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El sexo y la sexualidad en el budismo

Por Adolfo Federico

No hay camino hacia el amor y la paz,


el amor y la paz son el camino.

Introducción
Desde que la dualidad es la característica de la vida samsarica, de Maia o Ilusión, el sexo
y su ejercicio ha significado uno de los puntos centrales en la evolución y continuidad de
la vida. A fin de permanecer en la Ronda de Nacimientos, esto es, dar oportunidades
para el renacimiento, el sexo es un condicionante para la existencia temporal, para
incentivar la supervivencia de las especies, para permitir los funcionamientos karmicos,
y hasta para lograr la liberación.
Considerando estos hechos, Buda Shakyamuni estableció para su Sangha de monjes y de
laicos algunos principios rectores referidos a la sexualidad, a fin de ayudar a quienes
quisieran seguir su enseñanza. El placer forma parte de la experiencia humana, por ello
no podemos negarlo. El dolor también forma parte de la experiencia humana, por ello es
inútil huir de él.
Para el budismo, la sexualidad en sí no es buena ni mala, es una conducta natural que
forma parte de la naturaleza humana. No obstante, el hecho de que la sexualidad sea
fuente de gozo y felicidad o de dolor y pesadumbre depende finalmente del estado
mental interior de individuo. La tradición budista se sitúa más allá de las actitudes
extremas del hedonismo y del ascetismo. Tanto la búsqueda compulsiva del placer como
el rechazo del mismo conducen a un estado extremo y antinatural.
En el budismo se considera que la sexualidad es una manifestación importantísima a
nivel humano de la energía vital universal. Es la fuerza capaz de unir a dos seres y de
crear nueva vida. La sexualidad puede ser fuente de vida, de gozo, de comunicación, de
éxtasis o… todo lo contrario: puede provocar dolor, soledad, depresión, frustración,
dependiendo de la actitud interior del individuo. El placer sexual es sólo placer sexual:
una experiencia frágil y transitoria que no puede colmar por ella misma el anhelo de
felicidad y de bienestar que impulsa a actuar a los seres humanos.
La 'ética' sexual es un tema de gran interés para mucha gente, sean budistas o no. Suele
existir mucha confusión acerca de la sexualidad y de las relaciones sexuales, y la visión
budista quizás pueda aportar un poco de claridad. Considerando que el budismo no tiene
'Mandamientos' o leyes detalladas y específicas, y que en su lugar, es cada uno quien
necesita establecer las formas adecuadas de comportamiento, no espere el lector
encontrar aquí un reglamento con una lista de comportamientos sexuales 'budistas': cada
persona deberá construir el propio estilo de vida de acuerdo a su capacidad.
En este estudio se procura establecer el sentido de la sexualidad humana diferenciada
de la propia de los animales, el tipo de sociedades humanas que se conforman a partir
de diferentes estilos sexuales y sus correspondientes formas de pensar, la situación de la
sexualidad en el lugar y época del Buda, las normativas que él estableció para su tiempo
y los tiempos futuros, la vigencia de sus prescripciones en los tiempos modernos, y de
qué modo el budista puede entender y ajustar esas prescripciones en la actualidad a su
propia vida.
¡Ojalá encontremos la comprensión de este tema tan actual en nuestra cultura!

Abreviaturas utilizadas:
p.: páli, lengua derivada del sánscrito, en la cual se escribieron las enseñanzas de Buda.
s.: sánscrito
t.: tibetano

Contextuando sexo y sexualidad de los seres vivientes


Hasta donde sabemos hoy día, hay diferenciación en sexos en los reinos vegetal, animal
y humano, y sus variedades evolutivas han sido observadas por los sabios de todas las
épocas. Así encontramos las primeras diferenciaciones en los métodos de procreación
según las tradiciones orientales: los nacidos del sudor –brotes o exudaciones, lo que hoy
llamaríamos partenogénesis, que incluiría hoy día las clonaciones-, los nacidos de huevo
o espora –semillas y polen, una unión de gametos fuera de los cuerpos, que incluiría hoy
día los nacimientos por inseminación artificial-, los nacidos de cópula –unión de óvulos y
espermatozoides, gametos, dentro del cuerpo de la ahora denominada 'madre', en el
'útero'-, y los nacidos del 'espíritu' –unión 'mítica' de gametos a distancia del tipo
panespermia, o bien la 'generación espontánea'-.
La ciencia actual de occidente ha estudiado intensamente los aspectos biológicos y
fisiológicos de las tres primeras formas de reproducción tal como hoy se conocen. La
antigua ciencia 'secreta' de Oriente ha agregado los aspectos 'psicológicos' –pasión,
deseo, amor, ignorancia, etc.-, también calificados como la 'dimensión espiritual', sin
establecer 'conceptos' explícitos, aunque pueden ser 'entendibles' –deducibles- al
considerar las 'normas' que suelen ser establecidas para 'controlar' –ordenar- la
sexualidad.
La sexualidad reproductiva es prácticamente el único 'objetivo' en la vida vegetal y
animal, y ello es posible si sucede la alimentación, función accesoria relacionada con el
equilibrio de los ciclos ecológico-biológicos –ecosistemas- y su perpetuación en cada uno
de los diferentes lugares.
Por ejemplo, en los bosques, algunos árboles y arbustos cambian sus hojas; bacterias e
insectos las descomponen, transformándolas en nutrientes renovados que los árboles
toman como alimento; los árboles producen flores y frutos; gracias a las flores, algunos
insectos del tipo abejas u otros, intervienen en la vigorización de otros árboles de la
especie mediante la polinización –fertilización sexual-, mientras que los frutos son
tomados por pájaros u otros animales que llevan las semillas a otros lugares a fin de que
surjan nuevos árboles. De este modo, en cada ecosistema, cada uno de sus componentes
con diferentes características, todo está conectado en forma interdependiente para el
funcionamiento adecuado del ciclo vital, siendo el sexo su motor.
En el budismo se considera seres 'sintientes' o 'sencientes' a los animales y humanos
quienes comparten está dimensión material, –y por ende a los devas, asuras, los espíritus
hambrientos y los seres infernales que habitan otras dimensiones de este mundo-.
Aclaremos que en el budismo se define como seres sintientes a 'aquellos que respiran'.
Así pues, los árboles, o mejor, el reino vegetal en su conjunto, no son sintientes porque
no respiran. Pese a esta calificación, en el budismo se considera con sumo aprecio a este
reino de la naturaleza. Cada tipo de vegetal tiene utilidades muy importantes para la
vida de humanos y animales, no solo como alimento, sino como medicina, como material
de construcción, como vivienda de aves e insectos, como fuente de esencias y de otras
substancias para elaborar diferentes productos. Su presencia interviene en los ciclos
biológicos y climáticos de cada lugar. Además el budismo considera que dan cobijo a
seres de otras dimensiones de existencia.
La ciencia moderna establece que el reino vegetal sí respira, aunque de un modo
diferente, y al revés diríamos, pues inspiran el anhídrido carbónico y lo transforman en
oxígeno, en lugar de hacerlo como los animales y los humanos. Respecto de su
sexualidad, el reino vegetal muestra algunas de las formas de reproducción sexual
mencionadas: por semillas, esporas, y brotes.
Respecto del reino animal, su reproducción sucede por partenogénesis -una parte del
cuerpo 'materno' se auto escinde para originar otro ejemplar de la especie-, por huevo -
previa o posteriormente fertilizados según sean insectos, reptiles y aves, o bien peces-,
y por cópula -aves y mamíferos-. Su vida parece orientarse tan solo a dos objetivos: la
supervivencia personal mediante el alimento, y la colectiva mediante el 'instinto'
reproductivo de la especie, lo cual implica la cópula. En ambos aspectos surgen
constantemente problemas que deben ser superados mediante el mecanismo natural de
la adaptación al medio. Para la supervivencia personal deben procurar refugio,
desarrollar sus capacidades de defensa, y obtener alimento. Para la supervivencia
colectiva, necesitan desarrollar su atractivo –por lo general los machos- con fines
reproductivos, o resignarse a ser 'solteros' toda su vida: es que si las hembras no los
eligen como 'pareja' casi no tienen opciones sexuales. Y aún quienes resultan elegidos
solo copulan cuando la hembra está en celo, y en ningún otro momento. Lo que machos
y hembras tienen en común es la multiplicidad de 'consortes', especialmente las
hembras, hecho confirmado aun entre las especies que eran consideradas 'monógamas'.
De allí también los enfrentamientos entre machos en cuanto se aperciben que las
hembras están entrando en el período de celo: quieren ahuyentar toda competencia
quedando como únicos elegibles. Y cuando finalmente se han apareado y sus crías
nacen, las hembras deben cuidar sus crías machos anteriores y actuales, pues la
tendencia de los machos adultos es la de eliminar toda posible competencia, aunque sea
la futura -filicidio-. [La futurización o anticipación de eventos es uno de los atributos de
la mente racional, esa de la que supuestamente el reino animal carece].
A modo de ejemplo, la mayor anarquía sexual animal se observa entre los chimpancés.
La hembra en celo copula con toda una fila de machos que esperan pacientes su turno, y
sorprendentemente, sin pelearse. La chimpancé se asegura así de quedar preñada y de
provocar suficiente confusión respecto de la paternidad de las crías; así, si un macho
cree que una cría es suya quizá se abstenga de matarla. Se ha podido observar además,
que las crías de la mayoría de los animales tienen un padre distinto al que los cuida
desde el nacimiento. Este fenómeno de 'promiscuidad' se ha observado en los grandes
felinos, antílopes y otros cérvidos, castores, gibones, águilas, gansos, cisnes, pingüinos,
y otras especies de aves, pese a la creencia tradicional de que todos estos eran
monógamos. Esto marca la diferencia entre monogamia social y monogamia sexual
observada también en el reino humano.
Aunque la mayoría de las acciones sexuales en el reino animal se deben a una mera
razón 'instintiva' de supervivencia de la especie -razón o instinto que supuestamente
desconocen- los científicos estiman que tan solo un 5% del reino animal es capaz de
superar el condicionamiento de limitar el sexo a los fines reproductivos, llevando a cabo
encuentros sexuales simplemente por una sensación de placer y satisfacción, los delfines
y los monos bonobo entre ellos. Claro está que se mantiene el hecho de que son las
hembras quienes eligen a todos los machos que quieran, aun cuando convivan
temporalmente con solo uno… Así, el paradigma del sexo sin complejos e incluso de la
bisexualidad es evidenciada por el bonobo, una especie de chimpancé enano que tiene
un comportamiento sexual social muy destacado, quizás en parte por el hecho que al
igual que los humanos, las mujeres no presentan períodos de celo, por lo cual copulan
cuando se les ocurra.
Entre los bonobo, el sexo es utilizado como saludo, como resolución de conflictos y
reconciliación, y como favores negociados por las hembras a cambio del alimento. Con
tal finalidad realizan: besos con lengua y otros besos complejos, practican sexo oral o
felaciones, onanismo o masturbaciones mutuas mediante frotaciones macho-macho,
incluyendo un extraño ritual de frotamientos de penes, relaciones hembra-hembra para
establecer relaciones sociales entre ellas, y por supuesto, las clásicas relaciones
hembra-macho donde tienen relaciones sexuales cara a cara –comportamiento
considerado exclusivamente humano hasta haberse observado en estos monos-. No
discriminan género, edad, o consanguinidad, a excepción de las relaciones sexuales
entre las madres y sus crías adultas. No obstante las crías participan de los juegos
eróticos de sus mayores –aunque no de la cópula, que tan solo observan-. Algunos
cambian de pareja sexual frecuentemente, mientras que otros establecen relaciones de
pareja más duraderas. Las parejas homosexuales entre bonobos suelen adoptar y criar a
miembros huérfanos de su especie. En una misma comunidad, conviven bonobos
homosexuales, bisexuales y heterosexuales sin aparentes conflictos por ello. Sin
embargo, la característica más importante desde la visión de los etólogos –estudiosos de
la conducta animal-, es que se trata de una de las especies de mamíferos más pacíficas y
no agresivas del mundo.
Tampoco son los únicos. El filósofo griego Aristóteles fue uno de los primeros en
observar en el reino animal, el comportamiento de sexo por placer en un grupo de
hienas; los etólogos actuales lo han encontrado también en los delfines mulares, en las
cabras, y muchas otras especies.
El budismo reconoce la existencia de sentimientos y mente en el reino animal, llegando
incluso a practicarse algunos ritos funerarios en su beneficio.
Finalmente, respecto del reino humano, resulta evidente su estrecha similitud biológica
con el reino animal. Su reproducción sucede por la cópula. No resulta por tanto,
sorprendente que el 'animal humano' esté imbuido de similares instintos y objetivos de
vida: comer para la supervivencia personal, procrear para la supervivencia de la especie,
y también copular por simple placer. Alimentarse es dador de placer, copular y procrear
también son dadores de placer, claro que luego de unas horas de haber comido, otra vez
tenemos hambre, y luego de un tiempo de copular, volvemos a tener el deseo de
hacerlo. Esto muestra la transitoriedad de los placeres, y para los más exigentes,
muestra la 'inferioridad' de tales placeres.
No obstante, la diferencia concreta entre los reinos animal y humano respecto a la
sexualidad, es que actualmente los humanos son "varones civilizados" que han aprendido
a tener comportamientos violentos para imponerse sexualmente a la mujer, mientras
que los animales no son tan bestias como para ser "violadores de hembras".
Las actividades de la inteligencia humana orientadas al conocimiento y producción de
herramientas para vivir mejor y superar la inferioridad de potencia física frente a otros
animales, y de ese modo solucionar los problemas de vida y convivencia cotidianos, es lo
que S. Freud llamó 'sublimación', considerando que tales actividades se originan como un
substituto 'noble' o 'elevado' de la sexualidad, la cual, conceptualmente, es una función
'inferior', propia de un 'animal'. Lo que esto ha producido en general es la reversión de la
energía sexual, provocando alteraciones psicológicas notables, que incluso los
conocimientos alcanzados no permiten solucionar. Las tensiones corporales se suman
unas sobre otras, como una réplica de los procesos mentales enfrentados de ser y no ser
animales, de ser y no ser poderosos. Se ha comprobado que la descarga del orgasmo
libera muchos de tales conflictos.
El Buda dijo una vez: "si hubiese otra pasión humana tan poderosa como el deseo sexual,
no habría esperanzas de Iluminación para los seres humanos". Con ello, entre otras
cosas, estaba señalando que si además del sexo existiese otra pasión tan acuciante, el
ser humano ya no podría lidiar con ambas y quedaría ligado indisolublemente al samsara.
En referencia al objetivo de vida como género humano, se considera que existe otra
meta que se suma a las propias del reino animal: la trascendencia. Esto suele
entenderse como la búsqueda de relevancia social, el destacarse en algunos de los
ámbitos que abarca nuestra cultura de referencia, que hoy día refiere a cualquiera de
las áreas del conocimiento, de la tecnología, de las artes, de las decisiones –jurídicas,
políticas, sociales-.
Para las generalidad de las personas, la relevancia social significa la competencia para
lograr fortuna, fama, y poder, incluso sin importar los medios por los cuales se obtienen
ni las demás personas. Y todo esto para vivir lo más cómodamente posible, poseer todo
cuanto se desee, divertirse, y, por supuesto… tener sexo, mucho sexo, aunque no
siempre hijos. Si esto fuese la meta de la vida humana, realmente la diferencia con el
reino animal sería tan solo la mayor complejidad impresa a sus actos, muchas veces de
un impacto muy grave y extenso sobre otros humanos, sobre el reino animal, y sobre
nuestro hogar común: el planeta.
Sin embargo, los religiosos y los filósofos, e incluso muchas escuelas psicológicas, dan
otra significación al término Trascendencia. Para la gran mayoría, esto significa
incorporar otra dimensión de consciencia en los mismos actos que nos igualan y
diferencian de los animales, algo así como poder ver lo que está más allá de lo
cotidiano, mensurar el alcance mundial o universal de nuestros actos, y desde esa visión
ajustar los actos, y esto sumado a una finalística de lograr 'eternizarnos' en algún
agradable 'paraíso' en presencia de uno o varios 'dioses y ángeles', según las creencias, o
bien, lograr disolvernos en lo infinito del Cosmos, logros ambos que suceden luego de la
muerte física.
No obstante algunos pensadores califican estas posturas como 'idealistas' e 'ilusorias' pues
no resulta posible afirmar que exista algo más allá de la muerte: es solo una creencia.
Consideran entonces que la vida con consciencia trascendente, factor común entre todas
las posturas anteriores, significa encontrar lo que a cada uno le gusta e interesa, y desde
allí disfrutar plenamente de todo cuanto uno hace en el mundo con ello. Encontrar los
propios intereses implica que las personas realicen su propia búsqueda de la verdad, o al
menos, de aquello que les produce placer. Una vez clarificado el objetivo, trabajan
activamente para lograrlo a vida plena, y sea que lo alcancen o no [el verdadero valor
no está en la meta sino en cómo se accede, la forma en que se recorre el camino],
suelen experimentar lo que algunos llaman una ampliación de consciencia, experiencia
cumbre, lucidez consciente, iluminación, liberación o realización.
Quizás el hecho más trascendente de la sexualidad humana, es el hecho de poder
utilizarlo como posible desencadenante de experiencias de ampliación de la conciencia,
de experiencias de iluminación. No obstante, para que ello suceda, requiere el
desarrollo de importantes conocimientos, cualidades y actitudes. El modelo es el de
aquellas mujeres libres, con sus consortes libres a su vez, que llegaron a desarrollar
posturas, movimientos, y hasta danzas corporales conducentes al contacto con las raíces
del ser, unificando la conciencia corporal. Ellas también descubrieron el arte de la
respiración y del habla regeneradora del vínculo con la consciencia, lo mismo que el arte
de erradicar de la mente las concepciones erróneas. Con ello lograban sambhanda o
contacto pleno de la conciencia con la realidad individual y trascendente. Todo esto fue
llamado Yoga en el contexto de la cultura de India, que si bien sucedía en un remoto
pasado, y en muchas otras culturas más o menos desarrolladas, fue apropiado por las
culturas patriarcales para incorporarlo a sus propios métodos.

Contextuando los tipos de sociedades humanas.


