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Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta

Guión

1. EL SESO
2. LAS TRAMPAS DE SESO
3. CONTRARIEDADES
3.1.1. La secuencia incorrecta de montaje
3.1.2. El fallo intermitente
3.1.3. Las piezas de recambio
4. TRAMPAS INTERNAS
4.1.1. Las trampas de valor
4.1.2. La trampa del ego
4.1.3. La ansiedad
4.1.4. El aburrimiento
4.1.5. La impaciencia
5. LAS TRAMPAS DE LA VERDAD
6. TRAMPAS PSICOMOTRICES
7. MECÁNICA Y VIDA COTIDIANA

1. EL SESO

Me gusta la palabra «seso» porque es tan hogareña y está tan abandonada, y porque está al margen de todo
estilo que parece como si necesitara un amigo y difícilmente rechazara al primero que se presentase. Tiene
el mismo sentido de la antigua palabra escocesa gumption, otrora utilizada por muchos pioneros pero que,
al igual que kin, parece haber quedado postergada. Me agrada también porque describe exactamente lo que
le ocurre al que establece contacto con la Calidad. Se llena de seso.
Los griegos tenían el vocablo enthousiasmos, raíz de «entusiasmo», que significa literalmente «lleno de
theos», o Dios, o Calidad. ¿Verdad que encaja?
Una persona con seso no va por ahí disipándose y consumiéndose por cualquier cosa. Está al frente del tren
de su propio conocimiento, en espera de ver lo que hay en la vía y saliéndole al encuentro cuando aparece.
Esto es tener seso…

…El proceso de relleno de seso tiene lugar cuando uno guarda quietud el tiempo suficiente para ver, oír y
sentir el universo real, y no sólo las propias y rancias opiniones acerca del mismo. Pero no es nada exótico,
y por esto me gusta la palabra.
Cabe apreciarlo en personas que regresan de una pesca prolongada y tranquila. A menudo, se muestran un
tanto a la defensiva por haber empleado tanto tiempo «para nada», porque no hay justificación intelectual
para lo que han estado haciendo, pero el pescador de regreso suele mostrar una peculiar abundancia de
seso, generalmente en lo tocante a las mismas cosas de las que pocas semanas antes estaba más que
hastiado. No ha estado perdiendo el tiempo. Es sólo nuestro limitado prisma intelectual lo que da esa
apariencia.

Si uno va a reparar una motocicleta, la herramienta más importante, la primera, es una adecuada provisión
de seso. Sin ella, es mejor recoger todas las demás herramientas y guardarlas, porque de nada van a servir.
El seso es la gasolina psíquica que hace que todo funcione. De no tenerlo, no hay posibilidad de arreglar la
moto. Pero si uno lo tiene, y sabe cómo conservarlo, nada en el mundo va a evitar la reparación de la
motocicleta. Es algo que ha de ocurrir. Por lo tanto, lo que debe ser controlado en todo momento y
conservado ante todo, es el seso.

2. LAS TRAMPAS DE SESO

Esta importancia primordial, del seso soluciona un problema de formato de este chautauqua.
El problema ha consistido en eliminar las generalidades. Si el chautauqua entra en los detalles reales de la
reparación de una máquina individual, hay todas las probabilidades de que ésta no sea de la marca y
modelo de la del oyente, y la información no sólo será inútil sino también peligrosa, puesto que la
información para arreglar un modelo puede a veces arruinar a otro. Para una información detallada de
índole objetiva, un manual separado de taller para una específica marca y modelo de máquina es lo que
debe ser utilizado. Además, un manual de tipo general, como la Guía Automóvil de Audel, viene a rellenar
los posibles huecos.

Pero hay otra clase de detalle que no cita ningún manual de taller, y que es común a todas las máquinas y
puede ser citada aquí. Se trata del detalle de la relación de Calidad, la relación de seso, entre la máquina y
el mecánico, que es tan intrincado como la propia máquina. En el transcurso del proceso de ajustar la
máquina, siempre surgen cosas, cosas de baja calidad, desde un puño empolvado hasta un conjunto
«insustituible» accidentalmente estropeado. Esta fuga de seso destruye el entusiasmo y le deja a uno tan
desalentado que desea olvidar toda la cuestión. Yo llamo a estas cosas «trampas de seso».

Hay centenares de diferentes tipos de trampas de seso, tal vez millares, acaso millones. No me es posible
saber cuántas son las que no conozco. Sólo sé que parece como si yo hubiese tropezado con todos los tipos
imaginables de estas trampas. Lo único que me impide pensar que he topado con todas es que, con cada
tarea, descubro más. El mantenimiento de la motocicleta llega a ser frustrante. Enojoso. Indignante. Esto es
lo que confiere tanto interés.

Pienso ahora en un catálogo de «Trampas de seso que he conocido». Quiero iniciar todo un nuevo campo
académico, la sesología, en el que tales trampas queden seleccionadas, clasificadas; estructuradas en
jerarquías y relacionadas entre sí para edificación de futuras generaciones y en beneficio de toda la
humanidad.

“Sesología 101 - Un examen de los bloqueos afectivos, cognoscitivos y psicomotores en la percepción de


las relaciones de la Calidad 3 cr, VII, MWF.”

Me agradaría ver esto en alguna parte de un catálogo de centro universitario.

En el mantenimiento tradicional, el seso es considerado como algo que a uno le es innato o que ha
adquirido como resultado de una buena crianza. Es una utilidad fija. A partir de la falta de información
acerca de cómo se adquiere este seso, cabe asumir que una persona sin ningún seso es un caso perdido. En
el mantenimiento no dualista, el seso no es una utilidad fija. Es variable, un depósito de buen espíritu que
cabe añadir o sustraer. Puesto que es el resultado de la percepción de la Calidad, una trampa del seso puede
ser definida, por consiguiente, como algo que le hace perder a uno la visión de la Calidad, y con ello el
entusiasmo por lo que está haciendo. Como es de suponer en una definición tan amplia como ésta, el campo
es enorme y aquí sólo es posible intentar un breve esbozo del mismo.

