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Al inicio de la Guerra del Pacífico, Ugarte, quien se encontraba pronto a viajar a Europa
a contraer matrimonio con su prima Timotea Vernal, decidió quedarse en su ciudad
natal y organizar un batallón con su propio dinero, batallón que estaría integrado por
obreros y artesanos de Iquique. Este batallón fue nombrado como el Batallón "Iquique
N° 1", conformado por 429 soldados y 36 oficiales.
En Arica participó en las dos Juntas de Guerra que realizó el coronel EP Bolognesi
donde se tomó el acuerdo de defender la plaza "hasta quemar el último cartucho".
Basta con afirmar que el cuerpo identificado en 1890 como el del Coronel Alfonso
Ugarte, y que fue traído a Lima y depositado años más tarde en el mausoleo familiar
que había construido su madre, fue trasladado no hace mucho a la Cripta de los Héroes
de la Guerra del 79 en el Cementerio Presbítero Maestro, y allí reposa, en el tercer nivel,
dentro de un sarcófago.
Sin embargo, el parte oficial sobre la batalla que escribiera el también combatiente
coronel Roque Sáenz Peña, menciona a Alfonso Ugarte como uno de los caídos al lado
del coronel Bolognesi en el morro.
Existe una pintura, única, del héroe, al momento de lanzarse a caballo desde el Morro de
Arica. Esta obra fue realizada por el artista italiano conde Agostino Lodovico
Marazzani Visconti en 1905 y se exhibe en el Museo Nacional de Arqueología,
Antropología e Historia del Perú, ubicado en la plaza Bolívar de Pueblo Libre, Lima.
(pág. 1)En Iquique a los cuatro días del mes de Noviembre de 1879 yo el abajo suscrito Alfonso
Ugarte hago mi primero y quizá último testamento con motivo de encontrarme de Coronel del
batallón "Iquique" de la Guardia Nacional y tener que afrontar el peligro contra los ejércitos
chilenos que hoy invaden el santo suelo de mi Patria y a cuya defensa voy dispuesto a perder mi
vida con la fuerza de mi mando.- Declaro que soy cristiano, que profeso y creo en la Religión
Católica y que vivo y muero en tal creencia...(pág. 15)Si en algo soy injusto aquí; si he olvidado
algún deber, suplico a todos me perdonen, pues en los momentos en que escribo esto me
encuentro apurado, con mis deberes militares y del negocio y mi ánimo completamente
aniquilado al pensar en que puedo desaparecer en esta campaña y abandonar a mi madre y
hermanas que necesitan de mi apoyo. Iquique, Noviembre 6/1879.Fdo.Alfonso Ugarte
Testamento del Coronel Alfonso Ugarte1
Biografía
Francisco Bolognesi nació en Arequipa, en la antigua calle de Afligidos el 4 de
noviembre de 1816. Hijo del violonchelista genovés Andrés Bolognesi, quien llegaría al
Perú en 1816, y de la arequipeña Juana Cervantes Pacheco. Es bautizado en la Parroquia
de San Sebastián. Sus primeros estudios se dieron en el colegio Seminario de San
Jerónimo en la ciudad de Arequipa, tras lo cual se une al ejército peruano. Resaltando
en el ejército, es llamado a formar parte del gobierno del presidente Ramón Castilla,
(Huánuco, 1826 - París, 1901) Militar y político peruano que fue presidente de la República
en dos ocasiones: 1865-1867 y 1876. Ocho meses después del estallido de la guerra con
Chile salió del Perú en lo que se consideró un vergonzoso abandono del cargo.
Mariano Ignacio Prado fue el fundador de un clan familiar que llegaría a gobernar cuatro
veces el Perú entre mediados del siglo XIX y mediados del XX. Nació en el seno de una
familia destacada en la región, pero sin fortuna que trascendiera más allá de ella. El padre
fue alcalde de Huánuco, ciudad que dominaba una región de economía agrícola articulada en
el centro minero de Pasco. Su madre era de ascendencia española. El sacerdote Agustín
Rato, que fue su preceptor de la infancia y adolescencia, consiguió trasladarlo a Lima, al
Colegio de San Carlos, para que cursara estudios de derecho, pero la muerte del hermano
mayor lo obligó a retornar a Huánuco y asumir los negocios familiares.
Un matrimonio de fortuna y una expectante carrera militar necesitaban ser coronadas, sin
embargo, por una acción bélica de envergadura. La ocasión se la dio el tratado Vivanco-
Pareja firmado por el gobierno de Pezet con España en 1864, a raíz de la ocupación española
de las islas guaneras. Prado se encaramó como líder de la indignación nacional que recorrió
el país por lo que se consideraba un humillante acuerdo. En Arequipa dio inicio a la
revolución contra Pezet, que lo llevó al gobierno en 1865. Al año siguiente la victoria del dos
de mayo en el Callao lo elevó ya a la categoría de héroe nacional.