Siguiendo los lineamientos histórico-antropológicos estudiados por la ciencia occidental,
los primitivos grupos humanos se comportaron acorde a lo que veían en el reino animal:
las hembras humanas, ahora 'mujeres', eligen a sus consortes con los mismos esquemas,
y si un macho humano, ahora 'varón', no resulta elegido como consorte, no tiene muchas
otras opciones: será homosexual, masturbador solitario, célibe, o bien un violador. Y tal
como entre aquellos animales pacíficos, la sexualidad de la mujer no depende de las
hormonas: está dispuesta a copular en cualquier momento ya que su deseo no tiene
relación con la ovulación, no tiene la limitación del celo, su sexualidad no está
determinada por las hormonas.
Los antropólogos y los genetistas junto con los demógrafos manejan un esquema
narrativo de la historia humana, desde que lograron dilucidar que, desde los inicios
prehistóricos aun imprecisos de la humanidad, las personas vivían asociándose entre
ellas para todas las actividades vitales, conformando las primeras sociedades, cuya
característica originaria, al igual que en las sociedades animales, la hembra-mujer
manejando, en principio, la vida sexual de la manada-sociedad y transmitiendo las
relaciones de parentesco, hecho denominado científicamente como sociedades
matrísticas. Con este nombre se significa grupos humanos altamente solidarios, donde en
lo sexual, nuestras 'ancestros' serían muy promiscuas, sin atenerse a ninguna monogamia
permanente, y donde los varones eran asimismo promiscuos -o solo monógamos- si es
que tenían el suficiente atractivo como para ser aceptados por las mujeres. En tales
grupos estos varones no tendrían conocimiento de cuándo ocurría su paternidad
biológica debido a la promiscuidad social reinante.
Hoy día se las llama sociedades matrilineales, toda vez que hablar de matriarcado
implicaría un sistema político de regencia de la mujer, lo cual casi nunca es correcto
debido a que en tales sociedades las decisiones realmente políticas eran tomadas en
conjunto, por consenso colectivo. Es indudable que en ciertos contextos haya sucedido
al igual que en las sociedades de hormigas o abejas con alguna hembra reina, que haya
constituido un real matriarcado, matricéntrico, pero hasta donde se sabe, la mayoría de
las sociedades humanas prototípicas han sido matrísticas. Algunos quieren denominarlas
'feministas' aunque el término suele ser peyorativo: no se trata de reconquistar el rol de
la mujer.
Tales costumbres de total libertad sexual, con fecundidad y mortalidad muy elevadas,
son clásicas de las sociedades matrísticas, y fue en ellas donde se desarrollaron las
ciencias y las artes que fueran acumuladas y expresadas mediante lo que hoy se
denomina 'religiosidad'. Es allí y entonces donde surgen desde la rueda hasta la
escritura, las ciencias del cultivo de la tierra y del mantenimiento de 'ganado', la
metalurgia y la arquitectura, la 'filosofía' y la astronomía, el tejido y las bebidas
fermentadas, el modelado cerámico y la escultura y pintura, la danza y el éxtasis
liberador.
Todo ello sucede en una relación humana de aceptación recíproca, de cooperación y
respeto –coexistencia pacífica-, esto es, basada en el amor de cada uno hacia todos los
otros, sin distinciones de parentesco ni de género –que no significa desconocimiento de
tales circunstancias-, sociedades, en fin, constituidas y mantenidas en el amor, donde el
trabajo cotidiano se realizaba en conjunto, cada quien según sus capacidades, y
distribuyendo lo producido a todos los integrantes del grupo, a cada uno según sus
necesidades. El modo igualitario de vida en tales sociedades es confianza, respeto,
aceptación, armonía, y compartir todo con amor. Es en tales sociedades donde surgen la
'santidad', la 'magia' y el 'shamanismo', las 'percepciones extrasensoriales', la 'sabiduría' y
la 'compasión'. Significa que las luchas competencias, y enfrentamientos violentos, tanto
como la sumisión, son episodios en la vida y no el modo de vida.
Algunos estudiosos prefieren llamarlas sociedades de solidaridad sensual, donde esa
sensualidad implica no el mero sentir desde los sentidos, sino un sentir y actuar desde
todo el complejo psicosomático en equilibrio: cuerpo, emociones, y mente.
El hogar matrístico compuesto por la madre y sus hijos, formaban una unidad económica
autosuficiente: la madre proporcionaba los vegetales y otros alimentos de la tierra, y los
hijos colaboraban con la caza o pesca, por lo cual era muy importante el rol femenino
en la sociedad. Ella desempeñaba el principal papel en el terreno económico, compartía
las decisiones de la estructura social y ejercía el poder sexual y creativo. Las mujeres,
además de sostener relaciones sexuales libres, vivían solas y cuidaban de dar de comer y
educar a su prole, ejercían con exclusividad el sacerdocio –no había lugar para
'sacerdotes' varones en los cultos a las diosas-, vivían en pacíficas y ricas aldeas
dedicadas a la agricultura, a la realización de obras de arte y objetos tanto cotidianos
como del culto a la Diosa, celebraban rituales sagrados y ferias comerciales. Los
integrantes de tales sociedades estaban organizados por grupos de tareas especializadas,
basados en capacidades y conocimientos y no por ser hijos de tal o cual madre, y si
alguno se capacitaba adecuadamente pasaba a otro grupo. Este fue el origen de las
clases sociales, que incluía grupos de trabajadores del campo, artesanos de diferentes
especialidades, cazadores, recolectores, etc. En tales circunstancias, donde lo
producido no era utilizado para esfuerzos bélicos, todo redundaba en abundancia y
bienestar colectivos, lo cual era su característica principal… y también significó su
perdición.
Algunos pueblos nómadas, generalmente de cazadores-recolectores y en general
desconocedores de la agricultura, que habiendo residido en zonas donde los recursos
alimentarios habían sido abundantes, se vieron forzados a emigrar cuando los recursos
comenzaron a escasear. La solución difícil era asimilarse pacíficamente a otras
sociedades donde serían simples trabajadores; la fácil era invadir por las armas y
posesionarse de las sociedades pacíficas con los abundantes medios que estas producían.
Especializados en el combate, y dominando el arte de la metalurgia, crearon el símbolo
fálico que representaría la supremacía masculina por la dominación violenta a partir de
ese momento: la espada. A partir de ese momento la masculinidad significará violencia y
prepotencia, y así aparecen los 'héroes' como modelo arquetípico a imitar, tergiversando
y reformulando todo otro modelo que sea poco o mucho 'femenino' o 'solidario'. Ejemplo
de ello es el desprecio y castigo hacia aquellos varones interesados en la paz, la cultura,
el amor y la solidaridad, a lo cual se agregan, por supuesto, los –y las- homosexuales,
transexuales, bisexuales y castrados.
Con el correr del tiempo, debido al acoso y la violencia de grupos saqueadores que
llenaban de temor a las sociedades matrísticas, hubieron de cambiar sus actitudes
pacíficas y solicitar a sus varones que asumiesen la defensa de las propiedades comunes,
lo cual provocó profundos cambios sociales. Como pago, las mujeres debieron conceder
disponibilidad sexual exclusiva a una pareja masculina, plena dedicación a la
procreación y educación de la prole, y comprometerse a la consecución del sustento. En
tanto, los varones se ocuparían de la caza mayor, de las artesanías que implicaban más
fortaleza, y de la guerra defensiva. Estas sociedades nuevas pronto cayeron bajo el
dominio de las más expertas en el arte de la guerra.
Las mujeres antes libres son ahora convertidas en esposas o concubinas, artefactos
necesarios para producir hijos, meros objetos sujetos al antojo del varón, aunque
especialmente beneficiadas si los hijos eran varones –el infanticidio de niñas fue un
fenómeno extendido-. El sometimiento y la violencia sobre la mujer caracterizan la
desigualdad de género en estas sociedades, donde la mujer siempre está sujeta a un
varón, sea como hija, concubina o esposa, ostentando una monogamia social, modo por
el cual se tiene una cierta certeza sobre la filiación paterna, esto es, saber quienes son
los hijos de cada padre.
Fenómenos similares sucedieron en distintas culturas en diferentes tiempos, y se
caracterizaron por la dominación masculina, violenta y jerárquica, subvirtiendo el
principio del amor, interrumpiendo la evolución cultural de las sociedades matrísticas,
para entrar en oscurantismos de diferentes intensidades según las culturas y los lugares.
A modo de ejemplo, en Creta del 6.000 a.C., sucedía una vida social solidaria, en la cual
hombres y mujeres compartían en armonía todos los derechos y las obligaciones que
imponía la vida en sociedad, un 'amor a la vida y la naturaleza', caracterizada por un
florecimiento importante de las bellas artes y la búsqueda constante de la belleza. Y
Creta desapareció arrasada por los invasores aqueos patriarcalistas, que además se
extendieron por toda Grecia. Así lo atestigua Hesíodo, el antiguo poeta griego, autor de
una Teogonía que ha llegado hasta nuestra época, quien describió una "raza dorada" que
cultivaba la tierra en "pacífica tranquilidad", basada en la sabiduría de la Diosa Madre,
antes que una "raza inferior" introdujese su dios de la guerra, y después alterase el mito
matrístico de Orfeo.
Tales sociedades matrísticas se mantienen hasta diferentes fechas, desapareciendo
según las regiones y las culturas entre el 4.000 y el 1.500 a.C. o aún más tarde. A modo
de ejemplo, como registra el historiador Dion Casio, Julio Cesar en su libro 'La guerra de
las Galias' -alrededor del 50 a.C.-, desde la visión masculina que representaba, relata
sobre los Britanos: "10 o 12 varones, especialmente hermanos o padres e hijos, tienen
esposas en común". De un modo similar, el historiador Strabo –Estrabón- describe de los
Celtas en Irlanda: "Ellos abiertamente cohabitan con las esposas de otros hombres, y con
sus propias hermanas y madres".

Contextuando el entorno social de India en la época del Buda (c. 500 a.C.).
La India no fue una excepción sino otra muestra del proceso expansivo del patriarcado.
La que originalmente era una más de las tantas sociedades matrísticas, con una
sexualidad libre e irrestricta como se ha mostrado, se ve avasallada, no siempre en
forma violenta, por oleadas de invasores 'arios'. El nuevo estilo de sociedad, denominado
hoy día como patriarcal androcéntrico, basada en el poder -poder de quitar la vida antes
que darla-, poder considerado esencial para establecer el orden e imponer la
dominación y el sometimiento, constituye un verdadero autoritarismo. La religiosidad
'femenina' es modificada, reemplazando la preeminencia de la Diosa Madre por el Dios
Padre, substituyendo el amor por la obediencia, la propiedad comunal por la propiedad
privada, la comunidad igualitaria y solidaria substituida por la triple jerarquía de los
sistemas de castas –jerarquización de las esclavitudes sociales explícitas o no,
estableciendo castas cerradas y determinadas exclusivamente por la paternidad,
consistente de brahmanes o sacerdotes, de kshatriyas o guerreros, y de vaisyas o
artesanos comerciantes; todos los demás eran sudras o sirvientes-, transformando las
escuelas de conocimiento en colegios sacerdotales exclusivamente masculinos,
convirtiendo las estructuras sociales amorosas en familias cerradas –familia viene de
famulus, esclavo personal en una casa- a cargo de un varón, y donde la libertad sexual –
degradada a mera promiscuidad femenina, como si no participasen varones en tal hecho-
es reemplazada por la exclusividad de la pertenencia de la mujer para con su propietario
de turno, estableciendo entonces como ley principal la prohibición del incesto –
desigualdad parental-, y la patria potestad -de patris: el padre-. Así comenzó la era de
la degeneración de la sabiduría y la explosión demográfica. Este fue el signo
característico del Kali Yuga, la edad 'negra'.
La moralidad o costumbres de la sociedad patriarcal ya instalada en la época de Buda,
implicaban que la mujer era 'propiedad' de algún varón, sea de su padre y su familia, o
de su esposo con su propia familia. Con esta visión, el varón podía –y algunas veces hasta
debía- ejercer su sexualidad con toda mujer a su alcance, podía tener varias esposas,
una esposa principal y otras secundarias, o bien una esposa y varias concubinas, todas
ellas de su propiedad como cualquier otro objeto de uso cotidiano. Por tanto ningún otro
varón debía tener sexo con ella o ellas, y por su parte, la mujer está obligada a observar
fidelidad sexual a su marido, y estar a su servicio incondicionalmente. De acuerdo a la
ley, el varón debía examinar que su esposa no fuese pariente sanguíneo de primer grado
en su estirpe: no debía ser su madre, ni las hermanas de su madre o su padre, ni sus
propias hermanas, y dependiendo de los lugares, tampoco sus primas en primer grado, y
algunas veces hasta el tercer grado de consanguinidad.
A diferencia de la cultura matrística pre-aria, en la sociedad patriarcal brahmánica de
India, la vida de la mujer transcurre por caminos muy angostos. Relegadas por la
ortodoxia brahmánica -y más tarde lo será por la islámica- a una posición de constante
inferioridad, la mujer era generalmente considerada como un ser peligroso y hasta
impuro, siendo excluida del aprendizaje de la ciencias sagradas y de la participación en
los ritos védicos, asimilándolas a los estratos más bajos y serviles de la colectividad,
incluso las mujeres hijas de reyes o de brahmanes. La mujer no es más que la
prolongación de un hombre, de quien depende siempre, y a quien siguen en su destino
incluso en el más allá: primero depende del padre, y luego de un indispensable esposo a
quien debe seguir al paraíso cuando muere: el suti, esto es, arrojarse en vida en la
hoguera de cremación de su esposo. El esposo debe ser honrado en vida como un dios;
en particular, a él se deben la procreación y el cuidado de los hijos varones, y sólo estos
son importantes para él, ya que un día cumplirán los ritos necesarios para mantenerlo en
el cielo, según la tradición brahmánica.
Y es precisamente en este estilo de sumisión donde la mujer comienza a encontrar una
posibilidad de una cierta realización. Si logra adherirse a este ideal de entrega y de
fidelidad absoluta, se redime de la infamia y de la iniquidad congénita que se le imputa,
transformándose en un ser sublime. El deber de las mujeres, su dharma, al unirlas de
forma indisoluble a un hombre, las pone al servicio del Amor. Esto vale para todos los
casos; si renuncian a la misión de esposas, tan sólo pueden tener participación en la
sociedad como prostitutas, gentilmente llamadas cortesanas. La mujer perdió allí la
posibilidad de realizarse por otras vías diferentes, ya fuese el trabajo o cualquier otra
actividad. A partir de entonces se limita a la mujer a desarrollar su posibilidad de
trascendencia exclusivamente a través de la maternidad.
Las nuevas pautas introducidas por los arios fueron reafirmadas y profundizadas según
puede apreciarse en ese texto conocido como Leyes de Manú, cuya redacción definitiva
fue en el siglo II a.C., recopilando los diversos códigos de leyes precedentes. Allí, en
referencia a la sexualidad, se establecen castigos o penas para delitos de infidelidad,
adulterio, violación, apremio sexual, etc. Dependiendo de la casta del infractor varón,
los castigos variaban desde un año de ayuno si era brahman o kshatriya, hasta
mutilaciones de nariz u orejas, o ambas si era vaisya o sudra; más degradantes aun son
las penas que recaen sobre la mujer.
Según la costumbre de la época reflejada en el Kama Sastra de Svetaketu, el varón en la
sexualidad debe satisfacer a la mujer, sin importar de quién ella dependiese. Avanzar en
una situación sexual sin que ella tuviese una total disposición era un peligro a
considerar, pues de ser denunciado o sorprendido in fraganti, quedaría sometido a las
penas establecidas por usufructuar la propiedad de otro varón. Si consideramos que los
delitos sexuales –violando la propiedad de otro varón- eran castigados con severas penas,
los varones buscaban tener una cierta seguridad antes de emprender alguna 'aventura'.
El atractivo del sexo y de la seducción, la expectativa de someter a una mujer, sumado
a que lo prohibido incentiva el deseo de quebrar la prohibición, superaron todos los
miedos. Entre otras cosas, esto significó el gran desarrollo de la cirugía estética
reparadora para "borrar" las marcas de los infractores… pues debido a todo ese entorno
¡se realizaron miles de cirugías reparadoras de las mutilaciones ordenadas por la justicia
de aquellas épocas! Y lo que es peor, ¡miles de mujeres fueron ejecutadas o bien
pasaron a integrar la casta más inferior y forzadas a sobrevivir como prostitutas!
Sin embargo, las simbiosis culturales de India llegaron con el tiempo a confluir en una
idea religiosa diferente, en la cual se desplaza su centro de gravedad de lo externo a lo
interno. [Ver Anexo I]. La alianza del hombre con la divinidad, que era acompañada de
un intercambio ofensivo y defensivo de protecciones de las diferentes deidades, dejó
lugar a la ocupación personal por el porvenir del alma mediante purificaciones,
transformación de puntos de vista, y de la acción acorde a esa nueva visión. El poder y
el bienestar, la posesión de bienes, el temor a definidas fuerzas del mal perdieron su
importancia ante la preocupación por la paz eterna. ¿Qué podían significar los enemigos
terrenales o demoníacos comparados con los adversarios visibles y concretos que el
hombre alberga en el fondo de su alma y a los cuales debe combatir y vencer? Ante esto
los 'sacerdotes' brahmanes dejaron de ser necesarios para realizar los ritos de ofrendas a
los dioses, puesto que cada individuo sólo tenía que luchar consigo mismo para alcanzar
la beatitud de su propia esencia.
En la cultura de la India del norte en donde transcurrió la existencia de Buda Sakyamuni,
el contexto social era de una transición aun sumamente confusa de la cultura matrística
anterior, de la cual todavía existían varios resabios localizados, hacia una nueva cultura
que estaba tratando de afirmarse, de carácter patriarcal, debida a la invasión 'aria'. De
hecho, el kshatriya Siddharta Gautama, nacido príncipe de Kapilavastu, desciende de la
ilustre familia de los Okkáka de la Dinastía Solar -aria-, y su cultura, entrenamiento y
educación fueron las propias de un príncipe guerrero que habría de convertirse en rey.
Cualquiera puede leer las diferentes historias de este príncipe que se cuestionó
profundamente los conocimientos que había recibido, y decidió ocuparse de conocer el
grado de realidad de las cosas. Su búsqueda de la Verdad implicó la utilización de los
más antiguos conocimientos y enseñanzas de su propia cultura. Él no se empeñó en crear
otra 'religión', solo estaba depurando el brahmanismo que, de por sí, era la síntesis de
todos los métodos de realización. Tan solo la negativa del brahmanismo de aceptar tal
transformación, convirtió su enseñanza en una religión separada. No obstante,
posteriormente el brahmanismo, para su propia supervivencia, hubo de aceptar la
importancia su legado, para lo cual terminó convirtiendo a Buda en un dios encarnado,
un avatara de Vishnu –según algunas escuelas; según otras era avatara de Kumara, un
aspecto de Vishnu, o bien de uno de los cuatro Manu, otro aspecto de Vishnu-, y sus
enseñanzas prácticas fueron incorporadas a la escuela espiritualista del Yoga, una de las
seis escuelas de espiritualismo –atmiya darsana- védico, –donde, por ejemplo, el texto
Yoga Sutras atribuido a Patanjali, se origina en tal influencia-, mientras que sus
enseñanzas 'teóricas' fueron incluidas en tres de las seis escuelas materialistas –prakrita
darsana-.

Punto de inicio de la enseñanza de Buda.


En el momento culminante en el cual el propio Buda está a punto de obtener su buscada
Iluminación, aparece en su visión el mítico demonio Mara Devaputra, jefe de los maras o
demonios de este mundo, quien procuró interrumpir su concentración conjurando
pavorosas apariciones, mediante su cuádruple manifestación: el Mara de los agregados -
skanda-, el Mara de las emociones conflictivas -klesha-, el Mara de la muerte -mrityum-,
y el Mara 'hijo de los dioses' -devaputra-, de los placeres egoístas del deseo y del 'amor'.
Cualquiera de los cuatro tan solo puede operar cuando nuestra mente les atribuye
realidad. Así, respecto del demonio de los agregados, este afecta a quienes consideran
real todo aquello que conforma el 'ser' -forma, sensación, percepción, deseo, y
consciencia-. La acción de este Mara obstaculiza el logro del Cuerpo Arco Iris. Respecto
del demonio de las emociones conflictivas, este actúa cuando atribuimos realidad a
nuestras emociones negativas o aflictivas que inducen al obscurecimiento de la
conciencia y de ese modo acumular causas negativas para sufrir, siendo las tres
principales, los llamados 'tres venenos': el deseo-atracción (codicia, apego, anhelo), el
rechazo-aversión (odio, ira, cólera), y la ignorancia-delirio (ilusión, engaño, ingenuidad).
Estos conforman el origen de los estados mentales negativos básicos: el anhelo neurótico
de la experiencia sensitiva (que conduce a situaciones como comer con exceso); la mala
voluntad; la pereza y la apatía; la inquietud y la ansiedad, y finalmente la duda y la
indecisión neurótica (en el sentido de no ser capaz de comprometerse con lo bueno), e
impide la liberación del samsara. El Mara Señor de la Muerte, el demonio de la muerte,
simboliza tanto la muerte en sí misma, como el acortamiento de la vida, y el miedo al
cambio, a la impermanencia, y a la muerte; actúa cuando al considerar que la muerte es
real, le atribuimos realidad a la vida, al Yo, y a todo lo que hacemos. El Mara o demonio
Hijo de los Dioses simboliza nuestro anhelo y persecución de placer, de conveniencia, y
de paz, un bienestar tan ambivalente que es como lamer miel colocada en el filo de una
navaja; actúa exaltando el Yo cuando consideramos que nuestros placeres nos son
concedidos debido a nuestro valor como personas de grandes cualidades, y conduce a la
distracción e impide el logro del samadhi. En suma Mara es nuestro pensamiento
conceptual y se lo vence al reconocer la Esencia de la Mente.
En el mito, Mara manifestó huestes de terribles espíritus demoníacos: unos le disparaban
lanzas y flechas, otros le arrojaban bolas de fuego, piedras, rocas y hasta montañas
enteras. Sin embargo, Sidharta permaneció imperturbable. Gracias al poder de su
concentración, los fuegos ardientes se transformaron en ofrendas de luces de arco iris, y
las armas, rocas y montañas que le arrojaban, en una refrescante lluvia de flores. Se
dice así que el amor es la mejor armadura contra el miedo.
Al comprobar que no podía distraer a Sidharta de su meditación, el mara Devaputra
enfrentó a Siddharta junto con sus tres hijos, el desasosiego, el regocijo y el orgullo
resentido, y sus tres hijas, la furia, la concupiscencia y la sed, manifestando
innumerables bellas doncellas, pero con ello sólo logró que entrase en un estado de
concentración aún más profundo. De este modo, venció a los demonios de este mundo y,
por ello, más tarde recibió el nombre de Buda Victorioso.
Posteriormente encontró que su descubrimiento era algo difícil de ser entendido por las
personas y consideró no hablar al respecto. Fue entonces que la deidad brahmánica
Brahma Sahampati intercedió por la humanidad y le rogó que otorgase ese conocimiento
a todos los seres humanos, a lo que el Buda terminó aceptando totalmente.

Las normas establecidas por el Buda.


