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IMPORTANCIA DE LA COORDINACIÓN PARA EL ATLAS ESTATAL DE RIESGOS DE

SINALOA

El Atlas Estatal de Riesgos de Sinaloa es un instrumento que patenta la necesidad de mantener una
conjunción de esfuerzos entre todos los actores que intervienen en la toma de decisiones ante el
eventual problema de enfrentar un desastre. La elaboración de este instrumento tiene como eje central
el conocimiento del funcionamiento de los fenómenos perturbadores de las actividades productivas
humanas.

Tal como lo plantea el Atlas Nacional de Riesgos (ANR), “la cartografía digital…ofrece una herramienta…
para la representación de peligros y riesgos a diferentes escalas y detalles, así como la generación de
diferentes escenarios a través de modelos y simulaciones”. El Atlas de Riesgos Estatal para Sinaloa debe
establecerse bajo la integración de un sistema de información geográfico, en el que se presente la gama
completa de acontecimientos catastróficos. Por un lado se identifican las probabilidades de riesgo, en
las que ayudan a las ciudades a prepararse para un desastre, identificando potenciales pérdidas
humanas y económicas. Por otro lado, se identifican las fortalezas y debilidades del sistema de
respuesta estatal. Esto se puede presentar a nivel de infraestructura existente o de infraestructura a
desarrollar en tiempos de desastre para corregir las afectaciones en el sistema productivo de nuestra
región.

La integración de los riesgos y la vulnerabilidad de los sitios ante eventos naturales y no naturales que
pueden tener consecuencias desastrosas, el determinar la forma en que estos eventos inciden en los
asentamientos humanos, en la infraestructura y en el entorno, todo eso en su conjunto, es información
digital procesada en el que su eficacia depende de la manera efectiva en que participan los varios
actores en su mitigación. La información sobre cada uno de ellos debe ser integrada de tal modo que se
facilite el posterior desenvolvimiento de escenarios tanto de riesgo como de vulnerabilidad, de posible
desastre y de desastre.

El atlas debe ser el resultado de la acción de la recopilación de modelos y simulaciones, como la de las
recomendaciones por los comités locales. Es por eso mismo que debe existir un asesor o coordinador de
información que apunte eventos y respuestas para obtener resultados al desastre más efectivos y
prontos. La herramienta informática, permitiría nutrir en forma sustancial la información obtenida
directamente en campo tanto por evidencias de la presencia del fenómeno, así como por la recopilación
histórica de los eventos que generaron efectos adversos en un sitio determinado.

En el caso de los fenómenos naturales, obtenida en coordinación con las autoridades locales, al
yuxtaponer la información histórica y la información de evidencia con los modelos generados en
laboratorio, se ofrece una clara información resultado de cómo se genera el fenómeno perturbador y
sus potenciales efectos.

En el caso de los fenómenos químicos, la utilización de herramientas de modelado permitiría generar


matrices de riesgo dirigidas principalmente a la toma de decisiones en situaciones de emergencia como
de igual manera en materia de gestión del territorio que fortalezca la creación de franjas de
amortiguamiento.

Con la presentación del Atlas Estatal de Riesgos de Sinaloa se tienen detectadas las zonas susceptibles
de peligro pero es necesario procesar y saber el grado de vulnerabilidad en cada una de las zonas y sitios
específicos. En el caso de las ciudades, por ejemplo, los riesgos latentes son muchos y variados porque
es una zona compleja de interacciones y de vulnerabilidades. En este sentido la coordinación de
información y de esfuerzos por obtenerla según los parámetros oficiales nacionales es el eje
fundamental de acción para su positiva consecución.

El esquema de trabajo inicial es simple pero eso no representa que sea una tarea sencilla de culminar.
Se necesita oficio de investigador y habilidad en el Sistema de Información Geográfica. La primera parte
de ese trabajo consistiría en acudir a los registros históricos para identificar desastres. Después, se
determinaría el peligro asociado a los fenómenos para ver los niveles de afectación según la escala del
ANR. Posteriormente se trabajaría en mapas y en una nueva evaluación de riesgo de acuerdo con
nuevos levantamientos realizados en cada localidad afectada de cada municipio. Paralelamente, se
empieza el segundo esquema de trabajo que consiste en el trabajo digital de recopilación e inventario y
en su posterior conversión a los formatos digitales apropiados. Los tipos de formato, las escalas y las
metodologías de obtención y de recopilación de información son vitales en la consecución de tales fines.
Los resultados obtenidos deben responder a los requerimientos nacionales de información digital con el
fin de homogenizar y consolidar la información a procesar. En general, el atlas documentaría las distintas
categorías de fenómenos recurrentes: geológicos, meteorológicos, químicos, ecológicos y socio-
organizativos. Por lo que se advierte se debe hacer tanto investigación documental como de campo para
poder determinar y localizar las zonas de riesgo.

Este esquema se puede presentar metodológicamente desde una perspectiva induccionista en la que se
trabaje metódicamente desde las poblaciones más pequeñas hasta los centros urbanos más relevantes
en el desarrollo económico del estado. Es como si quisiéramos establecer el rompecabezas de riesgos y
de vulnerabilidad en función de capacidades de respuesta e infraestructura disponible para la respuesta
al desastre.

Con este Atlas de Riesgos también se podrá planear adecuadamente la urbanización en los municipios y
el desarrollo de zonas turísticas e industriales. La integración de este, con el Atlas Nacional de Riesgos
(ANR), demandará un enorme esfuerzo de investigación, recopilación de datos, trabajo de campo, y
sobre todo de coordinación multi-institucional, siendo indispensable la participación de los tres niveles
de gobierno, las autoridades de Protección Civil, organizaciones públicas y privadas, así como la
población en general.

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