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Introducción
Desde que la dualidad es la característica de la vida samsarica, de Maia o Ilusión, el sexo
y su ejercicio ha significado uno de los puntos centrales en la evolución y continuidad de
la vida. A fin de permanecer en la Ronda de Nacimientos, esto es, dar oportunidades
para el renacimiento, el sexo es un condicionante para la existencia temporal, para
incentivar la supervivencia de las especies, para permitir los funcionamientos karmicos,
y hasta para lograr la liberación.
Considerando estos hechos, Buda Shakyamuni estableció para su Sangha de monjes y de
laicos algunos principios rectores referidos a la sexualidad, a fin de ayudar a quienes
quisieran seguir su enseñanza. El placer forma parte de la experiencia humana, por ello
no podemos negarlo. El dolor también forma parte de la experiencia humana, por ello es
inútil huir de él.
Para el budismo, la sexualidad en sí no es buena ni mala, es una conducta natural que
forma parte de la naturaleza humana. No obstante, el hecho de que la sexualidad sea
fuente de gozo y felicidad o de dolor y pesadumbre depende finalmente del estado
mental interior de individuo. La tradición budista se sitúa más allá de las actitudes
extremas del hedonismo y del ascetismo. Tanto la búsqueda compulsiva del placer como
el rechazo del mismo conducen a un estado extremo y antinatural.
En el budismo se considera que la sexualidad es una manifestación importantísima a
nivel humano de la energía vital universal. Es la fuerza capaz de unir a dos seres y de
crear nueva vida. La sexualidad puede ser fuente de vida, de gozo, de comunicación, de
éxtasis o… todo lo contrario: puede provocar dolor, soledad, depresión, frustración,
dependiendo de la actitud interior del individuo. El placer sexual es sólo placer sexual:
una experiencia frágil y transitoria que no puede colmar por ella misma el anhelo de
felicidad y de bienestar que impulsa a actuar a los seres humanos.
La 'ética' sexual es un tema de gran interés para mucha gente, sean budistas o no. Suele
existir mucha confusión acerca de la sexualidad y de las relaciones sexuales, y la visión
budista quizás pueda aportar un poco de claridad. Considerando que el budismo no tiene
'Mandamientos' o leyes detalladas y específicas, y que en su lugar, es cada uno quien
necesita establecer las formas adecuadas de comportamiento, no espere el lector
encontrar aquí un reglamento con una lista de comportamientos sexuales 'budistas': cada
persona deberá construir el propio estilo de vida de acuerdo a su capacidad.
En este estudio se procura establecer el sentido de la sexualidad humana diferenciada
de la propia de los animales, el tipo de sociedades humanas que se conforman a partir
de diferentes estilos sexuales y sus correspondientes formas de pensar, la situación de la
sexualidad en el lugar y época del Buda, las normativas que él estableció para su tiempo
y los tiempos futuros, la vigencia de sus prescripciones en los tiempos modernos, y de
qué modo el budista puede entender y ajustar esas prescripciones en la actualidad a su
propia vida.
¡Ojalá encontremos la comprensión de este tema tan actual en nuestra cultura!
Abreviaturas utilizadas:
p.: páli, lengua derivada del sánscrito, en la cual se escribieron las enseñanzas de Buda.
s.: sánscrito
t.: tibetano
Contextuando el entorno social de India en la época del Buda (c. 500 a.C.).
La India no fue una excepción sino otra muestra del proceso expansivo del patriarcado.
La que originalmente era una más de las tantas sociedades matrísticas, con una
sexualidad libre e irrestricta como se ha mostrado, se ve avasallada, no siempre en
forma violenta, por oleadas de invasores 'arios'. El nuevo estilo de sociedad, denominado
hoy día como patriarcal androcéntrico, basada en el poder -poder de quitar la vida antes
que darla-, poder considerado esencial para establecer el orden e imponer la
dominación y el sometimiento, constituye un verdadero autoritarismo. La religiosidad
'femenina' es modificada, reemplazando la preeminencia de la Diosa Madre por el Dios
Padre, substituyendo el amor por la obediencia, la propiedad comunal por la propiedad
privada, la comunidad igualitaria y solidaria substituida por la triple jerarquía de los
sistemas de castas –jerarquización de las esclavitudes sociales explícitas o no,
estableciendo castas cerradas y determinadas exclusivamente por la paternidad,
consistente de brahmanes o sacerdotes, de kshatriyas o guerreros, y de vaisyas o
artesanos comerciantes; todos los demás eran sudras o sirvientes-, transformando las
escuelas de conocimiento en colegios sacerdotales exclusivamente masculinos,
convirtiendo las estructuras sociales amorosas en familias cerradas –familia viene de
famulus, esclavo personal en una casa- a cargo de un varón, y donde la libertad sexual –
degradada a mera promiscuidad femenina, como si no participasen varones en tal hecho-
es reemplazada por la exclusividad de la pertenencia de la mujer para con su propietario
de turno, estableciendo entonces como ley principal la prohibición del incesto –
desigualdad parental-, y la patria potestad -de patris: el padre-. Así comenzó la era de
la degeneración de la sabiduría y la explosión demográfica. Este fue el signo
característico del Kali Yuga, la edad 'negra'.
La moralidad o costumbres de la sociedad patriarcal ya instalada en la época de Buda,
implicaban que la mujer era 'propiedad' de algún varón, sea de su padre y su familia, o
de su esposo con su propia familia. Con esta visión, el varón podía –y algunas veces hasta
debía- ejercer su sexualidad con toda mujer a su alcance, podía tener varias esposas,
una esposa principal y otras secundarias, o bien una esposa y varias concubinas, todas
ellas de su propiedad como cualquier otro objeto de uso cotidiano. Por tanto ningún otro
varón debía tener sexo con ella o ellas, y por su parte, la mujer está obligada a observar
fidelidad sexual a su marido, y estar a su servicio incondicionalmente. De acuerdo a la
ley, el varón debía examinar que su esposa no fuese pariente sanguíneo de primer grado
en su estirpe: no debía ser su madre, ni las hermanas de su madre o su padre, ni sus
propias hermanas, y dependiendo de los lugares, tampoco sus primas en primer grado, y
algunas veces hasta el tercer grado de consanguinidad.
A diferencia de la cultura matrística pre-aria, en la sociedad patriarcal brahmánica de
India, la vida de la mujer transcurre por caminos muy angostos. Relegadas por la
ortodoxia brahmánica -y más tarde lo será por la islámica- a una posición de constante
inferioridad, la mujer era generalmente considerada como un ser peligroso y hasta
impuro, siendo excluida del aprendizaje de la ciencias sagradas y de la participación en
los ritos védicos, asimilándolas a los estratos más bajos y serviles de la colectividad,
incluso las mujeres hijas de reyes o de brahmanes. La mujer no es más que la
prolongación de un hombre, de quien depende siempre, y a quien siguen en su destino
incluso en el más allá: primero depende del padre, y luego de un indispensable esposo a
quien debe seguir al paraíso cuando muere: el suti, esto es, arrojarse en vida en la
hoguera de cremación de su esposo. El esposo debe ser honrado en vida como un dios;
en particular, a él se deben la procreación y el cuidado de los hijos varones, y sólo estos
son importantes para él, ya que un día cumplirán los ritos necesarios para mantenerlo en
el cielo, según la tradición brahmánica.
Y es precisamente en este estilo de sumisión donde la mujer comienza a encontrar una
posibilidad de una cierta realización. Si logra adherirse a este ideal de entrega y de
fidelidad absoluta, se redime de la infamia y de la iniquidad congénita que se le imputa,
transformándose en un ser sublime. El deber de las mujeres, su dharma, al unirlas de
forma indisoluble a un hombre, las pone al servicio del Amor. Esto vale para todos los
casos; si renuncian a la misión de esposas, tan sólo pueden tener participación en la
sociedad como prostitutas, gentilmente llamadas cortesanas. La mujer perdió allí la
posibilidad de realizarse por otras vías diferentes, ya fuese el trabajo o cualquier otra
actividad. A partir de entonces se limita a la mujer a desarrollar su posibilidad de
trascendencia exclusivamente a través de la maternidad.