Por lo que puedo ver, hay dos tipos principales de trampas del seso. Las del primero son aquellas en las que
uno se ve lanzado fuera de la vía de la Calidad por condiciones que surgen de circunstancias externas, y a
éstas las llamó «contrariedades». El segundo tipo lo constituyen trampas en las que no es expulsado de la
vía de la Calidad por condiciones que, principalmente, se encuentran en uno mismo. Para éstas, no tengo
ningún nombre genérico... «estorbos», quizás. Hablaré primero de las contrariedades por causas externas.

3. CONTRARIEDADES

3.1.1 La secuencia incorrecta de montaje

La primera vez que uno acomete una tarea importante, parece como si la contrariedad de volver a montar
algo sin la secuencia debida fuese la principal preocupación. Esto suele ocurrir en momentos en que uno
piensa que casi ha terminado ya. Después de días enteros de trabajo, uno lo tiene por fin todo montado,
excepto... ¿Qué es esto? -¿E1 forro tubular de la varilla de conexión del cojinete? ¿Cómo es posible haber
olvidado tal cosa? ¡Oh, Dios mío, hay que desmontarlo todo otra vez! Uno casi puede oír el escape del
seso. Pssssssssssss.

Uno nada puede hacer, excepto volver a desmontarlo todo... tras un período de descanso, que puede llegar
hasta un mes, que permita hacerse la idea.
Hay dos técnicas que yo empleo para evitar la contrariedad de haber montado algo sin la debida secuencia.
Las utilizo sobre todo cuando me encuentro ante un montaje complicado del que lo ignoro todo.

Debería insertar aquí, entre paréntesis, que existe una escuela de pensamiento mecánico que afirma que yo
no debería habérmelas con un montaje complicado del que lo ignoro todo. Debería adiestrarme
debidamente o ceder esta tarea a un especialista. Ésta es una escuela de autoservicio mecánico selecto que a
mí me gustaría ver borrada del mapa. Fue un «especialista» el que rompió las aletas en esta máquina. Yo he
publicado manuales escritos para adiestrar especialistas en IBM, y lo que sepan al terminar su lectura no es
gran cosa. Uno se encuentra en desventaja la primera vez y puede costarle algo más debido a partes que
uno estropea accidentalmente, y es casi indudable que va a exigirle mucho más tiempo, pero en la segunda
ocasión uno se encuentra ya por delante del especialista. Con seso, uno ha llegado a conocer el montaje por
el camino más duro, y abriga a su respecto toda una serie de buenos sentimientos que difícilmente tendrá el
especialista.

De todos modos, la primera técnica para evitar la trampa del montaje sin la debida secuencia es una libreta
de notas en la que escribo el orden del desmontaje, así como toda cosa inusual que pueda causar
dificultades al volver a montar más tarde. Esta libreta se llena de manchas de grasa y adquiere un feo
aspecto, pero muchas veces una o dos palabras que parecieron carecer de importancia al ser escritas han
evitado averías y han ahorrado horas de trabajo. Estas notas deberían prestar especial atención a las
orientaciones de las partes -mano derecha o mano izquierda, arriba o abajo-, al código de colores y a las
posiciones de los cables. Si alguna pieza parece desgastada, estropeada o floja, éste es el momento de
anotarla para -poder efectuar todas las compras de recambios al mismo tiempo.

La segunda técnica para evitar la trampa del montaje fuera de secuencia, es la que consiste en extender
periódicos en el suelo del garaje, y poner sobre ellos todas las partes, de izquierda a derecha y de arriba
abajo, en el mismo orden en el que se lee una página. Con ello, al volver a colocar, en un orden invertido,
todos los pequeños tornillos, tuercas y pasadores que con tanta facilidad pueden quedar olvidados, estas
piezas se presentan a medida que uno las necesita.

Sin embargo, pese a todas estas precauciones ocurren a veces montajes sin la debida secuencia, y en tales
casos uno ha de vigilar el seso. Evítese la desesperación del seso, en el cual uno se apresura como un loco
en un esfuerzo para restablecer el seso y compensar el tiempo perdido. Esto no logra sino crear más errores.
Cuando uno se da cuenta de que ha de hacer marcha atrás y desmontarlo todo de nuevo, ha llegado el
momento de hacer aquel largo intervalo.

Es importante distinguir de éstos aquellos montajes fuera de secuencia debido a la falta de una cierta
información. Con frecuencia, todo el proceso de montaje se convierte en una técnica de tanteo en la que es
preciso desmontar para introducir un cambio .y después volver a montar para ver si el cambio da buen
resultado. En caso contrario, no se trata de una contrariedad, puesto que la información conseguida es un
auténtico progreso.

Pero si uno comete un vulgar error de ignorancia al proceder al montaje, todavía cabe salvar algo de seso
sabiendo que la segunda operación de desmontar y montar será, probablemente, mucho más rápida que la
primera. Inconscientemente, uno ha memorizado toda clase de cosas que ya no tendrá que aprender otra
vez.

3.1.2 El fallo intermitente

La contrariedad del fallo intermitente es la siguiente. En ella, lo que no funciona debidamente se arregla de
improviso apenas uno empieza a meterle mano. Los cortocircuitos eléctricos suelen pertenecer a esta clase.
El cortocircuito se produce tan sólo cuando la máquina corre por ahí. Apenas se para, todo marcha a la
perfección. Es casi imposible arreglarlo, entonces. Cuanto uno puede hacer es tratar de que funcione mal
otra vez y, si no quiere hacerlo, olvidar la cuestión.

Los fallos intermitentes se convierten en trampas de seso cuando le inducen a uno a creer que en realidad
ha reparado la máquina. En cualquier reparación, siempre es buena idea esperar hasta haber recorrido unos
centenares de kilómetros antes de llegar a semejante conclusión. Son exasperantes cuando se presentan una
y otra vez, pero si lo hacen uno no se encuentra en peor situación que la del que recurre a un mecánico
comercial. De hecho, está en mejor condición. Son una trampa de seso mucho peor que el motorista que ha
de llevar su máquina al taller una y otra vez, sin quedar nunca satisfecho. En la propia máquina, uno puede
estudiar estos fallos durante largo tiempo, cosa que el mecánico comercial no puede hacer, y puede cargar
con las herramientas que crea puedan resultarle necesarias hasta que se produzca de nuevo el fallo
intermitente, y entonces, cuando esto ocurra, parar y trabajar en lo que corresponda.

