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Van y vienes las horas. Los días de doradas luces. Los trabajos y sus afanes. A cada
día sus ajetreos y sus cuidados. No sé, si al pasar el tiempo, el presente se hace
menos significativo. Y entonces la memoria, hija de Mnemosine, nos aguarda en
cualquier rincón y vienen los recuerdos a contarnos cosas. Como ciervos, como
cuervos.
II
III
IV
Nunca podré olvidar su cara tan inglesa, tan flemática de negro curtido, iluminado
cuando presentamos por primera vez a los Guloyas de SPM. Lo pienso después de
muerto y creo que no puedo mejorar mucho. Lamento que no tomáramos más en
serio la grandeza de un magisterio que apenas se notaba. Compartimos con él su
grandeza, creyendo que teníamos alguna estatura.
VII
Pero Mir, macorisano como Víctor Villegas y Byass, un día se me negó a hablarme
del fututo. Me dijo que un viejo no puede hablar del porvenir. Ya el futuro no le
pertenece. Y agregó sin dilación que un hombre cuando ya ha perdido la mayoría
de sus amigos, pertenece a la posterioridad. Ahora recuerdo cuando Alberto
Byass me entregó el libro Charlotte Amalie de Villegas, autografiado por el vate
para un joven poeta que no conocía.
Luego hablamos Villegas y yo de Byass...
VIII
IX
Nunca jamás. ¿Qué será? No lo logro prefigurar. ¿Un viajero atrapado en sus
sueños; un laberintico camino intrincado en la literatura utópica, un espejo roto;
un recuerdo que trato de atrapar y que me hace pensar cada día en sus diminutos
instantes? ¿Es el dolor de la ausencia, la nostalgia? Entonces secretamente hago
un homenaje al día y a su incurable afán: a la vida y a sus cuidados.
En una biblioteca que nos era familiar a Byas y a mí, leía la Ética a Nicómaco que
inicia abordando el tema de la amistad, que él practicaba como una religión. En
días de dulces aires, pasé de El Príncipe de Maquiavelo a Así habló Zaratustra de
Nietzsche... pienso y divago, res cogitans, Oh, res extensa soy. Estoy aquí
rememorando. Como si fuera un viejo. El tiempo presente me abandona y camino
lentamente hacia el pasado. La imagen de un lugar anchuroso de la Teodicea de
Leibniz me acompaña.