Las nuevas pautas introducidas por los arios fueron reafirmadas y profundizadas según
puede apreciarse en ese texto conocido como Leyes de Manú, cuya redacción definitiva
fue en el siglo II a.C., recopilando los diversos códigos de leyes precedentes. Allí, en
referencia a la sexualidad, se establecen castigos o penas para delitos de infidelidad,
adulterio, violación, apremio sexual, etc. Dependiendo de la casta del infractor varón,
los castigos variaban desde un año de ayuno si era brahman o kshatriya, hasta
mutilaciones de nariz u orejas, o ambas si era vaisya o sudra; más degradantes aun son
las penas que recaen sobre la mujer.
Según la costumbre de la época reflejada en el Kama Sastra de Svetaketu, el varón en la
sexualidad debe satisfacer a la mujer, sin importar de quién ella dependiese. Avanzar en
una situación sexual sin que ella tuviese una total disposición era un peligro a
considerar, pues de ser denunciado o sorprendido in fraganti, quedaría sometido a las
penas establecidas por usufructuar la propiedad de otro varón. Si consideramos que los
delitos sexuales –violando la propiedad de otro varón- eran castigados con severas penas,
los varones buscaban tener una cierta seguridad antes de emprender alguna 'aventura'.
El atractivo del sexo y de la seducción, la expectativa de someter a una mujer, sumado
a que lo prohibido incentiva el deseo de quebrar la prohibición, superaron todos los
miedos. Entre otras cosas, esto significó el gran desarrollo de la cirugía estética
reparadora para "borrar" las marcas de los infractores… pues debido a todo ese entorno
¡se realizaron miles de cirugías reparadoras de las mutilaciones ordenadas por la justicia
de aquellas épocas! Y lo que es peor, ¡miles de mujeres fueron ejecutadas o bien
pasaron a integrar la casta más inferior y forzadas a sobrevivir como prostitutas!
Sin embargo, las simbiosis culturales de India llegaron con el tiempo a confluir en una
idea religiosa diferente, en la cual se desplaza su centro de gravedad de lo externo a lo
interno. [Ver Anexo I]. La alianza del hombre con la divinidad, que era acompañada de
un intercambio ofensivo y defensivo de protecciones de las diferentes deidades, dejó
lugar a la ocupación personal por el porvenir del alma mediante purificaciones,
transformación de puntos de vista, y de la acción acorde a esa nueva visión. El poder y
el bienestar, la posesión de bienes, el temor a definidas fuerzas del mal perdieron su
importancia ante la preocupación por la paz eterna. ¿Qué podían significar los enemigos
terrenales o demoníacos comparados con los adversarios visibles y concretos que el
hombre alberga en el fondo de su alma y a los cuales debe combatir y vencer? Ante esto
los 'sacerdotes' brahmanes dejaron de ser necesarios para realizar los ritos de ofrendas a
los dioses, puesto que cada individuo sólo tenía que luchar consigo mismo para alcanzar
la beatitud de su propia esencia.
En la cultura de la India del norte en donde transcurrió la existencia de Buda Sakyamuni,
el contexto social era de una transición aun sumamente confusa de la cultura matrística
anterior, de la cual todavía existían varios resabios localizados, hacia una nueva cultura
que estaba tratando de afirmarse, de carácter patriarcal, debida a la invasión 'aria'. De
hecho, el kshatriya Siddharta Gautama, nacido príncipe de Kapilavastu, desciende de la
ilustre familia de los Okkáka de la Dinastía Solar -aria-, y su cultura, entrenamiento y
educación fueron las propias de un príncipe guerrero que habría de convertirse en rey.
Cualquiera puede leer las diferentes historias de este príncipe que se cuestionó
profundamente los conocimientos que había recibido, y decidió ocuparse de conocer el
grado de realidad de las cosas. Su búsqueda de la Verdad implicó la utilización de los
más antiguos conocimientos y enseñanzas de su propia cultura. Él no se empeñó en crear
otra 'religión', solo estaba depurando el brahmanismo que, de por sí, era la síntesis de
todos los métodos de realización. Tan solo la negativa del brahmanismo de aceptar tal
transformación, convirtió su enseñanza en una religión separada. No obstante,
posteriormente el brahmanismo, para su propia supervivencia, hubo de aceptar la
importancia su legado, para lo cual terminó convirtiendo a Buda en un dios encarnado,
un avatara de Vishnu –según algunas escuelas; según otras era avatara de Kumara, un
aspecto de Vishnu, o bien de uno de los cuatro Manu, otro aspecto de Vishnu-, y sus
enseñanzas prácticas fueron incorporadas a la escuela espiritualista del Yoga, una de las
seis escuelas de espiritualismo –atmiya darsana- védico, –donde, por ejemplo, el texto
Yoga Sutras atribuido a Patanjali, se origina en tal influencia-, mientras que sus
enseñanzas 'teóricas' fueron incluidas en tres de las seis escuelas materialistas –prakrita
darsana-.
El budismo no discrimina a las personas por sus preferencias sexuales. Cada persona
puede elegir ser heterosexual, homosexual, onanista, travestido o célibe. El budismo
tampoco ha glorificado la familia nuclear. El matrimonio no es un 'sacramento' budista,
sino simplemente un contrato social. Algunos maestros budistas que actúan en contextos
occidentales han desarrollado una ceremonia ritual de 'buenos augurios' para las parejas
que necesitan de algún modo sentirse contenidas en su necesidad de 'santificar' o
'legalizar' su unión. Si se consideran las diferentes culturas budistas del mundo, se
observa que se aceptan socialmente la monogamia, la poligamia y la poliandria, que se
entienden como diferentes maneras de organizar la vida.
El hecho de que el budismo no enseñe una ética intolerante ni sea una religión
reguladora de la vida privada no quiere decir que sea una actitud permisiva en el sentido
de que todo vale en el terreno de la práctica sexual. En el budismo se dice que la
energía sexual y la energía espiritual es la misma energía. De hecho, todos los
fenómenos del universo son la misma y única energía de la vida. La energía sexual puede
ser refinada. El deseo que acompaña a la actividad sexual puede ser educado y dirigido
hacia un estado de felicidad y de gozo mayor que el que proporciona el contacto sexual,
sin negar por ello el placer propiamente sexual. En cualquier caso, sexualidad y
espiritualidad no son dos conceptos antagónicos en la tradición budista, sino
perfectamente compatibles. Todo depende de la actitud interior del individuo. Y a esto
precisamente va dirigida la enseñanza budista: a la actitud interior con la que
abordamos nuestras experiencias en la vida.
Cuando nuestra motivación sea dar y darnos el beneficio de una felicidad temporal y
placer con alguien que realmente nos interesa, como expresión de amor, y siempre y
cuando nos mantengamos dentro de los límites que decidimos mutuamente con dicha
persona, entonces esto no es un burdo acto destructivo, a lo sumo tan solo alarga un
poco nuestro samsara. Es importante no sobredimensionar el sexo, en otras palabras,
tener una visión realista de las limitaciones del sexo: el budismo enseña que todas las
sensaciones son transitorias e impermanentes y nos insta a buscar un estado de felicidad
y de bienestar más allá de las sensaciones, sin negarlas ni rechazarlas. Aun un buen sexo
no suele solucionar la búsqueda trascendente. De hecho, el tener este tipo de relación
sexual sana, puede ser una etapa de desarrollo positiva para alguien en términos de
fortalecer una actitud de dar y de preocuparse, así como de demostrar afecto e interés.
Mantener la castidad va ciertamente en contra del samsara, aunque para decir que va en
contra de la naturaleza, tendríamos que echar un vistazo más de cerca al punto de vista
budista hacia lo que se considera "natural". Los impulsos biológicos, aunque son parte de
lo que nosotros en occidente llamamos "natural", desde el punto de vista budista, son
parte del mecanismo del samsara. Lo que se pretende hacer en el budismo es trascender
el estar bajo el control de estos impulsos instintivos que perpetúan el sufrimiento y los
problemas de nuestra incontrolable y repetitiva existencia samsárica. En el camino de
obtener la liberación de estos impulsos biológicos, queremos lograr ser cada vez menos
dependientes de ellos y no estar gobernados por ellos. A pesar de nuestros impulsos
biológicos, podemos ser de ayuda a otros, siempre y cuando no estemos gobernados por
ellos.