Cuando se repiten estas intermitencias, uno puede tratar de relacionarlas con otras cosas que haga la moto.
Por ejemplo, ¿se producen las falsas explosiones sólo en los baches, sólo en los virajes o sólo en las
aceleraciones? Estas correlaciones son claves para hipótesis de causa y efecto. En ciertas intermitencias,
uno debe resignarse a una larga expedición de pesca, pero por aburrido que ello pueda ser, nunca lo será
tanto como llevar la máquina cinco veces al mecánico comercial. Me tienta la idea de entrar en prolongados
detalles acerca de «Intermitencias que yo he conocido», con una descripción minuciosa acerca de cómo
fueron solucionadas. Pero esto sería ya como aquellas historias de pesca que sólo ofrecen interés al propio
pescador, el cual no acierta a comprender por qué todos los demás bostezan. Y es que él disfrutó con ello.

3.1.3 Las piezas de recambio

Después de los montajes defectuosos y de las intermitencias, creo que la trampa externa más común es la
contrariedad de las piezas de recambio. Aquí, la persona que realiza su propio trabajo puede llegar a
deprimirse en muy diversos aspectos. Los recambios son algo que uno nunca planea adquirir cuando
compra la máquina. Los tenderos optan por mantener sus inventarios a una escala reducida. Los mayoristas
son lentos y siempre andan escasos de personal en primavera, que es cuando todo el mundo compra
recambios de moto.

El precio de los recambios es la segunda parte de esta trampa de seso. Es una política industrial bien
conocida la de dar al equipo original un precio competitivo, puesto que el cliente siempre puede ir a
comprar a otra parte, pero sobrecargar el precio en los recambios y estar en paz. El precio del recambio no
sólo es mucho más alto que el de la misma pieza al comprar la máquina, sino que uno ha de pagar un precio
especial porque uno no es un mecánico comercial. Éste es un truco refinado que permite al mecánico
comercial enriquecerse al aplicar recambios que no son necesarios.

Otro obstáculo, además. Cabe que la nueva pieza no se ajuste. Las listas de piezas de recambio siempre
contienen errores. Los cambios de marca y de modelo son fuente de confusión. A veces, piezas más allá de
toda tolerancia pasan por el control de calidad, porque en la fábrica no funciona. una verificación adecuada.
Algunos de los recambios que uno adquiere son hechos por casas especializadas que no tienen acceso a los
datos técnicos necesarios para hacerlos como es debido. A veces, estas casas sufren confusiones con los
cambios de marca y de modelo. Otras veces, el dependiente que le atiende a uno anota un número
equivocado. En otras ocasiones, es uno mismo el que no le da la identificación correcta. Pero siempre
constituye una gran trampa de seso el llegar a casa y descubrir allí que la nueva pieza no sirve.

Las trampas de los recambios pueden ser soslayadas mediante una combinación de varias técnicas.
Primero, si en la población hay más de un suministrador, procúrese elegir el que tenga el vencedor de
recambios más dispuesto a cooperar. Trate de relacionarse con él, de llamarle por su nombre de pila. Con
frecuencia, también él habrá sido mecánico y podrá facilitarle cuantiosa información válida.

Vigile las rebajas de precios y déles una oportunidad. Algunos de estos negocios ofrecen buenos tratos. Los
grandes almacenes de recambios para coche y las firmas de venta por correo ofrecen a menudo los
recambios más corrientes de moto a precios muy por debajo a los de las tiendas especializadas en ellos. Por
ejemplo, cabe adquirir cadena de rodillos directamente de los fabricantes, con un precio muy inferior al que
tanto hinchan las tiendas de motos.
Lleve siempre la pieza vieja consigo, para evitar cualquier confusión. Lleve también galgas o calibres para
comparar las dimensiones.
Finalmente, si a usted le exaspera tanto como a mí el problema de los recambios y dispone de algún dinero
que invertir, siempre le cabe adoptar el fascinante hobby de mecanizarse sus propias piezas de recambio.
Yo tengo un torno pequeño, de 6 por 18 pulgadas, junto con un dispositivo fresador y todo el complemento
de un equipo de soldadura -arco, heliarco, gas y minigás para este tipo de trabajo. Con el soldador es
posible rellenar superficies desgastadas mejor que con el material original, y rectificarlas después con la
debida tolerancia por medio de herramientas de acero al carbono. Nadie puede creer cuán versátil es este
conjunto de torno, fresadora y soldadura, hasta haberlo utilizado. Si uno no puede realizar la tarea
directamente, siempre cabe hacer algo que la realizará. La mecanización de una pieza es muy lenta, y
ciertas partes, por ejemplo las bolas de los cojinetes, nunca las mecanizará uno mismo, pero sorprende
comprobar cómo es posible modificar diseños de piezas a fin de poder fabricarlas con el propio. equipo, y
esta tarea no es, ni mucho menos, tan lenta y exasperante como la de esperar que el sonriente vendedor de
recambios mande a buscarlos a la fábrica. Y por otra parte, este trabajo construye seso, no destruye seso.
Correr en una
moto que lleva piezas fabricadas por uno mismo confiere una sensación especial que de ningún modo
puede uno obtener de piezas estrictamente adquiridas en las tiendas.

4. TRAMPAS INTERNAS

Pues bien, éstas son las contrariedades más comunes que acuden a mi memoria: montaje fuera de
secuencia, fallos intermitentes y problemas con los recambios. Pero aunque las contrariedades sean las
trampas de seso más comunes, son tan sólo la causa externa de la pérdida de seso. Es hora de considerar
algunas de las trampas internas de seso que actúan al mismo tiempo.

Como indicaba la descripción del curso de sesología, esta parte interna del campo puede dividirse en tres
tipos principales de trampas de seso internas: las que bloquean la comprensión afectiva, llamadas «trampas
de valor»; las que bloquean el entendimiento cognoscitivo, denominadas «trampas de verdad», y las que
bloquean la conducta psicomotora, llamadas «trampas de músculo». Las trampas de valor son, con mucho,
el grupo más extenso y más peligroso.

