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La ansiedad tiene una función muy importante relacionada con la supervivencia, junto con el
miedo, la ira, la tristeza o la felicidad. En la actualidad se estima que un 20.5% o más de la
población mundial sufre de algún trastorno de ansiedad, generalmente sin saberlo.
Ante una situación de alerta, el organismo pone a funcionar el sistema adrenérgico. Por ejemplo,
cuando el organismo considera necesario alimentarse, este sistema entra en funcionamiento y
libera señales de alerta a todo el sistema nervioso central. Cuando se detecta una fuente de
alimento para la cual se requiere actividad física, se disparan los mecanismos que liberan
adrenalina, y se fuerza a todo el organismo a aportar energías de reserva para la consecución de
una fuente energética muy superior a la que se está invirtiendo para conseguirla y que normalizará
los valores que han disparado esa "alerta amarilla". En esos momentos el organismo, gracias a la
adrenalina, pasa a un estado de "alerta roja".
La ansiedad es una respuesta automática que se produce en nuestro cerebro más primitivo y en el
sistema límbico al reconocer la existencia de un peligro inminente. Lógicamente, podemos
observar que los animales huyen del peligro o lo evitan.
Esa es la principal característica de la ansiedad, evitamos las situaciones riesgosas. Huída o
evitación son los síntomas típicos de la ansiedad.
Muchos psiquiatras coinciden en que cierto grado de ansiedad es bueno y hasta necesario porque
ayuda a formar el carácter de la persona, refuerza la creatividad y amplía el conocimiento ante las
posibilidades que ofrece la vida.
Generalmente, son las circunstancias de la vida las que van disponiendo de la experiencia que
hace aprender a temer situaciones, personas, animales o circunstancias relacionadas con peligros
reales. Así, no es de extrañar que nos acerquemos con cautela a una calle transitada cuando
hemos sufrido algún percance en otra calle transitada. También puede ocurrir que ni siquiera
hayamos experimentado nosotros el peligro para conducirnos con cautela. El hecho de tener
noticias de que alguien ha sufrido un accidente al cruzar una calle, por ejemplo, puede ser
suficiente para que tengamos cierto miedo a cruzar una calle transitada. Esto denota la gran
capacidad que tenemos los seres humanos para aprender.
Es importante además descartar que los síntomas de ansiedad no sean debidos a la ingesta de
algún tipo de sustancia ansiogénica: cafeína, anfetaminas o a una enfermedad médica
(hipertiroidismo por ej.). Existen muchas causas que pueden provocar ansiedad en forma
secundaria. Asimismo los Trastornos Depresivos se asocian con mucha frecuencia a la ansiedad.
Es muy importante realizar un correcto "Diagnóstico Diferencial" para poder arribar a un
diagnóstico acertado de lo que le ocurre a quien se encuentra padeciendo un cuadro de ansiedad.
La principal causa de fracaso terapéutico es la falta de diagnóstico o un diagnóstico errado.
El Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) es mucho más de lo que una persona normal con
ansiedad experimenta en su vida diaria. Son preocupación y tensión crónicas aún cuando nada
parece provocarlas. El padecer este trastorno significa anticipar siempre un desastre,
frecuentemente preocupándose excesivamente por la salud, el dinero, la familia o el trabajo. Sin
embargo, a veces, la raíz de la preocupación es difícil de localizar. El simple hecho de pensar en
afrontar el día puede provocar ansiedad.
En las sociedades avanzadas modernas, esta característica innata del hombre se ha desarrollado
de forma patológica y conforma, en algunos casos, cuadros sintomáticos que constituyen el
denominado trastorno de ansiedad, que tiene consecuencias negativas y muy desagradables para
quienes lo padecen. Entre los trastornos de ansiedad se encuentran las fobias, el trastorno
obsesivo-compulsivo, el trastorno de pánico, la agorafobia, el trastorno por estrés postraumático, el
trastorno de ansiedad generalizada, etc. En el caso del trastorno de ansiedad generalizada, la
ansiedad patológica se vive como una sensación difusa de angustia o miedo y deseo de huir, sin
que quien lo sufre pueda identificar claramente el peligro o la causa de este sentimiento. Esta
ansiedad patológica es resultado de los problemas de diversos tipos a los que se enfrenta la
persona en su vida cotidiana, y sobre todo de sus ideas interiorizadas acerca de sus problemas..
