, el sustento primordial de las ideas y principios que postulamos, pero
además se alimenta con experiencias vicarias, cuyos fundamentos empíricos y técnicos
surgen de la Psicología clínica, educacional, organizacional y por cierto, comunitaria; y de los
desarrollos derivados del trabajo en salud mental, promoción psicosocial, disfunciones
psicosociales, desarrollo organizacional y planificación estratégica.
Los Frutos
El Modelo
Desarrollo y Cambio
Los cuatro énfasis focalizan el eje del desarrollo en un objeto diferente, sin embargo
en su conceptualización operan en base a una misma lógica comprensiva del proceso la que,
desde un análisis ecosistémico se puede caracterizar en base a cinco elementos definitorios:
Complejización Estabilidad
del Cambio
Sinergia
Recursividad
Progresión
Individuo
Familia Sociedad
Comunidad
El desarrollo implica cambio a tal punto que es ésta la condición más estable del
proceso, es decir, todo “objeto” de intervención experimentará transformaciones entre un
punto temporal y otro, independiente de la acción, intencionada o aleatoria, de algún agente
externo, sin embargo, no siempre el cambio posibilita desarrollo. El proceso de cambio por
lo regular tiende a ser adaptativo, lo que significa adecuar las divergencias o desviaciones en
función de las tendencias principales, manteniendo con ello el statu quo y conservando las
pautas, significados, estilos de relaciones y estructuras dominantes. Esto es así, por cuanto
la incertidumbre que genera el enfrentar escenarios desconocidos produce retracción, al no
percibir coherencia entre la experiencia previa y las posibilidades futuras; así, la tendencia
conservadora resulta muy poderosa por cuanto brinda seguridad ante un futuro incierto, aún
cuando el presente no resulte gratificante. La cultura popular expresa esto en refranes como
“más vale diablo conocido que santo por conocer”, “todo tiempo pasado fue mejor”, “más
vale pájaro en mano que cien volando”, haciendo de ello un lógica de sentido común.
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Por estilo de afrontamiento se entiende el modo regular en que un individuo responde frente a eventos externos que le provocan
estrés o le exigen generar respuestas nuevas. De acuerdo a Lazarus y Folkman (1986) son procesos cognitivos y conductuales
constantemente cambiantes que desarrollan los individuos para manejar las demandas externas o internas que se evalúan
excedentes o desbordantes de los propios recursos.
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Por pauta se entiende un modo de comportamiento interpersonal que se tiende a repetir automáticamente toda vez que se
reproduce un contexto de interacción aprendido tempranamente, es decir, las pautas son sistemas de comunicación que se
independizan de la voluntad de los miembros de la relación y del contexto actual de su ocurrencia para reproducir formas de
comunicación establecidas en el comienzo de la relación (Boszormenyi-Nagy y Spark, 1983; McGoldrick y Gerson, 1987).
5
Las representaciones sociales son ideas sustentadas por el conjunto de los miembros de un grupo respecto de un objeto social
específico, tienen la peculiaridad de ser construidas y sustentadas colectivamente, generando amplio consenso al estar fundadas
en el sentido común compartido; son dinámicas en su presentación, aunque tienden a ser estables en la medida que los sujetos
las internalizan, transformándose en creencias individuales, con las que comparten el contener aspectos afectivos, cognitivos,
connativos, volitivos y conductuales (Moscovici, 1981; Jodelet, 1984; Ibáñez, 1988).
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Focos de acción. Cada intervención debe partir por determinar quienes serán los
beneficiarios o más bien con quienes se espera obtener impacto. En este sentido el modelo
propone cuatro posibles focos: (a) Foco Individual, definido cuando el principal cambio
esperado es en conductas específicas de personas precisas, por ejemplo, reducción del
castigo físico de una madre a sus hijos o el desarrollo de la capacidad emprendedora de los
miembros de una organización. (b) Foco Familiar, cuando lo que se busca es producir
cambios en la dinámica familiar de un grupo de familias de un sector específico que
comparten recursos comunitarios, pautas de interacción y carencias específicas, por
ejemplo, el desarrollo de competencias parentales orientadas a mejorar el cuidado de los
hijos y potenciar su desarrollo, o el mejoramiento de estrategias de sobrevivencia que
favorezcan la superación de la pobreza. (c) Foco Grupal-Temático, definido cuando lo que se
busca es enfrentar una problemática psicosocial extendida cuya ocurrencia es independiente
del territorio o comunidad de trabajo y para lo cual existen estrategias sistematizadas de
intervención, por ejemplo el alcoholismo o la delincuencia infanto-juvenil; lo distintivo en
este caso es que se elaboran estrategias de trabajo grupal que sintetizan la experiencia de
previa de intervención en el tema (en otras realidades) con el diagnóstico construido con el
grupo objetivo. Y (d) Foco Territorial-Humano, definido cuando el trabajo está localizado
territorialmente y sus alcances comprenden al conjunto de los habitantes de un sector,
población o comunidad, buscando producir cambios que favorezcan un mejoramiento
general de la calidad de vida; por ejemplo la gestión de redes sociales, la formulación de
planes de desarrollo local o la construcción prospectiva de escenarios de futuro.