4.1.1 Las trampas de valor

Entre las trampas de valor, la más difundida y perniciosa es la rigidez de valores. Se trata de la incapacidad
para reevaluar lo que uno ve, debido a un compromiso con valores previos. En el mantenimiento de la
motocicleta, uno debe redescubrir lo que hace a medida que lo hace, cosa que los valores rígidos
imposibilitan.

La situación típica es aquella en la que la motocicleta no funciona. Los hechos están presentes, pero uno no
los ve. Uno los mira fijamente, pero todavía no tienen suficiente valor. De esto hablaba Fedro. Calidad,
valor, crean los sujetos y objetos del mundo. Los hechos no existen hasta que el valor los ha creado. Si
nuestros valores son rígidos, en realidad no podemos aprender nuevos hechos.

Esto se revela a menudo en un diagnóstico prematuro, cuando uno está seguro de saber cuál es el problema,
y después, cuando resulta que no lo es, se queda atascado. Entonces, uno debe buscar nuevas pistas, pero
antes de poder encontrarlas, ha de limpiar su cabeza de viejas opiniones. Si a uno le invade la rigidez de
valores, puede dejar de ver la auténtica solución incluso cuando la esté mirando cara a cara, porque no
puede ver la importancia de la nueva respuesta.

El nacimiento de un hecho nuevo siempre es un experimento maravilloso. Dualísticamente, es denominado


«descubrimiento», debido a la presunción de que tiene una existencia independiente de cualquier
conocimiento del mismo. Cuando surge, al principio siempre tiene un valor bajo. Entonces,, según sea la
flexibilidad de valores en el observador y la calidad potencial del hecho, su valor aumenta, ya sea lenta o
rápidamente, o bien el valor cae y el hecho desaparece.

La abrumadora mayoría de los hechos, las visiones y los sonidos que nos rodean cada segundo, y las
relaciones entre ellos y todo cuanto hay en nuestra memoria, todo esto no tiene Calidad; de hecho,
tiene-una calidad negativa. Si todos estuvieran presentes al mismo tiempo, nuestra consciencia quedaría tan
abarrotada de datos carentes de sentido, que no podríamos pensar ni actuar. Por lo tanto, preseleccionamos
en base a la Calidad, o, para plantearlo como haría Fedro, la vía de la Calidad preselecciona aquellos datos
de los que vamos a ser conscientes, y realiza esta selección de modo que armonicen lo mejor posible lo que
somos con lo que estamos empezando a ser.

Lo que uno debe hacer, si se encuentra prendido en esta trampa de la rigidez de valores, es tascar el freno
-de todos modos va a tener que hacerlo, quiera o no-, pero tascarlo deliberadamente y andar sobre un
terreno que uno ya haya recorrido antes para ver si las cosas que uno creía importantes eran realmente
importantes, y... bueno... limitarse a contemplar la máquina. No hay nada malo en esto. Basta con vivir con
ello por un rato. Vigilar tal como se vigila un sedal al pescar, y al poco tiempo, tan seguro como que uno
vive, se notará un leve mordisco, y será un hecho pequeño que preguntará, tímida y humildemente, si uno
está interesado en él. Así es como en el mundo se siguen los acontecimientos. Interesémonos al respecto.

Al principio, tratemos de entender este nuevo hecho no tanto en lo tocante a nuestro gran problema, como
por sí mismo. Ese problema puede que no sea tan grande como creemos. Y cabe que este hecho no sea tan
pequeño como uno cree. Puede que no sea el hecho que uno quiere, pero por lo menos uno debería estar
muy seguro de ello antes de descartar el hecho. Con frecuencia, antes de descartarlo, descubriremos que
tiene unos amigos situados junto a él y que esperan saber cuáles nuestra respuesta. Y entre estos amigos
puede haber el hecho exacto que estamos buscando.

A1 cabo de un tiempo, puede uno descubrir que los mordiscos que recibe son más interesantes que su
propósito original de reparar la máquina. Cuando esto sucede, uno habrá alcanzado una especie de punto de
llegada. Uno ya no es, estrictamente, un mecánico de motocicletas; es también un científico de la
motocicleta, y ha conquistado por completo la trampa de la rigidez de valores.

Sigo deseando volver a aquella analogía de pescar hechos. Puedo ver a alguien que me pregunta con gran
frustración: «Sí, pero ¿qué hechos pesca usted? Tiene que haber aquí algo más que eso».
Pero la respuesta es que si uno supiera qué hechos está pescando, ya no pescaría por más tiempo. Los ha
pescado ya. Voy a tratar de pensar en un ejemplo específico...

Cabría dar toda clase de ejemplos a partir del mantenimiento de la moto, pero el ejemplo más contundente
de rigidez de valores que pueda recordar es el de la antigua trampa india para monos; que depende para su
efectividad de la rigidez de valores. La trampa consiste en un coco vaciado y sujeto a una estaca por medio
de una cadena. Hay dentro del coco un poco de arroz, al que cabe llegar a través de un pequeño agujero.
Este agujero tiene el tamaño suficiente para que entre en él la mano del mono, pero es demasiado pequeño
para que el mono saque por él el puño lleno de arroz. El mono introduce la mano y de pronto queda
atrapado... tan sólo por su propia rigidez de valores. No le es posible revaluar el arroz. No puede ver que la
libertad sin arroz es más valiosa que la captura con él. Los aldeanos se acercan para cogerlo y llevárselo. Se
acercan más... ¡más!... ¡ya está! ¿Qué consejo general, no consejo específico sino general, le daríamos al
pobre mono en tales circunstancias?

Pues bien, yo creo que podríamos decirle exactamente lo mismo que he estado diciendo respecto a la
rigidez de valores, tal vez con una cierta urgencia adicional. Hay un hecho que el mono debería conocer: si
abre la mano, queda en libertad. Pero ¿cómo va a descubrir este hecho? Eliminando la rigidez de valores
que evalúa el arroz por encima de la libertad. ¿Y cómo va a hacerlo? Bien, debería tratar, de algún modo,
de frenar deliberadamente y andar sobre un terreno que hubiese recorrido antes y ver si las cosas a las que
él consideraba importantes eran realmente importantes y... bueno, dejar de dar tirones y contemplar el coco
por un rato. A1 poco tiempo, debería notar el leve mordisco de un hecho menudo que preguntaría si a él le
interesaba. Él debería tratar de entender este hecho, no tanto en lo tocante a su gran problema, como a su
propia salvación. Tal vez este problema no sea tan grande como él cree. Asimismo, cabe que ese hecho no
sea tan pequeño como él piensa. Y ésta es prácticamente toda la información que uno puede darle al mono.