Muchos occidentales no consideran a Dios como algo sagrado, sino a la Naturaleza. Esto
significa que consideran a la biología como sagrada. Ellos piensan que cualquier cosa que
sea natural, es automáticamente buena. El budismo por otro lado, sospecha de lo que
surge naturalmente, ya que muchas de las emociones y actitudes perturbadoras también
surgen automáticamente, tal como las tendencias a actuar de maneras destructivas. Por
ello, es necesario discriminar cuidadosamente lo espontáneo proveniente de la
naturaleza, de lo espontáneo proveniente de los 'instintos' automáticos incorporados a lo
largo de miles de re-nacimientos.
Comúnmente, según algunas estadísticas que se han llevado a cabo, aquellos que se
convierten en monjes o monjas, o son personas con un bajo impulso sexual por lo que el
celibato no es algo que les preocupe demasiado, o bien por el contrario, están muy
obsesionados con el sexo y quieren trascender el sufrimiento que les está causando su
obsesión. Pero aún en el último caso, no se busca la mera represión de los impulsos
biológicos como el del sexo, ya que al intentar hacerlo, subyace el riesgo de enloquecer
en cualquier momento. Monjes y monjas trabajan con sus deseos anhelantes y con sus
apegos, para evitar que sus impulsos sexuales sean compulsivos y obsesivos. Además, con
los métodos tántricos de transformación de las energías sutiles, es posible transformar la
energía sexual y canalizarla hacia un uso más constructivo para llevar más allá el propio
camino espiritual, aunque esto último no es algo sencillo de hacer. [Véase Anexo III.]
Cuando decidimos tener contacto sexual con alguien, ese simple acto genera karma. Así
que, desde una perspectiva budista, ¿qué consecuencias siguen en la cadena de eventos
kármicos después de tomar esa decisión?, ¿cuáles son las ventajas del celibato?
Si decidimos tener relaciones sexuales con alguien y de hecho nos involucramos
sexualmente con la persona, ciertamente establecemos un fuerte lazo con ella que
podrá continuar incluso en vidas futuras, pero el tipo de lazo y de relación que seguirá
depende del tipo de relación sexual que tengamos con dicha persona, de nuestra propia
motivación y actitudes, de la motivación y actitudes de nuestra pareja, etc. Muchos
factores afectarán la relación.
El sólo hecho de ser célibe no significa que estemos libres de todo tipo de consecuencias
kármicas relacionadas con la sexualidad. Alguien que es célibe podría desperdiciar una
gran cantidad de tiempo y de energía pensando en el sexo con gran deseo y apego. Tal
monje o monja podría simplemente pensar en tener relaciones sexuales con alguien,
pero no llevarla a cabo. Esto no acumula consecuencias kármicas provenientes de un
acto físico, pero sí acumula las tendencias kármicas derivadas de un acto mental. Todo
depende realmente del estado mental, del nivel de emociones y actitudes perturbadoras
que tenga la persona o del nivel de liberación que tenga de las mismas.
La idea asociada con la palabra "alma" es que el hombre sea una entidad separada de
todas las demás, y de la existencia de todo el Universo. Esta idea de la separatividad es
irracional, imposible de probar por la lógica ni de sostener por la ciencia. No hay un "yo"
separado, ni podemos llamar "mío" a esto o aquello. Lo que está sujeto a cambio no es
permanente de modo que no puede haber supervivencia inmortal en una cosa mutable.
Nuestra principal aspiración debiera ser llegar a ver las cosas tal como existen a nuestro
alrededor y tratar de mejorarlas, sin pasar el tiempo en especulaciones intelectuales.
El dolor no proviene más que del deseo. El ser humano se aferra perdidamente y se
entusiasma con sueños, situándose en medio de un falso yo, y estableciendo a su
alrededor un mundo imaginario. Cuando su esencia le abandone, partirá con el ardiente
deseo de beber otra vez la Copa de la Vida. En el budismo se nos insta a que vivamos de
modo que cada una de nuestras acciones ataquen un defecto y desarrollen una virtud,
hasta que podamos lograr el perfecto éxtasis.
En tiempos posteriores a Buda y después de Ashoka y las dinastías budistas, las Órdenes
Budistas necesitaron establecer los códigos de conducta ética a fin de clarificar a los
practicantes, y hasta diferenciarse de otros métodos de Dharma. Así revisaron todos los
recuerdos, escribieron todos los relatos, elaboraron toda la metafísica y analizaron todas
las acciones humanas. De allí surgieron los preceptos, los votos, las reglas de conducta,
inspiradas o imitadas de los hechos de la vida del propio Buda.
La relación sexual en la pareja es sólo uno de los muchos aspectos que entran en juego
en la relación. Desde el punto de vista del budismo es un error sexualizar la pareja, es
decir, hacer de la sexualidad el eje central de la relación de pareja. La sexualidad juega
un papel fundamental pero los seres humanos no somos exclusivamente animales
sexuales. Los vínculos afectivos, la comunicación, el respeto, los proyectos de vida
compartidos, la crianza y la educación de los hijos constituyen también ejes centrales
sobre los que se edifica la pareja.
A veces se llama amor a una pasión egoísta que controla, domina y no respeta. Esto es el
apego, que puede darse respecto a cosas, personas y actos. No es tan fácil de reconocer
como la aversión y parece mejor, pero es igual de negativo y productor de gran
infelicidad. El apego nos conduce a la posesividad, los celos, la avaricia y las adicciones.
El practicante budista debe ejercitarse en el desapego con la conciencia de que todo es
impermanente, hasta las cosas que parecen más firmes y duraderas.
Esto no es incompatible con el amor a la familia, los amigos o la pareja, que es algo
natural y para lo que no se requiere ningún entrenamiento, pero debemos mantener la
idea de que estos afectos son limitados y tendrán necesariamente un fin y que, en la
medida de lo posible, debemos extender el respeto y el cariño que sentimos por
amantes, familiares y amigos a todos los seres sensibles sin excepción, con lo que
desarrollaremos la compasión.
El budismo llama "comportamiento destructivo" a nuestro actuar motivado por el enojo,
el apego, la avaricia o la ingenuidad. Estas son las principales emociones perturbadoras
(emociones o estados mentales que perturban nuestra paz mental y que nos hacen
perder el autocontrol).
Es consistente con las enseñanzas budistas el que todo necesita ser considerado de
acuerdo a su contexto, a cómo estamos y cómo está el otro. Esto es así porque ante un
acto samsárico neutral, cuando es motivado por una emoción perturbadora
(insatisfacción, obsesión por el sexo, etc.), muchas veces se convierte en una relación
sexual destructiva al no considerar al otro y su entorno. Esto es lo que genera
problemas. El comportamiento sexual que no está mezclado con las emociones
perturbadoras obsesivas no causará el mismo tipo de problemas, tan sólo causará que
nunca nos sintamos completamente satisfechos, y sin duda vamos a querer hacerlo una y
otra vez, sin nunca poder garantizar una satisfacción definitiva.
¿Cuáles son los deberes del marido respecto de la esposa? Protegerla; tratarla con
respeto y bondad; serle fiel –con el significado que esto tiene en oriente-; hacer que sea
bien considerada por los demás; proporcionarla adecuados trajes y adornos. ¿Cuáles los
de la esposa a su marido? Mostrarle afecto; ordenar bien su casa; ser hospitalaria para
los invitados; ser casta; cuidar la economía del hogar; demostrar habilidad y diligencia
en todas las cosas. Sigalovada Sutta.
Las mujeres están en un plan de perfecta igualdad con los hombres. "La mujer", dice el
Buddha en el Chullavedalla Sutta, "puede alcanzar el más elevado sendero de santidad
abierto al hombre: el Arhatado". De hecho, la enseñanza de Buda "ha hecho más por la
felicidad y la emancipación de la mujer, que ningún otro credo". (Sir Lepel Griffin.)
