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Primera reflexión
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Doctor en Artes Visuales y Educación por la Universidad de Barcelona.
tenemos de éste, y a la vez comunicarnos con otras personas. De este modo nos
movilizamos en una red de lenguajes extensos, simultáneos y de gran poder de
persuasión (Barros, 2004). Por lo tanto el asunto va mucho más allá del simple uso de
representaciones visuales como apoyo didáctico, situando a la imagen en una
perspectiva simbólica que implica y motiva al docente para convertirse en un
conocedor. Esta solvencia repercutirá directamente en lo que aprenden los estudiantes
(Hernández 2000). Es decir se habla de un docente informado, atento y abierto a
incorporar en su bagaje visual imágenes provenientes de la cultura popular y académica
de diferentes contextos y épocas, (periodísticas, electrónicas, o las de tipo artístico que
se muestran en exhibiciones, en el espacio público y en una amplia variedad de
reproducciones). El análisis de las imágenes no sólo habrá de enriquecer la cultura
visual del docente, sino que también le permitirá adquirir criterios para valorar la
calidad de cada una de ellas ya que como señala Hernández (2000:47) “la importancia
primordial de la cultura visual es mediar en el proceso de cómo miramos y cómo nos
miramos y contribuir a la producción de mundos”.
Segunda reflexión
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Freedman, Kerry. Enseñando Cultura Visual: La Educación Artística y la formación de la identidad. en:
http://www.ub.edu/boletineducart/boletineducart/info/freedman.htm
ello un “sentido Britney”3 puesto que encarna a todas las virtudes y defectos de una
cultura dominada en gran medida por la visualidad norteamericana (Acaso, 2009).
El nuevo dominio de la Educación Artística tiende a la cultura visual, pero para
enseñarla no solo se debe considerar la cultura popular ni los procesos críticos respecto
de ella. Se trata más bien de construir respuestas a las realidades contemporáneas en el
que las imágenes y los artefactos funcionan. Se trata a la vez de permitir a los usuarios
una actitud crítica y dialogante con los productos visuales. No se busca la puesta en
imagen del tragasables de la feria de entretenciones cuyo acto impresiona por su
efectismo, sino que se propende a un proceso reflexivo e intencionado considerando
como señala Acaso, (2009:159) que los jóvenes “son reticentes o contrarios a
cuestionarse los significados ya que prefieren vivirlos”. Creo que una educación para la
Cultura Visual debería atender al análisis y enjuiciamiento de los productos visuales y a
su circulación. Como se ha dicho a través del texto, la enseñanza para la Cultura Visual
implica estar en posición de ver, querer, ver, saber ver y reflexionar lo visto acerca de
todas las artes visuales para poder comprender sus significados, propuestas relaciones e
influencias. Visto de este modo, la apreciación de la visualidad necesita un cierto animo
del ojo y de la mente, (sacarle filo al ojo me decía un profesor en el pregrado) para
poder discriminar, tejer y destejer las incontables hebras del imaginario de la cultura
visual. No todas las cosas visuales son parte de la Cultura Visual. Para que un objeto o
experiencia pertenezca a esa categoría necesita poseer cinco características (Acaso,
2006: 19-22 en Acaso, 2009: 163): ha de ser “cotidiano, global, hiperreal,
hiperestetificado y paradójico”. Discutible o no, esta descripción bien podría orientar
las observaciones y ayudar a esclarecer lecturas a alguien, porque según comenta
Reyero (2003:4): “necesitamos no de más utilización de imágenes y de pantallas, sino
de más profundidad en los análisis y, consecuentemente con esto, más tiempo de
reflexión”.
La definición de Educación Artística Posmoderna como enseñanza para la
Cultura Visual, ilustra la importancia de la atención a las cuestiones sociales y culturales
ligadas a las artes visuales considerando temas como los “problemas de representación
e interpretación de productos culturales (que no solo arte) relacionados con las
representaciones de la mujer, los roles sociales, los estereotipos, el multiculturalismo,
los fenómenos de la globalización vinculados a las TICs etc.”(Barragán, 2005:12). En
3
Acaso, María (2009) emplea este término para definir la influencia en Europa de una cultura visual
puramente norteamericana, que se resumen en la imagen de la cantante Britney Spears.
el proceso de enseñar para la Cultura Visual sería conveniente considerar soportes como
la escritura, la exposición y la reflexión crítica que oriente su aprendizaje y que de
sustento a la construcción de sus fundamentos cognitivos. Todo esto apoyado por el
profesor, ya que como señala Acaso (2009:165) citando a Freedman, (2006:19) “a
menos que las personas reciban instrucción, seguramente nunca llegarán más allá de la
superficie de las imágenes y de los objetos diseñados que ven cada dia”.