4.1.2 La trampa del ego

De nuevo en la carretera y hablando otra vez de trampas. La siguiente trampa es importante. Es la trampa
de seso interna del ego. El ego no está totalmente separado de la rigidez de valores, sino que es una de sus
muchas causas.

Si uno tiene una alta valoración de sí mismo, su capacidad para reconocer nuevos hechos queda debilitada.
Su ego le aísla de la realidad de la Calidad. Cuando los hechos demuestran que uno ha cometido, una pifia,
no es probable que uno lo admita sin más. Cuando una falsa información le hace a uno quedar bien, es
probable que uno así lo crea.

En toda tarea de reparación mecánica, el ego recibe un trato muy duro. Uno se está engañando
continuamente, está cometiendo continuos errores, y el mecánico que tiene un gran ego que defender se
encuentra en una tremenda desventaja. Si el oyente conoce suficiente mecánica como para pensar en ella
como grupo, y si sus observaciones coinciden con las mías, creo que estará de acuerdo en que la mecánica
tiende a ser más bien modesta y tranquila. Hay excepciones, pero en general, si no son tranquilas y
modestas al principio, el trabajo parece inclinarlas hacia este sentido. Y escéptico. Atento, pero escéptico.
Pero no egoísta. No hay manera de que uno aparente ser bueno en una tarea de reparación mecánica,
excepto ante alguien que no sepa lo que se está haciendo .

... Iba a decir que la máquina no responde a la personalidad de uno, pero sí responde a esa personalidad.
Sólo que la personalidad a la que responde es la personalidad real de uno, la que genuinamente siente,
razona y actúa, más bien que cualquier imagen de una personalidad falsa e hinchada que nuestro ego pueda
conjurar. Estas imágenes falsas se desinflan tan rápidamente y por completo que cualquiera que derive su
seso del ego más bien que de la Calidad no tardará en sentirse muy desilusionado.

Si la modestia no le es a uno fácil ni natural, una manera de zafarse de esta trampa no deja de ser la de
falsificar una actitud modesta. Si uno asume deliberadamente que no vale gran cosa, entonces su seso
recibe un estímulo cuando los hechos demuestran que esta suposición es correcta. Con ello uno va tirando
hasta que llegue el momento en que los hechos prueben lo contrario.

4.1.3 La ansiedad

La ansiedad, la siguiente trampa de seso, viene a ser lo opuesto del ego. Uno está tan seguro de hacerlo
todo mal que llega incluso a temer el hacer cualquier cosa. A menudo es esto, y no la «pereza», el
auténtico. motivo de que a uno le cueste tanto comenzar algo. Esta trampa de la ansiedad, resultado de una
motivación en exceso, puede conducir a toda clase de errores por demasiada minuciosidad. Uno arregla
cosas que no necesitan ser arregladas, y busca averías imaginarias. Llega a conclusiones descabelladas y
acumula toda suerte de errores en la máquina a causa de su propio nerviosismo. Una vez cometidos, tales
errores tienden a confirmar la baja estima en que uno mismo se tiene, y ello conduce a más equivocaciones
que, a su vez, provocan más subestimación, en un ciclo autoalimentado.

La mejor manera de romper este ciclo, creo yo, consiste en trasladar al papel las propias ansiedades. Lea
todos los libros y revistas que encuentre acerca del tema. Su ansiedad facilita esta tarea, y cuanto más lea,
más se calmará. Debería recordar que es la paz mental lo que anda buscando, y no sólo una máquina
reparada.

Al comenzar una reparación, cabe anotar todo lo que se va a hacer en papelitos que después se disponen en
la secuencia apropiada. Uno descubre entonces que organiza y después reorganiza la secuencia, una y otra
vez, a medida que se le ocurren más ideas. Generalmente, él tiempo invertido en esto es compensado
sobradamente por el tiempo que se ahorra en la máquina, y evita apresuramientos que más tarde crearían
problemas.

Cabe reducir un tanto la ansiedad considerando el hecho de que no existe ningún mecánico que de vez en
cuando no cometa
una pifia. La principal diferencia entre usted y los mecánicos comerciales consiste en que, cuando la
cometen, usted no se entera
y se limita a pagar por ella en costos adicionales distribuidos a prorrateo a través de todas sus facturas.
Cuando es usted mismo
el que comete los errores, por lo menos obtiene el beneficio de cierta enseñanza.
4.1.4 El aburrimiento

El aburrimiento es la siguiente trampa de seso que acude a mi mente. Es lo opuesto a la ansiedad y suele ir
a la par con problemas del ego. El aburrimiento denota que uno se encuentra fuera de la vía de la Calidad,
que no ve las cosas con claridad, que ha perdido su «mentalidad de principiante», y que su máquina se
encuentra en grave peligro. El aburrimiento significa que su suministro de seso está bajo y necesita ser
reforzado antes de emprender cualquier otra cosa.

Cuando se sienta aburrido, ¡deténgase! Vaya a ver una revista. Enchufe el televisor. Dé la jornada por
concluida. Haga cualquier cosa, menos trabajar en la máquina. Si no se detiene, lo que ocurre a
continuación es la Gran Equivocación, y entonces todo el aburrimiento se combina con la Gran
Equivocación para barrer todo lo que de seso haya en uno, y uno queda definitivamente parado.

Mi cura favorita para el aburrimiento es el sueño. Es muy fácil ir a echar un sueño cuando uno se aburre, y
muy difícil aburrirse tras un largo descanso. Mi siguiente favorito es el café, y suelo tener un pote
enchufado mientras trabajo en la máquina. Si estas soluciones no dan resultado, ello puede significar que a
uno le están acosando unos problemas de Calidad más profundos, que le distraen de lo que tiene delante. El
aburrimiento es la señal de que debe dirigir su atención hacia estos problemas -esto es lo que. uno está
haciendo, de todos modos- y solventarlos antes de continuar con la motocicleta.