Los síntomas de ansiedad son muy diversos y tal vez los más comunes consistan en hiperactividad
vegetativa, que se manifiesta con taquicardia, taquipnea, midriasis, sensación de ahogo, temblores
en las extremidades, sensación de pérdida de control o del conocimiento, transpiración, rigidez
muscular, debilidad muscular, insomnio, inquietud motora, dificultades para la comunicación,
pensamientos negativos y obsesivos, etc. La ansiedad se puede manifestar de tres formas
diferentes: a través de síntomas fisiológicos, cognitivos y conductuales. Éstos hacen referencia a
tres niveles distintos, los cuales pueden influirse unos en otros, es decir, los síntomas cognitivos
pueden exacerbar los síntomas fisiológicos y éstos a su vez disparar los síntomas conductuales.
Cabe notar que algunos síntomas de la ansiedad suelen parecerse a los de padecimientos no
mentales, tales como la arritmia cardíaca o la hipoglucemia. Se recomienda a los pacientes
someterse a un examen médico completo para descartarlos. La ansiedad también puede
convertirse en un trastorno de pánico, en el cual la persona cree que va a desmayarse, fallecer o
sufrir algún otro percance fisiológico. Es común que las personas con este trastorno visiten la sala
de urgencias con cierta frecuencia, y, típicamente, se sienten mejor después de ser atendidas.
Existen varios tipos de tratamientos y terapias que tienen cierta efectividad para las personas que
padecen de ansiedad y pánico. Entre ellos se incluyen:
fármacos ansiolíticos;
psicoterapia cognitivo-conductal: ésta debería ser dirigida por un psicólogo competente y
experimentado. La terapia incluye técnicas de exposición graduada (EPR o exposición y
prevención de respuesta), confrontación y modificación de creencias negativas o
incorrectas, modificación de pensamientos negativos, técnicas para entablar autocharlas
positivas, técnicas específicas para tratar con el pánico, etc.;
reducción de estrés: puede incluir técnicas de relajación y respiración, mejor manejo del
tiempo, ejercicio físico, yoga, caminar, etc.;
cambios en la alimentación: por ejemplo, la eliminación gradual del café, estimulantes,
chocolate, azúcar, tabaco, alcohol, refrescos que contengan cafeína y analgésicos u otras
sustancias adictivas;
hipnosis y autohipnosis: la hipnosis permite acceder a niveles de relajación muscular y
mental muy profundos, condiciones que son incompatibles con la ansiedad, y la práctica de
la autohipnosis hace que esta consecución no dependa de la presencia de un terapeuta ni
de otros factores, por lo que es especialmente útil no sólo para niveles moderados de
ansiedad sino también para controlar ataques de pánico y otras manifestaciónes de la
ansiedad, incluidas las físicas.
Ejercicio físico, Deporte.
Algunos pacientes aseguran que observan reducciones considerables en su ansiedad con tomar
tan sólo estas medidas. En ciertos casos es necesario utilizar fármacos durante la terapia
psicológica, pero siempre bajo la supervisión de un profesional calificado (psiquiatra). Si la terapia
psicológica da los resultados esperados, los fármacos pueden no ser necesarios.
En general se considera que la ansiedad es una condición que existe de por vida en cierto grado.
No todos los pacientes responden de la misma manera a los tratamientos, pero un porcentaje
importante de ellos pueden lograr una recuperación parcial o casi completa a largo plazo con la
ayuda de la terapia psicológica (terapia cognitivo-conductual). Se cree que la prognosis de la
ansiedad se ve afectada por la creencia común (posiblemente una creencia negativa e incorrecta)
por parte de los pacientes de que su condición es especialmente grave, más grave que la de
cualquier otra persona que se haya recuperado. Una de las formas de ansiedad más padecidas en
el mundo es el miedo escénico, una forma de ansiedad social que se manifiesta frente a grupos y
ante la inminencia de tener que expresarse en público o por efecto de imaginar dicha acción.