Buddhaghosa aclara el tercer precepto para hacer hincapié en que se refiere al
adulterio, la promiscuidad, la violación, la pedofilia, parafilias y en general cualquier
conducta sexual que conlleve la experiencia de dukkha para la persona o para terceros.
No obstante, para la mentalidad occidental, existe evidencia de la confusión de
Buddhaghosa respecto a tales materias, especialmente en la homosexualidad al
confundir por ejemplo hermafroditismo y bisexualidad. El precepto de evitar una
conducta sexual que perjudique a otros o a uno mismo es muy complejo. Por ejemplo,
salvo que uno haya tomado votos de monje, la abstinencia sexual y la represión pueden
ser física y psicológicamente dañinas para una persona; de igual modo, en el otro
extremo, una promiscuidad desmedida (que acarreará peligros de salud física como el
contagio de enfermedades, así como posibles repercusiones psicológicas), también sería
considerada dañina. El apego al sexo (como a cualquier cosa material) y la adicción al
sexo (como cualquier adicción) son potencialmente dañinas para las personas que no
saben o no pueden manejar esa energía sin distracción. Atención, recuerdo, consciencia:
T. S. Eliot lo describe con precisión cuando habla de «distraerse de la distracción
mediante la distracción».
Alexander Berzin señala que: Tanto en los textos indios como en los tibetanos, el tener
relaciones sexuales con una prostituta es algo aceptado perfectamente, incluso para un
hombre casado, siempre y cuando ese hombre pague por el servicio. Una prostituta es
una pareja inapropiada sólo si es la pareja de alguien más y/o no se ha pagado por ella.
Aún más extraño es que si los padres no le dan permiso a su hija de tener relaciones
sexuales con alguien, entonces la hija es una persona inapropiada con la cual tener sexo.
Pero, si los padres dan su permiso, como en ocasiones sucede en Asia cuando los padres
son pobres y venden a sus hijas para obtener un dinero para sostener al resto de la
familia, entonces nadie puede decir nada. Es también aceptado que un hombre casado
tenga relaciones sexuales con sus propias concubinas. Y entre los tibetanos, está bien
visto el tener más de una esposa o más de un esposo. De hecho, parece ser correcto que
un hombre casado tenga relaciones sexuales con cualquier mujer que no caiga en la
categoría de pareja inapropiada, como una mujer independiente que esté comprometida
para casarse o que sea monja. Buda específicamente estableció como incorrecto para los
laicos sostener relaciones sexuales en condición de adulterio, con mujeres que estén
"bajo el cuidado de sus padres, hermanos, hermanas u otros encargados", con mujeres
prisioneras, casadas ó comprometidas. Queda claro que el adulterio es dañino ya que
lastima a la persona engañada e implica mentir y engañar, mientras que no se considera
así el poliamor –parejas múltiples-, aunque su aceptación aun se continúa debatiendo
dentro de la comunidad budista.
El matrimonio con una sola mujer y la fidelidad hacia ella se reconocen como un grado
de castidad. La poligamia fue considerada por el Buddha como implicando ignorancia y
promoviendo la lujuria. Anguttara Nikaya, capítulo IV, 55. No obstante esto refiere a las
comunidades budistas hinayana y quizás mahayana, según corresponda. Las comunidades
tántricas tienen otros parámetros. [Ver Anexo III].
El sexo con mujeres prisioneras, ya sea de guerra ó encarceladas por otros delitos, se
entiende como una violación del tercer precepto ya que tales mujeres no estarían en
condiciones de plena libertad a la hora de tomar su decisión, pues el encarcelamiento
de mujeres sucede para prevenir o evitar la extorsión, la violación y otras formas de
abuso sexual, además de evitar la comisión de nuevos delitos. En cuanto a no tener sexo
con mujeres bajo el cuidado de familiares masculinos ó femeninos, es, para los
parámetros occidentales modernos, una prohibición de tener sexo con menores de edad
que no tengan la edad legal para tomar una decisión madura sobre su vida sexual. El
texto menciona tanto a los encargados hombres como mujeres, es decir, no implica que
la mujer pertenezca a los hombres de su familia, sino simplemente, establece el
parámetro de que aún es demasiado joven para ser independiente en general ya que el
budismo considera la igualdad entre ambos, hombres y mujeres.
En el caso del BDSM o prácticas sadomasoquistas, se considera en general que la práctica
no está prohibida siempre y cuando se mantenga en todo momento el respeto y el
consenso por parte de todos los involucrados.
Respecto a la homosexualidad, esta fue aceptada por el propio Buda en vida, al permitir
la ordenación de monjes homosexuales excepto en el caso particular de aquellas
personas llamadas entonces pandakas –eunucos, castrados-. No obstante la carencia de
razones para condenar la homosexualidad, tampoco está aprobada expresamente, y por
ello, es simplemente tolerada como tantas otras conductas que aun no significando daño
para otros tampoco son productoras directas de beneficios para el grupo o sociedad.
Así que por tanto no existe en las fuentes ningún comentario explícito referido al tipo de
sexualidad de los laicos. En las fuentes budistas no aparecen detalles del tipo de
sexualidad sino que el sexo está referido de manera genérica como una actividad fruto
del aferramiento. Respecto a los monjes, encontramos la excepción de evitar la
ordenación de un tipo concreto de persona vinculada a su orientación sexual mediante
las referencias a los pandakas.
El término pandaka no es la traducción de la palabra homosexual sino que refiere a
"alguien sin testículos", "eunuco" o "hermafrodita". En la doctrina budista esta palabra se
usa para referirse también a determinado tipo mental. Se describen unos cinco distintos
tipos de pandakas, de los cuales a tres de ellos no se les permite la ordenación como
monjes. Estas tres clases están caracterizadas como personas poseídas en alto grado por
pasiones sexuales (ussanakilesa), por una lujuria irrefenable (avapasantaparilaha),
esencialmente dominados por su libido (parilahavegabhibhuta), y por el deseo de
conseguir prostitutas (vesiya) o parejas muy jóvenes (thulakumarika). Todo ello hacía
muy difícil su pertenencia a la comunidad de monjes por su dificultad fuera de lo normal
para tranquilizar sus pasiones. Aunque el significado de pandaka no parece incluir
directamente a los travestidos y transexuales, así fue interpretado debido a un episodio
de la vida de Buda con un monje. Por esta asociación, en la mayoría de comunidades
budistas como por ejemplo en la tailandesa, tradicionalmente se ha vetado el acceso al
monacato a transexuales y travestidos, si bien recientemente en Tailandia algunos
abades ya han dado su consentimiento a la ordenación de estos como monjes al hacer
énfasis en subrayar que se trata de la descripción de un estado mental y no del aspecto
exterior de la persona, y por sobre todo por cuanto al ordenarse como monje, pasan a
utilizar únicamente ropas de monje.
Hay que tener en cuenta que ninguna escuela budista anterior al siglo XVII, el siglo de la
expansión europea, jamás trató a la homosexualidad como "conducta sexual incorrecta".
Hay no obstante un número de comentadores y maestros que se van adecuando a la
cultura, sociedad y poderes sociales actuales, y así encontramos posiciones en contra o a
favor de la homosexualidad e incluso de determinadas prácticas sexuales. También
actualmente algunos maestros varían algo su discurso, dependiendo de si lo dirigen a su
comunidad de origen o si están de visita en otros países. Aunque de nuevo hay que
recordar aquí la influencia occidental de los últimos siglos, ya que las legislaciones de
países de mayoría budista como Tailandia, Birmania o Sri Lanka, no contenían
disposiciones legales contra la homosexualidad entre adultos hasta la llegada de la
época colonial, y en cambio este tipo de disposición legal ha sido tradicional durante
siglos en muchos países occidentales.
El budismo no discrimina a las prostitutas, por el contrario, las acepta como personas
igualmente dignas y respetables como cualquier otra persona. En una parábola de Buda
él recibió una invitación para almorzar de Ambapali, una cortesana famosa en su época,
la cual aceptó. Cuando el príncipe local le invitó posteriormente a almorzar a la misma
hora, Buda declinó la invitación del príncipe para cumplir su compromiso con la
prostituta.