Para mí,. la tarea más aburrida es la de limpiar la máquina. Me da la impresión de ser una gran pérdida de
tiempo, puesto que la máquina vuelve a ensuciarse la primera vez que uno sale con ella. John siempre
mantenía impecable su BMW. Realmente, su aspecto era magnífico, en tanto que la mía siempre parece un
tanto cochambrosa. Tal es la mente clásica en acción: funciona perfectamente por dentro pero da una
impresión de abandono en la superficie.

Una solución para el aburrimiento en cierta clase de tareas, tales como engrasar, cambiar el aceite y la
puesta a-punto, es la de convertirlas en una especie de ritual. Hay una estética para hacer aquellas cosas que
no nos son familiares y otra estética para hacer las que nos son familiares. He oído decir que hay dos clases
de soldadores: los soldadores de producción, a los que no les agradan las variantes y prefieren hacer la
misma cosa una y otra vez; y los soldadores de mantenimiento, que se exasperan cuando deben efectuar dos
veces el mismo trabajo; Se aconseja que si uno ha de contratar los servicios de un soldador, se asegure de la
clase a las que pertenece, puesto que no son intercambiables- Yo pertenezco a la segunda clase y
probablemente por esto disfruto más que muchos con la caza de problemas y me desagrada limpiar más que
a la mayoría, pero puedo hacer ambas cosas cuando no hay más remedio, y lo mismo puede hacer cualquier
otra persona. Cuando limpio, lo hago tal como va la gente a la iglesia: no tanto para descubrir algo nuevo,
aunque estoy alerta ante las novedades, como para reforzar mi relación con lo que ya es familiar. A veces
es agradable recorrer caminos familiares.

El Zen tiene algo que decir con respecto al aburrimiento. Su práctica primordial del «simplemente
sentarse» tendría que ser la actividad más aburrida del mundo, exceptuando tal vez la práctica hindú de
hacerse enterrar en vida. Sin moverse, sin pensar y sin preocuparse por nada, poca cosa más cabe hacer.
¿Qué podría resultar más aburrido? Y sin embargo, en el centro de todo este aburrimiento hay,
precisamente, lo que el budismo Zen trata de enseñar. ¿Qué es? ¿Qué hay en el mismo centro del
aburrimiento y que nosotros no vemos?

4.1.5 La impaciencia

La impaciencia está cercana al aburrimiento, pero siempre resulta de una causa: la subestimación del
tiempo que la tarea exigirá. Uno nunca sabe en realidad con lo que va a encontrarse y son muy pocas las
tareas realizadas con la rapidez planeada.

La impaciencia es la primera reacción contra una contrariedad y, si uno no se anda con cuidado, pronto
puede convertirse en ira.
La mejor manera de habérselas con la impaciencia es otorgar a la tarea un tiempo indefinido, en particular
cuando se trata de nuevos trabajos que requieran técnicas con las que uno no esté familiarizado; doblar el
tiempo calculado cuando las circunstancias obliguen a una planificación del tiempo, y reducir el alcance de
lo que uno quiere hacer. Los objetivos generales deben ser reducidos en importancia, y los objetivos
inmediatos deben ser ampliados. Esto requiere flexibilidad de valores, y el cambio de valores suele ir
acompañado por cierta pérdida de seso, pero esun sacrificio que conviene hacer. Nada tiene que ver con la
pérdida de seso que ocurrirá si, por impaciencia, se comete una Gran Equivocación.

Mi ejercicio favorito de reducción de escala consiste en limpiar tuercas, tornillos, arandelas y agujeros con
paso de rosca. Tengo verdadera fobia contra las roscas pasadas, cruzadas u obturadas por el óxido o la
suciedad, y cuando encuentro una tomo sus dimensiones con la galga correspondiente, saco un macho de
roscar, vuelvo a repasar el tornillo, después lo examino, lo aceito y tengo toda una nueva perspectiva de
paciencia. Otra es la de limpiar las herramientas que han sido utilizadas y no guardadas, y que están
amontonadas en cualquier lugar. Ésta es una buena práctica porque uno de los primeros signos de
advertencia de la impaciencia es la frustración al no poder poner inmediatamente la mano en la herramienta
necesaria. Si uno se detiene y ordena debidamente las herramientas, encontrará la que necesita y a la vez
reducirá la escala de su impaciencia, sin perder tiempo ni poner en peligro el trabajo.

Bien, esto es prácticamente todo acerca de las trampas de valor. Hay muchísimas más, desde luego. En
realidad, sólo he rozado el tema para mostrar lo que hay en él. Casi todo mecánico podría hablar durante
horas de trampas de valor que él ha descubierto y de las que yo no sé nada. Podrá usted descubrir multitud
de ellas por su cuenta en casi toda tarea, pero tal vez la mejor cosa que puede aprender es a reconocer una
trampa de valor al topar con ella, y actuar al respecto antes de continuar con la máquina.

5. LAS TRAMPAS DE LA VERDAD

Las trampas de la verdad se relacionan con datos que son aprehendidos y se encuentran dentro de los
vagones del tren. En su mayor parte, estos datos son adecuadamente manipulados por la lógica dualista
convencional y el método científico antes citados. Pero hay una trampa con la que no es así: la trampa
verdad de la lógica sí-no.

Sí y no... esto o aquello... uno o cero. A base de esta elemental discriminación de dos términos, se ha
edificado todo el conocimiento humano. La demostración de esto es la memoria del ordenador, que
almacena todo su conocimiento en forma de información binaria. Contiene unos y ceros, y esto es todo.

A1 no estar acostumbrados a ello, generalmente no -vemos que hay un posible tercer término lógico igual a
sí y no, que es capaz de expandir nuestro entendimiento en una dirección no reconocida. Ni siquiera
tenemos una palabra para él, de modo que deberé utilizar la palabra japonesa mu.

Mu significa «ninguna cosa». A1 igual que «Calidad» señala más allá del proceso de discriminación
dualista. Mu dice, simplemente: «Ni clase, ni uno, ni cero, ni sí, ni no». Manifiesta que el contexto de la
pregunta es tal que la respuesta a base de sí o no es errónea, y no debería ser nada. Lo que dice es:
«Pregunta no solicitada».
En el original,, «no thing», literalmente «nada» (nothíng), aunque también puede significar «ninguna cosa».