La sociedad de su tiempo tenía entonces innumerables reglas más o menos recientes a
observar en el terreno sexual, que tan solo algunos expertos brahmanes podían
dilucidar. Por otra parte los yoguis, considerados como fuera del sistema, podían utilizar
y transmitir normas de comportamientos sexuales más claros, aunque para acceder a
ellos y su enseñanza, era requerido un cierto mayor grado de comprensión y compromiso
con la vida 'espiritual'. Por ejemplo, los yoguis, en uno de sus textos más destacados, el
Anushthana Chandrika, atribuido a Hamsa Yogui, en la Parte I, Cáp. 1, se dice: "…Las
mujeres en el Kali Yuga serán versadas en todas las ramas del saber. Ellas examinarán
por diversos medios, la vida de los varones y elegirán con los debidos ritos, un marido
que se avenga con ellas en edad, costumbres, alcurnia, y carácter. Con este modo de
proceder, ellas estarán siguiendo las leyes del matrimonio que rigieron en los Yugas
anteriores".
Cuando Siddhartha Gautama finalmente alcanza el estado de Buda, no pretendió refutar
el Hinduismo patriarcal, sino refinarlo y eliminar o atenuar los errores del sistema. Él
mismo afirma que está trayendo la Antigua Ley que por el transcurso del tiempo había
resultado deformada. Cuando se estudia con profundidad su enseñanza, puede hasta
pensarse que se trata de un brahman ortodoxo explicando el sentido real del hinduismo.
De acuerdo a todo el Canon Theravada, es sabido que el Buda cuestionó muchas
concepciones erróneas existentes en su sociedad, incluyendo las morales, y procuró
incentivar una ética basada en la consciencia, la comprensión, la razón y la compasión
en vez de seguir las tradiciones, revelaciones, escrituras, imposiciones, supersticiones y
tabúes tan rígidos como malentendidos.
Esto significó grandes enfrentamientos con el sistema imperante, ya que propugnaba,
entre otras cosas, la eliminación de la rigidez de las castas y de otras esclavitudes, de
las diferencias de género, del sometimiento de la mujer, de la incapacidad que se le
atribuye a la mujer en el sendero espiritual, aunque la afrenta más conflictiva fue la del
cuestionamiento a la sabiduría y capacidad 'operativa' de los brahmanes que han
'olvidado' la antigua Ley: Buda resaltaba su inutilidad como intermediarios entre el
hombre y los dioses, pues afirma que es el propio ser humano quien debe obrar para su
propia realización. Y aun en esto, nunca promovió movilizaciones populares, arengas
públicas, enfrentamientos con gobernantes y legisladores. Todas sus propuestas eran
efectivamente aplicadas en su Orden, lo cual atrajo a muchos de sus seguidores, quienes
pasaron a constituir un especial sector de la sociedad, en barrios propios dentro de las
ciudades, y con sus propias leyes internas, apartándose de la conflictiva convivencia con
las personas sometidas a la tradición brahmánica. Así el budismo no es un religión
reguladora del comportamiento cotidiano de sus seguidores, sino más bien una fuente de
inspiración y una experiencia -básicamente a través de la meditación- a partir de la cual
cada uno es alentado a actuar según su propia conciencia.

La estrategia didáctica del Buda.


En el libro segundo de la metafísica de Aristóteles –circa 320 a.C.-, leemos: "El que
quiera instruirse debe primeramente saber dudar, pues la duda del espíritu conduce a la
manifestación de la verdad". Buda ya había dicho –circa 500 a.C.-: "No os guiéis por los
rumores ni por lo que otros os digan. No hagáis caso de lo que habla la gente ni de lo
que establece la autoridad de las enseñanzas tradicionales. Dudad, investigad,
experimentad por vosotros mismos, y si lo encontráis beneficioso, adherid a ello".
(Kalama Suta).
De este modo el Buda comienza a clarificar desde el origen los fundamentos e
implicancias de su primera enseñanza sobre Las Cuatro Verdades.
Tanha, o el deseo de experiencias de la existencia dualista, le da al hombre la impresión
de tener una personalidad –alma- permanente y separada de otras. El Tanha entonces
desarrolla la voluntad de vivir, es la fuerza o energía que opera, bajo la guía de Karma,
para inducir a los humanos a producir toda clase de actos samsaricos. Desde la
perspectiva budista, tanha es una forma de avidez, que es un estado mental torpe o
inhábil para experimentar el Despertar.
Tener descendencia es parte indispensable del ciclo de renacimientos: si no hubiese más
nacimientos terminarían los renacimientos. Cada persona que nace, en un sentido es un
nuevo ser; en otro, no es diferente de su nacimiento previo, cuyo Tanha le ha traído
nuevamente a la existencia kármica. No es el mismo, ni es otro. Durante esta vida, los
Skandhas están cambiando constantemente, y mientras que la persona Fulano de Tal de
cuarenta años, es supuestamente igual por su identidad a aquel joven del mismo nombre
cuando tenía diez y ocho años; sin embargo, por el continuo ciclo de desgaste y
reparación de su cuerpo, y el cambio de mentalidad y carácter, resulta ser un individuo
diferente. Duhkha es el sentimiento de insatisfacción de los deseos. El principal y último
objetivo del budismo es extinguir la Insatisfacción (Duhkha), y satisfacer todos los
Deseos (Tanha) -lo cual en realidad significa la disolución del deseo de existir-.
Tendemos a considerar los fenómenos condicionados como si fueran permanentes.
Pensamos por ejemplo, que los amigos y la familia siempre estarán a nuestro lado, que
el coche nunca se estropeará, o que nuestro par de zapatos favorito no se gastará. Y así,
al engañarnos, experimentamos dukkha. Los humanos disfrutamos y nos alegramos sólo
con aquello a lo que nos apegamos: la ambición e intenso afán de ser, nos conduce de
una vida a otra en un círculo de sufrimiento infinito. Asimismo Buda señala que el
nirvana no es ningún lugar -es decir, no se trata de una especie de cielo budista-, sino
que es el 'aquí y ahora'. Entender el samsara como lo que realmente es, implica sentir el
nirvana.
Con una mentalidad apegada, sostenida por Emociones Aflictivas, resulta difícil entender
las relaciones causales y la cadena de la causalidad, es difícil entender el aquietamiento
de toda fuerza artificial, o la renuncia a todos los lazos mundanos, la extirpación del
deseo, la ausencia de pasiones, la paz y el Nirvana.
Apego es una de las posibles traducciones de la palabra trishna, que también puede
traducirse por sed, deseo, lujuria o capricho. Cuando no llegamos a darnos cuenta de
que todas las cosas son imperfectas, inestables (no permanentes) e insustanciales, nos
abrazamos a ellas con la ilusión de que son perfectas, permanentes y sustanciales, y al
adherir a ellas, nosotros también seremos perfectos, permanentes y sustanciales. Esta
apropiación 'mágica' es mostrada por el Buda como una falacia.
Las emociones aflictivas (s.: klesa; t.: nyon-mong lnga) son factores mentales
susceptibles de oscurecer la conciencia, de inducir la formación de karma negativo y por
lo tanto de engendrar sufrimiento. Ellas son: 1) La Ilusión/el Engaño/el Delirio/la
Ignorancia (Moha) -la ignorancia es el delirio de la idea de la existencia de un "yo", y es
el primer eslabón en la rueda de originación dependiente o Samsara- y se simboliza con
un jabalí o un cerdo; 2) La Avaricia/la Codicia/el Anhelo (Lobha), y se simboliza con un
gallo; 3) El Odio/la Aversión/la Ira (sánscrito: dvesa, pali: dosa), y se representa con una
serpiente.
Los diez grandes obstáculos para el progreso, llamados Samyojanas -las Cadenas-, son:
La ilusión de sí mismo (Sakkayaditthi); la duda (vicikiccha); el apego a ritos
supersticiosos (silabbataparamasa); la sensualidad, las pasiones del cuerpo (kama); el
odio, la mala voluntad (patigha); el apego a la vida sobre la tierra (ruparaga); el deseo
de vida celeste (aruparaga); el orgullo (mana); el tomarse la justicia por si mismo
(uddhacca); la ignorancia (avijja).

Los principios budistas sobre la sexualidad.


Entre las religiones, métodos de realización, cultos diversos, y filosofías de vida, la
regulación de la sexualidad es uno de los puntos básicos comunes. Así es que los diversos
maestros y escuelas, presentan cada uno algún tipo de conducta o modalidad sexual
para sus seguidores: celibatos desde el nacimiento, virginidad hasta la menarca,
celibatos con diversas modalidades, temporales, definitivos, copulación con fines
procreativos, copulación con fines de placer o medicinales, copulación ritual con o sin
fines específicos, copulación libre, copulación con parientes, etc. Hay cientos de
variantes posibles, incluyendo combinaciones entre algunas de ellas. E incluso cabría
considerar en muchos casos el tema de la vestimenta: muchas órdenes de yoguis van
vestidos solamente de 'cielo', esto es, desnudos, muchos sadhus deambulan sin ninguna
clase de ropas, muchas clases de trabajadores visten algunas veces tan solo un estrecho
taparrabos. La desnudez no es un hecho que despierte la atención, en cambio sí la
despierta la suntuosidad de las vestimentas: eso marca una posición social elevada y una
riqueza prominente, que es muchas veces envidiada y convertida en modelo y meta de
vida. Es claro que muchas veces es el clima lo que determina cubrir el cuerpo, y sin
embargo, aun hoy día es posible observar peregrinos desnudos en las nieves de los
Himalayas y del monte Kailash. Es cierto, aun en aquella época, que el hecho de cubrir
el cuerpo, de ocultarlo a la vista de los demás, es un signo de seducción, de despertar el
deseo, aun por el simple deseo de 'ver'.
La depuración y renovación que implementa Sakyamuni Buda respecto de las corrientes
del yoga de su época, y consecuentemente la reestructuración de las normas sociales
que el brahmanismo sostiene, clarifica plenamente la sexualidad yóguica con la que
instaura su Orden de monjes: sus monjes, humanos de ambos géneros comprometidos
con la Iluminación, deben observar completo celibato, y por lo tanto, reflejando el
estilo patriarcal de su época, se establecen las normas en forma muy detallada y
minuciosa, aunque reflejando el estilo matrístico, esas normas no 'mandan' sino que
inspiran los comportamientos.
Las reglas para su Orden de Monjes –más de 200 votos- se orientan, entre otras cosas, a
no dar lugar de ninguna forma, a que se despierte el 'instinto' sexual, lo cual implicaría
distracción respecto del objetivo de la pertenencia a la Orden, la Iluminación. De hecho,
sus comunidades masculinas no conviven con las comunidades femeninas. Esta clara
represión, tanto de la homo como de la hétero sexualidad, incluyendo el auto o hétero
erotismo, este refrenamiento de la energía sexual, está orientado a que cada monje y
monja utilicen dicha energía acumulada como Tapas [Ver Anexo II], austeridades, el
Fuego Interior del Sacrificio, sirviendo a los fines del sendero a la Iluminación. No se
trata de un principio 'moral', de algo considerado personal o socialmente 'bueno' -aun
cuando también brinde beneficios al respecto-, sino de algo práctico y útil a los fines de
un rápido logro de la Iluminación. Luego de esto, cada uno podrá elegir en todo caso, el
estilo sexual que considere adecuado pues ya no estará movido por el deseo, por las
emociones aflictivas, y estará libre de las limitaciones y del sufrimiento. Incluso la
vestimenta pasa a evidenciar, para los monjes, que no están enfocados en lo corporal ni
en las funciones sexuales, al igual que los brahmacharis vestidos de rojo, practican el
tapas (Atharva Veda, XI, 5, 6-7), diferenciándose así de muchas variedades coetáneas
de yoguis y sadhus 'vestidos de aire o de cielo' –digambara-.
Sin embargo, siguen las enseñanzas de Buda muchas personas 'laicas', seglares, esto es,
casados y con hijos tal como Él había estado, y cuyos objetivos y estilos de vida, a
diferencia de Él, no estaban orientados directamente a la Iluminación, sino simplemente
a vivir mejor, tener menos problemas con el Samsara, y obtener un renacimiento
elevado, en algún 'paraíso', en algún cielo del reino de los dioses. Tanto los monjes como
quienes no lo son, están capacitados para desarrollar Bodhichitta, la esencia de la
Iluminación y por tanto lograr la Liberación del Samsara. Considerando entonces el
entorno patriarcal de la sociedad, que irá agravándose en el futuro en la vida de sus
seguidores, Buda en su sabiduría establece principios que serán siempre adaptables al
estilo de cada época y lugar, y especialmente a cada persona. El Buda acepta la
conformación de una cierta especie de Orden Seglar, para la cual establece el Pañcha
Síla, los cinco preceptos o votos iniciales de 'abstenciones': "Observo el precepto de
abstenerme de destruir la vida de los seres. Observo el precepto de abstenerme de
robar. Observo el precepto de abstenerme de placeres sexuales erróneos. Observo el
precepto de abstenerme de la mentira. Observo el precepto de abstenerme de usar
substancias embriagadoras o tóxicas." Tales preceptos no son imposiciones sino que se
adoptan de forma voluntaria en calidad de «principios de adiestramiento». Son la puesta
en práctica del Triple Refugio –Acepto la guía de Buda, acepto Su enseñanza, acepto la
ayuda de Su comunidad de discípulos-, y definen el estilo de vida y la ética budista. A
ello es preciso agregar el Óctuple Sendero respecto de lo que es preciso hacer, y que son
tácitamente aceptados, toda vez que eso será lo que caracterice a un practicante
budista. El Pancha Sila, vale aclarar, también aplica a los monjes, incluido en el código
Vinaya.
El primero, tercero y quinto preceptos -quitar la vida, la sexualidad y el uso de
substancias embriagadoras o intoxicantes- son, al menos hoy día, las causas de al menos
el 95% de los sufrimientos humanos. El sentido de estos preceptos es no crear causas
secundarias que permitan desencadenar los karmas acumulados. Al mismo tiempo, tales
preceptos facilitan la vida sin generar pesados karmas que construyan un interminable
samsara. En especial referencia al tercer precepto, se dice que quienes son
extremadamente sensuales, los dominados por kama, suelen tener un dificultoso
progreso en el Sendero de la Iluminación, generando apegos y obstáculos muy difíciles
de superar. El instinto sexual es muy fuerte y conduce a toda clase de comportamientos
extraños. La cultura budista se caracteriza porque nunca ha intentado controlar la
sexualidad mediante el sentimiento de culpa, como puede observarse al visitar algunos
países de Asia. Cuando una persona busca refugio en las Tres Joyas, el sexo se desplaza
del centro a la periferia de la vida, y el apego a él disminuye.
El budismo es un camino de despertar de la conciencia y por ende, del sentido de
responsabilidad. El adecuado manejo de esta gran fuerza que la naturaleza nos ha dado
requiere integridad y responsabilidad. El camino medio es siempre aconsejable,
alejándonos de las actitudes extremas del hedonismo y del ascetismo, del apego o del
rechazo con respecto a todo en general, y al placer sexual en especial para este estudio.
Respecto de ese 20% -uno de cinco preceptos- que el Buda asigna a la sexualidad de los
'laicos', no establece abstenerse de placer sexual -p.: kamesu-, como lo hace para los
monjes, sino que establece no hacerlo erróneamente -p.: micchacara-. En pali es:
Kamesu micchachara veramani sikkhapadam samadiyami. Tal como en la enunciación
del Óctuple Sendero, el traducir la palabra pali samma, como «correcto», suele dar
lugar a malas interpretaciones, como si existiera sólo una manera «correcta» de hacer
las cosas, opuesta a una manera «incorrecta», y como si pudiera alcanzarse fácilmente
la senda «correcta» y seguirla. Sin embargo, la senda budista no engloba sólo los
conceptos «correcto» e «incorrecto», sino que se trata de algo mucho más elaborado,
pues es un camino de práctica que siempre puede mejorarse. Buda tan solo sugirió todo
un repertorio de directrices éticas o pautas de comportamiento que constituyen la
expresión natural de los estados mentales hábiles, y que permiten al practicante evaluar
sus propios actos: la autoindagación, y donde siempre hay que agregar y observar
básicamente la compasión o buena intención al realizar un acto, en fin, el Metta, lo cual
incluye los medios hábiles o apropiados: generosidad, amor y comprensión. No hay gran
mérito en un acto meramente externo; todo depende del motivo interno que provoca la
acción. En la doctrina de Metta o Metteya, la bondad compasiva se constituye en una de
las enseñanzas más importantes. La ética budista se caracteriza por el amor y la
compasión, y ambos conceptos son definidos claramente: amor es el deseo que otras
personas tengan bienestar, y compasión es actuar activamente para que eso suceda. Así
pues, compasión no es lástima, es amor activo.
La palabra pali mettà (s.: Mitra) es un término de múltiples significados, tales como
amor benevolente, amigabilidad, buena voluntad, benevolencia, compañerismo,
amistad, concordia, inocuidad y no-violencia. Los comentaristas Pali definen mettà
como un fuerte deseo por el bienestar y la felicidad de los otros (parahita-parasukha-
kàmanà). Esencialmente mettà es una actitud altruista de amor y amigabilidad a
diferencia de la mera amabilidad basada en el propio interés y en las costumbres
sociales. Mediante mettà uno deja de ser ofensivo y renuncia a todo tipo de rencor,
resentimiento y animosidad, desarrollando, en cambio, una mente amistosa, servicial y
benevolente que busca el bienestar y la felicidad de los demás. El verdadero mettà
carece de interés personal. Evoca un afectuoso sentimiento de compañerismo, simpatía
y amor, que con la práctica crece sin límites y supera toda barrera social, religiosa,
racial, política y económica. Mettà es, en efecto, amor universal, desinteresado y todo-
abarcador.
Presumiblemente, cuando Buda habló de 'sexualidad incorrecta', sólo hizo referencia al
adulterio, que supone inmiscuirse en una relación ajena e implica daño para quien es
'traicionado'; y para quienes han hecho votos, como los monjes y las monjas, significa no
ceder a la tentación sexual que los aparte del camino que han pretendido escoger.
Aparte de estas u otras conductas que causen daño, en el sexo, como en todo, es
aconsejable guardar una cierta moderación, para evitar caer en una esclavitud sensual
que nos hunda cada vez más en el mundo de los sentidos y las ilusiones del ego. En este
punto, cada uno es el mejor juez de sí mismo. Lo importante es que el comportamiento
sexual de uno no lastime a los demás, ni que se le conceda un valor desproporcionado al
sexo.
Vivimos en una cultura que da una importancia desmesurada al sexo, que se convierte
en el foco de la vida de muchas personas. El sexo es importante para casi todo el
mundo. La tensión de la polarización y el deseo sexual aumenta la dualidad
sujeto/objeto. En un estado de excitación sexual, la persona objeto del deseo es
reducida sólo a eso, un objeto. Para muchas personas la conciencia nunca experimenta
un estado de división ansiosa tal como cuando están excitadas sexualmente, y aun más si
el deseo queda frustrado. El estado contrario, el de complacencia, es decir, sentirse a
gusto con uno mismo y con el mundo, no aparece mediante la satisfacción del deseo,
sino debido a la desaparición del deseo.
Hay que destacar que el budismo, como expresión de su procedencia asiática, no
contempla el sexo como algo sucio o dañino. De manera general, en Asia se ha
considerado desde tiempos antiguos a la sexualidad como una función necesaria para
mantener el equilibrio entre el cuerpo y la mente, idea a menudo reforzada por las
medicinas tradicionales como la india o la china. Del mismo modo, es sabido que en Asia
era muy común el tener vínculos sexuales con parientes sanguíneos de primer grado:
padres y hermanos. Recién en el Cuarto Concilio Budista tales prácticas fueron
desaconsejadas, como también el sexo oral y anal. Excepto para el camino de renuncia
de los monjes, las indicaciones budistas respecto al sexo están en la misma línea de
otras actividades, evitando los extremos de adicción o represión.
Creo que es necesario tener en mente que, por ejemplo, tanto los tibetanos como los
indios muestran afecto físico a personas del mismo género, sin ninguna connotación
sexual. Debido a que monjes y monjas generalmente, colocan su brazo en los hombros
de algún compañero y se toman de la mano al caminar, este tipo de contacto físico les
ayuda a satisfacer su necesidad de contacto físico y de afecto. El celibato total no
incluye el abstenerse de cualquier contacto físico o de demostraciones de afecto.
¿Cuáles pautas entonces, pueden permitir diferenciar los placeres sexuales adecuados de
los erróneos? La respuesta está, ahora sí, en el contexto de la 'moral' social imperante
entonces, a fin de intentar entender la esencia de su enseñanza al respecto de este
tema. Tendemos a considerar la ética como un conjunto de obligaciones morales
impuestas por una autoridad externa superior, usualmente algún dios o algún sumo
sacerdote que lo representa. En cambio, la ética budista no es teológica, sino
psicológica. En lugar de actos «buenos» y «malos», el budismo habla de acciones
«hábiles», o positivas, y acciones «inexpertas», o negativas, determinadas por la calidad
de los estados mentales que las originan.
El Buda según los sutras, aconsejaba utilizar tres criterios para establecer un juicio
moral, especialmente al mirar hacia uno mismo. El primero es el principio de la
universalidad, que implica considerar si un determinado acto donde uno es víctima, y el
mismo acto con otra víctima, donde ambos se sienten mal, entonces es negativo para
ambos. Esto es, si no me gusta que me hagan tal cosa, no es bueno hacérselo a otro, o
dicho de otro modo, no hagas al otro lo que no quieras que te hagan.
El segundo es el principio de la consecuencia. Ya en el Dhammapada el Buda lo
establece: "Los hechos que posteriormente causan remordimientos, y terminan en llanto
y lágrimas, son negativos; los hechos que posteriormente causan alegría y terminan en
placer y felicidad, son positivos". Claro está que primero deben suceder los hechos para
poder ver lo que resulta… No obstante es una pauta clara y accesible, y requiere la
experimentación.
El tercero es el principio de la instrumentalidad o utilidad, donde un acto será positivo -
p.: kusala-, o negativo de acuerdo a si ayuda o no a lograr el objetivo, que en el caso de
la enseñanza de Buda será obtener la Iluminación, aun cuando, en el caso de los laicos,
eso sea un objetivo a muy largo plazo.
Un acto puede considerarse equivocado, negativo, o erróneo si requiere subterfugios,
engaños, mentiras, fraude, o implica intimidación, violencia, muerte, o bien se
aprovecha de circunstancias donde el otro no tiene posibilidad de elegir algo diferente.
Entre laicos, toda relación sexual que sea una expresión de mutuo consentimiento
amoroso o sea aceptación responsable, con respeto y cordialidad amigable, es un medio
hábil. La falta de respeto por los sentimientos de otros, puede convertir los medios
hábiles en medios no-hábiles. De este modo, el sexo ilícito, equivocado, o erróneo,
puede ser comprendido tanto por aquel sexo que no está de acuerdo a las leyes
imperantes en el lugar, como por aquel sexo que se lleva a cabo sin plena conformidad
de ambos, o el realizado por la fuerza o por la intimidación o por desesperación o por
engaño, por influencia de tóxicos diversos, y toda relación que genere algún tipo de
daño a terceros, como por ejemplo que despierte celos, odios, venganzas, guerras,
persecuciones, etc.
Así, en algunas oportunidades Buda aconseja abstenerse de ciertos actos porque ellos
ponen a uno en discrepancia con normas sociales o legales lo que implica posibles
sanciones y su consecuente desprestigio. Por este motivo, refrenar tales conductas lo
libera a uno de la ansiedad y la vergüenza causada por la desaprobación social o por el
miedo a recibir castigos.
Para muchos ya debe estar rondando la pregunta: ¿Qué pasa con quienes violan los
preceptos? Responder a esto requiere entender que el precepto o voto no es una 'ley'
que involucre penalidades por su incumplimiento. El incumplimiento desencadena
efectos en la propia vida, siendo esto, de por sí, un importante llamado de atención al
infractor para reformular su conducta. Dentro de las comunidades de monjes budistas
existe una práctica a observar al menos dos veces al mes, que consiste en una 'confesión'
pública de faltas, frente a la Asamblea de todos los monjes. Uno por uno enumeran en
alta voz sus propias infracciones al código de conducta. No se recibe un 'castigo' por las
violaciones. Cada uno asume el compromiso de enmendar su propia conducta, y de
subsanar de algún modo los daños que haya provocado en otros. Si las faltas implican
violaciones a las leyes del gobierno, todos saben que también serán responsables
legalmente. Y si las faltas son de carácter grave y afectan a la convivencia de la
comunidad, se ha llegado a que el responsable abandone la convivencia con el resto de
los monjes, incluso asumiendo una práctica en aislamiento voluntario. No obstante, lo
más importante es que el responsable alcance la comprensión de las causas que motivan
su conducta, y que trabaje activamente en modificar tal conducta. Sus maestros y
compañeros podrán colaborar en su empeño. No es diferente en las comunidades
seglares, salvo que entre sus integrantes no se utiliza la práctica de la 'confesión de
faltas'. Diariamente los practicantes monjes o seglares hacen prácticas de purificación
como un modo de ayudarse a sí mismos a superar las tendencias negativas.
La práctica sexual no debe ser causa de dolor ni de sufrimiento para los que la practican
ni para terceras o cuartas personas relacionadas con ellos. Si nuestra práctica sexual
genera dolor y sufrimiento en nosotros o en otros, nuestro gozo deja de ser completo. A
partir de aquí, cada uno debe actuar según su propia conciencia sabiendo que todas
nuestras acciones tienen efectos en los demás y que las acciones de los demás tienen
efectos en nosotros. Si la meta del practicante budista es el bien de todos los seres
vivos, no puede ejercer una sexualidad que sea fuente de dolor y de aflicción para sí
mismo o para los demás. Una sexualidad que genere apego, adicción, posesividad y en
definitiva dolor y sufrimiento es un 'error de cálculo' -esta expresión es la etimología de
la palabra 'pecado'- puesto que lo que se pretende con la relación sexual es alcanzar una
experiencia de placer, gozo, satisfacción y bienestar. Es que la avidez por el sexo puede
producir efectos muy destructivos, convirtiéndose en fuente de intensas ataduras,
sentimientos de posesividad, de celos, de odios, de tristeza y de desesperación,
obstaculizando el sendero espiritual.