Algunos eruditos como Shravasti Dhammika consideran que la persona que ejerce la
prostitución para sobrevivir y salir de la pobreza, es diferente que aquella que la ejerce
por codicia, ya que es una forma fácil de ganar dinero pues no requiere conocimientos
demasiado especializados, y la elige aun teniendo acceso a otras profesiones, aun
cuando estas sean mas difíciles de realizar y menos remuneradas. En este sentido, según
Dhammika, la segunda estaría acumulando karma negativo. Sin embargo Dhammika
mismo aclara que las prostitutas no deben ser mal vistas, humilladas o tratadas mal en
el budismo.
En general existe un debate sobre la prostitución per se, donde algunos budistas
consideran que como actividad acarrea muchos males y vicios y que no debe ser
aceptada, mientras que otros eruditos y pensadores budistas consideran que el trabajo
sexual no es pernicioso mientras no se perjudique a nadie (por ejemplo, mientras se
tomen las precauciones como el sexo seguro para no contagiarse a si mismo o a otros de
enfermedades venéreas), pero todos coinciden en que las prostitutas son personas
igualmente dignas y respetables, y son bienvenidas dentro de la comunidad budista. Esto
aplica, lógicamente, igual para los hombres que ejerzan la prostitución. Y naturalmente
todo esto se refiere exclusivamente a las personas que ejercen la prostitución
voluntariamente, no así a las personas forzadas a la prostitución ó víctimas de
explotación sexual.
En un episodio de su vida Buda desaconsejó a una mujer la interrupción de su embarazo,
si bien es difícil de saber en qué punto de gestación estaba esa mujer, ni las
circunstancias del caso. Al no existir indicaciones más claras, algunos maestros y
comentaristas hacen hincapié en la necesidad de cierta evolución de la gestación para
que sea algo relevante al precepto, mientras que otros se muestran muy claros respecto
a evitar el aborto en cualquier punto de la gestación.
Buddhaghosa en sus comentarios establece que la gravedad de la acción de quitar la vida
a otro ser vivo es proporcional al grado de evolución del ser que muere, si bien en otros
textos se subraya la gravedad del hecho de acabar con un posible nacimiento, ya que en
el budismo, el nacimiento humano es considerado algo raro y muy valioso, debido a la
posibilidad de todo ser humano en alcanzar el Nirvana. Una solución frecuente y un
tanto conciliadora es defender el aborto en ciertos casos (peligro para la madre,
malformaciones, etc.).
El conocimiento actual de la bioética respecto al comienzo del desarrollo neurológico en
el ser humano es usado por las posiciones más progresistas, y así no se habla en contra
del aborto hasta el tercer o el cuarto mes de embarazo. Las posiciones más tradicionales
hablan directamente de evitar el aborto a toda costa. En el budismo, buena parte de
este debate descansa a menudo en interpretaciones sobre la mente y la reencarnación,
lo cual se hace ineludible para entender los distintos puntos de vista. Aunque en este
debate a veces los monjes son parte activa para justificaciones doctrinales a favor o en
contra, el código del Vinaya prohíbe a los monjes sugerir el aborto a una mujer.
"¿Cuándo sucede la conexión de la conciencia con el feto según la explicación budista?"
La explicación tradicional budista dice que la conciencia del ser en el bardo desde donde
renacerá, entra por la boca del futuro padre, baja por su cuerpo, entra al
espermatozoide y pasa con él al cuerpo de la futura madre. Esta postura es algo que
obviamente necesita ser examinado. Esta explicación deriva del tantra de Guhyasamaja
–no existe ni se utiliza en el budismo Hinayana ni Mahayana- y se aplica al proceso de
generación del mandala de las deidades visualizado en la matriz de la consorte, para
que sea análogo al proceso de renacimiento. Si la conciencia del futuro niño ya estuviese
en el espermatozoide aún antes de la concepción, entonces, cualquier forma de control
de natalidad es un aborto. No obstante, debe considerarse que el Guhyasamaja Tantra
pertenece al grupo de enseñanzas tántricas del budismo, y como tal, requiere un
tratamiento y comprensión diferente. [Ver Anexo III.]
En la práctica, algunas comunidades budistas como la japonesa celebran ceremonias
rituales (Mizuko kuyo) de reparación para aquellas mujeres que han experimentado un
aborto y que así lo solicitan. En la obligada investigación de causas que expliquen
cualquier acción, en general se procura observar la situación que puede empujar a una
mujer a esta decisión, de manera que el aborto, siendo considerado una situación muy
poco afortunada, que puede ser producto del aferramiento al deseo sensual, etc., no
llega a tener la misma consideración de gravedad que otras acciones. Por ejemplo,
encontramos numerosos ejemplos sobre la gravedad de acabar con la vida de un animal
adulto como un perro, un elefante o un caballo. Pero ninguno respecto a un aborto de
cinco o seis semanas. No aparece pues una norma general en el budismo que enseñe una
prohibición o aprobación en cualquier situación, sino que se tiende a observar cada caso
y sus circunstancias.
En el budismo no se encuentran voces que se opongan al uso de anticonceptivos. El uso
de los mismos es tan antiguo como difundido en las sociedades en donde históricamente
ha sido religión mayoritaria.
Tich Nat Hahn ha dado un lineamiento muy útil para nuestros tiempos modernos, que
consiste en que necesitamos evitar tener relaciones sexuales casuales con cualquiera
que nos topamos, impulsados sólo por nuestra obsesión con el sexo y sin un verdadero
interés hacia la otra persona o sin querer una relación más profunda con él o ella. En la
mayoría de los casos, este lineamiento se encargaría además del controversial tema de
tener relaciones sexuales con una prostituta (aunque, por supuesto, podría darse el caso
en el que se desarrollase una relación amorosamente comprometida con una prostituta).
Muchos psicólogos occidentales afirman que la masturbación es parte del desarrollo sano
de los niños, y que ello se debe a que, en la crianza, los niños son apartados de la madre
para dormir en cunas, que las labores y otras 'obligaciones' cotidianas obligan a las
madres a estar separados de sus niños, y por ello los niños buscan satisfacción en la
masturbación. Esto es un absurdo. Aun entre, por ejemplo, los bolivianos, donde los
niños están junto a sus madres en forma permanente hasta que son capaces de moverse
por sus propios medios, aun así los niños se masturban. La masturbación infantil fue el
descubrimiento de Freud más rechazado y resistido por la sociedad y la ciencia, y sin
embargo, puede ser observado en todas las culturas. Es que se trata de un acto natural e
'instintivo' derivado del movimiento de la energía vital interna, esto es, desde la visión
occidental científica, la descarga de las hormonas segregadas por las glándulas
endocrinas internas, las cuales provocan una excitación placentera, y esta, por causa del
miedo al placer, es reprimida mediante la masturbación que descarga la tensión
excitatoria, existan o no estímulos externos. Ese Miedo al Placer proviene del
inconsciente colectivo de nuestra sociedad judeo-cristiana donde se establece que todo
lo placentero se contrapone a lo espiritual. Desde otro punto de vista, el autoerotismo
puede ser visto como demostración de afecto a sí mismo, y si uno puede relajarse y
disfrutarlo, eso ayuda a la persona a disfrutar y ser capaz de relacionarse sexualmente
de maneras más sanas con otras personas.
No obstante, necesitamos diferenciar entre el temor obsesivo por el deseo biológico por
el sexo y el temor de estar obsesionado con el sexo. No puede ser saludable temer al
impulso biológico. Tampoco esta actitud es adecuada en el celibato de monjes y monjas,
no sólo en la tradición budista sino incluso en las tradiciones cristianas también. El
temor al sexo -en realidad desagrado y temor a la obsesión sexual- los hace ser muy
mojigatos, llenos de culpa y de todo ese tipo de cosas. Se sienten culpables por sus
deseos sexuales biológicos. Si alguien trata de sobreponerse a dicha obsesión por el sexo
y por lo tanto, elige convertirse en monje o monja, eso es algo muy diferente, es una
actitud más sana. Dichas personas, se convierten entonces en monjas o monjes porque
no quieren distraerse con obligaciones familiares y demás, y quieren estar en una
situación en la que se minimice su deseo sexual. Quieren evitar las circunstancias
externas que los rodean y que los estimularían sexualmente.