Mu resulta apropiado cuando el contexto de la pregunta se hace demasiado pequeño para la verdad de la
respuesta. Cuando al monje zen Joshu se le preguntó si un perro tenía una naturaleza de Buda, dijo «Mu»,
en el sentido de que si contestaba en uno u otro sentido respondería incorrectamente. La naturaleza del
Buda no puede ser captada por pregunta de sí o no.

Este mu existe en el mundo natural investigado por la ciencia, y ello es evidente. Lo que ocurre es que,
como de costumbre, nuestro legado no nos ha adiestrado para verlo. Por ejemplo, se ha afirmado una y otra
vez que los circuitos de ordenadores sólo exhiben dos estados: un voltaje por «uno» y un voltaje por
«cero», lo cual es una tontería.

Todo técnico en electrónica de ordenadores sabe que no es así. ¡Que trate uno de encontrar un voltaje que
represente uno 0 cero, cuando no haya corriente! Los circuitos están en un estado mu. No están en uno ni
están en cero; están en un estado indeterminado que no tiene significado en términos de unos o ceros. Las
lecturas del voltímetro presentarán, en muchos casos, característicos de los circuitos de ordenador, sino
características del propio voltímetro. Lo que ha ocurrido es que la condición de cierre de corriente es parte
de un contexto mayor que el contexto en el que los estados uno-cero son considerados como universales.
La pregunta de uno o cero ha sido «no solicitada». Y hay otras muchas condiciones en un ordenador, aparte
la condición de no tener corriente, en las que se encuentran respuestas mu debido a contextos más amplios
que la universalidad uno-cero.

La mentalidad dualista tiende a pensar en las ocurrencias mu en la naturaleza como si fueran una especie de
estafa contextual, o irrelevancia, pero el mu aparece en toda la investigación científica, y la naturaleza no
estafa, y las respuestas de la naturaleza nunca son irrelevantes. Es un gran error, una especie de vileza,
barrer debajo de la alfombra las respuestas mu de la naturaleza. El reconocimiento y la evaluación de estas
respuestas harían mucho por aproximar más la teoría lógica a la práctica experimental.

Todo científico de laboratorio sabe que muy a menudo sus resultados experimentales aportan respuestas mu
a las preguntas sí-no a las que los experimentos estaban destinados. En tales casos, considera que el
experimento no ha sido bien enfocado, se acusa a sí mismo de estupidez y, en el mejor de los casos,
considera que el «malogrado» experimento que ha facilitado la respuesta mu es una especie de rueca de
hilar que puede ayudar a evitar errores en el trazado de futuros experimentos sí-no.

Esta baja evaluación del experimento que facilitó la respuesta mu no está justificada. La respuesta mu es
importante. Le ha dicho al científico que el contexto de su pregunta es demasiado pequeño para la respuesta
de la naturaleza y que debe ampliarlo. ¡Ésta es una respuesta muy importante! Su comprensión de la
naturaleza queda enormemente mejorada por ella, lo que era la primera finalidad del experimento. Cabe dar
gran fuerza a la afirmación de que la ciencia crece más con sus respuestas mu que con sus respuestas de sí o
no. Sí o no confirman o niegan una hipótesis. Mu dice que la respuesta está más allá de la hipótesis. Mu es
el «fenómeno» que más inspira a la investigación científica. Nada hay de misterioso o esotérico en ello.
Ocurre, tan sólo, que nuestra cultura nos ha inducido a presentar un juicio de bajo valor al respecto.

En el mantenimiento de la motocicleta, la respuesta mu dada por la máquina a muchas de las preguntas


diagnósticas que se le plantean es causa grave de pérdida de seso. ¡Y no deberá ser así! Cuando nuestra
respuesta a un test es indeterminada, significa una de dos cosas: que los procedimientos de nuestro test no
son lo que creemos que deben ser, o que nuestro entendimiento del contexto de la pregunta necesita ser
ampliado. Comprobemos nuestros tests y estudiemos nuevamente la pregunta. ¡No descartemos esas
contestaciones mu! Son, en todo, tan vitales como las respuestas de sí o no. Son más vitales. ¡Son las que
permiten nuestro crecimiento!

... Parece que esta moto se calienta un poco... pero supongo que se debe al terreno caluroso y seco que
atravesamos... Dejo
la respuesta a eso en un estado mu... hasta que la cosa mejore o empeore...

6. TRAMPAS PSICOMOTRICES

Es hora de pasar a las trampas psicomotrices. Éste es el dominio del entendimiento más directamente
relacionado con lo que le ocurre a la máquina.

En este aspecto, lo que con mucho es la trampa de seso más desmoralizadora, es una herramienta
inadecuada. Nada es tan desmoralizador como una herramienta que estorbe. Compre buenas herramientas
mientras pueda pagárselas y nunca lo lamentará. Si quiere ahorrar dinero, no deje de leer los anuncios de
ofertas en los periódicos. En general, las buenas herramientas no sufren fisgaste, y las buenas herramientas
de segunda mano son mucho mejores que las nuevas de clase inferior. Estudie los catálogos de
herramientas. Es mucho lo que puede aprender en ellos.

Aparte las malas herramientas, un mal entorno es una grave trampa de seso. Preste atención a una
iluminación adecuada. Es sorprendente el número de errores que un pote de luz puede evitar. Una cierta
incomodidad física es inevitable, pero un exceso,
como el que se produce en entornos demasiado calurosos o excesivamente fríos, puede dar al traste con sus
evaluaciones, si no
se anda con cuidado. Si siente demasiado frío, por ejemplo, se apresurará y es probable que cometa errores.
Si experimenta demasiado calor, su umbral de la ira se vuelve mucho más bajo. Evite trabajar en posturas
forzadas siempre que le sea posible. Un pequeño taburete a cada lado de la moto incrementará
notablemente su paciencia y disminuirá las probabilidades de que estropee las piezas en las que está
trabajando.

