San Diego de Alejandría
Orientaciones del Obispo Felipe Salazar
Sobre el servicio del párroco
y la colaboración de los fieles
Por Oscar Maldonado Villalpando.-Inicia su labor el señor
Cura Carlos Rocha Hernández en San Gaspar de los Reyes, Jal.
Viernes 22 de agosto de 2008, a las doce del día.
Mensaje muy lleno de sabiduría, versó ‘Sobre la renovación
del párroco y de la parroquia a la luz del Documento de Aparecida,
el IV Plan y el momento vital’
‘La Paz de Jesucristo, el Enviado del Padre, para que nuestros
pueblos en Él tengan vida, esté con todos ustedes’.
Padre Carlos, inicias tu ministerio como párroco de esta
comunidad de San Gaspar de los Reyes en una hora especial de
gracia. Hace poco más de un mes clausurábamos nuestra XVI
Asamblea Diocesana de Pastoral, en la que evaluamos las tareas
que nos habíamos propuesto en el curso de acción del ‘Año del
Discipulado’, e iluminados por las enseñanzas surgidas del
Documento de Aparecida, nos dimos a la tarea de buscar las líneas
de acción oportunas para vivir adecuadamente el presente ‘Año de
la Comunión’
Aparecida mira esta hora de manera esperanzadora, como un
nuevo Pentecostés, y nos invita a lanzarnos a la misión, como
discípulos misioneros de Jesucristo, ‘para que nuestros pueblos
en Él tengan Vida’.
Yo también miro esperanzado este tiempo porque Dios en su
Santo Espíritu ha derramado entre nosotros dones y carismas que
nos capacitan para responder al apasionante reto de ser discípulos
misioneros de Jesucristo.
Al inicio de mi ministerio episcopal he tenido la oportunidad
de estar en distintas comunidades, encomendando algunas
parroquias al cuidado pastoral de nuevos párrocos. En estos
encuentros he tenido ocasión de compartir lo que he querido sea
lema de mi programa episcopal: ‘Ut in eo vivant’ en consonancia
con el tema de Aparecida: ‘Discípulos y misioneros de Jesucristo
para que nuestros pueblos en Él tengan vida’ (Jn. 14, 6),
Hoy quiero compartir con los fieles de esta comunidad
parroquial, y con quienes nos acompañan de otras partes, algo de
lo que he venido hablando a lo largo de este recorrido y
proponérselos como parte de este anuncio esperanzador que nos
lanza a la misión.
1º.- Que este acontecimiento sea oportunidad de
renovación para todos.
Toda comunidad parroquial tiene su modelo en la primera
comunidad (Hech. 2,46-47): ‘Siguiendo el ejemplo de la primera
comunidad cristiana, la comunidad parroquial se reúne para partir
el Pan de la Palabra y de la Eucaristía, y perseverar en la catequesis,
en la vida sacramental y en la práctica de la caridad’ (DA 173)
Aparecida nos pone en alerta: ‘Es limitado el número de
católicos que llegan a nuestra celebración dominical, es inmenso el
número de los alejados, así como el de los que no conocen a Cristo...
Esto nos está exigiendo imaginación y creatividad para llegar a las
multitudes que anhelan el Evangelio de Jesucristo (DA 173). Se
nos invita a una valiente acción renovadora de las parroquias a fin
de que sean de verdad espacios de la iniciación cristiana, de la
educación y celebración de la fe, abiertas a la diversidad de carismas,
servicios y ministerios, organizadas de modo comunitario y
responsable, integradoras de movimientos de apostolado ya
existentes, atentas a la diversidad cultural de sus habitantes, abiertas
a los proyectos pastorales decanales y diocesanos y a las realidades
circundantes’ (DA 170b)
Ante estas realidades y retos se nos ofrece la oportunidad de
suscitar el espíritu misionero de todos los fieles de nuestras
parroquias. Nos invita a todos, discípulos misioneros de Jesucristo,
a vivir la alegría de ser llamados, a fortalecer nuestra vocación en la
comunidad y en la formación permanente.
2º.- Que la parroquia sea lugar de formación de discípulos
misioneros.
‘La vocación y el compromiso de ser hoy discípulos y
misioneros de Jesucristo, requieren una clara y decidida opción
por la formación de los miembros de nuestras comunidades, en
bien de todos los bautizados, cualquiera sea la función que
desarrollen en la Iglesia... Jesús mismo formó personalmente a sus
apóstoles y discípulos: ‘Vengan y vean’ (Jn. 1,39); ‘Yo soy el
Camino, la Verdad y la Vida’ (Jn. 14,6) Con Cristo podemos
desarrollar las potencialidades que están en las personas y formar
discípulos misioneros, con perseverancia, paciencia y sabiduría...