Hasta aquí he llegado. Espero que a los lectores les resulte suficiente para poder
examinar su propia consciencia y elegir desde el corazón su propia vía. ¡Sarva Mangalam!
Restos de seres humanoides indican que la India fue poblada durante un periodo que
oscila entre 200.000 y 600.000 años atrás. Se estima que los primeros pobladores
humanos se establecieron en el subcontinente hace 12.000 años. Los primeros poblados
confirmados datan del VII milenio a. C. en el lugar conocido actualmente como 'Refugios
Rocosos de Bhimbetka', en el actual territorio del estado de Madhya Pradesh. La
transición de comunidades agrícolas a comunidades urbanas más complejas comenzó en
un periodo de alrededor del 6000 a.C. Este periodo marcó el principio de una sociedad
urbana en India, conocida como la civilización del valle del Indo, también llamada
civilización Harappa, centrada entre los ríos Sáraswati y el Indo y se extendía hasta las
zonas de Ganges-Jamuná Doab, Gujarat y el norte de Afganistán, la cual llegó a su
máximo desarrollo entre el 3000 y 2000 a.C. Unos 1000 años antes ya habían surgido
como sociedades urbanas Súmer en la Mesopotamia asiática, y Egipto en el NO de África,
siendo las primeras culturas semíticas, y en sus historias llegaron a mencionar en su
momento a Harappa como un importante centro urbano.
La India no es una unidad cultural homogénea. Está integrada por cuatro grupos étnicos,
mejor calificados como culturas, de las tribus del valle del Indo, del Ganges, de Madrás y
de Mohenjo Daro, las cuales muestran raíces comunes védicas, y conforman la base
cultural predominante de la prehistoria y de la protohistoria de la antigua India. Las
regiones drāviḍa-s del sur y sureste, las del valle del Ganges en la provincia de Sind al
norte de la India y las del Indo o Harappa, en las márgenes del río Ravít en el actual
Paquistán al sur de Punjab, junto con las del Mohenjo Daro al sur de Pakistán occidental,
y Lothal, sumadas a la cultura de las tribus Veddas, muestran uniformidad cultural en
aspectos esenciales como el de los signos de escritura, llena de elementos sánscritos,
dravídicos, tamiles, etc. Además, estos pueblos tienen creencias y rituales con
referencia a un Dios con diferentes nombres, representado como un Ser hermoso, de
belleza sin igual, con dos pares de brazos y cuatro caras, cuya característica es su
presencia en cualquier punto cardinal. Los grupos étnicos se identifican, aparte de por
sus caracteres físicos, por los lingüísticos, representados aquí por las lenguas munda,
dravídicas y sánscritas. Al igual que cualquier otra denominación étnica, no tiene
ninguna denotación biológica más allá de los caracteres externos propios de su
adaptación al medio ambiente, sino que refiere únicamente a lo cultural y
lingüístico.
Las ciudades del Indo, en especial Harappa en las márgenes del río Ravít en el actual
Paquistán, y la antigua ciudad Mohenjo Daro –literalmente: "Colina de los Muertos"-, a
orillas del río existían desde el 3800 a.C. y duraron hasta su destrucción,
aproximadamente en el 1800 a.C., por parte de invasores arios. Su religión dominante
era el Shivaismo (los sellos representan al Śivá itifálico y con cuernos, sentado en
postura de loto o danzante como Natarāja). Hay símbolos sivaitas tales como falos de
piedra, svásticas, imágenes del toro, de la serpiente y de la diosa de las montañas
(Pārvatī).
La migración de pueblos nómades arios, que abandonaron por razones posiblemente
climáticas las regiones de Asia al sur de Rusia, culminó invadiendo en oleadas sucesivas a
Europa, India y Medio Oriente. Entre el 2300 y el 1900 a.C. fueron saqueadas e
incendiadas ciudades en el Asia Menor. Los textos hindúes relatan las guerras contra los
dasa y los pani, que eran los sobrevivientes de las civilizaciones del Indo que rechazaban
el culto védico, hablaban una lengua extraña y veneraban a Śiśnadeva (el dios del falo),
apacentaban grandes rebaños y vivían en ciudades fortificadas (pura-s); eran de piel
oscura y nariz pequeña.
Según la genealogía de los MahaPurāná-s (18 antiguos relatos), con la guerra del
Mahābhārata concluyó la conquista aria de la India (1400 a.C.) en el Madhyadeśa (el
territorio medio que comprende a Nueva Delhi). La guerra del Mahabharata y el Rig Veda
se ubican entre el 1.800 y el 1.400 a.C.
Los ādivasi-s (primeros ocupantes) de la India en el paleolítico, hablaban las lenguas del
grupo lingüístico munda o mom-khmer. Estos presentan semejanza física con el hombre
de Neanderthal. A este grupo de protoaustraloides de tribus originariamente afganas y
persas, pertenecen los Veddas, y sus subgrupos Bhil y Gond de la India central,
representantes actuales de esta primitiva población del sub-continente índico. Hablan
aun hoy día, una lengua que por etnonímia se denomina "Vedda", de donde "podría"
haberse derivado el nombre de Civilización o Cultura Védica, y quizás "podrían" haber
sido los creadores de los Veda-s, los más tempranos Libros Sagrados de la India. Según
modernos estudios, el influjo cultural de los Veddas abarcó a cingaleses, tamiles y
drāviḍa-s. Esta raza de hombres pequeños y de piel oscura a comienzos del Neolítico
llegó a poblar incluso la Europa, aunque gradualmente fue asimilada genéticamente o
exterminada por hombres más robustos del tipo Cro-Magnon. Las tribus Veddas estaban
extendidas por la mayor parte de las regiones de la península India, incluso en el norte,
en el valle del Indo y del Ganges, donde su estatura era más elevada y sus rasgos más
atenuados. Habitaban en refugios naturales, y según los antropólogos, sus rasgos son
muy parecidos a los de los aborígenes australianos. Posteriormente se mezclaron con los
recién llegados pueblos melánidos o melanohindúes, dando origen a los "vedoides",
denominados por los especialistas como predravídicos. Posteriormente, empujados por
las invasiones drávidas y arias, fueron replegándose hacia el sur, y actualmente están
marginados en la región insular de Ceilán, al sur de la India, en una zona montañosa
fértil, con cultivos de cocoteros, areca y arrozales, y son unos pocos millares. Viven
prácticamente en la edad de piedra, dedicándose a la caza, pesca y recolección de
alimentos. Su concepción religiosa es animista, en la que los hombres veneran fuerzas
sutiles que van más allá de los sentidos, a las que llaman espíritus o dioses. De este
modo, el hombre toma conciencia de los aspectos divinos que moran en los bosques,
ríos, fuentes y montañas: para el hombre animista, "todo es sagrado", tal como se
expresa en los Vedas. El respeto por el espíritu que habita en todas las cosas posibilita
un conocimiento intuitivo que es inaccesible para el pensamiento lógico. El animismo es
contrario a la apropiación de la tierra, a la agricultura y a la vida social urbana: la caza
y la recolección de frutos diversos forman la base de su supervivencia, y sus dioses y
espíritus exigen ofrendas para concederles beneficios.
El cuarto grupo étnico-cultural está formado por las "etnias arias". No existe literatura
india que defina el fenotipo o rasgos físicos arios, y el afirmar que los arios eran una
raza o etnia blanca fue un error antropológico debido a intereses políticos, pues
presumiblemente se trataba de tribus nómades del Asia Central -indo-iranios y
posiblemente también mesopotámicos-. Algunos antropólogos consideran que esta región
incluía la zona del río Oxo, llamada actualmente "Amu Daria" –literalmente: "Crisol de
Razas"-, cerca del mar de Aral en el Cáucaso, área entre el Mar Negro y el Caspio, de
donde provienen. Los propios Arios afirman que su tierra de origen es Irán –una
modificación de Aria-. Su origen como nómades de las estepas de Asia en el Cáucaso les
facilitó invadir -no necesariamente en forma violenta- a los iranios y a los drávidas
hindúes del norte, empujándolos hacia el sur, aprox. en el 1800 a.C. Sus descendientes
en Persia son los aqueménidas, llamados en India kurus –deformación de kurgans según
la arqueóloga Gimbutas-. Sólo se conoce realmente el perfil de su personalidad.