Hay una trampa psicomotriz, la insensibilidad- muscular; que causa auténticos estragos. Es, en parte, el
resultado de falta de cinestesia, la incapacidad para comprender que, aunque la parte exterior de una moto
sea tosca, dentro del motor hay delicadas piezas de precisión que pueden ser seriamente dañadas por la
insensibilidad muscular. Hay el llamado «tacto del mecánico», que resulta muy obvio en aquellos que
saben lo que es, pero que es de difícil descripción para quienes no lo saben, y cuando uno ve trabajar en una
máquina a alguien que no lo posee, uno tiende a sufrir con la máquina.

El tacto del mecánico procede de una profunda sensación cinestésica interna con respecto a la elasticidad
de los materiales. Algunos materiales, como la porcelana, tienen muy poca elasticidad, por lo que cuando
uno rosca una pieza de porcelana se esmera en no aplicar grandes presiones. Otros materiales, como el
acero, tienen una elasticidad enorme, superior a la del caucho, pero según una gama en la que, a menos que
uno trabaje con grandes fuerzas mecánicas, la elasticidad no es aparente.
Con los tornillos y las tuercas, uno está en la gama de las grandes fuerzas mecánicas y debería comprender
que en ella los metales son elásticos. Cuando uno coloca una tuerca, hay un punto «apretado con los dedos»
en el que existe contacto pero no predominio de la elasticidad. Viene después el punto «ajustado», en el que
se recurre a la fácil elasticidad superficial. Y después comienza una gama, la del «apretado», en el que se
aprovecha toda la elasticidad. La fuerza requerida para alcanzar estos tres puntos es diferente para cada
tamaño de tornillo y tuerca, y diferente para las tuercas lubricadas y para las contratuercas. Las fuerzas son
distintas para el acero, el hierro fundido, el bronce, el aluminio, los plásticos y las porcelanas, pero la
persona con tacto mecánico sabe cuándo algo está apretado y no insiste. La persona que carece de él sigue
haciéndolo y se carga la rosca o estropea el montaje.

Un «tacto mecánico» no sólo implica la comprensión de la elasticidad del metal, sino también su blandura.
El interior de una motocicleta contiene superficies que, en ciertos casos, presentan una precisión de hasta
de una milésima de milímetro. Si uno las deja caer, las ensucia, las araña o las golpea con un martillo,
pierden esta precisión. Es importante comprender que el metal que hay detrás de las superficies puede,
normalmente, aceptar fuertes choques y tensiones, pero que no ocurre lo mismo con las superficies
propiamente dichas.

Cuando maneja piezas de precisión atascadas o de difícil manipulación, la persona con tacto mecánico
evitará estropear las superficies y, siempre que le sea posible, trabajar con sus herramientas en las
superficies no precisas de la misma pieza. Si debe trabajar en las superficies de precisión, utilizará siempre
otras superficies más blandas, tarea para la cual se dispone de martillos de bronce, martillos de plástico,
martillos de madera, martillos de goma y martillos de plomo. Utilícelos. Las mordazas dentadas pueden ser
provistas de suplementos de plástico, cobre o plomo. Utilícelas también. Manipule con suavidad las piezas
de precisión. Nunca se arrepentirá. Si tiene la tendencia de tratar las cosas de cualquier modo, tómese más
tiempo y procure mostrar más respeto por el logro que representa toda pieza de precisión.

7. MECÁNICA Y VIDA COTIDIANA

Tal vez se trate del acostumbrado abandono del atardecer, pero después de lo que acabo de decir hoy sobre
estas cosas, tengo
sensación de que, en cierto modo, he soslayado el tema. Al podría preguntar: «Y si esquivo todas estas
trampas de seso,
¿todo será coser y cantar?».

La respuesta, desde luego, es negativa, ya que nada será todavía coser y cantar. Uno ha de vivir también
como es debido. Es la manera de vivir lo que a uno le predispone a evitar las trampas y ver los hechos tal
como son. ¿Quiere usted saber cómo pintar un cuadro perfecto? Es fácil. Llegue a ser perfecto y,
seguidamente, pinte con toda naturalidad. Así actúan todos los expertos. La confección de un cuadro o la
reparación de una motocicleta no están separadas del resto de su existencia. Si es usted un pensador
chapucero durante los seis días de la semana en que no trabaja en su moto, ¿qué trucos para evitar las
trampas va usted a inventar repentinamente el séptimo día? Es lógico.

Pero si es usted un chapucero seis días por semana y realmente trata de mostrar su agudeza el séptimo, tal
vez entonces los seis días siguientes no serán de tanta chapucería como los seis precedentes. Sospecho que
a lo que estoy tratando de llegar con esas trampas de sesos es a unos atajos para vivir debidamente.

La auténtica moto en la que usted está trabajando es una moto llamada «usted mismo». La máquina que
parece estar «ahí» y la persona que parece estar «aquí» no son dos cosas separadas. Avanzan hacia la
Calidad, o se distancian de la Calidad, juntas.

Amigos, olvidé la trampa de seso más grande de todas. ¡El cortejo fúnebre! El estilo de vida en que todo el
mundo está metido, ese estilo de vida egoísta, desenfrenado, capaz de joder al prójimo, supermoderno y
convencido de que suyo es el país. Hemos estado tanto tiempo fuera de él que lo había olvidado por
completo.

Nos metemos en el torrente de tráfico que va hacia el sur y puedo notar el extremado peligro que se nos
acerca. Veo por el espejo a un bastardo que me está rozando y sin embargo no quiere pasar. Yo corro a cien
por hora y él todavía sigue aquí. Ciento treinta y lo dejamos atrás. Todo esto no me gusta nada.
Nos detenemos en Bend y cenamos en un moderno restaurante en el que la gente también entra y sale sin
mirarse unos a otros. El servicio es excelente, pero impersonal.
Más al sur, encontramos un bosque de árboles enanos, subdivididos en pequeñas y ridículas parcelas. Al
parecer, se trata de alguna urbanización. En una de las parcelas, lejos de la carretera principal, extendemos
nuestros sacos de dormir y descubrimos que la pinocha apenas cubre lo que deben ser varios palmos de
polvo blando y esponjoso…

Robert M. Pirsig
Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta.
Ed Mondadori

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