Si hubiera que evaluar esto, necesariamente habría que remitirse a los conceptos
y las habilidades que los estudiantes están tratando de adquirir. También se deben tener
en cuenta las motivaciones e intenciones de los estudiantes que se escapan de los
marcos curriculares de la escuela. Hay universos de objetos y formas visuales que no
pertenecen a la escuela y como tal funcionan en relación con sus contextos
convirtiéndose en parte de los objetos y leídos al mismo nivel que la forma, la función o
el significado simbólico. Las formas visuales deberían (idealmente) ser comprendidas
en conjunto con sus entornos porque las narrativas inscritas en ellos, cuentan tanto
como la mejor de las imágenes. Dice Reyero (2003:5) “que quizás sea cierto que una
imagen vale más que mil palabras, (quizás sea cierto porque una imagen contiene
ocultas mucho más que mil palabras), pero lo que sí es seguro es que una palabra
prudente vale por mil imágenes”. De hecho en los tres últimos años de profesor de
ciclos formativos y bachillerato construimos y reconstruimos las nociones de Cultura
Visual desde una reflexión siempre en cuestionamiento. Para eso nos hemos
encabalgado en los discursos curriculares amplios y abiertos de la formación técnica y
en las líneas siempre en construcción de la enseñanza reglada, para comprender y
valorar el discurso que subyace en las imágenes desde las narrativas de cada estudiante.
Cuando tratamos de construir una idea respecto del imaginario del rap en
Barcelona, no sólo los estudiantes del Ciclo participaron, también lo hicieron aquellos
colectivos relacionados con los que directamente interactuamos. Así entonces, no fue la
definición teórica de los autores ni los medios la única vía de aprendizaje, también lo
fue la construcción acaecida directamente in situ ya que respaldó y legitimó el sentido
de las imágenes trabajadas. Esto le dio a la experiencia de las lecturas el poder de lo
concreto. Elies (2002:209) comenta que “los sonidos, pues de ellos hablamos están
cubiertos y penetrados por ideas y puntos de vista generales e individuales, globales y
locales, por valoraciones y acentos ajenos (…) nos hacen tomar conciencia del modo
como los textos de la cultura nos interpelan, nos sujetan”.
Por otra parte en el curso de Historia del Arte para Bachillerato, era bastante
común en los estudiantes (mujeres y hombres) no interesarse por saber los fundamentos
técnicos de las obras, cuestión de utilidad (para quienes presentarían la selectividad),
decían que podían estudiar los análisis en los textos guía. Preferían que les contara la
narrativa desconocida de las obras. Esto parecía interesarles mucho pero me obligó a
organizar la metodología de otro modo. Les enviaba por e-mail diez diapositivas por
cada obra más un análisis formal. Así lo acordamos y así funcionó todo el año. Les
contaba pormenores de las obras de esos que no están en los libros. Esta forma de
“enseñar” a través de relatos complementarios, matizados de comentarios e
intervenciones resultaron muy entretenidos, permitiéndome entender tempranamente
que veían la historia del arte muy lejana en el tiempo, no les bastaba con material visual
actualizado y actividades variadas, no lograban conectarse ni otra sensación que no
fuera estar viendo la historia de ciertas obras de arte.
Por eso es que cuando conversábamos de obras con temas mitológicos o
relacionados con cuestiones históricas, se creaba una buena conexión, porque los mitos
se explicaban respecto de sus contextos históricos. De igual modo sucedía con las obras
de inspiración política, de algún modo veían que se conectaban con sus vidas.
Aprovechaba esta situación para enfatizar citando y comentando múltiples ejemplos
actuales con que cruzarlos. Tal fue el caso de (entre otros) “Danae y la lluvia de oro”
de Tiziano, “El marxismo sanará las enfermedades” de Frida Khalo, “La lata de sopa
Campbell” de Andy Warhol, “Las tres gracias” de Rubens, que dio lugar a un intenso
debate sobre anorexia, bulimia, el mundo de las pasarelas y la moda. Pensé y sigo
creyendo que esta era una forma válida de hacer Cultura Visual desde el discurso formal
de la Educación Artística, atendiendo las motivaciones y el carácter lúdico y entretenido
que la enseñanza debe contener. Enseñar (lo que sea) no debería ser aburrido y
espantadizo para los jóvenes. Se puede pasar bien y estar contento sin desatender lo
fundamental que para mí no son los contenidos. Estos van y vienen, se ajustan, se
cambian, se interpretan, se disfrazan, son el reflejo de lo que cada docente es.
Tercera reflexión
Referencias bibliográficas
5. Bonomo, A., Giorgis, C., Johnson, N.J., Colbert, C. (1999) Visual literacy.
Reading Teacher, 53.
7. Efland, A. (1990) A history of art education. New York: Teachers College Press.
12. Lapp, D. (1999) Intermediality; How the use of multiple media enhances
learning. Reading Teacher, 52.
13. Mirzoeff, N. (1998) ¿What is Culture? En N. Mirzoeff (Ed) The Visual Culture
readers. Pp. 3-13.