A quienes aceptaron seguirlo los introdujo en el misterio del reino
de Dios, y, después de su muerte y resurrección los envió a predicar
la Buena Nueva en la fuerza de su Espíritu. Su estilo se vuelve
emblemático en la tarea formativa que la Iglesia debe emprender en
estos nuevos contextos socioculturales’ (DA 276)
El número 278 del Documento de Aparecida nos señala los
cinco aspectos fundamentales del proceso formativo de los
discípulos misioneros:
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-El encuentro con Jesucristo,
-La conversión,
-El discipulado,
-La comunión y
-La misión.
3º.- Que la parroquia sea lugar de comunión y de vida
comunitaria.
‘Ante una vida sin ‘sentido’, Jesús nos revela la vida íntima de
Dios en su misterio más elevado, la comunión trinitaria’ (DA 109
y 153) La Palabra de Dios nos presenta la vivencia de comunión
con la comparación de Pueblo de Dios y Cuerpo Místico de
Jesucristo: ‘La vida cristiana sólo se profundiza y se desarrolla en
la comunión fraterna’ (DA 110). Jesús nos dice: ‘Uno es su Maestro
y todos ustedes son hermanos’ (Mt. 23,8)
La parroquia debe ser una comunidad donde crezca y se
desarrolle la comunión de los discípulos misioneros en la Iglesia: el
llamado a vivir en comunión; fortalecer los lugares para la comunión
(diócesis, decanato, parroquia, pequeñas comunidades); apreciar
las distintas vocaciones específicas para vivir en comunión (Obispo,
párroco, presbítero); la tarea propia de los fieles laicos; y, el lugar
de los consagrados por la profesión de los consejos evangélicos.
4º.- Hacer de la parroquia una comunidad misionera en
el seno de una Iglesia misionera.
Recordando el mandato del Señor de ‘Ir y hacer discípulos de
Señor Cura Carlos Rocha y Señor Obispo don Felipe
Salazar.
entre todos los pueblos’ (Mt. 28,20), Aparecida desea despertar
un gran impulso misionero en la Iglesia peregrina en América Latina.
El objetivo de esta ‘misión’ es salir al encuentro de las personas,
las familias, de los jóvenes, de los alejados, de los barrios, etc.,
para comunicarles y compartir el don del encuentro con Cristo que
ha llenado nuestras vidas de ‘sentido’, de verdad y amor, de alegría
y de esperanza. (DA 548).
Esta acción misionera exige en primer lugar una conversión
personal, pastoral y eclesial. Decisión de recorrer juntos un
itinerario de conversión que nos lleve a ser auténticos discípulos
misioneros de Jesucristo.
Implica también un ardor como el de los santos (Pedro Esqueda,
Toribio Romo, Julio Álvarez, Sabás Reyes, Román Adame y
Tranquilino Ubiarco): continuidad, firmeza y constancia; y una
gran confianza en el Señor y en su Santo Espíritu que despertará
en nosotros la creatividad pastoral para encontrar formas diversas
para acercarnos, incluso a los ambientes más alejados y difíciles.
Es lo que se llama audacia misionera.
Algunos medios para echar a andar y sostener esta ‘misión’
son:
1.- Beber la Palabra de Dios, como lugar de encuentro con
Jesucristo. (DA 246).
2.- El encuentro con Jesucristo en la Sagrada liturgia, en especial
los Sacramentos de la Iniciación Cristiana. De forma significativa,
la Eucaristía es lugar privilegiado del encuentro del discípulo con
Jesucristo (discípulos de Emaús)
3.- La vida comunitaria. Jesús está presente en medio de una
comunidad viva en la fe y en el amor fraterno: ‘Donde están dos o
tres reunidos en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos’ (Mt.
18,20) (DA 256). Esto nos lleva a fomentar la conciencia de
comunión a nivel familiar para que cada hogar se convierta en una
Iglesia doméstica, en un santuario de la vida, una verdadera escuela
en la fe y en los valores humanos y cristianos. Profundizar la
dimensión comunitaria a nivel parroquial, para que la parroquia
sea en verdad una comunidad de comunidades (DA 379).
4.- El servicio a los pobres, enfermos y afligidos que reclaman
nuestro compromiso y testimonio de fe (DA 257); se puede traducir
también como una defensa de los derechos humanos (DA 257);
como renovación y fortalecimiento de la pastoral social, a fin de
que exprese en signos concretos la opción preferencial por los
pobres, con los migrantes, los enfermos, los adictos dependientes
y los niños en situaciones de riesgo. (DA 399-430).