El budismo no discrimina a las personas por sus preferencias sexuales. Cada persona
puede elegir ser heterosexual, homosexual, onanista, travestido o célibe. El budismo
tampoco ha glorificado la familia nuclear. El matrimonio no es un 'sacramento' budista,
sino simplemente un contrato social. Algunos maestros budistas que actúan en contextos
occidentales han desarrollado una ceremonia ritual de 'buenos augurios' para las parejas
que necesitan de algún modo sentirse contenidas en su necesidad de 'santificar' o
'legalizar' su unión. Si se consideran las diferentes culturas budistas del mundo, se
observa que se aceptan socialmente la monogamia, la poligamia y la poliandria, que se
entienden como diferentes maneras de organizar la vida.
El hecho de que el budismo no enseñe una ética intolerante ni sea una religión
reguladora de la vida privada no quiere decir que sea una actitud permisiva en el sentido
de que todo vale en el terreno de la práctica sexual. En el budismo se dice que la
energía sexual y la energía espiritual es la misma energía. De hecho, todos los
fenómenos del universo son la misma y única energía de la vida. La energía sexual puede
ser refinada. El deseo que acompaña a la actividad sexual puede ser educado y dirigido
hacia un estado de felicidad y de gozo mayor que el que proporciona el contacto sexual,
sin negar por ello el placer propiamente sexual. En cualquier caso, sexualidad y
espiritualidad no son dos conceptos antagónicos en la tradición budista, sino
perfectamente compatibles. Todo depende de la actitud interior del individuo. Y a esto
precisamente va dirigida la enseñanza budista: a la actitud interior con la que
abordamos nuestras experiencias en la vida.
Cuando nuestra motivación sea dar y darnos el beneficio de una felicidad temporal y
placer con alguien que realmente nos interesa, como expresión de amor, y siempre y
cuando nos mantengamos dentro de los límites que decidimos mutuamente con dicha
persona, entonces esto no es un burdo acto destructivo, a lo sumo tan solo alarga un
poco nuestro samsara. Es importante no sobredimensionar el sexo, en otras palabras,
tener una visión realista de las limitaciones del sexo: el budismo enseña que todas las
sensaciones son transitorias e impermanentes y nos insta a buscar un estado de felicidad
y de bienestar más allá de las sensaciones, sin negarlas ni rechazarlas. Aun un buen sexo
no suele solucionar la búsqueda trascendente. De hecho, el tener este tipo de relación
sexual sana, puede ser una etapa de desarrollo positiva para alguien en términos de
fortalecer una actitud de dar y de preocuparse, así como de demostrar afecto e interés.
Mantener la castidad va ciertamente en contra del samsara, aunque para decir que va en
contra de la naturaleza, tendríamos que echar un vistazo más de cerca al punto de vista
budista hacia lo que se considera "natural". Los impulsos biológicos, aunque son parte de
lo que nosotros en occidente llamamos "natural", desde el punto de vista budista, son
parte del mecanismo del samsara. Lo que se pretende hacer en el budismo es trascender
el estar bajo el control de estos impulsos instintivos que perpetúan el sufrimiento y los
problemas de nuestra incontrolable y repetitiva existencia samsárica. En el camino de
obtener la liberación de estos impulsos biológicos, queremos lograr ser cada vez menos
dependientes de ellos y no estar gobernados por ellos. A pesar de nuestros impulsos
biológicos, podemos ser de ayuda a otros, siempre y cuando no estemos gobernados por
ellos.
Muchos occidentales no consideran a Dios como algo sagrado, sino a la Naturaleza. Esto
significa que consideran a la biología como sagrada. Ellos piensan que cualquier cosa que
sea natural, es automáticamente buena. El budismo por otro lado, sospecha de lo que
surge naturalmente, ya que muchas de las emociones y actitudes perturbadoras también
surgen automáticamente, tal como las tendencias a actuar de maneras destructivas. Por
ello, es necesario discriminar cuidadosamente lo espontáneo proveniente de la
naturaleza, de lo espontáneo proveniente de los 'instintos' automáticos incorporados a lo
largo de miles de re-nacimientos.
Comúnmente, según algunas estadísticas que se han llevado a cabo, aquellos que se
convierten en monjes o monjas, o son personas con un bajo impulso sexual por lo que el
celibato no es algo que les preocupe demasiado, o bien por el contrario, están muy
obsesionados con el sexo y quieren trascender el sufrimiento que les está causando su
obsesión. Pero aún en el último caso, no se busca la mera represión de los impulsos
biológicos como el del sexo, ya que al intentar hacerlo, subyace el riesgo de enloquecer
en cualquier momento. Monjes y monjas trabajan con sus deseos anhelantes y con sus
apegos, para evitar que sus impulsos sexuales sean compulsivos y obsesivos. Además, con
los métodos tántricos de transformación de las energías sutiles, es posible transformar la
energía sexual y canalizarla hacia un uso más constructivo para llevar más allá el propio
camino espiritual, aunque esto último no es algo sencillo de hacer. [Véase Anexo III.]
Cuando decidimos tener contacto sexual con alguien, ese simple acto genera karma. Así
que, desde una perspectiva budista, ¿qué consecuencias siguen en la cadena de eventos
kármicos después de tomar esa decisión?, ¿cuáles son las ventajas del celibato?
Si decidimos tener relaciones sexuales con alguien y de hecho nos involucramos
sexualmente con la persona, ciertamente establecemos un fuerte lazo con ella que
podrá continuar incluso en vidas futuras, pero el tipo de lazo y de relación que seguirá
depende del tipo de relación sexual que tengamos con dicha persona, de nuestra propia
motivación y actitudes, de la motivación y actitudes de nuestra pareja, etc. Muchos
factores afectarán la relación.
El sólo hecho de ser célibe no significa que estemos libres de todo tipo de consecuencias
kármicas relacionadas con la sexualidad. Alguien que es célibe podría desperdiciar una
gran cantidad de tiempo y de energía pensando en el sexo con gran deseo y apego. Tal
monje o monja podría simplemente pensar en tener relaciones sexuales con alguien,
pero no llevarla a cabo. Esto no acumula consecuencias kármicas provenientes de un
acto físico, pero sí acumula las tendencias kármicas derivadas de un acto mental. Todo
depende realmente del estado mental, del nivel de emociones y actitudes perturbadoras
que tenga la persona o del nivel de liberación que tenga de las mismas.
La idea asociada con la palabra "alma" es que el hombre sea una entidad separada de
todas las demás, y de la existencia de todo el Universo. Esta idea de la separatividad es
irracional, imposible de probar por la lógica ni de sostener por la ciencia. No hay un "yo"
separado, ni podemos llamar "mío" a esto o aquello. Lo que está sujeto a cambio no es
permanente de modo que no puede haber supervivencia inmortal en una cosa mutable.
Nuestra principal aspiración debiera ser llegar a ver las cosas tal como existen a nuestro
alrededor y tratar de mejorarlas, sin pasar el tiempo en especulaciones intelectuales.
El dolor no proviene más que del deseo. El ser humano se aferra perdidamente y se
entusiasma con sueños, situándose en medio de un falso yo, y estableciendo a su
alrededor un mundo imaginario. Cuando su esencia le abandone, partirá con el ardiente
deseo de beber otra vez la Copa de la Vida. En el budismo se nos insta a que vivamos de
modo que cada una de nuestras acciones ataquen un defecto y desarrollen una virtud,
hasta que podamos lograr el perfecto éxtasis.

Algunas interpretaciones budistas de las conductas sexuales


Extractados de comentarios de Alexander Berzin, budista y traductor del Dalai Lama; Sangharákshita,
actual director de la Orden Budista Occidental fundada por el Lama Anagarika Govinda; A. K.
Coomaraswamy, reconocido estudioso de las religiones de India; Buddhaghosa Acharya, el gran
comentarista budista, etc.