Su primer gobierno fue breve, pero pleno de enérgicos deseos de reforma contra la
desmoralización en la función pública. Compuso el llamado "gabinete de los talentos", en el
que figuraban Manuel Pardo, José Gálvez, Toribio Pacheco, José Simeón Tejada y José María
Químper, todos miembros de una nueva generación entusiasta, ilustrada y de ideas liberales.
Sin embargo, o el liberalismo de las reformas resultó excesivo, o las intrigas de sus
enemigos eficaces, el hecho es que una revolución (la de Diez Canseco) terminó con su
gobierno en el inicio de 1867 y lo devolvió a un país bien conocido por los políticos peruanos
caídos en desgracia: Chile. Estuvo ahí varios años, dedicado al negocio del carbón y
engrosando una fortuna que le permitió realizar el ritual y costoso viaje a Europa que
caracterizaba a los miembros de la élite.
La Campaña de Lima marca el tramo final de la Guerra del Pacífico entre Perú y Chile. Tras los
triunfos en el Alto de la Alianza y en Arica, los chilenos se alistaron para invadir la capital peruana,
pero nuestros soldados lucharon valientemente en las sangrientas batallas de San Juan y
Miraflores.
Nicolás de Piérola Villena, en ese entonces presidente del Perú, pensaba que los chilenos invadirían Lima
por Ancón, al norte de la capital. Sin embargo, el coronel Andrés Avelino Cáceres opinaba que la invasión
comenzaría al sur de Lima.
Efectivamente, 13 mil soldados chilenos invadieron el puerto de Pisco el 19 de noviembre de 1880, al
mando del general Villagrán. El otro punto de desembarco fue la playa Curayacu, en Lurín, donde
ingresaron 26 mil soldados chilenos.
Durante los primeros días de enero, el ejército chileno inició su marcha hacia Lima, donde se enfrentó al
valeroso ejército peruano en las batallas de San Juan y Miraflores.
La noche del 12 de enero de 1881, un soldado chileno capturado informó que el ejército invasor se había
movilizado en orden de batalla a las 16.00 horas. A las 4.00 horas del día 13 de enero se escucharon
tiros. Media hora después, el ejército chileno cargó sobre el ala derecha, defendida por el coronel peruano
Lorenzo Iglesias. En ese momento, Piérola huyó hacia Chorrillos y Cáceres asumió totalmente la
dirección de la batalla, solicitando apoyo al coronel Belisario Suárez, jefe de la reserva, pero sin
resultados.
Sin auxilio, el cuarto cuerpo del ejército combatió por tres horas con las tropas chilenas, pero la
superioridad numérica de éste era aplastante. Tras luchar con coraje, Cáceres ordenó la retirada camino
a Barranco.
En el camino, el mariscal logró juntar un grupo de hombres y se dirigió a socorrer al coronel Miguel
Iglesias, quien peleaba en el Morro Solar de Chorrillos. Los peruanos lograron poner en fuga a una
columna chilena, pero recibieron la orden de dirigirse hacia Miraflores. Eran las 14.00 horas del 13 de
enero.
Al caer la tarde, la batalla de San Juan había originado 10 mil bajas entre ambos ejércitos. Los chilenos,
eufóricos con la victoria, saquearon e incendiaron el lujoso balneario de Chorrillos, asesinando civiles a su
paso y haciendo caso omiso a las banderas neutrales.
BATALLA DE MIRAFLORES
El saqueo de Chorrillos no fue un secreto para los peruanos. Cáceres, inclusive, trató de aprovechar la
euforia chilena para atacar por sorpresa, pero Piérola consideró inútil tal iniciativa.
El 14 de enero se pactó una tregua entre ambos bandos que duraría hasta la medianoche del 15 de
enero. Sin embargo, el adversario empezó a movilizar sus tropas desde el 14 para atacar Miraflores.
Se construyeron diez reductos –zanjas cavadas en dirección al enemigo, de 7 metros de ancho y 2.5
metros de profundidad– a lo largo de doce kilómetros: el primero al sur de Miraflores y el décimo en los
bordes del río Surco, a intervalos de 800 a 1000 metros. Allí se montaron algunas piezas de artillería.
La defensa de Miraflores estuvo a cargo de jóvenes, hombres maduros y hasta adultos mayores, muchos
de ellos jubilados, quienes constituían la Reserva junto con los que recién habían cumplido los 16 años de
edad.
A las 14.30 horas del 15 de enero de 1881 se abrieron los fuegos. El ejército peruano y el chileno se
encontraban a tan sólo 400 metros de distancia. Los buques invasores, situados frente a Miraflores,
dispararon con sus cañones sobre la población.
El 17 de enero de 1881 el ejército chileno, al mando del general Manuel Baquedano, ocupó Lima.
Actividades de aprendizaje