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Consternación en Francia tras el suicidio

del pensador Gilles Deleuze


Mutismo absoluto entre los allegados del autor de «El Antiedipo»

JORGE SVARTZMAN

ESPECIAL PARA EL MUNDO

PARIS.- El pensador francés Gilles Deleuze será enterrado esta misma semana
en una pequeña aldea del Limusín (región situada en el centro de Francia), una
zona en la que le gustaba pasar habitualmente sus vacaciones. Las exequias se
realizarán dentro de la más estricta intimidad. La muerte del autor de El
Antiedipo, Empirismo y subjetividad, Francis Bacon: lógica de la sensacióny La
filosofía crítica de Kant ha consternado a los medios intelectuales del país
vecino.

Todos los allegados del que fuera uno de los filósofos más influyentes del final
del siglo guardaban ayer una gran discreción, como si obedecieran a una última
voluntad del fallecido, que saltó al vacío desde su apartamento de la Avenida
Niel, en el distrito XVII de la capital francesa.

Si Deleuze quiso difuminar su muerte en una actualidad cargada de otros


dramas (el asesinato de Isaac Rabin, por ejemplo) su deseo se vio totalmente
frustrado. Los diarios franceses consagraron ayer amplios espacios a la vida y la
obra de este pensador, uno de los más originales de la segunda mitad del siglo
XX.

«PENSADOR PLURAL».- El rotativo Libération, por ejemplo, dedicó


cuatro páginas a quien clasificó como «el más filósofo de los filósofos»,
mientras que su colega el prestigioso vespertino Le Monde, en un titular
de auténtico espíritu «deleuziano», repasaba la trayectoria de «un
pensador plural y sin embargo sumamente singular».

A lo largo de toda la jornada de ayer, todos los medios de comunicacioón


franceses, tanto los diarios como los boletines de radio y los informativos de
televisión, reservaron grandes espacios informativos a la desaparición de una de
las figuras señeras del pensamiento francés. Deleuze fue tratado ayer, y sin
duda alguna seguirá siéndolo hoy, con igual o mayor interés que en su día lo
fueron grandes nombres de la intelectualidad desaparecidos, como el propio
Louis Althusser, o el ensayista y filósofo Michel Foucault, muerto a causa del
sida.

Todos los necrólogos resaltaron ayer, en efecto, la coherencia de un autor que,


por principio (del placer), se negaba a dejarse encasillar. Con su ironía habitual,
Gilles Deleuze daba por la negativa, tal y como lo recordaba el diario Le Monde,
sus principales señas de identidad: «Viaja poco, nunca militó en el Partido
Comunista, nunca fue fenomenólogo ni heideggeriano, no renunció a Marx ni
tampoco repudió mayo del 68».

Si la lucidez se presta raramente a simplificaciones, la de Deleuze, volcada a


pensar la multiplicidad, es por definición compleja. Para tratar de enmarcar su
pensamiento,- que permitió nuevas y sorprendentes lecturas de Nietzsche,
Leibniz, Kant, Bergson o Proust,- una de las plumas más prestigiosas del
vespertino parisino, Roger-Pol Droit, se refería a «los tres rostros» de Gilles
Deleuze: el de profesor, el de filósofo creador y el de experimentador.

Pero esas facetas no deben hacer olvidar otras, indisociables de un estilo y una
estirpe, pues también habría que hablar de un Deleuze «izquierista, burlón,
santo, perverso, nube, amigo fiel, enigma, meteoro» que deja una obra dispar
«pero no dispersa».

FUERA DEL SISTEMA.- Quienes trataron de retener el aspecto


espectacular de su muerte, en la radio y la televisión, evocaron el
destino de otros filósofos «refractarios», el drama de Louis Althusser o
el propio suicidio de Guy Debord. «Deleuze, definitivamente fuera del
sistema», tituló de forma harto ilustrativa el diario Infomatin, en clara
referencia a la irrefrenable tendencia del pensador fallecido a situarse
fuera de cualquier asomo de acomodo intelectual.

Seguramente el propio Deleuze hubiera prodigado cierto desprecio a títulos


como ese, al igual que ya lo hiciera en su curso de la Universidad de París VIII
contra todos aquellos editorialistas que intentaron reducir la figura de Louis
Althusser al gesto fatal que cometió al poner fin con sus propias manos a la vida
de su mujer Helène, en el apartamento de París en el que vivían.

Aquellos eran otros tiempos, había guerra fría y una derecha cerril. Ayer mismo,
el diario conservador Le Figaro, informó sobriamente sobre el suicidio de Gilles
Deleuze, recordando que Michel Foucault decía a menudo de él: «Es el único
espíritu filosófico de Francia».

Ideas y visiones sobre el cine

«¿Por qué a tanta gente le da por escribir sobre cine?... esa pregunta vale tanto
para ustedes como para mí. Me parece que el cine encierra muchísimas ideas, y
lo que yo llamo ideas, son imágenes que dan que pensar. Despejar las ideas
cinematográficas supone extraer pensamientos sin abstraerlos, tomarlos desde
su relación interna con las imágenes-movimiento».

Así reflejaba Gilles Deleuze su visión del cine, en una conversación con el crítico
de cine del diario Libération, Serge Daney. En 1983, el filósofo francés fallecido
el sábado publicaba La imagen-movimiento,primera entrega de su obra Cine.

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