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chavista
1.- Origen de la autonomía. Industria y autonomía. Libertad para
el desarrollo de las ciencias naturales.
Así, junto a las primeras universidades, que surgen en los nacientes Estados
nacionales, encontramos una autonomía universitaria insipiente pero llena de
los principios que aún tienen vigencia. Junto a estos principios,
fundamentalmente el de la libertad de pensamiento, se van creando
condiciones para el desarrollo de la industria. A su vez, las ideas mercantilistas,
van parejas a estos desarrollos, así como al de la libertad de pensamiento. Así
como el derruir las fronteras feudales pasaba, en primera instancia, por la
ampliación del mercado exterior por encima de los mercados interiores, la
libertad de pensamiento, que permitiera enfrentar las ideas escolásticas que
reprimían el desarrollo de teorías fundantes de las ciencias modernas, de las
ciencias naturales, era una necesidad impostergable para la pujante y naciente
industria y con ello de la burguesía que daba sus primeros pasos como clase
social en sí y para sí, con el corsé que supones las relaciones enfeudadas. Es
así como las primeras corrientes autonomistas, que las encontramos en el
corazón de la Europa medieval, en Francia, Bolonia, entre otras, se desarrollan
y cristalizan al lado de las ideas económicas que amplían el horizonte del
mercado hasta configurar su carácter mundial.
Por ello, más que una ingenuidad resulta una inconsecuencia quienes plantean
que la autonomía encuentra en la autogestión, en la cogestión o, en general, la
independencia financiera, la condición para ser realmente efectiva.
Inconsecuencia que trasiega el tufo liberal detrás de una postura (o
impostura?), supuestamente de progreso y autonomista. Es como el remedio
que consiguieron los profesores universitarios al privatizarse el servicio de
salud y descargarlo en sus propias espaldas, con el ánimo de independizarse
del Estado. La autonomía está sujeta, como hemos tratado de plasmar, a las
demandas objetivas y subjetivas del orden burgués. Si nos ubicamos en el
carácter relativo de la autonomía, así como también en las condiciones que le
dan vigencia, nos percataremos de que esta institución prevalece y es
auspiciada por el estado burgués como una de sus instituciones fundamentales
en aras del saber que demanda la industria y la cultura burguesa.
Así, articulada con el necesario desarrollo de las ciencias naturales surge una
superestructura ideológica que legitima tales instancias. Se presenta una
articulación, nada homogénea ni lineal entre las condiciones objetivas y las
subjetivas, en sus aspectos jurídicos y culturales, que permiten una realización
concreta pero no ilimitada de las ciencias.
Carlos Hermoso