En tiempos posteriores a Buda y después de Ashoka y las dinastías budistas, las Órdenes
Budistas necesitaron establecer los códigos de conducta ética a fin de clarificar a los
practicantes, y hasta diferenciarse de otros métodos de Dharma. Así revisaron todos los
recuerdos, escribieron todos los relatos, elaboraron toda la metafísica y analizaron todas
las acciones humanas. De allí surgieron los preceptos, los votos, las reglas de conducta,
inspiradas o imitadas de los hechos de la vida del propio Buda.
La relación sexual en la pareja es sólo uno de los muchos aspectos que entran en juego
en la relación. Desde el punto de vista del budismo es un error sexualizar la pareja, es
decir, hacer de la sexualidad el eje central de la relación de pareja. La sexualidad juega
un papel fundamental pero los seres humanos no somos exclusivamente animales
sexuales. Los vínculos afectivos, la comunicación, el respeto, los proyectos de vida
compartidos, la crianza y la educación de los hijos constituyen también ejes centrales
sobre los que se edifica la pareja.
A veces se llama amor a una pasión egoísta que controla, domina y no respeta. Esto es el
apego, que puede darse respecto a cosas, personas y actos. No es tan fácil de reconocer
como la aversión y parece mejor, pero es igual de negativo y productor de gran
infelicidad. El apego nos conduce a la posesividad, los celos, la avaricia y las adicciones.
El practicante budista debe ejercitarse en el desapego con la conciencia de que todo es
impermanente, hasta las cosas que parecen más firmes y duraderas.
Esto no es incompatible con el amor a la familia, los amigos o la pareja, que es algo
natural y para lo que no se requiere ningún entrenamiento, pero debemos mantener la
idea de que estos afectos son limitados y tendrán necesariamente un fin y que, en la
medida de lo posible, debemos extender el respeto y el cariño que sentimos por
amantes, familiares y amigos a todos los seres sensibles sin excepción, con lo que
desarrollaremos la compasión.
El budismo llama "comportamiento destructivo" a nuestro actuar motivado por el enojo,
el apego, la avaricia o la ingenuidad. Estas son las principales emociones perturbadoras
(emociones o estados mentales que perturban nuestra paz mental y que nos hacen
perder el autocontrol).
Es consistente con las enseñanzas budistas el que todo necesita ser considerado de
acuerdo a su contexto, a cómo estamos y cómo está el otro. Esto es así porque ante un
acto samsárico neutral, cuando es motivado por una emoción perturbadora
(insatisfacción, obsesión por el sexo, etc.), muchas veces se convierte en una relación
sexual destructiva al no considerar al otro y su entorno. Esto es lo que genera
problemas. El comportamiento sexual que no está mezclado con las emociones
perturbadoras obsesivas no causará el mismo tipo de problemas, tan sólo causará que
nunca nos sintamos completamente satisfechos, y sin duda vamos a querer hacerlo una y
otra vez, sin nunca poder garantizar una satisfacción definitiva.
¿Cuáles son los deberes del marido respecto de la esposa? Protegerla; tratarla con
respeto y bondad; serle fiel –con el significado que esto tiene en oriente-; hacer que sea
bien considerada por los demás; proporcionarla adecuados trajes y adornos. ¿Cuáles los
de la esposa a su marido? Mostrarle afecto; ordenar bien su casa; ser hospitalaria para
los invitados; ser casta; cuidar la economía del hogar; demostrar habilidad y diligencia
en todas las cosas. Sigalovada Sutta.
Las mujeres están en un plan de perfecta igualdad con los hombres. "La mujer", dice el
Buddha en el Chullavedalla Sutta, "puede alcanzar el más elevado sendero de santidad
abierto al hombre: el Arhatado". De hecho, la enseñanza de Buda "ha hecho más por la
felicidad y la emancipación de la mujer, que ningún otro credo". (Sir Lepel Griffin.)
Buddhaghosa aclara el tercer precepto para hacer hincapié en que se refiere al
adulterio, la promiscuidad, la violación, la pedofilia, parafilias y en general cualquier
conducta sexual que conlleve la experiencia de dukkha para la persona o para terceros.
No obstante, para la mentalidad occidental, existe evidencia de la confusión de
Buddhaghosa respecto a tales materias, especialmente en la homosexualidad al
confundir por ejemplo hermafroditismo y bisexualidad. El precepto de evitar una
conducta sexual que perjudique a otros o a uno mismo es muy complejo. Por ejemplo,
salvo que uno haya tomado votos de monje, la abstinencia sexual y la represión pueden
ser física y psicológicamente dañinas para una persona; de igual modo, en el otro
extremo, una promiscuidad desmedida (que acarreará peligros de salud física como el
contagio de enfermedades, así como posibles repercusiones psicológicas), también sería
considerada dañina. El apego al sexo (como a cualquier cosa material) y la adicción al
sexo (como cualquier adicción) son potencialmente dañinas para las personas que no
saben o no pueden manejar esa energía sin distracción. Atención, recuerdo, consciencia:
T. S. Eliot lo describe con precisión cuando habla de «distraerse de la distracción
mediante la distracción».
Alexander Berzin señala que: Tanto en los textos indios como en los tibetanos, el tener
relaciones sexuales con una prostituta es algo aceptado perfectamente, incluso para un
hombre casado, siempre y cuando ese hombre pague por el servicio. Una prostituta es
una pareja inapropiada sólo si es la pareja de alguien más y/o no se ha pagado por ella.
Aún más extraño es que si los padres no le dan permiso a su hija de tener relaciones
sexuales con alguien, entonces la hija es una persona inapropiada con la cual tener sexo.
Pero, si los padres dan su permiso, como en ocasiones sucede en Asia cuando los padres
son pobres y venden a sus hijas para obtener un dinero para sostener al resto de la
familia, entonces nadie puede decir nada. Es también aceptado que un hombre casado
tenga relaciones sexuales con sus propias concubinas. Y entre los tibetanos, está bien
visto el tener más de una esposa o más de un esposo. De hecho, parece ser correcto que
un hombre casado tenga relaciones sexuales con cualquier mujer que no caiga en la
categoría de pareja inapropiada, como una mujer independiente que esté comprometida
para casarse o que sea monja. Buda específicamente estableció como incorrecto para los
laicos sostener relaciones sexuales en condición de adulterio, con mujeres que estén
"bajo el cuidado de sus padres, hermanos, hermanas u otros encargados", con mujeres
prisioneras, casadas ó comprometidas. Queda claro que el adulterio es dañino ya que
lastima a la persona engañada e implica mentir y engañar, mientras que no se considera
así el poliamor –parejas múltiples-, aunque su aceptación aun se continúa debatiendo
dentro de la comunidad budista.
El matrimonio con una sola mujer y la fidelidad hacia ella se reconocen como un grado
de castidad. La poligamia fue considerada por el Buddha como implicando ignorancia y
promoviendo la lujuria. Anguttara Nikaya, capítulo IV, 55. No obstante esto refiere a las
comunidades budistas hinayana y quizás mahayana, según corresponda. Las comunidades
tántricas tienen otros parámetros. [Ver Anexo III].
El sexo con mujeres prisioneras, ya sea de guerra ó encarceladas por otros delitos, se
entiende como una violación del tercer precepto ya que tales mujeres no estarían en
condiciones de plena libertad a la hora de tomar su decisión, pues el encarcelamiento
de mujeres sucede para prevenir o evitar la extorsión, la violación y otras formas de
abuso sexual, además de evitar la comisión de nuevos delitos. En cuanto a no tener sexo
con mujeres bajo el cuidado de familiares masculinos ó femeninos, es, para los
parámetros occidentales modernos, una prohibición de tener sexo con menores de edad
que no tengan la edad legal para tomar una decisión madura sobre su vida sexual. El
texto menciona tanto a los encargados hombres como mujeres, es decir, no implica que
la mujer pertenezca a los hombres de su familia, sino simplemente, establece el
parámetro de que aún es demasiado joven para ser independiente en general ya que el
budismo considera la igualdad entre ambos, hombres y mujeres.
En el caso del BDSM o prácticas sadomasoquistas, se considera en general que la práctica
no está prohibida siempre y cuando se mantenga en todo momento el respeto y el
consenso por parte de todos los involucrados.
Respecto a la homosexualidad, esta fue aceptada por el propio Buda en vida, al permitir
la ordenación de monjes homosexuales excepto en el caso particular de aquellas
personas llamadas entonces pandakas –eunucos, castrados-. No obstante la carencia de
razones para condenar la homosexualidad, tampoco está aprobada expresamente, y por
ello, es simplemente tolerada como tantas otras conductas que aun no significando daño
para otros tampoco son productoras directas de beneficios para el grupo o sociedad.
Así que por tanto no existe en las fuentes ningún comentario explícito referido al tipo de
sexualidad de los laicos. En las fuentes budistas no aparecen detalles del tipo de
sexualidad sino que el sexo está referido de manera genérica como una actividad fruto
del aferramiento. Respecto a los monjes, encontramos la excepción de evitar la
ordenación de un tipo concreto de persona vinculada a su orientación sexual mediante
las referencias a los pandakas.
El término pandaka no es la traducción de la palabra homosexual sino que refiere a
"alguien sin testículos", "eunuco" o "hermafrodita". En la doctrina budista esta palabra se
usa para referirse también a determinado tipo mental. Se describen unos cinco distintos
tipos de pandakas, de los cuales a tres de ellos no se les permite la ordenación como
monjes. Estas tres clases están caracterizadas como personas poseídas en alto grado por
pasiones sexuales (ussanakilesa), por una lujuria irrefenable (avapasantaparilaha),
esencialmente dominados por su libido (parilahavegabhibhuta), y por el deseo de
conseguir prostitutas (vesiya) o parejas muy jóvenes (thulakumarika). Todo ello hacía
muy difícil su pertenencia a la comunidad de monjes por su dificultad fuera de lo normal
para tranquilizar sus pasiones. Aunque el significado de pandaka no parece incluir
directamente a los travestidos y transexuales, así fue interpretado debido a un episodio
de la vida de Buda con un monje. Por esta asociación, en la mayoría de comunidades
budistas como por ejemplo en la tailandesa, tradicionalmente se ha vetado el acceso al
monacato a transexuales y travestidos, si bien recientemente en Tailandia algunos
abades ya han dado su consentimiento a la ordenación de estos como monjes al hacer
énfasis en subrayar que se trata de la descripción de un estado mental y no del aspecto
exterior de la persona, y por sobre todo por cuanto al ordenarse como monje, pasan a
utilizar únicamente ropas de monje.
Hay que tener en cuenta que ninguna escuela budista anterior al siglo XVII, el siglo de la
expansión europea, jamás trató a la homosexualidad como "conducta sexual incorrecta".
Hay no obstante un número de comentadores y maestros que se van adecuando a la
cultura, sociedad y poderes sociales actuales, y así encontramos posiciones en contra o a
favor de la homosexualidad e incluso de determinadas prácticas sexuales. También
actualmente algunos maestros varían algo su discurso, dependiendo de si lo dirigen a su
comunidad de origen o si están de visita en otros países. Aunque de nuevo hay que
recordar aquí la influencia occidental de los últimos siglos, ya que las legislaciones de
países de mayoría budista como Tailandia, Birmania o Sri Lanka, no contenían
disposiciones legales contra la homosexualidad entre adultos hasta la llegada de la
época colonial, y en cambio este tipo de disposición legal ha sido tradicional durante
siglos en muchos países occidentales.
El budismo no discrimina a las prostitutas, por el contrario, las acepta como personas
igualmente dignas y respetables como cualquier otra persona. En una parábola de Buda
él recibió una invitación para almorzar de Ambapali, una cortesana famosa en su época,
la cual aceptó. Cuando el príncipe local le invitó posteriormente a almorzar a la misma
hora, Buda declinó la invitación del príncipe para cumplir su compromiso con la
prostituta.
Algunos eruditos como Shravasti Dhammika consideran que la persona que ejerce la
prostitución para sobrevivir y salir de la pobreza, es diferente que aquella que la ejerce
por codicia, ya que es una forma fácil de ganar dinero pues no requiere conocimientos
demasiado especializados, y la elige aun teniendo acceso a otras profesiones, aun
cuando estas sean mas difíciles de realizar y menos remuneradas. En este sentido, según
Dhammika, la segunda estaría acumulando karma negativo. Sin embargo Dhammika
mismo aclara que las prostitutas no deben ser mal vistas, humilladas o tratadas mal en
el budismo.
En general existe un debate sobre la prostitución per se, donde algunos budistas
consideran que como actividad acarrea muchos males y vicios y que no debe ser
aceptada, mientras que otros eruditos y pensadores budistas consideran que el trabajo
sexual no es pernicioso mientras no se perjudique a nadie (por ejemplo, mientras se
tomen las precauciones como el sexo seguro para no contagiarse a si mismo o a otros de
enfermedades venéreas), pero todos coinciden en que las prostitutas son personas
igualmente dignas y respetables, y son bienvenidas dentro de la comunidad budista. Esto
aplica, lógicamente, igual para los hombres que ejerzan la prostitución. Y naturalmente
todo esto se refiere exclusivamente a las personas que ejercen la prostitución
voluntariamente, no así a las personas forzadas a la prostitución ó víctimas de
explotación sexual.
En un episodio de su vida Buda desaconsejó a una mujer la interrupción de su embarazo,
si bien es difícil de saber en qué punto de gestación estaba esa mujer, ni las
circunstancias del caso. Al no existir indicaciones más claras, algunos maestros y
comentaristas hacen hincapié en la necesidad de cierta evolución de la gestación para
que sea algo relevante al precepto, mientras que otros se muestran muy claros respecto
a evitar el aborto en cualquier punto de la gestación.
Buddhaghosa en sus comentarios establece que la gravedad de la acción de quitar la vida
a otro ser vivo es proporcional al grado de evolución del ser que muere, si bien en otros
textos se subraya la gravedad del hecho de acabar con un posible nacimiento, ya que en
el budismo, el nacimiento humano es considerado algo raro y muy valioso, debido a la
posibilidad de todo ser humano en alcanzar el Nirvana. Una solución frecuente y un
tanto conciliadora es defender el aborto en ciertos casos (peligro para la madre,
malformaciones, etc.).
El conocimiento actual de la bioética respecto al comienzo del desarrollo neurológico en
el ser humano es usado por las posiciones más progresistas, y así no se habla en contra
del aborto hasta el tercer o el cuarto mes de embarazo. Las posiciones más tradicionales
hablan directamente de evitar el aborto a toda costa. En el budismo, buena parte de
este debate descansa a menudo en interpretaciones sobre la mente y la reencarnación,
lo cual se hace ineludible para entender los distintos puntos de vista. Aunque en este
debate a veces los monjes son parte activa para justificaciones doctrinales a favor o en
contra, el código del Vinaya prohíbe a los monjes sugerir el aborto a una mujer.
"¿Cuándo sucede la conexión de la conciencia con el feto según la explicación budista?"
La explicación tradicional budista dice que la conciencia del ser en el bardo desde donde
renacerá, entra por la boca del futuro padre, baja por su cuerpo, entra al
espermatozoide y pasa con él al cuerpo de la futura madre. Esta postura es algo que
obviamente necesita ser examinado. Esta explicación deriva del tantra de Guhyasamaja
–no existe ni se utiliza en el budismo Hinayana ni Mahayana- y se aplica al proceso de
generación del mandala de las deidades visualizado en la matriz de la consorte, para
que sea análogo al proceso de renacimiento. Si la conciencia del futuro niño ya estuviese
en el espermatozoide aún antes de la concepción, entonces, cualquier forma de control
de natalidad es un aborto. No obstante, debe considerarse que el Guhyasamaja Tantra
pertenece al grupo de enseñanzas tántricas del budismo, y como tal, requiere un
tratamiento y comprensión diferente. [Ver Anexo III.]
En la práctica, algunas comunidades budistas como la japonesa celebran ceremonias
rituales (Mizuko kuyo) de reparación para aquellas mujeres que han experimentado un
aborto y que así lo solicitan. En la obligada investigación de causas que expliquen
cualquier acción, en general se procura observar la situación que puede empujar a una
mujer a esta decisión, de manera que el aborto, siendo considerado una situación muy
poco afortunada, que puede ser producto del aferramiento al deseo sensual, etc., no
llega a tener la misma consideración de gravedad que otras acciones. Por ejemplo,
encontramos numerosos ejemplos sobre la gravedad de acabar con la vida de un animal
adulto como un perro, un elefante o un caballo. Pero ninguno respecto a un aborto de
cinco o seis semanas. No aparece pues una norma general en el budismo que enseñe una
prohibición o aprobación en cualquier situación, sino que se tiende a observar cada caso
y sus circunstancias.
En el budismo no se encuentran voces que se opongan al uso de anticonceptivos. El uso
de los mismos es tan antiguo como difundido en las sociedades en donde históricamente
ha sido religión mayoritaria.
Tich Nat Hahn ha dado un lineamiento muy útil para nuestros tiempos modernos, que
consiste en que necesitamos evitar tener relaciones sexuales casuales con cualquiera
que nos topamos, impulsados sólo por nuestra obsesión con el sexo y sin un verdadero
interés hacia la otra persona o sin querer una relación más profunda con él o ella. En la
mayoría de los casos, este lineamiento se encargaría además del controversial tema de
tener relaciones sexuales con una prostituta (aunque, por supuesto, podría darse el caso
en el que se desarrollase una relación amorosamente comprometida con una prostituta).
Muchos psicólogos occidentales afirman que la masturbación es parte del desarrollo sano
de los niños, y que ello se debe a que, en la crianza, los niños son apartados de la madre
para dormir en cunas, que las labores y otras 'obligaciones' cotidianas obligan a las
madres a estar separados de sus niños, y por ello los niños buscan satisfacción en la
masturbación. Esto es un absurdo. Aun entre, por ejemplo, los bolivianos, donde los
niños están junto a sus madres en forma permanente hasta que son capaces de moverse
por sus propios medios, aun así los niños se masturban. La masturbación infantil fue el
descubrimiento de Freud más rechazado y resistido por la sociedad y la ciencia, y sin
embargo, puede ser observado en todas las culturas. Es que se trata de un acto natural e
'instintivo' derivado del movimiento de la energía vital interna, esto es, desde la visión
occidental científica, la descarga de las hormonas segregadas por las glándulas
endocrinas internas, las cuales provocan una excitación placentera, y esta, por causa del
miedo al placer, es reprimida mediante la masturbación que descarga la tensión
excitatoria, existan o no estímulos externos. Ese Miedo al Placer proviene del
inconsciente colectivo de nuestra sociedad judeo-cristiana donde se establece que todo
lo placentero se contrapone a lo espiritual. Desde otro punto de vista, el autoerotismo
puede ser visto como demostración de afecto a sí mismo, y si uno puede relajarse y
disfrutarlo, eso ayuda a la persona a disfrutar y ser capaz de relacionarse sexualmente
de maneras más sanas con otras personas.
No obstante, necesitamos diferenciar entre el temor obsesivo por el deseo biológico por
el sexo y el temor de estar obsesionado con el sexo. No puede ser saludable temer al
impulso biológico. Tampoco esta actitud es adecuada en el celibato de monjes y monjas,
no sólo en la tradición budista sino incluso en las tradiciones cristianas también. El
temor al sexo -en realidad desagrado y temor a la obsesión sexual- los hace ser muy
mojigatos, llenos de culpa y de todo ese tipo de cosas. Se sienten culpables por sus
deseos sexuales biológicos. Si alguien trata de sobreponerse a dicha obsesión por el sexo
y por lo tanto, elige convertirse en monje o monja, eso es algo muy diferente, es una
actitud más sana. Dichas personas, se convierten entonces en monjas o monjes porque
no quieren distraerse con obligaciones familiares y demás, y quieren estar en una
situación en la que se minimice su deseo sexual. Quieren evitar las circunstancias
externas que los rodean y que los estimularían sexualmente.

Hasta aquí he llegado. Espero que a los lectores les resulte suficiente para poder
examinar su propia consciencia y elegir desde el corazón su propia vía. ¡Sarva Mangalam!

Buenos Aires, Argentina.


Luna Llena de Mayo, del Año del Conejo de Metal -2011-.
ANEXO I.

ANTECEDENTES RELIGIOSO-CULTURALES DE LA PENÍNSULA ÍNDICA.


Advertencia: Las fechas que se establecen a lo largo del texto no deben ser tomadas como firmes. Las
dataciones basadas en el método del Carbono 14, como las basadas en las estratigrafías geológicas,
siempre han sido imprecisas, y consecuentemente difieren de las usuales dataciones 'científicas' vigentes
entre los arqueólogos, antropólogos, paleógrafos, historiadores, etc. Las fechas basadas en datos de
fuentes escritas tienen asimismo otros problemas, generalmente por diferencias en los cómputos de
tiempo de una cultura a otra; por ser recopilaciones de textos anteriores cuyos originales tienen fechas
indeterminadas; y, finalmente, porque ideológicamente, sus autores -muchos de ellos con nombres
idénticos- asumen un origen mítico y sus fechas son asignadas a un pasado tan remoto como improbable, y
en todos los casos también imprecisos. He procurado hasta donde me resulta posible, seguir un cierto
orden cronológico basado tan solo en un criterio lógico secuencial absolutamente personal, en general
coincidente con fechas popularmente aceptadas por especialistas nativos.

Restos de seres humanoides indican que la India fue poblada durante un periodo que
oscila entre 200.000 y 600.000 años atrás. Se estima que los primeros pobladores
humanos se establecieron en el subcontinente hace 12.000 años. Los primeros poblados
confirmados datan del VII milenio a. C. en el lugar conocido actualmente como 'Refugios
Rocosos de Bhimbetka', en el actual territorio del estado de Madhya Pradesh. La
transición de comunidades agrícolas a comunidades urbanas más complejas comenzó en
un periodo de alrededor del 6000 a.C. Este periodo marcó el principio de una sociedad
urbana en India, conocida como la civilización del valle del Indo, también llamada
civilización Harappa, centrada entre los ríos Sáraswati y el Indo y se extendía hasta las
zonas de Ganges-Jamuná Doab, Gujarat y el norte de Afganistán, la cual llegó a su
máximo desarrollo entre el 3000 y 2000 a.C. Unos 1000 años antes ya habían surgido
como sociedades urbanas Súmer en la Mesopotamia asiática, y Egipto en el NO de África,
siendo las primeras culturas semíticas, y en sus historias llegaron a mencionar en su
momento a Harappa como un importante centro urbano.

La India no es una unidad cultural homogénea. Está integrada por cuatro grupos étnicos,
mejor calificados como culturas, de las tribus del valle del Indo, del Ganges, de Madrás y
de Mohenjo Daro, las cuales muestran raíces comunes védicas, y conforman la base
cultural predominante de la prehistoria y de la protohistoria de la antigua India. Las
regiones drāviḍa-s del sur y sureste, las del valle del Ganges en la provincia de Sind al
norte de la India y las del Indo o Harappa, en las márgenes del río Ravít en el actual
Paquistán al sur de Punjab, junto con las del Mohenjo Daro al sur de Pakistán occidental,
y Lothal, sumadas a la cultura de las tribus Veddas, muestran uniformidad cultural en
aspectos esenciales como el de los signos de escritura, llena de elementos sánscritos,
dravídicos, tamiles, etc. Además, estos pueblos tienen creencias y rituales con
referencia a un Dios con diferentes nombres, representado como un Ser hermoso, de
belleza sin igual, con dos pares de brazos y cuatro caras, cuya característica es su
presencia en cualquier punto cardinal. Los grupos étnicos se identifican, aparte de por
sus caracteres físicos, por los lingüísticos, representados aquí por las lenguas munda,
dravídicas y sánscritas. Al igual que cualquier otra denominación étnica, no tiene
ninguna denotación biológica más allá de los caracteres externos propios de su
adaptación al medio ambiente, sino que refiere únicamente a lo cultural y
lingüístico.
Las ciudades del Indo, en especial Harappa en las márgenes del río Ravít en el actual
Paquistán, y la antigua ciudad Mohenjo Daro –literalmente: "Colina de los Muertos"-, a
orillas del río existían desde el 3800 a.C. y duraron hasta su destrucción,
aproximadamente en el 1800 a.C., por parte de invasores arios. Su religión dominante
era el Shivaismo (los sellos representan al Śivá itifálico y con cuernos, sentado en
postura de loto o danzante como Natarāja). Hay símbolos sivaitas tales como falos de
piedra, svásticas, imágenes del toro, de la serpiente y de la diosa de las montañas
(Pārvatī).
La migración de pueblos nómades arios, que abandonaron por razones posiblemente
climáticas las regiones de Asia al sur de Rusia, culminó invadiendo en oleadas sucesivas a
Europa, India y Medio Oriente. Entre el 2300 y el 1900 a.C. fueron saqueadas e
incendiadas ciudades en el Asia Menor. Los textos hindúes relatan las guerras contra los
dasa y los pani, que eran los sobrevivientes de las civilizaciones del Indo que rechazaban
el culto védico, hablaban una lengua extraña y veneraban a Śiśnadeva (el dios del falo),
apacentaban grandes rebaños y vivían en ciudades fortificadas (pura-s); eran de piel
oscura y nariz pequeña.
Según la genealogía de los MahaPurāná-s (18 antiguos relatos), con la guerra del
Mahābhārata concluyó la conquista aria de la India (1400 a.C.) en el Madhyadeśa (el
territorio medio que comprende a Nueva Delhi). La guerra del Mahabharata y el Rig Veda
se ubican entre el 1.800 y el 1.400 a.C.

Los ādivasi-s (primeros ocupantes) de la India en el paleolítico, hablaban las lenguas del
grupo lingüístico munda o mom-khmer. Estos presentan semejanza física con el hombre
de Neanderthal. A este grupo de protoaustraloides de tribus originariamente afganas y
persas, pertenecen los Veddas, y sus subgrupos Bhil y Gond de la India central,
representantes actuales de esta primitiva población del sub-continente índico. Hablan
aun hoy día, una lengua que por etnonímia se denomina "Vedda", de donde "podría"
haberse derivado el nombre de Civilización o Cultura Védica, y quizás "podrían" haber
sido los creadores de los Veda-s, los más tempranos Libros Sagrados de la India. Según
modernos estudios, el influjo cultural de los Veddas abarcó a cingaleses, tamiles y
drāviḍa-s. Esta raza de hombres pequeños y de piel oscura a comienzos del Neolítico
llegó a poblar incluso la Europa, aunque gradualmente fue asimilada genéticamente o
exterminada por hombres más robustos del tipo Cro-Magnon. Las tribus Veddas estaban
extendidas por la mayor parte de las regiones de la península India, incluso en el norte,
en el valle del Indo y del Ganges, donde su estatura era más elevada y sus rasgos más
atenuados. Habitaban en refugios naturales, y según los antropólogos, sus rasgos son
muy parecidos a los de los aborígenes australianos. Posteriormente se mezclaron con los
recién llegados pueblos melánidos o melanohindúes, dando origen a los "vedoides",
denominados por los especialistas como predravídicos. Posteriormente, empujados por
las invasiones drávidas y arias, fueron replegándose hacia el sur, y actualmente están
marginados en la región insular de Ceilán, al sur de la India, en una zona montañosa
fértil, con cultivos de cocoteros, areca y arrozales, y son unos pocos millares. Viven
prácticamente en la edad de piedra, dedicándose a la caza, pesca y recolección de
alimentos. Su concepción religiosa es animista, en la que los hombres veneran fuerzas
sutiles que van más allá de los sentidos, a las que llaman espíritus o dioses. De este
modo, el hombre toma conciencia de los aspectos divinos que moran en los bosques,
ríos, fuentes y montañas: para el hombre animista, "todo es sagrado", tal como se
expresa en los Vedas. El respeto por el espíritu que habita en todas las cosas posibilita
un conocimiento intuitivo que es inaccesible para el pensamiento lógico. El animismo es
contrario a la apropiación de la tierra, a la agricultura y a la vida social urbana: la caza
y la recolección de frutos diversos forman la base de su supervivencia, y sus dioses y
espíritus exigen ofrendas para concederles beneficios.

Durante el Neolítico, apareció en la India otro grupo étnico-cultural de caracteres


primitivos, un pueblo de piel mucho más morena, casi negra, cabellos lacios, rasgos
finos parecidos a los europeoides, rasgos ovalados, ojos grandes y oscuros, labios
gruesos, nariz recta y fina, miembros delgados y cuerpo esbelto, y con una estatura
media de 1,62 m. Esta etnia melanohindú, denominado por los especialistas como etnia
de los "Drāviḍa-s Mesorrinos", se considera que constituyen una raza intermedia entre la
raza blanca y la negra. Su origen es oscuro... Hablaban una lengua aglutinante vernácula
hoy denominada prakṛta, lengua dravídica más conocida como "damil" (hoy llamada
Tamil). Sus lenguas pertenecen al grupo drāviḍa, diferentes de todo el grupo de lenguas
indoeuropeas. Allí encontramos: telugu, tamil, kanarés, mayalanan tulú, brahmí, gondi,
kota, kurukh, entre otras. Ocuparon originalmente la zona meridional, al sur de las
mesetas del Decán (Indostán), y se extendieron por las costas del Coromandel Indio,
dando vida a la llamada "Cultura de Madrás". Su cultura es bastante primitiva,
caracterizada por la caza y la recolección aunque también tenían incorporada la
agricultura, conocen la cerámica e incluso la forja del hierro. Los dravidas eran una
antigua cultura matrística que llegó a desaparecer ante el patriarcado de los pueblos
arios, cuando estos acabaron ocupando todo el Valle del Indo. Se mezclaron con las
tribus Veddas dando origen a un mestizaje esparcido por todo el Ganges. Los grupos
étnicos más comunes que sobreviven actualmente son los Munda y Tamil. En el Neolítico
y a principios de la Edad de Bronce, a fines del 6000 a.C. al fusionarse los cultos
animista y dravídico, se consolida el Shivaismo histórico en la forma de culto a Paśupati
(Señor de los seres limitados, los cuales son como animales en comparación con la
Divinidad) y a Pārvatī (la dama de las montañas). Este culto se mantendrá vigente hasta
la llegada de los invasores arios. Murugan se convierte en hijo de Śivá y se le llama
Kumārá (joven) o Skandá (derrame o efusión -referido al esperma-); nace en un
cañaveral y es alimentado por ninfas. Es una deidad adolescente, dios de la Belleza y de
la Guerra, sediento de la sangre de los animales que se le sacrifican. En otras regiones
se le denomina Dionyssos ("Dionisos" o también "Dionisio", latinizado), y Kourous en
Creta. Paśupati se corresponde con el dios cretense Zagreus, llamado luego Kretagenes.
Su leyenda, tal como las de Śivá y Skandá, fue confundiéndose gradualmente con la de
Dionyssos. Este culto se origina entre los ādivasi-s (los primeros habitantes: veddas y
drāviḍa), cuyas tribus llegaron a hablar la lengua munda, y sus símbolos son el gallo, el
carnero y la estaca. La lengua y cultura dravídica, que mantienen aún hoy los pueblos
del sur de India, extendieron su influencia antes de las invasiones arias, llegando a
abarcar desde la India, hasta Birmania por un lado y el Mediterráneo por el otro.