Puede ser tratado con terapia cognitivo-conductual, incorporando una o varias de estas técnicas:
auto-observación, reestructuración cognitiva, terapia de relajación, ensayo de conducta,
representación de roles, desensibilización sistemática, visualización y entrenamiento asertivo.
Las terapias conductistas cognitivas se deben usar junto con terapia farmacológica. Se deben dar
de 10 a 20 visitas con un profesional en salud mental durante muchas semanas. Las partes
comunes de esta terapia abarcan:
Aumentar la comprensión y control sobre puntos de vista distorsionados de estresantes en
la vida, como el comportamiento de otras personas o acontecimientos en la vida.
Aprender a reconocer y reemplazar los pensamientos que causan pánico, disminuyendo la
sensación de indefensión.
Aprender manejo del estrés y técnicas de relajación para ayudar cuando se presenten los
síntomas.
Aprender a no pensar rápidamente que las preocupaciones menores se transformarán en
problemas muy graves.
Evitar la cafeína, las drogas ilícitas e incluso algunos medicamentos para los resfriados también
puede ayudar a reducir los síntomas.
Un estilo de vida saludable que incluya ejercicio, descanso suficiente y buena nutrición pueden
ayudar a reducir el impacto de la ansiedad.
Se pretende que el paciente reduzca su inhibición social ( es decir, pueda activar recursos con los
que cuenta, pero que bajo determinadas condiciones están inhibidos o bloqueados) y que adquiera
recursos, y los ponga en practica, para aumentar los logros y mantenerlos: aprender a establecer
metas realistas, corregir errores cognitivos (expectativas, supuestos..), concentrarse en la tarea y
no en las propias sensaciones, perder el miedo a los propios síntomas, reducir las conductas de
evitación o defensivas, controlar la activación autonómica y somática, reducir la ansiedad social y
la interferencia que provoca, y superar las carencias existentes en situaciones sociales.
En algunos casos, la ansiedad social está asociada con otras alteraciones, por lo que se requiriere
un análisis previo para decidir qué problemas abordar y en qué orden, habiendo de tratarse en
primer lugar o en paralelo el problema de mayor gravedad. La presencia de otros trastornos no
impide el tratamiento de fobia social, aunque es probable que requieran una intervención adicional.
Programas
Entre las técnicas psicológicas de tratamiento destacan: la exposición (role playing, en vivo), el
entrenamiento en habilidades sociales, la identificación y corrección de procedimientos
contraproducentes, la reestructuración cognitiva (replanteamiento, mediante experiencias
correctoras y puesta a prueba, de creencias, supuestos, formas de evaluación), la mejora de la
autoestima, el entrenamiento autoinstruccional, la relajación, enfatizar al paciente la importancia de
concentrarse en la tarea o interacción social (concentrarse en aspectos del ambiente,
comportamiento de los otros, etc.) es fundamental para tratar uno de los principales problemas de
muchos fóbicos sociales: la excesiva conciencia de sí mismos. Los programas de tratamiento
suelen combinar varios procedimientos. Un tratamiento no se reduce a la suma de técnicas y
procedimientos, si no a su adecuada articulación e integración en función de cada caso.
No se han establecido aún, con claridad, predictores claros de éxito terapéutico, aunque la
reducción del miedo a la evaluación negativa se cita como uno de los que pudiera ser más
significativo. Las recaídas parecen más probables cuando este tipo de cogniciones no cambian.
También pueden estar asociados con peores resultados del tratamiento, o su abandono, la
presencia de depresión, déficit de habilidades sociales, bajas expectativas de mejora, tener fobia
social generalizada (en lugar de circunscrita o específica), gravedad en el deterioro producido por
el trastorno, presentar trastorno de personalidad por evitación, abuso o dependencia de alcohol y
no cumplir con las tareas entre sesiones. Que se obtengan peores resultados del tratamiento no
significa necesariamente que no se consiga la misma cantidad de cambio; el nivel de cambio
puede ser similar, pero no así el estado final conseguido cuando ya se presenta un mayor deterioro
en el pre tratamiento.
Opinión General.
Las características que se desarrollan en esta patología del cuerpo humano, pienso que se inclinan
mas a una problemática que se puede considerar como una característica normal y personal que
depende del individuo enfrentar para su propia capacitación de dominio propio de sus emociones y
actitudes personales.