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Vida y obras
Hijo de una familia pequeñoburguesa, católica y monárquica, nace en
Montpellier, en 1798. Hasta 1813, estudia brillantemente en el Liceo
de su ciudad natal. Muy joven, entra en el Instituto Politécnico de
París, de donde es expulsado por manifestarse contra un profesor.
Se gana la vida dando clases, hasta que en 1817 pasa a ser secretario
de Saint-Simon, convirtiéndose en discípulo y colaborador del mismo,
aunque en 1824 rompe con él y le ataca duramente. A esta época
pertenece su obra Plan de trabajos científicos necesarios para
reorganizar la sociedad.
Se casa con Carolina Massin, prostituta a la que quiere reformar. Sufre
una crisis cerebral, es intervenido varias veces en una clínica mental, y
las secuelas depresivas le llevan a un intento de suicidio, arrojándose
a las aguas del Sena. Escribe su Curso de filosofía positiva. Hacia
1832, consigue entrar como profesor auxiliar en el Politécnico de
análisis matemático y mecánica racional. En 1844, escribe su Discurso
sobre el espíritu positivo.
En esta época, conoce a Clotilde de Vaux, que muere año y medio más
tarde, en 1846, y con quien mantuvo una intensa relación. Entre 1851
y 1854, publica Sistema de política positiva, a la vez que manifiesta
tendencias místico-sociales, que le llevarían a la fundación de un culto
o religión de la humanidad en sus últimos años. De hecho, en 1852
denota un gran giro conservador. Aprueba el golpe de estado de Luis
Napoleón. En 1855, escribe la Llamada a los conservadores y en 1856
propone una alianza con los jesuitas para acabar con la “irrupción
anárquica del delirio occidental”. Muere en París en 1857.
El proyecto reformista de Comte
Comte vivió un periodo crucial de la historia de Francia, repleto de
cambios y crisis.Los ecos de la revolución francesa influyeron
necesariamente en su concepción de la realidad social, para él
inmersa en el desorden y la anarquía. Conoció de cerca la fulgurante
expansión napoleónica y de rápido fin. Constató la inseguridad de las
instituciones políticas y el descontento popular, sobre todo el obrero.
Asiste también a la proclamación de la 2a. república. Todo ello le lleva
a negar la”revolución” como fuerza destructiva y caótica, y a admitirla
como “idea renovadora”: la revolución es positiva y necesaria, siempre
que sea “racional”.
Este afán reformista de Comte encontró renovados alientos gracias a
su amistad con Saint-Simon: coincide con éste en su sentimiento
revolucionario y reformador, a la vez que entra en contacto con la
problemática del mundo industrial, las finanzas y la política.
Pero Comte es más ambicioso: con su positivismo pretende renovar
todos los órdenes de la vida y superar así la enorme crisis social de la
época. Comparte con los pensadores de su tiempo, desde Tocqueville
a Marx, el presupuesto de que el mundo estaba sumido en una gran
crisis histórica. Frente a las soluciones liberales, socialistas, utópicas,
revolucionarias, etc., Comte va a proponer un sistema de acción social
(“política positiva”), basada en su concepción general de las ciencias y
su influjo sobre la humanidad, que, a fin de cuentas, puede tacharse
de contrarrevolucionaria y sustentadora de la Santa Alianza.
El propósito esencial de Comte es, por tanto, la reforma de la
sociedad. La reforma de la ciencia y de los saberes es un instrumento
eficaz, pero derivado, para llevarlo a cabo. Al igual que propone Saint-
Simon, aspira a lograr un orden social armónico; reformar la sociedad
caótica en que vive. Para ello, hay que abordar prioritariamente, como
primera tarea social, la sistematización de todos los conocimientos
humanos. La reforma tiene que iniciarse por las ideas, pasar luego a
las costumbres, para acabar finalmente en las instituciones.
En efecto, lo que caracteriza a una sociedad es la “altura de su
espíritu”, su desarrollo espiritual. Si debemos reformar, en primer
lugar, el saber, y dada la insuficiencia e impotencia que han
demostrado todos los movimientos y escuelas filosóficas anteriores
para llevar a cabo tal reforma, hay que inventar un nuevo saber y un
nuevo método capaces de hacerlo: el positivismo.
De ahí que el sistema de Comte comprenda tres aspectos básicos: 1)
una filosofía de la historia, que muestre las razones de la necesidad
del positivismo para el futuro; 2) una lógica fundamentación y
clasificación de las ciencias, sobre la base de la filosofía positiva; 3)
una sociología o doctrina de la sociedad que permita pasar a su
reforma práctica.