La tercera etnia se asienta en el N. E. de India, donde vivían numerosos individuos de


razas amarillas. Su fenotipo presenta pómulos salientes, nariz ancha y aplastada
parecida a los de pliegue mongol, piel amarilla, pilosidad corporal escasa y cabello lacio,
denominadas por los especialistas como etnias xantodermas, cuyo origen se cree
procedente de una mutación efectuada entre la raza leucoderma o blanca y un tronco
racial premongoloide, los "ainos" de la región del Himālaya y el Asam. Se dedicaban a la
agricultura y la cría de ganado en las zonas montañosas, se esparcieron por la región
Bengalí, la actual República de Bangladesh, Kmer (Birmania) y Tíbet. Con ellos se
introduce el tantrismo originario de Shang Shung, y su derivado popular: el Jainismo, con
lo que se instaura la creencia en la trasmigración (metempsicosis) y en el desarrollo del
hombre a través de múltiples existencias con forma animal y humana. El Jainismo
postula la imposibilidad de vinculación entre lo humano y lo sobrenatural: no hay
certeza que exista o no un principio creador, una causa primera o un dios. No obstante
tienen un fuerte sentido moral, exigen respeto por la vida, un estricto vegetarianismo y
la desnudez de sus adeptos. Los Jainas tuvieron una fuerte actividad difusora,
alcanzando gran influencia en algunas escuelas filosóficas griegas y en el Orfismo.
Posteriormente, el Hinduismo asimiló el tantrismo incorporado como variantes del
tantrismo drávida, y del Jainismo incorpora el vegetarianismo y la teoría de la
trasmigración, principios que no existían en sus orígenes veddas y drávidas, como
tampoco existían en el Shivaismo ni en la cultura védica originales. La cultura 'amarilla'
no aparenta ser predominante en la civilización India original, aunque posteriormente el
Buddhismo Indio la penetra y le aporta toda su potencia actual.

El cuarto grupo étnico-cultural está formado por las "etnias arias". No existe literatura
india que defina el fenotipo o rasgos físicos arios, y el afirmar que los arios eran una
raza o etnia blanca fue un error antropológico debido a intereses políticos, pues
presumiblemente se trataba de tribus nómades del Asia Central -indo-iranios y
posiblemente también mesopotámicos-. Algunos antropólogos consideran que esta región
incluía la zona del río Oxo, llamada actualmente "Amu Daria" –literalmente: "Crisol de
Razas"-, cerca del mar de Aral en el Cáucaso, área entre el Mar Negro y el Caspio, de
donde provienen. Los propios Arios afirman que su tierra de origen es Irán –una
modificación de Aria-. Su origen como nómades de las estepas de Asia en el Cáucaso les
facilitó invadir -no necesariamente en forma violenta- a los iranios y a los drávidas
hindúes del norte, empujándolos hacia el sur, aprox. en el 1800 a.C. Sus descendientes
en Persia son los aqueménidas, llamados en India kurus –deformación de kurgans según
la arqueóloga Gimbutas-. Sólo se conoce realmente el perfil de su personalidad.
En el valle del Indo había importantes ciudades que compartían una avanzada cultura.
Era la hoy llamada provisoriamente 'civilización de Harappa', en el noroeste. Su escritura
no ha sido descifrada aún. A partir del 2000 a.C., la religión aria asimila gradualmente al
Shivaismo, que es fruto de la fusión de los cultos de los veddas y los drávidas. En torno
al 1800 a.C., aquellas ciudades fueron abandonadas y su recuerdo se perdió, hasta que
recién en 1925 d.C. fueron redescubiertas y comenzaron las excavaciones arqueológicas.
También presumiblemente sus habitantes eran grupos Āryos quienes emigraron entonces
al fértil valle del Ganges, en el que tendrían su base los sucesivos imperios indios, como
el de los maurya y el de los Guptá. Pero la extensión y diversidad de la India nunca fue
favorable a la unificación imperial: hubo siempre una pluralidad de Estados. Las lenguas
principales de los aryos fueron el sánscrito en India y el avéstico o parsi (persa) en Irán.
Coincidiendo con su ingreso a India, los arios utilizaron el Sánscrito, hoy considerada
como la lengua originaria de todas las lenguas Indoeuropeas. La mayor parte de las
lenguas de la India actual, salvo las dravídicas del sur, derivan del Sánscrito. Sus
tradiciones forman la base de la moderna civilización india.

Estas tribus arias, al ingresar en la península índica, se ubican en la región NO. de la


India, en el valle del Indo y en la llanura indogangética, entre las cordilleras Himālaya y
Vindhya. "Bhārata" es el nombre original de la Antigua India. "Bhārata" es una palabra
sánscrita cuyo significado acróstico se forma a partir de "Bhā" que significa "Luz y
Conocimiento" y de "Rata" que significa "Dedicado, consagrado y destinado". Por lo tanto
"Bhārata" quiere decir "Destinado y dedicado a dar Luz y Conocimiento". La tierra de los
"Arios", tal como se conoce en el Mahābhārata, se denomina Vindhyāryāvarta, el antiguo
nombre de la India del norte, que significa "morada de los Arios de Vindhya". Además, el
legislador Mánu -1.200 a.C.- los ubica en la cadena montañosa del Himālaya.
Se podría concluir que los pueblos Ārya, en cuyo idioma el término Ārya significa rico,
honorable, noble por riqueza -de allí derivaron los significados poderoso, noble, noble
por naturaleza, por excelencia- son quienes pertenecen a esta tribu honorable, noble,
cualidad que es posteriormente atribuida al grupo de las tres primeras castas que ellos
establecen.
Ario entonces significa noble, espiritual, sabio, opuesto a an-ario o daasa: servidor,
ignorante, materialista. En tiempos posteriores Ario significó el conjunto de brahmanes,
kshatriyas, y vaisyas, siendo los shudras el equivalente de los daasa.
Los Aryas son personas de trabajo, amigables, señoriales, y Aryavarta es la tierra donde
habitan. Con las invasiones arias, denominaron ahora en sánscrito como Dravida al
conjunto de pueblos agricultores que hablan lenguas drávidas, y su religión se impone en
la India y se extiende inclusive hasta en el mundo mediterráneo que ya había sido
incursionado por la etnia drávida. Sus dioses son la personificación de fenómenos
naturales o virtudes humanas. Así, Indra es el dios del rayo, Varuna es el de las aguas,
Agni es el del fuego, Dyaús es el del aire, Aryama es el del honor, Bhága es el del
reparto de bienes, Rudrá es el destructor (que más tarde es identificado con Śivá).
La religión Hinduísta tiene su base en la literatura sagrada que los arios sumaron a los
Vedas, reelaborándolas para dar preeminencia a las deidades masculinas a las cuales
ellos rendían culto. Esta religión busca para el hombre dos cosas: el respaldo de los
dioses en aras de que obtenga protección, y el dominio de la Naturaleza. Producto de
esto es el posterior Hinduismo de India, y también las religiones griega y micénica que
estaban bajo su influencia. El Shivaismo se resiste a esta fusión y reaparece cíclicamente
bajo su forma primitiva en la India, o bien como el Dionyssismo helénico, y luego como
sectas místicas o esotéricas de los Misterios. El Orfismo es producto de la influencia del
Jainismo sobre el Shivaismo/Dionyssismo.

Las cuatro religiones de la antigua India se corresponden con las cuatro diferentes etnias
y sus respectivas concepciones del mundo y de los dioses. Estas cuatro grandes
corrientes de pensamiento religioso (animismo, culto dravídico, jainismo y culto ario)
fueron la base de casi todas las formas existentes de religión, incluyendo también las
semíticas: judaísmo, cristianismo e islamismo. La civilización semítica egipcia asimiló
numerosos elementos shivaitas -especialmente visible en el culto a Osiris e Isis-, pero
más tarde, el monoteísmo alejaría a las religiones semíticas de su antiguo pensamiento
religioso y cosmológico.
Durante el sexto milenio a.C. -comienzos del Neolítico- se consolida el Shivaismo, fruto
de las concepciones animistas y de la experiencia religiosa de los drávidas también
prehistóricos. A partir de entonces, aparecen en India y en el mundo mediterráneo,
símbolos y ritos shivaicos: el culto al falo, al carnero, al toro, a la serpiente, a la dama
de las montañas, al laberinto; la svástica (cruz gamada) y la danza extática. Los
testimonios de estos cultos se proyectan tan atrás en la historia humana y se extienden a
tantas regiones, que es incierto definir un lugar de origen. La tradición śaiva –sivaista- y
sus ritos se han mantenido en forma continua desde la prehistoria hasta la actualidad
solamente en la India.
La unidad de origen del Shivaismo y su enorme y extensa influencia se manifiestan en las
múltiples semejanzas de los relatos mitológicos. El conjunto de símbolos vinculado con
el culto a Śivá: el dios con astas, el toro, la serpiente, el falo erecto, el carnero, la
dama de las montañas, etc., se encuentra en la civilización agrícola que aparece
alrededor del 6000 a.C. y que abarca el sur de Asia, y Europa, y el norte de África. Las
primeras figuras fuertemente shivaistas se ubican en Anatolia, claramente en el
sudoeste, en la ciudad de Çatalhöyük (6000 a.C.), y en Harappa y Mohenjo Daro. En los
orígenes de la civilización egipcia aparecen los cultos del toro, del carnero y de Osiris
(existe una enorme figura del dios egipcio Min-itifálico- que data del 5000 a.C.).
Imágenes del dios toro o dios con astas se encuentran en Mohenjo Daro, en las
civilizaciones precélticas, en las minoicas, y en regiones del sudeste asiático (Camboya y
Balí). A partir del 4000 a.C. se desarrolla la civilización del Indo; los sumerios llegan por
mar a Mesopotamia, provenientes del Indo, influenciando así a la región de Medio
Oriente, Creta y Grecia continental. Desde principios del 3000 a.C. hasta las invasiones
arias, se desarrollaron en forma paralela las civilizaciones del Indo, Sumeria y Cnossos,
con incidencia en toda Europa, en la zona central y oriental de la India y en el sudeste
de Asia.
Hacia el 3000 a.C. se registró el diluvio histórico que dividió las dinastías sumerias en
prediluvianas y postdiluvianas. La cronología india sitúa este evento como el comienzo
del Kaliyuga (edad de los conflictos), mientras que el Mahabharata consigna que el final
de la era Dwápara yuga y el comienzo de Kali yuga comienza con la muerte de Krishna,
fecha que, un cálculo hindú realizado en un Concilio efectuado especialmente para ello,
establece que la fecha de su muerte es 18 de febrero del 3102 a.C.-.

Los Vedas –Rik, Sama, Yajur, y Atharvana- se dividen en seis partes: Chandas, el poder
del conocimiento primigenio o prajnana; Suddha, la manifestación simple de ese poder
en el mundo; Tantra, las manifestaciones especializadas del poder primigenio que
conforman las diferentes ciencias de jnana, iccha, y kriya; Siksha, la transmisión del
poder primigenio a los seres; Vyakarana, el acceso que el conocimiento permite a los
seres para conocer las causas y el origen; y finalmente el Yoga, la síntesis o reducción
de la multiplicidad a la unidad, o resultado -moksha- del adecuado movimiento de los
cinco precedentes. (Estos conceptos pueden observarse especialmente descriptos en los
Chandogya, Brihataranyaka, y Mundaka Upanishads). Los Dharmas o Códigos de Conducta
en consonancia con los Vedas son: Tapas o austeridades para el Rig Veda y rige en el
Krita Yuga; el Conocimiento -la Observación, o Estudio sumado a la Experimentación- es
el dharma del Treta Yuga detallado en el Yajur Veda; el Yagna o Sacrificio es el Dharma
del Dwapara Yuga contenido en el Sama Veda; y el Atmajnana o Conocimiento de Sí –
también denominado como Namaskara o Entrega de Sí, o Yoga- es la Única Ley del Kali
Yuga según consta en el Atharva Veda, pues las anteriores Leyes han perdido validez y
poder.
El deseo de vida samsárica es simbolizado por el triple fuego –Thapa Thraya-, que
provienen de la ignorancia fundamental: el fuego Adhyatmik que es el no-saber de
nuestra verdadera naturaleza esencial 'espiritual'; el fuego Adhybhoutika que es el no-
saber de los elementos materiales o prakrti; y el fuego Adhydaivikam que es el no-saber
del funcionamiento de la shakti o poder que permite interactuar a los dos precedentes.
Al ser ignorados estos tres fuegos, ellos simplemente arden, consumiendo de ese modo
la vida de los seres mediante un equivocado conocimiento, devoción, y acción, al
propiciar a dioses que desconocen, al hacerlo por mero egoísmo y por atracción a un
placer y conocimiento que intuyen y nunca llegan a alcanzar debido al desconocimiento.
Así se dice en el Vishnu Purana, Parte VI, Cáp. 1: "Durante el período del Kali, la vida no
se regirá por los preceptos de castas y grados, ni por el nacer entre determinados
ancestros-. …El varón fuerte, cualquiera sea la casta o familia en que haya nacido, será
amo y señor en la era Kali, será dueño de elegir su mujer entre cualquier clase de
gente".
En el Anushthana Chandrika, Parte I, Cáp. 1, se dice: "…los dioses dejarán de ser
perceptibles a los sentidos de los humanos, y con su desaparición, nadie sentirá
inclinación alguna a practicar el Dharma. …Con la desaparición de los Devas de entre los
seres humanos, desaparecen también el fervor y la fe de sus corazones. …Los ritos
védicos serán practicados solo por temor a la opinión pública. …La santidad del fuego se
volverá impura, y la raza de los verdaderos Kshatriyas se extinguirá de entre los
humanos. …Nadie tendrá interés en estudiar los Vedas; empobrecidos y con breves
existencias, los seres tratarán de obtener una mezquina subsistencia trabajando al
servicio de otros. …En materia de comisión y omisión, el mundo se atendrá firmemente a
la percepción directa de los sentidos…"
"Sin embargo, todos los seres humanos, durante el Kali Yuga, formarán una sola clase o
casta, seguirán una sola fe, y caminarán por el sendero de un solo Veda –al seguir el
antiguo y benéfico Dharma-. …Es que todos los mortales son considerado iguales pues
están formados por diferentes combinaciones de materia del mismo plano de existencia;
las divisiones y categorías se deben a sus cualidades y acciones, y no a otras cosas. …Los
mismos Vedas autorizan el abandono de los mandatos de castas y órdenes en algunos
casos y en ciertas circunstancias. El tiempo ha llegado ahora en que todos los dharmas
deberán, por su propia naturaleza, unificarse, y los humanos deben cesar de crear
diferencias y barreras odiosas durante este Kali Yuga. …Todos los seres tienen derecho y
están calificados para aspirar a la Sabiduría –Vidya-, lo único que otorga los medios para
alcanzar la verdadera felicidad. …La Visión de la Sabiduría no se desarrolla naturalmente
en el Kali Yuga, de allí la necesidad del Dharma. …El Conocedor mira por igual a todos
los seres, y por ello es considerado superior. …El momento adecuado para realizar ritos y
obligaciones es cuando el deseo de ello sobreviene."
ANEXO II.

EL 'TAPAS' EN EL HINDUISMO Y EN EL YOGA


Uno de los más grandes descubrimientos de la espiritualidad India es el de la conciencia-
testigo, la conciencia libre de sus estructuraciones psico-fisiológicas y de su
condicionamiento temporal, la conciencia del "liberado", es decir de aquel que ha
conseguido liberarse de la temporalidad y que, por lo mismo, conoce la verdadera,
indecible libertad. Consciencia (vidya) vs. nesciencia (avidya). La conquista de esta
libertad absoluta, de la espontaneidad perfecta, constituye el objeto de todas las
filosofías y de todas las técnicas místicas indias, pero es principalmente mediante alguna
de las múltiples formas del Yoga, que la India creyó poder asegurar la transmisión de
este conocimiento.
Por Yoga se entiende los métodos de ascesis y de meditación: medios adecuados para
lograr la liberación (moksa, mukti). El sistema o método yóguico es una práctica por la
cual la mente, el cuerpo y los sentidos pueden ser unidos a la naturaleza espiritual. Así
se obtiene un estado denominado también Yoga. Existe un Yoga "clásico", un "sistema de
filosofía" expuesto por Patanjali en su célebre tratado Yoga Sutra, e innumerables otras
formas "populares", asistemáticas, de yoga; y también las hay de yoga no-brahmánico -
yogas budista y jainista- y sobre todo, de yogas de una estructura "mágica", "mística" -
taoísmo, tantrismo, etc.-. Isvara, el dios de los yoguis, es un purusha libre, nunca
alcanzado por los klesa ni por la ilusión. Se corresponde con la Naturaleza de la Mente
del budismo.
Si etimológicamente yuj quiere decir "ligar", es sin embargo evidente que el "lazo" al que
lleva esta acción de atar, presupone, como condición previa, la ruptura de los lazos que
actualmente unen el espíritu al mundo. En otras palabras: la liberación no puede
efectuarse si previamente no nos hemos "desligado" del mundo, para abolir la dispersión
y los automatismos que caracterizan a la conciencia profana.
"Conocimiento experimental" significa: método, técnica, práctica. Nada se puede
adquirir sin obrar (kriya) y sin practicar la ascesis (tapas). Sólo después de haber
percibido, merced a la experiencia, los primeros resultados de esta técnica, es que
podemos tener fe (sraddha) en la eficacia del método. El método debe seguirse sin estar
impulsado por el "deseo individual" de obtener más rápidamente la extática "conjunción"
(samadhi).
La acción yóguica sin embargo, no quiere decir agitación, esfuerzos a todo precio.
Vacaspati Misra insiste particularmente sobre los dos puntos siguientes: a) que la acción
(Kriyayoga) no debe ser exagerada, a fin que el equilibrio fisiológico no sea
transformado; b) que no debe ser realizado con vista a los "frutos" (es decir: con "sed",
con "pasión"); no debe resultar del deseo "humano" de satisfacción de los apetitos y las
ambiciones, sino del deseo –calmo- de salir de lo "humano".
Patanjali señala cinco clases, o mejor dicho cinco "matrices" productivas de estados
psicomentales (cittvrtti): la ignorancia (avidya), el sentimiento de la individualidad
(asmita: "persona"), la pasión, el apego (raga), la repugnancia (dvesa), y el amor a la
vida, la "voluntad de vivir" (abhinivesa: Yoga Sutra, II, 3, y el comentario de Vyasa). No
se trata de cinco funciones psíquicas separadas: el organismo psíquico constituye un
todo, pero sus facetas son múltiples. Todas las clases de vrtti son "dolorosas" (klesa); por
consiguiente la experiencia humana, en su totalidad, es dolorosa. Solamente el Yoga
permite suspender los vrtti y de ese modo suprimir el sufrimiento.
"Los vasana se originan en la memoria", escribe Vyasa (ad Yoga-Sutra, IV, 9) subrayando
así su carácter subliminal. La vida es una continua descarga de vasana que se
manifiestan por los vrtti, la actividad sensorial (indriya) y la del subconsciente
(samskara).
La veracidad (satya), por ejemplo, consiste en poner de acuerdo la palabra y el
pensamiento con los actos. El pensamiento y la palabra corresponden a lo visto, oído o
deducido. Las palabras se pronuncian con el fin de comunicar conocimientos. Sólo se
puede decir que la palabra se ha usado para el bien general, y no para perjuicio, cuando
aquélla no ha sido engañosa, ni confusa, ni estéril.
Yendo al tema de la abstinencia sexual, esta tiene como objetivo la conservación de la
"energía nerviosa". El Yoga otorga capital importancia a esas "fuerzas secretas de la
facultad generadora", las cuales, al ser utilizadas, dispersan la más preciosa energía,
debilitan la capacidad cerebral y tornan difícil la concentración; si, por el contrario, son
dominadas y "frenadas", facilitan la ascensión contemplativa. Es necesario agregar, sin
embargo, que abstenerse sexualmente (brahmacarya) significa no sólo privarse de actos
sexuales, sino "quemar" la tentación carnal misma. El instinto no debe permanecer
subterráneo, difuso en el subconsciente, ni estar "sublimado" como el de los místicos,
sino, simplemente, destruido, "desarraigado" de la conciencia y de los sentidos.
La equivalencia entre el arcaísmo religioso indoeuropeo y el arcaísmo aborigen está
puesta bien en relieve por la práctica -y su teoría- del tapas. Este término (literalmente
"calor, ardor") indica el esfuerzo ascético en general, las denominadas austeridades. El
tapas está claramente atestiguado en el Rig Veda (p: ej. VIII, 59, 6: X, 136, 2; 154, 2, 4;
167, 1; 109, 4; etc.), y sus poderes son creadores, tanto en el plano cósmico como en el
plano espiritual; por medio del tapas el asceta se torna clarividente y participa de la
calidad del dios. Prajapati crea el mundo "acalorándose" a un grado extremo por medio
de la ascesis (Aitareya Brahmana, V, 32, I); lo crea, en efecto, por una especie de sudor
mágico fruto de su tapas. Para la teoría brahmánica, el propio Prajapati era producto
del tapas; al principio (agre) el No-Ser (asat) se hizo espíritu (manas) y acalorándose
(atapyata), dio origen al humo, a la luz, al fuego y finalmente a Prajapati (Taittiriya
Brahmana II. 2, 9, 1-10; en otros textos, el No-Ser está representado por las Aguas
primordiales, Satapatha Brahmana XI, 1, 6, 1).

