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imaginación
La imaginación es para Descartes “cierta aplicación de la facultad de conocer al
cuerpo, que le es presente íntimamente”. Detrás de está definición se esconden varias
características propias del dualismo cartesiano.
Para comenzar, habría que decir que, en la definición anterior, Descartes señala
implícitamente que el la substancia pensante y la substancia corpórea son distintas. Si la
imaginación es la aplicación de la facultad de conocer al cuerpo, para distinguirse tienen
que ser dos cosas completamente heterogéneas, luego cuerpo y alma se distinguen
realmente. Descartes se encarga de explicitar el mismo esta idea más avanzada la
meditación: “Tengo una idea clara y distinta de mí mismo, según la cual, soy sólo algo
que piensa y no extenso, y, por otra parte, tengo una idea distinta del cuerpo, según la
cual éste es una cosa extensa, que no piensa (…) mi alma, por la cual soy lo que soy, es
entera y verdaderamente distinta de mi cuerpo.”
Descartes piensa que la facultad de imaginar es un uso distinto del espíritu. Se
podría decir que el cogitor, en lugar de pensar sobre las ideas claras y distintas que tiene
de manera innata dirige su atención sobre el cuerpo “…de suerte que cuando imagina
se vuelve hacia el cuerpo para considerar algo que él mismo ha formado o recibido por
los sentidos”. La imaginación es para Descartes una manera incorrecta de usar nuestro
pensamiento, pues en lugar de que el pensamiento se aferre a la seguridad de las ideas
innatas, se aferra a la contingencia de los sentidos que, como veremos, para Descartes
no aseguran nada nuestro conocimiento de las cosas reales: “no veo, sin embargo, que
de esta idea distinta que de la naturaleza corporal tengo en mi imaginación-cuando
dirigimos nuestro espíritu hacia el cuerpo-, pueda yo sacar argumento necesario y
concluyente para afirmar la existencia de algún cuerpo.”
Piensa Descartes que el testimonio de los sentidos no es fiable porque las
sensaciones son realidades exclusivamente subjetivas: “Una torre que de lejos la veía
redondea de cerca la veía cuadrada”. Esto como veremos le traerá a Descartes
consecuencias muy graves a la hora de lidiar con los sentimientos, pues le pondrá de
manifiesto el problema de la comunicación de las substancias. ¿Sí el espíritu no es el
cuerpo como pueden relacionarse mutuamente?