En el valle del Indo había importantes ciudades que compartían una avanzada cultura.
Era la hoy llamada provisoriamente 'civilización de Harappa', en el noroeste. Su escritura
no ha sido descifrada aún. A partir del 2000 a.C., la religión aria asimila gradualmente al
Shivaismo, que es fruto de la fusión de los cultos de los veddas y los drávidas. En torno
al 1800 a.C., aquellas ciudades fueron abandonadas y su recuerdo se perdió, hasta que
recién en 1925 d.C. fueron redescubiertas y comenzaron las excavaciones arqueológicas.
También presumiblemente sus habitantes eran grupos Āryos quienes emigraron entonces
al fértil valle del Ganges, en el que tendrían su base los sucesivos imperios indios, como
el de los maurya y el de los Guptá. Pero la extensión y diversidad de la India nunca fue
favorable a la unificación imperial: hubo siempre una pluralidad de Estados. Las lenguas
principales de los aryos fueron el sánscrito en India y el avéstico o parsi (persa) en Irán.
Coincidiendo con su ingreso a India, los arios utilizaron el Sánscrito, hoy considerada
como la lengua originaria de todas las lenguas Indoeuropeas. La mayor parte de las
lenguas de la India actual, salvo las dravídicas del sur, derivan del Sánscrito. Sus
tradiciones forman la base de la moderna civilización india.
Las cuatro religiones de la antigua India se corresponden con las cuatro diferentes etnias
y sus respectivas concepciones del mundo y de los dioses. Estas cuatro grandes
corrientes de pensamiento religioso (animismo, culto dravídico, jainismo y culto ario)
fueron la base de casi todas las formas existentes de religión, incluyendo también las
semíticas: judaísmo, cristianismo e islamismo. La civilización semítica egipcia asimiló
numerosos elementos shivaitas -especialmente visible en el culto a Osiris e Isis-, pero
más tarde, el monoteísmo alejaría a las religiones semíticas de su antiguo pensamiento
religioso y cosmológico.
Durante el sexto milenio a.C. -comienzos del Neolítico- se consolida el Shivaismo, fruto
de las concepciones animistas y de la experiencia religiosa de los drávidas también
prehistóricos. A partir de entonces, aparecen en India y en el mundo mediterráneo,
símbolos y ritos shivaicos: el culto al falo, al carnero, al toro, a la serpiente, a la dama
de las montañas, al laberinto; la svástica (cruz gamada) y la danza extática. Los
testimonios de estos cultos se proyectan tan atrás en la historia humana y se extienden a
tantas regiones, que es incierto definir un lugar de origen. La tradición śaiva –sivaista- y
sus ritos se han mantenido en forma continua desde la prehistoria hasta la actualidad
solamente en la India.
La unidad de origen del Shivaismo y su enorme y extensa influencia se manifiestan en las
múltiples semejanzas de los relatos mitológicos. El conjunto de símbolos vinculado con
el culto a Śivá: el dios con astas, el toro, la serpiente, el falo erecto, el carnero, la
dama de las montañas, etc., se encuentra en la civilización agrícola que aparece
alrededor del 6000 a.C. y que abarca el sur de Asia, y Europa, y el norte de África. Las
primeras figuras fuertemente shivaistas se ubican en Anatolia, claramente en el
sudoeste, en la ciudad de Çatalhöyük (6000 a.C.), y en Harappa y Mohenjo Daro. En los
orígenes de la civilización egipcia aparecen los cultos del toro, del carnero y de Osiris
(existe una enorme figura del dios egipcio Min-itifálico- que data del 5000 a.C.).
Imágenes del dios toro o dios con astas se encuentran en Mohenjo Daro, en las
civilizaciones precélticas, en las minoicas, y en regiones del sudeste asiático (Camboya y
Balí). A partir del 4000 a.C. se desarrolla la civilización del Indo; los sumerios llegan por
mar a Mesopotamia, provenientes del Indo, influenciando así a la región de Medio
Oriente, Creta y Grecia continental. Desde principios del 3000 a.C. hasta las invasiones
arias, se desarrollaron en forma paralela las civilizaciones del Indo, Sumeria y Cnossos,
con incidencia en toda Europa, en la zona central y oriental de la India y en el sudeste
de Asia.
Hacia el 3000 a.C. se registró el diluvio histórico que dividió las dinastías sumerias en
prediluvianas y postdiluvianas. La cronología india sitúa este evento como el comienzo
del Kaliyuga (edad de los conflictos), mientras que el Mahabharata consigna que el final
de la era Dwápara yuga y el comienzo de Kali yuga comienza con la muerte de Krishna,
fecha que, un cálculo hindú realizado en un Concilio efectuado especialmente para ello,
establece que la fecha de su muerte es 18 de febrero del 3102 a.C.-.
Los Vedas –Rik, Sama, Yajur, y Atharvana- se dividen en seis partes: Chandas, el poder
del conocimiento primigenio o prajnana; Suddha, la manifestación simple de ese poder
en el mundo; Tantra, las manifestaciones especializadas del poder primigenio que
conforman las diferentes ciencias de jnana, iccha, y kriya; Siksha, la transmisión del
poder primigenio a los seres; Vyakarana, el acceso que el conocimiento permite a los
seres para conocer las causas y el origen; y finalmente el Yoga, la síntesis o reducción
de la multiplicidad a la unidad, o resultado -moksha- del adecuado movimiento de los
cinco precedentes. (Estos conceptos pueden observarse especialmente descriptos en los
Chandogya, Brihataranyaka, y Mundaka Upanishads). Los Dharmas o Códigos de Conducta
en consonancia con los Vedas son: Tapas o austeridades para el Rig Veda y rige en el
Krita Yuga; el Conocimiento -la Observación, o Estudio sumado a la Experimentación- es
el dharma del Treta Yuga detallado en el Yajur Veda; el Yagna o Sacrificio es el Dharma
del Dwapara Yuga contenido en el Sama Veda; y el Atmajnana o Conocimiento de Sí –
también denominado como Namaskara o Entrega de Sí, o Yoga- es la Única Ley del Kali
Yuga según consta en el Atharva Veda, pues las anteriores Leyes han perdido validez y
poder.
El deseo de vida samsárica es simbolizado por el triple fuego –Thapa Thraya-, que
provienen de la ignorancia fundamental: el fuego Adhyatmik que es el no-saber de
nuestra verdadera naturaleza esencial 'espiritual'; el fuego Adhybhoutika que es el no-
saber de los elementos materiales o prakrti; y el fuego Adhydaivikam que es el no-saber
del funcionamiento de la shakti o poder que permite interactuar a los dos precedentes.
Al ser ignorados estos tres fuegos, ellos simplemente arden, consumiendo de ese modo
la vida de los seres mediante un equivocado conocimiento, devoción, y acción, al
propiciar a dioses que desconocen, al hacerlo por mero egoísmo y por atracción a un
placer y conocimiento que intuyen y nunca llegan a alcanzar debido al desconocimiento.
Así se dice en el Vishnu Purana, Parte VI, Cáp. 1: "Durante el período del Kali, la vida no
se regirá por los preceptos de castas y grados, ni por el nacer entre determinados
ancestros-. …El varón fuerte, cualquiera sea la casta o familia en que haya nacido, será
amo y señor en la era Kali, será dueño de elegir su mujer entre cualquier clase de
gente".