Ahora bien, la cosmogonía y la antropogonía por el sudor son motivos míticos que se
encuentran también en otras partes, por ejemplo, en la lejana América del Norte. Están
unidos a alguna ideología shamanista: se sabe que los chamanes norteamericanos se
introducen en baños de vapor para provocar abundante sudor a fin de obtener la Visión.
En otras partes el shamán camina sobre las brasas e induce a los demás a imitarlo. Estas
costumbres por otra parte, no son más que algunos de los aspectos de una complejidad
ideológica más grande, anterior al chamanismo propiamente dicho: nos referimos al
"calor mágico" y al "dominio del fuego". Aumentar mágicamente el calor del propio
cuerpo o dominar al fuego hasta volverse insensible a la temperatura de la brasa, son
dos prestigios universales propios de los hombres-medicina, los shamanes y los fakires.
Ahora bien, como se sabe, una de las técnicas yogui-tántricas por excelencia consiste
justamente en producir calor interior ("calor místico"). La continuidad entre la más
antigua técnica conocida y el Yoga tántrico es, sobre este punto, incontestable.
La "sudación creadora" y la producción mágica del calor eran igualmente conocidas por
los indo-europeos. La pareja humana nació del sudor de Ymir y al provocar sudación en
el cuerpo de Gajomard, Ahura Mazda creó al hombre. El héroe irlandés Cuchulain sale
tan "acalorado" de su primer hazaña guerrera, el equivalente de una iniciación militar,
que hace saltar las planchas y los aros de la cuba en donde lo habían encerrado; el
mismo "furor-ardiente" encontramos en el héroe de los Nartes caucásicos, Badraz.
Como lo demostrara Georges Dumézil, varios términos del vocabulario "heroico" indo-
europeo -furor, ferg, wut- expresan justamente este "calor extremo" y esa "cólera" que
caracterizan, en otros niveles de la sacralidad, la incorporación del poder. Los indo-
europeos conocían la técnica y la ideología del "calor mágico" porque dependían todavía
de un horizonte espiritual arcaico, shamánico, lo mismo que varios grupos étnicos del
Asia.
Ortodoxia, en la India, significa ante todo dominación espiritual de una casta, la de los
brahmanes. Su "sistema" teológico y ritual puede ser reducido a dos elementos
fundamentales: 1º) los Vedas son considerados como elementos de un corpus escriturario
inalterable; 2º) el sacrificio tiene allí la mayor importancia. Los dos elementos son
"estáticos" por excelencia. Y, sin embargo, la historia religiosa de la India indoaria se nos
revela como esencialmente dinámica, en perpetua transformación. Un doble hecho
explica este fenómeno, hecho alimentado y sostenido hasta ahora por la ortodoxia
brahmánica: 1º) merced a la hermenéutica, los Vedas han sido reinterpretados
incesantemente; 2º) merced a las homologaciones místicas, rituales o religiosas, toda la
complejidad de culto y mística extra-ortodoxa ha sido reducida, por decir así, a un
denominador común y finalmente absorbida por la ortodoxia. La asimilación de las
divinidades "populares" autóctonas por el hinduismo es un fenómeno incluso actual.
Evidentemente, la ortodoxia no efectuaba esta absorción sino en los momentos de crisis,
es decir, cuando sus antiguos esquemas rituales y doctrinales ya no satisfacían a sus
propios cultores, y cuando importantes "experiencias" o enseñanzas ascético-místicas se
producían extra muros. Podemos distinguir, en el curso de la historia, una reacción
contra el esquematismo ritual brahmánico, y también contra el exceso de "abstracción",
reacción cuyo punto de partida se encuentra en el seno mismo de la sociedad india. Esta
reacción aumentará de volumen a medida que la India se encuentre más "brahmanizada"
e "hinduizada", es decir, cuando la absorción de los elementos extra-arios y extra-
brahmánicos sea más intensa.

Es principalmente en la India donde se han desarrollado, con una amplitud desconocida


en otros lados, las prácticas de la ascesis, y una ideología extremadamente compleja se
ha formado alrededor de la noción del tapas. Cantidad de episodios de la mitología o del
folklore religioso indio nos muestran a los dioses o mortales reducidos a cenizas por
medio del tapas de un gran asceta. En otras palabras, en el suelo indio es donde la
tradición mágica de un incontestable arcaísmo y de repercusión universal, conoció una
completa expansión, sin antecedentes en ninguna región de la tierra. Este
"acaloramiento" ritual no estaba solamente reservado a los ascetas y a los "extáticos". El
sacrificio védico del soma exigía del oficiante y de su mujer el cumplimiento de la diksa,
rito de consagración que incluía la velada ascética, la meditación en silencio, el ayuno y
también el "calor", el tapas y este rito podía durar desde un día hasta un año. Ahora
bien, el sacrificio del soma era uno de los más importantes de la India védica y
brahmánica: es como decir que el tapas formaba parte de la experiencia religiosa del
pueblo indio en total. De ahí parece resultar que, al menos teóricamente, no había
solución de continuidad entre el ritual y las técnicas ascéticas y contemplativas: la
diferencia entre el oficiante y el tapasvin fue, al principio, mínima.
La continuidad entre el ritual y la ascesis también se observa en otras culturas: en el
mundo cristiano, monjes y laicos rezan las mismas plegarías y comparten el mismo
calendario religioso, aunque varíe el grado de sus experiencias personales. Pero son los
eremitas del desierto al principio, y las órdenes de clausura después, quienes alcanzan
los altos niveles místicos similares a los de aquellos yoguis que practican el tapas.
Es importante el subrayar la unidad de las concepciones fundamentales existente desde
la época védica, para comprender mejor el sentido de las síntesis hinduistas ulteriores,
efectuadas principalmente por medio de la asimilación y homologación de los valores
religiosos extra-brahmánicos y aún extra-arios.
El tapas o ardor ascético se obtiene mediante el ayuno velando cerca del fuego, por
meditar en los cementerios, y por otros medios, aunque se obtiene también por la
retención de la respiración. Los Yoga-Sutra se refieren cuatro veces al valor espiritual
del Tapas: II, 1, 32, 43; VI, 1. La retención de la respiración empieza a desempeñar,
sobre todo desde la época de los Brahmana, un papel ritual: al cantar la Gayatrastotra,
no se debe respirar (Jaimini-Brahmana III, 3, 1; Katisít. Brahmana XXIII, 5). Pueden
considerarse también las alusiones a la respiración en el Atharva Veda (XV, 15-18).
Todas estas indicaciones se orientan a que, para consagrarse con miras al sacrificio del
soma, hay que practicar el tapas y tornarse "ardiente", siendo el "calor mágico" la señal
por excelencia del alejamiento de la condición humana, de lo "profano". Sin embargo el
calor se produce igualmente por medio de la disciplina o la detención de la respiración,
lo cual permitirá, por un lado, asimilar las técnicas yoguis a los métodos ortodoxos,
brahmánicos, y por otro lado, asimilar el yogui al tapasvin: en fin, percibimos ya la
audaz homologación del sacrificio védico con las técnicas del éxtasis.
Esta homologación ha sido posible principalmente por las teorías de los Brahmana con
respecto al sacrificio. Es superfluo el recordar la importancia del sacrificio, desde los
tiempos védicos. El sacrificio es todopoderoso. Los mismos dioses subsisten gracias a las
ofrendas rituales: "Es el sacrificio, Indra, que te ha hecho tan poderoso... Es el culto el
que ayudó a tu rayo cuando fulminaste al Dragón" (Rig Veda, III, 32,12)... Es el sacrificio
el principio de la vida y el alma de todo dios y de todo ser (Satapatha Brahmana, VIII, 6,
1,10; etc.)...
Al principio los dioses eran mortales (Taittiriya samhitta, VIII, 4, 2,1, etc.)... se
volvieron divinos e inmortales mediante el sacrificio (ibid. VI, 3, 4, 7; VI, 3, 10, 2; etc.;
ellos viven de los presentes de la tierra, tal como los hombres viven de los presentes del
cielo (ibid, III, 2, 9, 7; etc.). Pero ante todo, el sacrificio expresa al nivel de la acción,
"obras", el deseo de rehacer el mundo, de reunir los miembros de Prajapati.
El mito es conocido: cuando Prajapati creó al mundo, sus miembros se desprendieron y
los dioses lo han "recompuesto" (Taittiriya Brahmana I, 2, 6. 1, etc.). Mediante el
sacrificio Prajapati es reconstruido (Taittiriya Samhita V, 5, 2, 1) pero eso puede
también entenderse en el sentido de que Prajapati es "recompuesto" para que pueda
repetir la cosmogonía y que el mundo pueda durar, continuar. Como lo observa Sylvain
Lévi, el sacrificio no se hace, se lo extiende, se lo continúa: es necesario impedir que el
sacrificio se interrumpa.
Esta descripción paradójica del sacrificio -expresado como una continuidad que es sin
embargo un retorno a la unidad primordial, a la plenitud del Prajapati de antes de la
Creación- no modifica su función esencial: la de asegurar "el segundo nacimiento".
Efectivamente, el simbolismo iniciático del sacrificio está subrayado por su simbolismo
sexual y ginecológico. Los textos son claros, por ejemplo en el Aitareya-Brahmana, I, 3,
hace exposición clara del sistema de homologación: "Los sacerdotes transforman en
embrión a aquel a quien dan la diksa. Lo rocían con agua; el agua es la simiente viril
(...) Le hacen entrar en la cavidad especial, es la matriz de quien intermedia la diksa; le
hacen entrar así en la matriz que le conviene. Lo cubren con ropa: la ropa, es el amnios
(...) Se le pone por encima una piel de antílope negro: el corion en efecto, está encima
del amnios (...) Mantiene los puños cerrados: en efecto, el feto tiene los puños cerrados
mientras está en el seno materno, el niño, al nacer, tiene los puños cerrados (...) Se
despoja de la piel de antílope para entrar en su baño: es por eso que los fetos vienen al
mundo despojados del corion. Conserva su ropa al entrar en el baño y es por eso que el
niño nace cubierto por el amnios".
Este simbolismo no es creación de los Brahmana. Universalmente, el iniciado ha sido
asimilado a un recién nacido y no faltan ejemplos en que la choza iniciática era
considerada como el vientre de un monstruo (citado por Frazer, Spirits of the Corn): el
candidato se encontraba allí "engullido", ritualmente "muerto", pero también en estado
de embrión. Como la finalidad del sacrificio era el obtener, después de la muerte, el
cielo (svarga), una morada común con los dioses, o la calidad de dios (devatma),
encontramos también aquí una simetría con el concepto fundamental de la iniciación
arcaica, de la que se creía que podía asegurar a los iniciados, la mejor condición en
ultratumba. Más aún: la iniciación no se reduce al ritual de muerte y re-nacimiento, sino
que incluye una gnosis secreta. Ahora bien, la "ciencia" de los Brahmana, aunque se
concentra alrededor de los misterios del sacrificio, desempeña igualmente un
importante papel. El simbolismo ginecológico y obstétrico de la iniciación se prolongó en
las imágenes del aprendizaje filosófico: Sócrates reivindica la misión de la partera: en
efecto, él asiste en el nacimiento del "hombre nuevo", ayuda al parto de "aquel que
sabe". "Ese mundo (el mundo de los dioses) pertenece solamente a los que saben"
(Satapatha Brahmana X, 5, 4, 16). En los Brahmana, la frase "el que sabe así" (ya evam
veda) está repetida muy a menudo.
Muy pronto, el sacrificio fue asimilado al tapas. Los dioses obtuvieron la inmortalidad,
no solamente mediante el sacrificio, sino también por medio de la ascesis. El Rig Veda
(X, 167,1) afirma que Indra forzó el cielo merced al tapas, y esta idea es llevada muy
lejos por los Brahmana: "Los dioses han conquistado su divino rango con la austeridad"
(Taittiriya Brahmana III, 12, 3, 1, etc.). Porque el tapas es, también él, un "sacrificio". Si
en un sacrificio védico se ofrece a los dioses el soma, manteca fundida y el fuego
sagrado, en la práctica ascética se les ofrece un "sacrificio interior" en el que las
funciones fisiológicas substituyen a las libaciones y a los objetos rituales. La respiración
es identificada a menudo con una "libación ininterrumpida", Vaikhanasasmarta sutra, II,
18, habla del pranagnihotra, es decir del "sacrificio cotidiano de la respiración".
Encontramos en el mismo texto la asimilación de las funciones fisiológicas y de los
órganos a los diferentes fuegos rituales, a los objetos necesarios para el sacrificio, etc.
"El luminoso atman es el oficiante, el intelecto es la esposa, el loto del corazón es el
vedi; el vello del cuerpo es la hierba dharba; el prana es el Garhapatya; el apana es el
Abavaniya; el vyana es Daksinagni; el udana es el fuego Sabhya; el samana es el fuego
Avasathya; son los cinco fuegos (del sacrificio). Los órganos de los sentidos son los vasos
sacrificatorios, los objetos de los sentidos, el gusto, etc., las substancias sacrificantes."
He aquí un texto brahmánico en que el pranayama es homologado a una de las
variedades más ilustres de sacrificio védico, el agnihotra (oblación al fuego, que cada
dueño de casa debía practicar cotidianamente, de mañana antes del alba, y después del
crepúsculo): le llaman "agnihotra interior". Mientras habla, el hombre no debe respirar, y
ofrece entonces su respiración a la palabra. He aquí dos oblaciones continuas e
inmortales: en el sueño y en la vigilia, el hombre las ofrece sin interrupción.
Las demás oblaciones tienen un fin y participan de la naturaleza del acto (karma). Los
antiguos, que conocían este verdadero sacrificio, no ofrecían el agnihotra (Kausitaki
Brahmana Upanishad, II, 5).
Encontramos el mismo concepto, en forma más discreta, en el Chandogya Upanishad, V,
19-24: el verdadero sacrificio consiste en las oblaciones de la respiración; "el que ofrece
el agnihotra sin saber esto (sa ya idam avidyan) es como aquel que hiciera la ofrenda en
la ceniza" (V, 24, 1). Esta forma de sacrificio es generalmente llamada con el nombre de
"sacrificio mental". Podríamos llamarlo más bien "interiorización ritual" pues implica,
aparte de la oración mental, una asimilación profunda de las funciones fisiológicas a la
vida cósmica. Esta homologación de los órganos y funciones fisiológicas a las regiones y
ritmos cósmicos es un hecho pan-indio. Se han encontrado huellas en los Vedas, pero en
verdad, es sólo en el tantrismo donde llegará a adquirir la coherencia de un sistema, y
esto, en gran parte, es debido al aporte experimental de las técnicas yoguis.
Los textos que acabamos de citar se refieren, sin duda, a ciertos ascetas que
practicaban el pranayama, homologado por ellos al sacrificio concreto llamado
agnihotra. No es este más que un ejemplo de validación, por la tradición ortodoxa, de
un ejercicio que, en sí mismo, estaba desprovisto de lazos que lo unieran a esta
tradición. Ahora bien, la homologación trae como consecuencia práctica la substitución
que ella justifica. La ascesis se transforma así en un equivalente del sacrificio, del ritual
védico. Desde ese momento se comprende fácilmente de qué manera penetraron las
demás prácticas yoguis en la tradición brahmánica, y cómo fueron aceptadas.
Por otra parte, no deberíamos imaginarnos que esta homologación se haya hecho en un
solo sentido. No son siempre los partidarios fervientes de las prácticas yoguis los que
tratan de obtener del brahmanismo la validación de su actitud y de su método. La misma
ortodoxia ha tomado la iniciativa, a menudo. El número ínfimo de "herejías" que ha
marcado los tres mil años de vida religiosa india se debe por un lado, a los incesantes
esfuerzos de las innumerables sectas y corrientes para validarse en el seno de la
tradición, y por otro lado a la incesante acción asimilativa e "hinduizante" de la
ortodoxia.
Con el tiempo, la "ciencia" del sacrificio y de las técnicas litúrgicas pierde su valor, y una
nueva ciencia, la del conocimiento de Brahma viene a reemplazarla.
El camino está así abierto a los rishis upanishádicos y, más tarde, a los maestros del
Samkhya, para quienes la ciencia verdadera basta para obtener la liberación. Porque "los
sacrificios son comparables a endebles canoas "bogando en pleno océano y con peligro
constante de zozobrar" como se dice en el Mundaka Upanishad (I, 2, 7).
La concepción de este "sacrificio interior" es fecunda, y permitirá a los ascetas y
místicos, aún los más independientes, mantenerse en el seno del brahmanismo, y más
tarde, del hinduismo.

Más precisa es la información sobre Tapas en el Baudhayana Dharma Sutra, IV, 1, 24,
según la cual se produce el calor mágico reteniendo la respiración. En el
Majjhimanikaya, I, 244, etc., se nos transmite la misma tradición.
La práctica involucra ejercitar un cierto control sobre nuestros deseos y apetitos, de tal
modo que podamos experimentar "la tranquilidad o quietud, la sencillez y el contento".
El budismo ve en la "avidez" a un enemigo del 'contento', pero no ve en todos los deseos
algo "malo" per se. Muchos deseos son naturales y necesarios e incluso saludables.
Cuando tenemos hambre, sed o frío, nuestros deseos por tener comida, agua o calor son
totalmente naturales y positivos. Nuestros deseos por tener amistades, una comunidad
de pertenencia, belleza, creatividad y la expresión productiva de nuestras energías, son
por igual positivas. En suma, pareciera que poseemos un deseo todavía falto por cumplir
de nuestro potencial espiritual, ya que sin este deseo no podríamos crecer y
desarrollarnos.
El despojarnos de todo deseo nos condenaría a una vida de estancamiento. Así que nos
es debido distinguir entre un deseo saludable y necesario para la vida, de aquellos
deseos compulsivos que nos mantienen limitados a un ciclo interminable de
insatisfacción. El deseo de este tipo podría ser definido como un deseo que no puede
satisfacer la necesidad que estamos intentando aquietar. Por ejemplo, si comemos de
más no estamos ingiriendo alimentos por una necesidad nutricia. Tal vez buscamos
tranquilizarnos por medio de la comida pues carecemos de autoestima o de afecto. Pero
la comida no puede llenar estas carencias, de hecho, el comer de más nos dificultará
obtener lo que necesitamos realmente.
La abstinencia también hace que la energía esté disponible para otros propósitos,
especialmente la meditación. Por esta razón, los budistas que normalmente no son
célibes se refrenan de la práctica sexual por períodos temporales específicos, tal vez
sólo por algunas semanas o estando en retiro, o tal vez por un tiempo más largo.
A. Coomaraswami llega a decir: Cuanto más superficialmente se estudia el budismo,
tanto más parece diferir del brahmanismo, en el cual se originó; cuanto más profundo es
nuestro estudio, tanto más difícil se torna distinguir entre el budismo y el brahmanismo,
o decir en cuales aspectos, si los hay, el budismo no es realmente [brahmanismo]
ortodoxo.
ANEXO III

SEXUALIDAD EN EL BUDISMO TÁNTRICO.


