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CÓMO ESCRIBIR Y CONTAR MONÓLOGOS CÓMICOS Y

SOCIALES

CURSO DE CUENTACUENTOS Y MONÓLOGOS

Contar monólogos es una manera de acercarse a nuestra realidad cotidiana

con buen humor

¿En qué consiste un monólogo?

De un tiempo a esta parte, ha habido una especie de expansión rápida

de un tipo de espectáculo que ya tenía mucho éxito en los países

anglosajones y que, en España, sólo habíamos presenciado en series de

televisión y películas.

Antes de empezar hay que diferenciar entre los monólogos teatrales,


con una amplia tradición en Europa y este nuevo género que podríamos

decir que es estadounidense, adaptado al mundo del espectáculo, cafés

y variedades.

Un contador de monólogos no es, pues, un actor gesticulante y

estrambótico, sino una persona que llega y nos cuenta sus historias.

Tampoco es un chistoso que encadena situaciones, si bien, en muchos

casos la diferencia entre el espectáculo de un buen humorista y de un

buen contador de monólogos es muy similar. El antecedente más

importante que había en España antes de este boom ha sido Gila, aquel

señor que era capaz, con un simple teléfono de hacernos reír durante un

buen rato y, al mismo tiempo, desnudar las tristezas y miserias de la

guerra o de nuestra propia existencia.

El contador de monólogos no inventa personajes exóticos o situaciones

desorbitantes, sino que nos narra hechos cercanos, habituales, pero

vistos desde una perspectiva nueva. Lo novedoso no será, pues, el

hecho que nos cuenta, sino cómo lo ve el intérprete de monólogos. Para

ello juegan un papel importante, no sólo el valor que tenga cada

ocurrencia, sino cómo seleccionemos las palabras y los gestos. Dado

que no vamos a abusar de los gestos, os podéis imaginar lo difícil que

puede resultar.
Veamos un ejemplo práctico

Vamos a comenzar con ejemplos. Imaginad que queremos escribir un

monólogo sobre lo difícil que es ser ecologista. Lo llamaremos “Quiero

ser ecologista”. Comenzamos haciendo una lista de las cosas que

queremos incluir en el monólogo, de esta manera:

-ser ecologista es de sentido común

-un buen ecologista es vegetariano

-o al menos come sano

-reciclaje de papel, vidrio...

-¿qué es una papelera?

-viaja en bicicleta

-Spain is different para viajar en bicicleta

-es imposible ser ecologista

Cuando ya tenemos la lista avanzada, la ordenamos para darle una

linealidad coherente, así:

-ser ecologista es de sentido común

-¿qué es una papelera?

-reciclaje de papel, vidrio...

-un buen ecologista es vegetariano

-o al menos come sano

-viaja en bicicleta

-Spain is different para viajar en bicicleta


-es imposible ser ecologista

Ya podemos ir narrando la historia. De la parte relacionada con el

reciclaje, elaboramos el siguiente fragmento:

Como todas las personas con dos dedos de frente, yo quiero ser

ecologista. Porque yo amo mi planeta y el mundo que me rodea y, tarde

o temprano, todos tendremos que ser ecologistas. Para ser ecologista

hay que cambiar muchos hábitos: por ejemplo, lo de las papeleras. ¿Qué

es una papelera? Y todos ustedes dirán: pues un recipiente de plástico o

metal que encontramos en los parques y los lugares públicos para echar

los papeles. Pues no. Eso era antes; ahora, las papeleras son para echar

cualquier cosa menos papeles. El cartón y el papel hay que dejarlo en un

contenedor para eso, para papel.

Yo llego a casa con todos los papeles del buzón y los pongo en una caja

aparte de la basura donde están los periódicos, suplementos, revistas y

los envases de los alimentos. Soy tan tiquismiquis que a los sobres del

banco, que vienen con una ventanilla de plástico les quito con cuidado

ese plastiquito y la tiro a la basura y reciclo el resto del sobre.

Eso es lo malo, que uno se vuelve un poco enfermizo y empieza a

hacer cosas raras: si se me pega un huevo en su envase de cartón ¿qué

hago?, cojo las tijeras, recorto el trozo de cartón que tiene el huevo
pegado y lo tiro a la basura, para poder tirar el resto de la huevera al

cartón. Y tengo otra costumbre curiosa: cuando voy al cine, la entrada

suele ser pequeñita, hay cines que parece que te dan los tiques del

tranvía de principios de siglo: un papel feo con unos números que no

sirven para nada. Ese papel es una birria así: te sientes un poco

engañado porque, con lo caro que es el cine, que te den eso... Pero

además, es gracioso, porque, al entrar, te lo cortan por la mitad y te dan

tu trocito, ya es un insulto casi. Pues yo, cojo el papelito, lo guardo bien

en un bolsillo, con cuidadito para que no se me caiga al sacar las llaves

y lo llevo a casa, a la cajita del cartón para el contenedor. Supongo que

con diez millones de papelitos como ese, una vez reciclados habrá para

hacer unas cuantas hojas de periódico.

Pero para ser ecologista no basta con reciclar el cartón y el papel, están

también las botellas, los frascos, los frasquitos esos del paté y de

algunos yogures: todo lo que sea de cristal. Yo les quito las etiquetas, lo

limpio por dentro y por fuera, les quito los precintos a las botellas y lo

llevo al contenedor. Casi siempre están llenos, el de vidrio y el de

cartón, pero yo como soy ecologista pero no jilipollas, dejo todas las

bolsas cerca sin que me vean los vecinos y salgo pitando. No me hace

mucha gracia, para un día que me puedo librar de los puñeteros

residuos, que me los tenga que llevar de nuevo a casa porque los

contenedores están llenos ¡faltaría más!


Ya tendremos tiempo de adaptarla a nuestras expresiones y a nuestra

expresividad. Lo importante es no parar de escribir. Un buen sistema es,

como hemos visto, la exageración. El personaje es tan tiquismiquis que

se pasa. También veíamos al final que algo que es tan habitual como

que se encuentren llenos los contenedores lo incluye en el texto dándole

un toque divertido.

Seguimos avanzando y ahora vamos al tema de la alimentación de un

ecologista. Al principio, tratará de ser vegetariano, pero es algo

complicado para nuestro personaje. Después probará con los alimentos

orgánicos y no tendrá más éxito:

Pero esto es sólo el principio: un buen ecologista no se conforma con

eliminar bien sus residuos, también se preocupa de su alimentación. Yo

decidí comer sano y me compré un libro de Alimentación sana, pero más

que sobre comida sana era sobre castigos corporales: decía que lo más

sano era comer sólo fruta, cereales y verdura... Y no digo que no tenga

su parte de razón, pero a mí las morcillas que prepara mi madre, el paté

de hígado de cerdo a las finas hierbas, incluso unas buenas lonchas

grasientas de panceta comidas con un buen grupo de amigos y amigas

con buen vino navarro... Que no, ¡que hay que estar loco para vivir sólo

con verdurillas!
Luego dije: voy a ser carnívoro, vale, pero voy a comprarme cosas

ecológicas más sanas y que respeten más el medio ambiente, que no

utilicen pesticidas y eso y dije, las patatitas, la harina, la leche, las

manzanas a partir de ahora las compro ecológicas. Hay tantos

productos: incluso la pasta puede ser ecológica: los macarrones

ecológicos por ejemplo son una auténtica pasada. Saber saben

exactamente igual, per

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