5.- El párroco, primer responsable de este proceso de
renovación.
El párroco debe ser el primer animador de la comunidad de
discípulos misioneros de Jesucristo que es la parroquia, pero ante
todo el mismo párroco debe ser discípulo misionero en constante
espíritu de renovación: ‘La renovación de la parroquia, exige
actitudes nuevas en los párrocos y en los sacerdotes que están al
servicio de ella. La primera exigencia es que el párroco sea un
auténtico discípulo de Jesucristo, porque sólo un sacerdote
enamorado del Señor puede renovar una parroquia. Pero, al mismo
tiempo, debe ser un ardoroso misionero que vive el constante
anhelo de buscar a los alejados y no se contenta con la simple
administración’ (DA 201).
Pero el párroco no es párroco sin una comunidad de fieles
discípulos misioneros de Jesucristo; a ustedes queridos laicos les
corresponde integrarse en la unidad de un único proyecto
evangelizador para asegurar una comunión misionera: ‘No basta la
entrega generosa del sacerdote. Se requiere que todos los laicos se
sientan corresponsables en la formación de los discípulos y en la
misión. Eso supone que los párrocos sean promotores y animadores
de la diversidad misionera y que dediquen tiempo generosamente
al sacramento de la Reconciliación. Una parroquia renovada
multiplica las personas que prestan servicios y acrecienta los
ministerios. Se requiere imaginación para encontrar respuesta a los
muchos y cambiantes desafíos que plantea la realidad, exigiendo
nuevos servicios y ministerios’ (DA 202).
6.- Algunas tareas pendientes y unas líneas de acción para
vivir el ‘Año de la Comunión’ tal como no solo propone nuestro
IV PDP:
Señor Cura Carlos, de entre las tareas pendientes, y que al
mismo tiempo son permanentes, quiero destacar:
1.- Seguir impulsando la evangelización de tiempos fuertes:
Cuaresma-Pascua; Adviento-Navidad; Mes de la Biblia, de la
Familia y de los Jóvenes.
2.- Seguir promoviendo la catequesis infantil.
3.- Continuar con la promoción de valores cristianos en
maestros y padres de familia.
4.- Coordinar los diversos carismas de los GAMs.
5.- Impulsar más el conocimiento de la doctrina social de la
Iglesia.
6.- Prestar más atención a las familias en situaciones irregulares;
y mejorar la preparación al matrimonio.
7.- Atender con especial cuidado y cercanía a cada una de las
comunidades campesinas.
7º.- Una palabra de gratitud.
Señor Cura Carlos, no quiero dejar pasar la oportunidad para
agradecerte públicamente por los servicios que hasta ahora estuviste
prestando a esta tu Diócesis de San Juan de los Lagos al frente de
la parroquia de San José en San Juan, como Decano del Decanato
I, como secretario de los Decanos y Vicario judicial adjunto en
nuestro Tribunal Eclesiástico; en este último campo, aprovechando
tu generosidad, disponibilidad y capacidades, te he pedido sigas
colaborando como juez y apoyando de esta manera la impartición
de justicia en la Diócesis; asimismo te pido sigas colaborando
como maestro en la formación de los alumnos del Seminario Mayor.
Confío en que encontrarás los medios para, al mismo tiempo,
dar continuidad a los programas pastorales de esta parroquia
(catequesis, grupos, comunidades campesinas, liturgia, etc.) y con
la creatividad que te caracteriza implementar aquellas tareas que
están pendientes.
Agradezco también al señor Cura José Luis Franco González
por los años que estuvo al frente de esta parroquia, y le deseo lo
mejor en su nueva encomienda como capellán y confesor de la
Catedral Basílica, en atención especial a los peregrinos.
Señor Cura Carlos ¡Bienvenido! Te encomiendo a la singular
protección de Nuestra Señora de Guadalupe, Patrona de esta
parroquia, Estrella de la evangelización en nuestras tierras. Que
ella, la Madre del verdadero Dios por quien se vive y Madre
amorosa de los sacerdotes, te llene de inspiración y de sirva de
ejemplo con su vida de amor con el que es necesario estén animados
todos aquellos que, en la misión apostólica de la Iglesia, cooperan
a la regeneración de los hombres (LG, 65).
¡Qué Dios bendiga tu ministerio en esta nueva encomienda!
7 días Sábado 6 de septiembre de 2008