En la temprana cultura hindú se rendía culto al poder generador del universo como la
Diosa Madre. Representada por una gran cantidad de símbolos hindúes, ella se halla con
frecuencia ligada a los animales, cuyo valor sagrado y de culto se relacionaban con su
fuerza y su virilidad sexual. Algunos aspectos de sus mitos y rituales hunden sus raíces en
un período muy remoto.
Los estudiosos de la sexualidad han encontrado que en el momento del orgasmo los seres
humanos más sensibles llegan a experimentar una cierta disolución del ego y una fusión
con la pareja. Cuanto más intenso o profundo llega a ser este orgasmo, más profundos
llegan a ser estos sentimientos, al punto de llegarse a verdaderas experiencias extáticas
de unión cósmica. Desarrollar las pautas de sensibilización para poder lograr tal
experiencia, sumado al fundamentar el cómo, cuándo y por qué es que tal proceso
sucede en el interior de los seres humanos, y finalmente llegar a obtener un elevado
estadío espiritual, todo esto probablemente haya sido la raíz del tantra 'religioso'.
El tantra está incluido en la temprana historia de la cultura india junto con los Vedas.
Para una comprensión simple del tantra, puede considerárselo como un método para
que el practicante pueda involucrar sus emociones y su imaginación en el proceso
de meditación. De ese modo, el objetivo del sadhana tántrico es la reunión de los dos
principios polares en el propio discípulo. "Revelado" para ser aplicado en el kali yuga, el
tantrismo es, ante todo, una práctica, una acción, una realización (sadhana). Pero
aunque la revelación sea para todos, el sendero tántrico comporta una iniciación que
solamente puede ser efectuada por un gurú: aquí aparece la verdadera importancia del
Maestro, el único que puede transmitir "de boca a oído", la doctrina secreta, esotérica.
De hecho, la civilización de la antigua India dio lugar a que el tantra evolucionara
mediante algunos de los más eminentes maestros espirituales de la tierra. Sobre este
punto también el tantrismo presenta sorprendentes analogías con los Cultos de los
Misterios de la antigüedad y con las diversas formas de la Gnosis, que fueron
apareciendo en otras culturas del mundo debido a una inexorable expansión del
conocimiento original.
Los tantra hindú y budista son los troncos principales de un árbol que maduró a partir de
los cultos antiguos y tradiciones orales, y se extendió por Nepal, Tíbet, Mongolia, China,
Japón, el Cercano Oriente y hasta Occidente.
Toda mujer desnuda encarna la Naturaleza, la prakrti. Por tanto habría que mirarla con
la misma admiración y el mismo desapego que al considerar el secreto insondable de la
Naturaleza, su capacidad ilimitada de creación. La desnudez ritual de la yoguini tiene un
valor místico intrínseco: si ante la mujer desnuda el yogui no descubre en su ser más
profundo la misma emoción terrorífica que se siente ante la revelación del misterio
cósmico, es que no se está realizando el rito, sino un acto profano, con todas las
consecuencias conocidas (reforzamiento de la cadena kármica, etc.). La segunda etapa
consiste en la transformación de la mujer-prakrti en encarnación de la shakti: la
compañera del rito se convierte en una diosa, de la misma manera que el yogui debe
encarnar al dios.
La iconografía tántrica de las parejas divinas (en tibetano: yab-yum, padre-madre), de
las innumerables "formas" de budas abrazados por su shakti, constituye el modelo
ejemplar del ceremonial sexual (maithuna). Se advierte la inmovilidad del dios: toda la
acción está del lado de la shakti (en el contexto yóguico, el espíritu estático contempla
la actividad creadora de la prakrti). Y también que la inmovilidad realizada
conjuntamente sobre los tres planos del "movimiento" –no se expulsa pensamiento,
respiración, ni semen- constituye el objetivo supremo. Aquí todavía se trata de imitar un
modelo divino: Buda, o Shiva, el espíritu puro, inmóvil y sereno en medio del juego
cósmico.
El maithuna, en primer lugar, permite dar ritmo a la respiración y facilitar la
concentración pues está sustituyendo, o más bien, "apoyando" el pranayama y el
dharana. La yoguini es una joven instruida por el guru y por tanto su cuerpo está
consagrado. La unión sexual se transforma en un ritual mediante el cual la pareja
humana se convierte en divina. El pranayama y el dharana no constituyen mas que los
medios por los que, durante el maithuna, se logra la "inmovilidad" y la supresión del
pensamiento, la "suprema gran felicidad" (paramamahasukha) de los doha-kosa: es
samarasa (si bien Shahidullah traduce ese término por "identidad de goce", se trata mas
bien de una "unidad de emoción", y mas exactamente de la experiencia paradójica,
inexpresable, del descubrimiento de la Unidad). "Psicológicamente", el samarasa se
obtiene, durante el maithuna, cuando el semen (shukra) y la sangre (rajas) de las
mujeres permanecen inmóviles. Los textos insisten mucho en la idea de que el maithuna
es ante todo una integración de los principios. «La verdadera unión sexual es la unión de
la prashakti (kundalini) con el atman; las otras no representan mas que relaciones
carnales con las mujeres» (Kularnava-tantra, V, 111-112). El Kalivilasa-tantra (capitulo
X-XI) expone el ritual, pero precisa que debe realizarse únicamente con una esposa
iniciada (parastri).
Que el sadhaka ame (prema) a su mujer (mudra) de todos los modos posibles, pues de lo
contrario la unión carnal no produce realización. El yogui no debe tocar a su nayika por
obtener placer corporal sino para el perfeccionamiento interior. La práctica ritual
convierte a ambos en manifestaciones o emanaciones de la pareja de deidades bajo cuya
'presencia' se lleva a cabo el acto de amor supremo, creador, que 'sucede' en un
momento único del tiempo: el 'principio del tiempo', el 'tiempo primordial sin principio',
el 'instante trans-temporal' donde sucedió la manifestación.
La unión tiene lugar entre dos "dioses". El juego erótico se realiza en un plano
transfisiológico, pues nunca tiene fin. Durante el maithuna, el yogui y la nayika
incorporan una "condición divina", en el sentido en que no solamente experimentan la
beatitud, sino que pueden contemplar directamente la realidad esencial. Es la
"identidad del gozo", en la experiencia inexpresable de la Unidad (samarasa) cuando se
alcanza el estado de sahaja, del no condicionamiento, de la espontaneidad pura. Puede
reconocerse aquí el tema favorito de los madhyamika y, en general, de los filósofos
mahayanistas. Pero el tántrico se interesa por la realización (sadhana); quiere "realizar"
la paradoja expresada por todas las fórmulas y las imágenes que caracterizan la unión de
los contrarios, quiere acceder experiencialmente al estado de no-dualidad. Los textos
budistas habían popularizado sobre todo dos "parejas de contrarios": prajna, la
sabiduría, y upaya, el medio de obtenerla; sunya, el vacío, y karuna, la compasión.
"Unificarlas"' o "trascenderlas" equivalía en suma a acceder a la situación paradójica de
un bodhisattva; en su sabiduría, este no ve mas personas (pues, metafísicamente, la
"persona" no existe; no existe mas que un agregado de elementos), y por tanto,
mediante su compasión, el bodhisattva se esfuerza por beneficiar a las personas.
El Tantrismo en el budismo es un conjunto de enseñanzas en las que se incluye el
transmutar el impulso sexual para la realización del Nirvana, toda vez que tal impulso es
un reflejo distorsionado, emanado del 'placer' que caracteriza uno de los aspectos del
estado iluminado. Si bien en la antigüedad el tantrismo se practicaba tanto con parejas
como sin ellas, actualmente el budismo tántrico utiliza principalmente la meditación y
visualización.
Aquí surge una primera característica del tantrismo: su actitud anti-ascética propia de
los monjes hinayana, y en general anti-intelectual propia de los eruditos. "Los asnos y
otros animales se pasean, también ellos, desnudos. ¿Son yoguis por eso?" (Kularnava
Tantra, V, 48). Ya que el cuerpo del hombre representa al Cosmos y a todos los dioses,
ya que la liberación sólo puede ser obtenida partiendo del cuerpo, es muy importante
poseer un cuerpo sano y fuerte. En ciertas escuelas tántricas el desprecio hacia la
ascesis y la teorización es acompañado por el rechazo categórico de toda práctica
meditativa: la liberación es la espontaneidad pura. Sarahí escribe: "Los yoguis infantiles,
como tantos otros ascetas, no serán nunca capaces de encontrar su naturaleza propia.
No se necesitan los mantra, ni imágenes, ni los dharani; todos son causa de confusión.
En vano se busca liberación mediante la meditación... Todos están hipnotizados por el
sistema de los jhana (meditación), pero nadie tiene interés en realizar su propio Yo".
Otro autor sahajiya, Lui-pa [el Mahasiddha 'Pescador' Matsyendranath (aprox. s. IX d.C.),
el primero de los Mahasiddhas, llamado Macchendra por los nepalíes y Luhi-pa –Luyi
pada- por los tibetanos, fundador de la escuela Kaula del Tantra, a quien se disputan
tanto los budistas como los hinduistas como perteneciente a sus respectivas tradiciones],
escribe a su vez: "¿De qué sirve la meditación? A pesar de ella, uno muere en el
sufrimiento. Abandona pues todas las complicadas prácticas y la esperanza de obtener
algún siddhi, y acepta el Vacío (Sunya) como tu verdadera naturaleza".
Visto desde afuera, el tantrismo parecería así constituir un "sendero fácil, que conduce
en forma agradable, y casi sin obstáculos, a la libertad. Porque los vamacari piensan
llegar a la condición iluminada, utilizando, en forma ritual, el vino, la carne y el amor
carnal, elementos prohibidos para la ortodoxia. El Kularnava-tantra (VIII, 107) detalla
que la unión suprema sólo se obtiene mediante la unión sexual.
Y el célebre Guhyasamaja-tantra afirma en forma perentoria: "Nadie alcanza a obtener
la perfección mediante operaciones difíciles y cansadoras; mas la perfección puede
adquirirse fácilmente mediante la satisfacción de todos los deseos" (ed. Bhattacharyya,
Baroda, 1931). El mismo texto agrega que la lujuria está permitida (se permite, por
ejemplo, comer cualquier tipo de carne, etc.), que el tántrico puede matar a cualquier
animal, que puede mentir, robar, cometer adulterio, etc. ¡No olvidemos que el
Guhyasamája Tantra tiene por finalidad el obtener rápidamente la condición de Buda! Y
cuando Buda en ese tantra revela a la Asamblea de los innumerables Boddhisattva esta
extraña verdad y estos protestan, Buda les hace ver que lo que Él les enseña no es otra
cosa que la boddhisattvacarya, "el comportamiento del Boddhisattva". Porque, agrega,
"la conducta de las pasiones y afectos (ragacarya) es la misma que la conducta de un
Boddhisattva (boddhisattva-carya), siendo esta la mejor conducta (agracarya)".
En otras palabras: todos los contrarios son ilusorios, el extremo mal coincide con el
extremo bien, la condición de Buda puede -dentro de los límites de este mar de
apariencias- coincidir con la inmoralidad suprema; todo esto porque sólo el Vacío
universal es, y todo el resto está desprovisto de realidad ontológica.
Cualquiera que haya comprendido esta verdad, que es, ante todo, la verdad de los
budistas madhyamaka, en parte compartida por otras "escuelas", se convierte en Buda.
Pero la "facilidad" del sendero tántrico es más bien aparente. Ciertamente el equívoco
metafísico del Sunya alentó y justificó muchos excesos de los vamacari (p. ej., las
"orgías tántricas"). Pero las interpretaciones desajustadas y desordenadas de los dogmas
pertenecen a la historia de todas las místicas. De hecho, el sendero tántrico presupone
un sadhana largo y difícil, que recuerda a veces las dificultades del opus alquímico.
Volviendo al texto que acabamos de nombrar, el "Vacío" (Sunya) no es simplemente un
"no-ser"; más bien se asemeja al brahmán del Vedanta, es de esencia adamantina y es
por eso que se lo llama vajra (= diamante). "Sunyata, que es firme, substancial,
indivisible e impenetrable, refractario al fuego e imperecedero, es llamado vajra"
(Advaya-vajra-samgraha, edición Gaekward Oriental Series). Ahora bien, el ideal del
tántrico budista es transformarse en un "ser de diamante", con lo que, por un lado, se
une al ideal del alquimista indio y del hathayogui, y por otro lado trae a nuestra
memoria la famosa ecuación atman = brahmán de los Upanishad. Para la metafísica
tántrica, tanto hindú como budista, la realidad absoluta encierra en sí todas las
dualidades y polaridades reunidas, reintegradas, en un estado de absoluta Unidad
(advaya). La Creación y el devenir que se desprende de ella, representan el estallido de
la Unidad primordial y la separación de los dos principios; por consiguiente, se
experimenta un estado de dualidad (objeto-sujeto, etc.); y tenemos entonces el
sufrimiento, la ilusión, la "esclavitud".
La ortodoxia budista se opone a la visión tántrica en los siguientes términos: "Parece
haber una confusión aquí entre trascender y sucumbir el ego. El ego se pierde en el
sueño profundo; tampoco se es consciente en otras muchas situaciones; no porque se
haya trascendido el ego sino porque, temporalmente, se ha regresado a un estado
inferior de ego o de consciencia. El ego se ha incrementado puesto que la sensación de
haber logrado realizar lo que se considera valioso, es entendido como el orgullo de
poder satisfacer y satisfacerse. Y lo de "unión" es un disparate... Buscar la permanencia
en algo que es incapaz de proporcionarle permanencia; buscar lo real entre lo irreal. No
hay cosa finita que pueda proporcionar infinita e ilimitada satisfacción y plenitud -
emocional o de otro tipo-; y eso es lo que, con frecuencia, suele buscarse en el sexo.
Hay cierta intimidad física en el sexo. Si se tratara de intimidad emocional sería otra
cuestión. No hay duda sobre la cantidad de malentendidos y equívocos que se producen
entre personas implicadas en una relación sexual. Con frecuencia, cuando esta termina,
ocurre de una forma más bien desafortunada y emocionalmente negativa. Las dos
personas se separan, albergando quizás sentimientos muy negativos hacia cada cual. Y
puede que la llamada fusión jamás hubiese existido. ¡A menudo la gente que
experimenta este tipo de unión durante el orgasmo, cinco minutos después está
discutiendo y peleándose!… ¿Dónde está la unión? ¿Qué se ha conseguido? Si se lograse
una verdadera unión en un sentido espiritual -y no en la línea de mutua enajenación- las
actitudes hacia la otra persona podrían transformase totalmente. Las personas se
volverían positivas, afectuosas, cuidadosas, cosa que raramente ocurre en la mayoría de
las relaciones de pareja."
Al respecto, los budistas tántricos simplemente afirman que obviamente maithuna no es
una cópula que se lleva a cabo entre humanos corrientes. El proceso de sensibilización y
del refinamiento de la consciencia de los practicantes, capacita a estos luego de
muchísimos años, y solo recién entonces, a llegar al karma-mudra. Este acto no es de un
mero sexo mecánico, no se efectúa con un desconocido, no carece de sentimientos, de
afecto o de cuidados, ni el objetivo es de mero placer efímero. El organismo psicofísico
es, en sí mismo, una expresión de energía, y la actividad sexual es sencillamente una de
las formas en que se manifiesta. Dado que la energía sexual es una forma de energía,
obviamente podrá concluirse que esta no debe ser derrochada. Utilizarla para la
Iluminación es el mejor aprovechamiento que pueda hacerse, y aun su substrato físico es
posible convertirlo en medicina. En un encuentro sexual convencional sucede un
esfuerzo importante, y durante y luego de la eyaculación y orgasmo, hay una cierta
pérdida de la agudeza de la consciencia y la tendencia es a descansar; por el contrario,
en un encuentro tántrico no hay esfuerzo, el orgasmo es reabsorbido para regenerar el
organismo, y la consciencia se agudiza increíblemente quedando los participantes
envueltos en algún más o menos profundo estado meditativo. Para realmente poder
entender la propuesta tántrica hay que ser un practicante tántrico.

Aquí se agregan algunas explicaciones sobre el tantrismo budista tibetano.


'Los practicantes tántricos permanecen siempre en extático abrazo con su khandro o
pawo'. Los practicantes tántricos se abstienen de subvertir la dimensión sexual de su ser,
en ese intento de alcanzar una relación auténtica con su khandro o pawo. Es fácil
ofuscarse con el pawo o khandro interno al considerar como 'objetos' a mujeres u
hombres con estereotipos sexuales deformados o degradados. Comprometen su
conciencia a que mientras vivan en la ilusión de dualidad, procurarán no involucrarse en
la explotación sexual, desde el punto de vista de ofender los reflejos pawo o khandro
que están presentes dentro de sí mismos, pues son oportunidades de experimentar su
naturaleza no-dual. Al actualizar este compromiso ellos refrenan su tendencia a
comprometerse en relaciones sexuales sin amor y sin posibilidad de compromiso a largo
plazo. Se comprometen a sí mismos a encontrar placer primariamente en el placer y
felicidad de su pareja. Se comprometen a la gentileza, generosidad, sinceridad, y
respeto en todos los niveles de la relación con su pareja, con la finalidad de mantener la
visión de una pasión espaciosa en un espacio apasionado.
En el Uluka-mukha Dakini Sutra, el precepto referido a la inconducta sexual está
específicamente vinculado al Khandro Pawo Nyi-da Mélong Gyüd. En el Nyi-da Mélong, se
afirma que el 'reflejo de pawo-khandro' está obscurecido por las múltiples parejas que se
mantienen al mismo tiempo. Por ello desalentamos fuertemente las 'parejas abiertas'. Se
considera imposible practicar el Khandro Pawo Nyi-da Mélong Gyüd a menos de ser
monógamo en su relación (sucesivas monogamias son perfectamente aceptables en estos
términos). Se exalta la monogamia porque el profundo nyam del 'reflejo khandro-pawo'
proviene de las interacciones entre el fulgor dentro del tralam-me (khra lam me), las
'turbulencias poéticas', o el 'vívido fuego de la resonancia', que se producen cuando los
individuos se precipitan en el amor. Tralam-me es la atmósfera energética del cuerpo.
Estas 'turbulencias poéticas' facilitan el reflejo mediante la 'armonía' de su fulgor. Esta
sutil aunque poderosa interacción permite entrar en la dimensión de la visión en la cual
nuestro pawo o khandro interno puede ser realizado. Por medio de este método, y el del
Nyi-da Mélong -mirar el mélong-, podemos lograr realización con extraordinaria
facilidad. Sin embargo, las potentes características, o 'fulgor' de estas 'turbulencias
poéticas', pueden ser destruidas por la 'adulteración' con más de un modelo de fulgor. Si
estos fulgores son frecuentemente 'adulterados' en la propia vida, es posible perder la
capacidad para experimentar completamente el reflejo pawo-khandro. En los niveles
iniciales de la práctica podría no notarse el decrecimiento de la propia sensualidad en el
afecto, pero para quien no tiene ninguna experiencia más allá de shi-ne, el efecto
pernicioso se hace evidente. Este es un serio problema para un practicante dentro de
este linaje. Las personas que se involucran en múltiples relaciones sobre una base
continuada a lo largo de su vida, gradualmente desgastan su srog (vida-energía). Tales
personas incrementan cada vez más los hábitos pendencieros de discusión e irritación.
Se desarmonizan dentro de sus propios grupos de amigos, encontrándose a sí mismos
incapaces de acceder a los deseos o ideas de otros. Quienes tienen relaciones adúlteras
dañan no solamente su propia capacidad de experimentar el reflejo pawo-khandro, sino
también la de su pareja. Entonces no es un asunto tan simple el de dañarse a sí mismo a
causa de múltiples relaciones sexuales. Y esto no se detiene aquí: el comportamiento
seductor de cualquier clase, si es acompañado por proyecciones sexuales, también es
dañino, aunque sea de menor alcance.
Nuestro completo conjunto de sentidos y sus respectivos campos sensitivos, están en una
cópula constante. Sin embargo, aunque esto es cierto, los practicantes de los tantras
internos deben recordar que estas declaraciones no se refieren a la proyección de
fantasías sexuales en hombres y mujeres diferentes de nuestra pareja. Si nos permitimos
fantasías eróticas con hombres o mujeres que no son nuestra propia pareja,
'adulteramos' nuestro tralam-mé. La palabra 'adulterar' significa 'aguar', 'diluir', y es
interesante conectar esta palabra con el adulterio en el sentido de alcanzar una más
profunda comprensión de la palabra. Nuestra posición con respecto al adulterio no es
moralista. No estamos sosteniendo ninguna clase de comportamiento estricto y
santurrón de la ética victoriana. No estamos diciendo que no puedan hacerse una serie
de intentos de relación a lo largo de la propia vida, sino simplemente que debieran
hacerse consecutivamente, sin superponerse. Necesitamos aproximarnos a la sexualidad
con respeto, calidez, y apertura. Necesitamos comprender que la alternativa del
celibato en el budismo no es una mera indulgencia egoísta del propio deseo a expensas
de los demás. Uno puede 'disfrazar' la inconducta sexual con el 'ropaje' de libertad y
carencia de inhibiciones morales, pero sin duda constituye un obstáculo para practicar.
Esta es una importante afirmación en vista de la alta observancia mostrada por
practicantes célibes en su disciplina. Podría ser un choque para algunos darse cuenta
que no mantener celibato es un sendero más exigente, y que su disciplina es extensa y
sutil. Debe ser entendido muy precisamente, que como una sangha ngak'phang nosotros
no hemos elegido la opción más fácil. El sendero monástico es más simple y fácil de
seguir. Está completamente estructurado y diseñado para apoyar el individuo,
considerando que la estructura del Tantra abarca interminables matices de realidad
como un juego de precisión y pasión.
Obviamente los seres iluminados no están limitados de esta manera. Buddhas tales como
Padmasambhava y Yeshe Tsogyel son capaces de comprometerse con múltiples parejas
porque sus tralam-me es no-dual, y por lo tanto imposible de ser perturbado. El tra-lam-
me de un ser iluminado se mimetiza compasivamente y danza con las turbulencias
poéticas de cualquiera que se abra. Todo esto sucede cuando los Buddhas se
comprometen sexualmente con otros seres, que constituye una causa para que los otros
seres se beneficien vastamente. Los Buddhas pueden beneficiar a otros mediante la
sexualidad en muchos contextos; pero a menos que uno esté totalmente iluminado, la
'multiplicidad de contactos sexuales' es nociva. Los Mahasiddhas del pasado, incluyendo
Drukpa Künlegs, Do-khyentse Yeshe Dorje, y Trungpa Rinpoche eran capaces de tal
actividad extraordinaria y beneficiaron a incontables seres. También puede ser útil
saber que nosotros no podemos transformar el alcohol a la manera de los mahasiddhas, y
por lo tanto limitamos su ingesta.
En el presente, maestros como Kyabje Künzang Dorje también son incuestionables en su
capacidad. Pero practicantes comunes como nosotros mismos, no somos capaces de tal
maravilloso comportamiento iluminado. Tenemos que conocer nuestra condición y
actuar acorde a ella. Se afirma en muchos textos que es un error grave imitar la
actividad externa extraordinaria de los seres cuya realización excede la nuestra propia.

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