En el Anushthana Chandrika, Parte I, Cáp. 1, se dice: "…los dioses dejarán de ser
perceptibles a los sentidos de los humanos, y con su desaparición, nadie sentirá
inclinación alguna a practicar el Dharma. …Con la desaparición de los Devas de entre los
seres humanos, desaparecen también el fervor y la fe de sus corazones. …Los ritos
védicos serán practicados solo por temor a la opinión pública. …La santidad del fuego se
volverá impura, y la raza de los verdaderos Kshatriyas se extinguirá de entre los
humanos. …Nadie tendrá interés en estudiar los Vedas; empobrecidos y con breves
existencias, los seres tratarán de obtener una mezquina subsistencia trabajando al
servicio de otros. …En materia de comisión y omisión, el mundo se atendrá firmemente a
la percepción directa de los sentidos…"
"Sin embargo, todos los seres humanos, durante el Kali Yuga, formarán una sola clase o
casta, seguirán una sola fe, y caminarán por el sendero de un solo Veda –al seguir el
antiguo y benéfico Dharma-. …Es que todos los mortales son considerado iguales pues
están formados por diferentes combinaciones de materia del mismo plano de existencia;
las divisiones y categorías se deben a sus cualidades y acciones, y no a otras cosas. …Los
mismos Vedas autorizan el abandono de los mandatos de castas y órdenes en algunos
casos y en ciertas circunstancias. El tiempo ha llegado ahora en que todos los dharmas
deberán, por su propia naturaleza, unificarse, y los humanos deben cesar de crear
diferencias y barreras odiosas durante este Kali Yuga. …Todos los seres tienen derecho y
están calificados para aspirar a la Sabiduría –Vidya-, lo único que otorga los medios para
alcanzar la verdadera felicidad. …La Visión de la Sabiduría no se desarrolla naturalmente
en el Kali Yuga, de allí la necesidad del Dharma. …El Conocedor mira por igual a todos
los seres, y por ello es considerado superior. …El momento adecuado para realizar ritos y
obligaciones es cuando el deseo de ello sobreviene."
ANEXO II.
Ahora bien, la cosmogonía y la antropogonía por el sudor son motivos míticos que se
encuentran también en otras partes, por ejemplo, en la lejana América del Norte. Están
unidos a alguna ideología shamanista: se sabe que los chamanes norteamericanos se
introducen en baños de vapor para provocar abundante sudor a fin de obtener la Visión.
En otras partes el shamán camina sobre las brasas e induce a los demás a imitarlo. Estas
costumbres por otra parte, no son más que algunos de los aspectos de una complejidad
ideológica más grande, anterior al chamanismo propiamente dicho: nos referimos al
"calor mágico" y al "dominio del fuego". Aumentar mágicamente el calor del propio
cuerpo o dominar al fuego hasta volverse insensible a la temperatura de la brasa, son
dos prestigios universales propios de los hombres-medicina, los shamanes y los fakires.
Ahora bien, como se sabe, una de las técnicas yogui-tántricas por excelencia consiste
justamente en producir calor interior ("calor místico"). La continuidad entre la más
antigua técnica conocida y el Yoga tántrico es, sobre este punto, incontestable.
La "sudación creadora" y la producción mágica del calor eran igualmente conocidas por
los indo-europeos. La pareja humana nació del sudor de Ymir y al provocar sudación en
el cuerpo de Gajomard, Ahura Mazda creó al hombre. El héroe irlandés Cuchulain sale
tan "acalorado" de su primer hazaña guerrera, el equivalente de una iniciación militar,
que hace saltar las planchas y los aros de la cuba en donde lo habían encerrado; el
mismo "furor-ardiente" encontramos en el héroe de los Nartes caucásicos, Badraz.
Como lo demostrara Georges Dumézil, varios términos del vocabulario "heroico" indo-
europeo -furor, ferg, wut- expresan justamente este "calor extremo" y esa "cólera" que
caracterizan, en otros niveles de la sacralidad, la incorporación del poder. Los indo-
europeos conocían la técnica y la ideología del "calor mágico" porque dependían todavía
de un horizonte espiritual arcaico, shamánico, lo mismo que varios grupos étnicos del
Asia.
Ortodoxia, en la India, significa ante todo dominación espiritual de una casta, la de los
brahmanes. Su "sistema" teológico y ritual puede ser reducido a dos elementos
fundamentales: 1º) los Vedas son considerados como elementos de un corpus escriturario
inalterable; 2º) el sacrificio tiene allí la mayor importancia. Los dos elementos son
"estáticos" por excelencia. Y, sin embargo, la historia religiosa de la India indoaria se nos
revela como esencialmente dinámica, en perpetua transformación. Un doble hecho
explica este fenómeno, hecho alimentado y sostenido hasta ahora por la ortodoxia
brahmánica: 1º) merced a la hermenéutica, los Vedas han sido reinterpretados
incesantemente; 2º) merced a las homologaciones místicas, rituales o religiosas, toda la
complejidad de culto y mística extra-ortodoxa ha sido reducida, por decir así, a un
denominador común y finalmente absorbida por la ortodoxia. La asimilación de las
divinidades "populares" autóctonas por el hinduismo es un fenómeno incluso actual.
Evidentemente, la ortodoxia no efectuaba esta absorción sino en los momentos de crisis,
es decir, cuando sus antiguos esquemas rituales y doctrinales ya no satisfacían a sus
propios cultores, y cuando importantes "experiencias" o enseñanzas ascético-místicas se
producían extra muros. Podemos distinguir, en el curso de la historia, una reacción
contra el esquematismo ritual brahmánico, y también contra el exceso de "abstracción",
reacción cuyo punto de partida se encuentra en el seno mismo de la sociedad india. Esta
reacción aumentará de volumen a medida que la India se encuentre más "brahmanizada"
e "hinduizada", es decir, cuando la absorción de los elementos extra-arios y extra-
brahmánicos sea más intensa.
Más precisa es la información sobre Tapas en el Baudhayana Dharma Sutra, IV, 1, 24,
según la cual se produce el calor mágico reteniendo la respiración. En el
Majjhimanikaya, I, 244, etc., se nos transmite la misma tradición.
La práctica involucra ejercitar un cierto control sobre nuestros deseos y apetitos, de tal
modo que podamos experimentar "la tranquilidad o quietud, la sencillez y el contento".
El budismo ve en la "avidez" a un enemigo del 'contento', pero no ve en todos los deseos
algo "malo" per se. Muchos deseos son naturales y necesarios e incluso saludables.
Cuando tenemos hambre, sed o frío, nuestros deseos por tener comida, agua o calor son
totalmente naturales y positivos. Nuestros deseos por tener amistades, una comunidad
de pertenencia, belleza, creatividad y la expresión productiva de nuestras energías, son
por igual positivas. En suma, pareciera que poseemos un deseo todavía falto por cumplir
de nuestro potencial espiritual, ya que sin este deseo no podríamos crecer y
desarrollarnos.
El despojarnos de todo deseo nos condenaría a una vida de estancamiento. Así que nos
es debido distinguir entre un deseo saludable y necesario para la vida, de aquellos
deseos compulsivos que nos mantienen limitados a un ciclo interminable de
insatisfacción. El deseo de este tipo podría ser definido como un deseo que no puede
satisfacer la necesidad que estamos intentando aquietar. Por ejemplo, si comemos de
más no estamos ingiriendo alimentos por una necesidad nutricia. Tal vez buscamos
tranquilizarnos por medio de la comida pues carecemos de autoestima o de afecto. Pero
la comida no puede llenar estas carencias, de hecho, el comer de más nos dificultará
obtener lo que necesitamos realmente.
La abstinencia también hace que la energía esté disponible para otros propósitos,
especialmente la meditación. Por esta razón, los budistas que normalmente no son
célibes se refrenan de la práctica sexual por períodos temporales específicos, tal vez
sólo por algunas semanas o estando en retiro, o tal vez por un tiempo más largo.
A. Coomaraswami llega a decir: Cuanto más superficialmente se estudia el budismo,
tanto más parece diferir del brahmanismo, en el cual se originó; cuanto más profundo es
nuestro estudio, tanto más difícil se torna distinguir entre el budismo y el brahmanismo,
o decir en cuales aspectos, si los hay, el budismo no es realmente [brahmanismo]
ortodoxo.
ANEXO III