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MEDIOAMBIENTE FÍSICO
Dimensión Dimensión
Espiritual FOCO Cultural
“Fe” TERRITORIAL-HUMANO “Saber”
FOCO Sector
GRUPAL-TEMÁTICO Pueblo
Plano
FOCO
Societal Amigos
Pares FAMILIAR Plano
Padres Comunitario
Plano Parientes
Institucional Cercanos
Individuo
Hermanos
Pareja
Dimensión Hijos Dimensión
Política Jurídica
“Poder” Dimensión Económica “Dinero” “Verdad”
ENTORNO NATURAL
modo diferencial. En el modelo el plano Societal es el que vincula el entorno natural y físico
sobre el que se asienta la sociedad, con el entorno comunitario en el que se desarrolla la
vida social. Usando para su análisis el enfoque sistémico funcional estructuralista de Niklas
Luhmann (Izuzquiza, 1990), he seleccionado por su relevancia cinco dimensiones sociales, o
modos en que operan y son administrados por el grupo social cinco subsistemas específicos
con los respectivos medios simbólicos que permiten su operación.
Las dimensiones relevantes del plano Societal son (i) la dimensión cultural, que en
esencia hace referencia al sistema de la ciencia que administra el conocimiento, pero que
articulado con la experiencia de control–continuidad de la comunidad específica, se
transforma en saber y refiere los saberes válidos en el entorno específico. (ii) La dimensión
jurídica que remite al sistema legal, cuya misión social es la administración de la verdad y a
través de ello la justicia y la equidad. (iii) La dimensión económica que refiere al sistema
monetario, operativo a través del dinero, el que se constituye en principal medio de
producción y posicionamiento social. (iv) La dimensión política, correspondiente al sistema
político que administra el poder y a través de ello la participación y oportunidades de
desarrollo al interior de un país. Y (v) La dimensión espiritual, referida al subsistema
religioso que administra la fe y por su intermedio las posibilidades de trascendencia y
salvación personal.
Por último, aparece el (c) Plano Institucional, que corresponde al modo en que el
Estado y la sociedad civil se organizan para la distribución de oportunidades, medios y
recursos, generando espacios estructurados de participación y canalización de necesidades.
Este plano vincula las diferentes dimensiones sociales con los individuos y grupos de la
sociedad, generando oportunidades para el trabajo profesional, pero a la vez, generando
estrategias de trabajo independientes entre sí, muchas veces descoordinados y en ocasiones
contradictorias, lo que en vez de favorecer el desarrollo puede transformarse en freno de
éste. Dentro del plano institucional es muy relevante distinguir, a los servicios públicos
nacionales, los gobiernos locales (municipios) y regionales, las ONGs (organismos no
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Evaluación: Corresponde a la última fase del modelo, pero al igual que las dos
anteriores, también ocurre de modo superpuesto. Se inicia antes incluso del acceso al
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campo, haciendo uso de datos de fuentes secundarias para evaluaciones ex-ante, del tipo
evaluación económico-social o estudios de mercado; se continúa durante el proceso, usando
para ello técnicas cualitativas (memos de síntesis y análisis en progreso) y cuantitativas
(sistematización y análisis de indicadores) que permitan monitorear la ejecución de las
acciones, introduciendo rectificaciones o fortaleciendo lo planificado; y concluye al cierre de
la intervención, con un formato ex-post que permite evaluar el cumplimiento de objetivos, el
logro de metas, la calidad de los procesos, las características de los resultados, la obtención
de productos, los impactos directos e indirectos en las esferas conexas, las externalidades
positivas y negativas (no previstas) y la sustentabilidad de los cambios a través de la
evolución posterior o seguimiento de los indicadores (Salamanca y González, 1990).
Niveles de Intervención
En nuestra experiencia, el trabajo más relevante en este nivel ha sido con infancia en
riesgo o en situación de vulneración de derechos; de allí surge una primera tipología de
problemáticas psicosociales que, sin embargo, permite incorporar fenómenos característicos
de otros estadios evolutivos, estos tipos son: (a) Relaciones abusivas, (b) comportamientos
autodestructivos y (c) desadaptación social.
Las principales actividades que desarrollan los psicólogos en este nivel son la
intervención en red, la práctica de redes y la intervención de redes (SENAME, 1997). A ello
se asocia con similar importancia el trabajo de capacitación a profesionales y técnicos, los
talleres de autocuidado de equipos de intervención directa para aminorar el desgaste
(burnout), y la asesoría en gestión organizacional mediante la realización de estudios
internos (ambiente laboral) y externos (evaluación de impacto) y la generación y evaluación
de indicadores para el monitoreo de las acciones realizadas. A estas actividades se suman
las estrategias de desarrollo local y prospectiva territorial en las que también puede aportar
el psicólogo si desarrolla las competencias necesarias.
Conclusión
La Cosecha
Desde mi perspectiva, el aporte de este trabajo, más allá de ser una sistematización
inicial, constituye una puntualización de los ejes y criterios que pueden guiar la intervención
psicosocial comunitaria construida epistemológicamente desde el paradigma ecosistémico.
Este no es un recetario (no pretende serlo), pero aspira a ser un documento de trabajo para
los psicólogos y psicólogas que se encuentran en terreno intentando aportar al bienestar de
distintos tipos de grupos, generalmente excluidos o marginados de los beneficios del
desarrollo alcanzado por nuestro país. No pretendo más, pues tengo la certeza de que aún
contiene muchos vacíos y que en varios aspectos requiere profundización, especialmente en
el tratamiento conceptual del modelo, sin embargo, la oportunidad que nuestro querido
Lucio ha generado a través de esta publicación ha sido el acicate para dar este paso y por
muy inacabado que esté, personalmente lo considero un gran paso.
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