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“El Derecho en Acción – Ensayos sobre Interpretación y Aplicación del Derecho” - Edit. Ara Editores –
Lima, 2010 – p. 119.
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Diario Oficial “El Peruano” – Lima, 30 de Julio de 2010 – p. 28215.
2. Los hechos invocados y los hechos probados para declarar la nulidad del
acto jurídico.
Con la abundante carga procesal a veces vemos a los conflictos como un
número estadístico más, obviando el drama humano del conflicto intersubjetivo
que existe entre las partes, se descuida el mensaje que reflejan nuestras
decisiones, ante la proliferación de actos fraudulentos. La sentencias se emiten en
base a la verdad formal derivada de las pruebas aportadas al proceso, aunque
subsiste cierta sospecha que el contrato materia de nulidad fue celebrado bajo
violencia y amenazas, o en otro caso, el testamento fue otorgado por una persona
con incapacidad relativa por deterioro mental; en el contexto procesal usualmente
nos contentamos con algo menos que la verdad en sentido estricto; de allí la
necesidad que los jueces no deben limitarse a emitir sentencias sólo con el afán
de concluir procesos, preocupados por la estadística de producción mensual,
pues la noble labor de impartir justicia implica hacer efectivos los derechos
sustanciales y lograr la paz social en justicia.
De quienes niegan que la verdad deba ser determinada en el ámbito del
proceso, no le falta razón al jurista italiano MICHELE TARUFFO3 cuando expone
“Según esta ideología, el proceso está dirigido exclusivamente a la solución del
conflicto que ha dado lugar a la controversia. Lo que persigue el proceso es
únicamente un resultado de hecho, es decir la circunstancia de que las partes
pongan fin al conflicto. En esta perspectiva, lo que resulta particularmente
relevante es que el procedimiento que se sigue para decidir la controversia pueda
legitimar la decisión que lo concluye, induciendo a las partes a aceptarla y, por
tanto, a continuar con la controversia. (…) Es el proceso lo que –si está
estructurado alrededor de las partes- legitima la decisión: este proceso legitima
cualquier decisión, dado que no existen criterios autónomos –e independientes del
procedimiento- con base en los cuales pueda establecerse cuándo una decisión
es buena y cuándo no lo es. Es una perspectiva de este tipo, la verdad de los
hechos no asume relevancia alguna: es algo absolutamente desdeñable.”
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“Páginas sobre Justicia Civil” – Edit. Marcial Pons. Barcelona – 2009 – p. 413.
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Jesus Delgado Echevarria - http://vlex.com/vid/articulo-1-301-236502